ㅡ¡Juro que me divorciare de ti si llegas a desmayarte, Kang Seulgi-ah!

Y así comenzó el segundo momento más feliz de mi vida. Algo agresivo pero igual de etéreo para mí.

Solo era cuestión de minutos y unos cuantos pujones para que conociera al segundo amor de mi vida. Pero el nerviosismo había tomado lo mejor de mí.

Se suponía que estaría presente en el parto para calmarte, para serte de apoyo y hacerte el hecho de traer una nueva vida a este mundo algo que disfrutar, pero fue todo lo contrario. Yo era quien necesitaba la calma, el apoyo y el disfrute del momento, es que el hecho de que tu cuerpo fuera capaz de hacer eso fue demasiado para mí bruta existencia.

Con mi mano siendo prácticamente destrozada por el agarre de la tuya un llanto fuerte y claro llenó la habitación.

Kang Yerim había nacido.

Nuestra única hija, una pequeña que fue llevada en tu vientre y consentida en mis brazos, la cual, aunque ahora es toda una adulta y modelo a seguir para los suyos, sigue siendo nuestra adorable bebé.

El sudor que bajaba por tu frente se confundía con tus lágrimas de felicidad, para mí ya no había más nadie a nuestro alrededor, mis ojos solo le pertenecían a ti y a la bebé que ponían en tu pecho para ese primer contacto materno.

Habíamos formado una familia. Otro punto se formaba en este eterno tejido que es la vida, un enlace nuevo a nuestra existencia.

Mi amor por ti parecía crecer aún más como si eso fuera posible.

Sigues trayendo la felicidad hacia mi, todo lo que me das son razones para agradecer al ser superior que existiese por haber hecho que te mudaras a esa antigua casa, por haberme hecho enamorar de ti y tú de mí.

ㅡEs nuestra hija, Seul. ㅡme sacaste de esa burbuja mental para hacerme caer sobre esa hermosa realidad. ㅡNuestra bebé.

𝑎𝒉𝑖́ 𝑒𝑠𝑡𝑎𝑟𝑒́ 𝑝𝑎𝑟𝑎 𝑐𝑟𝑢𝑧𝑎𝑟