𝐇𝐀𝐏𝐏𝐘 𝐁𝐈𝐑𝐓𝐇𝐃𝐀𝐘 𝐌𝐘 𝐋𝐎𝐕𝐄
Las lágrimas corrían sin control por las rojizas mejillas del rubio, sus hermosos ojos verdes brillaban bajo la luz de la luna. Corría desesperadamente, ¡no se suponía que el día hubiese pasado así!
¿Necesitan contexto?:
Resulta ser que el día de hoy era el cumpleaños de su querido amigo, Takemichi, ese en el que tanto pensaba cada despertar.
Y sí, Chifuyu estaba cayéndose muerto por aquel ojiazul de cabellos rubios.
Pero no le importaba una mierda sus sentimientos si podían llegar a romper su amistad, por lo que prefirió siempre tragárselo, y como sangre, como doliéndole la garganta, porque era frustrante recibir un abrazo diciéndole un: "Eres tan buen amigo, Fuyu."
Sí, dolía demasiado cada vez que le llamaba así, "amigo."
Amigo una mierda, él quería ser más, mucho más, ser la razón de su existencia, así como lo era él.
Pero qué iba a hacer, no tenía el valor de confesarse, y tampoco era que le importase mucho seguir así como estaban, eran mejores amigos y vivían el uno para el otro, nunca se separaban, y eso era lo que le importaba, no quería lejanía entre ellos, ni un milímetro, solo eso dolía.
Ese día lo tenía todo planeado, evitó por completo al rubio cuando recibió su llamada matutina, porque sí, se llamaban a las nueve de la mañana todos los días, se deseaban un buen día y hablaban de cualquier otra idiotez. Pero ese día no, Chifuyu le contestó, solo que siendo más cortante.
-¡Fuyu!, buenos días, ¿cómo estás? -saludó alegremente el cumpleañero, dejando una pequeña risita tras sus palabras, se escuchaba feliz, y Chifuyu mucho más por ese hecho, pero aún no podían hablar porque no se aguantaría las ganas de felicitarlo.
-Buenos días, compañero.
-Amm..., ¿sabes que día es hoy? -dijo, un toque de desánimo escuchándose en su voz, pero aún así, supo que sonreía.
-Jueves -respondió, mientras tanto, acomodando los libros en su casillero, a su alrededor había muchas personas hablando, sin embargo podía escuchar claramente la voz al otro lado de la línea, no tenía oídos para más nada que no fuera él.
-Sí, bueno...
-Tengo que colgar, hablamos más tarde.
Listo, dió por terminada la llamada, una sonrisa adornaba sus labios, estaba muy emocionado por que fuera la tarde, se suponía que le harían una fiesta sorpresa en casa de Mitsuya, moría por ver la sonrisa de su amigo al verlos a todos allí.
Sin perder tiempo fue a su siguiente clase, no podía evitar pensar en el de ojos azules, y no podía verle porque estaban en secundarias diferentes, por lo que no se aguantó más y sacó su celular, comenzando a ver las tantas fotografías que se tomaban diario, les encantaba guardar cada momento para el recuerdo, y mira que resultaron.
Sus mejillas se habían enrojecido, y el azabache que estaba frente a él no pudo evitar verle descaradamente, porque ya hacía varios minutos que estaba frente a él y ni siquiera se había dado cuenta.
-¡Mira, es Takemichi! -exclamó, y no pudo ser una peor idea.
El teléfono de Chifuyu cayó al suelo del susto, y este se levantó de golpe mientras su corazón parecía querer salir por su boca.
Joder, menuda bromita.
-¡Baji-san! -se quejó, y su contrario solo comenzó a reír a carcajadas, Chifuyu recogió su teléfono preocupado de que se hubiese dañado.
Se aseguró de revisar cada punto de su pantalla, pero gracias al cielo, estaba intacto.
-No estés tan tenso Fuyu, Takemicchi no puede venir aquí -rió más el de ojos café, y el menor se sentó nuevamente en su pupitre, encogiéndose de hombros mientras sus mejillas ardían.
Si seguía así, no llegaría al final del día, por lo menos, no vivo.
-Es que... ahhh, ¿y si algo sale mal? -se veía preocupado, pero no tenía por qué, Mitsuya tenía la casa lista, mientras que Mikey y los demás se habían encargado de la comida, todo estaba bien, y a la mirada de Baji, eso solo significaba algo.
-Como uno se pone cuando está enamorado -le dijo, y Chifuyu ardió en vergüenza, levantándose de su lugar para pararse frente a él, apuntándole con su dedo índice.
-¡N-no e-estoy enamorado de T-Takemicchi! -sentenció, el vapor en su rostro impidiéndole ver correctamente.
-Chifuyu, tú mismo me lo has dicho -rió, porque la escena del ojiverde tan avergonzado y negando algo que él mismo le había confesado tras mucha insistencia, era realmente adorable-. Todo va a estar bien, es solo una fiesta, imagínate nada más que hoy no es su cumpleaños, y que la fiesta no es para él, sino para todos nosotros. Y ya está -le aconsejó, sabiendo como era su casi hermano, porque llevaban tanto junnto que le conocía hasta cada pelo de su cabeza, y Chifuyu se dejó caer en su silla nuevamente, sabiendo que el azabache tenía razón.
-Está bien...
Y como si el universo estuviese en su contra, su teléfono comenzó a vibrar, y el nombre que mostraba en su pantalla logró hacer que su ritmo cardíaco acelerase, después de haberle costado haberse calmado.
-Oh Dios -murmuró, y Baji le observó, luego tomó el aparato, quitándoselo bruscamente de sus manos, como siempre-. ¡Oye!
El azabache colgó.
-Listo, no puedes hablar con él -dejó el móvil sobre la mesa, negando con su cabeza.
-Pero-
-Pero nada, si le hablas le vas a felicitar, eres muy impulsivo cuando se trata de él, y le tienes que felicitar cuando le des el regalo, ¡es lógica! -pronunció, en un tono de obviedad.
Y a Chifuyu no le olía para nada abien eso de no comunicarse con su amigo cuando siempre estaba pegado a su celular solo para hablarle, recibiendo muchos regaños de sus profesores por usar el aparato en clase.
Pero ignoró ese hecho y respiró profundo.
Bien, cálmate Chifuyu, es un día como cualquier otro e irás a una fiesta como cualquier otra, nada saldrá mal.
Pensó, pero fue en vano, porque no, no era un día como cualquier otro y no iría a una fiesta como cualquier otra.
¡Era el cumpleaños de Takemichi!
¡Su Takemichi!
¡Si algo salía mal juraba que se lanzaba del balcón del apartamento de Baji!, que bien alto estaba y habría que darle más uso que para mantener a unas cuantas plantas, que al final del día Peke J terminaba lanzando hacia abajo cuando subía a visitar al de ojos chocolate.
-De hecho, ¿le tenías un regalo? -sus pensamientos fueron interrumpidos por la voz del azabache, haciéndole volver en sí tras su dilema mental.
-Sí, está en mi casa -murmuró, y Baji le miró curioso, una pequeña pizca de emoción viéndose en sus ojos.
-¿Qué es?, ¿qué es? -dijo, acercándose al rostro del menor, este proporcionándole un desvío de mirada con un pequeño puchero en sus labios.
-Lo sabrás en su momento.
Listo, buen motivo para hacerle el día una tormenta a Baji, porque odiaba que le dejasen con la duda.
-¡Chifuyu! -se quejó, el mencionado solo parándose, pronto comenzaría su próxima clase.
-Vamos, vete, llegarás tarde -sonrió con burla, Baji frunció el seño, viéndole amenazante.
-Ya verás Matsuno.
-¡¿Cómo que no puedes prestar tu casa?! -exclamó el de rasgos gatunos a Mitsuya, quien tuvo que separarse un poco del teléfono para no quedarse sordo-....Sí, está bien -su mirada se había tornado desanimada, movía sus pies nerviosamente mientras que mantenía su espalda recargada sobre la pared del pasillo-. No te preocupes, adiós.
Colgó y guardó su teléfono en su bolsillo, suspiró y preparó su garganta para gritar.
Pero antes de poder hacerlo, su boca fue tapada.
-Aquí no -le dijo Baji, él bufó frustrado-. ¿Qué pasó?
-Mitsuya no puede prestar su casa.
-¿Qué?
-Tuvo algunos problemas con su madre y no puede, tampoco vendrá si lo hacemos en otro lugar -susurró, y Baji odió ver a su amigo tan deprimido, Chifuyu solo logrando ver la imagen de Takemichi decepcionado frente a él.
Porque para Takemichi, el día de su cumpleaños no era cualquier día, según él, ese es su día, y si no te acuerdas de su día, no te acuerdas de él, por lo que todo debía salir perfecto, y no había que perder la calma aún, podían hacerlo en otra casa, solo hacía falta ponerse en contacto con los chicos.
-Yo puedo, no te preocupes, hoy las chicas no trabajarán así que está bien -se ofreció Draken, y escuchó a Baji y Chifuyu lanzar un suspiro de alivio al encontrar a alguien para ayudarlos.
-Gracias Draken, te debo una -agradeció, sintiendo que la presión en su pecho disminuyó, se había alterado por una tontería.
-Ah, Mikey y Emma no podrán ir, tienen que atender a su abuelo que se ha puesto malo, al parecer está resfriado -dijo, un tono de preocupación inundando su voz, Chifuyu se angustió de inmediato.
-¿En serio?, que mal, espero se mejore pronto -dijo, Baji y él compartiendo miradas para nada alegres, el hombre estaba bastante mayor y ahora los dos Sano no asistirían a la celebración..
Pero nada de qué preocuparse.
¿No?
-Bien, no olviden terminar la tarea, mañana la estaré revisando -el profesor de literatura salió del salón, Chifuyu comenzó a recoger sus cuadernos, solo faltaba una clase para terminar, y era la que menos le gustaba.
Historia.
De pronto escuchó una notificación llegar a su teléfono, lo tomó entre sus manos con un mal presentimiento, ya últimamente ver el celular solo traía malas noticias.
Baji-san >w<
Smiley y Souya han tenido problemas con sus padres y no les han dejado salir, ¿puedes creerlo? XD.
¿No vendrán? Nmms, dos menos :(
Tampoco Pachin o Peyan, mañana tienen examen creo, y dijeron que tenían que estudiar, sabes lo finalistas que son, y de todas formas sacan un cero más grande que sus cabesas, y mira que son cabesones.
Baji-san, cabeza y cabezones se escribe con z.
ª
Y ¡¡Ahhhhh!! ¿Cuántos iremos entonces? ¿Draken, tú y yo?
Supongo que sí :(
Nada más falta que Draken no pueda ._.
Dragoncín:
Oye Chifu, se cancela, tengo un compromiso. Y sí están trabajando, dudo que Takemicchi quiera tirarse a una en su cumple, digo yo (?
Muérete
Pwro-
Chifuyu apagó su teléfono luego de ponerlo en silencio, y tomó su rostro entre sus manos, intentando mantener sus ideas en orden.
Se estaba yendo todo a la mierda.
Bueno, más bien, todo se había ido a la mierda.
Tuvo que soportar toda la clase de Historia, no podía tener más ganas de lanzarle la libreta al profesor en el rostro porque era imposible.
Y cuando por fin terminó, miró su celular, y adivinen qué.
20 llamadas perdidas de "Mi Take <3".
Esperen un segundo, ¡¿veinte llamadas perdidas?!
¡¿Veinte?!
¡Maldita sea la hora en la que lo puso en silencio!
Con desespero marcó el número del chico por el que estaría dispuesto a dar su vida, ignorando el hecho de que ya todos sus compañeros habían abandonado el salón de clases y estaba completamente solo.
El número que usted llama está ocupado.
Por favor, llame más tarde.
Tuvo que escuchar a la maldita voz como treinta veces, y sí, treinta, estuvo llamando una y otra vez, pero sus llamadas seguían siendo rechazadas, todas y cada una de ellas.
Comenzó a preocuparse.
No recibir un solo "felicidades" de parte de tu mejor amigo en tu cumpleaños debía ser horrible.
Y Takemichi estaba experimentando eso.
Debía estar enojado, mucho, conocía lo caprichoso que podía llegar a ser.
Además, ¡nunca rechazaba sus llamadas por más enojado que estuviera!
Realmente, pasaba algo.
Y él tenía la culpa.
Salió del lugar con un gran dolor en su pecho, estaba nervioso y preocupado, solo quería verle y abrazarle, y por fin desearle un felicidades aunque sea.
Pasó la salida de la escuela y se extrañó de no ver a Baji esperándole.
"Lo siento, he tenido que irme antes, al parecer mi madre tuvo problemas en casa."
Estaba solo, ya corriendo, porque para sumarle más a sus desgracias, el tren que tomaba siempre salió antes, y no llegó a tiempo estando tan perdido en todas sus emociones.
En ese momento recibió una llamada de la persona que tantas veces había aparecido en su mente todo el día, y un nudo se formó en su garganta, decido a contestarle, pero desgraciadamente, su teléfono se apagó, estaba sin carga.
Desesperadamente maldijo, e intentó encender su teléfono otra vez, este solo estuvo prendido unos instantes en los que pudo leer solo algunos de los tantos mensajes que le habían llegado en ese pequeño lapso de tiempo:
Mikey:
Takemicchi me llamó
Preguntó por tí
Estaba llorando...
¿Está todo bien entre ustedes?
Dragoncín:
Hey, ¿cómo que no has felicitado a Take en todo el día?
¡Estaba llorando!
Mitsuya:
Oye, al menos felicítalo, no importa que no hayas podido llevarle a la fiesta.
Apagando...
Maldito sea el mundo, ¿no?
El sol se había ocultado por completo recién entraba a su apartamento, las lágrimas bajaban con suavidad por sus mejillas, era frustrante querer estar con él, darle el mejor cumpleaños, ese que se merece, pero que no pueda.
Ni siquiera se cambió de ropa, no le importó el hecho de traer su uniforme.
-Oye, no creo que sea buena idea ir a su casa ahora, es tarde y el cielo está nublado, posiblemente llue-
-No me importa -interrumpió al azabache recostado en el marco de la puerta, este le vió preocupado, sabía que no había como detenerle, pero al menos cumplía con intentarlo.
-Chifuyu...
-No se preocupe, Baji-san -le colocó una de sus manos sobre su hombro derecho, dedicándole una sonrisa leve mientras sus ojos seguían muy húmedos, Baji solo le miraba angustiado, odiando ver al chico en esas condiciones-. Estaré bien. No queda tan lejos después de todo.
-Sí está lejos... -murmuró, viendo cómo el menor se agachaba a tomar entre sus manos una caja no muy grande y le cerraba solo una de sus cuatro tapetas-. ¿Qué es? -preguntó, con curiosidad, y el chico ya dispuesto a salir le dió una respuesta.
-Es un gatito.
Salió de su apartamento y bajó las escaleras del edificio con rapidez, ya no teniendo que mostrar una sonrisa para no preocupar a Baji.
Al salir eran las ocho y media, y el camino a pie hacia allá le tomó dos horas, porque al inicio subió a un taxi, pero había mucho tráfico y pasaron como media hora esperando a salir del atasco a medio camino. Luego tuvo que bajar y caminar por su cuenta.
Ahora eran las diez y media, faltaba poco para que el cumpleaños de su querido Takemichi terminase, y eso solo le ponía peor, porque había comenzado a llover y era más difícil avanzar, más aún sin tener nada puesto encima, porque le había dado su abrigo al gatito, colocándolo sobre la caja para que no se mojase, y ahora sentía las frías gotas de agua colarse por la tela de la camisa blanca de su uniforme hasta dar con su piel.
Once de la noche, estando a punto de llegar y con un aguacero que a penas le dejaba ver.
Por meterse en territorio equivocado acabó con una golpiza, la cual al final ganó, pero que de todas formas salió con daños.
No podía ya hacer más que llorar mientras cada vez sus esperanzas de poder llegar a su destino iban desvaneciéndose.
El pelaje del gatito entre sus brazos estaba algo húmedo, por mucho que trató de evitarlo terminó mojándose.
Y fue a quince minutos antes de las doce que logró llegar, y nunca se alegró tanto de ver la puerta de esa casa frente a él.
Entre su agonizante llanto apenas podía hablar, pero aún así puedo gritar su nombre.
-¡Takemicchi!
Casi de inmediato la puerta se abrió.
Como si lo hubiese estado esperando.
-¿Ch-Chifuyu?
No le importó estar mojado, solo se lanzó sobre él, envolviendo sus cuello en un abrazo, uno lleno de desesperación y preocupación.
-L-lo siento, no pude, es decir, y-yo no, ¡te amo tanto!, ¡feliz cumpleaños joder! -exclamó, aferrándose más y más a su cuerpo, tanto dolor dejando sus palabras, y Takemichi no hacía nada, solo estaba allí, con sus ojos y boca abiertos de par en par.
Si no se equivocaba, estaba lloviendo, y eran casi las doce.
Pero tampoco le importó, y escondió su rostro en el hombro del que era unos centímetros más alto.
Sintió sus mejillas enrojecer y un nudo formarse en su garganta, estaba soñando, ¿no?, acababa de confesarse, como el tanto había anhelado. Las lágrimas comenzaron a descender por su rostro, porque la había pasado muy mal, creyó que no se había acordado, estaba actuando tan extraño, no hablaron en todo el día, y fueron Draken y Baji quienes a última hora le explicaron todo lo que estaba pasando, y hay que aclarar que no le creyó ni una palabra de que venía en camino, pero ahora estaban allí, abrazándose como si solo ellos dos fueran los únicos en el mundo.
-Gracias, Fuyu -murmuró contra su oído, sonriendo genuinamente, no sabe hace cuánto tiempo se sintió tan feliz, o cuando un abrazo entre ellos duró tantos minutos, solo quería sentirle, sentir su calidez ante aquel frío que los rodeaba.
Ambos se separaron, pero solo un poco, apenas estando a unos milímetros de que sus nerices rozasen, Chifuyu no podía más, y él tampoco, porque lo deseaba tanto.
Sin perder más tiempo, juntaron sus labios con suavidad, una que pareció tan agradable y desesperante a la vez. No podían creerse aquello, porque el único enamorado no era Chifuyu, no, Takemichi se desfallecía por él desde hace mucho tiempo, quizás mucho antes de lo que él se imaginaba.
No tenían que hablar nada, sus lenguas juntas, moviéndose en busca de más lo decían todo, todo la angustia que el de ojos verdes pasó y toda la tristeza del de ojos azules al no haber pasado ese día con él.
Las palabras sobraban, se conocían demasiado.
Y en el momento que se separaron, sus respiración se mezclaron, aceleradas, el vapor en sus mejillas siendo insoportable. Aquella mirada gatuna viéndoles curiosa.
Ahí lo supieron, sería una noche larga.
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