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Capitulo 43
【 Baile de Navidad 】
Daenyra Targaryen finalizó la clase de Alto Valyrio con los alumnos de sexto año, Gryffindor y Ravenclaw para ser exactos. Los gemelos Weasley se aproximaron hacia ella con una sonrisa, se les veía emocionados, la princesa les devolvió el gesto.
— Profesora madre de Nymeria... — comenzó George. — He traído un presente para usted...
— HEMOS traído, los dos, un presente. — interrumpió Fred extendiendo una caja de color rojo con un listo amarillo, Daenyra los miro divertida y aceptó la caja.
— No tienen porque molestarse en hacer estas cosas, sus notas no cambiarán en nada a fin de curso. — los dos sonrieron y se miraron cómplices, Daenyra frunció el seño y observó la caja. Se les veía más callados que de costumbre. — ¿es alguna clase de broma? — una bonita sonrisa se dibujo en el rostro de Daenyra. — espero que no tenga que ver con el baile de invierno.
— No, para nada, ya tenemos pareja, solo es un obsequio especial...
— Creado solo para usted.
Daenyra procedió a desatar el moño y abrir la caja, dentro había un pastelillo de aspecto muy apetitoso, un olor bastante conocido para ella se desprendió de inmediato, se perdió durante unos segundos en sus propios pensamientos, hasta que plantó sus ojos en ambos gemelos. — ¿Es Amortentia?
— ¡Fue idea de George! — grito Fred de inmediato, el pelirrojo apenas pudo murmurar cuando Daenyra se puso de pie y ambos jóvenes salieron corriendo, alcanzó a escuchar un: ¡Te dije que se daría cuenta!
La princesa rió para sí misma. — No planeaba regañarlos. — levanto la pequeña caja y olió un poco más, en definitiva era Amortentia ¿De donde la sacaron?, embelesada sostuvo la caja con cuidado.
— Targaryen ¿Terminaste la clase? — el profesor Snape ingreso al aula siguiendo con la mirada a los gemelos que acaban de salir y después se giro hacia Daenyra. — ¿Qué haces?
La princesa cubrió la cajita rápidamente y despistada dijo: — Nada. ¿En qué te puedo ayudar, Severus?
— ¿Por qué le dijiste a Karkarov que te he invitado al baile? — pregunto con seriedad. — Jamás te he pedido tal cosa Daenyra.
— ¡Oh, eso! No dejaba de perseguirme y no me quedo de otra, no creo que resultará creíble que Dumbledore me pidió tal cosa ¿me entiendes? — dijo en tono divertido.
— ¿Crees que puedo ser objeto de tu burlas cada que te plazca? — pregunto Snape con notoria molestia, la sonrisa de Daenyra se borró.
— No, por supuesto que no, mi intención nunca fue esa, Severus. — aclaro la princesa con seriedad.
— Jamás es la intención ¿verdad? — recalcó, el rostro de Daenyra cambio por completo.
— Le he dicho mentiras porque no dejaba de insistir en que deseaba tenerme a su lado en el baile, no dejaba de darme "halagos" disfrazados de malas intenciones, es bien sabido que tengo mala fama con los hombres por culpa de las mentiras de mi propia familia, todos los hombres dicen adorar al Encanto del reino pero la realidad es que todos quiere cogerse al Encanto del reino, es por eso que decline la invitación de Karkarov, pero tal parece que los hombres desconocen el significado de un "no". — la princesa pauso — Jamás quise burlarme de ti, pero, no te preocupes Severus, que no iremos juntos al baile.
La princesa tomó algunos libros del escritorio y los acomodo en sus brazos. — Si esa erá tu verdadera intención... Pudimos haberlo conversando, Daenyra.
La princesa levanto sus ojos violetas. — Lamento haberlo echo sin tu consentimiento, pero me sentí presionada y de verdad que hombre tan molesto.
— Debiste decirle que irías con el profesor Flitwick... — Daenyra apretó los labios para no reírse.
— Si era una buena opción. — comento reprimiendo la risa. — eres malvado. — bromeó.
— Le sacas pocos centímetros. — comento Snape elevando una ceja, Daenyra levanto su mano libre para darle un manotazo en el pecho pero él fue más rápido y la detuvo con su mano izquierda, sosteniendo su mano de la muñeca con delicadeza, sus ojos violetas chocaron con los ojos oscuros del profesor.
— Eres malvado. — repitió Daenyra en un susurro.
— Eso y muchas cosas más. — respondió, la conexión de sus miradas se rompió cuando Severus miro de reojo su muñeca, y soltó a la rubia. — ¿Qué es lo que lee con tanto interés?
Pregunto cambiando el tema y acomodando su manga, Daenyra optó por no hacer ningún comentario respecto a eso y miro los libros que llevaba.
— Es... Complicado. — respondió. — ¿Sabes si hay libros aquí en Hogwarts que hablen específicamente sobre los sagrados veintiocho?
— ¿Desde cuándo te interesan los sangre puras? — pregunto intrigado. Daenyra desvió la mirada a un punto perdido. Le tomo tiempo hablar pero finalmente lo hizo.
— Las profecías de los Targaryen se presentan por medio de sueños y si no los interpretas de la forma correcta, te llevan a la perder... la cordura. — hizo una pausa. — Te has de preguntar ¿Eso que tiene de relación con los sagrados veintiocho? Antes del onomástico de Nymeria mi padre converso conmigo... Tiene un plan, me dijo que lo vio en un sueño, y creo que yo igual, la razón principal por la que llevo a cabo mi propia investigación es porque la familia de un sangre pura quiere la mano de mi hija...
— Has soñado que ese matrimonio sucede, en el futuro. — Daenyra suspiro y asintió con la cabeza.
— No solo eso... — murmuró con preocupación.
— Daenyra quizá solo son sueños. — la princesa negó.
— No, Severus.
— ¿Cómo es que estás familias se relacionan con la tuya? — pregunto Severus con suma curiosidad.
— Daenerys Targaryen conquistó los sietes reinos y se casó con su sobrino Aegon Targaryen, mejor conocido como Jon Snow. Tuvieron hijos con rasgos parecidos a los Valyrios pero también una hija con rasgos característicos de los Stark. Ella adoraba viajar junto a Arya Stark, mostraba interés en obtener conocimiento de distintas ciencias, y por supuesto un día Westeros en aquel entonces ya no le fue suficiente, sus padres le regalaron una flota de barcos y un día se fue para no volver, un dato que llamo mi atención es que amaba estudiar astronomía por lo que llamo a sus barcos con nombres de constelaciones. — Daenyra dejo uno de sus libros en el escritorio y el otro lo comenzó a hojear, al llegar a una hoja marcada se lo entrego a Severus. — el libro la describe como una mujer sumamente elegante, de cabello oscuro y ojos grises. Son las mismas características de los Stark antes de Lady Sansa.
— Crees que los Black son descendientes de los Targaryen... — murmuró Severus bastante impresionado.
— Todo esto me lleva a pensar que quizá se casaban entre ellos no solo para mantener su sangre mágica, sino también para manter... La sangre del dragón.
— El idiota de tu esposo sabía eso.
— Su nombre es Sirius y no, me temo que quizá no, tenía una pésima relación con sus padres, en específico con su madre, cabe destacar que jamás se quejo de nuestra relación, volviendo al tema principal, si mi teoría es verdad, no solo descienden de los Targaryen, también descienden de los Stark, así como Nymeria y... Yo de igual manera.
>> Si todo esto es real, es por eso que mi hermano negocio con los padres del joven Malfoy, pero, no contó con que mi padre nombrará a mi hija su heredera y el pobre muchacho se terminara enamorando de ella.
— Draco podría ser...
— Jinete, si, habla con mucha claridad el Alto Valyrio y si mi teoría es cierta, sangre de dragón, que creo es lo que Lucius busca y más ahora con la posibilidad de que Voldemort ha vuelto.
Comento Daenyra sin miedo alguno, el profesor se removió algo incómodo.
— No busques en los libros, yo mismo te confirmaré el dato. — afirmó Severus, Daenyra elevó una ceja. — prometo que la información será completamente verídica.
— Sería de mucha ayuda, gracias. — dijo Daenyra un poco asombrada, segundos después la princesa recordó algo importante. — cambiando drásticamente nuestra plática, hay un asunto que debo hablar contigo. Se trata de una alumna de tu casa.
— ¿Te ha faltado al respeto? — pregunto el profesor.
— No, a mí no, pero a mí hija si. — afirmó la rubia. — rebasó los límites de privacidad hacia mi hija y no le basto con tomar sus pertenencias sino también las daño.
— Entiendo. Su nombre es...
— La señorita Pansy Parkinson.
— Bien. Veré qué puedo hacer, conseguiré la información lo más rápido que pueda. — aseguro, se dio la vuelta para irse pero no lo hizo, se giro hacia Daenyra de nuevo. — Sea puntual.
Daenyra lo miro sin entender.
— El baile. — dijo sonando obvio, Daenyra sonrió y asintió. El profesor salió del aula sin decir una palabra más.
【 ... 】
El día de Navidad, Nymeria Targaryen se despertó con una sonrisa en el rostro, había quedado de verse con Harry para desayunar juntos, ese mismo día se celebraba el baile y aún que tendría que usar un vestido de su madre no existía poder humano que opacara su felicidad. Arrax entro al dormitorio y salto a la cama, maullo con desesperación caminando de un lado a otro.
— Por los siete, Arrax ¿Qué pasa? — el gato insistia que la princesa lo siguiera, resignada y aún en pijama camino detrás del gato. — Más te vale que sea algo bueno y no una de tus ratas muertas.
El gato atravesó la sala común de Slytherin hasta llegar al árbol de Navidad y volvió a dar vueltas alrededor de una caja de buen tamaño, cuando Nyny se arrodilló para tomarla, se dio cuenta de que la caja estaba forrada en terciopelo verde y un moño negro adornaba la tapa.
Al retirar la tapa se llevó una gran sorpresa, dentro había un hermoso vestido, tenía una elegante decoración en dorado en la parte de arriba, lo sostuvo con delicadeza y conforme lo sacaba de la caja se percató que era en corte sirena, rojo en la parte de arriba y al llegar a la parte de abajo se difuminaba en color negro. Maravillada intento buscar una nota en la caja, pero solo había una pequeña etiqueta en la tapa que ponía "Nymeria Targaryen". — ¡Por los siete! ¡Es hermoso! ¿No lo crees Arrax? — le pregunto colocándose el vestido por encima y dando una vuelta. Lo abrazo llena de felicidad y lo devolvió con cuidado a la caja. Corrió a su dormitorio y lo escondió debajo de su cama, no quería que pasara lo mismo que la última vez.
— Vayamos a desayunar. — le dijo al gato abrazándolo y plantando un beso en la cabeza.
Su energía estaba renovada y una vez de manera errónea asumió que quizá su madre o su abuelo le hicieron tal regalo. Cuando entro al Gran Comedor busco a Harry con la mirada pero no lo encontro. — ¡Feliz navidad! — le dijo Hermione abrazándola y tomándola por sorpresa.
— ¡Feliz navidad, Her! — respondió la princesa sonriendo. Estaba por expresarle lo mismo a Ron, cuando Harry apareció.
— Vamos, Ron. — dijo la castaña haciendo una señal con la cabeza.
— Ya me dirás con quién irás al baile. — suplico el pelirrojo, Nymeria rió y negó con la cabeza. Escuchó como Hermione le decía que no, se giro hacia Harry y este le sonrió.
— Ven conmigo. — el muchacho extendió su mano, la princesa la acepto y los dos salieron del Gran Comedor, siendo perseguidos por un par de ojos grises, el joven Malfoy regreso la vista hacia su comida, pero, levanto la vista hacia la mesa de profesores y choco con la mirada de Daenyra Targaryen.
Harry llevo a Nymeria hasta la cima de la torre de astronomía, la princesa lo siguió con curiosidad pero no quiso preguntar. — ¿Podemos estar aquí? — pregunto mirando todo con entusiasmo.
— No sé. — respondió acercándose al balcón. — ¿Jamás habías subido aquí? — la princesa negó con una sonrisa.
— Es muy hermoso, debimos practicar para el baile aquí. — dijo con entusiasmo, pero su mirada se detuvo en la manta que había cerca del balcón, con una vista impactante de todo Hogwarts, Harry termino de acomodar la comida que había en la canasta. Nymeria se acercó y lo observo curiosa.
— ¿Tú hiciste esto? — pregunto arrondillandose junto a él, Harry sonrió.
— Dobby y Hermione tuvieron mucho que ver... — Harry se percató de que a eso no se refería. — Suelo ayudar a tía Petunia con los deberes. — confesó. — mientras Dudley se divierte molestándome, yo me encuentro limpiando, arreglando el jardín, y si me dejan solo en casa tengo que cocinar, antes cuidaba de mi la señora Figgs lo cual era odioso porque tenía cientos de gatos corriendo de aquí para allá, pero ahora tengo la edad adecuada para quedarme solo el casa. Claro esto no lo cocine yo... — aclaro sonriendo de nuevo.
— ¿Es verdad que pusieron barrotes en tu ventana una vez? — pregunto Nymeria angustiada.
— Si, bueno... Fred, George y Ron me rescataron en esa ocasión... No me gusta hablar de eso, Ny. — murmuró bajando la mirada. — sentirás lástima por mi y es lo que menos quiero.
Nymeria beso su mejilla y coloco una de sus manos encima de la de la Harry. — No es lástima, esas personas son horribles, pero una vez que logremos limpiar el nombre de mi padre podremos vivir como una familia.
Harry la miro.
— Eso... Suena bien pero será raro, tu misma lo dijiste seríamos como hermanos y no quiero... — la risa de Nymeria lo tomo por sorpresa. — jamás podría verte como mi hermana.
— Harry, sabías que mis tíos son hermanos y están casados... creo haberte comentado que los Targaryen se casan entre si cómo los magos. — Harry la miro asombrado. — los padres de Daella por ejemplo, son hermanos. — repitió Nymeria dándole un mordisco a una tostada.
— ¿Son hermanos? — Nymeria asintió sin darle importancia.
— ¿Te cuento un secreto? — Harry asintió aún sorprendido.
— Draco y yo somos primos, por parte de la familia de mi padre. — Nymeria volvio a reír por el rostro de Harry, había sido demasiado para él. — Hablemos de otra cosa, creo que te he traumatizado.
— Si, porfavor. — Nymeria volvió a reír.
Después de comer y limpiar el pequeño espacio que ocuparon sin quitar la manta, la princesa se recostó y observo con atención el techo de la torre, Harry se acercó a ella y también se acomodo a su lado.
— Estoy algo nervioso, por el baile. — admitió. Nymeria desvió sus ojos del techo y lo miro a él, notó la angustia en su rostro.
— Seremos los mejores y sino, no pasa nada, lo importante es divertirnos. — la princesa regreso la vista al techo y los cerro, de pronto se recordó regresando al castillo en su cabello y su primo siguiéndola como un depredador a su presa, volvió a abrirlos, optó por sentarse en su lugar.
— ¿Sucede algo malo? — pregunto Harry imitandola. Nymeria sonrió con tristeza.
— Le escribí a mi abuelo y ayer recibí una respuesta. — dijo la princesa sintiendo un nudo en la garganta. — Volvió a recaer. Harry, él enfermó por mi culpa.
— ¿Por qué piensas eso? — pregunto Harry preocupado.
— Mi familia peleó en el verano, lo que ocasionó que mis tíos se fueran... su corazón lo resintió, mi madre se hizo cargo durante un par de semanas pero él insistió en volver, mi tío Rhaegar tuvo que dejar Rumanía para cuidar de él mientras mi madre y yo estamos aquí, todo esto por mi culpa... — la princesa ocultó su rostro entre sus manos y sollozo, Harry la abrazo. — es mi culpa.
— No, no es tu culpa.
— Creí que había faltado a su palabra cuando hablamos sobre ser su heredera y.... él se muestra muy feliz por nosotros.
— Malfoy te mintió. — Nymeria negó.
— Creo que mi tío Aegon fue quien vendió mi mano... Si mi abuelo... Muere, él tiene más derecho al trono que yo.
— No se mucho de esto, pero te juraron lealtad o ¿no? — pregunto inocente, Nymeria negó.
— Solo porque el rey se los ordeno, mi tío reclamará lo suyo como un Targaryen lo hace, con fuego y sangre... pero mis tíos no pueden llegar al poder... — guardo silencio por un par de minutos. — ¿Quieres escuchar un historia que los padres en Dragonstone usan para asustar a sus hijos?.
— Supongo que si. — la princesa se limpio las mejillas y miro con atención la nieve caer.
— ¿Le temes al invierno? — pregunto la princesa, Harry negó. — En mi reino creen que invierno es igual a la muerte, le temen a la noche larga, cuando el sol se esconde por años y los niños nacen y son abandonados para morir en la oscuridad. — Nymeria hizo una pausa. — Los otros atravesaron el gran muro. Miles de años atrás, llegó una noche que duró más de una generación. Los reyes se congelaron hasta la muerte en sus castillos, también los campesinos y sus ganados. Y las mujeres preferían matar a sus hijos que verlos morir de hambre, y lloraban lágrimas congeladas...
>> Los Otros. Eran cosas frías, cosas muertas, que aborrecían el hierro y el fuego y la luz del sol, y a toda criatura con sangre caliente. Arrasaron aldeas, ciudades y reinos, derrotaron a héroes y ejércitos. Eran innumerables, siempre a lomos de caballos blancuzcos y muertos. Ni todas las espadas de los hombres pudieron detener su avance, ni las doncellas ni los bebés despertaron su compasión.
>> Las jóvenes corrian por los bosques helados con sus bebés en los brazos y los otros las perseguían hasta matarlas, alimentaron a sus sirvientes muertos con la carne de los niños humanos. Se dice que cuando las flores se marchiten, el ciervo sea cazado, las peces se congelen, el león deje de rugir, el lobo aulle solo y el dragón ya no exhale fuego, entonces, el mundo habrá acabado.
— ¿Cómo terminó la larga noche? — pregunto Harry interesado. Nymeria sonrió.
— Azor Ahai. El guerrero de la luz se enfrentó al rey de la noche, pero tuvo que sacrificar lo que más amaba para poder encender su espada en fuego y lograr obtener la victoria. Nissa Nissa, era nombre de la mujer que adoraba y consideraba su mayor tesoro.
— Fue un dura decisión. Salvar al mundo o proteger a la mujer que amaba. — entonces Harry volvió abrazar a Nymeria y ella correspondió acurrucada en su pecho. La rubia no dejo de observar la nieve caer y a lo lejos un cuervo que los miraba con atención.
【 ... 】
— ¿De dónde sacaste el vestido? — pregunto Daenyra terminando de acomodar el cierre, Nymeria se encogió de hombros.
— Creo que el abuelo lo envío, le escribí hace unos días. — alegó, Daella se miraba en el espejo y solo miro de reojo a Nymeria que parecía encantada. Hizo una mueca y regreso la vista al espejo.
— Rhaegar me escribió, papá está algo delicado, planeaba ir a visitarlo antes de comenzar clases de nuevo. — comento peinando el cabello de su hija.
— ¿Podemos ir? — preguntaron tanto Daella como Nymeria.
— Por supuesto, le hará bien ver a sus nietas. ¿Qué tiara prefieres? — le pregunto Daenyra a su hija.
— ¿Cuál crees que se ve mejor? — Daenyra levanto una pequeña sin pedrería. — Esa será. ¿Puedo llevar a Harry, Hermione y Ron? ¿Puedo? — suplico Nymeria. — vamos son vacaciones, además el abuelo desea conocer a Harry.
— Lo hablaré con Dumbledore, pero no prometo nada. ¿Quieres que trence tu cabello? — Nymeria asintió.
— Solo en la parte de arriba.
— Madre ¿Podrías hacer algo con el mío? — pregunto Daella acomodando su vestido que de último momento modifico, la muchacha se sonrojo al percatarse de su error. — Quiero decir tía...
Daenyra sonrió.
— Por supuesto. — afirmó la princesa. Nymeria miro al vestido de su madre y elevó una ceja.
— ¿Le hiciste cambios a tu vestido? — pregunto con curiosidad.
— Si, se ve hermoso ¿no? — pregunto moviendo la cabeza de Nymeria. — Derecha por favor.
— ¿Irás con alguien? — pregunto Nymeria algo disgustada.
— El profesor Snape. — Nymeria estaba por girarse cuando Daenyra la detuvo y volvió decir. — Derecha.
— ¿Por qué con ese? — pregunto con evidente molestia. Daenyra no respondió. — Mi padre va molestarse.
— Tu padre y yo no estamos juntos, no tiene porqué enojarse, ademas solo es un baile.
— No están juntos porque no quieres. — le reclamo.
— Nymeria...
— Termina de trenzar mi cabello, Harry no tardará en venir. — dijo furiosa, Daella miro a Daenyra, noto en sus ojos como el ánimo decayó.
— No te molestes... — Nymeria no respondió y solo se cruzó de brazos.
Minutos más tarde un par de puños tocaron la puerta y Daenyra se apresuró abrir, eran Ron y Harry. Ambos llevaban sus túnicas de gala. — ¡Ya voy! — grito Daella atravesando la oficina y pasando a Daenyra de largo.
— Amm. Hola. — saludo el pelirrojo nervioso y extendió su brazo, Daella sonrió y se engancho rápidamente.
— Nos vemos más tarde tía.
— Diviertanse. — Nyra se dirigió a Harry — Tendrás que esperar un poco más Harry.
El muchacho asintió y Daenyra entro dejando la puerta entre abierta, comenzó a caminar de un lado a otro, con las manos frías y los nervios a flor de piel. La puerta se volvió abrir y Harry se quedó sin palabras.
Nymeria llevaba el hermoso vestido rojo con negro que su "abuelo" le había regalado, guantes en color negro que cubrían sus brazos un poco arriba de los codos, el cabello suelto y trenzado de arriba con una bonita tiara. — ¿Listo? — pregunto.
Harry se acercó.
— Te ves... Hermosa. — Nymeria amplio sus labios en una sonrisa.
— Te ves guapo.
— Princesa. — Harry extendió su mano y Nymeria la tomó.
El vestíbulo estaba abarrotado de estudiantes que estaban en espera de que dieran las ocho en punto, hora a la que se abrirían las puertas del Gran Comedor. Harry y Nymeria recibían diversas miradas mientras bajaban las escaleras. La princesa ubico a Ron y a Daella, por lo que le indico a Harry con la cabeza que se acercaran. Todos miraban de arriba abajo a Ron y hacían comentarios bastantes despectivos de su como una vestido, puesto que Daella vestía ropas elegantes y joyería bastante cara, pero a la princesa parecía no importarle, estaba cruzada de brazos mirando hacia los lados.
— Hola. — saludo Nymeria.
— Hola — contestó Ron sin mirarla, pues seguía buscando entre la multitud—.
¡Oh, no…!
Se inclinó un poco para ocultarse detrás de Harry porque pasaba por allí Fleur Delacour, imponente con su vestido gris plateado y acompañada por Roger Davies, el capitán del equipo de quidditch de Ravenclaw. Cuando pasaron, Ron volvió a enderezarse y a mirar por encima de las cabezas de la multitud.
—¿Dónde estará Hermione? — pregunto, Harry y Nymeria se miraron.
Llegaron unos cuantos de Slytherin subiendo la escalera desde su sala común, que era una de las mazmorras. Malfoy iba al frente. Llevaba traje negro. De su brazo iba Pansy Parkinson, con un vestido color rosa pálido con muchos volantes. La muchacha sonrió triunfante hacia Nymeria, pero la princesa ni se inmuto al ver a Draco Malfoy sonreírle ampliamente, después desafío a Harry con la mirada.
Se abrieron las puertas principales de roble, y todo el mundo se volvió para ver entrar a los alumnos de Durmstrang con el profesor Karkarov. Krum iba al frente del grupo, acompañado por una muchacha preciosa con un vestido rosa a la que Harry no conocía, poso sus ojos en Nymeria quien sonrió orgullosa.
— Esa es mi chica. — la escucho susurrar.
En ese momento los llamó la voz de la profesora McGonagall:
—¡Los campeones por aquí, por favor!
Sonriendo, Nymeria y Harry se despidieron de Ron y Daella, y avanzaron. Sin dejar de hablar, la multitud se apartó para dejarlos pasar. La profesora McGonagall, les pidió que esperaran a un lado de la puerta mientras pasaban todos los demás: ellos entrarían en procesión en el Gran Comedor cuando el resto de los alumnos estuviera sentado. Fleur Delacour y Roger Davies se pusieron al lado de las puertas: Davies parecía tan aturdido por la buena suerte de ser la pareja de Fleur que apenas podía quitarle los ojos de encima. Cedric y Cho estaban junto a Nymeria y Harry. Entonces volvió a mirar a la chica que acompañaba a Krum. Y se quedó con la boca abierta.
Era Hermione.
Pero estaba completamente distinta. Se había hecho algo en el pelo: ya no lo tenía enmarañado, sino liso y brillante, y lo llevaba recogido por detrás en un elegante moño. Ella también sonreía (con una sonrisa nerviosa, a decir verdad), pero la disminución del tamaño de sus incisivos era más evidente que nunca.
—¡Hola, Harry! —saludó ella—. ¡Hola, Nyny!
— ¡Te ves preciosa, Her! — chillo Nymeria feliz.
— Gracias, te ves espectacular. — Nymeria hizo una reverencia y las dos rieron.
Cuando se abrieron las puertas del Gran Comedor, el club de fans de la biblioteca pasó por su lado con aire ofendido, dirigiendo a Hermione miradas del más intenso odio. Pansy Parkinson la miró con la boca abierta al pasar con Malfoy, que ni siquiera fue capaz de encontrar un insulto con el que herirla. Ron, sin embargo, pasó por su lado sin mirarla.
— ¡Que bonita, Her! — le gritó Daella.
— ¡Potter! ¡Targaryen! — los llamo la profesora McGonagall. — Ustedes irán al frente. — les dijo que entraran detrás de ella, una pareja tras otra. Lo hicieron así, y todos cuantos estaban en el Gran Comedor los aplaudieron mientras cruzaban la entrada y se dirigían a una amplia mesa redonda situada en un extremo del salón, donde se hallaban sentados los miembros del tribunal.
Habían recubierto los muros del Gran Comedor de escarcha con destellos de plata, y cientos de guirnaldas de muérdago y hiedra cruzaban el techo negro lleno de estrellas. En lugar de las habituales mesas de las casas había un centenar de mesas más pequeñas, alumbradas con farolillos, cada una con capacidad para unas doce personas.
— Tranquilo. — Nymeria noto el nerviosismo de Harry al estar expuesto de aquella manera, ella sabía manejar la situación, estaba acostumbrada, pero a él le costaba y mucho. — déjate llevar. — le susurro.
Al acercarse a la mesa vieron a Ron y Daella. Ron observaba pasar a Hermione con los ojos casi cerrados; la joven princesa estaba sumida en su asiento desanimada. Nymeria noto que había lugares vacíos, dos específicamente, Dumbledore le pregunto algo a McGonagall y está negó con la cabeza.
Dumbledore sonrió de contento cuando todos los campeones se acercaron a la mesa principal. La expresión de Karkarov, en cambio, recordaba más bien a la de Ron al ver acercarse a Krum y Hermione. Nymeria se dio vuelta y parte de su sonrisa se borró, la princesa Daenyra Targaryen entro del brazo del profesor Snape, todos los observaron boquiabiertos y las quejas de los gemelos Weasley no se hicieron esperar.
Daenyra llevaba un hermoso vestido plata cargado en pedrería, su precioso cabello de oro y plata caía completamente suelto y una tiara de diamante adornaba su cabeza, sus ojos violetas resaltaban más que nunca.
Nymeria regreso la vista al frente y Harry pudo notar un poco de molestia. — Sentimos la tardanza, culpa mía. — le susurro Daenyra a Dumbledore cuando llegaron frente, el directo rió contento. Estaban todos presente, pero faltaba el señor Crouch. El asiento de la mesa estaba ocupado por Percy Weasley.
Cuando los campeones y sus parejas llegaron a la mesa, Percy señaló las sillas vacía que había a su lado, mirando a Harry. Éste entendió la indirecta y se sentaron junto a Percy.
—Me han ascendido —dijo Percy antes de que a Harry le diera tiempo a preguntarle y con el mismo tono que hubiera empleado para anunciar su elección como gobernador supremo del Universo—. Ahora soy el ayudante personal del señor Crouch, y he venido en representación suya.
—¿Por qué no ha venido él? —preguntó Harry.
—Lamento tener que decir que el señor Crouch no se encuentra bien, nada bien. No se ha encontrado bien desde los Mundiales. No me sorprende: es el exceso de trabajo. No es tan joven como antes. Aunque sigue siendo brillante, desde luego: su mente sí que es la misma de siempre. Pero la Copa del Mundo resultó un fiasco para el Ministerio, y además el señor Crouch sufrió un revés personal muy duro a causa del comportamiento indebido de su elfina doméstica, Blinky o como se llame. Como era natural, él la despidió inmediatamente después del incidente; pero, bueno, la verdad es que necesita que lo cuiden, y me temo que desde que ella no está en la casa su vida es mucho menos cómoda. Y a continuación tuvimos que preparar el Torneo, y luego vinieron las secuelas de los Mundiales, con esa repelente Skeeter dando guerra. Pobre hombre, está pasando unas Navidades tranquilas, bien merecidas. Estoy satisfecho de que supiera que contaba con alguien de confianza para ocupar su lugar.
Harry estuvo muy tentado de preguntarle si el señor Crouch ya había dejado de llamarlo Weatherby, pero se contuvo.
Aún no había comida en los brillantes platos de oro; sólo unas pequeñas minutas delante de cada uno de ellos. Harry cogió la suya como dudando, y miró a su alrededor. No había camareros. Observó que Dumbledore leía su menú con detenimiento y luego le decía muy claramente a su plato:
—¡Chuletas de cerdo!
Hermione y Viktor platicaban animadamente, los dos parecían envueltos en su propia burbuja.
—Bueno, nosotros tenemos también un castillo, no tan grande como éste, ni tan confortable, me parece —le decía a Hermione con su peculiar acento —. Sólo tiene cuatro pisos, y las chimeneas se prenden únicamente por motivos mágicos. Pero los terrenos del colegio son aún más amplios que los de aquí, aunque en invierno apenas tenemos luz, así que no los disfrutamos mucho. Pero en verano volamos a diario, sobre los lagos y las montañas.
—¡Para, para, Viktor! —dijo Karkarov, con una risa en la que no participaban sus fríos ojos—. No sigas dando más pistas, ¡o tu encantadora amiga sabrá exactamente dónde se encuentra el castillo!
Dumbledore sonrió, no sólo con la boca sino también con la mirada.
—Con todo ese secretismo, Igor, se podría pensar que no queréis visitas.
—Bueno, Dumbledore —dijo Karkarov, mostrando plenamente sus dientes amarillos—, todos protegemos nuestros dominios privados, ¿verdad? ¿No guardamos todos con celo los centros de saber en que se aprende lo que nos ha sido confiado?
¿No tenemos motivos para estar orgullosos de ser los únicos conocedores de los secretos de nuestro colegio? ¿No tenemos motivos para protegerlos?
—¡Ah, yo nunca pensaría que conozco todos los secretos de Hogwarts, Igor! — contestó Dumbledore en tono amistoso—. Esta misma mañana, por ejemplo, me equivoqué al ir a los lavabos y me encontré en una sala de bellas proporciones que no había visto nunca y que contenía una magnífica colección de orinales. Cuando volví para contemplarla más detenidamente, la sala había desaparecido. Pero tengo que estar atento a ver si la vuelvo a ver: tal vez sólo sea accesible a las cinco y media de la mañana, o aparezca cuando la luna está en cuarto creciente o menguante, o cuando el que pasa por allí tiene la vejiga excepcionalmente llena.
— No era necesario ponerse hablar de orinales en la cena. — le susurro Nymeria a Harry al oído, el muchacho no pudo contenerse y rió escupiendo un poco de comida, se llevó la servilleta a la boca y Nymeria se carcajeo.
Mientras tanto, Fleur Delacour criticaba la decoración de Hogwarts hablando con Roger Davies.
—Esto no es nada —decía, echando una despectiva mirada a los centelleantes muros del Gran Comedor—. En Navidad, en el palacio de Beauxbatons tenemos
esculturas de hielo en todo el salón del comedor. Por supuesto, no se derriten son como como estatuas de diamante, brillando por todos lados. Y la comida es sencillamente magnífica. En los salones no hay ni una de estas feas armaduras, y si entrara en Beauxbatons un poltergeist lo expulsariamos de inmediato —añadió, dando un golpe en la mesa con la mano.
— ¿Cuántos castillos has visto en tu vida? Uno… dos con Hogwarts y ¿En cuántos has vivido? Uno, porque ni siquiera duermes dentro de Hogwarts, soy heredera de una dinastía y ni yo me quejo tanto... — comento Nymeria hacia Fleur, la joven la miro sin decir nada y la princesa elevó su copa.
Hagrid se hallaba sentado a una de las otras mesas de profesores. Había vuelto a ponerse el horrible traje peludo de color marrón y miraba a la mesa en que Harry y Nymeria se encontraban. Harry lo vio saludar con la mano, y que Madame Maxime, le devolvía el saludo.
Hermione le enseñaba a Krum a pronunciar bien su nombre. Él seguía diciendo
“Ez-miope”
—Her… mi… o… ne —decía ella, despacio y claro.
—Herr… mío… ne.
—Se acerca bastante —aprobó ella,
— Me pregunto si tú cumpleaños fue así. — comento Harry mirando todo de nuevo y al final posando sus ojos en Nymeria, la princesa asintió.
— Algo así, solo que antes se realizó una ceremonia de nombramiento.
Cuando se acabó la cena, Dumbledore se levantó y pidió a los alumnos que hicieran lo mismo. Entonces, a un movimiento suyo de varita, las mesas se retiraron y alinearon junto a los muros, dejando el suelo despejado, y luego hizo aparecer por encantamiento a lo largo del muro derecho un tablado. Sobre él aparecieron una batería, varias guitarras, un laúd, un violonchelo y algunas gaitas.
Las Brujas de Macbeth subieron al escenario entre aplausos entusiastas. Eran todas melenudas, e iban vestidas muy modernas, con túnicas negras llenas de desgarrones y aberturas. Tomaron sus instrumentos, y Harry, que las miraba con tanto interés que no advertía lo que se avecinaba, comprendió de repente que los farolillos de todas las otras mesas se habían apagado y que los campeones y sus parejas estaban de pie. Respiró hondo y le ofreció su mano a Nymeria, quien la tomó con feliz.
Las Brujas de Macbeth empezaron a tocar una melodía lenta, triste. Harry la llevo hasta la parte más iluminada del salón, evitando cuidadosamente mirar a nadie y, al momento siguiente, colocó una mano en la cintura de Nymeria.
— Déjate llevar, Harry… — le murmuró Nymeria al oído y la danza comenzó.
No era tan terrible como había temido, pensó Harry, dando vueltas lentamente casi sin desplazarse. Miraba por encima de la gente, que muy pronto empezó a unirse al baile, de forma que los campeones dejaron de ser el centro de atención. Neville y Ginny bailaban junto a ellos: Ginny hacía muecas de dolor con bastante frecuencia, cada vez que Neville la pisaba. Dumbledore bailaba con Madame Maxime. Era tan pequeño para ella, que apenas llegaba con la punta de su alargado sombrero a hacerle cosquillas en la barbilla, pero ella se movía con bastante gracia para el tamaño que tenía. Ojoloco Moody bailaba muy torpemente con la profesora Sinistra, que parecía temer a la pata de palo.
— Vamos a intentar un paso más complicado. — susurro Nymeria, Harry trago saliva y asintió, la sostuvo con fuerza de la cintura y en la siguiente vuelta la cargo con éxito, al bajar la hizo dar una vuelta y después la atrajo hacia él. — Lo estamos haciendo muy bien.
Harry escuchó con alivio el trémolo final de la gaita. Las Brujas de Macbeth dejaron de tocar, los aplausos volvieron a retumbar en el Gran Comedor. Las Brujas de Macbeth empezaron a tocar una nueva pieza, mucho más rápida y movida que la anterior. Nymeria comenzó a bailar alentandolo hacerlo bien, Harry rió e intento seguirle el paso. El muchacho llegó a pensar que no podria divertirse tanto, pero ambos jóvenes bailaron hasta que sientieron en cansancio vencerlos.
Los dos salieron de la pista en busca de algo para tomar sin parar de reír felices.
—¿Qué hay? —le preguntó Harry a Ron, sentándose y abriendo una botella de cerveza de mantequilla y dandosela a Nymeria.
Ron no respondió.
— ¿Dónde está Daella? — pregunto con curiosidad, Ron se encogió de hombros Nymeria se dio vuelta al escucharla reír, la princesa de mechones azules y rosas bailaba animadamente con Draco Malfoy, la pregunta ahora era ¿Dónde esta Pansy Parkinson?
Nymeria se percató de que Ron no quitaba el ojo a Hermione y a Krum, que bailaban cerca de ellos.
Hermione le dijo algo a Krum y se acercó dejándose caer en una de las sillas vacias. Estaba un poco sofocada de tanto bailar.
—Hola —la saludó Harry animado.
—Hace calor, ¿no? —comentó Hermione abanicándose con la mano—. Viktor acaba de ir por bebidas.
— Fantástico. — respondió Nymeria sonriente. — Harry yo también nos hemos cansado de bailar.
—¿Viktor? —dijo Ron con furia contenida—. ¿Todavía no te ha pedido que lo llames «Vicky»?
Hermione lo miró sorprendida.
—¿Qué te pasa? —le preguntó.
—Si no lo sabes, no te lo voy a explicar —replicó Ron mordazmente. Hermione interrogó con la mirada a Harry y a Nymeria pero ambos estaban igual de confundidos.
—Ron, ¿qué…?
—¡Es de Durmstrang! —soltó Ron—. ¡Compite contra Harry! ¡Contra Nymeria! ¡Contra Hogwarts! Tú, tú estás… —Ron estaba obviamente buscando palabras lo bastante fuertes para describir el crimen de Hermione— ¡confraternizando con el enemigo, eso es lo que estás haciendo!
Hermione se quedó boquiabierta.
—¡No seas idiota! —contestó —. ¡El enemigo! No comprendo… ¿Quién era el que estaba tan emocionado cuando lo vio llegar? ¿Quién era el que quería pedirle un autógrafo? ¿Quién tiene una miniatura suya en el dormitorio?
Ron prefirió no hacer caso de aquello.
—Supongo que te pidió ser su pareja cuando los dos estabais en la biblioteca.
—Sí, así fue —respondió Hermione, y sus mejillas, que estaban ligeramente subidas de color, se pusieron de un rojo brillante—. ¿Y qué?
—¿Qué pasó? ¿Intentaste afiliarlo a la P.E.D.D.O.?
—¡No, nada de eso! ¡Si de verdad quieres saberlo, me dijo que había ido a la biblioteca todos los días para intentar hablar conmigo, pero que no había conseguido armarse del valor suficiente!
Hermione dijo esto muy aprisa, y se ruborizó tanto que su cara adquirió el mismo tono que el vestido de Nymeria.
—Sí, bien, eso es lo que él dice —repuso Ron.
—¿Qué quieres decir con eso?
—¡Pues está bien claro! Él es alumno de Karkarov, ¿no? Sabe con quién vas… Intenta aproximarse a Harry, obtener información de él, o acercarse lo suficiente para jugarle sucio..
Hermione reaccionó como si Ron le acabara de pegar una bofetada. Cuando al fin habló, le temblaba la voz.
—Para tu información, no me ha preguntado nada sobre Harry o Nymeria, absolutamente nada.
Inmediatamente Ron se puso de pie y cambió de argumento.
—¡Entonces es que espera que lo ayudes a desentrañar el enigma del huevo! Supongo que durante esas encantadoras sesiones de biblioteca se dedicaron a pensar juntos…
—¡Yo nunca lo ayudaría a averiguar lo del huevo! —replicó Hermione, ofendida —. Nunca. ¡Cómo puedes decir algo así…! Yo quiero que el Torneo lo gane Harry o Nymeria, y ellos lo saben, ¿o no?
—Tienes una curiosa manera de demostrarlo —dijo Ron de forma despectiva.
—¡Se supone que la finalidad del Torneo es conocer magos extranjeros y hacer amistad con ellos! —repuso Hermione con voz chillona.
—¡No, no lo es! —gritó Ron—. ¡La finalidad es ganar! La gente empezaba a mirarlos.
—Ron —dijo Harry en voz baja—, a mí no me parece mal que Hermione haya venido con Krum…
Pero Ron tampoco le hizo caso a Harry.
—¿Por qué no te vas a buscar a Vicky? —dijo—. Seguro que se pregunta dónde estás.
—¡No lo llames Vicky! —Hermione se puso en pie de un salto y salió como un huracán hacia la zona de baile, donde desapareció entre la multitud.
Con una mezcla de ira y satisfacción en la cara, Ron la vio irse.
— ¿Qué mierda te sucede? — pregunto Nymeria.
— ¡Nada que te importe, Nymeria!
— ¡Me importa porque es mi amiga! ¡Eres un complemento idiota, Weasley! — grito Nymeria furiosa. — ¿Cómo te atreves?
— ¡Tú qué te metes, no porque seas una princesa mimada te da el derecho de hablarme así! — le gritó nuevamente furioso el pelirrojo, Harry se puso de pie y Draco que bailaba no muy lejos de ahí con Daella se detuvo al instante.
— Cálmate, Ron. — le pidió Harry
—¿Dónde está Herr… mío… ne? —preguntó una voz.
Krum acababa de acercarse a la mesa con dos cervezas de mantequilla.
—Ni idea —respondió Ron con brusquedad, levantando la vista hacia él—. ¿Se te ha perdido?
— Se fue hacia la pista de baile. — respondió Nymeria, el pelirrojo le lanzó una mirada llena de molestia.
— Gracias, Princesa Nymeria —dijo, y se fue.
— Vuelve hablarme en el tono que me hablaste y olvidaré que eres mi amigo o el de Harry ¿Entendiste? — le reclamo la princesa al pelirrojo. — Vayamos a dar una vuelta, Harry.
Pretextando que iban a buscar más bebida, Harry y Nymeria dejaron la mesa, rodearon la zona de baile y salieron al vestíbulo. La puerta principal estaba abierta, y mientras bajaban la escalinata de piedra distinguieron el centelleo de las luces de colores repartidas por la rosaleda. Una vez abajo, se encontraron rodeados de arbustos, caminos serpenteantes y grandes estatuas de piedra.
— ¿Qué le sucede a Ron? Nunca lo había visto así, Ny. — pregunto Harry impresionado por su actitud.
— Está molesto y dice tonterías, se le pasara. — aseguro la princesa. — pero le debe una disculpa a Hermione. Los dos caminaron entre rosales y Harry la hizo detenerse.
— Ny…
— ¿Si? — el muchacho suspiro profundamente. — soy pésimo en esto. ¿Quisierasserminovia?
Pregunto tan rápido que Nymeria no logro entender nada.
— Harry…
Entonces oyeron una voz tan conocida como desagradable:
—… no veo a qué viene tanto revuelo, Igor.
—¡No puedes negar lo que está pasando, Severus! —La voz de Karkarov sonaba nerviosa y muy baja, como si estuviera tomando precauciones para que nadie pudiera oírlo—. Ha empezado a ser cada vez más evidente durante los últimos meses, y estoy preocupado de verdad, no lo puedo negar…
—Entonces, huye —dijo la voz de Snape—. Huye: yo te disculparé. Pero yo me quedo en Hogwarts.
Snape y Karkarov doblaron la esquina. Snape llevaba la varita en la mano.
—¡Diez puntos menos para Hufflepuff, Fawcett! —gruñó Snape, cuando una chica pasó corriendo por su lado—. ¡Y diez puntos menos para Ravenclaw, Stebbins! —añadió cuando pasó tras ella un chico—. ¿Y qué hacen ustedes dos? —preguntó al toparse con Nymeria y Harry.
—Estamos paseando —contestó Nymeria —. No va contra las normas, ¿o sí?
—¡Segan paseando, entonces! —gruñó Snape, y los rozó al pasar con su larga capa negra, que se hinchaba tras él.
Karkarov lo siguió apresuradamente.
Harry y Nymeria prosiguieron su camino.
—¿Por qué estará tan preocupado Karkarov? — pregunto Nymeria.
—¿Y desde cuándo él y Snape se tratan de tú? —dijo Harry pensativamente.
Acababan de llegar hasta una estatua grande de piedra que representaba a un reno del que salían los surtidores de una alta fuente. Sobre un banco de piedra se veía la oscura silueta de dos personas muy grandes que contemplaban el agua a la luz de la luna. Y luego Harry oyó hablar a Hagrid:
—Lo supe en cuanto te vi —decía él, con la voz extrañamente ronca.
Harry y Nymeria se quedaron quietos en su lugar. Daba la impresión de que no debían interrumpir aquella escena…
Harry miró a su alrededor y hacia atrás por el camino, y vio a Fleur Delacour y Roger Davies medio ocultos en un rosal cercano.
Nymeria tiro de Harry para ocultarse más entre las sombras, tras el reno.
—¿Qué es lo que supiste, Hagrid? —le preguntó Madame Maxime, con un evidente ronroneo en su suave voz.
—Supe… supe que eras como yo… ¿Fue tu madre o tu padre?
—Eh… no entiendo lo que quieres decir Hagrid.
—En mi caso fue mi madre —explicó Hagrid en voz baja—. Fue una de las últimas de Gran Bretaña. Naturalmente, no la recuerdo muy bien… Me abandonó, ya ves. Cuando yo tenía unos tres años. No era lo que se dice del tipo maternal. Bueno, lo llevan en su naturaleza, ¿no? No sé qué fue de ella… Tal vez haya muerto.
Madame Maxime no decía nada.
—A mi padre se le partió el corazón cuando ella se fue. Mi padre era muy pequeño. Con seis años yo ya podía levantarlo y ponerlo encima del aparador si me enfadaba. Solía hacerlo reír… —La voz de Hagrid era profunda, pero de repente cambió porque lo embargó la emoción. Madame Maxime escuchaba sin moverse, según parecía con la vista fija en la fuente plateada—. Mi padre me crió… pero murió, claro, justo después de que yo vine al colegio. Entonces, me las tuve que apañar por mí mismo. Aunque Dumbledore fue una gran ayuda: fue muy bueno conmigo… —Hagrid sacó un pañuelo grande de seda de lunares y se sonó la nariz muy fuerte—. Bueno… en fin… basta de hablar de mí. ¿Y tú? ¿De qué parte te viene?
Pero Madame Maxime acababa de ponerse repentinamente en pie.
—Hace demasiado frio —dijo, pero el tiempo no era tan frío como su voz—.
Me parece que voy a entrar.
— Nymeria vamonos… — le suplico Harry en un susurro pero la chica negó.
—¿Eh? —exclamó Hagrid, sin entender—. ¡No, no te vayas! ¡Yo no… nunca había conocido a otro!
—¿Otro qué, exactamente? —preguntó Madame Maxime, con un tono gélido.
— Oh no, Hagrid… — susurro Nymeria.
—¡Otro semigigante, por supuesto! —repuso Hagrid.
—¡Cómo te atreves! —gritó Madame Maxime. Su voz resonó en el silencioso aire de la noche como la sirena de un barco. Tras él, Harry oyó a Fleur y Roger caerse de su rosal—. ¡Jamás en mi vida me han insultado así! ¿Semigigante? Moi? Yo… ¡yo soy de esqueleto grande!
Se marchó furiosa. A medida que pasaba, apartando enojada los arbustos, se levantaban en el aire enjambres de hadas multicolores. Hagrid permaneció sentado en el banco, mirándola. Estaba demasiado oscuro para ver su expresión. Luego, aproximadamente un minuto después, se levantó y se fue a grandes zancadas, no de regreso al castillo sino atravesando los oscuros terrenos de camino a su cabaña.
— No debió decirle eso. — lamento Nymeria.
—¿Por qué? —preguntó Harry mirándola.
—¿Lo sabías —susurró—, lo de que Hagrid fuera un semigigante?
—No —contestó Harry, encogiéndose de hombros—. ¿Y qué?
— Vamos a dentro…
— No… — suplico Harry, la princesa elevó una de sus cejas. — Quiero decir.
— ¿Quieres que busquemos nuestro propio rosal como Fleur y Roger Davies? — las mejillas de Harry ardieron pero Nymeria no pudo percibir el cambio de color por la oscuridad. La princesa dejo escapar una risita. Después le plantó un beso rapido en los labios.
【 ... 】
Snape volvió al Gran comedor en busca de Daenyra Targaryen, la princesa reía y no paraba de tomar vino, mientras platicaba con la profesora Siniestra. — Buenas noches profesora... — anuncio quitándole la copa de vino de la mano a Daenyra. — suficiente por hoy
— ¿Por qué? — pregunto con tristeza, Snape noto que quizá se le habían pasado un poco las copas. — Deberías beber un poco.
— Es hora de irnos, Targaryen — le dijo tomándola con cuidado. Ni siquiera se despidió de la profesora Siniestra, obligó a Daenyra atravesar el Gran Comedor.
— bailamos una canción. — le pregunto. — ¿Dónde está Nymeria?
— Está ocupada con Potter en los rosales.
— Hacen tan bonita pareja. ¿No te parece? — Snape no respondió, Daenyra solo rió, cuando salieron del bullicio, la princesa pregunto. — ¿A dónde me llevas?
— Te dejaré en tu oficina, Targaryen.
— Creí que ya habíamos avanzado a Daenyra, Severus. — comento dolida, definitivamente era vino. Una vez que llegaron la princesa dictó la contraseña e ingreso a su oficina. — Ven, tengo algo de vino westerosi.
— Targaryen debo volver. — la princesa negó con la cabeza y tiro de él para que entrara.
— Vamos a jugar un juego, se llama yo digo una supongo algo de ti y si no es verdad tengo que beber. — explico feliz.
— Basta de beber vino, Targaryen. Ademas ese no es un juego. — dijo Snape intentado sonar obvio.
— Si lo es. — afirmó ofendida. —.es muy común en Dragonstone. Y hace mucho que no bebo, la única vez que lo ameritaba era porque aparentemente mi esposo me había abandonado pero no podía, porque... Bueno...
Snape la miro fijamente a los ojos y tomo su rostro entre sus manos, Daenyra sonrió. — Pensé qué debía tomar iniciativa yo.
— Targaryen deja de decir tonterías... — la princesa hizo un puchero. — hay algo mal.
— ¿Qué? ¿Qué tengo? — pregunto alarmandose.
— Tus recuerdos... — Daenyra se safo de golpe y le lanzó una mirada de advertencia.
— No te atrevas a entrar a mi cabeza.
— Quizá ya eche un vistazo sin que te dieras cuenta. — bromeó. — si me disculpas, tengo que volver a poner orden allá afuera.
— Sev espera... — la princesa piso su vestido accidentalmente y fue a dar al suelo quedando envuelta en las telas que conformaban su vestido, Snape regreso rápidamente e inclino la rodilla para poder ayudarla, Daenyra se echó a reír. — Si me dolió.
— Te estas comportando como una chiquilla malcriada. — la regaño, Daenyra se sentó quedando frente a frente, la princesa paro de reír y limpio las lagrimas que habían escapado a causa de la risa.
— Yo sé que quieres reírte. Dioses soy un desastre. — murmuró Daenyra.
— Si, lo eres. — la princesa le miro divertida y sin cuestionarse lo que estaba bien o mal, lo beso, ocasionando que perdiera el equilibrio, el profesor tardo en corresponder pero finalmente lo hizo, y lo que empezó como un beso lento se convirtió en un beso desesperado, como si llevarán años deseando el momento y finalmente se sentían libres de hacerlo. Se separaron y volvieron a unir sus labios con la misma intensidad.
De pronto la culpa lo invadió y Snape rompió el beso antes de que pudiera arrepentirse. — Bebiste. — le dijo poniéndose de pie y ofreciendo su mano para que ella también lo hiciera.
— ¿Y eso qué? — inquirió Daenyra.
— El alcohol nos hace cometer locuras, ve a descansar, Targaryen. — la princesa desistió y asintió no muy convencida.
Cuando Nymeria y Harry regresaron de pasear por los jardines de Hogwarts, se toparon con Hermione discutiendo nuevamente con Ron en la entrada del Gran Comedor.
— ¿Dónde estaban ustedes dos? — les gritó molesta de repente, ambos se miraron sin saber que decir.
— Fuimos a dar un paseo. — murmuró Nymeria.
— ¿Creen que soy tonta? Limpiate el labial de la cara Harry. — el pelinegro se limpio la cara con la manga. La princesa intento hacerlo de forma disimulada. — ¿Cómo pueden ser tan descuidados? — después se giro hacia Ron. — en cuanto a ti, si no te gusta, ya sabes cuál es la solución, ¿no? —gritó Hermione; el pelo se le estaba desprendiendo de su elegante moño, y tenía la cara tensa de ira.
—¿Ah, sí? —le respondió Ron—, ¿cuál es?
—¡La próxima vez que haya un baile, pídeme que sea tu pareja antes que ningún otro, y no como último recurso!
Ron movió la boca sin articular ningún sonido, Hermione se dio media vuelta y subía como un rayo las escaleras.
— Fue una mierda. — comento Ron yéndose segundos después en la misma dirección. Ambos jóvenes cruzaron miradas y posteriormente rieron.
—¡Eh… Harry!
Era Cedric Diggory.
—¿Sí? —dijo Harry.
—Escucha… —dijo Cedric en voz muy baja, Nymeria elevó una ceja. — Te debo una por haberme dicho lo de los dragones. ¿Tu huevo de oro hace un ruido horrible cuando lo abres?
—Sí —contestó Harry.
—Bien… toma un baño.
—¿Qué?
—Que tomes un baño y… eh… te lleves el huevo contigo, y… eh… reflexiona sobre las cosas en el agua caliente. Te ayudará a pensar… Hazme caso.
Harry se quedó mirándolo.
—Y otra cosa —añadió Cedric—: usa el baño de los prefectos. Es la cuarta puerta a la izquierda de esa estatua de Boris el Desconcertado del quinto piso. La contraseña es "Frescura de pino'. Tengo que irme… Me quiero despedir.
Volvió a sonreír a Harry y bajó la escalera apresuradamente hasta donde estaba Cho.
— ¿Qué te dijo? — le pregunto Nymeria con curiosidad.
— Que tomara un baño.
— ¿Y eso que tiene que ver con el huevo de oro? — Harry se encogió de hombros. — Eso fue, raro.
— Si. — admitió confundido. — ¿Quieres que te acompañe?
— No hace falta — la princesa hizo una pausa — la pasé genial. — susurro Nymeria contenta. Se despidió dandole un beso en la mejilla, Harry la vio irse hacia las mazmorras y una sonrisa se apoderó de su rostro.
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HELLOO
Finalmente el capítulo más esperado, casi 9k palabras lectorcitos, nomás pa darle gusto.
Quise poner muchísimas cosas pero de por sí ya es largo el capítulo no quería que se volviera tedioso.
Primero y antes que nada, esto planeaba subirlo exclusivamente a tiktok pero, quizá no me siguen por allá, así que lo dejo aquí para ustedes.
El vestido de Nyny 🖤
Creo que todos sospechamos quien se lo regaló y quién fue su cómplice... 🌝
Los vestidos de Daella y Daenyra prontito los estare subiendo a tiktok.
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Espacio para dejar sus preguntas e impresiones de este capítulo...
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Pd. Oigan ¿Y Alyssa?
Pd. Daenyra yo te creía más seria...
Pd. Daenyra en modo Ned Stark 🧐
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