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Capítulo 20

【 La despedida 】


Nymeria se dirigía a las mazmorras, por alguna extraña razón ahora estaba más tranquila, por lo que había quedado de verse con sus amigos en el lago negro, pero antes, la joven princesa deseaba arreglar su cabello y por supuesto, colocarse un lindo vestido.

Cuando llegó a la sala común de Slytherin, todos conversaban animadamente, decidió hacer caso omiso, intuyo que se trataba de la visita que estaba programada a Hogsmeade.

— ¿Qué te paso? — pregunto Pansy de manera burlona. La rubia se detuvo y se dio vuelta.

— Qué... — dijo sin tomarle importancia a su posible burla. Nymeria dibujo en su rostro una sonrisa.

— ¿Qué te pa...?

— Qué te importa, Parkinson — respondió Nymeria, dio la vuelta para irse pero se encontró con Draco Malfoy. — No preguntes...

— No iba hacerlo, princesa — dijo con una sonrisa.

— ¿Por qué tan feliz, Malfoy? — el rubio levanto una ceja.

— Tú sabes porque — respondió con obviedad.

— Ni idea... Si es sobre Buckbeak tengo noticias...

— El profesor Lupin resultó ser un licántropo, ahora mismo debería estar haciendo su maleta...

— ¿QUÉ? — Malfoy la miro confundido — ¿Cómo sabes eso? ¿Qué fue lo que hiciste...?

— Yo no hice nada. El profesor Snape nos lo dijo... — la rubia lo miro con los ojos muy abiertos y salió corriendo.

Los tres jóvenes habían salido a recorrer los terrenos del colegio, se detuvieron a esperar a Nymeria, tomaron asiento en la orilla del lago. Cuando levantaron la vista vieron a Hagrid, les sonreía.

— Ya sé que no debería alegrarme después de lo sucedido la pasada noche — dijo —  Me refiero a que Black se volviera a escapar y todo eso... Pero ¿a que no adivinan...?

—¿Qué? — dijeron los tres, fingiendo curiosidad.

— Buckbeak. ¡Se escapó! ¡Está libre! ¡Lo estuve celebrando toda la noche!

— ¡Eso es genial! — dijo Hermione.

— Sí, no lo atamos bien — explicó Hagrid — Esta mañana estaba preocupado, pensé que podía tropezarse por ahí con el profesor Lupin. Pero Lupin dice que anoche no comió nada.

— ¿Cómo? — preguntó Harry.

— ¿No lo has oído? — le preguntó Hagrid — Snape se lo ha revelado esta mañana a todos los de Slytherin. Creía que a estas alturas ya lo sabría todo el mundo: el profesor Lupin es un hombre lobo. Y la noche pasada anduvo suelto por los terrenos del colegio. En estos momentos está haciendo las maletas, por supuesto.

— ¿Que está haciendo las maletas? —preguntó Harry — ¿Por qué?

— Porque se marcha — dijo Hagrid — Lo primero que hizo esta mañana fue presentar una renuncia. Dice que no puede arriesgarse a que vuelva a suceder.

Harry se levantó.

— Voy a verlo — dijo a Ron y a Hermione.

— Pero si ha renunciado...

— No creo que podamos hacer nada.

— No importa. De todas maneras, quiero verlo. Le avisan a Nymeria que nos veremos aquí mismo más tarde...

La puerta del despacho de Lupin estaba abierta. Al entrar escucho la voz de Nymeria.

— Mi madre y yo no lo culpamos de lo que sucedió ¿Lo sabé?

— Lo sé, Nymeria, aún así no me puedo quedar. Harry... Te he visto venir — dijo Lupin sonriendo. Señaló el mapa del merodeador.

— Acabo de estar con Hagrid —dijo Harry — Me ha dicho que ha presentado usted su renuncia. No es cierto, ¿verdad?

— Me temo que sí — contestó Lupin. Nymeria sé giro hacia Harry, su rostro reflejaba cierta tristeza.

— ¿Por qué? — preguntó Harry.

— El profesor Dumbledore se las ha arreglado para convencer a Fudge de que intenté salvaros la vida — suspiró — Ha sido el colmo para Severus. Creo que ha sido muy duro para él perder la Orden de Merlín. Así que él... por casualidad... reveló esta mañana en el desayuno que soy un licántropo.

— ¿Y se va sólo por eso? — preguntó Harry.

Lupin sonrió con ironía.

— Mañana a esta hora empezarán a llegar las lechuzas enviadas por los padres. No consentirán que un hombre lobo dé clase a sus hijos, Harry. Pude haber mordido a cualquiera de ustedes...

— ¡Es usted el mejor profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras que hemos tenido nunca! — dijo Harry — ¡No se vaya!

— ¡Yo casi quemé la escuela en una ocasión y heme aquí! ¡No sé vaya, mi madre también lo necesita!

— Tú caso es distinto, recuerda quien eres Nymeria — Lupin le sonrió. — Nyra cuenta conmigo y me ha dejado en claro que yo cuento con ella.

Siguió vaciando los cajones, mientras Harry y Nymeria buscaban un argumento para convencerlo de quedarse, Lupin dijo:

— Por lo que el director me ha contado esta mañana, la noche pasada salvaste muchas vidas, Harry. Si estoy orgulloso de algo es de todo lo que has aprendido. Háblame de tu patronus.

— ¿Cómo lo sabe? — preguntó Harry anonadado.

— ¿Qué otra cosa podía haber puesto en fuga a los dementores?

Harry contó a detalle lo que había ocurrido. Nymeria lo escuchaba con atención, pues ella perdió el conocimiento. Al terminar, Lupin volvía a sonreír.

— Sí, tu padre se transformaba siempre en ciervo. Lo adivinaste. Por eso lo llamábamos Cornamenta. Toma, la traje de la Casa de los Gritos —dijo  entregándole a Harry la capa invisible — Ya no soy profesor suyo, así que no me siento culpable por devolver esto. A mí ya no me sirve. Y me atrevo a creer que ustedes, Ron y Hermione le encontraran utilidad.

Harry tomó el mapa y Nymeria sonrió.

— Usted me dijo que Khalessi, Lunático, Colagusano, Canuto y Cornamenta nos habrían tentado para que salieramos del colegio... que lo habrían encontrado divertido.

— Sí, lo habríamos hecho — confirmó Lupin — No dudo que a James le habría decepcionado que su hijo no hubiera encontrado ninguno de los pasadizos secretos para salir del castillo.

Alguien llamó a la puerta. Era el profesor Dumbledore. No se sorprendió al ver a Harry.

— Tu coche está en la puerta, Remus.

— Gracias, director.

Lupin tomó su vieja maleta y el depósito vacío del grindylow.

— Bien. Adiós, a ambos — dijo sonriendo — Ha sido un verdadero honor ser profesor suyo. Estoy seguro de que nos volveremos a encontrar en otra ocasión. Señor director, no hay necesidad de que me acompañe hasta la puerta.

— Adiós entonces, Remus — dijo Dumbledore. Les dirigió una rápida sonrisa y salió del despacho.

Harry y Nymeria miraban al suelo con tristeza. Escucharon la puerta cerrarse y Harry levantó la vista. Dumbledore seguía allí.

— Princesa Nymeria — la rubia lo miro — Su madre la necesita en la enfermería.

— Bien. Con decirme que me vaya a ver si puso el dragón, bastaba — Harry sonrió por primera vez, incluso Dumbledore rió— te veo más tarde, Potter. Hasta luego director.

...

Nadie en Hogwarts conocía la verdad de lo ocurrido la noche en que desaparecieron Buckbeak, Sirius y Pettigrew, salvo Harry, Nymeria, Ron, Hermione, la profesora Targaryen y el profesor Dumbledore. Al final del curso, se hicieron muchas teorías acerca de lo que había sucedido, pero ninguna se acercaba a la verdad.

Malfoy estaba furioso por lo de Buckbeak. Estaba convencido de que Hagrid había hallado la manera de esconder el hipogrifo.

Harry no podía dejar de pensar en la predicción de la profesora Trelawney. Se preguntaba continuamente dónde estaría Pettigrew, si estaría escondido o si habría llegado ya junto a Voldemort. Pero lo que más lo deprimía era la perspectiva de volver con los Dursley. Por consejo de Dumbledore, no iría con su madrina, debía volver con sus tíos.

Los resultados de los exámenes salieron el último día del curso. Harry,  Nymeria, Ron y Hermione habían aprobado todas las asignaturas. Harry estaba asombrado de aprobar Pociones.

Ese mismo día, Nyra citó a su hija, aún quedaba muchísimo por conversar, estaba más que dispuesta a responder todas y cada una de las preguntas que su hija tuviese.

— Hola, madre. Buenos días. ¿Por qué cambiaste la contraseña del despacho? — Daenyra sonrió y se hizo a un lado para que Nymeria entrará. — No entiendo para que me citaste. Deseo aprovechar todo el tiempo que me queda en Hogwarts con mis amigos.

— Puedes invitarlos a tu onomástico — comentó Nyra sentándose frente a su hija. — Además, tendrás cuatro años más para convivir lo que quieras con ellos, por favor regalame solo un minuto.

— ¿Cómo...? Espera... ¡Dejaras que me quedé! — Nymeria se levantó de un brinco  y una gran sonrisa se dibujo en el rostro de la joven, rodeó el escritorio y abrazo a su madre — ¡Gracias, gracias!

— Pensé que ya lo habías deducido. — dijo Nyra levantando una ceja, pero sonriendo a su vez.

— Paso por mi mente, pero técnicamente... — bajo la voz — Sirius Black sigue prófugo.

— En ese caso... — murmuro Nyra en tono de broma.

— No, no, no... Ya me has dicho que me quedo, no puedes retractar tus palabras. — Nymeria río feliz — Espera que se lo cuente a Harry, Hermione y Ron.

— ¿Ya no son Potter, Granger y Weasley? — cuestionó divertida.

— Estoy en la etapa de quizá ponerles un bonito apodo — dijo Nymeria mientras tomaba asiento, Nyra asintió divertida — ustedes los tenían. ¿Por qué Khalessi?

— En mi defensa tenía pensado algo distinto, pero... Cuando le conte a tu padre la historia de Daenerys la conquistadora y todos sus titulos, no paraba de llamarme así, recuerdo perfecto que propuse mi apodo y los cuatro me vieron con indignación, James menciono que todo el tiempo me llamaban Khalessi ¿Por qué cambiarlo? Y dije, esta bien. Se queda. No insistan más, ustedes ganan... — Nymeria la miro emocionada, los ojos le brillaban de alegría, su madre nunca antes había sido tan abierta con ella.

— Mencionaste que también eras amiga de la madre de Harry...

— Si, nos conocimos en el banquete de bienvenida y fuimos compañeras de dormitorio, no éramos tan unidas en un inicio ella tenía... sus amigos y yo los míos, pero al final... encontré la hermana que nunca tuve en Shaera, sabes que mi relación con tu tía no es la mejor.

— Si, lo sé. ¿Por qué mi padre menciono que terminaste con él por culpa de Snape? — preguntó Nymeria curiosa. Nyra se echo a reír.

— Nada se te escapa ¿eh?

— No.

Ambas ríen.

— Durante nuestro quinto año comenzamos a tener desacuerdos, como una adolescente que era, tome la decisión de terminar, no fue para tanto...

— ¿Cómo se conocieron? Mejor dicho ¿Cómo fue que se enamoraron? — pregunto la princesa animada.

— No lo soportaba, le costó conquistarme, al final lo logró, nuestros amigos siempre le hacían segunda en todo, y viceversa...

— ¿Aún lo amas? — pregunto Nymeria de repente — creo que él a ti si, y mucho... — dijo jugando con sus dedos y mirando de reojo a su madre, quien permaneció en silencio y desvío la vista hacia un punto perdido.

— Es complicado... pase doce años odiando lo que hizo, a él... no sabría responderte... — concluyó insegura, viendo un destello de desilusión en el rostro de su hija — primero debemos demostrar la inocencia de Sirius.

— Sí... — dijo Nymeria, los ánimos de la conversación habían bajado — ¿Puedo preguntar sobre... Mi hermana? — murmuro nerviosa.

— Por supuesto. — dijo Nyra sonriendo.

— ¿Cual era su nombre?

— Lyra, tu padre lo había elegido, tenía otras opciones por si era niño... Yo elegí el tuyo, no estaba muy segura si llamarte Visenya o Nymeria. Al final me decidí por el segundo.

— ¿Tenia alas de dragón cuando nació? He leído sobre eso en los libros que relatan la historia de Dragonstone. La reina Rhaenyra también dio a luz a su hija antes de tiempo y nació así, como un dragón que no llegó a término ¿Mi hermana se veía así? — los ojos de Nyra se cristalizaron al escuchar las palabras de Nymeria y le dolió el pecho de solo recordarlo. — No respon..

— Si... Las enfermeras me miraron horrorizadas cuando la saque, pero yo solo quería abrazarla sobre mi pecho y hacerle saber que estaba bien si no podía quedarse... — hizo una pausa — Es el precio por llevar en nuestras venas la sangre del dragón... —suspiró— No te hable de la verdad por miedo, eras lo único que me quedaba, debía protegerte, evite hablarte de mi pasado, evite a toda costa que no vinieras a Hogwarts por miedo, evite decirte quien era tu padre porque no quería dañar tus ilusiones y acepte llevarme los malos comentarios para que nadie la tomara contra ti, pero cuan equivocada estaba, eso también te lastimó y perdoname. — las lágrimas traicionaron a la joven princesa comenzando a rodar por sus mejillas y dejó escapar un sollozo, se llevó ambas manos al rostro.

— Perdoname tú madre, no debí insinuar esas cosas horribles... — Nyra abrazo a su hija y acarició su cabello.

— No hay nada que perdonar, esta bien mi dulce niña, esta bien...

Madre e hija se habían reconciliado después de unos largos meses difíciles. Continuaron hablando y riendo por una hora, hasta que Nymeria tuvo que irse debido a que había quedado de verse con Harry, Hermione y Ron. Nyra en cambio se mostraba impaciente y ansiosa, logró responder la mayoría de las preguntas que Nymeria le hizo, pero no una en especial, y la verdad era que ni siquiera sabía cómo responderse a ella misma.

Continuó caminando tranquilamente por los pasillos del colegio cuando se topó frente a frente con Albus Dumbledore, el viejo director la miró y sonrió.

— ¿Todo en orden? — preguntó, la princesa asintió rápidamente.

— Sí, iba camino a su despacho para avisarle que esta misma tarde volveré a Dragonstone le he prometido a Nymeria que volvería a casa en Syrax. Además creo que mi presencia ya no es necesaria aquí.

— ¿A qué se refiere, Nyra? Los alumnos aman las clases de alto valyrio y están encantados con usted. 

— El tema de Sirius Black, si bien no se ha resuelto ya no está relacionado con la seguridad de Harry por lo tanto no veo necesaria mi presencia aquí.

— Ya... una verdadera lástima, pero si es lo que usted quiere, está en todo su derecho de irse. Siempre será bienvenida en Hogwarts.

— Se lo agradezco, Dumbledore.

— ¿Hay algo más, Nyra?. — la princesa asiente no muy segura. — creí que estaría feliz al enterarse de que Sirius es inocente.

—  No le puedo mentir, me siento un poco confundida — afirmó — se supone que debería estar feliz, pero siendo honesta creo que... estoy decepcionada.

— No entiendo, Nyra ¿Decepcionada?

— Sí .— aceptó — Decepcionada. Creo que era más cómodo tener que odiarlo... es un poco complicado de entender...

Dumbledore asintió varias veces.

— Creo entender, sucede que no le resulta más fácil odiarlo que amarlo, sino que le resulta más fácil odiarlo que lastimarlo ¿Tiene que ver con otra persona?

— ¿Cómo...? sí, eso creo — la rubia lo miró insegura de confesar aquello que llevaba en su cabeza desde hace tiempo.

— Sabe que puede confiar en mí.

...

Al día siguiente, Harry, Hermione y Ron se levantaron a primera hora, los tres jóvenes corrían por los terrenos de Hogwarts a toda velocidad, supieron que Nymeria estaba apuntó de irse cuando escucharon los gritos de emoción de Hagrid. Al levantar la vista escucharon el cantar de dos dragones, uno más grande que el otro.

Al más grande de los dos, poseía una precioso color negro y el más pequeño que volaba detrás era dorado. Sin duda era el dragón que había intentado incendiar el campo de Quidditch.

— ¡SON INCREIBLES! — gritaba Hagrid una y otra vez, queriendo llorar de la emoción.

Para sorpresa de Harry, no sólo se encontraba Dumbledore ahi, extrañamente también estaba el profesor Snape.

— ¡Nymeria! — le grito Hermione a la rubia. Se dio vuelta al instante, la joven princesa vestía un precioso traje negro con detalles rojos, les sonrió a los tres. — ¡Ah, te voy extrañar muchísimo!

— Y yo a ustedes — se dirigió a Harry — me hubiera gustado que pudieras venir con nosotras

— Si, a mi igual — dijo en voz baja.

— Bueno, podremos vernos antes, pronto será mi onomástico y habra una pequeña celebración. Desde ahora están invitados.

— ¿Hablas en serio? — pregunto Ron.

— Si, muy en serio. Además se acercan los Mundiales de Quidditch, nos veremos seguido... — Nymeria guardo silencio, el dragón de su madre aterrizó de golpe, Syrax sobrevolaba.

— ¿Volveras el siguiente año?  — pregunto Harry, la princesa se volteo de nuevo.

— Si, te encargaste de arreglar ese tema.

— Jamás había visto uno tan grande... — comentó Ron, Daenyra bajaba del dragón con escamas negras. La princesa llevaba un precioso traje de montura color azul, que resaltaba su cabello rizado y trenzado.

— ¿Cuanto es lo más que crecen? — pregunto Hermione con curiosidad.

— Bueno, nunca paran de crecer, al menos los que descienden de Valyria. Drogon es pequeño en comparación con Vhagar.

— ¡DULCE NYRA! ¿PUEDO...? — las palabras de Hagrid fueron interrumpidas. Drogon dejó escapar un rugido que casi le voló la barba. Echo una risotada de alegría.

— ¡Lykirī Drogon, Lykirī! (Calma Drogon, calma) — ordenó Daenyra. — No te acerques demasiado Hagrid o serás su desayuno... — bromeó, Nyra avanzó hasta dónde Dumbledore se encontraba. — Hemos llegado al final de esta travesía. Fue un honor impartir mis conocimientos en Alto Valyrio.

— El honor fue nuestro, puedes volver a Hogwarts cuando quieras, nuestros jóvenes alumnos estarán encantados.

— ¿No volverás? — pregunto Snape de golpe.

— No, me temo que no. Pero mi hija si. — dijo mirando a Snape fijamente, la rubia extendió su mano — una lastima que no arreglamos nuestros problemas del todo. — finalmente el hombre aceptó la mano de Nyra, sin decir absolutamente nada, Dumbledore los miro de reojo. Los gritos de Hagrid los saco de sus pensamientos, parecía un niño pequeño, Syrax había dejado de sobrevolar y ahora estaba junto a Nymeria, Harry, Ron, Hermione y Hagrid.

— Nos volveremos a encontrar. El onomástico de Nymeria se acerca y están invitados, ambos. — comentó Nyra devolviendo la mirada. — mi padre quiere celebrarlo en grande. Se encuentra más emocionado que incluso mi hija...

— Muchas gracias, Nyra. Cuenta con nuestra presencia, será un gusto saludar al viejo Viserys.

— Hable por usted... — susurro Snape.

— Esperaremos tú lechuza — afirmó Dumbledore con una sonrisa. La rubia asintió sonriente y se dio la vuelta.

— ¡Nymeria, llegó la hora de irnos! — indicó acercándose a su hija. La joven levanto su pulgar y miro a Hagrid.

— Hasta luego, Hagrid, fue un gusto.

— Para mi un honor, princesa Nymeria — comentó alegre el semigigante, casi aplastando a la rubia con un abrazo. Nyra dejó escapar una risita — Oh, dulce Nyra, también voy extrañarte, recuerda que tenemos pendiente una tarde de té.

— Jamás olvidaría una tarde de té, Hagrid, gracias — Daenyra se acercó a los tres jóvenes amigos de Nymeria. — Fue un gusto, si algún día desean conocer Dragonstone son bienvenidos.

— Gracias — sonrió Hermione.

— Harry, es una lastima que no haya podido llevarte conmigo, pero si necesitas algo, lo que sea, envía tu lechuza — el chico asintió desanimado.

Nymeria se acercó.

— Los veré pronto — sonrió. La joven princesa abrazo a Hermione, con su puño derecho le dio un leve golpe en el hombro a Ron, finalmente también lo abrazó. — Rompete una pierna.

— Muy graciosa — respondió Ron, fingiendo reirse. Harry y Hermione soltaron una carcajada.

Abrazo a Harry y este correspondió al instante — En verdad deseaba mucho que fueses a Dragonstone con nosotras... — susurro.

— Igual yo.

— Espero que puedas asistir a mi día del nombre... — el pelinegro levanto una ceja — cumpleaños, en Dragonstone lo llamamos día del nombre.

— Aah, si, haré posible por estar ahí. — Nymeria le plantó un beso en la mejilla, Harry sintió la cara arder y su sonrisa se ensancho aún más.

— En ese caso, nos vemos pronto, Potter.

Se aproximó a su dragona, de un salto subió y alcanzó la silla de montura, ya acomodada, lo vio de lejos, al parecer cierto chico rubio también quería despedirse pero no tuvo el valor de acercarse, por unos segundos se perdió en sus pensamientos, mirándolo, sintiendo el viento chocar en el rostro. Drogon la saco de sus pensamientos, rugia feliz de llevar a su jinete a casa, Nymeria sonrió ampliamente, removió el cabello que le caía en la cara y pronunció:

Sōves, Syrax! — la dragona dejó escapar un rugido, extendió sus alas y poco a poco elevó a su jinete por entre las nubes, la rubia respiro profundo, de reojo noto qué Drogon la seguía. Volvió a sonreír, fue su mejor año escolar y no tenía dudas de ello. — Muña!

Nymeria retrocedió, mientras que Daenyra se adelantó.

Dracarys! — ordenó Nyra, Drogon dejo escapar una llamarada de fuego en el aire y Nymeria la atravesó junto con Syrax dando volteretas, una vez lograda su hazaña, la princesa levanto ambas manos y celebró con una inmensa felicidad.





Fin de la primera parte.

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