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Capítulo 19
【El secreto de Hermione 】


— Asombroso. Verdaderamente asombroso. Fue un milagro que quedaran todos con vida. No he oído nunca nada parecido. Menos mal que se encontraba usted allí, Snape...

— Gracias, señor ministro.

— Orden de Merlín, de segunda clase, diría yo. ¡Primera, si estuviese en mi mano!

— Muchísimas gracias, señor ministro.

— Tiene ahí una herida bastante fea. Supongo que fue Black.

— En realidad fue la joven Targaryen, señor ministro.

— ¿La hija de la princesa?

— Black los había encantado. A los cuatro. Me di cuenta enseguida. A juzgar por su comportamiento, debió de ser un hechizo para confundir. Me parece que creían que existía una posibilidad de que fuera inocente. La joven no era responsable de lo que hacía. Creyeron que podían atrapar a Black ellos solos. Han salido impunes en tantas ocasiones anteriores que me temo que se les ha subido a la cabeza, no me extraña que convencieran a Targaryen de unirseles... Y naturalmente, el director ha consentido siempre que Potter goce de una libertad excesiva.

— Bien, Snape. ¿Sabe? Todos hacemos un poco la vista gorda en lo que se refiere a Potter.

— Ya. Pero ¿es bueno para él que se le conceda un trato tan especial? Personalmente, intento tratarlo como a cualquier otro. Y cualquier otro sería expulsado, al menos temporalmente, por exponer a sus amigos a un peligro semejante.

—Bien, bien... ya veremos, Snape. El muchacho ha sido travieso, sin duda.

Harry escuchaba acostado, con los ojos cerrados. Estaba completamente aturdido. Las palabras que oía parecían viajar muy despacio hasta su cerebro, de forma que le costaba un gran esfuerzo eentenderla. Quería quedarse allí acostado, en aquella cómoda cama, para siempre...

—Lo que más me sorprende es el comportamiento de los dementores... ¿Realmente no sospecha qué pudo ser lo que los hizo retroceder, Snape?

— No, señor ministro. Cuando llegué, volvían a sus posiciones, en las entradas.

— Extraordinario. Y sin embargo, Black, Harry y la princesa...

— Todos estaban inconscientes cuando llegué allí. 

Harry abrió los ojos.

Todo estaba borroso. Alguien le había quitado las gafas. Se hallaba en la oscura enfermería. Al final de la sala podía distinguir a la señora Pomfrey inclinada sobre una cama y dándole la espalda. Vio el pelo Rubio de la profesora Targaryen.

Harry se giro. Del lado derecho estaba Hermione, en la siguiente Nymeria y al final se encontraba Ron. Hermione se llevó un dedo a los labios. Luego señaló la puerta de la enfermería. Estaba entreabierta y las voces de Cornelius Fudge y de Snape se escuchaban desde el corredor.

La señora Pomfrey llegó entonces caminando hasta la cama de Harry.

— ¡Ah, estás despierto! — dijo con voz animada. Dejó el chocolate en la mesilla de Harry y empezó a trocearlo.

— ¿Cómo está Ron? — preguntaron al mismo tiempo Hermione y Harry.

— Sobrevivirá — dijo la señora Pomfrey con seriedad.

— ¿Mi madre, cómo esta? — pregunto Nymeria algo adormilada.

— Esta inconciente pero se repondrá — le respondió la señora Pomfrey. — En cuanto a vosotros tres, permaneceréis aquí hasta que yo esté bien segura de que están... ¿Qué haces, Potter?

Harry se había levantado, se ponía las gafas y tomó su varita.

— Tengo que ver al director — explicó.

— Potter — dijo con dulzura la señora Pomfrey — todo se ha solucionado. Han arrestado a Black. Lo han encerrado arriba. Los dementores le darán el Beso en cualquier momento.

— ¿QUÉ? — se escucharon tres voces al mismo tiempo. No solo Harry saltó de la cama. Hermione y Nymeria también hicieron lo mismo. Su grito se había escuchado hasta el pasillo de afuera. Un segundo después, entraron en la enfermería Cornelius Fudge y Snape.

— ¿Qué es esto, Harry? — preguntó Fudge, con aspecto agitado — Tendrías que estar en la cama... ¿Ha tomado chocolate?

Harry estaba por hablar cuando Nymeria se adelantó.

— Escuche, señor ministro ¡Sirius Black es inocente! ¡Peter Pettigrew fingió su propia muerte! ¡Lo hemos visto esta noche! No puede permitir que los dementores le hagan eso, es...

Pero Fudge movía la cabeza en sentido negativo.

— Princesa Nymeria, esta usted confundida. Ha vivido una terrible experiencia. Vuelva a acostarse. Está todo bajo control.

— ¡NADA DE ESO! — gritó Harry — ¡HAN ATRAPADO AL QUE NO ES!

— Señor ministro, por favor, escuche —rogó Hermione. — Yo también lo vi. Era la rata de Ron. Es un animago. Pettigrew, quiero decir. Y..

—¿Lo ve, señor ministro? —preguntó Snape—. Los tres tienen confundidas las ideas. Black ha hecho un buen trabajo con ellos...

— ¡QUE NO ESTAMOS CONFUNDIDOS! — grito Nymeria desesperada.

— ¡Señor ministro! ¡Profesor! — dijo enfadada la señora Pomfrey — He de insistir en que se vayan.

— ¡Intentamos explicar lo que pasó! —dijo Harry furioso— Si me escuchan...

Pero la señora Pomfrey le introdujo de repente un trozo grande de chocolate en la boca. Harry se atraganto.

— Ahora, por favor, señor ministro... Estos niños necesitan cuidados. Les ruego que salgan.

Volvió a abrirse la puerta. Era Dumbledore.

— Profesor Dumbledore, Sirius Black... — Nymeria se vio interrumpida.

— ¡Por Dios santo! ¿Es esto una enfermería o qué? Señor director he de insistir en que...

— Te pido mil perdones, Poppy, pero necesito cambiar unas palabras con el señor Potter, la señorita Granger y la señorita Targaryen. He estado hablando con Sirius Black.

— Supongo que le ha contado el mismo cuento de hadas que metió en la cabeza de Potter — espetó Snape — ¿Algo sobre una rata y sobre que Pettigrew está vivo?

— Eso es efectivamente lo que dice Black — dijo Dumbledore.

—¿Y acaso mi testimonio no cuenta para nada? — gruñó Snape — Peter Pettigrew no estaba en la Casa de los Gritos ni vi señal alguna de él por allí.

— ¡Eso es porque usted estaba inconsciente, profesor! — dijo con seriedad Hermione — No llegó con tiempo para oír...

— ¡Señorita Granger!

— Vamos, Snape — dijo Fudge — La muchacha está trastornada, hay que ser comprensivos.

— Me gustaría hablar con Harry, Nymeria y Hermione a solas — dijo Dumbledore — Cornelius, Severus, Poppy Se lo ruego, déjennos.

— Señor director. Necesitan tratamiento, necesitan descanso. — dijo Pomfrey.

— Esto no puede esperar — dijo Dumbledore — Insisto.

La señora Pomfrey se fue con paso firme a su despacho y dio un portazo al cerrar. Fudge simplemente dijo:

— Los dementores deberían de haber llegado ya. Iré a recibirlos. Dumbledore, nos veremos arriba.

Fue hacia la puerta y la mantuvo abierta para que pasara Snape. Pero Snape no se movió.

— No creerá una palabra de lo que dice Black, ¿verdad? — susurró.

— Quiero hablar a solas con ellos — repitió Dumbledore. Snape avanzó un paso hacia Dumbledore.

— Sirius Black demostró ser capaz de matar cuando tenía dieciséis años —dijo Snape — No lo habrá olvidado. No habrá olvidado que intentó matarme.

— Mi memoria sigue siendo tan buena como siempre, Severus — respondió Dumbledore con tranquilidad.

Snape giró y salió por la puerta que Fudge mantenía abierta. La puerta se cerró tras ellos y Dumbledore se volvió hacia los tres jóvenes quienes empezaron a hablar al mismo tiempo.

— Señor profesor, Black dice la verdad, nosotros vimos a Pettigrew — dijo Harry.

— Escapó cuando el profesor Lupin se convirtió en hombre lobo. — continuó Nymeria.

— Es una rata. — le siguió Hermione.

— La pata delantera de Pettigrew... quiero decir, el dedo, él mismo se lo cortó.

— Pettigrew atacó a Ron. No fue...

Pero Dumbledore levantó una mano para detener la avalancha de explicaciones.

— Ahora tienen que escuchar ustedes y les ruego que no me interrumpan, porque tenemos muy poco tiempo —dijo con tranquilidad — Black no tiene ninguna prueba de lo que dice, salvo su palabra. Y la palabra de tres niños de trece años no convencerá a nadie. Una calle llena de testigos juró haber visto a Sirius matando a Pettigrew. Yo mismo di testimonio al Ministerio de que Sirius era el guardián secreto de los Potter.

— El profesor Lupin también puede testificarlo — dijo Harry.

— ¿Qué hay de mi mamá? — pregunta Nymeria.

— El profesor Lupin se encuentra en estos momentos en el bosque, incapaz de contarle nada a nadie. La princesa Daenyra desgraciadamente esta delicada de salud, cuando ambos estén en condiciones de testificar, Sirius estará más que muerto...

— Pero...

— Escúchen. Es demasiado tarde, ¿lo entienden? Tienen que comprender que la versión del profesor Snape es mucho más convincente que la de ustedes...

— Él odia a mi padre por una broma tonta que le gastó...

— Sirius no ha obrado como un inocente. La agresión contra la señora gorda, entrar con un cuchillo en la torre de Gryffindor. Si no encontramos a Pettigrew, vivo o muerto, no tendremos ninguna posibilidad de cambiar la sentencia.

— Pero usted nos cree — dijo Hermione.

— Sí, yo sí — respondió — Pero no puedo convencer a los demás ni desautorizar al ministro de Magia.

— Lo que necesitamos es ganar tiempo — dijo Dumbledore mirando a Hermione.

— Pero... — empezó Hermione, poniendo los ojos muy redondos — ¡AH!

— Ahora prestenme atención — dijo Dumbledore, hablando muy bajo — Sirius está encerrado en el despacho del profesor Flitwick, en el séptimo piso. Torre oeste, ventana número trece por la derecha. Si todo va bien, esta noche pueden salvar más de una vida inocente. Pero recuerden, no los pueden ver. Señorita Granger, ya conoces las normas. Sabes lo que está en juego. No deben verlos.

— Voy a cerrar con llave. Son las doce menos cinco. Señorita Granger, tres vueltas deberían bastar. Buena suerte.

—¿Buena suerte? —repitió Harry, cuando la puerta se hubo cerrado tras Dumbledore. — ¿Tres vueltas? ¿Qué quiere decir? ¿Qué es lo que tenemos que hacer?

Pero Hermione sacó una cadena de oro muy larga y fina.

— Vengan, rápido — observo la cadena y los miro — ¡Rapido!

Los dos se acercaron a la castaña. Hermione estiró la cadena por fuera de la túnica y Harry pudo ver un pequeño reloj de arena que pendía de ella

— Solo alcanza para uno más... —dijo la castaña, observando la fina cadena.

— ¿Qué hacemos? —preguntó Harry sin comprender.

— Ve Harry — dijo Nymeria — yo me quedo. ¡Rapido!

— ¿Ir a dónde?

— A salvar a mi padre... — Harry miro a Nymeria, mientras Hermione acomodaba la cadena en el cuello de Harry.

— Pero...

— Dile que... el dragón es la señal...

Hermione dio tres vueltas al reloj de arena y ambos desaparecieron.


═ ∘◦❁◦∘ ═

Nymeria miro atenta la puerta, escucho algunas voces y segundos después, Harry y Hermione entraron, llevaban una sonrisa en el rostro. Señal de que tuvieron éxito.

— Lo lograron...

— Si, pero ahora a nuestras camas — dijo Hermione, los tres se metieron en sus respectivas camas. Hermione volvió a esconder el giratiempo debajo de la túnica. Un instante después, la señora Pomfrey volvió de su oficina.

— ¿Ya se ha ido el director? ¿Se me permitirá ahora ocuparme de mis pacientes?

Estaba de muy mal humor. Los tres jóvenes optaron por comer chocolate en silencio. La señora Pomfrey se quedó allí delante para asegurarse de que se lo comían. Y entonces, mientras tomaban el cuarto trozo del chocolate de la señora Pomfrey, oyeron voces.

— ¿Qué ha sido eso? — dijo alarmada la señora Pomfrey.

Oyeron voces de enfado, cada vez más cerca. La señora Pomfrey mantuvo la vista fija en la puerta.

— ¡Hay que ver! ¡Despertarán a todo el mundo! ¿Qué creen que hacen?

Los tres se miraron entre si.

— Debe de haber desaparecido, Severus. Tendríamos que haber dejado a alguien con él en el despacho. Cuando esto se sepa...

— ¡NO HA DESAPARECIDO! — grito Snape — ¡UNO NO PUEDE APARECER NI DESAPARECER EN ESTE CASTILLO! ¡POTTER Y TARGARYEN TIENEN ALGO QUE VER CON ESTO!

— Sé razonable, Severus. Harry está encerrado.

La puerta de la enfermería se abrió de golpe. Fudge, Snape y Dumbledore entraron en la sala. Dumbledore parecía tranquilo, incluso contento.

Fudge estaba enfadado, pero Snape se hallaba fuera de sí.

—¡CONFIESEN! — grito — ¿QUÉ ES LO QUE HAN HECHO?

— ¡Profesor Snape! — chilló la señora Pomfrey — ¡Contrólese!

—Por favor, Snape, sé razonable — dijo Fudge — Esta puerta estaba cerrada con llave. Acabamos de comprobarlo.

— ¡LE AYUDARON A ESCAPAR, LO SÉ! — gritó Snape, señalando a Harry, Nymeria y a Hermione.

— ¡Tranquilícese, hombre! —gritó Fudge — ¡Está diciendo tonterías!

— ¡NO CONOCE A POTTER! — gritó Snape — ¡LO HIZO ÉL, SÉ QUE LO HIZO ÉL!

— Ya, Severus — dijo Dumbledore con voz tranquila — Piensa lo que dices. Esta puerta ha permanecido cerrada con llave desde que abandoné la enfermería, hace diez minutos. Señora Pomfrey, ¿han abandonado estos alumnos sus camas?

— ¡Por supuesto que no! — dijo ofendida la señora Pomfrey —  ¡He estado con ellos desde que usted salió!

— Ahí lo tienes, Severus — dijo Dumbledore — A menos que crea que son capaces de encontrarse en dos lugares al mismo tiempo, me temo que no encuentro motivo para seguir molestándolos.

Snape se quedó allí, furioso, apartando la vista de Fudge. Snape dio media vuelta y salió de la sala de la enfermería.

— Su colega parece perturbado — dijo Fudge — Yo en su lugar, Dumbledore, tendría cuidado con él.

— No es nada serio — dijo Dumbledore con calma — sólo que acaba de sufrir una gran decepción.

— ¡No es el único! — repuso Fudge resoplando — ¡El Profeta va a encontrarlo muy divertido! ¡Ya lo teníamos arrinconado y se nos ha escapado entre los dedos! Sólo faltaría que se enterasen también de la huida del hipogrifo, y seré el hazmerreír. Bueno, tendré que irme y dar cuenta de todo al Ministerio...

—¿Y los dementores? — le preguntó Dumbledore — Espero que se vayan del colegio.

— Sí, tendrán que irse — dijo Fudge  — Nunca creí que intentaran darle el Beso a un niño inocente... estaban totalmente fuera de control. Esta noche volverán a Azkaban. Tal vez deberíamos pensar en poner dragones en las entradas del colegio... ¿Qué opina usted, princesa Nymeria?

Nymeria asintió con una gran sonrisa.

— Eso le encantaría a Hagrid — dijo.

— Pienso igual — dijo Dumbledore, dirigiendo una rápida sonrisa. Cuando él y Fudge dejaron la enfermería, la señora Pomfrey corrió hacia la puerta y la volvió a cerrar con llave y volvió a su despacho.

Se oyó un leve gemido al otro lado de la enfermería. Ron se acababa de despertar. Lo vieron sentarse, rascarse la cabeza y mirar a su alrededor.

— ¿Qué ha pasado? — preguntó — ¿Harry? ¿Qué hacemos aquí? ¿Dónde está Sirius? ¿Dónde está Lupin? ¿Qué ocurre?

Los tres se miraron.

— Explícaselo tú, Hermione — dijo Harry, tomando un poco más de chocolate. La castaña se echo a reír y después le explicó a detalle todo lo que sucedió estando Ron inconciente, Nymeria salió de la camilla para correr abrazar a Harry.

— Gracias, Potter — el pelinegro sonrió correspondiendo el abrazo, la rubia lo soltó segundos más tarde, y le preguntó :— ¿Cómo fue retroceder en el tiempo?

— Fue raro. — la rubia río. — ¿más chocolate?

Le extendió un trozo.

— Si ¿Por qué no? — aceptó Nymeria contenta. — Se que sin la asquerosa rata no podemos demostrar que mi padre es inocente, pero, espero que algún día se resuelva y mis padres estén juntos.

— Nymeria... — los dos se giraron. Daenyra estaba despertando. La rubia se levantó y velozmente camino hasta la camilla de su madre. — ¿Qué paso?...

— Tranquila mamá, Harry y Hermione salvaron a mi papá, y a Buckbeak de paso — sonrió Nymeria. Daenyra se acomodo algo adolorida.

— ¿Qué hay de Pettigrew?

— Escapo, profesora — comentó Harry.

— Sin la rata no podemos comprobar la inocencia de mi padre... Lo importante es que ambos están bien, me has dado un buen susto, no vuelvas hacer eso. — Nyra acarició el cabello de su hija.

— Peter no es más que un cobarde... ¿Cómo es que Sirius escapo?

— Larga historia, madre.

— ¿Qué hay de Remus? ¿Dónde está? — pregunto preocupada.

— En el bosque — respondió Harry, desviando la mirada.

— ¿Sucede algo malo, Harry?

— No, profesora... Bueno, es que... — el pelinegro se replanteo la posibilidad de explicarle aquello que Sirius le propuso.

— Puedes pedirme lo que quieras, después de todo soy tu madrina y te lo debo.

— Bueno...

— Mi padre le dijo que podía vivir con nosotros — se adelantó Nymeria. — ¿Puede venir a Dragonstone? ¿Puede?

— ¿Qué hay de tus tíos? — el muchacho hizo una mueca, no le gustaba recordar que debía volver con ellos. — Harry... Hay mucho que debo explicarle a mi propia hija, pero también a ti. Quizá te preguntas porque jamás te busque, aunque pasaba por una situación muy complicada pero lo intente, años atrás le pedí a Dumbledore que me dejara llevarte conmigo a Dragonstone, eras un bebé en aquel entonces, pero el me dijo que no, debías quedarte en casa de tus tíos... Insistí varias ocasiones, todas me fueron denegadas, cuando ingresaste a tu primer año, intente cubrir la vacante de Defensa Contra las Artes Oscuras, jamás se me dio la oportunidad... Esta vez eso no iba ser así, y aquí estoy. — pauso — Si hay algo malo con tus tíos, puedes decirme.

— No les gusta tenerme en su casa...

— ¿Y a ti tampoco te gusta estar con ellos? — Harry negó con la cabeza rápidamente, Nyra noto que no quería decir más. La mujer sintió la mirada insistente de su hija. — No prometo nada, pero lo intentaré...

Los dos sonrieron.

— Vengan aquí, ambos — Nymeria se aventó a los brazos de su madre, el pelinegro lo dudo, pero alegre también la abrazo. Se sentía extraño, pues nunca había tenido muestras de afecto como esas.







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