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Capítulo 15
【 El perro, el gato y la rata 】
A Harry se le quedó la mente en blanco a causa de la impresión. Los cuatro se habían quedado paralizados. Detrás de ellos oyeron un aullido salvaje.
— ¡Hagrid! — susurró Harry. Sin pensar en lo que hacia, se dio la vuelta, pero Ron y Nymeria lo tomaron por los brazos.
— No podemos — dijo Ron — Se verá en un problema más serio si se descubre que lo hemos ido a visitar...
— Weasley tiene razón.
Hermione respiraba irregularmente.
—¿Cómo... han podido...? — preguntó entre lágrimas — ¿Cómo han podido?
— Tranquila, Granger. Es mejor irnos — comentó la rubia.
— Vamos — dijo Ron,.
Retomaron el camino hacia el castillo, andando muy despacio. Cuando llegaron a campo abierto, todo estaba completamente oscuro.
— Scabbers, estate quieta — susurró Ron, llevándose la mano al pecho. La rata se retorcía de nuevo como loca. Ron se detuvo. — ¿Qué te ocurre, tonta? Quédate quieta... ¡AY! ¡Me ha mordido!
— ¡Ron, cállate! — susurró Hermione — Fudge se presentará aquí dentro de un minuto...
Scabbers estaba aterrorizada. Se retorcía con todas sus fuerzas, intentando soltarse de Ron.
— ¿Qué le ocurre? — pregunto Nymeria, mirándola con desagrado.
Pero Harry acababa de ver a Crookshanks acercándose a ellos y Arrax caminando detrás sigilosamente.
— ¡Arrax! — chillo Nymeria.
— ¡Crookshanks! — grito Hermione— ¡No, vete, Crookshanks! ¡Vete!
Pero ningún gato se detuvo, se acercaban más...
— Scabbers... ¡NO!
La rata escapó de las manos de Ron, se echó al suelo y huyó a toda prisa. De un salto, Crookshanks y Arrax se lanzaron tras la rata, y antes de que cualquiera de los tres pudieran detenerlo, Ron se perdió en la oscuridad.
— ¡Ron! — grito Hermione.
Los tres se miraron y lo siguieron sacándose la capa. Oían delante de ellos el ruido de sus pasos y los gritos que dirigía a ambos gatos.
— Aléjense de él... aléjate... Scabbers, ven aquí...
Oyeron un golpe.
— ¡Te he atrapado! Fuera de aquí, par de gatos asquerosos.
Harry, Nymeria y Hermione casi chocaron contra Ron. Estaba tendido en el suelo. Scabbers había vuelto a su bolsillo.
— Vamos, Ron, volvamos — dijo Hermione señalando la capa — Dumbledore y el ministro saldrán dentro de un minuto.
Pero antes de que pudieran taparse, antes incluso de que pudieran recuperar el aliento, oyeron los pasos de unas patas gigantes. Algo se acercaba a ellos en la oscuridad, un enorme perro negro de ojos claros.
Harry quiso tomar la varita, pero era ya demasiado tarde. El perro había dado un gran salto y sus patas delanteras le golpearon el pecho. Harry cayó de espaldas.
El empujón lo había llevado demasiado lejos. — ¡Harry! — escucho la voz de Nymeria. Se apartó rodando. Aturdido, sintiendo como si le hubieran roto las costillas, trató de ponerse en pie, y oyó gruñir al animal, preparándose para un nuevo ataque.
Ron se levantó. Cuando el perro volvió a saltar contra ellos, Ron empujó a Harry hacia un lado y el perro mordió el brazo estirado de Ron. La joven Targaryen agarró al animal por el pelo, pero éste arrastraba a Ron con tanta facilidad, que parecía un muñeco de trapo.
Entonces, algo surgido de no se sabía dónde golpeó a Nymeria tan fuerte en la cara que la derribó. Oyó a Hermione caer también. Harry busco desesperado la varita.
— ¡Lumos! — susurró.
La luz de la varita iluminó un árbol. Habían perseguido a Scabbers hasta el sauce boxeador y sus ramas crujían como azotadas por un fuerte viento y se movían de atrás adelante.
Al pie del árbol estaba el perro, arrastrando a Ron y metiéndolo por un hueco que había en las raíces. Ron luchaba, pero su cabeza y su torso se estaban perdiendo de vista.
— ¡Ron! — gritó Harry, intentando seguirlo, pero una rama lo golpeo obligándolo a retroceder.
Lo único que podían ver de Ron era la pierna con la que el muchacho se había enganchado en una rama para impedir que el perro lo arrastrase. Se escucho un horrible crujido. La pierna de Ron se había roto y el pie desapareció en aquel momento.
— ¡Por los siete! Potter, necesitamos ayuda — gritó Nymeria. Ella también sangraba. El sauce le había golpeado la nariz.
— ¡No! ¡Este ser es lo bastante grande para comérselo! ¡No tenemos tiempo!
— No conseguiremos pasar sin ayuda. — comentó Hermione.
— ¡Mal momento para no tener mi dragón! — grito Nymeria sintiendo una punzada de dolor en la nariz.
Otra rama les lanzó otro latigazo, con las ramitas enroscadas como puños.
— Si ese perro ha podido entrar, nosotros también — dijo Harry corriendo, tratando de encontrar un camino a través de las ramas que daban golpes al aire, pero era imposible acercarse un centímetro más sin ser golpeados por el árbol.
— ¡AYUDA! — gritó Hermione, como una histérica — ¡Por favor...!
Crookshanks dio un salto al frente. Se deslizó por entre las ramas que azotaban el aire y se agarró con las zarpas a un nudo del tronco. Mientras Arrax lo esperaba atento.
De repente, como si el árbol se hubiera vuelto de piedra, dejó de moverse. Ambos gatos desaparecieron por el hueco.
— ¡Crookshanks! — gritó Hermione —. ¿Cómo sabía...?
— Pero... — susurro Nymeria.
— Son amigos del perro — dijo Harry con tristeza — Los he visto juntos... Vamos. Tengan las varitas a la mano.
— Traidores. — comentó Nymeria.
En unos segundos recorrieron la distancia que les separaba del tronco, pero antes de que llegaran al hueco que había entre las raíces, entraron a gatas, metiendo primero la cabeza, y se deslizaron hasta la boca de un túnel. Crookshanks y Arrax estaban ya lejos.
— ¿Dónde está Ron? — preguntó Hermione asustada.
— Por aquí — indicó Harry, siguiendo a Crookshanks.
— Este túnel estaba señalado en el mapa del merodeador. — comentó Nymeria.
— Si, pero Fred y George creían que nadie lo había utilizado nunca. Se sale del límite del mapa, pero daba la impresión de que iba a Hogsmeade...
Avanzaban tan deprisa como podían, casi doblados por la cintura. Por momentos podían ver la cola de ambos gatos. El pasadizo no se acababa. Parecía tan largo como el que iba a Honeydukes. Lo único en que podía pensar Harry era en Ron y en lo que le podía estar haciendo el perro...
Se detuvieron, para tomar aire. Avanzaron despacio hasta la abertura. Levantaron las varitas para ver lo que había al otro lado.
Había una habitación, muy desordenada y llena de polvo. El papel se despegaba de las paredes. El suelo estaba lleno de manchas. Todos los muebles estaban rotos. Las ventanas estaban todas tapadas con maderas.
Harry miró a Nymeria y a Hermione, esta última parecía muy asustada, pero asintió con la cabeza.
La habitación estaba desierta, pero a la derecha había una puerta abierta que daba a un vestíbulo en sombras.
— Potter — susurró Nymeria — Creo que estamos en la Casa de los Gritos.
Harry miró a su alrededor. Posó la mirada en una silla de madera que estaba cerca de ellos. Le habían arrancado varios trozos y una pata.
— Eso no lo han hecho los fantasmas — observó Hermione.
En ese momento oyeron un crujido. Algo se había movido en la parte de arriba. Miraron al techo. respiraron profundo. En silencio como pudieron, entraron a el vestíbulo y subieron por la escalera, que se estaba desmoronando.
— Nox — susurraron al mismo tiempo, y se apagaron las luces de las varitas.
Solamente había una puerta abierta. Al dirigirse despacio hacia ella, oyeron un movimiento al otro lado.
Cambiaron una última mirada y un último asentimiento con la cabeza.
Sosteniendo la varita ante sí, Harry abrió la puerta de una patada.
Crookshanks y Arrax estaban acostados en una magnífica cama con dosel y colgaduras polvorientas. Ronronearon al verlos. En el suelo, a su lado, sujetándose la pierna que sobresalía en un ángulo anormal, estaba Ron. Harry, Nymeria y Hermione se le acercaron rápidamente.
— ¡Ron!, ¿te encuentras bien?
— ¿Dónde está el perro? — pregunto Nymeria rápidamente.
— No hay perro — gimió Ron. El dolor le hacía apretar los dientes— Harry, esto es una trampa...
— ¿Qué...?
— ¿De que hablas, Weasley?
— Él es el perro. Es un animago...
Ron miraba por encima del hombro de Harry y Nymeria. Ambos se dieron la vuelta. El hombre oculto en las sombras cerró la puerta tras ellos.
Era Sirius Black.
—¡Expelliarmus! —exclamó, dirigiendo hacia ellos la varita de Ron.
Las varitas que empuñaban Harry, Nymeria y Hermione saltaron de sus manos, y Black las recogió. La joven princesa se quedó completamente paralizada, los ojos de Black se dirigieron instintivamente a ella e intento acercarse, pero Harry de un movimiento rápida la jalo detrás de él.
— ¡No se acerque a ella!
Se quedó en silencio durante unos segundos y después habló.
— Mi niña ha crecido... Y es idéntica a su madre... — dijo con voz ronca, Nymeria no dijo nada, solo lo miro con desprecio, el hombre intento no perder la cordura y prosiguió. — Un Potter y un Black haciendo nuevamente de las suyas... — se dirigió a Harry — Pensé que vendrías a ayudar a tu amigo. Tu padre habría hecho lo mismo por mí. Han sido muy valientes por no salir corriendo en busca de un profesor. Muchas gracias. Esto lo hará todo mucho más fácil...
Harry sintió tanto odio al escucharlo mencionar a su padre. Por primera vez en su vida habría querido volver a tener en su mano la varita, no para defenderse, sino para atacar... para matar. Sin saber lo que hacía, camino hacia adelanté, pero algo se movió a sus costados, y dos pares de manos lo sujetaron y lo hicieron retroceder.
— ¡No, Potter! — exclamó Nymeria, petrificada y con unas inmensas ganas de llorar.
Ron, sin embargo, se dirigió a Black:
— Si quiere matar a Harry, tendrá que matarnos también a nosotros —dijo con fiereza y poniéndose de pie.
— Sientate — le dijo Black a Ron en voz baja — o será peor para tu pierna.
— ¿Me ha oído? — dijo Ron débilmente, apoyándose en Hermione para mantenerse en pie — Tendrá que matarnos a los cuatro.
— Sólo habrá un asesinato esta noche — respondió Black, haciendo un mueca.
— ¿Por qué? — preguntó Harry, tratando de soltarse de Nymeria y de Hermione — No le importó la última vez, ¿verdad? No le importó matar a todos aquellos muggles al mismo tiempo que a Pettigrew, No le importó abandonar a su familia... ¿Qué ocurre, se ha ablandado usted en Azkaban?
— ¡Harry! — sollozó Hermione — ¡Cállate!
— ¡ÉL MATÓ A MIS PADRES! —gritó Harry.
Y haciendo un último esfuerzo se liberó de Nymeria y de Hermione, y se lanzó.
— ¡HARRY, NO! — grito Nymeria.
Había olvidado la magia. Había olvidado que tenía trece años, mientras que Black era un hombre adulto.
Sirius Black no levantó a tiempo las varitas. Harry sujetó por la muñeca la mano libre de Black, desviando la orientación de las varitas. Tras darle un puñetazo en el pómulo, los dos cayeron hacia atrás, contra la pared.
Harry sintió retorcerse bajo sus dedos el brazo de Black, pero no lo soltó y golpeó con la otra mano.
Pero Black se aferró con su mano libre al cuello de Harry.
— No — susurró — He esperado demasiado tiempo.
Apretó los dedos. Harry se ahogaba.
— ¡YA SUELTALO! — Nymeria dejó de lado sus propias emociones y llena de adrenalina se lanzó sobre de Black provocando que ambos cayeran de lado, la joven rodo dándose un fuerte golpe con uno de los muebles en la frente. Entonces Black vio el pie de Hermione, salido de no se sabía dónde dejando escapar un grito de dolor. Ron se arrojó sobre la mano con que Black sujetaba la varita y Harry oyó un débil tintineo e intento agarra su varita pero..
—¡Ah!
Crookshanks y Arrax se habían unido a la lucha, el gato blanco le encajo las garras delanteras en el brazo. Harry se lo sacudió de encima, pero Crookshanks ya se dirigia como una flecha hacia la varita de Harry.
— ¡NO! — exclamó Harry, y propinó a Crookshanks una patada que lo tiró a un lado. Harry recogió la varita y se dio la vuelta.
— ¡Apartense! — gritó a sus tres amigos.
No necesitaron oírlo dos veces. Nymeria con la ceja sangrando apenas se pudo levantar, Hermione, sin aliento y con sangre en el labio, se hizo a un lado, recogiendo su varita y la de sus amigos. Ron se arrastró hasta la cama y se derrumbó sobre ella, jadeando de dolor.
Black yacía de cualquier manera junto a la pared. Su pecho subía y bajaba con rapidez mientras veía a Harry aproximarse muy despacio, apuntándole con la varita.
— ¿Vas a matarme, Harry? — preguntó.
Harry se paró delante de él, sin dejar de apuntarle con la varita. El ojo izquierdo se le estaba hinchando y le sangraba la nariz.
— Usted mató a mis padres — dijo Harry con voz algo temblorosa, pero con la mano firme. Trago saliva con fuerza al escuchar a Nymeria comenzar a llorar.
Black miro a la joven y después a Harry.
— No lo niego — dijo en voz baja — Pero si supieras toda la historia... Si ambos supieran toda la historia...
Dijo mirando nuevamente a la joven rubia que se negaba a mirarlo.
— ¿Toda la historia? — repitió Harry, furioso — ¡Los entregó a Voldemort, eso es todo lo que necesito saber!
— Tienes que escucharme — dijo Black — Lo lamentarás si no... si no comprendes...
— Comprendo más de lo que cree —dijo Harry con la voz cada vez más temblorosa — Usted no la ha oído nunca, ¿verdad? A mi madre, impidiendo que Voldemort me matara... Y usted lo hizo. Lo hizo...
Antes de que nadie pudiera decir nada más, algo canela pasó por delante de Harry como un rayo. Crookshanks saltó sobre el pecho de Black y se quedó allí, sobre su corazón. Black cerró los ojos y los volvió a abrir mirando al gato.
— Vete... ambos vayanse — ordenó Black, mirando al gato blanco acercarse, tratando de quitarse de encima al animal. Pero Crookshanks le hundió las garras en la túnica. Volvió a Harry y lo miró con sus grandes ojos amarillos. Hermione, que abrazaba a una Nymeria desconsolada, lanzó un sollozo.
Harry miró a Black y a Crookshanks, sujetando la varita aún con más fuerza. ¿Y qué si tenía que matar también al gato? Era un aliado de Black. Si estaba dispuesto a morir defendiéndolo, no era asunto suyo. Si Black quería salvarlo, eso sólo demostraría que le importaba más Crookshanks que los padres de Harry...
Harry levantó la varita. Había llegado el momento de vengar a sus padres. Iba a matar a Black. Tenía que matarlo. Era su oportunidad...
Pasaron unos segundos y Harry seguía inmóvil, con la varita en alto. Black lo miraba fijamente, con Crookshanks sobre el pecho. En la cama en la que estaba tendido Ron se oía una respiración jadeante. Hermione sostenía a Nymeria, quien se negaba a voltear.
Y entonces oyeron algo que no habían oído hasta entonces. Unos pasos. Alguien caminaba por el piso inferior.
—¡ESTAMOS AQUÍ ARRIBA! — gritó Hermione de pronto, sin soltar a la rubia — ¡ESTAMOS AQUÍ ARRIBA! ¡SIRIUS BLACK! ¡DENSE PRISA!
Black sufrió tal sobresalto que Crookshanks estuvo a punto de caerse. Harry apretó la varita con una fuerza irracional. ¡Mátalo ya!, dijo una voz en su cabeza. Pero los pasos que subían las escaleras se oían cada vez más fuertes, y Harry seguía sin moverse.
La puerta de la habitación se abrió de golpe y Harry se volvió cuando el profesor Lupin entró en la habitación como un rayo. Los observo un instante y después los desarmó.
— ¡Expelliarmus! — gritó Lupin.
La varita de Harry salió volando de su mano. También lo hicieron las que Hermione sostenía. Lupin las cogió todas hábilmente y luego miro a Black, que todavía tenía a Crookshanks protectoramente en el pecho.
Harry se sintió de pronto vacío. No lo había matado. Le había faltado valor.
Black volvería a manos de los dementores.
Entonces habló Lupin, con una voz extraña que temblaba de emoción contenida:
—¿Dónde está, Sirius?
Harry miró a Lupin. No comprendía qué quería decir. ¿De quién hablaba? Se giró para mirar de nuevo a Black, cuyo rostro no tenía expresión. Durante unos segundos no se movió. Luego, muy despacio, levantó la mano y señaló a Ron. Desconcertado, Harry se volvió hacia el sorprendido Ron.
— Pero entonces... — murmuró Lupin, mirando tan intensamente a Black — ¿por qué no se ha manifestado antes? A menos que... — De repente, los ojos de Lupin observo todo como si viera algo más allá de Black, algo que no podía ver ninguno de los presentes— ... a menos que fuera él quien... a menos que te transmutaras... sin decírmelo...
Muy despacio, sin apartar los ojos de Lupin, Black asintió con la cabeza.
— Profesor Lupin, ¿qué pasa? —interrumpió Harry en voz alta — ¿Qué...?
Pero no terminó la pregunta, porque lo que vio lo dejó mudo. Lupin bajaba la varita. Un instante después, se acercó a Black, le tomó la mano, tiró de él para incorporarlo y para que Crookshanks cayese al suelo, y abrazó a Black, como a un hermano.
— ¡NO LO PUEDO CREER! —gritó Hermione. Nymeria finalmente levanto la vista, quedando atónita.
Lupin soltó a Black y se volvió hacia ella. Hermione señalaba a Lupin con una de sus manos.
— Usted... usted...
— Hermione...
— ¡Es su aliado! — grito Nymeria entre lágrimas.
— Tranquilas. Ambas.
— ¡No se lo dije a nadie! — gritó Hermione, soltando a Nymeria — ¡Lo he estado encubriendo!
—¡Hermione, escúchame, por favor! —exclamó Lupin — Puedo explicarlo...
Harry temblaba, no de miedo, sino de una ira renovada.
— Yo confié en usted — gritó a Lupin — y en realidad era amigo de él.
— Están en un error — explicó Lupin — No he sido amigo suyo durante estos doce años, pero ahora sí... Dejenme que se los explique...
— ¡NO! Usted también es un mentiroso — gritó Nymeria.
— Harry, no te fíes de él. Ha ayudado a Black a entrar en el castillo. También él quiere matarte. ¡Es un hombre lobo! — dijo Hermione desesperada.
Se hizo un silencio.
— Estás acertando mucho menos que de costumbre, Hermione — dijo — Me temo que sólo una de tres. No es verdad que haya ayudado a Sirius a entrar en el castillo, y te aseguro que no quiero matar a Harry... Pero no negaré que soy un hombre lobo.
Ron hizo un esfuerzo por volver a levantarse, pero se cayó. Lupin se le acercó preocupado, pero Ron exclamó:
— ¡Aléjate de mí, licántropo!
Lupin se paró en seco. Y entonces, se volvió hacía Hermione y le dijo:
— ¿Cuánto hace que lo sabes?
— Siglos — contestó Hermione — Desde que hice el trabajo para el profesor Snape.
— Estará encantado — dijo Lupin — Les puso ese trabajo para que alguno de ustedes se percatara de mis síntomas. ¿Comprobaste el mapa lunar y te diste cuenta de que yo siempre estaba enfermo en luna llena? ¿Te diste cuenta de que el boggart se transformaba en luna al verme?
— Las dos cosas — respondió Hermione en voz baja.
Lupin lanzó una risa forzada.
— Nunca he conocido una bruja de tu edad tan inteligente, Hermione.
— No soy tan inteligente — susurró Hermione — ¡Si lo fuera, le habría dicho a todo el mundo lo que es usted!
— Ya lo saben — dijo Lupin — Al menos, el personal docente lo sabe.
— ¿Dumbledore lo contrató sabiendo que era usted un licántropo? —preguntó Ron — ¿Está loco?
— Hay profesores que opinan que sí —admitió Lupin — Le costó convencer a ciertos profesores de que yo era de fiar.
— ¿Mi madre lo sabía? — preguntó Nymeria. Lupin asintió.
— ¡DUMBLEDORE COMETIÓ UN ERROR! —gritó Harry— ¡HA ESTADO AYUDÁNDOLO TODO ESTE TIEMPO!
Señalaba a Black.
— No he ayudado a Sirius — dijo Lupin— Si me dejan, les explicaré. Miren... —Separó las varitas y las lanzó hacia sus respectivos dueños. Harry tomó la suya asombrado — Ya ven —prosiguió Lupin, guardándose su propia varita en el cinto — Ahora ustedes estan armados y nosotros no. ¿Quieren escucharme?
Escucharon nuevamente algunos pasos. Se quedaron en silencio. Hasta que la persona habló.
— ¿Remus, dónde estás? — Black dejó escapar un suspiro de emoción al reconocer aquella voz y miro a Lupin, quien asintió nuevamente animado. — ¿Remus?
Los cuatro jóvenes se miraron, sin saber que hacer. Nymeria temia que su madre estuviese al tanto de todo.
— ¡ESTAMOS AQUÍ! —grito Lupin.
Los pasos se escucharon más cerca, segundos después Daenyra Targaryen entró, el rostro le cambio por completo, de alegre paso a preocupada, se topó con los cuatro jóvenes heridos. Los examinó de arriba a abajo.
— Nymeria pero... — camino rápidamente hacia su hija, pero la forma en que la joven la miraba la hizo detenerse, le indicaba con los ojos que se diera vuelta.
— Nyra — la llamó Remus. Se dio vuelta llevándose una sorpresa nada agradable, la rubia saco su varita rápidamente y apuntó decidida — Todo esto, tiene un explicación.
Remus levanto las manos para intentar calmarla.
— Ah ¿Enserio? — su tono de voz se volvió duro y frío.
— Nyra... — la llamó Sirius en un susurro.
— ¡NO TE ATREVAS A DIRIGIRME LA PALABRA, ASESINO! — la rubia miro nuevamente a Lupin — ¿Qué significa esto, Remus?
— Hay una explicación... — intento hablar Sirius nuevamente.
— ¡CALLATE! — grito furiosa.
— Por favor, Daenyra escuchame, Nymeria y tu merecen saber lo en que me verdad paso — suplico Lupin.
— ¿Lo has estado ayudando? ¿Verdad? — reclamo furiosa.
— No, Nyra escuchame...
— Te confíe mi dolor, y me haces esto...
— Entiendo...
— ¡No, no entiendes! Ahora dime, si no lo has estado ayudando —dijo mirando con odio a Black — ¿¡Cómo es que ambos están aquí!?
— Por el mapa — explicó Lupin — Por el mapa del merodeador. Estaba en mi despacho examinándolo...
— ¿Sabe utilizarlo? —le preguntó Harry.
— Por supuesto — contestó Lupin — Yo colaboré en su elaboración. Yo soy Lunático... Es el apodo que me pusieron mis amigos en el colegio.
— ¿Para que lo examinabas? — pregunto Nyra.
— Esta tarde lo estaba examinando porque tenía la idea de que Harry, Nymeria, Ron y Hermione intentarían salir del castillo para visitar a Hagrid antes de que su hipogrifo fuera ejecutado. Y estaba en lo cierto, ¿Verdad? — dijo mirándo a los cuatro jóvenes, Nyra en cambio miraba fijamente en dirección a Black — Supuse que se cubrian con la vieja capa de tu padre, Harry.
— ¿Cómo sabe lo de la capa?
— ¡Muchisimas veces vi a James desaparecer bajo ella! — dijo Lupin — Que lleven una capa invisible no les impide aparecer en el mapa del merodeador. Los ví cruzar los terrenos del colegio y entrar en la cabaña de Hagrid. Veinte minutos más tarde dejaron a Hagrid y volvieron hacia el castillo. Pero en aquella ocasión los acompañaba alguien.
— ¿Qué dice? — interrumpió Harry — Nada de eso. No nos acompañaba nadie.
— No podía creer lo que veía — continuó Lupin, mirando a Nyra y posteriormente a los jóvenes — Creía que el mapa estaría estropeado. ¿Cómo podía estar con ustedes?
— ¡No había nadie con nosotros! — grito Nymeria.
— Y entonces vi otro punto que se acercaba rápidamente, con la inscripción Sirius Black. Vi que chocaba con ustedes, vi que arrastraba a dos de ustedes hasta el interior del sauce boxeador.
— ¡A uno de nosotros! — dijo Ron enojado.
— No, Ron — dijo Lupin — A dos.
— ¿Quien? — pregunto Nyra con dureza.
Lupin miró a Ron.
— ¿Me dejas echarle un vistazo a la rata? — dijo con amabilidad.
—¿Qué? — preguntó Ron — ¿Qué tiene que ver Scabbers en todo esto?
Daenyra bajo la varita y miro al joven pelirrojo.
— Todo — respondió Lupin — ¿Podría echarle un vistazo, por favor?
Ron dudó. Metió la mano en la túnica. Scabbers salió agitándose como loca. Ron tuvo que agarrarla por la larga cola sin pelo para impedirle escapar.
— Imposible... — susurro Daenyra.
Se acercó más a Ron. Contuvo el aliento mientras examinaba detenidamente a Scabbers.
— ¿Qué? — volvió a preguntar Ron, manteniendo a Scabbers junto a él — ¿Qué tiene que ver la rata en todo esto?
— No es una rata — afirmo de repente Sirius Black.
— ¿Qué quiere decir? ¡Claro que es una rata!
— No lo es — dijo Lupin en voz baja — Es un mago.
— Es un animago — aclaró Black.
— Y su nombre es, Peter Pettigrew. — afirmó Daenyra, intentando mantener la postura.
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Nyra viendo a su hija y al trío de oro todos madreados....
Espero que lo hayan disfrutado mucho, cada vez quedan menos capítulos que corresponden a este arco.
Nos leemos, luego ☺
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