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Capitulo 41

【 El Frente de Liberación de los Elfos Domésticos 】

Nymeria se separó de Harry y ambos se miraron sin saber que decir. El muchacho había correspondido el beso de la manera más dulce y torpe que pudo, la princesa había robado su primer beso de la manera más mágica posible que pudo hacerlo, de pronto moría de ganas de que eso pasara siempre. Madame Pomfrey obligó a Nymeria a soltarse de Harry y llevarla a tomar asiento para poder atenderla, pero en ningún momento le quitó los ojos violetas de encima.

— Podrán celebrar después, es urgente curar esas heridas, ¿Dragones? ¿Qué es lo que sigue? — Madame Pomfrey se alejo un momento para ir por sus instrumentos de curación, Draco Malfoy ingreso a la tienda y detrás de él lo que parecía ser un ejército Slytherin.

— Nymeria ¿Podemos ver el huevo de oro? — preguntaron algunos, mientras se encimaban a su alrededor.

— ¡Fue una completa locura! — decían otros.

— ¡Se hacen a un lado! — grito Malfoy aventando a unos cuantos de primero. — Nyny lo hiciste genial, podemos celebrarlo más tarde en las mazmorras. ¿Puedo ayudarte con eso? — pregunto señalando el huevo de oro, Nymeria bajo la mirada aún lo tenía abrazado a ella.

No pudo responder. — ¡Podrían darme espacio! — grito Madame Pomfrey.

— ¡Todos afuera! — grito la profesora McGonagall. — ¡Granger! ¡Weasley! ¡Hagrid! ¡Ustedes también!

— Eh si, profesora, si. Vamos. — dijo Hagrid saliendo de la tienda seguido de todos Hermione y Ron, después todos los Slytherin, Draco en cambio se quedó al lado de Nymeria.

— ¡Señor Malfoy, salga por favor! — el rubio hizo un gesto de disgusto y arrugó la nariz. — La señorita Targaryen requiere atención médica, salga por favor.

— ¿Qué hay de Potter? —  Draco señaló a Harry con la cabeza.

— Sus heridas están terminando de sanar, salga por favor, este espacio es exclusivo para la atención de los campeones. — el rubio finalmente acepto su derrota, miro por última vez a Nymeria y salió de la tienda, McGonagall les sonrió y después se fue.

Harry se sentó junto a ella a esperar que Madame Pomfrey terminará su trabajo, pero el silencio fue interrumpido cuando Daenyra entro con una sonrisa en el rostro.

— ¡Lo hicieron bastante bien! ¡Ambos! — la mujer se acercó a Harry y lo abrazo sintiéndose la madrina más orgullosa de la faz de la tierra.

— Gracias, tía Nyra. — respondió Harry, Daenyra sonrió aún más.

— ¿Desdé cuándo soy tía Nyra? — pregunto elevando ambas cejas.

— ¿Te molesta? — pregunto.

— Por supuesto que no, me agrada. — respondió Nyra revolviendo el cabello del muchacho. — ¿Todo bien, cariño?

— Si. — dijo antes de que Madame Pomfrey le empinara una pocion para la rápida curación de la herida que tenía en la cabeza, Nyra simplemente rió.

【 ... 】

Harry, Ron y Hermione fueron aquella noche a buscar a Pigwidgeon a la lechucería para que enviar una carta a Sirius diciéndole que habían logrado pasar la primera prueba. Por el camino, Harry puso a Ron al corriente de todo lo que Sirius le había dicho sobre Karkarov. Aunque al principio Ron se mostró impresionado al oír que Karkarov había sido un mortífago, para cuando entraban en la lechucería se extrañaba de que no lo hubieran sospechado desde el principio.

—Todo encaja, ¿no? —dijo—. ¿No se acuerdan de lo que dijo Malfoy en el tren de que su padre y Karkarov eran amigos? Ahora ya sabemos dónde se conocieron. Seguramente en los Mundiales iban los dos juntitos y bien enmascarados… Pero te diré una cosa, Harry: si fue Karkarov el que puso tu nombre en el cáliz, ahora mismo debe de sentirse como un idiota, ¿a que sí? No le ha funcionado, ¿verdad?

Pigwidgeon estaba tan emocionado con la idea del reparto, que daba vueltas y más vueltas alrededor de Harry, ululando sin parar. Ron lo atrapó en el aire y lo sujetó mientras Harry le ataba la carta a la patita.

—No es posible que el resto de las pruebas sean tan peligrosas como ésta…
¿Cómo podrían serlo? —siguió Ron, acercando a Pigwidgeon a la ventana—. ¿Sabes qué? Creo que podrías ganar el Torneo, Harry, te lo digo en serio.

Harry sabía que Ron sólo se lo decía para compensar de alguna manera su comportamiento de las últimas semanas, pero se lo agradecía de todas formas.

Hermione, sin embargo, se apoyó contra el muro de la lechucería, cruzó los brazos y miró a Ron con el entrecejo fruncido.

—Harry le queda mucho por andar antes de que termine el Torneo —declaró muy seria—. Si esto ha sido la primera prueba, no me atrevo a pensar qué puede venir después. Además Nymeria pudo terminar casi apenas inicio la prueba, pero Bagman tenía que abrir la boca.

—Eres la esperanza personificada, Hermione —le reprochó Ron—. Parece que te hayas puesto de acuerdo con la profesora Trelawney.

— Hermione tiene razón, Ny también lo hizo bastante bien. — dijo Harry.

— Lo dices solo porque se besuquearon al final de la prueba, si lo hizo bien, pero no tan bien, no te quites mérito por una chica Harry. — el pelinegro estaba por hablar cuando Hermione sonrió divertida.

— ¿Por qué no lo dices de nuevo? — le reto al pelirrojo, Ron elevó una ceja y se dio la vuelta, Nymeria lo saludo con una de sus manos ya que en la otra llevaba una carta.

— Recuerdo perfectamente oirte gritar ¡Eso fue increíble! — grito imitandolo. Después rió. — Yo tampoco me quitó el mérito Weasley — dijo sonriente golpeando su pecho con la carta. Ron solo la miro sin saber que decir. — Hola, Her, Harry.

El muchacho solo sonrió. — ¿Le has escrito a mi padre?

— Si, eso hice.

— Yo igual, pero creo que con tu carta es más que suficiente. — aseguro la joven princesa mirando hacia la ventana.

— Bueno, será mejor que bajemos para tu fiesta sorpresa, Harry. A estas alturas, Fred y George ya habrán robado suficiente comida de las cocinas del castillo. — hablo Ron finalmente.

— Será mejor que nos adelantemos. — respondió Hermione empujando a Ron hacia la salida. — Te veo mañana Nymeria, supongo que Slytherin también quiere celebrar.

— Si por Slytherin te refieres a Draco, si yo creo que así será. — tanto Ron y Hermione sonrieron incomodos por la mención de Malfoy y finalmente se fueron, la princesa rió al escuchar un "Hermione debiste decirme que estaba detrás..."

— ¿Podríamos ir a otro lugar que no apeste a lechuzas? — comento con disgusto la jovén, Harry asintió, los dos bajaron las escaleras en silencio, uno cómodo para ambos.

Los dos deambulaban por los pasillos del castillo, Nymeria tomo a Harry inesperadamente se la mano y lo condujo detrás de un par de estatuas.

— ¿Por qué nos escondemos? — pregunto mirando hacia los lados, Nymeria lo miro algo asombrada primero y después dejó escapar una risita. Harry la observo sin comprender.

— Oh, Harry eres tan dulce. — finalizó Nymeria sonriendo y se recargo sobre la pared sin apartar sus ojos violetas del chico.

— No entiendo. — comento apenado. — ¿Hicimos algo malo?

— No, aún. — murmuró la chica asomándose a ambos lados del pasillo. — Sobreviviste al dragón. — dijo con una sonrisa.

— No pienso lo mismo que Ron, estoy seguro que lo hiciste mejor. — comento Harry sonriendo, Nymeria negó con la cabeza.

— Ambos lo hicimos bien, Harry. — murmuró la princesa — además no quiero hablar de la prueba, prometí darte una respuesta ¿Ya lo olvidaste? — pregunto elevando una ceja.

Harry trago saliva, comenzaba a ponerse nervioso y a su mente vino lo que había confesado un día anterior, claro que no lo había olvidado. Mal idea recordar su pequeño momento de valentía.

— Sobre que tú, bueno...

— Te gusto. — puntualizó Nymeria. — Harry te seré honesta, ya lo intuía, eres muy transparente a veces.

Harry sintió la cara hervir.

— Yo... — titubeó.

— Está bien, no es algo malo. — dijo Nymeria en un tono lleno de dulzura y después miro sus anillos, temia cometer un error y no perdonarse con el tiempo. — Eres muy especial para mí, y yo misma me planteé no ir más allá porqué temo dañar nuestra amistad y me dolería mucho perderte. Eres diferente, Harry.

Finalizó mirándolo fijamente, los ojos verdes de Harry de pronto se apagaron, al parecer lo estaba rechazando, sintiendo un nudo en la garganta tomo las manos de la joven princesa y le sonrió.

— Está bien si tú no quieres ir más allá, Ny. — los ojos de Nymeria de pronto estaban llenos de asombro. — No me gustaría perderte por insistir, ser solo tú amigo no me prohíbe cuidar de ti.

Nymeria soltó sus manos y las llevo a la cara del muchacho.

— Harry... creo que me has malinterpretado. — Nymeria pauso. — lo que quise decir es que, está vez valdrá la pena tomar el riesgo.

El pelinegro sonrió y como una inyección de adrenalina la beso, Nymeria le siguió el beso con una sonrisa, enredando sus dedos en el cabello del muchacho, la princesa se sintió un tanto extasiada por la nula experiencia de Harry, sin duda su inocencia era una de las cosas que más la cautivaban. — Prometo no fallarte. — le susurro una vez que se separaron, Nymeria lo abrazo y el beso depósito un beso en su cabeza.

— Debemos volver a nuestras salas. — murmuró la rubia.

— ¿Por qué no vienes a celebrar a Gryffindor? — pregunto Harry, Nymeria lo miro y negó con diversión.

— Eso se no puede, sería pecado. — respondió con una sonrisa. — Vamos o Snape nos verá e irá de chismoso con mi madre.

Los dos salieron al pasillo tomados de la mano. — ¿Hay algo especial entre ellos? — pregunto Harry con curiosidad. — Hermione cree que la tía Nyra le gusta a Snape y viceversa...

Nymeria freno de repente.

— ¿Qué Hermione dijo qué? — pregunto sin aliento.

— No le digas que te dije. Ella menciono que pasaría algo así. — concluyó Harry apenado.

— No es así, mi mamá ahora tiene a mi padre, por lo que las oportunidades de ese murciélago son nulas. — los dos volvieron a caminar. —  Imagínate tener que decirle papá.

Harry se echó a reír.

— No es gracioso. — dijo Nymeria tratando de no reír, al final lo hizo, los dos terminaron riendo en el pasillo. Mientras la jovén se imaginaba a su madre casada con el profesor Snape y ella teniendo que lidiar con el echo, pero llegó a la conclusión de que era imposible, como aquella vez que imagino que era su padre biológico. — ¿De dónde abra sacado eso Her?

— No tengo idea. ¿Te acompaño a las mazmorras? — pregunto Harry.

— Am. ¿Estás seguro? — el pelinegro asintió con una sonrisa.

— Nyny no necesita que un perro la escolte, Potter. — comento Draco Malfoy apareciendo frente a ellos, sus ojos grises se detuvieron en las manos tomadas de Harry y Nymeria.

— Si Canuto estuviera aquí se hubiese  ofendido. — le susurro Harry a Nymeria, la joven soltó una risita.

— Preparamos una fiesta para celebrar que fuiste la mejor contra el dragón pero no llegabas por lo que he venido personalmente por ti. — dijo el rubio queriendo llamar la atención al sentirse ignorado.

— No necesita que un perro la escolte Malfoy....

— Está bien. — dijo Nymeria rápidamente con una sonrisa y después miro a Harry — te veo mañana en el desayuno Harry. ¿Te parece?

— Seguro, Ny. — el pelinegro le dio un último apretón en la mano, miro por última vez a Malfoy y se dio la vuelta para irse.

— ¿Nos vamos? — pregunto Nymeria caminando hacia el lado contrario, una vez que Harry desapareció de la vista de Malfoy este la miro alejarse, camino detrás de ella y la tomó del brazo, la princesa se dio la vuelta desconcertada.

— ¿Qué hacías con Potter a solas? — le pregunto tajante, Nymeria se soltó y lo miro molesta.

— ¿Cuál es tu problema? — pregunto Nymeria.

— ¿Qué hacías con él? — pregunto nuevamente.

— Nada que te importe.

— Se trata de ti Nyny, claro que me importa ¿Qué hacías con él? — pregunto una vez más, Nymeria se quedó callada. — ¿Estás con él?

— Si. — admitió.

Y entonces Draco Malfoy no dijo nada, asintió con molestia y miro hacia el suelo. — Se supone que serás mi esposa. — murmuró.

— Ese es cuento tuyo y de tu padre. — dijo Nymeria molesta. — Si, he decidido darle una oportunidad a Harry y espero que lo respetes, tuviste la tuya y lo arruinaste.

— Solo querías burlarte de mi con Potter ¿No? ¿Lo planearon?

— Draco claro que no, mis sentimientos... eran reales, pero tus actos no te convierten en un buen candidato.

— Es por eso que prefieres al sangre sucia de Potter. — gruño Malfoy con odio.

— No me importa su sangre ni estatus Draco, me importa por lo que es, y no voy a pedir perdón por ello.

Los dos se quedaron en silencio por unos minutos hasta que Draco Malfoy la miro a los ojos y cito lo siguiente: — No voy a rendirme. — el rubio la tomó de la barbilla. — que Potter disfrute mientras pueda, porque algún día serás mi esposa. — después le susurro al oído. — Serás mía Nymeria Targaryen.

La joven princesa lo observo sin saber que decir.

— ¿Por qué no vamos a celebrar su triunfo, princesa? — añadió. Nymeria se adelantó completamente pensativa.

En la sala de Slytherin se llevó acabo una pequeña celebración por el excelente desempeño de la princesa, misma que se le veía pensativa, incluso cuando llegó el momento  de abrir el huevo de oro y este emitió un horrible sonido que aturdió a media casa, Malfoy la observaba sonriente, el muchacho sabía que había logrado sembrar la duda, desde el momento en que ella había mencionado sus sentimientos supo que aún tenía oportunidad y por supuesto no le dejaría el camino tan fácil a Potter, ya estaba dicho, Nymeria Targaryen algún día será su esposa y el hará hasta lo imposible por ser su príncipe.

El comienzo del mes de diciembre llevó a Hogwarts vientos y tormentas de aguanieve. Esto resultaba inconveniente, dado que seguían cuidando de los horribles escregutos y necesitaban tener la cabeza despejada.

—No estoy seguro de si hibernan o no —dijo Hagrid a sus alumnos, que temblaban de frío, en la siguiente clase, en la huerta de las calabazas—. Lo que vamos a hacer es probar si les apetece echarse un sueñecito… Los pondremos en estas cajas.

Sólo quedaban diez escregutos. 

Aparentemente, sus deseos de matarse se habían limitado a los de su especie. Para entonces tenían casi dos metros de largo. El grueso caparazón gris, las patas poderosas y rápidas, las colas explosivas, los aguijones y los aparatos succionadores se combinaban para hacer de los escregutos las criaturas más repulsivas.

Desalentada, la clase observó las enormes cajas que Harry acababa de llevarles, todas provistas de almohadas y mantas.

—Los meteremos dentro —explicó Hagrid—, les pondremos las tapas, y a ver qué sucede.

Pero no tardó en resultar evidente que los escregutos no hibernaban y que no se mostraban agradecidos de que los obligaran a meterse en cajas con almohadas y mantas, y los dejaran allí encerrados. Hagrid enseguida empezó a gritar: «¡No se asusten, no se asusten!», mientras los escregutos se dispersaban por el huerto de las calabazas tras dejarlo sembrado de los restos de las cajas, que ardían sin llama.

 La mayor parte de la clase se había refugiado en la cabaña de Hagrid. Harry, Nymeria, Ron y Hermione, sin embargo, estaban entre los que se habían quedado fuera para ayudar a Hagrid. Entre todos consiguieron sujetar y atar a nueve escregutos, aunque a costa de numerosas quemaduras y heridas. Al final no quedaba más que uno.

—¡No lo espanten! —les gritó Hagrid a Harry y Ron, que le lanzaban chorros de chispas con las varitas. El escreguto avanzaba hacia ellos con aire amenazador, el aguijón levantado y temblando—. ¡Sólo hay que deslizarle una cuerda por el aguijón para que no les haga daño a los otros!

—¡Por nada del mundo querríamos que sufrieran ningún daño! —exclamó Ron con enojo mientras Harry y él retrocedían hacia la cabaña de Hagrid, defendiéndose del escreguto a base de chispas.

Nymeria soltó una carcajada al ver a ambos magos intentar alejar el escreguto, le resultaba divertida la situación, o al menos eso parecía segundos antes de que cierta persona desagradable hiciera su gran aparición.

—Bien, bien, bien… esto parece divertido.

Rita Skeeter estaba apoyada en la valla del jardín de Hagrid, contemplando el alboroto. Aquel día llevaba una gruesa capa de color fucsia con cuello de piel púrpura y, colgado del brazo, el bolso de piel de cocodrilo.

Hagrid se lanzó sobre el escreguto que estaba acorralando a Harry y Ron, y lo aplastó contra el suelo. El animal disparó por la cola un chorro de fuego que estropeó las plantas de calabaza cercanas.

—¿Quién es usted? —le preguntó Hagrid a Rita Skeeter, mientras le pasaba al escreguto un lazo por el aguijón y lo apretaba.

—Rita Skeeter, reportera de El Profeta —contestó Rita con una sonrisa. Le brillaron los dientes de oro.

—Creía que Dumbledore le había dicho que ya no se le permitía entrar en Hogwarts —contestó Hagrid.

Rita actuó como si no lo hubiera oído.

—¿Cómo se llaman esas fascinantes criaturas? —preguntó, acentuando aún más su sonrisa.

—Escregutos de cola explosiva —gruñó Hagrid.

—¿De verdad? —dijo Rita, llena de interés—. Nunca había oído hablar de ellos… ¿De dónde vienen?

Harry notó que, por encima de la enmarañada barba negra de Hagrid, la piel adquiría rápidamente un color rojo mate, ¿Dónde había conseguido Hagrid los escregutos?

Hermione, que parecía estar pensando lo mismo, se apresuró a intervenir.

—Son muy interesantes, ¿verdad? ¿Verdad, Harry?

—¿Qué? ¡Ah, sí…!, ¡ay!… muy interesantes —dijo Harry al recibir un pisotón.

—¡Ah, pero si estás aquí, Harry! —exclamó Rita Skeeter cuando lo vio—. Así que te gusta el Cuidado de Criaturas Mágicas, ¿eh? ¿Es una de tus asignaturas favoritas?

—Sí —declaró Harry con rotundidad. 

Hagrid le dirigió una sonrisa.

—Divinamente —dijo Rita—. Divinamente de verdad. ¿Lleva mucho dando clase? —le preguntó a Hagrid.

Los ojos de ella pasaban de Dean (que tenía un feo corte en la mejilla) a Lavender (cuya túnica estaba chamuscada), a Seamus (que intentaba curarse varios dedos quemados) y luego a las ventanas de la cabaña, donde la mayor parte de la clase se apilaba contra el cristal, esperando a que pasara el peligro.

—Éste es sólo mi segundo curso —contestó Hagrid.

—Divinamente… ¿Estaría usted dispuesto a concederme una entrevista? Podría compartir algo de su experiencia con las criaturas mágicas. El Profeta saca todos los miércoles una columna zoológica, como estoy segura de que sabrá. Podríamos hablar de estos… eh… «escorbutos de cola positiva».

—Escregutos de cola explosiva —la corrigió Hagrid—. Eh… sí, ¿por qué no?

Nymeria miro a Harry, aquello daba  muy mala espina, pero no había manera de decírselo a Hagrid sin que Rita Skeeter se diera cuenta, así que aguantaron en silencio mientras Hagrid y Rita Skeeter acordaban verse en Las Tres Escobas esa misma semana para una larga entrevista. Luego sonó la campana en el castillo, señalando el fin de la clase.

—¡Bueno, Harry, adiós! —lo saludó Rita Skeeter con alegría cuando él se iba con Ron y Hermione—. ¡Hasta el viernes por la noche, Hagrid!

—Le dará la vuelta a todo lo que diga Hagrid —dijo Harry en voz baja.

—Mientras no haya importado los escregutos ilegalmente o algo así… 

—agregó Hermione muy preocupada.

Se miraron entre sí. Ése era precisamente el tipo de cosas de las que Hagrid era perfectamente capaz.

—Hagrid ya ha dado antes muchos problemas, y Dumbledore no lo ha despedido nunca —dijo Ron en tono tranquilizador—. Lo peor que podría pasar sería que Hagrid tuviera que deshacerse de los escregutos. Perdón, ¿he dicho lo peor? Quería decir lo mejor.

Nymeria, Harry y Hermione se rieron y, algo más alegres, se fueron a comer.

Más tarde Nymeria, Harry y Ron se presentaron a su clase de Adivinación. Seguían con los mapas planetarios y las predicciones. Aparentemente las cosas avanzaban de manera positiva para Harry, Ron volvió a ser su amigo y Nymeria no lo había rechazado como muchas veces lo imagino. 

— Oye. — murmuró Nymeria llamando su atencion, el pelinegro se giro hacia ella y sonrió. — ¿has descubierto algo sobre el huevo de oro?

— No, no he intentado buscar respuestas. — admitió apenado, respondió honestamente, sabía que a diferencia de Hermione, la rubia no iba reprenderlo.

— ¿De qué hablan? — murmuró Ron uniéndose a la conversación, casi encimandose sobre Harry.

— Sobre el huevo de oro y su relación con la siguiente prueba. — respondió la princesa en voz baja.

La profesora Trelawney se enfado en cuanto noto que los jóvenes no paraban de hablar.

—Me atrevo a pensar —dijo en su voz tenue que no ocultaba el evidente enfado — que algunos de los presentes —miró reveladoramente a Harry— se mostrarían mas interesados si hubieran visto lo que he visto yo al mirar esta noche la bola de cristal. Estaba yo sentada cosiendo, cuando no pude contener el impulso de consultar la bola. Me levanté, me coloqué ante ella y sondeé en sus cristalinas profundidades…¿Y a que no adivinan lo que vi devolviéndome la mirada?

— ¿Un murciélago con gafas? —dijo Ron en voz muy baja. 

— La muerte, queridos míos.

Parvati y Lavender se taparon la boca con las manos, horrorizadas.

—Sí —dijo la profesora Trelawney—, viene acercándose cada vez más, describiendo círculos en lo alto como un buitre, bajando, cerniéndose sobre el castillo…

Y su profunda mirada se poso sobre Nymeria y Harry.

— Daría más miedo si no hubiera dicho lo mismo ochenta veces antes —comentó Harry, cuando por fin salieron al aire fresco de la escalera que había bajo el aula de la profesora Trelawney—. Pero si me hubiera muerto cada vez que me lo ha pronosticado, sería a estas alturas un milagro médico.

— Serías un concentrado de fantasma — dijo Ron riéndose alegremente cuando se cruzaron con el Barón Sanguinario, que iba en el sentido opuesto.

— ¿Qué pasa si no se refiere a ti Harry? — pregunto la rubia pensativa.

— No creerás que habla en serio. — dijo Ron riéndose de nuevo, Harry entendió lo que Nymeria quería decir y entonces el miedo se apoderó de él.

— Son tonterías que dice para asustarme, no habla de ti, Ny. — respondió Harry mirándola algo nervioso, después se giro hacia Ron quien por primera vez entendió lo que el pelinegro quería decir.

— Eh… creo que voy a buscar a Hermione, si, los veré en el cena. — el pelirrojo se adelantó dejando a Harry y a Nymeria detrás.

— ¿Por qué piensas que se trata de ti? — pregunto el pelinegro con preocupación, Nymeria se detuvo y algo cansada respondió.

— Será porque mi abuelo decidió nombrarme su heredera y yo acepte, por lo que ahora mi propia casa está en mi contra… y no importa Trelawney está exagerando. Vamos a buscar a Her. — comento entrelazando sus manos y tirando hacia adelante para que caminara junto a ella, pero Harry se quedó inmóvil. — Harry.

— Si importa, Ny. ¿Hay alguna manera en la que pueda ayudar a protegerte de tu familia? Se que como se siente cuando… no te quieran. — finalizó Harry en un susurro, Nymeria sintió su corazón hacerse pequeño y solo lo abrazo. 

— Soy yo quien debe protegerte Harry. — murmuró la joven princesa cuando el pelinegro la abrazo con fuerza.

【 ... 】

Hermione no fue a cenar, ni la encontraron en la biblioteca cuando fueron a buscarla. Dentro sólo estaba Viktor Krum. Ron merodeó un rato por las estanterías, observando a Krum y cuchicheando con Harry sobre si pedirle un autógrafo a lo que Nymeria comento: — ¿Por qué no mejor le pides un beso? Acosador.

— Cállate va escucharte… y no soy un acosador. — respondió Ron furioso entre murmullos.

— Si, lo eres. — afirmó la princesa, Harry sonreia divertido, pues ambos jóvenes salieron de la biblioteca aún debatiendo..

—Pero ¿adónde habrá ido? —preguntó Ron minutos después de haber perdido contra la princesa.

—¡Harry! —llamó Hermione —. Tienes que venir, Harry. Tienes que venir: es lo más sorprendente que puedas imaginar. Por favor…

Agarró a Harry del brazo e intentó arrastrarlo por el corredor.

—¿Qué pasa? —preguntó Harry.

—Ya lo verás cuando lleguemos. Ven, ven, rápido… Harry miró a Ron y a Nymeria, y ellos le devolvieron la mirada, intrigados.

— Bien —aceptó Harry, que dio media vuelta para acompañar a Hermione. Ron y Nymeria corrieron para no quedarse atrás.

—¿Adónde vamos, Her? —preguntó Nymeria, después de que ella los hubo conducido por seis pisos y comenzaron a bajar la escalinata de mármol que daba al vestíbulo.

—¡Ya lo veran, lo verán dentro de un minuto! —dijo Hermione emocionada.

Al final de la escalinata dobló a la izquierda y fue aprisa hacia la puerta por la que Cedric Diggory había entrado la noche en que el cáliz de fuego eligió su nombre. Nunca habían estado allí. Siguieron a Hermione por otro tramo de escaleras que desembocaba en un amplio corredor de piedra, brillantemente iluminado con antorchas y decorado con alegres pinturas, la mayoría bodegones.

—¡Ah, espera…! —exclamó Harry, a medio corredor—. Espera un minuto, Hermione.

—¿Qué? —Ella se volvió para mirarlo con expresión impaciente.

—Creo que ya sé de qué se trata —dijo Harry.

—¡Hermione! —dijo Ron cayendo en la cuenta—. ¡Nos quieres meter otra vez en ese tema del pedo!

—¡No, no, no es verdad! —se apresuró a negar ella—. Y no se llama “pedo” Ron.

—¿Le has cambiado el nombre? 

—preguntó Ron, frunciendo el entrecejo—.

¿Qué somos ahora, el Frente de Liberación de los Elfos Domésticos? Yo no me voy a meter en las cocinas para intentar que dejen de trabajar, ni lo sueñes.

—¡No te pido nada de eso! —contestó Hermione —. Acabo de venir a hablar con ellos y me he encontrado… ¡Ven, Harry, quiero que lo veas!

Tomandole otra vez del brazo. Hermione accionó un mecanismo, abrió la puerta y empujó a Harry por la espalda,

obligándolo a entrar.

— Granger ¿Qué haces? — pregunto Nymeria yendo rápidamente detrás de ellos.

Cuando los cuatro entraron algo pequeño se acercó a ellos corriendo desde el medio de la sala.

—¡Harry Potter, señor! —chilló—. ¡Harry Potter!

Un segundo después el elfo le dio un abrazo tan fuerte en el estómago que lo dejó sin aliento, Hermione se giro sonriente hacia Nymeria, quien solo miraba sin entender.

—¿Do… Dobby? —dijo, casi ahogado.

—¡Es Dobby, señor, es Dobby! —chilló una voz —. ¡Dobby ha esperado y esperado para ver a Harry Potter, señor, hasta que Harry Potter ha venido a verlo, señor!

Dobby lo soltó y retrocedió unos pasos, sonriéndole. Sus enormes ojos verdes, rebosaban lágrimas de felicidad. Estaba casi igual a como Harry lo recordaba… Lo único diferente era la ropa.

—¿Qué haces aquí, Dobby? —dijo Harry sorprendido

.

—¡Dobby ha venido para trabajar en Hogwarts, señor! —chilló Dobby emocionado—. El profesor Dumbledore les ha dado trabajo a Winky y Dobby, señor.

—¿Winky? —se asombró Harry—. ¿Es que también está aquí?

—¡Sí, señor, sí! —Dobby agarró a Harry de la mano y tiró de él entre las cuatro largas mesas de madera que había allí. 

En la cocina había al menos cien pequeños elfos, que se inclinaban sonrientes cuando Harry, arrastrado por Dobby, pasaba entre ellos. Todos llevaban el mismo uniforme: un paño de cocina estampado con el blasón de Hogwarts y atado a modo de toga, como había visto que hacía Winky.

Dobby se detuvo ante la chimenea de ladrillo.

—¡Winky, señor! —anunció.

Winky estaba sentada en un taburete al lado del fuego. A diferencia de Dobby, ella no había andado apropiándose de ropa, mientras que todas las prendas del extraño atuendo de Dobby se hallaban tan limpias y bien cuidadas que parecían completamente nuevas, Winky no parecía dar ninguna importancia a su ropa: tenía manchas de sopa por toda la pechera de la blusa y una quemadura en la falda.

—Hola, Winky —saludó Harry.

A Winky le tembló el labio. Luego rompió a llorar, y las lágrimas se derramaron.

—¡Ah, por Dios! —dijo Hermione. Ella, Nymeria y Ron habían seguido a Harry y Dobby hasta el otro extremo de la cocina—. Winky, no llores, por favor, no…

Pero Winky lloró aún con más fuerza. Por su parte, Dobby le sonrió a Harry.

—¿Le apetecería a Harry Potter una taza de té? —chilló bien alto, por encima de los sollozos de Winky.

—Eh… bueno —aceptó Harry.

Al instante, unos seis elfos domésticos llegaron por detrás, llevando una bandeja grande de plata cargada con una tetera, tazas para Harry, Nymeria, Ron y Hermione.

—¡Qué buen servicio! —dijo Ron impresionado.

Hermione los miró con el entrecejo fruncido, pero los elfos parecían encantados.

— ¿Una nueva amiga para Harry Potter? — pregunto Dobby mirando a Nymeria con sus enorme ojos verdes, mientras le servía té. La princesa sonrió.

— No exactamente. — expreso feliz. Hermione se giro hacia Harry provocando que las mejillas del muchacho se pintarán de color rojo — ¿Dobby? ¿Verdad? Soy Nymeria de la casa Targaryen y es un gusto conocerte.

— ¡Dobby está feliz de conocer a Nymeria Targaryen, señorita! — después miro a Harry. — ¡La amiga de Harry Potter es bonita, señor! 

—Si, lo es — afirmó Harry. — ¿Cuánto tiempo llevas aquí, Dobby? —preguntó Harry, mientras Dobby servía el té.

—¡Sólo una semana, Harry Potter, señor! —contestó Dobby muy contento—. Dobby vino para ver al profesor Dumbledore, señor. ¿Sabe, señor?, a un elfo doméstico que ha sido despedido le resulta muy difícil conseguir un nuevo puesto de trabajo.

Al decir esto, Winky volvió a llorar.

—¡Dobby ha viajado por todo el país durante dos años intentando encontrar trabajo, señor! —chilló Dobby—. ¡Pero Dobby no ha encontrado trabajo, señor, porque Dobby quiere que le paguen!

.

Hermione, le dijo:

—¡Me parece muy bien, Dobby!

—¡Gracias, señorita! —respondió Dobby, enseñándole los dientes al sonreír—. Pero la mayor parte de los magos no quieren un elfo doméstico que exige que le paguen, señorita. “¡Pues vaya un elfo doméstico!”, dicen, y me dan un portazo. A Dobby le gusta trabajar, pero quiere llevar ropa y quiere que le paguen, Harry Potter… ¡A Dobby le gusta ser libre!

Los elfos domésticos de Hogwarts se alejaban de Dobby poco a poco, Winky se quedó donde estaba, aunque se puso a llorar aún con más fuerza.

—¡Y después, Harry Potter, Dobby va a ver a Winky y se entera de que Winky también ha sido liberada! —dijo Dobby contento.

Al oír esto, Winky se levantó de golpe y, echándose boca abajo sobre

el suelo de piedra, se puso a golpearlo con sus pequeños puños mientras lloraba con verdadero dolor. Hermione se apresuró a dejarse caer de rodillas a su lado, e intentó consolarla, pero nada de lo que decía tenía ningún efecto.

Dobby prosiguió su historia chillando por encima del llanto de Winky.

—¡Y entonces se le ocurrió a Dobby, Harry Potter, señor! “¿Por qué Dobby y Winky no buscan trabajo juntos?”, dice Dobby. “¿Dónde hay bastante trabajo para dos elfos domésticos?”, pregunta Winky. Y Dobby piensa, ¡y cae en la cuenta, señor!

¡Hogwarts! Así que Dobby y Winky vinieron a ver al profesor Dumbledore, señor, ¡y el profesor Dumbledore los contrató!

Dobby sonrió muy contento, y de los ojos volvieron a brotarle lágrimas de felicidad.

—¡Y el profesor Dumbledore dice que pagará a Dobby, señor, si Dobby quiere que se le pague! ¡Y así Dobby es un elfo libre, señor, y Dobby recibe un galeón a la semana y libra un día al mes!

—¡Eso no es mucho! —dijo Hermione desde el suelo, por encima de los continuados llantos y puñetazos de Winky

—El profesor Dumbledore le ofreció a Dobby diez galeones a la semana, y librar los fines de semana —explicó Dobby, estremeciéndose repentinamente, como si la posibilidad de tantas riquezas y tiempo libre lo aterrorizara—, pero Dobby regateó hacia abajo, señorita… A Dobby le gusta la libertad, señorita, pero no quiere demasiada, señorita. Prefiere trabajar.

—¿Y cuánto te paga a ti el profesor Dumbledore, Winky? —le preguntó Hermione con suavidad.

Winky dejó de llorar, pero cuando se sentó miró a Hermione con sus enormes ojos castaños con una expresión de furia.

—¡Winky puede ser una elfina desgraciada, pero todavía no recibe paga! —chilló —. ¡Winky no ha caído tan bajo! ¡Winky se siente avergonzada de ser libre! ¡Como debe ser!

—¿Avergonzada? —repitió Hermione sin comprender—. ¡Pero, vamos, Winky!

¡Es el señor Crouch el que debería avergonzarse, no tú! Tú no hiciste nada incorrecto. ¡Es él el que se portó contigo horriblemente!

Pero, al oír aquellas palabras, Winky se llevó las manos al sombrero y se aplastó las orejas para no oír nada.

—¡Usted no puede insultar a mi amo, señorita! ¡Usted no puede insultar al señor Crouch! ¡El señor Crouch es un buen mago, señorita! ¡El señor Crouch hizo bien en despedir a Winky, que es mala!

—A Winky le está costando adaptarse, Harry Potter —chilló Dobby en tono confidencial—. Winky se olvida de que ya no está ligada al señor Crouch. Ahora podría decir lo que piensa, pero no lo hará.

—Entonces, ¿los elfos domésticos no pueden decir lo que piensan sobre sus
amos? —preguntó Harry.

—¡Oh, no, señor, no! —contestó Dobby, repentinamente serio—. Es parte de la esclavitud del elfo doméstico, señor. Guardamos sus secretos con nuestro silencio, señor. Nosotros sostenemos el honor familiar y nunca hablamos mal de ellos. Aunque el profesor Dumbledore le dijo a Dobby que él no le daba importancia a eso. El profesor Dumbledore dijo que somos libres para… para…

Dobby se puso nervioso de pronto, y le hizo a Harry una seña para que se acercara más. Harry se inclinó hacia él. Entonces Dobby le susurró:

—Dijo que somos libres para llamarlo… para llamarlo… viejo chiflado, si queremos, señor.

Dobby se rió con una risa nerviosa. Estaba asustado.

—Pero Dobby no quiere llamarlo así, Harry Potter —dijo, —. Dobby aprecia muchísimo al profesor Dumbledore, y estará orgulloso de guardarle sus secretos.

—Pero ¿ahora puedes decir lo que quieras sobre los Malfoy? —le preguntó Harry, sonriendo.

En los inmensos ojos de Dobby había una mirada de temor.

— ¿Los Malfoy eran tus amos? — pregunto Nymeria de pronto, Dobby volvió a mírarla y asintió. 

— Si, señorita. — afirmó con algo de temor. —Dobby… Dobby podría hablar sobre ellos —dijo dudando. Encogió sus pequeños hombros—. Dobby podría decirle a la bonita señorita que sus antiguos amos eran… eran… ¡magos tenebrosos!

Dobby se quedó quieto un momento, temblando, horrorizado de su propio atrevimiento. Luego corrió hasta la mesa más cercana y empezó a darse cabezazos contra ella, muy fuerte.

—¡Dobby es malo! ¡Dobby es malo! —chilló.

Nymeria se apresuró a agarrarlo por la parte de atrás de la corbata y tiró de él para separarlo de la mesa.

— ¡Oh dioses! Dobby no hagas eso. — exclamó Nymeria con preocupación.

—Gracias, bonita señorita, gracias —dijo Dobby sin aliento, frotándose la cabeza.

—Sólo te hace falta un poco de práctica —repuso Harry.

—¡Práctica! —chilló Winky furiosa—. ¡Deberías avergonzarte de ti mismo, Dobby, decir eso de tus amos!

—¡Ellos ya no son mis amos, Winky! —replicó Dobby desafiante—. ¡A Dobby ya no le preocupa lo que piensen!

—¡Eres un mal elfo, Dobby! —gimió Winky, mientras lloraba. —. ¡Pobre señor Crouch!, ¿cómo se las apañará sin Winky? ¡Me necesita, necesita mis cuidados! He cuidado de los Crouch toda mi vida, y mi madre lo hizo antes que yo, y mi abuela antes que ella… ¿Qué dirían si supieran que me han liberado? ¡Ah la vergüenza! —Volvió a taparse la cara con la falda y siguió llorando.

—Winky —le dijo Hermione con firmeza—, estoy completamente segura de que el señor Crouch esta bien sin ti. Lo hemos visto, ¿sabes?

—¿Han visto a mi amo? —exclamó Winky sin aliento, alzando la cara llena de

 lágrimas y mirándola con ojos como platos—. ¿Lo ha visto usted aquí, en Hogwarts?

—Sí —repuso Hermione—. Él y el señor Bagman son jueces en el Torneo de los tres magos.
.
—¿También viene el señor Bagman? —chilló Winky.

Para sorpresa de todos, Winky volvió a indignarse.

—¡El señor Bagman es un mago malo!, ¡un mago muy malo! ¡A mi amo no le gusta, no, nada en absoluto!

—¿Bagman malo? —se extrañó Harry.

—¡Ay, sí! —dijo Winky, afirmando enérgicamente con la cabeza—. ¡Mi amo le contó a Winky algunas cosas! Pero Winky no lo dice… Winky guarda los secretos de su amo… —Volvió a deshacerse en lágrimas, y la oyeron murmurar entre sollozos —: ¡Pobre amo, pobre amo!, ¡ya no tiene a Winky para que lo ayude!

Como fue imposible sacarle a Winky otra palabra sensata, la dejaron llorar y se acabaron el té mientras Dobby les hablaba alegremente sobre su vida como elfo libre y los planes que tenía para su dinero.

—¡Dobby va a comprarse un jersey, Harry Potter! —explicó muy contento, señalándose el pecho desnudo.

—¿Sabes una cosa, Dobby? —le dijo Ron, que parecía haberle tomado aprecio—. Te daré el que me haga mi madre esta Navidad; siempre me regala uno. No te disgusta el color rojo, ¿verdad? 

—Dobby se emocionó—. Tendremos que encogerlo un poco para que te quede bien.

Minutos después los cuatro jóvenes se disponían a volver a sus propias salas.

—¡Muchísimas gracias! —les dijo Harry a los elfos, —. ¡Hasta luego, Dobby!

—Harry Potter… ¿puede Dobby ir a verlo alguna vez, señor? —preguntó el elfo con timidez.

—Por supuesto que sí —respondió Harry, y Dobby sonrió.

—¿Sabén una cosa? —comentó Ron cuando habían dejado atrás las cocinas, y subían hacia el vestíbulo —. He estado todos estos años muy impresionado por la manera en que Fred y George robaban comida de las cocinas. Y, la verdad, no es que sea muy difícil, ¿no? 

—Creo que no podía haberles ocurrido nada mejor a esos elfos, ¿saben? —dijo Hermione, subiendo delante de ellos por la escalinata de mármol—. Me refiero a que Dobby viniera a trabajar aquí. Los otros elfos se darán cuenta de lo feliz que es siendo libre, ¡y poco a poco empezarán a desear lo mismo!

—Esperemos que no se fijen mucho en Winky —dijo Harry.

—Ella se animará —afirmó Hermione, aunque parecía un poco dudosa—. En cuanto se le haya pasado el susto y se haya acostumbrado a Hogwarts, se dará cuenta de que está mucho mejor sin ese señor Crouch.

—Parece que lo quiere mucho — dijo Ron.

—Sin embargo, no tiene muy buena opinión de Bagman, ¿verdad? Me pregunto qué dirá el señor Crouch de él en su casa. — dijo Nymeria pensativa.

—Seguramente dice que no es un buen director de departamento —repuso Hermione—, y la verdad es que algo de razón sí que tiene, ¿no?

—Aun así preferiría trabajar para él que para Crouch —declaró Ron—. Al menos Bagman tiene sentido del humor.

—Que Percy no te oiga decir eso —le advirtió Hermione, sonriendo ligeramente.

—No, bueno, Percy no trabajaría para alguien que tuviera sentido del humor — dijo Ro —. Percy no reconocería una broma aunque bailara desnuda delante de él llevando la cubretetera de Dobby.

Los cuatro rieron.

— Ha sido muy extraño pero me la he pasado bien, supongo que los veo mañana en el desayuno. — comento Nymeria, Hermione sonrió.

— Por supuesto. — dijo la castaña.

— Yo te acompaño a la mazmorras. — se apresuró Harry a decir.

— Harry si Snape te llega a ver… — pero Ron fue interrumpido por el pelinegro.

— Los alcanzo más tarde. — Nymeria se despidió con la mano y después la entrelazó con la de Harry.

Hermione miro a Ron.

— ¡Qué romántico! ¿No crees? Al fin Harry acepto sus sentimientos y Nymeria se ha dado cuenta que Malfoy era una mala influencia para ella. — expreso con emoción y cerro con un suspiro. 

— ¿Crees que sea una imprudencia de mi parte salir con la prima de Nymeria? — pregunto Ron intrigado, de pronto la emocion de Hermione se esfumó, no dijo nada, solo se adelantó dejando a Ron ahí parado. — ¿Es malo? — pregunto siguiéndola.





















































































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YA FALTA POCO PARA EL BAILE

AL FIN

*bailecito*

Lectores de mi corazón ¿Cómo están?

Aquí los dejo con un capítulo algo largo y lleno de drama jsjs

Antes de continuar, quiero pedir que porfavor disfruten de la lectura, no se ataquen y no se peleen en los comentarios. Se los agradecería muchísimo ❤️

Los siguientes capítulos van a estar con todo así que estén atentos a la próxima actualización, los leo prontito.

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