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※Epílogo※

Jungkook observaba con asombro su entorno, quedando impresionado por lo precisas que habían resultado ser las palabras de Taehyung en su descripción del Inframundo. La oportunidad de experimentar cada detalle por sí mismo no tenía comparación alguna. Se giró hacia La Muerte con emoción, sintiendo la intriga y el misterio del lugar, pero su sonrisa se desvaneció al percatarse de la profunda tristeza que reflejaba la mirada de Taehyung mientras lo observaba.

—No me sueltes bajo ninguna circunstancia, podría llegar a perderse tu alma si lo haces.

El otro asintió en respuesta, apretando con determinación la mano de Taehyung. —No estaba en mis planes soltarte de todas formas —respondió con una cálida sonrisa que hizo que el azabache sonriera de igual manera.

Avanzaron hasta lo que parecía ser el comienzo de un extenso río, donde descubrieron una pequeña barca de madera en la orilla. Taehyung ayudó a su acompañante a subir y, una vez a bordo, se sentaron uno al lado del otro. Jungkook quedó asombrado al darse cuenta de que la barca comenzaba a moverse por sí sola, sin necesidad de que remaran. Era realmente algo sorprendente.

—¿Sabes? En un contexto diferente, esta situación podría haber sido una cita encantadora.

La Muerte no pudo evitar soltar una risa, le parecía sumamente curioso que, incluso en una situación como esa, Jungkook estuviera tan animado.

Sus ojos exploraban todo con curiosidad, tratando de divisar el final del río, que parecía infinito. El silencio que los rodeaba era asombroso; Jungkook nunca habría imaginado que presenciaría algo así. Se volvió para mirar a Taehyung, quien de repente había quedado en silencio. Su mirada estaba fija en el agarre de sus manos, y en ese momento, Jungkook notó que sus ojos estaban cristalizados.

—Tae... —lo llamó el menor, usando su mano libre para sostener el rostro del contrario y hacer que lo mirara.

Jungkook no era ajeno al sufrimiento del azabache, ya que él mismo estaba experimentando la misma angustia. Sin embargo, se esforzaba por no pensar en ello, sabía que hacerlo solo lo llevaría al borde del colapso emocional.

Vante observó a su persona detenidamente; parecía tan deslumbrante y rebosante de vida. Ahora que la enfermedad ya no estaba presente, finalmente había tenido la oportunidad de conocerlo en todo su esplendor. Sin embargo, para él, ambas versiones de Jungkook eran igual de hermosas.

Una lágrima se deslizó por su mejilla y Jungkook la limpió con ternura. —¿Por qué la vida siempre me trata de esta manera? —musitó el ser, incapaz de reprimir sus emociones mientras comenzaba a llorar.

—¿A qué te refieres? No digas eso. Debes valorar esta experiencia. El hecho de habernos conocido fue algo que ninguno de nosotros esperaba. A pesar de todo, estoy agradecido por ello. Es por eso que te dejaré ir, y yo... y-yo...

Jungkook se esforzó al máximo por mantener su fortaleza, pero presenciar a Taehyung en tal estado de devastación simplemente socavaba sus esfuerzos. A lo largo de su vida, había aprendido a contener sus emociones y afrontar las adversidades de la mejor manera posible. Estaba tratando de enmarcar esta situación como otra prueba de la vida, con la esperanza de valorar los buenos momentos y convertirlos en preciosos recuerdos.

Sin embargo, por primera vez, una oleada de ira lo invadió. Todo parecía tan injusto.

La Muerte notó las lágrimas que comenzaron a brotar de los ojos de su persona, y en el momento en que percibió una emoción particular en su pecho, una idea se formó en su mente.

—Jungkook, ¿por qué no te quedas conmigo? Si decides convertirte en una Muerte, podríamos estar juntos.

El chico se sorprendió ante la inusual propuesta del ser, y pudo percibir la ilusión en su mirada, así como un brillo cargado de esperanza que depositaba en esa sugerencia.

—Tae, no podría hacerlo...

—Claro que sí, puedo sentir tu miedo en mi pecho.

Oh.

En ese momento, pudo comprender de dónde había surgido esa idea. Llevó su mano libre hacia el rostro de Taehyung y lo acarició con ternura. Una sonrisa se dibujó en sus labios, y luego se acercó para sellar un beso que duró un instante.

—Lo siento, Tae... —susurró sobre sus labios, alejándose solo lo suficiente para poder mirarlo a los ojos y negar con determinación—. Pero no tengo miedo de morir, no puedo quedarme contigo.

El ente abrió los ojos ampliamente en un intento de comprender, ya que estaba seguro de que lo que sentía en su pecho era miedo. Había estado familiarizado con esa emoción durante mucho tiempo como para no ser capaz de identificarla.

—Pero... no entiendo, puedo sentir el miedo —negó con desconcierto, esperando una explicación de parte de Jungkook, que no tardó en llegar.

—No es miedo a morir... —dijo Jungkook, haciendo una breve pausa mientras observaba los ojos del ente y se reflejaba en ellos. —Es miedo a perderte.

Taehyung no había esperado en absoluto esa respuesta, y todas sus esperanzas se desvanecieron en un instante. Las palabras de Jungkook resonaron en su mente, y le resultó extremadamente complicado saber cómo debía reaccionar ante ello, porque realmente le causaba un profundo dolor.

Siempre había sabido que este momento llegaría; día tras día, se había mentalizado y preparado para el momento en que tuviera que despedirse. No obstante, subestimó la intensidad de sus sentimientos, ya que se había enamorado tan profundamente que le resultaba imposible asumir que tendría que vivir sin Jungkook de ahora en adelante.

¿El amor era siempre tan abrumador? ¿O solo sucedía de esta manera cuando te enamorabas de la persona adecuada?

De todas formas saberlo no le serviría para nada, porque Jungkook se iría y Taehyung tendría que vivir sin él.

No había palabras que pudieran consolarlos; todo seguiría su curso, y lo único que les quedaba era aceptarlo. Así que el resto del viaje lo pasaron llorando en los brazos del otro, atesorando los últimos momentos juntos que les quedaban.

Jungkook habría deseado que el viaje fuera infinito, igual que la vista del extenso río que se extendía ante ellos. Sin embargo, cuando la barca finalmente se detuvo y Taehyung se levantó, supo que el final estaba cerca. Frente a ellos, una gran puerta dorada se alzaba imponente. La Muerte la observaba en silencio, y Jungkook comenzaba a sentirse inquieto. Antes de que pudiera articular palabra, fue sorprendido por el beso que Vante le dio.

Fue un beso intenso y desesperado; Jungkook intentó seguir el ritmo, pero Taehyung no parecía dispuesto a ceder el control. Estaba embriagado por las sensaciones que recorrían todo su cuerpo; era asombroso cómo reaccionaba ante las caricias del ser. A pesar de lo desordenado que podía parecer ese beso, Jungkook captó el mensaje desesperado que se intentaba transmitir.

Cuando finalmente se separaron, ambos jóvenes jadeaban en busca de recuperar el aliento perdido. La Muerte acercó su frente a la de Jungkook y cerró los ojos por un instante, disfrutando de la conexión entre ellos. Debido a la falta de un cuerpo físico, la calidez del menor se había perdido. Sin embargo, eso no era un obstáculo para disfrutar de esa sensación.

El alma de Jungkook era hermosa, y Vante estaba enamorado de cada aspecto que la componía.

—¿Y ahora qué sigue? —finalmente preguntó el castaño.

Taehyung se separó con dificultad de Jungkook y dejó escapar un suspiro profundo. —Tendrás que ser juzgado; dependiendo del tipo de persona que fuiste en vida, se te asignará un destino.

—Oh, ¿y qué es lo que se define como bueno o malo?

—No es tan complicado, no te preocupes. Tu alma es preciosa; solo quédate a mi lado y todo se acabará pronto.

El menor asintió y volvió a enfrentar la imponente puerta ante ellos. Vante le ofreció una ligera sonrisa y se acercó para depositar un beso en la mejilla de Jungkook. Luego, con su mano libre, hizo aparecer su guadaña. En el momento en que la puerta detectó la placa de madera en ella, comenzó a abrirse lentamente.

Del otro lado, un inmenso salón los aguardaba, y Jungkook ni siquiera podía imaginar la altura del techo. Las tres majestuosas columnas que se alzaban hacia lo alto estaban talladas en un reluciente mármol blanco. En la cima de cada columna, se hallaban sentadas figuras que, a simple vista, podrían confundirse con humanas, pero sus rasgos eran enigmáticos y etéreos. Lo más distintivo eran las alas que se extendían a lo largo de la longitud de sus brazos, plumas que irradiaban un brillo misterioso y resplandeciente.

—Son las arpías; serán quienes te juzguen —susurró La Muerte.

—De acuerdo.

Jungkook permanecía ajeno a las expresiones de sorpresa que las arpías tenían en sus rostros. El ambiente estaba cargado de tensión, y él simplemente creyó que era una sensación común al estar frente a seres tan imponentes.

No fue hasta que una de ellas rompió el silencio que Jungkook pudo comprender la situación.

—Vante... ¿por qué eres tú quien trae el alma de este chico? —preguntó una de las arpías, una pelinegra notablemente desconcertada.

—Te agradezco el reemplazo, Momo, pero me gusta hacer mis trabajos por mí mismo —respondió Taehyung con un tono sarcástico y cierta molestia en su voz.

Jungkook dio un pequeño salto cuando escuchó el golpe seco resonar por todo el lugar, al momento en que una de las chicas había descendido del pilar hasta el suelo. —¿Se puede saber por qué no llevas tu túnica puesta correctamente? —inquirió con un tono de voz autoritario.

—¿Estamos aquí para interrogarme a mí? —cuestionó el ser con una ceja alzada, aparentemente sin darle importancia a las palabras de la arpía.

La chica dirigió su mirada hacia el humano, quien simplemente se encogió de hombros en su lugar. Sana volvió a centrar su atención en La Muerte y, después de un momento, chasqueó la lengua con un deje de resignación. —Bien.

Jungkook se sentía notablemente nervioso en esta situación. Cada una de ellas emanaba una energía diferente, especialmente la pelinegra que había hablado al principio y que no había apartado la mirada de él desde el inicio, de una manera fulminante que lo hacía sentir incómodo.

Todo el proceso resultó ser bastante sencillo, y cuando finalizó, tal como Vante había prometido, Jungkook se dio cuenta de que no tenía motivo para preocuparse. No tenía una comprensión completa de lo que querían decir con que su alma era "especial", pero eso no le importaba demasiado en ese momento, ya que su principal deseo era salir de esa habitación.

Se sintió aliviado cuando Taehyung le indicó que lo siguiera. Avanzaron por un extenso pasillo hasta llegar al final, donde al cruzar la salida, se encontraron con un vasto campo. Allí, abundaban flores de todos los colores y tipos, mientras manantiales de agua cristalina fluían, permitiendo ver el fondo de sus profundidades.

—¡Wow, es precioso! —exclamó Jungkook, observando cada detalle del lugar con los ojos bien abiertos.

Taehyung sonrió y asintió. —Sí, lo es —confirmó, aunque sus ojos estaban fijos solo en él.

Continuaron avanzando un poco más, adentrándose en una pequeña arboleda donde árboles inmensos los rodeaban. Jungkook seguía contemplando todo con una fascinación creciente; cada rincón era sumamente hermoso. Caminaron por un sendero de tierra hasta que se encontraron con un gran arco de piedra, enmarcado por dos árboles y adornado con flores, donde finalmente se detuvieron.

El castaño lo observó con curiosidad y, sin pensarlo dos veces, se acercó al arco con la intención de traspasarlo. Sin embargo, el firme agarre de Taehyung lo hizo retroceder abruptamente.

—¿Qué ocurre? ¿No debemos continuar? —preguntó el menor, claramente desconcertado por la repentina detención.

El silencio se interpuso entre los dos, siendo la única respuesta que La Muerte ofreció a la pregunta de Jungkook. El joven parpadeó desconcertado, incapaz de comprender la actitud del azabache. Estuvo a punto de formular otra pregunta, pero todo su cuerpo se tensó cuando Vante finalmente soltó su mano.

—¿T-Tae? —llamó confundido, la extraña ausencia del frío agarre de La Muerte le dejaba un hueco en el pecho que comenzaba a doler intensamente.

—Tienes que continuar... —declaró de repente La Muerte, retrocediendo un paso y dejando que la distancia creciera entre ellos—. Pero debes hacerlo sin mí, hasta aquí llego yo.

Jungkook se quedó paralizado por un momento, y entonces, una ola de comprensión y tristeza lo inundó. Sus ojos se llenaron de lágrimas, y el dolor en su pecho parecía abrumador.

El final había llegado.

Jungkook se había preparado durante tanto tiempo para enfrentar la muerte, pero habría deseado tener tiempo para prepararse emocionalmente para dejar ir a Taehyung. Cuando las lágrimas empezaron a brotar, no dudó en acercarse al ente y abrazarlo con todas sus fuerzas. El contrario correspondió el abrazo, y ambos se aferraron como si quisieran grabar para siempre la sensación de tener todo entre sus brazos.

—G-gracias... —dijo Jungkook, alejándose solo un poco para poder mirar a los ojos a La Muerte.

Taehyung tomó su rostro con una mano y se inclinó para besarlo, sintiendo como sus sentimientos se mezclaban en uno solo. En ese momento, grabó en su memoria el latido perfectamente sincronizado de sus corazones, la forma en que sus bocas encajaban a la perfección, y disfrutó del amor que fluía entre ellos.

—Te amo, Jeon Jungkook —pronunció, aún con sus labios rozando los del otro, antes de usar toda su fuerza de voluntad para liberarse y dar un paso atrás.

El castañito tenía el rostro empapado de lágrimas, su corazón latía dolorosamente mientras le instaba a quedarse con aquel ser que sentía como su hogar. Sin embargo, sabía que no podía permanecer allí, por lo que, con la mirada clavada en Taehyung, comenzó a dar pasos hacia atrás. Justo antes de cruzar el arco, Jungkook le regaló una sonrisa, tratando de transmitir todo su amor en ese gesto.

—También te amo, Tae... —susurró con una sinceridad abrumadora. No había planeado revelar sus sentimientos en ese momento, porque pronunciar esas palabras hacía que todo fuera más real. Lo último que deseaba era causarle sufrimiento a Taehyung, cuyas lágrimas comenzaron a empañar sus mejillas al escuchar a Jungkook declarar su amor—. Lamento no poder quedarme contigo, pero siempre estaré esperando por ti.

En ese momento, el castaño da el último paso. Taehyung siente el vínculo romperse y Jungkook no está más frente a él.

Su alma, pasó al otro lado.

No sabe cuánto tiempo ha transcurrido desde que Jungkook partió. Recuerda haberse desplomado en el suelo y haber llorado como nunca antes lo había hecho. Normalmente, después de cada trabajo, cuando el vínculo se rompe y las almas se separan, suele experimentar una sensación de vacío. Vante siempre ha sentido esta desconexión, pero no es algo que lo haya atormentado, ya que siempre se ha sentido ajeno a los sentimientos de las personas que estuvieron bajo su cuidado.

Sin embargo, esta vez es diferente. Ha sentido como si le hubieran arrancado una parte de su propia alma, y su corazón se ha roto en mil pedazos. Se encuentra tan vacío y triste que no sabe cómo lidiar con todos estos sentimientos. Y a pesar de sus intentos, no logró avanzar ni un solo paso al intentar cruzar el maldito arco.

¿Qué se supone que debe hacer ahora? Había decidido vivir como una Muerte durante toda su eternidad, había aceptado ese destino sin titubear, y nada parecía capaz de cambiar su perspectiva. Sin embargo, no había anticipado que un par de ojitos brillantes pudieran hacerle cuestionar y replantear toda su existencia.

Sumido en su tristeza y desolación, no se dio cuenta de la presencia que lo había estado observando durante un rato, hasta que finalmente se decidió hablar.

—Taehyungie... —El Rey lo llamó, haciendo que el joven volviera su mirada hacia él.

Namjoon observó el rostro del chico y jamás se habría imaginado presenciar algo como esto, ya que Taehyung siempre había sido una persona fría y aparentemente desprovista de emociones. No importaba cuántas almas especiales asignara a su cuidado; nunca parecía experimentar ningún cambio en él.

Cuando tomó la decisión de asignarle el alma de Jungkook, albergaba una leve esperanza de que el joven pudiera hacerlo reflexionar un poco. Seokjin le había hablado mucho sobre su hermano menor, lo que había suscitado su curiosidad y lo llevó a investigar el alma del chico enfermo. Fue entonces cuando se dio cuenta de que se trataba de un alma especial, categorizada de esa forma debido a la intensidad y pureza de las emociones que generaba.

Esa era su última carta bajo la manga, ya que si después de eso Taehyung no cambiaba de opinión, perdería su oportunidad de cruzar al otro lado para siempre. No había previsto que el chico terminara enamorándose; ver al azabache en ese estado de desolación no estaba en sus planes, ya que jamás había tenido la intención de causarle sufrimiento.

Sinceramente, se sentía un tanto aprensivo a plantear la pregunta que tenía en mente, pues había notado que Taehyung había intentado cruzar al otro lado, pero no lo logró. No podía negar que sentía un afecto especial por él, ya que de todas sus Muertes, Taehyung había sido quien había estado a su lado durante más tiempo. Aunque deseaba seguir disfrutando de su compañía en el inframundo, lo que más anhelaba era que el alma de Taehyung finalmente fuese libre de todo el tormento que había atravesado hasta ahora.

El rey chasqueó los dedos y en un abrir y cerrar de ojos, se encontraron en la torre del chico. Namjoon quería evitar que alguien lo viera en ese estado y, además, deseaba que Taehyung pudiera reflexionar adecuadamente sobre todo lo que estaba ocurriendo.

—Te daré tiempo para ordenar tus pensamientos. Si al final decides permanecer igual, entonces ven a mi despacho para tu siguiente asignación.

Sin esperar una respuesta, El Rey se desvaneció del lugar.

¿Qué se suponía que debía hacer? Su corazón dolía de una manera que nunca se había imaginado, apenas había transcurrido un breve tiempo desde su separación con Jungkook y ya lo extrañaba profundamente. ¿Alguna vez esto se resolvería? Si optaba por quedarse... ¿su corazón sería capaz de sanar?

Un sinfín de interrogantes asaltaban su mente, tornándolo incapaz de tomar una decisión. Lo único que deseaba en ese momento era llorar por la ausencia del alma de Jungkook conectada a la suya.

En el Inframundo, resultaba difícil determinar cuánto tiempo había transcurrido, ya que el tiempo no existía en ese lugar. Sin embargo, podía jurar que había pasado una eternidad desde que vio a Jungkook partir, y su corazón seguía sin encontrar consuelo. Incluso se había llegado a preguntar si alguna vez se quedará sin lágrimas, ya que no podía dejar de llorar.

Todo se volvía abrumador y sofocante, se sentía desmoronar sin que nadie lo impidiera. O eso creyó, ya que de repente sintió una presencia a su lado, y unos brazos lo rodearon con ternura. Al alzar la mirada, se encontró con cierto chico que era el único que había permanecido a su lado durante todo ese tiempo.

—Jimin —susurró con la voz quebrada, las lágrimas brotando como un río incontenible. —Y-yo... no sé qué hacer. Lo extraño, l-lo extraño tanto.

—Shh, shh... —lo arrulló el ser, atrayendo a Taehyung hacia su pecho y abrazándolo con fuerza, mientras acariciaba las hebras azabaches con su mano—. Lo sé, lo sé. Todo estará bien.

¿Realmente lo estará? Porque Taehyung sentía que ese tormento lo perseguiría por toda su eternidad.

Permanecieron abrazados durante un buen rato hasta que finalmente Jimin logró calmar a su amigo. Se apartó de él para mirarlo a los ojos, y la imagen que se encontró le rompió el corazón. Nunca se había imaginado ver a Vante sufriendo de esta manera, y mucho menos por causa de un humano. Jimin había experimentado muchas veces la separación de vínculos emocionales, pero no podía ni siquiera imaginar lo que debía de sentirse cuando se rompía el vínculo y se tenía sentimientos hacia la otra parte.

—Me siento tan perdido, jamás me había sentido tan abrumado como en este momento —confesó Taehyung con voz temblorosa—. ¿Qué hago, Jimin? ¿Cómo puedo dejar de sentir este dolor?

El contrario reflexionó por un momento antes de soltar un profundo suspiro. —No hay mucho que puedas hacer, más que aceptarlo y aprender a vivir con ello. Quizás en el plano terrenal tengas más opciones para superar un amor, pero aquí es prácticamente imposible —declaró, desviando la mirada hacia la ventana para contemplar el vasto horizonte. —Entiendo cómo te sientes, yo también me enamoré una vez en vida. Cuando me diagnosticaron, caí en una profunda depresión y terminé rompiendo con él. Es algo que aún no he logrado superar hasta el día de hoy, así que lamento no poder ofrecerte mucha ayuda en este aspecto.

—Lo siento...

—Está bien, he aprendido a vivir con ello —respondió con una sonrisa melancólica—. Solo te diré que durante todo este tiempo aquí, he tenido la oportunidad de reflexionar mucho. En ese tiempo, era joven y tonto... si pudiera volver atrás, haría las cosas de manera diferente. Así que, si tienes la oportunidad de hacerlo, no la dejes pasar y aprovecha cada momento.

Después de esa conversación, Jimin se retiró, dejando a Vante completamente solo. Las palabras del chico resonaban en su mente una y otra vez. ¿Se arrepentiría si dejaba pasar esta oportunidad? Y, en cualquier caso, ¿existía realmente una oportunidad? Él no tenía idea de lo que había al otro lado del arco; nada le garantizaba que volvería a encontrarse con Jungkook, y la incertidumbre sobre lo desconocido era lo que más le aterraba.

¿Valdría la pena cambiar las convicciones a las que se había aferrado durante siglos por alguien a quien solo había conocido durante un breve período de tiempo?

Lo reflexionó una y otra vez, pero al final siempre llegaba a la misma conclusión. Por eso, se puso de pie, tomó su túnica y su guadaña, abrió un portal, adentrándose en él y desapareciendo.

—Supongo que, si estás aquí, has tomado una decisión —declaró El Rey, a lo que el contrario asintió.

No podía negar que realmente esperaba que Taehyung pudiera reconsiderar su elección, albergaba una pequeña esperanza de que finalmente lo vería partir. Sin embargo, tenerlo en ese momento en su despacho hizo que todas sus esperanzas se desvanecieran.

—Lo he pensado una y otra vez y he llegado a la misma conclusión.

—Entiendo. Supongo que no hay nada más que hacer. Toma asiento mientras busco un alma nueva para asignart-...

—Voy a cruzar —declaró Taehyung con determinación, haciendo que El Rey detuviera sus acciones y levantara la mirada sorprendido hacia el joven frente a él.

—¿Qué?

Taehyung se encogió en su sitio. — Todo este tiempo me he mantenido aquí porque tenía miedo de morir. Pensé que pasar la eternidad en el inframundo no sería algo malo, y fui capaz de lidiar con ello todo este tiempo —explicó—. Pero... no fue hasta que conocí a Jungkook que me di cuenta de que no había estado realmente viviendo. Entonces, ¿qué sentido tiene permanecer aquí? Sí, todavía me aterra lo que pueda haber al otro lado, e incluso me asusta no saber si podré encontrarlo una vez que cruce. Pero... al menos quiero intentarlo. No quiero atormentarme por siempre con el "Y si hubiera". Por eso, voy a irme.

Namjoon se sintió sumamente orgulloso. No había nada que le alegrara más que presenciar el momento en que sus Muertes reflexionaban y elegían avanzar. Sin embargo, ser testigo de esto fue aún más gratificante, ya que deseaba de todo corazón que Taehyung finalmente encontrara su libertad.

—Ya veo... —asintió con una sonrisa. —¿Entonces, qué haces aquí?

—Solo quería pedirte un favor.

—¿De qué se trata? —cuestionó con curiosidad.

—Cuida al hermano de Jungkook. Seokjin es alguien muy importante para él. La razón por la que prolongué tanto su vida, no fue solamente por mis razones egoístas, sino también para darle tiempo, ya que Jungkook quería  determinar si eras alguien digno de estar junto a su hermano —los ojos del rey se abrieron en sorpresa—. Él llegó a la conclusión de que lo eras, por eso pudo partir en paz. Así que eso es todo lo que te pido. No lo decepciones.

Namjoon sonrió y asintió con la cabeza. —Descuida, sería incapaz de lastimarlo. Él es... todo para mí.

Taehyung se sorprendió por la expresión del Rey, pero ver el amor en sus ojos le dio una sensación de tranquilidad.

—Bien, entonces es hora de entregar esto —dijo mientras se despojaba de su túnica y la doblaba cuidadosamente para colocarla sobre el escritorio. Observó su guadaña durante un momento, una sonrisa se dibujó en sus labios al ver a su fiel compañera de todo este tiempo, y finalmente la dejó junto a la túnica. Luego, hizo una profunda reverencia ante El Rey—. Gracias por todo, Namjoon.

El Rey se puso de pie y tomó a Taehyung entre sus brazos. El gesto desconcertó al joven al principio, pero pronto correspondió al abrazo.

Cuando finalmente se separaron, Namjoon detuvo a Taehyung antes de que se fuera y, con un gesto de su muñeca, hizo aparecer una pequeña caja de madera que entregó al joven. Taehyung la miró con curiosidad y duda, pero finalmente la aceptó.

—¿Y esto?

—Guárdala. Sabrás cuándo llegue el momento de abrirla —dijo el contrario, y aunque Taehyung estaba un poco confundido, decidió hacerle caso. —Bueno, Taehyungie, eres libre.

Escuchar eso le hizo sonreír, y con un chasquido de dedos del Dios del Inframundo, Taehyung apareció frente al arco de traspaso. Lo observó por un momento y tragó saliva, nunca había imaginado que llegaría el momento en que estaría parado aquí y que su alma sería la que tendría que cruzar.

Estaba nervioso, tenía que admitirlo. La incertidumbre de lo desconocido era terriblemente abrumadora. Sin embargo, la ausencia en su corazón después de separarse de Jungkook era aún más insoportable. No había nada que lo hiciera seguir dudando.

—¿Pensabas irte sin despedirte? —una voz interrumpió sus pensamientos.

El azabache se giró, encontrándose a Jimin a unos pasos de él, tenía los ojitos llenos de lágrimas pero una enorme sonrisa en su rostro. Se acercó a Vante y sin pensarlo, lo abrazó con todas sus fuerzas.

—Eres muy valiente. Espero que encuentres la felicidad.

Taehyung se sorprendió, pero no tardó en corresponder al abrazo y estrechar a su amigo con la misma intensidad. —Gracias, Jimin —dijo, soltando al contrario y mostrando su característica sonrisa cuadrada—. Espero volver a encontrarte —añadió, y el contrario asintió.

—Ya es hora... —Jimin murmuró con una sonrisa.

Taehyung asintió y se separó de su amigo, volviendo a encarar el arco. —Nos vemos, Jimin.

Con esa promesa en el aire, finalmente cerró los ojos y cruzó al otro lado.

Al abrir los ojos, no esperaba encontrarse con nada de lo que estaba viendo. Fue recibido por un inmenso jardín repleto de una multitud de flores, árboles y pequeños animales que parecían habitar allí. Miró hacia abajo y notó el comienzo de un sendero de piedra que se internaba entre los árboles. Un tanto dubitativo, comenzó a caminar por él mientras observaba detenidamente el lugar en el que se encontraba.

Notó que su ropa ahora era blanca, lo cual ciertamente le hizo sentir un poco extraño, dado que durante mucho tiempo había estado acostumbrado a vestir únicamente de color negro. El contraste resultaba inusual, pero no desagradable en absoluto.

No tenía ni la más mínima idea de cuánto tiempo había caminado, pero la noción del tiempo parecía disolverse en ese lugar. Estaba completamente absorto en la belleza de su entorno. El sendero parecía no tener fin, pero eso no le importaba en lo más mínimo, ya que disfrutaba cada paso que daba.

Finalmente, cuando el camino llegó a su fin, se encontró en el umbral de un inmenso campo. Un espectáculo asombroso se desplegaba ante sus ojos: multitudes de mariposas danzaban en el aire, y majestuosos árboles florales se alzaban a su alrededor. Era un panorama de una belleza indescriptible que lo llenaba de asombro y maravilla.

Continuó caminando sin un rumbo fijo, entregado a la contemplación de todo lo que le rodeaba. Su paso se volvía pausado mientras observaba cada detalle de ese lugar sorprendente. Hasta que, de pronto, algo captó su atención y se detuvo en seco.

Bajo la sombra de un majestuoso árbol, vio a un joven de cabello castaño sentado, sumido en la lectura. Cuando una brisa sopló, las hebras de su cabello se desordenaron, y él cerró los ojos, disfrutando del roce del viento en su rostro.

Taehyung tuvo la sensación de estar presenciando su fragmento favorito desplegarse ante sus ojos. No había palabras para describir la oleada de emociones que invadieron su corazón en ese momento.

¿Acaso ya estaba alucinando? Porque en ese momento, no le importaría en absoluto volverse loco si eso significaba poder experimentar todo esto.

Sus pies lo llevaron hacia el chico poco a poco, con tanta precaución como si acercarse demasiado rápido pudiera hacer que todo se desvaneciera. Su pecho palpitaba rápidamente, y todo su mundo se detuvo cuando los ojos del castaño se posaron en él, una hermosa sonrisa iluminando su rostro tal como lo recordaba.

No pudo evitar que las lágrimas brotaran sin permiso, mientras el contrario se ponía de pie y se acercaba lentamente a él. Cuando finalmente lo tuvo al alcance, Taehyung tomó su rostro entre sus manos temblorosas.

—K-kookie... ¿de verdad eres tú? —cuestionó con incredulidad.

El menor asintió. —Sí, Tae, soy yo.

Jungkook se acercó a él y lo abrazó, y Taehyung sintió cómo todas sus piezas se encajaban de nuevo en su lugar. Era como si después de tanto tiempo, el oxígeno comenzara a fluir correctamente en sus pulmones. Incluso aunque la calidez del otro ya no estuviera presente, pudo sentir cómo esa misma calidez recorría todo su cuerpo. Aquí, de esta manera, en los brazos del otro, volvió a sentirse completo.

Vivo.

El azabache se separó solo lo suficiente como para tomar el rostro de Taehyung entre sus manos y besarlo. Lo hizo como había anhelado hacerlo durante todo el tiempo en que no pudo verlo ni sentirlo cerca. Jungkook llevó sus brazos alrededor del cuello de Taehyung y se sumergió en la multitud de sentimientos que fluían en ese beso. Él también lo había extrañado con cada parte de su ser.

Ya habría tiempo para hablar más adelante. Por ahora, solo querían llenarse de esta sensación que les hacía sentir que la espera había valido cada maldito segundo.

No sabían cuánto tiempo habían pasado besándose, pero en realidad, no les importaba en absoluto. Cuando finalmente se separaron, sus labios estaban hinchados por la larga sesión de besos, su respiración era agitada y sus pupilas estaban dilatadas.

Taehyung lo observó, las estrellas en los ojos de Jungkook chocando con las propias, encontrando la definición de felicidad en la curva de su rostro que mostraba la sonrisa más hermosa que había visto en toda su existencia.

—Finalmente llegas —declaró el menor, acomodando un mechón de cabello detrás de la oreja del otro—. Me hiciste esperar mucho.

Kim parpadeó un par de veces. —¿Por qué estabas tan seguro de que vendría? —preguntó, curioso por la seguridad en las palabras de Jungkook.

—Porque fue mi deseo de cumpleaños —respondió el castaño con una sonrisa.

La respuesta ciertamente no era lo que Taehyung esperaba, pero fue suficiente para calentar su corazón y hacerlo sonreír encantado. —¿Ah, sí? ¿Cuál fue tu deseo?

—Otra oportunidad. Para ambos.

Taehyung sintió cómo su corazón latía desbocado, realmente estaba feliz de haber tomado la decisión correcta, ya que nunca se habría perdonado perder esta oportunidad de reencontrarse con su amor. Se sintió un poco mal por todo el tiempo que Jungkook tuvo que esperar por él, pero estaba sumamente agradecido de que hubiera sido paciente.

—Lamento la demora, pero ya estoy aquí —dijo con sinceridad.

Jungkook tomó su mano y sonrió. —Y esta vez no dejaré que me sueltes.

En el instante en que sus manos se enlazaron, una luz brilló en el bolsillo del mayor, ambos chicos observaron curiosos y Taehyung ingresó la mano para sacar la cajita que El Rey le había dado con anterioridad. Recordó aquello que le dijo: "Sabrás cuando sea el momento de abrirla".

—¿Qué es eso? —preguntó el castaño, intrigado.

—Uhmm, me lo dio El Rey del Inframundo antes de partir. Dijo que sabría cuándo era el momento de abrirlo. Supongo que es este, ¿verdad?

—Supongo —respondió el contrario, encogiéndose de hombros—. Ábrela.

Taehyung tuvo que maniobrar con su mano libre para poder abrir la caja, ya que, tal como Jungkook había dicho, no tenía intención de soltarlo nuevamente. Cuando levantó la tapa de madera, un hilo rojo salió de ella y se enredó en su meñique al igual que en el de Jungkook, creando una conexión que nunca había visto, pero de la que sí había escuchado hablar.

Los ojos del menor se abrieron de sorpresa. —¿Qué es esto?

El azabache sonrió ligeramente. —Un regalo. Ahora estaremos vinculados para siempre. No importa a dónde vayamos o cuál sea nuestro destino, con esto —alzó su mano mostrando el hilo rojo—, siempre nos encontraremos.

—¿Siempre? —preguntó Jungkook, buscando confirmación.

Taehyung asintió. —Sí, siempre.

—Supongo que esto significa que nos espera una vida adelante, ¿no es así?

El menor se quedó pensativo por un momento, mientras Taehyung lo observaba con curiosidad, esperando por lo que diría. Era extraño tenerlo frente a él y no ser capaz de sentir sus emociones. Se había acostumbrado a tener ese vínculo con su alma y a leerlo a través de ellas. Sin embargo, ahora tenía que ser paciente.

—Bueno, ya he esperado mucho por ti —declaró Jungkook de repente—. No me importa esperar un poco más si al final estoy seguro de que volveré a encontrarte.

Taehyung sonrió y lo rodeó con sus brazos, llenando su rostro de besos. —Siempre llegaré a ti.

—¿Lo prometes?

— Sí... —Taehyung asintió con convicción—. Lo prometo, porque ni siquiera la muerte nos podrá separar.

Hola, lamento la demora en subir esto. La verdad que la noticia de los chicos no me cayó nada bien y no tenía ánimos de nada :c incluso ahora sigo así, pero ya que tenía un compromiso con ustedes vine para subir el epílogo c':

Hemos llegado al final de la historia, pero todavía hace falta dos extras más así que esto todavía no termina del todo

¿Qué les pareció la historia? Les dije que iba a terminar bien c': no sé si su definición de bien, con la mía sea la misma pero siento que es un buen final, aunque aun faltan cositas por saber n.n

Para aquellos que me piden terapia solo les puedo ofrecer un abrazo y un besito en la nariz Asfskdhjlñ XD

En fin, procuraré volver pronto. Hasta entonces, manténganse sanos~

𝐊𝐢𝐦𝐍𝐢𝐤𝐚𝐫𝐢.

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