✦IV: Una suplica, un pretexto
El ambiente que se había forjado entre ellos era innegablemente extraño, y el ente se encontraba en una confusión inexplicable. No podía encontrar una explicación para lo que estaba sucediendo. Lo que ocurría estaba fuera de lugar en muchos aspectos; Jungkook no debería ser capaz de verlo, ni mucho menos tocarle. Vante se sentía abrumado por la desconcertante incertidumbre sobre cómo actuar en esta situación. Sabía que debía retirarse, pero, en lugar de eso, se encontraba contemplando cómo el chico disfrutaba del contacto en su mejilla.
—Está fría... —murmuró Jungkook sin abrir los ojos.
El ente consideró retirar su mano al escucharlo, pero su persona le detuvo, negando ligeramente con la cabeza.
—Se siente bien, espera —pidió, permitiéndose disfrutar un poco más del delicado contacto. La Muerte realmente no comprendía por qué estaba cediendo ante las palabras del menor.
Se detuvo para prestar una atención más profunda a los sentimientos del otro. Su pecho se llenó de una extraña serenidad, pero seguía sin comprender por qué Jungkook no sentía miedo. Si realmente podía verlo, debería tener al menos una idea de quién era él, ¿verdad?
La situación comenzaba a resultar incómoda, así que decidió alejar su mano del rostro del joven. En el momento en que lo hizo, Jungkook lo miró con unos ojos redondos y curiosos que resultaban difíciles de ignorar.
—¿Tú eres la Parca? —preguntó el contrario con un marcado interés.
La Muerte rodó los ojos, aunque el gesto pasó desapercibido para el contrario debido a la túnica que la cubría. Los humanos tenían innumerables formas de referirse a ella, y Vante sabía que existían muchos mitos sobre su apariencia. Tal vez ahora entendía de dónde habían sacado algunas de esas ideas, ya que al parecer había una forma en la que podían ser percibidos. Quizás este error se había cometido antes, o tal vez los humanos simplemente tenían una imaginación desbordante y habían acertado en su representación visual, a pesar de la ridícula idea que tenían de que debajo de la túnica se encontraba un esqueleto.
Ante la falta de respuesta, Jungkook intentó hacer otra pregunta. —¿Has venido por mí? —cuestionó, y aunque el ser dudó un momento, finalmente asintió, a pesar de que en ese momento no tenía la intención de llevarse su alma.
Sintió una punzada en el pecho, una mezcla de temor y angustia.
Debió haber experimentado una leve culpa por sonreír al percibir ese sentimiento, pero simplemente no pudo evitarlo. Le pareció que esa emoción se debía al temor del chico hacia la idea de morir, y eso fue lo que lo impulsó a sonreír, al descubrir que, en última instancia, Jungkook sí tenía miedo de marcharse.
Eso fue lo que creyó, sin embargo...
—¿Podrías esperar un poco más? Todavía hay algo que necesito hacer.
Desconcertado era un término demasiado suave para describir lo que realmente estaba sintiendo. Se encontraba en un estado de profunda confusión y angustia. La situación se le escapaba de las manos por completo, y en el fondo sabía que la culpa recaía sobre él. No tenía ninguna razón para abandonar su maldita torre; había cedido ante su insaciable curiosidad, y ahora estaba pagando las consecuencias. A estas alturas, ya debería haber llevado el alma de Jungkook consigo. De hecho, en este instante debería hacerlo para poner fin a esta absurda dilación.
Su persona le había pedido tiempo, y si no le hubiera tomado por sorpresa, probablemente se habría soltado a reír. Sin embargo, en este momento, la única persona de la que se quería reír era de sí mismo, por siquiera considerar tal petición.
Ah, definitivamente había perdido la cordura.
Vante inclinó la cabeza, confundido y sin palabras, mientras Jungkook pareció darse cuenta de su desconcierto y se apresuró a explicarse.
—Verás, desde que me diagnosticaron cáncer, supe que mi vida no sería muy larga. En realidad, no me importa marcharme, pero me gustaría saber que las personas que amo estarán bien. Tengo un hermano mayor, y sé que hay alguien que le gusta, pero por alguna razón no se ha atrevido a confesarse. Realmente me gustaría poder animarlo a hacerlo. Si hay alguien a su lado, al menos me sentiría más tranquilo al momento de irme.
La Muerte realmente tenía su rostro hecho un dilema, y agradecía enormemente que su túnica le impidiera a su persona ver su expresión.
En ese instante, comprendió dos cosas. En primer lugar, Jungkook estaba pidiendo más tiempo, pero no para sí mismo, sino para asegurarse de que su hermano encontrara a alguien antes de su partida. Eso explicaba que el miedo que había sentido antes en el pecho no era por temor a morir, sino por dejar solo a su hermano mayor.
En segundo lugar, se dio cuenta de que Jungkook era un chico verdaderamente peculiar. No podía evitar preguntarse cómo, teniendo a la imponente muerte frente a él, el joven no mostraba ni un ápice de miedo.
Vante se encontraba en una encrucijada entre sentirse aliviado u ofendido.
El ánimo de Jungkook le irritaba profundamente. ¿Acaso el chico no era consciente de que estaba por morir? ¿Cómo era posible que se mantuviera tan animado en estas circunstancias?
El ente optó por permanecer en silencio, no estaba seguro de si hablar con un humano era una violación de las reglas, pero si ya había roto algunas, al menos esta sería la excepción. Jungkook lo miraba fijamente, y al no recibir respuesta, su ánimo decayó, y exhaló un profundo suspiro forzando una sonrisa.
—Debes pensar que estoy loco —musitó con desanimo. No era la primera vez que Vante veía esa sonrisa en los labios de Jungkook, pero era la primera vez que iba dirigida hacia él, y eso no le agradó en absoluto—. Ni siquiera sé si puedes entenderme, yo solo... quería asegurarme de que mi familia estuviera bien. Sé que cuando muera, ellos sufrirán mucho. Al menos quería... que no estuvieran solos.
El azabache estaba realmente irritado. Aunque le molestaba ver el ánimo tranquilo de Jungkook al acercarse a la muerte, no comprendía por qué le afectaba aún más verlo desanimado. No era solo la capacidad de sentir las emociones ajenas, ya que, aunque en su pecho percibía la tristeza del joven, también distinguía que la molestia que sentía al verlo abatido era completamente suya.
—Si tienes que llevarme, está bien, lo entiendo —concluyó Jungkook con resignación.
Posiblemente, en algún momento, Vante se arrepentiría de lo que estaba a punto de hacer; quizás ese remordimiento lo alcanzaría en cuanto abandonara esa habitación.
Se aproximó lentamente hasta quedar al lado del chico, quien lo miraba con una expectación que denotaba que creía que su hora había llegado. Jungkook cerró los ojos, y Vante extendió su mano, formando una pequeña bruma de energía que colocó en el pecho del joven. La extraña sensación hizo que Jungkook abriera los ojos y observara al ente, recordando vagamente la sensación de aquella noche. Para su sorpresa, el dolor que lo aquejaba cesó y, de manera extraña, se sintió mejor.
Levantó la mirada hacia Vante con una sonrisa, pero esta se desvaneció rápidamente cuando vio al ser desaparecer ante sus ojos conforme el malestar se disipaba.
Jungkook parpadeó, confundido y sin comprender lo que acababa de ocurrir. Sin embargo, quiso creer que tal vez aquel ente había tenido un atisbo de compasión y le había otorgado el tiempo que necesitaba. Ya que sintió como si una parte de su vida que se le escapaba día a día le hubiera sido devuelta.
—No sé si sigues aquí... —habló hacia la nada, con una leve sonrisa en los labios—. Pero gracias.
Vante, quien permaneció frente a Jungkook, escuchó atentamente, sintiendo los latidos del corazón del joven en sincronía con los suyos. Era algo verdaderamente extraño, tan sorprendente que inconscientemente llevó su mano hasta su propio pecho, como si quisiera confirmar que esos latidos también provenían de él.
Luego, dio un paso atrás y observó a Jungkook. Ahora que había extendido un poco más el tiempo de vida del joven, había perdido la capacidad de verlo.
—Necesito un plan... —murmuró el menor para sí mismo, con una expresión seria, como si estuviera preparándose para una operación peligrosa. Esto provocó que Vante esbozara una amplia sonrisa, una que no había mostrado en mucho tiempo.
En lugar de retirarse, decidió quedarse allí. Observó cada expresión y escuchó cada comentario que Jungkook hacía hacia la nada. Notó la determinación en cada gesto del joven, y simplemente no pudo evitar encontrarlo increíblemente tierno.
Quizás, ceder ante su curiosidad no era tan malo después de todo.
Los días habían ido pasando y Vante comenzaba a sentir cierta preocupación. ¿En qué momento debía llegar el arrepentimiento por lo que estaba haciendo? Debería estar reconsiderando sus acciones y entrando en razón para llevarse el alma de Jeon, pero en cambio, parecía haber desarrollado un gusto por observarlo. Aunque se repetía a sí mismo que eso formaba parte de su trabajo, también lo era llevarse su alma, y hasta ahora no lo había hecho.
Además, algo le consternaba profundamente: ¿Por qué nadie le había dicho nada? El Rey no lo había llamado, y las arpías no habían intervenido. Ni siquiera Momo, de quien más esperaba alguna intervención.
Finalmente, abrió un portal para regresar a donde estaba su persona. Jungkook parecía cada vez más frustrado, sus ingeniosos planes no estaban dando los resultados que esperaba. Vante salió del portal y se quedó frente al chico, quien miraba fijamente al techo, quizás maquinando más planes que seguramente fracasarían.
El ente soltó una risa y negó con la cabeza. —Deberías simplemente rendirte —murmuró divertido.
Jungkook se enderezó de golpe y lo miró con sorpresa. —¡Puedes hablar! —exclamó emocionado, haciendo que el ente se tensara por completo. ¿Estaba volviendo a ser visible para él?
Si su Prana no había tenido ningún efecto significativo en Jungkook durante tanto tiempo, eso solo podía significar que el joven estaba verdaderamente preparado para morir. No debía seguir prolongando su tiempo de vida.
Vante dejó escapar un suspiro profundo y negó con la cabeza.
—¡No mientas! Yo te escuché, ¿por qué no me dijiste nada la última vez? —se quejó Jungkook, formando un puchero en su rostro—. Me pusiste muy nervioso, no tienes idea.
Lo que el joven no sabía era que Vante sí tenía idea, ya que estaban conectados.
La Muerte se encontraba en una encrucijada, sin saber cuál era la mejor decisión. ¿Debería irse y volver cuando Jungkook estuviera durmiendo? ¿O debería llevarse su alma en ese mismo momento y poner fin a la dilación? Sería lo más esencial, pero al igual que en ocasiones anteriores, no se sentía listo para hacerlo.
—¿No dirás nada ahora? Vamos, tu voz es extrañamente fascinante. Quiero escucharte mejor —solicitó Jungkook, uniendo sus manos frente a su pecho y batiendo sus pestañas de manera tierna.
—No —pronunció Vante con seriedad, esforzándose por no decir más.
Los ojos de Jungkook se abrieron de par en par, brillando con una curiosidad intensa. La Muerte lo observó, incapaz de comprender por qué no podía apartar la mirada de ese joven. ¿Qué tenía de especial? Esa pregunta seguía sin respuesta.
—¿Has venido por mí ahora? —preguntó Jungkook, mostrando su inquietud, una inquietud que Vante sintió con claridad—. Entiendo si tenías muchas expectativas en mí y esperabas que cumpliera con mi deseo rápidamente, pero lamentablemente no he logrado nada —declaró con desánimo.
Jungkook posiblemente creía que la ausencia de Vante en los últimos días se debía a que le estaba dando el tiempo que había solicitado. Ni siquiera sospechaba que, en realidad, había estado presente cada día desde esa ocasión.
—He intentado muchas cosas, pero mi hermano es demasiado terco. Además, no puedo simplemente decirle algo como "me estoy muriendo, preséntame a tu amigo", porque eso lo pondría muy triste y no es lo que quiero.
Por instinto, el ente llevó la mano a su pecho al sentir la tristeza de Jungkook. El joven observó curiosamente esta acción, pensando que tal vez La Muerte estaba tratando de comunicarse de alguna manera.
—Si tienes algo que decirme, simplemente habla.
El azabache se aproximó lentamente, quedando justo al lado de Jungkook. Vante intentaba detectar alguna variación en las emociones del joven que indicara algún rastro de miedo, pero, por más que lo intentaba, sus esfuerzos parecían inútiles. Con su mano hábilmente oculta bajo la túnica, llevó uno de sus dedos hacia la mejilla de Jungkook y ejerció una leve presión.
Sin embargo, esta acción no provocó ninguna reacción visible.
Vante estuvo a punto de retirar su mano, pero Jungkook fue más rápido y la sostuvo antes de que pudiera alejarla. El contraste entre la piel fría del ente y la cálida del joven era sorprendentemente notorio. Jungkook mantuvo la mano de Vante, como si estuviera a la espera de alguna reacción por parte del ente. Al no percibir ninguna, comenzó a subir la manga de la túnica lentamente, dejando así al descubierto su mano.
—¿Eres humano? —cuestionó Jungkook, observando con asombro como si fuera la primera vez que veía una mano en su vida—. Siempre creí que la muerte era un esqueleto —dijo, provocando un leve rodar de ojos por parte de Vante. Iba a hacer amago de retirar su mano, pero Jungkook se lo impidió con un grito. —¡Espera! —Jungkook lo observó y, lentamente, llevó la mano del ser hasta su propio rostro, apoyando su peso en ella. No comprendía por qué le resultaba tan agradable hacerlo. —Está fría —afirmó, pero no como una queja, sino como una expresión de verdadero disfrute por el contacto ajeno.
—Qué extraño eres —murmuró Vante, completamente superado por las acciones de Jungkook.
—¡Ajá! ¡Hablaste! —exclamó el menor emocionado, y La Muerte solo negó con la cabeza mientras retiraba su mano, lo que no pareció gustarle a Jungkook.
—No debería hacerlo.
—¿Por qué no? — preguntó Jungkook con curiosidad, inclinando la cabeza. La Muerte se encogió de hombros. Él ni siquiera sabía por qué, simplemente lo dedujo, ya que nunca se les había explicado qué hacer en caso de no poder llevarse el alma de alguien y terminar prolongando su vida.
—Ni siquiera deberías ser capaz de verme —dijo frustrado, recordando que la razón de esto era que no había cumplido con su deber—. Ya debería haberte llevado... —murmuró inconscientemente, y solo se dio cuenta de su propia declaración cuando percibió el cambio en las emociones de su persona.
—Lamento causarte problemas —dijo Jungkook desanimado, y Vante no entendía por qué se estaba disculpando—. Por mi tonta petición, todavía estamos aquí.
Ah.
Jungkook no tenía idea de que su petición ni siquiera era la verdadera razón de todo. Claro está que Vante no iba a explicarle que, en realidad, era él quien no había podido llevarse su alma. Por lo tanto, si Jungkook quería creer que era su culpa, utilizaría eso como una forma de encubrir la verdad.
Luego de un incómodo silencio entre ambos, dado que la muerte no había mencionado nada, Jungkook dejó escapar un profundo suspiro.
—Supongo que ya no hay nada más que hacer —declaró desanimado—, gracias por dejarme intentarlo —añadió con una sonrisa que más parecía una mueca—. Si tienes que llevarme, está bien, no me negaré.
Vante debería tomar esta oportunidad para finalmente poner fin a este tormento; sería lo más sensato. No tenía por qué seguir dudando, ¿verdad?
Era lo mejor.
—Jeon Jungkook... —comenzó a recitar, mientras el joven lo observaba y asentía ligeramente. El menor echó un último vistazo al portarretratos en la mesita junto a su lado, donde aparecía con su familia y amigos celebrando su cumpleaños número diecinueve. Jungkook sonrió con ternura, y todo el cuerpo de Vante se llenó de esa cálida sensación que sabía pertenecía a su persona.
Suspiró frustrado.
Anhelaba comprender lo que le estaba sucediendo, buscando una explicación para entender por qué un humano tenía el poder de hacerlo comportar de la manera más absurda e irracional. Sentía que sería el objeto de burla de todas las demás muertes si supieran que él, se encontraba en tal estado de desconcierto, incapaz de llevarse una sola alma.
Jungkook observaba con una atención meticulosa al ser frente a él. La incertidumbre lo agobiaba al no poder adivinar la expresión que ocultaba bajo esa túnica que parecía diseñada para mantenerlo en las sombras, como si una penumbra persistiera a su alrededor.
Después de un largo silencio en el que la muerte no había pronunciado una sola palabra, Jungkook finalmente rompió la tensión con impaciencia. —¿Y bien? —preguntó, su voz reflejando un atisbo de inquietud.
La respuesta que recibió fue un chasquido de lengua. —Mierda... —murmuró, visiblemente irritado, antes de acercarse al contrario y extender su mano para generar una bruma de energía que depositó en su pecho—. Te daré más tiempo —afirmó con determinación antes de desvanecerse ante los sorprendidos ojos del otro.
Contempló la amplia sonrisa que iluminó el rostro ajeno y simplemente sacudió la cabeza cuando esa expresión provocó que él mismo esbozara una sonrisa tenue.
—¡Gracias! ¡Esta vez lo aprovecharé al máximo! —exclamó el menor con entusiasmo.
Era la primera vez que Vante tenía la oportunidad de observar de cerca las pequeñas arrugas que se formaban en los ojos del otro al sonreír tan ampliamente, y eso realmente lo cautivó profundamente. Dejó de ocultar su presencia deliberadamente para que Jungkook pudiera verlo nuevamente, lo que provocó que el joven diera un pequeño respingo de sorpresa. El azabache no pudo evitar soltar una risita ante la expresión sorprendida de Jungkook.
—¡No te burles de mí! —se quejó Jungkook, frunciendo el ceño, pero su expresión se derritió enseguida al escuchar la melodiosa risa de aquel ser.
Al parecer, Vante no era el único que se sentía cautivado.
—Me gusta tu risa —comentó el menor, sinceramente—. Es profunda y muy agradable. No tenía idea de que La Muerte pudiera reírse —declaró un tanto perplejo, lo que hizo que Vante recordara su identidad y detuviera su risa.
Se aclaró la garganta en un intento de recobrar la solemnidad que se esperaba de él. —Será la última vez, aprovecha tu tiempo —dijo, y el menor asintió. Luego, se ocultó nuevamente, desapareciendo de la vista del contrario.
—Gracias —musitó el joven con una pequeña sonrisa en su rostro, mientras llevaba su mano hasta su mejilla y cerraba sus ojos como si quisiera retener la sensación del contacto con la mano de La Muerte. Vante lo observó atentamente, tratando de descifrar qué era lo que sentía en su pecho.
Ah, si tan solo supiera que esta no sería la última vez. O tal vez ya lo sabía, pero prefería negarlo, porque había una verdad innegable...
No podía llevarse su alma, y muy pronto descubriría por qué.
Ya se hablaron AAAAA que emoción♥ este capítulo me emociona muchísimo, espero que a ustedes también les haya gustado c:
Estaba leyendo la nota que había dejado la primera vez aquí, estaba en depresión porque quería una videollamada con Jimin JAJAJA y decidí vivir en depresión el resto de mi vida XD ya saben de donde sacan lo dramáticos mis personajes jajaja.
Bueno, nos vemos más tarde para la siguiente actualización. Hasta entonces, manténganse sanos♥
𝐊𝐢𝐦𝐍𝐢𝐤𝐚𝐫𝐢.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro