Esa noche, La Muerte habría deseado compartir más tiempo con Jungkook. Sin embargo, era plenamente consciente de la inmensa fatiga que envolvía al joven. Por esa razón, optó por retirarse para brindarle la oportunidad de descansar. Aunque Jungkook no estaba muy satisfecho con la decisión, después de que Vante le asegurara que regresaría sin falta al día siguiente, no tuvo más remedio que aceptarlo.
Cuando regresó a su torre, experimentó una profunda sensación de tranquilidad que hizo que su sonrisa brotara de manera involuntaria. Vante no era plenamente consciente de la profunda transformación que Jungkook estaba causando en su ser. Realmente, le resultaba difícil darse cuenta de cuánto había cambiado en las últimas semanas a su lado.
Se dirigió directamente hacia la ventana y contempló la serenidad que se extendía en el horizonte. En ese momento, una preocupación que había estado inquietándolo, aunque no quisiera reconocerlo, llegó a su mente. Se trataba del hecho de que, a pesar de que el acceso a su torre estuvo abierto, aquella molesta Muerte no había aparecido. Desde su última conversación con Dooly, no había tenido noticias suyas, y aunque Vante podía ser bastante distante e incluso grosero en ocasiones, debía admitir que Dooly era una de las pocas personas a las que le tenía aprecio.
Por eso, dejó escapar un suspiro profundo y se puso de pie, decidido a buscar su túnica y su guadaña. Antes de abandonar su torre, se detuvo un momento para contemplar la imagen de Jungkook durmiendo plácidamente, y esa serenidad que irradiaba le transmitió una sensación de paz interior.
Fue entonces, después de cerrar la imagen, decidió que, por primera vez, sería él quien buscaría a Dooly.
Cerró los ojos y enfocó su energía en localizar el acceso; al menos, su torre estaba abierta, por lo que no enfrentaría problemas para llegar hasta allí. Con la ubicación en mente, realizó un gesto con su guadaña para abrir un portal que lo llevaría hacia su destino.
Dooly, obviamente, percibió su presencia en el instante en que llegó, pero permaneció sentado en el borde de su balcón, contemplando el horizonte. Vante no pronunció palabra alguna, simplemente se dirigió hacia él y se colocó a su lado. En ese lugar donde el tiempo carecía de significado, no tenían una noción precisa de cuánto tiempo pasaron de esa manera, ya que todo podía sentirse tan infinito como efímero.
—Ya había olvidado el dolor... —musitó de repente el otro, sin apartar la mirada del horizonte. —Cada día en esa habitación de hospital fue una tortura. Y lo más frustrante era que, a pesar del sufrimiento, estaba verdaderamente aterrado de morir.
Vante se sintió completamente tenso cuando Dooly comenzó a hablarle sobre su muerte. Sabía que estos temas eran extremadamente personales y se compartían solo con personas de absoluta confianza. El hecho de que Dooly lo considerara lo suficientemente cercano para hablar de esto lo desconcertó profundamente y le hizo sentirse mal por todas las veces que lo había tratado con indiferencia.
—Vante... ¿has terminado tu trabajo? —Jimin preguntó, pero no recibió respuesta a ello, lo que le llevó a concluir que aún estaba en proceso. —Ese chico está sufriendo mucho. Deberías ponerle fin. ¿Por qué estás dudando tanto?
—Ni siquiera yo lo sé, Jimin —respondió el contrario con un tono de frustración perceptible que no pasó desapercibido para el otro. Finalmente, se giró para mirarlo, dispuesto a profundizar en el tema, pero algo le llamó poderosamente la atención.
—Oh, mierda. ¿Estás bien, Tae? ¿Por qué te ves así?
No había sido consciente de su apariencia, pero el malestar físico que experimentaba le dio una pista sobre el motivo de su reacción. Quizás, para Jungkook, que era simplemente un humano, aquello podría haber pasado desapercibido. Sin embargo, en el caso de Las Muertes, la situación era completamente diferente, ya que tenían la capacidad de percibir el aura entre ellas.
—No me digas que... —su voz se cortó abruptamente, llevando una mano a su boca y abriendo los ojos con asombro. —¿Por qué? ¿Por qué estás haciendo esto? —musitó con incredulidad, sus ojos errando de un lado a otro en busca de alguna explicación a todo aquello, pero sin éxito alguno. —¿¡Qué tiene de especial ese humano!? —finalmente gritó, visiblemente alterado al ver que Vante no le respondía.
Y habría deseado expresar una multitud de pensamientos más, pero la risita que escapó de los labios de su amigo lo dejó completamente desconcertado.
—Todo.
—¿Q-qué?
—Todo en él es especial.
Jimin no podía creerlo. ¿Quién era esta persona y dónde estaba el Vante que él solía conocer? Ese que tenía reputación de hierro por ser el mejor empeñando su trabajo, sin cometer errores. Aquel que era conocido por ser la representación perfecta que los humanos tenían de La Muerte, un ser frío y sin sentimientos.
—Tae, no puedes seguir haciendo esto. Si sigues entregándole tu Prana, esto terminará mal para ti también, lo sabes. ¿No es por eso que decidiste convertirte en Muerte, por miedo a morir?
—Es curioso... durante mucho tiempo viví aterrado ante la idea de cruzar al más allá. Mi vida en la tierra no fue la mejor; entre tantas guerras, en realidad, nunca tuve la oportunidad de vivir plenamente. Era tan solo un joven cuando me mandaron a servir al país, y cuando estuve al borde de la muerte, recuerdo el pánico que me invadió. En ese momento, pensé: "¿Realmente esto es todo lo que se tenía preparado para mí?" No estaba listo para partir sin más, e incluso ahora, cuando lo pienso, puedo revivir ese pánico.
—Entonces, con mucha más razón debes darle fin a esto.
—¡Lo sé, maldita sea, lo sé! —exclamó Vante, su voz llena de frustración, mientras apartaba sus hebras azabaches hacia atrás. —Pero, sabes... en este momento, soy yo quien está más aterrado de verlo partir. Aunque Jungkook esté de acuerdo en marcharse, soy yo quien se ha aferrado a la idea de retenerlo aquí, inventando cualquier excusa posible. Entiendo que le estoy causando daño, a pesar de que lo único que deseo es verlo sonreír.
Jimin estaba realmente asombrado por la situación. Si bien había escuchado hablar de Muertes que se aferraban a sus personas designadas, e incluso él mismo había experimentado momentos similares, nunca había imaginado que Vante llegaría a caer en esta situación, y mucho menos a tal magnitud.
—Vante...
—Resolveré esto por mi cuenta. El Rey me permitió hacerlo a mi manera, así que no te preocupes —dijo en un intento de tranquilizarlo, pero Jimin seguía sintiéndose inquieto por dentro.
El azabache se dio la vuelta y abrió un portal que lo llevaría de regreso a su torre, pero antes de entrar, se detuvo.
—Mi torre estará abierta para ti —fue lo último que dijo antes de desaparecer en el portal.
Toda esa conversación lo había dejado sumamente inquieto. Desde que dejó atrás su vida en la Tierra, nunca había hablado sobre ello, y en su mayoría, trataba de ignorar que ese capítulo de su existencia siquiera había ocurrido. No sabía qué lo llevó a abrirse sobre ese tema en particular; tal vez fue la sincera mención de Dooly acerca de su propia muerte. La verdad era un misterio incluso para él.
Era consciente de por qué Jimin sentía una empatía tan profunda hacia Jungkook; nadie mejor que él podría comprenderlo. Porque aunque Vante había tenido la capacidad de ingresar a la parte física de Jungkook en algunas ocasiones, sabía que nada podía compararse verdaderamente con haberlo vivido.
Su corazón se debatía entre una avalancha de emociones, algunas negativas y otras positivas, cada una luchando por predominar sobre la otra.
Todo era un caos en su interior.
Pero ahora lo entendía. Ahora comprendía por qué su corazón latía de esta manera, por qué su preocupación iba más allá de lo normal y por qué sus acciones eran tan contradictorias cuando se trataba de Jungkook.
Su cuerpo actuó por instinto, y Vante fue plenamente consciente de ello hasta que salió del portal y entró en esa habitación de hospital. Se acercó a la cama donde el menor dormía plácidamente, y realmente no entendía qué era lo que lo atraía tanto de ese chico. Era como si Jungkook fuera un imán y él su polo opuesto.
Era curioso, pues últimamente Vante había sentido un agotamiento considerable por haber compartido parte de su Prana. Sin embargo, eso parecía no importarle en absoluto cuando observaba el rostro sereno de Jungkook mientras dormía. Dejó escapar un suspiro profundo y llegó a la conclusión de que lo mejor era regresar a su torre por el momento. Volvería más tarde cuando Jungkook despertara; tenía mucho en qué pensar.
A pesar de que Vante se había comprometido a cumplir con su trabajo, le había resultado imposible hacerlo. Una semana más había transcurrido nuevamente, y aún no había podido llevar a cabo su deber, utilizando como excusa el hecho de que Jungkook todavía no había logrado conocer al dichoso amigo de su hermano mayor.
Esa mañana, se encontraba en la habitación del hospital, observando la interacción entre su persona y su madre. No había necesidad de ocultar su presencia, ya que solo Jungkook podía percibirlo. Y él Parecía encantado de tenerlo allí, ya que mientras hablaba con Haneul, sus ojos se desviaban ocasionalmente hacia él, regalándole una sutil sonrisa que dejaba a La Muerte profundamente fascinado.
Estos días juntos habían estrechado aún más su vínculo. Los dos chicos disfrutaban tanto de la compañía del otro que, últimamente, Vante apenas regresaba a su torre. Incluso si solo era para observar a Jungkook mientras dormía, prefería quedarse a su lado.
Cuando la madre del menor se marchó, dejándolos a solas, La Muerte se acercó a la cama de Jungkook y se sentó a su lado. Lo contempló como si fuera la cosa más hermosa del mundo, mientras con extrema delicadeza acomodaba el gorro de lana que llevaba puesto y aseguraba que la cánula de oxígeno en su nariz estuviera colocada correctamente.
Jungkook se sentía encantado por las atenciones de La Muerte, ya que tenía que admitir que le gustaba mucho cómo cuidaba de él.
—Oye... —llamó el menor.
—¿Mhm? —respondió el contrario con la mirada fija en él, mientras se acomodaba mejor en su sitio.
—¿Por qué "Vante"? —preguntó Jungkook, haciendo referencia a su nombre. —¿Tiene algo que ver con tu nombre real?
El mencionado abrió y cerró la boca varias veces. Esto no era un tema que se discutiera con nadie. Cuando una Muerte dejaba atrás su nombre y elegía uno nuevo, nadie solía cuestionar el significado. Sin embargo, Jungkook obviamente no tenía conocimiento de esto, y el ente, a pesar de su deseo de mantenerlo en secreto, se vio atrapado por el brillo en sus ojitos, llenos de curiosidad e inocencia.
No pudo resistirse, además, la conexión que sentía con él era tan profunda como para confiarle algo tan íntimo como eso.
—Cuando estaba vivo, había un artista que admiraba mucho. Su vida era exactamente como yo deseaba que fuera la mía. Era alguien tan libre y lleno de independencia que no podía evitar ansiar lo que yo, por desgracia, no tenía permitido. Cuando me convertí en Muerte y me dijeron que debía abandonar mi nombre y elegir uno nuevo, el nombre artístico de esa persona fue lo primero que vino a mi mente, y, bueno... no lo pensé mucho y opté por él.
El menor escuchó con atención lo que el ente le contaba. A veces le parecía muy extraño que La Muerte se describiera a sí misma como alguien que no estaba vivo, ya que para él, tenerlo a su lado y ser testigo de su existencia era más que suficiente para sentir que estaba realmente vivo.
Pero quizás la vida era un concepto diferente para ambas partes.
—Vante... —murmuró con un ligero nerviosismo. El contrario notó la inquietud en el chico y respondió con una suave sonrisa y un murmullo de asentimiento, dejando claro que estaba atento a lo que quisiera decir. Jungkook se frotó las manos en el regazo y, después de sopesarlo durante un breve instante, finalmente levantó la mirada para encontrarse con la de La Muerte, quien no le había apartado los ojos de encima. —¿Me dirías tu nombre real?
Si bien la pregunta tomó por sorpresa al ser, este no dejó que se reflejara en su expresión impasible. Y esa falta de reacción solo aumentó el nerviosismo de Jungkook, quien temía haber cruzado una línea que quizás no debía traspasar.
Había algo peculiar con respecto a Las Muertes. Cuando eran despojadas de su nombre, de inmediato lo asociaban a su vida pasada, y recordarlo era como traer de vuelta esos recuerdos de la existencia que habían vivido. La única persona que solía llamar a Las Muertes por su nombre real era El Rey del Inframundo, y era extremadamente raro que una Muerte llegara a conocer el nombre de cualquier otra entidad, y en caso de saberlo, rara vez lo utilizaban.
Quizás solo en situaciones excepcionales, como cuando Vante llamaba a Dooly por su nombre y este último lo hacía de igual manera cuando la ocasión lo requería. La curiosidad de Jungkook por conocer el nombre real de La Muerte no le sorprendió en absoluto. Lo que sí le asombraba era cuánto tiempo había pasado antes de que hiciera esa pregunta, ya que sabía lo curioso que el humano podía llegar a ser.
Tiene que admitir que una parte de él se sentía emocionada, ansiando escuchar a Jungkook pronunciar su nombre con la dulce voz que poseía.
—Si no puedes decirlo, lo entiendo, yo solo...
—Taehyung —interrumpió La Muerte.
—¿Uh?
—Mi nombre era Taehyung, Kim Taehyung.
Jungkook parpadeó incrédulo, grabando en cada rincón de su ser ese nombre que de alguna manera le llenaba de emoción. Una cálida sonrisa se dibujó en sus labios y asintió ligeramente.
—Sabes... creo que Taehyung te sienta mucho mejor.
No supo cómo responder a eso. Por alguna razón, parecía que Jungkook estaba tratando de transmitirle que no necesitaba anhelar la vida de otra persona, cuando la suya propia era valiosa tal como había sido. El joven no tenía ni idea de lo que esas palabras significaban para La Muerte, ni cómo hicieron que todo en su interior se convirtiera en un caos y su corazón latiera con fuerza.
Se sentía incapaz de controlarse. No solo escuchar su nombre pronunciado por la boca de Jungkook había sido fascinante, sino también el significado detrás de esas palabras. Sin pensarlo demasiado, se acercó hacia adelante y envolvió al joven en un abrazo.
Jungkook tardó un momento en asimilar lo que estaba ocurriendo. Debía admitir que la sensación de la piel fría de Taehyung en su rostro cuando este tocaba su mejilla era sorprendentemente agradable. Pero ahora, sentir esa misma sensación en gran parte de su cuerpo lo dejó completamente desconcertado. Aun así, sin comprender del todo el motivo detrás del gesto, correspondió el abrazo sin hacer preguntas, disfrutando de la sensación tanto en su exterior como en su interior.
Era curioso cómo la piel fría de La Muerte tenía el poder de calentar su corazón.
La Muerte se separó ligeramente, sin soltarlo, para poder mirarlo a los ojos y le dedicó una sonrisa. Jungkook quedó hipnotizado por la forma en que sus oscuros ojos parecían iluminarse como con miles de estrellas. No podía creer que hubiera alguien capaz de mirarlo de esa manera, como lo hacía Taehyung.
—Dilo de nuevo —susurró con suavidad, y Jungkook sintió el aliento de La Muerte rozar su rostro. Dios, estaban peligrosamente cerca.
—¿Q-qué cosa? —preguntó nerviosamente.
—Mi nombre, dilo de nuevo —insistió el contrario, mostrando cierta impaciencia por escucharlo de nuevo.
El menor lamió sus labios nerviosamente, y La Muerte dirigió su mirada hacia ese gesto. —Taehyung.
—Otra vez...
—Taehyung.
—Una vez más.
Jungkook se sintió frágil como una hoja de papel al ver cómo La Muerte se acercaba cada vez más a él con cada repetición de su nombre. Podía sentir los labios de Taehyung rozando los suyos, y maldición, su corazón latía desbocado.
—Taehyu-... —no logró terminar la oración cuando sus labios fueron sellados por los de La Muerte. Un torbellino de sensaciones recorrió cada centímetro de su piel, y sintió como si hubiera tocado el cielo en el instante en que Taehyung llevó su mano hasta su rostro para acunar su mejilla, mientras su pulgar le acariciaba con una suavidad que hacía que Jungkook se sintiera como si fuera de cristal, listo para romperse en cualquier momento.
Las manos de Jungkook se aventuraron hacia las hebras azabache de Taehyung y se hundieron en ellas, como si quisiera sumergirse aún más en el beso que, aunque pausado, estaba cargado de una profunda intensidad. En ese instante, desearía que el tiempo se detuviera y pudieran quedarse así por siempre, pero sus pulmones pronto le recordaron la necesidad de oxígeno, por lo que tuvo que separarse a regañadientes. El sabor de los labios de Taehyung todavía perduraba en los suyos, y el latido apresurado de sus corazones era una música que parecía no querer detenerse.
La Muerte se alarmó al percibir que Jungkook estaba teniendo dificultades para recuperar su ritmo respiratorio habitual. En ese instante, se dio cuenta de que debió haber sido más precavido, ya que la salud física de Jungkook era sumamente delicada. Se había dejado llevar por una avalancha de emociones que finalmente habían brotado de su pecho, lo que le había impedido pensar con claridad en ese momento.
Se apartó ligeramente de él, dándole espacio para recuperarse, pero Jungkook malinterpretó la acción. —N-no te vayas... —pidió alarmado, aferrándose a su brazo.
Taehyung entendió lo que estaba pasando y movió su mano para entrelazar sus dedos con los del menor, un gesto que pareció relajarlo un poco.
—No me iré a ninguna parte —afirmó con seguridad, lo cual tranquilizó a Jungkook.
Una vez que su respiración volvió a la normalidad, miró fijamente a La Muerte. Esta lo contemplaba con una mirada llena de devoción, lo que lo estremeció profundamente.
—¿Por qué hiciste eso? —finalmente se atrevió a preguntar.
—Creo que lo sabes —respondió el ser, esbozando una amplia sonrisa al sentir todos los sentimientos ajenos golpeando su pecho.
Jungkook estuvo a punto de formular una respuesta, pero en ese preciso momento, la puerta de su habitación se abrió ligeramente. Ambos dirigieron sus miradas hacia la entrada y el joven abrió los ojos de par en par, y su cuerpo se tensó.
—Hyung...
Vante percibió el nerviosismo en Jungkook y se apresuró a decirle: —Tranquilo, no puede verme. Ocultaré mi presencia física también, si se acerca demasiado, simplemente me atravesará.
—Hola, bebé —el mayor saludó a su hermano menor con cariño.
—No sabía que ibas a venir —respondió Jungkook, frunciendo el ceño. —¿No estarás faltando a clases, verdad? Además, ¿qué estás haciendo aún en la puerta? ¿Por qué no entras?
El castaño esbozó una sonrisa nerviosa. —Respondiendo en orden, hoy no tuve clases. No te dije nada porque quería sorprenderte, y el motivo por el que sigo aquí afuera y no he entrado es parte de la sorpresa.
—¿Ah?
—Has estado insistiendo en algo últimamente, y hoy finalmente las cosas se dieron para que pueda presentarte a alguien.
La puerta se abrió completamente y Seokjin entró en la habitación, seguido de cerca por otro joven. Jungkook abrió los ojos con sorpresa, pero su asombro fue eclipsado por la expresión de La Muerte a su lado, quien simplemente no podía creer lo que veía.
—Kookie, quiero presentarte a la persona que ha estado trayéndome para verte y a quien tenías ganas de conocer. Este es mi amigo, Kim Namjoon.
El mencionado mostró una sonrisa cálida, haciendo que hoyuelos adornaran su rostro. —Es un placer conocerte finalmente, Jungkook. He escuchado mucho sobre ti.
Jungkook sonrió ampliamente y realizó una ligera reverencia, que mantuvo mientras hablaba. —El placer es mío. Aprecio mucho todas las veces que has traído a mi hyung hasta aquí en su tiempo libre, muchas gracias.
—No hay problema, lo hago con gusto —dijo mientras su mirada se desviaba momentáneamente hacia el azabache que estaba junto al chico, volviendo a encontrarse con los ojos de Jungkook cuando este se enderezó.
Oh, mierda.
AAAAAAAAAA ¿se vieron venir eso, lo de Namjoon? aunque me parece que algunos si lo dudaban xd pero ¿y ese beso? uffff seguro que eso no lo vieron venir c': su vínculo es cada vez más fuerte. Sin embargo, ahora sabemos que Kook no es el único que se está desgastando :C
Este es de mis capítulos favoritos ¿qué les pareció a ustedes? quiero sabeeeeeeeeer c:
No tengo más que decir, toca despertar tempranito(en mi caso) para el concierto de Jungkook♥ sdfghjklñ que emoción espero que lo disfruten n.n en fin, volveré mañana.
Hasta entonces, manténganse sanos~♥
𝐊𝐢𝐦𝐍𝐢𝐤𝐚𝐫𝐢.
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