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Capítulo 12
【 El Rencor de Snape 】
Aquella mañana cuando Nymeria se dirigía a desayunar pudo notar como la seguridad en el Colegio había aumentado, unos enormes troles recorrían los pasillos, los alumnos no dejaban de comentar entre ellos, se les veía sorprendidos y la rubia no lograba entender la razón.
Encontro a medio alumnado interrogando a Ron Weasley en los pasillos, se acercó lentamente para escuchar lo que con tanto entusiasmo platicaba.
— Estaba dormido y oí rasgar las cortinas, pero creí que ocurría en un sueño. Entonces sentí una corriente... Me desperté y vi que una de las cortinas de mi cama estaba caída... Me di la vuelta y lo vi ante mí, como un esqueleto, con toneladas de pelo muy sucio... empuñando un cuchillo largo, debía de medir treinta centímetros, me miraba, lo miré, entonces grité y salió huyendo... — Ron estaba tan concentrado que cuando se percató de la presencia de Nymeria entre su público se sonrojo — Hola, Nymeria.
— Hola, Ny — saludo Harry rápidamente, al escuchar el nombre de la joven.
— ¿Hola? ¿De que hablan?
— Sirius Black intento asesinarlo anoche — una joven de segundo año señalo a Ron con la cabeza. — Ron nos relata cómo sobrevivió.
— Al parecer aún está dentro del Castillo, por eso han reforzado la seguridad — comentó otro chico. La rubia se quedó sin palabras, de pronto sintió miedo.
— Ron... — llamó Harry al pelirrojo — porque no terminas de contar tu relato después.
— Eh... Si es todo por hoy — indicó Ron. Todos los alumnos se dispersaron quedandose solo Nymeria.
— ¿Continua en el castillo? — pregunto temerosa, jugando con sus manos nerviosa.
— No, se fue. — afirmó Harry.
— Pero ¿por qué se fue? — preguntó Ron a Harry.
— Quizá se dio cuenta de que iba a costarle salir del castillo cuando gritaste y despertaste a los demás — dijo Harry — Habría tenido que matar a todo Gryffindor para salir a través del retrato... Y entonces se habría encontrado con los profesores...
— Weasley, podrías ser honesto en lo siguiente ¿Cómo es? Quiero decir ¿Luce cómo un desquiciado? — pregunto Nymeria en completa seriedad, Ron miro a Harry, no era lo mismo describirlo frente a un montón de curiosos que hacerlo frente a la joven princesa.
— Da miedo solo verlo — admitió el pelirrojo. Nymeria asintió pensativa. Harry coloco una de sus manos sobre el hombro de la joven.
— No te hará daño, no permitiría tal cosa.
— Gracias, Potter. — sonrió Nymeria ligeramente — pero, no temo que me lastime, ¿Qué tal si soy cómo él?
— No, no eres, ni serás cómo él.
— Mis antecedentes Targaryen no son muy favorecedores, no conozco mucho sobre los Black, pero ¿Qué tal si pierdo la cabeza y no exactamente por decapitación?
— Ahora que lo pienso no es muy buena combinación... — murmuro el pelirrojo.
— Yo tampoco estoy al tanto de quienes son exactamente, pero, ya lo he dicho, Nymeria no es, ni será como ellos.
Definitivamente esa no fue la semana de Neville. Debido a que anotó y perdió las contraseñas de la torre, la profesora McGonagall estaba tan furiosa con él que lo privó de visitar Hogsmeade el resto del año, además ordenó a los demás que no le dieran la contraseña para entrar en la torre. Neville tenía que esperar cada noche la llegada de alguien con quien entrar. Dos días después de la intrusión de Black, Neville recibió lo peor que un alumno de Hogwarts podía recibir durante el desayuno: un vociferador.
Los búhos del colegio entraron al Gran Comedor, llevando el correo como de costumbre, y Neville casi se ahoga cuando una enorme lechuza aterrizó ante él, con un sobre rojo en el pico. Harry y Ron, que estaban sentados al otro lado de la mesa, reconocieron enseguida la carta. También Ron había recibido el año anterior un vociferador de su madre.
— ¡Tomalo y vete, Neville! —le aconsejó Ron.
Neville no necesitó oírlo dos veces. Tomó el sobre y, sujetándolo como si se tratara de una bomba, salió del Gran Comedor corriendo, mientras la mesa de Slytherin, al verlo, estallaba en carcajadas. Oyeron el vociferador en el vestíbulo. La voz de la abuela de Neville, amplificada cien veces por medio de la magia, gritaba a Neville que había llevado la vergüenza a la familia.
Nymeria estaba tan sumida en sus propios pensamientos que no se percato de lo sucedido con Neville, ni del cuervo que la miraba atentamente, la rubia respingo al verlo, pero de inmediato lo reconoció, era poco común ver cuervos en Hogwarts, recibió un par de miradas curiosas. Desató lo mensaje cuidadosamente y después el ave se robo un pedazo de pan, desplegó sus alas y emprendió vuelo.
— Estúpida ave — enfadada examinó la carta, no tenía sello real. Sino uno de colores mal echo con un dragón en el centro, sin duda era de ella. Al abrir el mensaje se encontró con lo siguiente:
Querida prima.
¿Cómo te encuentras? Espero que realmente estés bien, prometiste escribirme y no he recibido ninguna carta tuya. Pero, no estoy molesta, supongo que Hogwarts es más genial que Beauxbatons. Tan solo el echo de que Harry Potter asista al mismo colegio que tú es fantástico, sumando que todo el tiempo ocurren cosas inimaginables como lo de Sirius Black ¡Que loco!
Por cierto ¿Es verdad que Syrax casi incinera el Colegio? ¿Tienes amigos? ¿Cómo son? ¿Harry es guapo? Quiero decir ¿Hay chicos guapos? Por los siete, Hogwarts debe ser magnífico, me gustaría poder asistir también y compartir clases juntas.
¿Como se encuentra la tía Nyra? Le puedes decir que la extraño mucho, te lo agradecería bastante. De mi parte, no hay muchas noticias nuevas, Alyssa esta más insoportable que nunca, nada raro, Quizá lo más interesante fue que provoque un incendio en una clase, fue muy gracioso. Bueno solo para mi.
Muero por vernos en vacaciones y que me cuentes absolutamente todo a detalle, aunque claro, me gustaría recibir al menos una respuesta.
Tu prima preferida.
Daella Targaryen xoxo
Nymeria término de leer la carta anonadada, evidentemente había olvidado que fuera de Hogwarts tenía vida y algo que no estaba segura de llamar familia. Daella era la única que la aceptaba como una Targaryen.
— Emm, Nymeria. — la rubia giró la cabeza encontrándose con Harry y Ron. La princesa sonrió. — Hagrid nos invita a tomar el té esta tarde ¿Quieres venir?
— No me siento muy bien. — admitió en un susurro — saludan a Hagrid de mi parte.
— Bien. — dijo Ron.
— ¿Quien te escribió? — preguntó Harry mirando la carta que Nymeria sostenía.
— Oh. Es una carta de mi prima. Quien por cierto es tu fan número uno Potter — comentó Nymeria burlona.
— No me digas. Igual de loca que mi hermana — dijo Ron en tono divertido. — El año pasado le escribió un poema para el día de San Valentín. ¿Verdad Harry?
— ¡Qué lindo! — comentó mirando de reojo hacia dónde se encontraba la pelirroja desayunando — Dime que le respondiste.
— No. — respondió Harry apenado. Ron en cambio se rió. Nymeria miro ambos con cierta indignación, pero sobre todo al pelinegro.
— Cosas que anotare en mi lista, no tener un lindo detalle con Potter, porque no le importara.
— No por supuesto que no, si es un detalle tuyo me importara y mucho — respondió con desespero, Nymeria lo miro sorprendida, en cambio Ron dejó de reír y se sintió algo incómodo.
— Solo bromeaba. — comentó la rubia, Harry al darse cuenta de sus palabras se quedó callado, Ron y Nymeria intercambiaron miradas de confusión.
Cuando Nymeria volvio a la sala común, un grupo numeroso de compañeros se amontonaba delante del tablón de anuncios. Había visita a Hogsmeade el fin de semana. Dedujo que ella y Harry se escaparian nuevamente, por lo que camino hasta su dormitorio y una vez ahí, dejo su mochila, saco un par de pergaminos, tinta, pluma, y un libro que le sirviera de apoyo. Se acomodo en la cama para poder escribir más tranquila.
Querida, Daella.
Me disculpó por la falta de cartas, tienes razón Hogwarts es fantástico. Aunque mi casa no me favoreció en un inicio, he podido ampliar mi círculo de amistades, al que justamente Harry Potter pertenece...
Leyó una y otra vez lo redactado. De pronto se sintió nerviosa de escribir que en efecto Harry le parecía atractivo, y no sólo él, sino también cierto joven dramático con el que compartía casa. Despejó su mente y volvió a centrarse en la carta.
En cuanto a Potter. Mi respuesta es afirmativa, tiene unos encantadores ojos verdes, y también posee una genuina personalidad...
Estaba tan concentrada en la carta que no se percató de la presencia de sus compañeras de dormitorio. Pansy Parkinson se aproximó a ella y le arrebató el pergamino.
— ¿Pero que? ¡Devuelveme eso! — grito Nymeria levantándose de la cama.
— ¡No! — soltó la joven de forma burlesca. Las demás se partían de la risa al ver como Pansy corría por el dormitorio tratando de leer lo que estaba plasmado en la carta, mientras Nymeria trataba de arrebatarsela.
— ¡Te haré pedazos, Parkinson! ¡Regrasame la carta! — Nymeria paro en seco cuando vio la expresión de Pansy.
— ¡Daphne tienes que leer esto!
— ¡Ya basta! — la joven princesa le arrebató la carta de las manos, pero ya era demasiado tarde, Pansy había leído lo suficiente.
— ¡Nymeria Targaryen esta perdidamente enamorada de Harry Potter!
— No tienes comprensión lectora, Parkinson.
— Tiene unos encantadores ojos verdes ¿eh? — continuó Pansy burlándose de Nymeria junto con las demás compañeras de dormitorio — Le dije a Draco que no merecías su amabilidad, va llevarse una gran decepción.
— Burlate lo que quieras, Parkinson. Pero al menos no necesito arrastrarme para llamar la atención de Malfoy. — Nymeria se dio vuelta y regresó hasta su cama, ahora las burlas eran para Pansy. — ¿Dónde demonios estas cuando te necesito, Arrax?
Susurro para si misma.
El sábado por la mañana, Nymeria acudió a despedir a Hermione, ese día era la salida a Hogsmeade. Harry también estaba ahí, se despedía de Ron.
— ¡Adiós, Harry! —le dijo Ron en voz alta, sonriendo y guiñando un ojo. Ambas jóvenes los observaron, la castaña miro seriamente a la joven princesa.
— Nymeria por favor, no vayas a Hogsmeade, nos vemos más tarde. — le suplico la castaña, la rubia no dijo absolutamente nada, solo la miro irse.
Harry y Nymeria subieron al tercer piso a toda prisa, el pelinegro sacaba el mapa del merodeador mientras corrían. Cuando llegaron a la bruja tuerta, extendió el mapa. Un puntito diminuto se movía hacia ellos. La minúscula inscripción que acompañaba al puntito decía: «NEVILLE LONGBOTTOM.»
— Vamos no tenemos mucho tiempo. — comentó Harry doblando el mapa.
— Potter... ¿Has oído hablar algo extraño sobre mí o sobre tí? — Nymeria temia que Pansy le hubiese contado a medio Hogwarts lo que había leído en su carta, pero la expresion de Harry, indicaba que no lo hizo, por ahora.
— No ¿Por qué? — preguntó confundido.
— Por nada. Dioses, Granger me pidió que no fuera, y aquí me tienes, lo que me obligar hacer.
— Yo no te he obligado — soltó Harry en tono divertido. Nymeria se echo a reír.
Harry metió las mochilas en la estatua, pero, antes de que pudieran entrar por ella, Neville apareció por la esquina:
— ¡Harry! Había olvidado que tú tampoco ibas a Hogsmeade. Eh, Hola Nymeria — susurro esto último con timidez.
— Hola — respondió Nymeria con una sonrisa.
— Hola, Neville — volviendo a meterse el mapa en el bolsillo — ¿Qué haces?
— Nada — dijo Neville, encogiéndose de hombros — ¿Les apetece una partida de naipes explosivos?
La rubia estaba por hablar cuando Harry la interrumpió.
— Ahora no... Ibamos a la biblioteca a hacer el trabajo sobre los vampiros, para Lupin.
— ¡Voy con ustedes! —dijo Neville con entusiasmo— ¡Yo tampoco lo he hecho!
— Eh... Pero ¡si lo terminé anoche! ¡Se me había olvidado! Nymeria me ayudó de echo — los ojos violetas de la rubia se posaron en Harry, era pésimo para disimular.
— ¡Estupendo, entonces podrán ayudarme! —dijo Neville— No me entra todo eso del ajo. ¿Se lo tienen que comer o...?
Neville se detuvo con un estremecimiento, mirando por encima del hombro de Harry. Era Snape. Neville se puso rápidamente detrás de Harry y Nymeria.
— ¿Qué hacen aquí los tres? —dijo Snape, deteniéndose y mirando primero a uno y después al otro— Un extraño lugar para reunirse...
Los ojos negros de Snape miraron hacia las puertas que había a cada lado y luego a la bruja tuerta.
— No nos hemos reunido aquí —explicó Harry.
— Sólo nos hemos encontrado por casualidad. — continuó Nymeria.
— ¿De veras? — dijo Snape, la rubia asintió como si nada — Tienes la costumbre de aparecer en lugares inesperados, Potter, y raramente te encuentras en ellos sin motivo. Les sugiero que vuelvan a la torre de Gryffindor, que es donde deben estar y en cuanto a usted señorita Targaryen, será mejor que vuelva a las mazmorras.
Los tres se pusieron en camino sin decir nada. Al doblar la esquina, Harry miró atrás. Snape pasaba una mano por la cabeza de la bruja tuerta, examinándola detenidamente. Harry se las arregló para deshacerse de Neville en el retrato de la Señora Gorda, diciendo la contraseña y simulando que había olvidado del trabajo sobre los vampiros en la biblioteca y que volvía por él. Después de perder de vista a los troles de seguridad, volvió a sacar el mapa.
El corredor del tercer piso parecía desierto. Harry examinó el mapa con detenimiento y vio con alivio que la minúscula mota con la inscripción «SEVERUS SNAPE» estaba otra vez en el despacho, otra mota mostraba «NYMERIA TARGARYEN» justo al lado de la estatua de la bruja. La joven había fingido irse al despacho de su madre.
— Podemos irnos Snape esta en su despacho. — comentó Harry en tono animado. — Vamos, Ny.
— Bien. — dijo no muy convencida, Harry abrió la entrada de la joroba y Nymeria fue la primera que se deslizó hasta encontrar las mochila al final de aquella especie de tobogán de piedra. Posteriormente Harry también lo hizo, una vez ahi, se echaron la capa encima, borró el mapa del merodeador y juntos se echaron a correr.
Completamente ocultos por la capa invisible, Harry y Nymeria salieron a la luz del sol por la puerta de Honeydukes, el pelinegro le dio un codazo a Ron en la espalda.
— Ya estamos aquí —susurró.
— ¿Por qué han tardado tanto? — dijo Ron entre dientes.
— Snape rondaba por allí. — respondió Nymeria.
— ¿Dónde están? — les preguntaba Ron de vez en cuando — ¿Siguen ahí? Qué raro resulta esto...
Visitaron la tienda de Zonko, que estaba tan llena de estudiantes de Hogwarts que ambos debían tener mucho cuidado para no pisar a nadie y no provocar el pánico. Por medio de susurros a Ron, le indicaban lo que querían que les comprar.
Salieron de Zonko con los monederos vacíos, pero con los bolsillos llenos de bombas fétidas, dulces del hipo, jabón de huevos de rana y una taza que mordía la nariz.
El día era bastante agradable, con un poco de brisa, y a ninguno de los tres les apetecía meterse dentro de ningún sitio, así que siguieron caminando, dejaron atrás Las Tres Escobas para ir a visitar la Casa de los Gritos, el edificio más embrujado de Gran Bretaña.
Estaba un poco separada del resto, e incluso a la luz del día resultaba eescalofriante.
— Hasta los fantasmas de Hogwarts la evitan — explicó Ron, apoyado como Harry en la valla, levantando la vista hacia ella — Le he preguntado a Nick Casi Decapitado... Dice que ha oído que aquí residen unos fantasmas muy horripilantes. Nadie puede entrar. Fred y George lo intentaron, claro, pero todas las entradas están tapadas.
Nymeria se quito la capa de encima, se sentía agotada de tanto caminar y un tanto asfixiada. Además quería observar más a detalle la temible casa.
— No creo que sea un problema si le echo un vistazo más de cerca — se ánimo la rubia.
— No creo que debas acercarte — comentó Harry, Ron miro hacia la "nada", mientras Nymeria levanto una ceja retante.
— Iré, dare una vuelta y regresaré.
— Eh... Si no regresas estaremos en problemas — murmuro Ron. La rubia se echo reír y camino hasta la casa.
— ¡Bienvenidos a la gran presentación de LA CASA DE LOS GRITOS, una exquisita obra de teatro que ha recorrido los reinos y ciudades más importantes del mundo mágico! — grito la princesa en tono divertido, los dos jóvenes se echaron a reír. — ¡Primer acto! ¡LOS FANTASMAS BAILARINES!
Nymeria dio un par de vueltas mientras reía.
— Ahora somos los cazafantasmas — comentó Harry.
— ¿Qué cosa? — preguntó Ron confundido.
— ¿Los que...? — se detuvo Nymeria. — ¿Qué es eso?
Harry, estaba pensando en quitarse la capa y explicarles a que se refería, cuando oyó voces cercanas, alguien subía hacia la casa por el otro lado de la colina. Un momento después apareció Malfoy, seguido de cerca por Crabbe y Goyle. Malfoy decía:
—...en cualquier momento recibiré un búho de mi padre. Tengo que ir al juicio para declarar por lo de mi brazo. Tengo que explicar que lo tuve inutilizado durante tres meses... — los ojos de Nymeria se agrandaron cuando lo vio.
Crabbe y Goyle se rieron.
—Ojalá pudiera oír a ese gigante imbécil y peludo defendiéndose: Es inofensivo, de verdad. Ese hipogrifo es tan bueno como un... — Malfoy vio a Ron de repente. — ¿Qué haces, Weasley? — Levantó la vista hacia la casa en ruinas que había detrás de Ron— Supongo que te encantaría vivir ahí, ¿verdad, Ron? ¿Sueñas con tener un dormitorio para ti solo? He oído decir que en tu casa duermen todos en una habitación...
Se quedó completamente callado cuando finalmente se percató de la presencia de Nymeria, algo alejada del pelirrojo. Quien no sabía dónde meter la cabeza para esconderse.
Harry sujetó a Ron por la túnica para impedirle que saltara sobre Malfoy.
— Déjamelo a mí — le susurró al oído.
La oportunidad era demasiado buena para no aprovecharla. Harry se acercó sigilosamente a Malfoy, Crabbe y Goyle, por detrás, se agachó y tomó un puñado de barro del camino.
— Princesa ¿Qué...?
¡PLAF!
Al golpearle la bola de barro en la cabeza, Malfoy se inclinó hacia delante. Su pelo rubio platino chorreaba barro de repente.
— ¿Qué demo...?
Ron se sujetó a la valla para no revolcarse en el suelo de la risa. Malfoy, Crabbe y Goyle se dieron la vuelta, mirando a todas partes. Malfoy se limpiaba el pelo.
— ¿Qué ha sido? ¿Quién lo ha hecho?
— Esto está lleno de fantasmas, ¿verdad, Nymeria?
— ¡Es lo que dicen! — grito nerviosa.
Crabbe y Goyle parecían asustados. Malfoy miro a la joven Targaryen.
¡PATAPLAF!
Crabbe y Goyle recibieron algo esta vez.
— ¡Ha venido de allá! —dijo Malfoy, limpiándose la cara y señalando un punto que estaba unos dos metros a la izquierda de Harry.
Crabbe fue hacia delante dando manotazos a la nada. Harry lo esquivó, tomó un palo y se lo tiró. Le acertó en la espalda. Nymeria intento no reírse, mientras Harry retrocedió riendo en silencio. Como Ron era la única persona a la que Crabbe podía ver, fue a él a quien se dirigió. Pero Harry lo hizo tropezar, y su pie grande pisó la capa de Harry, que sintió un tirón y notó que la capa le resbalaba por la cara. Nymeria se llevó ambas manos a la boca, al ver la cabeza de Harry flotando en la nada, estaban acabados.
Durante unos segundos, Malfoy lo miró fijamente.
— ¡AAAH! —gritó, señalando la cabeza de Harry.
Dio media vuelta y corrió colina abajo como alma que llevara el diablo, con Crabbe y Goyle detrás. Nymeria también corrió pero en dirección a Harry.
— ¡Por los siete, Potter! ¡Tenemos que irnos!
— Nymeria tiene razón. Más vale que huyan. Si Malfoy se lo cuenta a alguien... lo mejor será que regresen rápidamente al castillo...
— ¡Nos vemos más tarde! — le dijo Harry, se colocaron la capa nuevamente, volvieron hacia el pueblo a todo correr..
Volvieron a Honeydukes, volvieron a bajar a la bodega, por el suelo de piedra, volvieron a meterse por la trampilla, se quitaron la capa y no dejaron de correr hasta llega al tobogán de piedra. Harry ocultó la capa en un rincón oscuro.
— Ve primero — le pidió, Nymeria se negó.
— Es mejor que vayas tu, Malfoy no dirá nada sobre mi. ¡Vete! — Harry asintió. Empezó a escalar con rapidez. Sus manos sudorosas resbalaban en los flancos del tobogán. Llegó a la parte interior de la joroba de la bruja, le dio unos golpecitos con la varita, asomó la cabeza y salió.
— ¡Vamos, Ny! — le grito. Precisamente cuando Nymeria salió por la estatua, oyó unos pasos ligeros que se aproximaban.
Era Snape. Se acercó ambos con paso rápido y se detuvo ante ellos.
— ¿Y...? —preguntó.
Había en el profesor un aire contenido de triunfo. Nymeria lo miro con cierto desprecio.
— Vengan conmigo — dijo Snape.
Lo siguieron escaleras abajo. Bajaron hasta las mazmorras y entraron en el despacho de Snape.
— Tomen asiento —dijo Snape.
Ambos se sentaron. Snape, sin embargo, permaneció de pie.
— El señor Malfoy acaba de contarme algo muy extraño, Potter —dijo.
Harry no abrió la boca. Nymeria en cambio lo miro de reojo.
— Me ha contado que se ha encontrado con Weasley junto a la Casa de los Gritos. Al parecer, Weasley estaba solo, no hizo mención de la señorita Targaryen.
Ambos continuaron en silencio, sin decir nada.
— El señor Malfoy asegura que estaba hablando con Weasley cuando una gran cantidad de barro le ha golpeado en la parte posterior de la cabeza. ¿Cómo crees que ha podido ocurrir?
Harry trató de parecer sorprendido:
— No lo sé, profesor. — Nymeria continuó en silencio.
— Entonces, el señor Malfoy ha presenciado una extraordinaria aparición. ¿Se te ocurre qué ha podido ser, Potter?
— No —contestó Harry, intentando aparentar una curiosidad inocente.
— Tu cabeza, Potter. Flotando en el aire. ¿Tiene alguna idea, Targaryen?
— No. — respondió con cierta frialdad.
— Tal vez debería acudir a la señora Pomfrey. Si ve cosas como... — comenzó Harry.
— ¿Qué estaría haciendo tu cabeza en Hogsmeade, Potter? — dijo Snape con voz suave — Tu cabeza no tiene permiso para ir a Hogsmeade. Ninguna parte de tu cuerpo, en realidad.
— Lo sé — dijo Harry, haciendo un esfuerzo para que ni la culpa ni el miedo se reflejaran en su rostro —. Parece que Malfoy tiene alucina...
— Malfoy no tiene alucinaciones —gruñó Snape, y se inclinó hacia delante, quedando frente a frente con ambos jóvenes — Si tu cabeza estaba en Hogsmeade, también estaba el resto.
— Estábamos en la Biblioteca, terminamos nuestros deberes y salimos a caminar ¿No veo que haya algo malo en ello? — soltó Nymeria de pronto, la joven no iba dejarse intimidar.
—¿Hay alguien que pueda testificarlo?
Hubo silencio, de nuevo.
—Bien — dijo, incorporándose — Todo el mundo, desde el ministro de Magia para abajo, trata de proteger de Sirius Black al famoso Harry Potter. Pero el famoso Harry Potter hace lo que le da la gana. ¡Que la gente vulgar se preocupe de su seguridad! El famoso Harry Potter va donde le apetece sin pensar en las consecuencias.
Harry guardó silencio.
— ¡Cómo te pareces a tu padre! —dijo de repente Snape, la joven princesa miro al profesor con extrañeza — También él era muy arrogante. No era malo jugando al quidditch y eso le hacía creerse superior a los demás. Presumiendo por todas partes con sus amigos y admiradores. El parecido es asombroso.
—Mi padre no era arrogante —dijo Harry. — Y yo tampoco.
— Tu padre tampoco respetaba mucho las normas — prosiguió Snape — Las normas eran para la gente que estaba por debajo, no para los ganadores de la copa de quidditch. Era tan engreído...
— ¡CÁLLESE!
Harry se puso en pie. Lo invadía una rabia que no había sentido desde su última noche en Privet Drive. Nymeria también se puso de pie, no entendía que pasaba, pero tomó a Harry de la mano intentando amenizar sus emociones.
— ¿Qué has dicho, Potter?
— ¡Le he dicho que deje de hablar de mi padre! Conozco la verdad. Él le salvó a usted la vida. ¡Dumbledore me lo contó! ¡Si no hubiera sido por mi padre, usted ni siquiera estaría aquí!
La rubia veía a Harry y después al Profesor Snape, quien lo miro furioso tras lo que había dicho.
— ¿Y el director te contó las circunstancias en que tu padre me salvó la vida? — susurró — ¿O consideró que esos detalles eran demasiado desagradables para los delicados oídos de su estimadísimo Potter?
Harry no sabía cómo había ocurrido y no quería admitirlo. Pero parecía que Snape había adivinado la verdad.
— Lamentaría que salieras de aquí con una falsa idea de tu padre — añadió — ¿Imaginabas algún acto glorioso de heroísmo? Pues permíteme que te desengañe. Tu santo padre y sus amigos me gastaron una broma muy divertida, que habría acabado con mi vida si tu padre no hubiera tenido miedo en el último momento y no se hubiera echado atrás. No hubo nada heroico en lo que hizo. Estaba salvando su propia piel tanto como la mía. Si su broma hubiera tenido éxito, lo habrían echado de Hogwarts...
— ¡Ya basta! — intervino Nymeria, ganándose una mirada por parte de Snape. Quien extrañamente se detuvo de decirle algo.
— ¡Da la vuelta a tus bolsillos, Potter! —le ordenó de repente.
Harry no se movió.
— ¡Da la vuelta a tus bolsillos o vamos directamente con el director! ¡Dales la vuelta, Potter!
Nymeria lo sintió temblar de miedo y rendido, Harry sacó muy lentamente la bolsa de artículos de broma de Zonko y el mapa del merodeador.
Snape tomó la bolsa de Zonko.
— Todo me lo ha dado Ron, me lo trajo de Hogsmeade la última vez...
—¿De verdad? ¿Y lo llevas encima desde entonces? ¡Qué enternecedor...! ¿Y esto qué es?
Snape acababa de tomar el mapa.
— Es mío, yo se lo preste. — dijo Nymeria.
— Supongo señorita Targaryen que no necesitará un trozo de pergamino tan viejo — dijo — ¿Puedo tirarlo?
Acercó la mano al fuego.
— ¡No! —exclamó rápidamente.
—¿Cómo? — dijo Snape — ¿Es una carta de amor escrita con tinta invisible? ¿O tal vez... instrucciones para llegar a Hogsmeade evitando a los dementores?
Nymeria de pronto deseaba que su madre estuviese ahí.
— Veamos, veamos... — susurró, sacando la varita y desplegando el mapa sobre la mesa — ¡Revela tu secreto! — dijo, tocando el pergamino con la punta de la varita.
No ocurrió nada. Harry enlazó su mano con la Nymeria con fuerza, estaba muy nervioso.
— ¡Muéstrate! —dijo Snape, golpeando el mapa.
Siguió en blanco.
— ¡Severus Snape, profesor de este colegio, te ordena enseñar la información que ocultas! — dijo Snape, volviendo a golpear el mapa con la varita.
Como si una mano invisible escribiera sobre él, en la lisa superficie del mapa fueron apareciendo algunas palabras:
«La señorita Khalessi lo saluda de forma respetuosa, le pide que deje de ser tan metido y evite la humillación»
«El señor Lunático presenta sus respetos al profesor Snape y en concordancia con la señorita Khalessi le ruega que aparte la narizota de los asuntos que no le atañen»
Snape se quedó helado. Harry y Nymeria contemplaron el mensaje estupefactos. Pero el mapa no se detuvo allí. Aparecieron más cosas escritas debajo de las primeras líneas:
«El señor Cornamenta está de acuerdo con el señor Lunático y la señorita Khalessi, sólo quisiera añadir que el profesor Snape es feo e imbécil.»
Habría resultado muy gracioso en otra situación menos grave. Y había más:
«El señor Canuto quisiera hacer constar su estupefacción ante el hecho de que un idiota semejante haya llegado a profesor.»
Harry cerró los ojos horrorizado. Al abrirlos, el mapa había añadido las últimas palabras:
«El señor Colagusano saluda al profesor Snape y le aconseja que se lave el pelo.»
—Bueno... —dijo Snape con voz suave— Ya veremos.
Se dirigió al fuego con paso decidido, tomó de un tarro un puñado de polvo brillante y lo arrojó a las llamas.
— ¡Lupin! —gritó Snape dirigiéndose al fuego— ¡Quiero hablar contigo y Targaryen!
Oh no, eso no era bueno para Nymeria.
Unos segundos más tarde, el profesor Lupin y la profesora Targaryen salían de la chimenea sacudiéndose las cenizas, la túnica completamente blanca de Nyra se había manchado.
— ¿Llamabas, Severus? —preguntó Lupin, amablemente.
— Si. — respondió secamente.
— ¿Nymeria? — expresó la rubia mirando a su hija y aproximadose hacia ella.
— Le he dicho a Potter que vaciara los bolsillos y llevaba esto.
Snape señaló el pergamino en el que todavía brillaban las palabras de los señores y la señorita, Khalessi, Lunático, Colagusano, Canuto y Cornamenta. Ambos profesores se miraron impresionados.
— ¿Qué les parece? — dijo Snape. — Este pergamino está claramente encantado con Artes Oscuras. Entra dentro de tu especialidad, Lupin. Targaryen ¿Dónde cree que pudo conseguir algo así su hija?
Nymeria trago saliva, pero iba mantenerse firme, Daenyra miro a su hija.
—¿Con Artes Oscuras? — repitió Lupin con voz amable — ¿De verdad lo crees, Severus? A mí me parece simplemente un pergamino que ofende al que intenta leerlo. Supongo que la señorita Targaryen lo ha comprado en una tienda de artículos de broma.
—¿De verdad? — preguntó Snape. — ¿Crees que una tienda de artículos de broma le vendería algo como esto? ¿No crees que es más probable que lo consiguiera directamente de los fabricantes?
— ¿A dónde quieres llegar, Severus? — pregunto Daenyra con dureza.
—Es imposible — intervino Lupin — Nymeria ¿conoces a alguno de estas personas?
— No, no sé quienes son — afirmó la princesa.
— ¿Lo ves, Severus? — dijo Lupin — Creo que es de Zonko.
En ese momento entró Ron en el despacho. Llegaba sin aliento. Se paró de pronto delante de la mesa de Snape, con una mano en el pecho e intentando hablar.
—Yo... le di... ese objeto — dijo con la voz ahogada — Lo compré en Zonko hace mucho tiempo...
— Bien — dijo Lupin, dando una palmada y mirando contento a su alrededor — ¡Parece que eso lo aclara todo! Me lo llevo, Severus, si no te importa — doblo el mapa y se lo metió en la túnica.
— Porque no van con el profesor Lupin, yo me quedaré hablar con el profesor Snape. — se dirigió Daenyra a los tres alumnos. Nymeria bajo al mirada.
— Vengan conmigo. Tengo que decirles algo relacionado con el trabajo sobre los vampiros. Discúlpanos, Severus.
— Nymeria Erinne Targaryen, te veo en mi despacho. — añadio Daenyra mirando fijamente a su hija.
— Si. — se limitó a responder en un pequeño susurro.
Harry, Ron, Nymeria y Lupin estuvieron todo el camino hasta el vestíbulo sin hablar. Luego Harry miro a Lupin.
— Señor profesor, yo...
— No quiero disculpas — dijo Lupin. Echó un vistazo al vestíbulo vacío y bajó la voz — Da la casualidad de que sé que este mapa fue confiscado por el señor Filch hace muchos años. Sí, sé que es un mapa — dijo ante los tres jóvenes asombrados — No quiero saber cómo ha caído en sus manos. Me asombra, sin embargo, que no lo entregarán especialmente después de lo sucedido en la última ocasión en que un alumno dejó por ahí información relativa al castillo. No te lo puedo devolver, Harry.
Harry ya lo suponía.
— Profesor Lupin, ¿Por qué pensó Snape que me lo habían dado los fabricantes? — pregunto Nymeria.
— Porque... porque los fabricantes de estos mapas habrían querido sacarlos del colegio. Habrían pensado que sería muy divertido.
— ¿Los conoce? —dijo Harry de repente.
— Nos hemos visto — dijo Lupin. Miraba a Harry más serio que nunca — No esperen que los vuelva a encubrir, Nymeria deberías valorar un poco más todo lo que tu madre hace por ti y Harry. No puedo conseguir que te tomes en serio a Sirius Black, pero creía que los gritos que oyes cuando se te aproximan los dementores te habían hecho algún efecto. Tus padres dieron su vida para que tú siguieras vivo, Harry. Y tú les correspondes muy mal... cambiando su sacrificio por una bolsa de artículos de broma.
Se marchó y Harry se sintió mucho peor que en el despacho de Snape, en cambio Nymeria quedó con muchas más dudas. ¿Valorar más lo que hacia su madre? Lo único que hacia era mentirle y ocultarle la verdad.
Despacio y sin decir nada subieron la escalera de mármol. Al pasar al lado de la estatua de la bruja tuerta, Harry se acordó de la capa invisible. Seguía allí abajo, pero no se atrevió a ir por ella.
— Es culpa mía — dijo Ron de pronto — Yo los persuadí de que fueran. Lupin tiene razón. Fue una idiotez. No debimos hacerlo.
Dejó de hablar. Habían llegado al pasillo en que los troles de seguridad estaban haciendo la ronda y por el que Hermione avanzaba hacia ellos. Al verla, Harry no le cupo ninguna duda de que estaba enterada de lo ocurrido. ¿Se lo habría contado a la profesora McGonagall?
— ¿Has venido a darte el gusto? —le preguntó Ron cuando se detuvo la muchacha — ¿O acabas de delatarnos?
— ¡Weasley! — lo regaño Nymeria.
— No — respondió Hermione. Tenía en las manos una carta y el labio le temblaba — Sólo creí que debían saberlo. Hagrid ha perdido el caso. Van a ejecutar a Buckbeak.
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Hello, lectores.
Estoy tratando de avanzar un poco más rápido porque enserio ya quiero que lean lo que tengo preparado para "Cáliz de Fuego", Daella es un pequeño adelanto (muchos dragones, personajes nuevos, drama y romance) así que posiblemente el siguiente capítulo llegue muy pronto.
Muchísimas gracias por leer y comentar, espero que lo estén disfrutando tanto como yo.
Nos leemos en el siguiente capítulo.
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