
𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐕
❝ ¡ES UN MONSTRUO! ❞
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Al día siguiente, luego del desayuno. Los Weasley, los Pevensie, Harry y Hermione salieron del Caldero Chorreante directamente hacia el callejón Diagon, despidiéndose de Tom, el encargado y recordándole que unas horas más tarde regresarían a la taberna por sus pertenencias
Al adentrarse a las concurridas y extrañas calles del callejón Diagon, Peter, Lucy, Edmund y Susan maravillaron todo con su mirada, tan sorprendidos y extasiados de tan increíble y extraño lugar. Fue inevitable para la pequeña Lucy soltar un chillido de emoción con deseos de aventurarse por el lugar. La señora Weasley miró a los cuatro chicos con una cálida sonrisa y se acercó
—Chicos ¿Qué les parece si Arthur y yo compramos sus cosas de la escuela? Mientras ustedes conocen el lugar.
—No queremos molestar señora Weasley...
—Tonterías— cortó a Susan con voz despreocupada —nosotros nos haremos cargo, diviértanse.
Peter sonrió agradecido a la agradable mujer, sacó de su bolsillo un pequeño bolso de numerosas cremalleras con el extraño dinero que le había dado su padre antes de marcharse, mientras Edmund sacaba de su mochila las listas de las cosas que necesitarían para el curso y se las entregó al padre Weasley.
El señor y la señora Weasley fueron de compras perdiéndose en la multitud. Al final, Ginny, Lucy y Susan fueron con ellos porque esta última quería asegurarse que su túnica y la de sus hermanos fuera de la talla correcta y los gemelos habían decidido explorar una tienda de escobas y evitar cualquier tipo de interacción con el cascarrabias de Percy.
Los demás llevaron a Edmund y Peter a comprar sus varitas a Olivander's, quién, al ver a ambos jóvenes, desorbitó sus arrugados ojos y sonrió de lado hacia ambos.
—Vaya, no pensé verlos tan pronto— soltó de manera tranquila, ambos chicos se giraron hacia el trío de amigos con una ceja arqueada, pero estos simplemente se encogierom de hombros
—¿Estaba esperándonos?— Edmund atrevió a preguntarle al anciano canoso.
—Por supuesto— aseguró. —aún recuerdo cuando su padre entró por esa misma puerta con sus padres, recuerdo como estaba emocionado de comprar su primera varita, con la excepción de que el apenas tenía once años— el señor Olivander percibió la mirada incomoda de los dos jóvenes, torció su boca en una pequeña sonrisa y se giró a su estantería de varitas, después de una larga mirada tomó una de las cajas de arriba y se la entregó al rubio —prueba con esta.
Peter sacó la varita del la pequeña caja, impresionado, sin saber muy bien que hacer, la agitó, de repente una chispa roja salió disparada de la punta, rebotando contra las paredes y ventanas, incluso Ron tuvo que agacharse al momento de que la chispa chocaría en su frente.
—Lo siento— murmuró el chico colocando de nuevo la varita en la caja mientras a sus espaldas, Edmund trataba de disimular sus carcajadas con una mal fingida tos.
—No te preocupes, muchacho. No todas las varitas son para cualquier mago— Olivander tomó otra caja y se la entregó.
Con nerviosismo, Peter sacó la segunda varita de la caja, la cual dudó en agitarla, tras echar una mirada hacia atrás, Edmund, Harry, Ron y Hermione retrocedieron un paso por si algo salía mal.
Agitó la varita con un ojo abierto, sin embargo, fue tanto su sorpresa cuando una chispa no salió por la punta de la varita, sino por el otro extremo, provocando que Peter fuera lanzado estrepitosamente contra la puerta de entrada.
—Vaya, había olvidado por completo esa varita— mencionó el anciano despreocupado a la par que Harry y Hermione ayudaban a levantar al pobre chico y Ron y Edmund no paraban de carcajearse.
—No es gracioso ¡pudo haberse lastimado!— Hermione los reprendió
Peter agradeció a los dos chicos y se acercó de nuevo al mostrador sacudiendose el polvo de los pantalones, tomó la tercera varita que ahora Olivander le extendía y, sin necesidad de agitarla, la punta de la varita se iluminó por sí sola, un brillo intensamente segador qué Peter maravilló con una sonrisa.
—Madera de abeto con un pelo de núcleo de unicornio, treinta y dos centímetros— mencionó Olivsnder al chico.
—¿Perdón?
—Es de lo que está hecha tu varita, Peter— explicó Ron —madera de abeto con núcleo de pelo de unicornio.
—Exactamente— afirmó el hombre —es una varita con una flexibilidad sorprendentemente elegante y muy poderosa en caso de un duelo y perfeccionamiento, adecuada para la transformación.
Peter sonrió y guardó su nueva varita en el bolsillo trasero de su pantalón, dando paso a Edmund para comprar su varita.
—¿Como te sientes?— preguntó la chica en un susurro
—Puede que suene algo tonto, pero realmente me siento poderoso— susurró con una sonrisa tonta. Hermione soltó una pequeña risilla.
Edmund prosiguió. A diferencia de Peter, pudo conseguir su varita adecuada a la segunda, luego de que la primera varita haya salido disparada, rebotando por todas las esquinas del polvoriento almacén apenas la tocó.
—Hmmm, madera de endrino, con núcleo de fibra de corazón de dragón, veintiocho centímetros— Olivabder miró de un extremo a otro la varita de Edmund, como si estuviera fascinado de su propia creación. Antes de decir algo, miró con ojos penetrantes al chico —es una varita digna de un guerrero, muy poco común, pero debes tener cuidado, muchacho, este tipo de varitas son más fáciles de usar en las artes oscuras... estoy lo bastante seguro de que no te gustaría involucrarte en eso.
—No, señor.
—Bien. Creo que es todo por ahora— concluyó. Peter y Edmund pagaron por sus varitas y salieron de la tienda algo extrañados por lo dicho.
Abandonaron pronto la tienda del señor Olivander y caminaron por un rato, hasta que Hermione se detuvo en seco, provocando que Harry se estampara contra la espalda de Peter.
—¡Oh, lo olvidé!— chilló mientras buscaba algo en su bolso —como en septiembre cumplo años, mis padres me dieron algo de dinero para comprarme lo que quisiera por adelantado— dijo, terminando de sacar un pequeño bolsito aterciopelado
—Deberías comprarte un libro— sugirió Ron, con la sonrisa más inocente que pudo fingir y las cejas levantadas.
—No... me gustaría comprar una lechuza— dijo pensativamente, sin prestar mucha atención a las palabras del pelirrojo. —como Harry tiene a Hedwig y tú a Errol...
—Errol no es mía— se apresuró a aclarar que la torpe y vieja lechuza no era suya —, es familiar. Lo que sí es mío es Scabbers.
Ron, como si fuera normal, sacó una pequeña rata de su bolsillo, se veía en mal estado y vieja, parecía que a la pobre le hubieran dado de a escobazos.
—¿La haz tenido metida en tu bolsillo todo este tiempo?— farfulló Edmund con algo de molestia —qué cruel eres
—¿Está enferma?— Peter preguntó, con una pequeña mueca observando como la flacucha rata se presionaba y ocultaba entre las manos de Ron —parece que está a punto de dar su último respiro.
—Si, pensaba llevarla a hacer un chequeo— concordó con Peter —creo que ir a Egipto le hizo mal.
—Pasamos por una tienda de animales hace un rato, podemos volver— Harry mencionó, totalmente ajeno a la plática.
Los cinco chicos dieron la vuelta y cruzaron la calle hasta llegar a la tienda mencionada por Harry, al entrar, inmediatamente los chillidos de los animales, olor a comida y polvo hostigaron todos sus sentidos. El lugar se oscurecía por todas las plumas, pelajes e incluso escamas qué se observaba dondequiera qué miraras.
Esperaron un rato a que la señora del mostrador atendiera a otra persona, mientras, Harry y Ron se entretuvieorn con dos ratones en una jaula, parecían tener una pelea. Edmund se fue al otro extremo de la tienda a observar unas boas qué se enrollaban entre sí. Tras Ron y Harry, Hermione y Peter comenzaron a observar toda la variedad de lechuzas y búhos qué habían.
—Esta es linda— dijo la chica observando una pequeña lechuza que ululaba impacientada en la jaula —pero algo inquieta
—¿Quieres una más tranquila?— Peter preguntó con un tono divertido en su voz
—Es mi rata— dijo Ron hacia la señora del mostrador, llamando la atención de los otros cuatro qué se amotinaron detrás de Ron —desde que llegamos de Egipto, esta algo descolorida
—¿Descolorida? ¡Está moribunda!— bramó Edmund, provocando que Ron le diera una mala mirada y Peter un buen codazo en las costillas.
—Bien, veamos que tiene— la bruja se colocó unas gafas gruesas y se inclinó sobre Scabbers quién se encogió en su lugar —Mmmh
Scabbers se removió un poco cuando la mujer la tomó entre sus manos y la acercó a su pálido rostro, examinandola.
—¿Qué edad tiene?
—No lo sé... es algo vieja, le perteneció a mi hermano mayor antes.
—Tal vez... unos doce años— murmuró Harry, la bruja lo miró con una ceja arqueada —creo...
La bruja siguió examinando la rata aún más, descubriendo su oreja partida y un dedito faltante. Miró de manera especulante al pelirrojo.
—Ya estaba así cuando mi hermano me la dio, ¿cierto?— Ron se apresuró a defenderse, girandose hacia Hermione y Harry para que corroboraran lo que había dicho, ellos asintieron apresuradamente mientras a su lado, Edmund negaba con la cabeza, decepcionado y ganándose otro codazo de Peter en las costillas.
—¡Ya deja de pegarme!
—¡Ya basta!— Hermione los reprendió en cuanto la mujer los miraba severamente, en cuanto Peter y Edmund recobraron la compostura, prosiguió.
—Es sorprendente que una simple rata de jardín haya vivido más de tres años por decir lo mucho. Algo mágico debe tener para que eso sea posible— halagó la bruja —de todos modos, si quieres una rata más duradera y sana, aquí tengo muchas de ellas...
—¡No quiero remplazar a Scabbers!— chilló Ron indignado, provocando que sus orejas se tornaran igual de rojas que su cabello por el leve enojo.
—Bien— la bruja soltó un suspiro resignado y se giró al estante detrás suyo, barrió el estante lleno de suplementos para mascotas y en cuanto encontró lo que buscaba, tomó la pequeña botella roja y se dio la vuelta colocandola a un lado de Scabbers —puedes darle este tónico para ratas.
—¡Perfecto! ¿Cuanto val...?— Ron gritó en cuanto algo grande saltó sobre ellos, provocando que soltara una grosería por el susto.
Algo rojo y peludo había saltado desde una de las jaulas que se encontraban hasta arriba, aterrizó en los hombros de Ron y saltó por sobre la cabeza de Peter, casi rozando su cara.
—¡Crookshanks, no!— gritó la anciana en cuanto el felino se abalanzó agresivamente sobre la desfallecida rata.
Scabbers en el susto y la adrenalina, saltó del mostrador, aterrizando en los tenis de Harry y corriendo por su vida fuera de la tienda.
Ron, igual de desesperado qué su rata, salió de la tienda como un rayo, casi chocando con la jaula de unos hamsters, Edmund y Harry compartieron una mirada antes de salir corriendo tras él, dejando al rubio y a la castaña solos en la tienda y a una apenada bruja tras el mostrador.
Tras un suspiro, Peter comenzó a reírse por la situación, Hermione lo observó con una mueca en su cara que ocultaba una sonrisa.
—¡No te rías!— dijo mientras le daba un pequeño manotazo en el brazo mientras su sonrisa crecía aún más —no es nada gracioso.
—¿Entonces porque sonríes?
—¡No estoy sonriendo!
Un sonoro maullido ahogó las carcajadas de Peter. En el mostrador, se encontraba el causante de todo el caos, un gran gato anaranjado, esponjoso y con grandes ojos cenizos, miraba fijamente a ambos muchachos, tratando de llamar su atención con maullidos y desfilando por la mesada de un lado a otro, ignorando como la anciana tras el trataba de reprenderlo.
—Oh... — un suspiro salió de los labios de Hermione, Peter la observó y la chica se veía tan encantada con el felino, sonrió en cuanto las mejillas de las castaña se tornaron rosáceas y sus ojos brillaron enternecida con la imagen del gran gato frente a ella.
—¿Esta a la venta?— ella preguntó, acariciando la cabeza del peludo quien disfrutaba de lss delicadas manos de Hermione. La bruja pareció notablemente sorprendida ante la pregunta y balbuceó algunas palabras antes de responder.
—Bueno... si. Jamás ha sido muy querida por los clientes. Prácticamente ha vivido aquí toda su vida— explicó la mujer mientras Hermione miró a la bola de pelos apenada —Realmente no se que sucedió ni porqué atacó a esa rata. Generalmente es muy tranquila.
—Creo que el mal estado y la presencia de Scabbers no le agradó mucho— soltó Peter pasando su mano lentamente por el lomo del animal. Era tan suave y esponjosa, que se le hacía difícil entender como un animal tan abrazable y esponjoso podría tener menuda cara de amargura.
Era una increíble combinación.
—Quisiera llevármela— Hermione dijo, provocando que el felino se acercara más a ella, casi tratando de trepar a sus brazos para que la alzara. —Ha estado mucho aquí, merece algo de cariño.
—¡Eso es increíble!— chilló la bruja de inmediato, parecía contenta de que alguien por fin se llevara a Crookshanks de ese lugar. Se giró hacia los estantes buscando rápidamente bolsas de comida, tomó una de ellas y la puso en el mostrador —¿comprarás comida también?
—¡Por supuesto!
Mientras Hermione recibía instrucciones sobre el comportamiento y cuidado de su nueva mascota, Peter aprovechó para acariciar un poco más al felino. La gran gatita se levantó aún postrada en el mostrador y como había hecho momento antes, comenzó a desfilar de un extremo a otro, presumiendo su alargada y peluda cola. Peter se inclinó más hacia ella, divertido por su comportamiento y, al pasar por su lado, Crookshanks deslizó su peluda cola sobre el rostro de Peter, provocando un sonoro estornudo de su parte.
En cuanto todo estuvo listo, Hermione regresó con bolas en las manos, con comida y algunos juguetes para la gata y una gran sonrisa adornando su rostro.
—¿Necesitas ayuda con eso?
—Si no es mucha molestia.
Antes de tonar las bolsas, Peter agarró el tónico de Ron y lo guardó en su bolsillo para entregárselo después, ambos salieron de la tienda y al haber cruzado la calle, se encontraron con un Ron algo despeinado tratando de tranquilizar a su nerviosa rata, y a Harry y Edmund tras de el, jadeantes por el maratón que habían corrido.
—¿Compraste a ese monstruo?— fue lo primero que dijo el pelirrojo, indignado mientras observaba a Crookshanks en Lo brazos de Hermione —¿Estas loca Hermione?
—Por favor, Ron. ¡Es una belleza — defendió abrazándola más fuerte
-¡Es un monstruo!
—No entiendo porque tan paranoico. De todos modos Scabbers dormirá en tu habitación y Crookshanks en la mía. Todo estará bien.
—Si, Ron. Todo estará bien— dijo Edmund con una pequeña sonrisa de oreja a oreja.
—No empieces— Ron lo amenazó, apuntando su índice en su dirección. Miró de nuevo a Hermione —Scabbers necesita paz y tranquilidad. Esa cosa lo matará.
—¡Esta cosa tiene nombre!
—¡No me importa!
Tras unos diez minutos de miradas fulminantes y gruñidos de molestia por parte de Ron. Llegaron al punto de encuentro con los demás, pero fue grande su sorpresa cuando solo se encontraba Arthur Weasley, charlando aninadamente con un hombre alto de cabello oscuro, usando una túnica escarlata oscura. A su lado, una hermosa mujer de cabello más claro, delgada y con una gran sonrisa en su rostro.
La mujer fue rápidamente hacia sus dos hijos y los envolvió en sus brazos.
—¿Qué están haciendo aquí? Creí que acompañarías a papá en esa cosa de misterios.
—Departamento de Misterios, Ed.
—Si. Eso.
—Molly nos escribió una carta. Nos parece bien que pasen el resto de las vacaciones en su casa— dijo Walter con una pequeña sonrisa mientras tomaba el hombro de Peter —así estaremos más seguros de que ustedes estarán seguros.
—¿Lo dices por ese hombre? — preguntó el rubio —¿Como dijiste que se llamaba? Sairus...
—Sirius Black. Y sí, aún no hemos podido dar con su paradero.
—El ministerio está de cabeza, es la primera vez que alguien escapa de Azkaban— añadió Arthur con preocupación en su rostro.
—Seguiremos trabajando duro para que Black sea detenido lo antes po…
El señor Pevensie dejó su oración al aire, percatandose de la presencia de Harry Potter tras Edmund junto a uno de los pelirrojos de Arthur.
—Harry Potter... ¿no?
—Mmm, si señor.
—Es un placer conocerte, muchacho— el señor Pevensie tendió su mano y estrrchó la del chico vigorosamente —realmente esperaba conocerte algún día en perdona— Miró hacia un lado, observando a la castaña, frunció el ceño con una mueca confusa dibujada. —¿Tú eres...?
—Hermione Granger, señor.
—Mmh, me eres algo familiar— murmuró, aún mirando a la chica, pasó su mirada a Harry y otra vez a Hermione, con esa mueca de confusión aún plantada en la cara —juraría qué te he visto alguna vez...
—Estoy segura de que no— dijo la chica incómoda, abrazando más a Crookshanks contra sí. Miró a Harry en busca de ayuda pero el estaba igual de confundido.
—Bueno, quizás sea una confusión.
Los jóvenes se observaron con confusión, tragándose el momento tan extraño. Unos momentos más tarde, la señora Weasley llegó con Ginny, Lucy y Susan llenas de bolsas con útiles y sus mochilas repletas de libros, tras ellas, Fred y George no paraban de parlotear y burlarse de Percy, quién había estado desde el día anterior con el pecho hinchado, jactandose de que había sido nombrado Premio Anual. Ron lo había denominado como "Presumido del Año"
•••
Luego de haber recogido todas sus cosas en el Caldero chorreante, se dirigieron hacia La Madriguera, Helen y Walter se despidieron de sus hijos allí, prometiendo estar el 1 de septiembre en la estación antes de ir a Hogwarts
Los Pevensie y Hermione no pudieron evitar deleitarse con el lugar, era acogedor y cálido, a pesar de que por fuera parecía que cualquiera de los pisos podría caerse en tan solo un soplido, la señora Weasley no tardó en aclarales que estaba sostenida con magia (para alivio de Susan) y no habría manera de que pudiera desplomarse.
Ginny alojó a las tres chicas en su habitación, la señora Weasley se había encargado de utilizar un hechizo duplicador para que cada una pudiera tener su cama, asimismo hicieron con Harry, Edmund y Peter.
En la noche, la señora Weasley preparó una deliciosa cena para todos, la mesa estaba llena de pláticas, risas y unas espléndidas albóndigas en salsa de cebolla.
Fueron infaltables las preguntas inusuales del señor Weasley sobre los artefactos muggles y Lucy estuvo encantada de contestar cada una de sus preguntas, también, los gemelos, Harry y Ron se enfrascaron en explicarle en detalle a Edmund las posiciones de un equipo de Quidditch, las reglas, las pelotas qué se usaban y el porqué serían campeones en el primer juego del año. Por otro lado Susan llenaba de preguntas a Percy sobre las reglas del colegio, algunas de sus experiencias como Prefecto y como era el nivel de severidad de cada profesor con respecto a las asignaturas. Por último, Molly contaba con nostalgia y emoción algunas de sus anécdotas cuando era adolescente en Hogwarts, maravillando a Ginny, Peter y Hermione con cada palabra. Se notaba lo mucho que la mujer extrañaba con anhelo los días en esa época antes del ascenso de Voldemort, estar con sus amigos y hermanos antes de que todo se volviera un caos.
La cena terminó, las chicas junto a la señora Weasley se encargaron de recoger los platos sucios de la comida, Molly enseñándoles un sencillo hechizo para fregarlos pero recordando, una vez más, que no debe utilizarse magia fuera de Hogwarts.
Una hora más tarde, Arthur y Molly decidieron ir a dormir, no sin antes dejarles una advertencia de que no se fueran a la cama tan tarde, por su parte, Percy se encerró en su habitación para comenzar uno de sus nuevos libros y los gemelos se perdieron en las escaleras directo hacia el tercer piso, hablando sobre un nuevo invento para alguna de sus bromas.
Los chicos más jóvenes se quedaron en la sala de estar, sentados en el suelo alrededor de la pequeña mesa de té, ya empijamados, tomando una taza de chocolate caliente que Ginny había preparado y riendo a carcajadas sobre un recuerdo protagonizado por Ron.
Ginny bajó de las escaleras, había sido la última en ponerse la pijama. En su mano traía la mochila de Hermione, quien se la había pedido para darle unos premios a Crookshanks qué tenía guardados dentro de etaa y en cuanto se la entregó, se sentó a su lado rascando la cabeza de la gata qué se encontraba en el regazo de su dueña.
—Gracias, Gin— agradeció y comenzó a buscar uno de los tantos bocadillos que le había comprado a su gata, cuando se la dio, Crookshanks la ssboreó con satisfacción mientras disfrutaba de las caricias de la pelirroja.
—Más te vale mantenerla así, Scabbers no ha querido salir de su jaula debido a ese monstruo — bufó Ron, echándole una desagradable mirada al felino qué no se tomó la molestia de prestarle atención.
—Ya te dije que no le digas así.
—No me importa— soltó. Llevó su mirada hacia la mochila de su amiga, notando un pequeño trozo de papel que sobresalía de uno de los bolsillos pequeños. Se estiró hacia el y lo tomó rápidamente —¿Qué es esto?
—¡Ron, dame eso! — saltó sobre él, inmediatamente reconoció el papel. Crookshanks saltó hacia las piernas de Ginny por el susto y los demás simplemente observaba como ambos forcejeaban por el trozo de papel.
—¿Qué es esto?
—¡No es tu problema, dámelo!
—¡No hasta que me dejes leerlo!
—¡Ron, dane el maldito papel!
Siguieron forcejeando hasta que Ron tuvo la oportunidad de librarse de las garras de Hermione. Se levantó y se alejó, desdoblando el papel, Hermione no tardó en levantarse y tratar de perseguirlo alrededor de los mueble.
—Queridos señores Granger — comenzó Ron, yendo de una lado a otro, tratando de evitar de que Hermione lo alcanzará. —encomendamos a ustedes…
Ron se detuvo, terminó de leer en silencio el papel, perplejo con lo que se leía el resto de las palabras. Miró hacia el frente, Hermione estaba encogida en su lugar, mirando a los cuadros familiares que estaban colgados en la pared mientras una lagrima bajaba por su mejilla.
—¿Qué es lo que dice?
La pregunta de Susan quedó en el aire, incapaz de ser contestada.
Ron caminó lentamente hacia Hermione, con un deje de tristeza, le entregó el pedazo de papel a Hermione, apenado.
—Lo siento, yo no… no debí leerlo— murmuró con la cabeza gacha. Hermione lo tomó resignada, dándole una sonrisa apagada. Ron no era de los que usualmente se disculpaban y el hecho de que lo hubiera hecho, lo agradeció.
—¿Esta todo bien, Hermione? — Harry preguntó, preocupado por su amiga.
—¿Recuerdas que te dije que tenía que contarte algo? — Harry asintió —es esto. Por esto estaba enojada con mis padres.
Lucy miró a sus hermanos. Por último miró a Ginny, buscando alguna respuesta en su mirada pero la pelirroja estaba igual de intrigada y confundida qué ellos.
Hermione se sentó en su lugar, siendo imitada por Ron, carraspeó incomoda por las miradas a su alrededor y luego de tomar una gran bocanada de aire, comenzó a leer la dichosa carta.
—Queridos señores Granger…
•••
AAAAAAA, siento que se me hizo eterno este capítulo y aún así, siento que no quedó muy bien, aparte de aburrido.
El próximo no será tanto, lo prometo.
Realmente lamento mucho la demora , como saben, sufro de falta de inspiración, pero de verdad espero que les haya gustado en lo que va.
En otras noticias, vengo a recomendarles una increíble historia de un increíble escritor.
folkloregryffindor tiene una historia increíble llamada BEYOND TIME, un crossover de Las crónicas de Narnia y Harry Potter, la historia está en proceso y de lo que va, ha sido una maravilla leer. También en su perfil pueden encontrar The life of a Víctor, un fanfic ambientado en los juegos del Hambre. Así que no olviden seguir a esta maravilla de escritor y darle una oportunidad a sus historias.
Por ahora, esperen pronto el próximo capítulo de esta, procuraré no tardar demasiado. No olvides comentar que te ha parecido, críticas, sugerencias y opiniones y votar.
Los quiere mucho…
VENUS 💌
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