xxxɪᴠ.Dɪᴀɢᴏɴ Aʟʟᴇʏ
CAPITULO TREINTA Y CUATRO;
CALLEJÓN DIAGON
—¿Traes el Horrocrux contigo?—siseo Tom sobre sus hombros.
—Tu diario lo trae mi padre. El se encargará. —mientras observaba a Harry Potter gozar de la atención que recibía al ser abrazado por Lockhart.
—Es un verdadero idiota. —comento Lesath a su lado—Herms, es tu hora de brillar. —la castaña asintio caminando de la mano junto a su madre, quien al parecer estaba enterada de lo que sucedería.
Lesath se alejo discretamente para posicionarse junto a su padre, mientras asentía en dirección a Draco.
—¿Que planeas pequeña sabandija?—pregunto Damian detrás de ella sobresaltandola.
Nashira lo miro con una sonrisa inocente—Nada.
—Mhmm, esa misma sonrisa ponía tu madre cuando se metía en problemas o cuando quería venganza. —Damian la miro con una sonrisa sonrisa—No dudes en pedirme ayuda si la necesitas.
—Gracias, tío.
Nashira miro a Hermione posicionarse junto a Harry, mientras América se ponía al lado de James Potter distrayendolo. Hermione suspiro antes de comenzar...
—¡Podremos conocerle en persona!—chillo Hermione—¡Es el que ha escrito casi todos los libros de la lista!—dijo en tono enamorado.
Una risa a su lado llamo su atención. Dirigió su mirada al lado y observó a Pansy riendo levemente.
—¿La molestaras con esto, cierto?
—Muy probablemente. —respondio divertida.
—¡Qué bien!—escucho chillar a Molly Weasley. Parece que le faltaba el aliento, y se retocaba el cabello con las manos—Enseguida nos tocará.
Gilderoy Lockhart, estaba sentado en una mesa, rodeado de grandes fotografías con su rostro, fotografías en las que guiñaba un ojo y exhibía su deslumbrante dentadura. El Lockhart de carne y hueso vestía una túnica de color añil, que combinaba perfectamente con sus ojos; llevaba su sombrero puntiagudo de mago desenfadadamente ladeado sobre el pelo ondulado.
—Señoras y caballeros—dice en voz alta, pidiendo silencio con un gesto de la mano—¡Éste es un gran momento! ¡El momento ideal para que les anuncie algo que he mantenido hasta ahora en secreto! Cuando el joven Harry entró hoy en Flourish y Blotts, sólo pensaba comprar mi autobiografía, que estaré muy contento de regalarle—la multitud aplaude—Él no sabía—continua Lockhart, abrazando a Harry—Que en breve iba a recibir de mí mucho más que mi libro El encantador. Harry y sus compañeros de colegio contarán con mi presencia. ¡Sí, señoras y caballeros, tengo el gran placer y el orgullo de anunciarles que este mes de septiembre seré el profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras en el Colegio Hogwarts de Magia!
—Profesor ¡¿Por qué?! Es un completo idiota—dijo Pansy a su lado.
—No podría estar más de acuerdo contigo.
La multitud aplaudía y vitoreaba al mago, y Harry era obsequiado con las obras completas de Gilderoy Lockhart. Tambaleándose un poco bajo el peso de los libros, logra abrirse camino desde la mesa de Gilderoy, en que se centraba la atención del público, hasta el fondo de la tienda, dónde se encontraba su padre y América.
—Tenlos tú—se los entrega bruscamente a su padre. Nashira dirigió su mirada a Draco y asintio.
—¿A que te gusta, eh, Potter? La atención parece ser tu clave—Harry se pone derecho y se encuentra cara a cara con Draco—El famoso Harry Potter. Ni siquiera en una librería puedes dejar de ser el protagonista.
—¡Déjalo en paz, él no lo ha buscado!—replico Ginny Weasley molesta.
—¡Vaya, Potter, tienes novia!—dijo Draco arrastrando las palabras, mientras que Ron y Hermione se acercan.
—¡Ah, eres tú!—mdijo Ron, mirando a Malfoy como se mira un chicle que se le ha pegado a uno en la suela del zapato—¿A que te sorprende ver aquí a Harry, eh? No me sorprende, pareces perrito faldero detrás de Black—dijo observando como Nashira se acercaba con Pansy.
—Oh, no, lo que realmente sorprende es verte a ti en una tienda, Weasley—replico el rubio. Si bien, Draco podría haberse sentido mal por aquel comentario, más sin embargo sabía que no era cierto—Supongo que tus padres pasarán hambre durante un mes para pagarte esos libros.
Ron se puso tan rojo como Ginny. Dejó los libros en el caldero y se va hacia Draco pero Harry y Hermione lo agarraron de la chaqueta.
—Eres un cretino—dijo Ginny molesta.
—¡Ron!—dijo Arthur Weasley abriéndose camino a duras penas con Fred y George—¿Qué haces? Vamos afuera, que aquí no se puede estar.
—Vaya, vaya..., ¡Si es el mismísimo Arthur Weasley!
Lucius Malfoy había agarrado a su hijo por el hombro y miraba con la misma expresión de desprecio que él.
—Lucius—dijo el señor Weasley, saludándolo fríamente.
—Mucho trabajo en el Ministerio, me han dicho—comentó Lucius—Todas esas redadas... Supongo que al menos te pagarán las horas extras, ¿No?—se acerco al caldero de Ginny y saca de entre los libros nuevos de Lockhart un ejemplar muy viejo y estropeado de la Guía de transformación para principiantes—Es evidente que no—rectificó—Querido amigo, ¿De qué sirve deshonrar el nombre de un mago si ni siquiera te pagan bien por ello?
Arthur Weasley se puso aún más rojo que Ron y Ginny.
Nashira antes de que otra cosa sucediera, se metió a la mente de Damián y América.
—Tia, sabes el plan, diga lo que diga, actúa ofendida. Tío regresa con Molly Weasley, más tarde te lo explicaré. —salio de su mente y ambos asintieron aunque Damian un poco confundido se alejo.
—Tenemos una idea diferente de qué es lo que deshonra el nombre de mago, Malfoy—contesta.
Nashira asintio en dirección a Lucius—Es evidente—dice Lucius mirando de reojo a Damián charlando con Molly Weasley. Lucius actúa sorprendido—¿Ese es Damian Granger? Vaya que juntarse con gente más...creo que no hay palabras para decirlo. Linda debe estar revolcándose en su tumba al saber que su hermano está con...esa gente. Claro que, que se podría esperar de ustedes—miro directamente a América quien a su lado estaba James Potter.
—¡No la insultes Malfoy!
—Potter ¿Tan rápido superaste a tu esposa?—dijo Lucius.
—¡Malfoy...!
—Caballeros, por favor. Les pido no pelear en el establecimiento—dijo un empujón.
—Jamas me rebajaría con alguien tan...poca cosa.
Lucius que todavía sujetaba en la mano el viejo libro sobre transformación. Se lo entrego a Ginny, con la maldad brillándole en los ojos.
—Toma, niña, ten tu libro, que tu padre no tiene nada mejor que darte.
—Perfecto—siseo Tom sobre su hombro.
NO OLVIDEN VOTAR
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