
𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐈𝐈𝐈
❝ NOCHE DE SECRETOS ❞
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El frío en Privet Drive era demasiado denso, los arbustos qué se encontraban en los jardines de la casas se tambaleaban ligeramente con la fresca brisa de la noche.
Mientras algo redondo sobre volaba en el cielo chillando y gritando por auxilio, dos chicos caminaban con sus pertenecías hacia la parada de autobús.
Harry puso su baúl y la jaula de su lechuza sobre la acera mientras se sentaba sobre la misma y Hermione imitandolo
—Lo siento— soltó Harry después de unos minutos. Hermione lo miró confundida —Siento que hayas tenido que presenciar todo eso. No fue una buena primera impresión.
Hermione lo miró con ternura y posó su mano sobre el hombro de Harry. Ella más que nadie sabía por lo que el pobre chico sufría con sus tíos y entendía a la perfección el hecho de que Harry ya no aguantaba estar un minuto más en esa casa.
—No tienes porque disculparte, Harry. Nada de esto es tu culpa.
Harry le regaló una pequeña sonrisa que la chica le devolvió.
Giró su atención al escuchar un ruido por uno de los arbustos, se levantó de la acera y trató de enfocar su vista al distinguir lo que parecía ser, ¿ojos?
—¿Qué sucede?
Ignoró la pregunta de Hermione, sacando la varita de su bolsillo apuntando hacia el arbusto qué estaba del otro lado de la calle. Empujó a Hermione tras él en cuanto el arbusto comenzó a moverse con más intensidad y aquellos ojos amarillos se hacían más visibles entre las hojas.
La vista de Harry se tornó borrosa, provocando qué apretara sus ojos con fuerza al sentirse mareado, una dolorosa punzada se instaló en su cabeza, se llevó una mano a la cicatriz por inercia.
Pero esta vez no es la cicatriz la qué le dolía.
—¿Harry? ¿Qué sucede, estas bien?— Hermione se arrodilló junto a Harry en cuanto esté de tropezó con su propio baúl al perder el equilibrio, el chico solo soltaba quejidos mientras tocaba su frente al sentir tan insoportable dolor.
De un tirón, Harry levanto la cabeza mirando hacia el cielo, su mirada estaba perdida y parecía no poder escuchar los gritos de preocupación de su amiga.
Imágenes borrosas pasaron por la mente de Harry, gritos y llanto. Eran tan rápidas y repentinas qué apenas y podía distinguir lo que veía.
Pero de entre todas esas borrosas visiones, solo una quedó en su mente.
Una mujer.
El chico se reconpuso, el sudor frío corría por toda su frente y cuello.
Antes de que Hermione pudiera decirle algo más, un gran autobús morado hizo presencia frente a ellos, casi arrollando a la chica que pudo apartarse a tiempo.
El autobús era inmenso, de un morado llamativo y contando con tres pisos.
Un joven bajó del autobús, con una expresión despreocupada, era pálidos y delgado, con muchos granos en la casa y el cabello castaño
—Bienvenidos al autobús noctambulo, transporte de emergencias para el mago o bruja abandonados. Me llamo Stan Shunpike y seré su guía esta noche — el muchacho levantó la vista y observó como el chico se encontraba en el suelo todavía —¿Qué haces ahí?
—Me caí.
—¿Y para que caíste?
—Fue un accidente— contestó molesto mientras Hermione ayudaba a levantarlo.
Harry se inclinó a un lado para observar si lo que sea que había visto en el arbusto, seguía ahí. Regresó su vista hacia Hermione quien le daba su mochila y la jaula de Hedwig a Stan.
Ambos chicos entraron al autobús, confundidos al notar camas esparcidas por todo el espacio es vez de asientos. Lo curioso era que si habían personas durmiendo en ellas.
—¿Cuánto por ir a Londres? Específicamente a Hampstead, en la calle Heathgate— Hermione preguntó
—Un poco lejos, tal vez trece sickles cada uno. Por quince agregas una taza de chocolate y por dieciocho una bolsa de agua caliente y un cepillo de dientes del color que quieras...
Harry miró a Hermione con una mueca y antes de que Hermione pudiera meter la mano en su bolsillo, Harry ya había pagado por ambos.
Stan observó a ambos chicos con los ojos entrecerrados.
—¿Son hermanos?— ambos negaron —¿Como dijeron que se llamaban?
—No te lo dijimos— Contestó Harry mientras disimuladamente cubría la cicatriz con el cabello.
El autobús noctambulo era un completo desastre, aunque los muggles no podían verlo, estuvieron a punto de atropellar a una pobre anciana qué cruzaba la calle y, en variadas ocaciones Harry se estampó de lleno en una de las ventanas y Hermione cayó encima de una mujer maloliente qué roncaba en una de las tantas camas.
Después de algunos minutos, Harry observó como Stan comenzaba a leer el periódico de El Profeta y el nombre del encabezado llamó su atención.
—Ese hombre, ¿Quien es? Salió en el telediario de los muggles.
—Claro que lo hizo. Es el asesino Sirius Black— Harry y Hermione se dieron una mirada ante el tono de suspenso qué había utilizado el muchacho —mató a trece muggles sin piedad y era partidario de Quien-tu-sabes.
—¿Era su seguidor?— Hermione preguntó
—Si. Dicen que cuando el niño Potter lo derrotó, todos los suyos escaparon, pero Black no lo hizo. Hay rumores de que él era su mano derecho. Cuando pudieron encontrarlo y le preguntaron lo único que hizo fue reírse— Stan sonrió de una manera tan extrañan qué Hermione tomó el brazo de Harry inconscientemente —debe ser un genio. Es la primera vez que alguien se fuga de Azkaban.
—Eso no lo convierte es un genio, lo convierte en un dmenete.
Stan se encogió de hombros despreocupadamentr ante el comentario de la chica.
—Opiniones diferentes niña.
Harry se quedó observando la foto en movimiento del hombre ignorando la discusión entre Stan y Hermione. El tal Sirius Black parecía un auténtico vampiro, como los que había visto en sus clases de Defensa contra las artes oscuras. Su piel era tan pálida, las bolsas oscuras bajo sus ojos y los amarillentos dientes lo hacían ver decrepito y lo único que parecía tener vida en él eran sus ojos.
En cuanto llegaron a su destino, bajaron rápidamente del autobús. Harry caminó tras Hermione al ser ella quien guiaba en la amplia calle que a esas alturas de la noche, se encontraba desolada.
—Aún no me has dicho adonde vamos— reprochó mientras intentaba seguirle el paso.
—A mi casa, por supuesto.
Hermione se detuvo y Harry pudo apreciar una casa de tonos claros frente a ellos, era de dos pisos, muy hermosa a su parecer.
—Llegamos.
—No te noto muy feliz por llegar— notó la mueca qué Hermione tenía en la cara, era evidente que no quería entrar.
—Es porque no lo estoy.
Caminaron por el angosto camino de piedras qué terminaba en la puerta de entrada, Hermione sacó sus llaves y las metió lentamente en la cerradura, al abrir la puerta dejó entrar primero a Harry, colocando su dedo índice en sus labios en señal de que no hiciera ruido.
Cerró la puerta con demasiada cautela y en puntillas, caminaron por el oscuro pasillo, subieron las escaleras qué probablemente dirigían a la habitación de Hermione.
Hermione apretó los ojos con fuerza cuando inesperadamente, la luz se encendió, ambos miraron hacia la sala de estar donde Adam Granger estaba parado en la sala, con la mano derecha en el interruptor de la luz y la izquierda sosteniendo un vaso de agua, una expresión de severidad adornaba su rostro.
—Hola, papá.
Se tiró al sofá soltando un suspiro cansado y cerró los ojos con satisfacción cuando sintió su espalada relajada. Estaba demasiado exhausto y el gruñido de sus estómago no ayudaba mucho.
Observó como su hermana menor se sentó frente a él con un libro en las manos.
—¿Qué estás leyendo estas vez, Su?— preguntó recostandose más en el sofá.
—Mujercitas.
—¿Otra vez?
—Sip.
—Mamá te trajo como cinco libros nuevos, ¿por que no los lees?
—Me gusta este, es mi favorito. Además lo estoy releyendo por nostalgia— Susan no despegó su mirada del libros, no fue hasta que Peter soltó una ligera risa —¿Qué es tan gracioso?
—Nada.
Susan rodó los ojos y siguió leyendo. Helen y Walter aparecieron en la estancia con sus abrigos puestos y una Lucy tras ellos rogando y suplicando qué la llevarán.
—¿Adonde van?— preguntó Edmund bajando las escaleras, había estado terminando de acomodar sus cosas en la habitación de él y Peter.
—Me llamaron urgente del trabajo, parece que hay problemas— contestó el mayor colocándose una bufanda roja con franjas amarillas. Peter se sentó en el sofá confundido.
—¿A esta hora? Son las diez de la noche.
—Es algo urgente. No nos esperen despiertos— contestó Helen poniendo un gorro de lana en su cabeza —su cena ya esta lista niños, solo deben calentarla.
Los cuatro chicos se miraron entre sí, era extraño qué salieran a altas horas de la noche por "una urgencia del trabajo" simplemente algo inusual.
Walter abrió la puerta para que ambos salieran de la casa, pero antes de que pudiera poner un pie afuera, un ave entró disparada a la casa, rozando la cabeza de Walter por poco.
La familia quedó consternada ante el repentino suceso, la pequeña Lucy se acercó al ave con una sonrisa de fascinación.
—Es una lechuza— se volteó hacia su familia con una gran sonrisa, su expresión cambió cuando se percató de la carta de el ave traía en el pico y la tomó mostrándola a los presentes.
—¿Qué es eso?— Sussn se acercó a la niña para observar la carta.
Helen casi tambaleó al reconocer el sello qué la carta traía, instintivamente miró a su esposo quien tenía una expresión de preocupación grabada en el rostro.
No podía estar pasando.
No a ellos, ¿por qué a sus hijos?
Había hecho todo lo posible para que esa maldita carta no llegara a manos de sus hijos. ¿Por que aparecía ahora que había decidido tener una nueva y mejor vida para sus hijos?
Walter Pevensie sabía en lo más recóndito de su corazón que este momento llegaría, pero había evitado por varía años que sucediera.
¿Por que esta vez sería diferente?
El sonido de una rasgadura interrumpió su crisis interna y sin previo aviso, Edmund había tomado y rasgado la carta para leer el contenido.
—Estimados Peter, Susan, Edmund y Lucy Pevensie, nos complace informarles que han sido aceptados en Hogwarts. Colegio de magia y hechicería...
Ambos se encontraban sentados frente a los padres de Hermione, Harry golpeaba su pie ansiosamente contra el suelo ante los nervios que sentía y Hermione se estrujaba las manos mirando a todas partes menos a sus padres.
—¿Y bien? Sigo esperando una explicación, Hermione— demandó Mary con los brazos cruzados —Como es que desapareces desde la mañana sin avisarnos nada y de repente tu padre te encuentra escabullendo a un chico a tu habitación... ¡A las diez de la noche!
—Si lo pones de esa manera se ve mal— murmuró
—Hermione.
—¡Esta bien! El es Harry Potter, mi mejor amigo — sus padres se sorprendieron ante la respuesta, claro que sabían sobre el chico. —fui a visitarlo esta mañana porque es su cumpleaños, pero tuvo un problema con sus tíos... Así que decidí traerlo.
Mary miró a su esposo aun sorprendida, sabía la situación de Harry con su familia y la entendía.
Adam sonrió hacia el chico y se levantó para poner una mano en su hombro.
—Eres bienvenido a quedarte el tiempo que necesites, Harry.
—Muchas gracias señor Granger, pero no quisiera molestar...
—Tonterías, cualquier amigo de Hermione es bienvenido— Mary se acercó a él con una pequeña sonrisa y luego miró a su hija —Cariño, prepara la habitación de invitados para que Harry pueda dormir cómodo.
Hermione asintió y subió las escaleras rápidamente hacia el segundo piso.
—De verdad muchas gracias, enserio no quisiera molestar.
—No es molestia, hijo. Siéntete como en tu casa.
El chico sonrió hacia los padres de Hermione, luego miró hacia ellos con una duda surgiendo en su cabeza.
—Disculpen, pero habían dicho que Hermione no les avisó qué iría a mi casa— indagó confundido
—Es cierto, al despertar esta mañana Hermione ya no estaba, nos preocupamos mucho— dijo Mary suspirando cansadamente —la buscamos por toda la colonia hasta que encontramos una de tus cartas en su habitación, supimos que iría a tu casa.
Harry asintió confundido.
¿Por que Hermione se escaparía de su casa de esa manera? No era algo que ella hiciera.
¿Tendría algo que ver con lo que ella tenía que decirle?
Hermione bajó de las escaleras avisando que la habitación donde dormiría Harry estaba lista.
—Será mejor que vayan a descansar. Debió ser una noche ajetreada para ambos— Adam miró a Hermione de reojo —y tu y yo hablaremos mañana, señorita.
Hermione rodó los ojos y tomó su mochila y la jaula de Hedwig para llevarlos arriba con Harry tras ella.
—Buenas noches, niños y Feliz cumpleaños, Harry.
—Peter, Susan, Edmund y Lucy se encontraban sentados en el Sofá, mientras Helen miraba a su esposo preocupada al mismo tiempo que Walter caminaba de un lado a otro tratando de que su cerebro formulara alguna mentira tan creíble como para que Susan no hiciera preguntas al respecto.
—¿Entonces, vas a explicarnos o seguirás caminando de un lado a otro hasta abrir una zanja en el suelo?
Walter soltó un suspiro frustrado ante la pregunta de Edmund, se sentó frente a sus cuatro hijos y soltó la sopa.
—Son magos.
—¿Disculpa?
—Niños se que suena como una locura, pero es la verdad. Ustedes cuatro son magos... Al igual que yo.
—¿Sabes? Suenas igual que Lucy de hace tres años— le contestó Susa con una mueca provocando qué Lucy le diera un leve empujón.
—¿No crees que ya estas muy grande para creer en esas cosas, papá?— Peter se levantó del sofá con un suspiro —Ya es tarde para bromas.
Walter miró a su hijo indignado y rápidamente metió la mano en el bolsillo interior de su abrigo, sacando de este un alargado palo de madera, apuntó hacia su hijo y gritó.
—¡Levicorpus!
Antes de que Peter pudiera girarse tras el grito de su padre, sintió como una fuerza tiró de su tobillo hacia arriba, dejándolo de cabeza.
Los tres chicos miraron a su padre con sorpresa observando como apuntaba a Peter con la extraña ramita
—¿Pero que- ¿Qué estss haciendo? ¡Bajame!— Peter gritó desperado mientras se movía frenéticamente, parecía como si una mano invisible los sujetará de los tobillos.
—Liberacorpus— pronunció, Peter cayó al suelo estrepitosamente y de un saltó se levantó hecho una furia mientras arreglaba sus ropas.
—¡¿Como hiciste eso?!— demandó —¿Estas loco?
—Con esto; es una varita— alzó el palo de madera con una sonrisa hacia sus niños, quienes no podían siquiera formular una palabra del asombro —con esta cosa puedo hacer cualquier hechizo, conjuro o encantamiento. Se los dije; soy un mago... Y ustedes también.
—¿Por que nunca nos lo dijiste?— Edmund preguntó con algo de molestia.
—Lamento mucho no haberselos Contado antes, niños. Solo quería protegerlos de todo ese mundo. Creí que mantenerlo en secreto era lo mejor.
—¿Lo mejor? Nos haz ocultado qué somos magos todo este tiempo— Peter demandó consternado.
—Chicos entiendan, su padre solo quería protegerlos— Helen se acercó a los chicos calmadamente —el mundo mágico no es muy seguro para ustedes.
—Todo esto es ridículo. ¿Qué más nos haz estado ocultando? — Edmund estaba furioso, odiaba demasiado las mentiras y saber que sus padres habían mentido literalmente toda su vida... Era una golpe bajo.
—Tal vez esto no sea tan malo— Lucy habló por primera vez. Todos los presentes la miraron con atención. —lo que quiero decir es... Que tal vez esto pueda ser una gran oportunidad. ¡Fuimos admitidos en una escuela de magia! ¿No es eso fantástico?
Susan, Peter y Edmund se miraron entre sí ante las palabras de la pequeña Lucy. Tal vez ella tenía razón, tal vez no la tenía
—He pasado todos estos años evitando qué esa carta llegará a ustedes— confesó Walter con un tono de tristeza —ahora que saben la verdad, tal vez sea apropiado qué ustedes decidan qué hacer al respecto.
—Qué considerado.
Helen miró con reproche a Edmund por su comentario sarcástico.
—La decisión esta en sus manos, chicos. Ustedes deciden si ir o no a Hogwarts.
Capitulo dedicado a salemquierellorar
De no haber sido por tu comentario, se me habría olvidado por completo actualizar, besos!
Y bueno señoras y señores, después de casi dos meses he actualizado.
Se que aun no hemos llegado a lo emocionante pero les pido que tengan paciencia, en verdad quiero hacer de esta versión una mejor y más desarrollada. Para el cuarto capitulo ya comienza lo bueno.
Qué opinan sobre el capítulo? Les gustó? Leo comentarios y opiniones!
Qué piensan de Walter Pevensie?
Qué piensan sobre los psdres de Hermione?
No olviden comentar y dejar su voto. Los tkm<3
Sin más que decir, me despido.
VENUS💌
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