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Capitulo 57
【 El Comienzo 】
La nieve caía lentamente, el viento apenas soplaba y el bosque silbaba con tristeza, Nymeria avanzó y noto sus botas hundirse en la nieve, se detuvo observando que seguía las pisadas de alguien desconocido, la curiosidad se expandió en cada parte de su ser, continuó su caminata por el nevado bosque, inhalando el aire frío que golpeaba levemente su rostro, extrañamente no le molestaba, sus continuos pasos dieron con una par de gotas de escarlatas en la nieve esparcidas en distintas direcciones, las pisadas habían perdido rumbo, algo no andaba bien, siguió su camino con el corazón latiendo desbocado en su pecho mientras mas y mas grande se volvían las gotas escarlatas.
Una pequeña figura corrió por entre los árboles acaparando la atención de joven princesa, por entre la ramas la vio, era una niña, a simple vista no pasaba de los cinco años, el viento frío comenzó a calar sobre las mejillas de Nymeria, la niña no se movió por el contrario se quedó en su lugar observando algún posible movimiento de la princesa. — ¿Estás bien?. — preguntó Nymeria, la niña no se movió.
Nymeria también noto su piel levemente azulada y sus ojos, eran más azules que el mar mismo, un liquido color negro se asomo por su boca, Nymeria retrocedio, la niña dejo escapar un extraño ruido antes de echarse a correr en direccion a la princesa, eso ya no era una niña, con el corazon latiendo a mil, la joven Targaryen quizo salir corriendo, pero uno tras o otro se levanto de entre la nieve, retorciendose y buscando que morder.
Algunos apenas comenzaban su estado de descomposición, otros estaban frescos, recién levantados, violando toda religión, creencia o magia, seres dispuestos a ultrajar cada significado de vida, Nymeria noto que los más avanzados reflejaban una mirada de vacío interminable con un azul negroso inyectado en sus ojos, la princesa buscó a su alrededor una salida pero solo lo vio a él a lo lejos, el otro.
Intentó correr pero algo tomó el pie de Nymeria, la joven bajó la mirada encontrando lo peor que pudo imaginar, era Cedric Diggory…
Los gritos de Nymeria inundaron la habitación de Daenyra, la mujer intentó calmar desesperadamente a su hija, que pataleaba y se retorcía. — ¡Nymeria despierta! .— gritaba tomándola por los hombros, cuando Nymeria reaccionó se soltó a llorar en el pecho de su madre. — Tranquila mi amor, mamá está contigo. — susurraba acariciando el cabello de la joven princesa.
—Ellos vendrán… — comenzó a murmurar Nymeria. — ellos vendrán… él vendrá…
—Voldemort no nos hará daño Nyny, te lo prometo. — Nymeria volvió a sollozar.
Durante la cena, Harry observó con preocupación el rostro cansado de Nymeria, apartó la vista de la mesa de Slytherin cabizbajo, Hermione y Ron intercambiaron miradas, el pelinegro deseaba poder cargar con todo, odiaba verla así, odiaba recordar cada palabra que Voldemort le dijo, mordió su tostada con un ligero sabor amargo, le habían concedido el título de vencedor del Torneo de los Tres Magos y lo hacía sentir jodidamente mal, ese título le correspondía a Cedric Diggory. — No está durmiendo bien. — murmuró Harry clavando el tenedor con coraje en la comida, había pasado un mes desde entonces.
— No es culpa tuya Harry…
— Si, es mi culpa Hermione, en primer lugar no merecía estar ahí y… — prefirió llevarse la comida a la boca y masticar con sentimiento que decirlo, plantó la vista al frente, el auténtico Ojoloco Moody estaba allí sentado, con el ojo mágico y la pata de palo puestos en su sitio. Parecía extremadamente nervioso, y cada vez que alguien le hablaba daba un respingo. La silla del profesor Karkarov se encontraba vacía.
Madame Maxime seguía allí. Se había sentado al lado de Hagrid. Hablaban en voz baja. Más allá, junto a la profesora McGonagall, se hallaba Daenyra, su madrina miraba con indecisión su plato de comida, a su lado se encontraba Snape. Sus ojos negros miraban de reojo a Daenyra. Era difícil interpretar su expresión, pero no parecía tan antipático y malhumorado como siempre.
Había algo diferente,pero su mente no dejaba de formular preguntas, ¿Qué sería lo que Snape había tenido que hacer, por orden de Dumbledore, la noche del retorno de Voldemort? Y ¿por qué... ? ¿Por qué estaba tan convencido Dumbledore de que Snape se hallaba realmente de su lado? ¿Había entrado en contacto con los mortífagos, tal vez? ¿Había fingido que nunca se había pasado realmente al bando de Dumbledore, que había estado esperando su momento, como el propio Voldemort?
Harry regresó la vista hacia Nymeria, quien le sonrió, se la devolvió sin pensarlo dos veces.
—El fin de otro curso —dijo Dumbledore, mirándolos a todos.
Hizo una pausa, y posó los ojos en la mesa de Hufflepuff.
—Son muchas las cosas que quisiera decir esta noche —dijo Dumbledore—, pero quiero antes que nada lamentar la pérdida de una gran persona que debería estar ahí sentada —señaló con un gesto hacia los de Hufflepuff—, disfrutando con nosotros este banquete. Ahora quiero pedirles, por favor, a todos, que se levanten y alcen sus copas para brindar por Cedric Diggory.
Así lo hicieron.
—Por Cedric Diggory.
—Cedric ejemplificaba muchas de las cualidades que distinguen a la casa de Hufflepuff —prosiguió Dumbledore—. Era un amigo bueno y leal, muy trabajador, y se comportaba con honradez. Su muerte nos ha afligido a todos, lo conocieran bien o no. Creo, por eso, que tienen derecho a saber qué fue exactamente lo que ocurrió.
Harry levantó la cabeza y miró a Dumbledore.
—Cedric Diggory fue asesinado por lord Voldemort.
Un murmullo de terror recorrió el Gran Comedor. Los alumnos miraban a Dumbledore horrorizados, sin atreverse a creerle.
—El Ministerio de Magia —continuó Dumbledore— no quería que se los dijera. Es posible que algunos de sua padres se horroricen de que lo haya hecho, ya sea porque no crean que Voldemort haya regresado realmente, o porque opinen que no se debe contar estas cosas a gente tan joven. Pero yo opino que la verdad es siempre preferible a las mentiras, y que cualquier intento de hacer pasar la muerte de Cedric por un accidente, o por el resultado de un grave error suyo, constituye un insulto a su memoria.
En aquel momento, todas las caras, aturdidas y asustadas, estaban vueltas hacia Dumbledore.
—Hay dos personas más a quien debo mencionar en relación con la muerte de Cedric—siguió Dumbledore—. Me refiero, claro está, a Harry Potter y la princesa Nymeria Targaryen.
Un murmullo recorrió el Gran Comedor al tiempo que miraban en dirección a Harry después a Nymeria para mirar otra vez a Dumbledore.
—Ambos lograron escapar de Voldemort —dijo Dumbledore—. Arriesgaron su vida para traer a Hogwarts el cuerpo de Cedric. Mostraron, en todo punto, el tipo de valor que muy pocos magos han demostrado al encararse con lord Voldemort, y por eso quiero alzar la copa por ellos.
Dumbledore se volvió hacia Harry y Nymeria con aire solemne, y volvió a levantar la copa. Casi todos los presentes siguieron su ejemplo, murmurando sus nombres como habían murmurado el de Cedric, y bebieron a su salud. Pero, a través de un hueco entre los compañeros que se habían puesto en pie, Harry vio que Malfoy, Crabbe, Goyle y muchos otros de Slytherin permanecían desafiantemente sentados, sin tocar las copas. Dumbledore, que a pesar de todo carecía de ojo mágico, no se dio cuenta.
Cuando todos volvieron a sentarse, prosiguió:
—El propósito del Torneo de los tres magos fue el de promover el buen entendimiento entre la comunidad mágica. En vista de lo ocurrido, del retorno de lord Voldemort, tales lazos parecen ahora más importantes que nunca.
Dumbledore pasó la vista de Hagrid y Madame Maxime a Fleur Delacour y sus compañeros de Beauxbatons, y de éstos a Viktor Krum y los alumnos de Durmstrang, que estaban sentados a la mesa de Slytherin.
—Todos nuestros invitados —continuó,— han de saber que serán bienvenidos en cualquier momento en que quieran volver. Les repito a todos que, ante el retorno de lord Voldemort, seremos más fuertes cuanto más unidos estemos, y más débiles cuanto más divididos.
»La fuerza de lord Voldemort para extender la discordia y la enemistad entre nosotros es muy grande. Sólo podemos luchar contra ella presentando unos lazos de amistad y mutua confianza igualmente fuertes. Las diferencias de costumbres y lengua no son nada en absoluto si nuestros propósitos son los mismos y nos mostramos abiertos.
»Estoy convencido (y nunca he tenido tantos deseos de estar equivocado) de que nos esperan tiempos difíciles y oscuros. Algunos de ustedes, en este salón, han sufrido ya directamente a manos de lord Voldemort. Muchas de sus familias quedaron deshechas por él. Hace una semana, un compañero suyo fue asesinado.
»Recuerden a Cedric. Recuérdenlo si en algún momento de su vida tienen que optar entre lo que está bien y lo que es cómodo, recuerden lo que le ocurrió a un muchacho que era bueno, amable y valiente, sólo porque se cruzó en el camino de lord Voldemort. Recuerden a Cedric Diggory.
El baúl de Harry estaba listo. Hedwig se encontraba de nuevo en la jaula, y la jaula encima del baúl. Con el resto de los alumnos de cuarto, él, Ron y Hermione aguardaban en el abarrotado vestíbulo los carruajes que los llevarían de vuelta a la estación de Hogsmeade.
—¡Harry!
Miró a su alrededor. Fleur Delacour subía velozmente la escalinata de piedra para entrar en el castillo. Tras ella, vio a Hagrid ayudando a Madame Maxime a hacer recular dos de sus gigantescos caballos para engancharlos: el carruaje de Beauxbatons estaba a punto de despegar.
— Nos volveremos a ver, espero — dijo Fleur, tendiéndole la mano al llegar ante él—. Quiero encontrar trabajo aquí.
—Ya es muy bueno —señaló Ron con la voz ahogada.
Fleur le sonrió. Hermione frunció el entrecejo.
—Adiós, Harry —se despidió Fleur, dando media vuelta para irse—. ¡Ha sido un placer conocerte!
— Voy a ponerme muy celosa. — la voz de Nymeria lo hizo darse la vuelta, el ánimo de Harry se elevó, no habían hablado mucho en días, asumió incluso que ya se había marchado junto a Daella y Daenyra.
— Pensé que ya te habías ido. —murmuró Harry viendola maravillado.
— ¿Sin despedirme? — preguntó avanzando hacia él. — eso jamás. — después miró a Hermione y Ron. — Espero que la suerte nos premie con vernos durante el verano.
— Dumbledore no me permitió ir a Dragonstone con ustedes, debo ir con los Dursley…
— Ten paciencia. — murmuró Nymeria tomando la mano de Harry.
Los cuatro clavaron la vista en los estudiantes de Durmstrang.
—Me pregunto cómo volverán los de Durmstrang —comentó Ron—. ¿Crees que podrán manejar el barco sin Karkarov?
—Karkarov no lo manejaba —dijo una voz ronca—. Se quedaba en el camarote y nos dejaba hacer el trabajo. —Krum se había acercado para despedirse de Hermione—. ¿Podríamos hablar? —le preguntó.
—Eh... claro... claro... —contestó Hermione, algo confusa, y siguió a Krum por entre la multitud hasta perderse de vista.
—¡Será mejor que te des prisa! —le gritó Ron—. ¡Los carruajes llegarán dentro de un minuto!
Nymeria negó divertida, recargó su cabeza en el hombro de Harry y él la abrazó sin apartar la vista de Hermione y Krum, parecía un hermano sobreprotector. No tardaron en volver. Ron observó a Hermione, pero su rostro estaba impasible.
—Me agradaba Diggory —le dijo Krum a Harry de repente—. Siempre era amable conmigo. Siempre. Aunque yo estuviera en Durmstrang, con Karkarov —añadió, ceñudo.
—¿Tienen ya nuevo director? —preguntó Harry.
Krum se encogió de hombros. Tendió la mano como había hecho Fleur, y estrechó la de Harry y la de Ron.
Ron parecía inmerso en una lucha interna. Krum ya se iba cuando él le gritó:
— ¿Me firmas un autógrafo?
Hermione se volvió, sonriendo, y observó los carruajes sin caballos que rodaban hacia ellos, subiendo por el camino, mientras Krum, sorprendido pero halagado, le firmaba a Ron un pedazo de pergamino.
Nymeria abrazo a Hermione prometiendo escribirse hasta que Hermione pudiera ir a Dragonstone, con Ron no se despidió pues pronto se verían, los Weasley irían con la Orden hasta el castillo de Aegon El Conquistador, castillo que fue proporcionado como una guarida para las reuniones de la Orden, había mucho por trabajar para que funcionara, finalmente abrazó a Harry, se quedaron allí más de lo debido al separarse beso su mejilla.
Entre Ron y Harry subieron los baúles, Nymeria le sonrió a Harry, pero antes de que subiera al carruaje, la rubia lo detuvo.
— ¡Harry! . — el pelinegro la miro.— Tu pregunta durante el baile de invierno… la escuche y quizá no es necesario pero, acepto ser tu novia Harry.
Los ojos verdes del muchacho se iluminaron, regreso dando grandes pasos y plantó sus labios sobre los de ella, la princesa correspondió atrayendo más hacia ella, Harry colocó sus manos en la cintura de la joven abrazándola contra el, recordaron el beso después de la primera prueba, sus escapadas en los pasillos, su cita en el salón de astronomía, su viaje a Dragonstone, al separarse Harry junto sus frentes. — Prometo escribirte, te quiero Ny.
— Te quiero Harry. — respondió Nymeria mirándolo a los ojos.
— ¡Oigan, se que quieren seguir besuqueandose pero… el carruaje ya debe irse…! — comentó Ron, Harry la besó por última vez y corrió a subirse al carruaje, Nymeria apartó sus ojos del camino hasta que el carruaje de Harry se perdió de vista.
El expreso de Hogwarts partió de regreso a King’s Cross y durante el camino fue cubierto por tres enormes sombras, un dragón dorado con escamas color rosa daba volteretas, el dragon negro se mantnia en lo alto imponente y la dragona completamente dorada, descendio lo bastante cerca, provocando que los alumnos se encimaran en las ventanas de los compartimentos para verla, Harry sonrio al verla por ultima vez antes de un largo verano sin ella, la dragona ascendio hasta desaparecer junto con los otros dos dragones.
Fin de la segunda parte
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