✧I: La Incertidumbre que marcó el comienzo de todo
Jungkook dio la bienvenida a sus mejores amigos con una sonrisa radiante cuando cruzaron el umbral de la habitación. La alegría de tenerlos a su lado era palpable en su expresión, ya que realmente adoraba su compañía.
—¡Hola, chicos! —les saludó efusivamente, con los ojos brillando de emoción.
—Jungkookie, hoy te ves aún más guapo que ayer —comentó uno de ellos, haciendo que las mejillas de Jungkook se tiñeran de rojo.
—Oh, vamos, Hobi. Sé que parezco sacado de una película de zombies.
El moreno abrió los ojos, dramatizando su sorpresa, y colocó una mano en su pecho en señal de ofensa.
—¡Ni siquiera lo pienses! Eres realmente precioso, ¿verdad, Yoonie? —cuestionó con entusiasmo al chico junto a él.
—A mí no me involucres. ¡Auch! ¿Por qué hiciste eso? —protestó al recibir un inesperado golpe por parte de Hoseok, cuyas cejas se fruncieron ligeramente hacia él.
—Deberías apoyarme, ¿qué pasó con "en las buenas y en las malas, en la salud y en la enfermedad"? —hizo un puchero con los labios.
—Hobi, ni siquiera estamos casados.
—¿Qué nosotros no qué...?
—¡Está bien! —exclamó frustrado. —Jungkook, eres la persona más hermosa que mis ojos han tenido el privilegio de contemplar. ¿Feliz? —inquirió a su novio, cuya boca se abrió en una expresión de asombro.
—Eso ya es excederse, pensé que yo era la persona más bella a tus ojos —dijo, cruzándose de brazos—. Ahora entiendo que tu corazón nunca fue mío.
Yoongi se acercó con delicadeza a su novio, decidido a levantar su ánimo. Mientras tanto, Jungkook los observaba con una sonrisa iluminando su rostro y sus ojos destellando con cariño. La relación de sus mejores amigos siempre le había fascinado. A menudo, se preguntaban cómo dos personas tan diferentes podían estar tan unidas, pero él era el único que verdaderamente comprendía la razón.
Y es que, a pesar de su naturaleza seria, Yoongi siempre estaba dispuesto a ceder ante las peticiones de Hobi con el único propósito de verlo feliz.
—Tranquilos, chicos. Dejen de pelear y mejor cuéntenme cómo les fue en la universidad hoy —Jungkook decidió intervenir.
Hobi dejó de mencionarle a Yoongi su intención de contratar un abogado para el divorcio y se volvió hacia su amigo. Le dedicó una sonrisa tan cálida como solo él sabe hacerlo, olvidando por completo que apenas unos momentos antes discutían sobre la custodia de su perro.
Se acercó a la cama del chico y se sentó a su lado. Tomó suavemente la mano que no estaba conectada a la aguja y la acarició con ternura.
—No hubo gran cosa en la universidad hoy, las clases fueron bastante aburridas y nos dejaron mucha tarea —dijo encogiéndose de hombros—. Estoy seguro de que los días mejorarán cuando vuelvas a la escuela.
Jungkook asintió con una sonrisa. —Sí, seguro que sí.
Era consciente de que ya no había un mañana para él; sus amigos seguían hablando del futuro que le esperaba una vez saliera del hospital, pero Jungkook sabía que no tendría el privilegio de presenciarlo. A pesar de ello, no quería desalentar a sus amigos ni hacerles sentir tristes por su causa, así que simplemente asentía.
Charlaron sobre cosas triviales y de vez en cuando escuchó a sus amigos discutir por cosas sin sentido. Si había algo por lo que se sentía agradecido era haber conocido a estas personas tan maravillosas. Porque aunque Yoongi y Hoseok eran sus mejores amigos, para él, sentía que eran más que eso, casi como una familia. Aunque se guardaba esta reflexión para sí, ya que si su hermano mayor llegara a escucharla, seguramente montaría un escándalo.
El tiempo pareció volar, como siempre sucedía cuando compartía tiempo con sus amigos. La hora de visita estaba a punto de terminar y no tuvieron otra opción más que despedirse.
—Volveremos mañana —dijo Yoongi al levantarse de su asiento y tomar su mochila.
—No es necesario. Sé que tienen cosas que hac-...
—Volveremos mañana —replicó seriamente, sin siquiera encarar al menor antes de continuar su camino hacia la salida.
Jungkook se encogió un poco en su lugar y dejó caer la mirada hacia sus propias manos, suspirando con resignación.
—Ya sabes cómo es —comentó Hobi con empatía, y el menor asintió con comprensión.
—Es solo que no quiero ser una molestia para ustedes —confesó, un tanto desanimado.
—¡Para nada! Disfrutamos de tu compañía, y estoy seguro de que pronto podremos hacer cosas juntos fuera de estas cuatro paredes, ¿de acuerdo? —respondió Hobi con cariño y optimismo.
El contrario asintió, una expresión de gratitud iluminando su rostro. Realmente se sentía afortunado de tener a su amigo en su vida, a pesar de saber que esta no duraría mucho más. No podría haber pedido vivir de otra manera.
—Bien —respondió, devolviendo la sonrisa. El mayor se acercó y depositó un tierno beso en su frente, un gesto que Jungkook apreciaba profundamente.
Sin embargo, su sonrisa se desvaneció cuando sintió un escalofrío recorrer su cuerpo. Instintivamente, se estremeció y se frotó los brazos en un intento de darse calor.
—¿Todo está bien? —preguntó el moreno con preocupación. Jungkook notó la expresión de inquietud en su rostro y negó con una sonrisa, no quería verlo preocupado.
—Solo me dio un poco frío, ¿podrías subir un poco la calefacción?
—Claro — el mayor atendió su solicitud y luego volvió a mirarlo a los ojos. —¿Estás seguro de que estás bien?
—Absolutamente. Vete tranquilo. Nos vemos mañana, ¿de acuerdo?
Hoseok asintió con una mezcla de duda y preocupación, pero al final decidió confiar en las palabras de su mejor amigo y se retiró, dejando a Jungkook solo en la habitación.
A solas, una cálida sonrisa iluminó el rostro de Jungkook. Valoraba profundamente esos momentos compartidos con sus amigos; eran esas experiencias las que le daban fuerza y consuelo en medio de la situación tan difícil que enfrentaba.
Aunque su cuerpo volvió a temblar sin razón aparente, no le dio demasiada importancia. Mientras su corazón permaneciera cálido, eso era suficiente para él.
Desde la esquina de la habitación, Vante observaba en silencio. Había decidido ocultar su presencia para evitar que su persona lo notara. Para su sorpresa, al llegar allí, confirmó que la sonrisa en el rostro del joven era genuina. Al estar cerca, pudo captar las emociones que emanaban de él.
Y sin duda alguna, su pecho se llenó de un cálido sentir.
Resultaba desconcertante para Vante comprender cómo podía experimentar tal calidez, especialmente considerando que el tiempo para aquel chico era limitado. Estaba consciente de que el joven era plenamente conocedor de ello, pues podía percibir el cambio en sus emociones cada vez que los otros chicos hablaban sobre el futuro.
Contemplar a su persona desde tan cerca era una experiencia singular. A pesar de los estragos de la enfermedad, la genuina sonrisa y el brillo en sus ojos lo convertían en algo hermoso de ver.
Vante deslizó su mano en el aire y al instante se desplegaron fragmentos de la vida de Jeon Jungkook. La creencia popular sostenía que en los momentos cercanos a la muerte, la vida entera desfilaba frente a tus ojos. Sin embargo, eran precisamente Las Muertes las que permitían acceder a esos recuerdos.
La Muerte observaba los fragmentos con atención y se detuvo cuando ante ella surgió la imagen del joven antes de su ingreso al hospital. Su cabello, largo y de un tono castaño, enmarcaba su rostro. La piel, aunque pálida, aún conservaba un sutil tono saludable que contrastaba con su estado actual. Los labios, teñidos de un rosado vivaz, revelaban vitalidad, y su complexión mostraba una notable diferencia, portando un poco más de peso que en el presente.
—Hermoso —murmuró aquel ser de negro, sin siquiera percatarse de sus propias palabras.
Pasó nuevamente la mano en el aire para dispersar los recuerdos y observó a los tres chicos frente suyo mientras conversaban. Vante estaba siendo abrumado por una insaciable curiosidad. Quería entender más acerca de por qué Jeon Jungkook parecía no verse afectado por el hecho de que estaba muriendo.
Cuando notó que los chicos estaban a punto de partir, la tentación se volvió insoportable y finalmente accedió a la esfera física de su persona. Al estar conectado con él, podía sentir y percibir lo que el joven experimentaba en ese momento. La sorpresa fue tan intensa que por un momento, dejó que su aura se manifestara, lo que provocó un estremecimiento en su persona al sentir la proximidad de La Muerte.
Vante se hallaba en una encrucijada desconcertante. El joven, tras despedirse de su amigo, portaba una sonrisa radiante que podría engañar a cualquiera sobre su estado real. Pero ahora, que La Muerte podía sentir lo mismo que el muchacho, sé quedó profundamente sorprendida al comprender el inmenso dolor que estaba soportando en silencio.
Físicamente, el chico se encontraba en un estado lamentable. Lo que más desconcertaba a Vante era que, a pesar de padecer de esa manera, sus emociones eran de una sinceridad abrumadora.
Las interrogantes que lo asediaban se volvieron insoportables. Así que, sin más preámbulos, abrió un portal y regresó a su torre, resuelto a no volver a salir de allí.
Si, claro.
La noche se cernió sobre la habitación y Jungkook se revolvió en su cama, presa de una inquietud palpable. El dolor martirizaba su cuerpo, y aunque le habían aplicado un analgésico, este parecía no surtir efecto alguno. El gélido aire volvía a envolverlo, a pesar de la calefacción elevada. Atribuyó este frío interno a la avanzada enfermedad que corroía su ser, y supuso que su cuerpo, ya demasiado enfermo, no era capaz de percibir el calor.
Si esa noche le llegaba su partida, estaba dispuesto a aceptarla.
Quizás era el agotamiento acumulado o tal vez el persistente dolor, pero le pareció percibir que la oscuridad frente a él cobraba vida propia. Hizo un esfuerzo por estirarse y alcanzar la lámpara en la mesita junto a su cama, pero el dolor, feroz e implacable, lo dejó sin fuerzas.
Un repentino escalofrío le recorrió el pecho, y por un momento creyó que su hora había llegado. Sin embargo, en lugar de eso, el dolor empezó a ceder hasta desvanecerse por completo. No sabía con certeza qué había sucedido. No estaba seguro si había sido real o simplemente un sueño fugaz. Una vez que el dolor desapareció, quedó profundamente sumido en el sueño.
A pesar del repentino escalofrío, Jungkook podía jurar que aquellos largos dedos que apenas alcanzó a ver, lo tocaron con una delicadeza inusual, transmitiéndole una extraña sensación de calidez en medio de la fría oscuridad.
Una vez de regreso en su torre, Vante encontró a Sana esperándolo con una mirada seria. Ya podía anticipar lo que le diría. Al quitarse la túnica y dirigirse a una esquina para dejar su guadaña, escuchó a Sana abordarlo con gravedad.
—Vante —lo llamó con seriedad—. Sabes que no debes involucrarte. ¿Qué te sucedió? Tú no eres así.
"Ni yo mismo lo sé", quiso responder, pero decidió mantener silencio. No se sentía preparado para abordar el tema. Incluso él no entendía qué lo había impulsado a intervenir y aliviar el dolor que su persona estaba experimentando. No era la primera vez que se encontraba con un alma afligida, pero sí era la primera vez que se vio compelido a actuar de esa manera.
¿Por qué? Ni siquiera él podía responder a esa pregunta. Era un enigma incluso para él mismo.
—¿Por qué eres tú quien me amonesta? —preguntó en cambio, haciendo que la contraria negara con la cabeza y se llevara los dedos al tabique. Después de un profundo suspiro, volvió a encarar al chico.
—El Rey tuvo asuntos que atender y me dejó a cargo.
Vante asintió y se dirigió a la ventana, donde se sentó para contemplar el horizonte.
—No volverá a pasar.
—Eso espero —Sana pronunció, justo antes de pasar por su lado y salir volando de la torre.
La Muerte dejó escapar un suspiro, apartando delicadamente un mechón de cabello de su rostro. Con un movimiento de mano, materializó la imagen de Jungkook frente suyo, quien descansaba en un sueño apacible. A pesar de que él mismo no conocía el cansancio como los mortales, observar al chico durmiendo con tanta tranquilidad le brindó una extraña sensación de serenidad.
—Hermoso.
Aquella mañana, Jungkook se despertó sintiéndose un poco mejor. No era de los que se llenaban de esperanzas con cada mejora en su salud, pero apreciaba enormemente cada día en el que se sentía así. Ya que valoraba cada momento que podía pasar junto a las personas que amaba.
La puerta de su habitación se abrió y se encontró con un joven alto de cabellos castaños. Quién le dedicó una amplia sonrisa.
—Kookie... —musitó el otro con dulzura mientras se acercaba. —¿Cómo te encuentras, bebé? —preguntó, tomando asiento en la cama donde estaba el menor y dejando un tierno beso en su frente.
—¡Hyung! No soy un bebé —protestó Jungkook, frunciendo el ceño y formando un adorable puchero con los labios, lo que provocó una risa en el otro por lo enternecedor que se veía su hermano menor.
—Para mí, siempre serás mi bebé —aseguró con dulzura.
El menor rodó los ojos y negó ligeramente, pero no pudo evitar sonreír. Sabía que no tenía oportunidad de ganarle una discusión a su hermano mayor.
—¿Qué haces aquí? Deberías estar en la escuela —le reprochó, entrecerrando sus ojitos. —No estarás faltando a clases, ¿cierto?
El castaño negó con suavidad. —Claro que no, bebé. Cancelaron mi primera clase y quise venir a verte antes.
—Pero... ¿podrás regresar a tiempo? —Se encogió de hombros, preocupado por no querer que su hermano perdiera una clase por su culpa. Especialmente porque estaba en su último año y estaba más ocupado. Sentía que ya le quitaba demasiado tiempo al venir a verlo todos los días.
—No te preocupes, un amigo me trajo, así que podré regresar a tiempo —explicó con una sonrisa cálida, tratando de disipar cualquier inquietud que su hermano pudiera tener.
Comenzaron a charlar sobre diversos temas, aprovechando el tiempo que el mayor tenía disponible. Sin embargo, el reloj siguió su curso y el momento de la despedida llegó inevitablemente para ambos.
—¿Estarás bien?
—Sí, no te preocupes —aseguró con una hermosa sonrisa. —Anda, Jinie, no hagas esperar más a tu amigo —dijo alzando las cejas varias veces, provocando que las mejillas del contrario se tiñeran de rojo.
—N-no es eso...
—Sí, sí, y yo no me estoy muriendo —intentó bromear, pero su hermano no lo tomó de buena forma y su expresión cambió a una más seria. Jungkook pudo percibir la tristeza en su mirada y rápidamente se sintió arrepentido por su comentario. —Jin, yo... no quise...
Seokjin se acercó a su hermano con delicadeza y lo abrazó con afecto. —No digas eso —pidió con voz suave. —Te pondrás bien, por favor... N-no pierdas las esperanzas.
Jungkook devolvió el abrazo con ternura, sus manos acariciando la espalda de su hermano en un gesto de consuelo. Una sombra de culpabilidad le rozó, al pensar que había entristecido a Seokjin, por lo que optó por el silencio, limitándose a asentir con suavidad. Cuando el mayor se separó de él, depositó un suave beso en su frente.
—Te amo —susurró con una voz cargada de afecto.
Los ojos de Jungkook brillaron con ternura y una sonrisa se alzó en su rostro. —Yo también te amo, hyung.
El mayor se retiró de la habitación después de asegurarle a su hermano que regresaría más tarde. En el fondo, Jungkook deseaba expresarle que no era necesario que se quedara, que comprendía perfectamente que tenía otras responsabilidades y asuntos que atender. Sin embargo, también sabía que Seokjin jamás pondría nada por encima de él.
Jungkook encontraba verdaderamente intrigante la actitud de quienes lo rodeaban. A diario, le brindaban palabras de aliento, asegurándole que todo se resolvería y que podría recuperarse para llevar una vida normal. Sin embargo, a pesar de estas promesas optimistas, observaba cómo todos continuaban visitando su habitación en el hospital sin falta, como si tuvieran una comprensión silenciosa de que, en algún momento, él se marcharía.
Por su parte, había llegado a aceptar su destino. Era plenamente consciente de que su tiempo estaba agotándose, pues el cáncer que lo aquejaba había mutado y se había extendido por gran parte de su cuerpo. Ya no existía ninguna opción que pudiera ofrecerle salvación, y las esperanzas se habían desvanecido por completo. Quizás, al principio, la aceptación había sido un desafío abrumador. Dejar atrás su vida universitaria, su hogar, y ahora estar atrapado en este cuarto de hospital de manera constante; ser testigo de cómo la enfermedad había transformado las vidas de sus padres, su hermano y sus amigos, todo esto había sido un proceso doloroso para él.
Sin embargo, con el tiempo, Jungkook logró llegar a un punto de aceptación. Comprendió que había vivido plenamente todo lo que la vida le había ofrecido, y que en realidad, su existencia no había sido mala en absoluto. Había sido bendecido con padres que le brindaron un amor inmenso, y su relación con su hermano mayor siempre fue sólida y llena de cariño. Contaba con dos amigos cercanos que eran simplemente increíbles, y le reconfortaba saber que, aunque él partiera, ellos seguirían apoyándose mutuamente. Aunque había sido un desafío hacer que sus amigos admitieran sus sentimientos, al final, todo había terminado bien entre ellos.
Jungkook también tuvo la oportunidad de asistir a la universidad y experimentar su primer amor, a pesar de que esa historia no culminó de la mejor manera. Aun así, encontraba felicidad en el hecho de haber tenido la oportunidad de amar a otro chico y sentirse amado a cambio.
En última instancia, reflexionando sobre su vida, llegó a la conclusión de que había sido buena.
Esa era la razón por la que Jungkook podía marcharse en paz. Si bien sabía que su partida sería un golpe devastador para su familia, también comprendía que eventualmente podrían recuperar una vida normal sin tener que cargar con su cuidado. Además, mantenía la esperanza de convertirse en una presencia protectora desde donde quiera que estuviera.
Por eso, no importaba cuánto dolor experimentara; estaba dispuesto a soportarlo con tal de disfrutar un poco más de tiempo con sus seres queridos. Cuando finalmente llegara su momento de partir, tendría toda la eternidad para descansar, y eso le daba consuelo en medio de la adversidad.
Abrió los ojos lentamente después de un breve descanso tras almorzar con su madre. La fatiga lo había abrumado últimamente, y su cuerpo, además de estar agotado, no le permitía descansar adecuadamente por las noches. Los medicamentos ya no surtían el efecto deseado, y el dolor constante interrumpía sus intentos de conciliar el sueño.
Pasó una mano por su pecho mientras intentaba recordar los eventos de la noche anterior. El dolor intenso lo había dejado confuso, pero con un esfuerzo, lograba recordar la sensación de frío que lo había invadido y esos largos dedos que parecían surgir de la oscuridad.
Jungkook no tenía una explicación para lo que había experimentado. Tal vez, estaba alucinando debido a la fatiga y la agonía constante. Sin embargo, independientemente de la causa, se sentía agradecido por cualquier alivio, incluso si solo había sido una ilusión pasajera en su lucha contra el dolor.
La Muerte observaba todo desde el rincón de la habitación, llevando su mano hacia su propio pecho donde percibía una sensación cálida, una sensación que resonaba con lo que aquel joven experimentaba en esos momentos. Continuaba sin entender completamente por qué ese chico conservaba su ánimo inquebrantable a pesar de estar al borde de la muerte. Anoche, cuando Jungkook agonizaba de dolor, habría sido la oportunidad perfecta para llevarse su alma. Después de todo, Jeon Jungkook ya había soportado suficiente sufrimiento debido al cáncer; era hora de que su tormento llegara a su fin.
Entonces, ¿por qué había decidido aliviar su dolor? ¿Por qué había prolongado su vida aún más? Y, sobre todo, ¿por qué seguía vacilando?
Eran interrogantes sin respuesta para Vante, quien no quería verse abrumado por ellos. Se hizo una promesa en silencio: la próxima oportunidad que se le presentara, tomaría el alma del joven sin dudarlo.
No podía permitirse más titubeos.
Observó a Jungkook durante un rato más y de repente se sintió tenso cuando sus miradas se encontraron. Por un momento, tuvo dudas de si había dejado de ocultar su presencia, lo que explicaría por qué el joven lo estaba mirando ahora.
Aprovechó la oportunidad para desplazarse discretamente cuando Jungkook se frotó los ojos y luego miró el lugar donde anteriormente había estado. Le vio sacudir un poco la cabeza, mientras dejaba escapar un suspiro profundo. Una vez más, llevó su mano hacia su propio pecho, y La Muerte imitó su gesto.
Realmente ansiaba que este encargo llegara a su fin lo más pronto posible.
Aquí está la actualización de la noche♥(al menos para mi, no sé que hora tengan ustedes)XD AAAA amo mucho al SOPE ¿saben? Especialmente los de mi fic, son tan lindos:3
Ya vimos las primeras dudas de Tae ufff, es que hasta yo sería débil ante Jungkook, es entendible jajaja. En fin, espero les haya gustado el capítulo, volveré temprano♥
Hasta entonces, manténganse sanos~
𝐊𝐢𝐦𝐍𝐢𝐤𝐚𝐫𝐢.
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