Horas después de la llegada al Reino de Seúl...

—La comida está deliciosa Jihyo, extremadamente deliciosa.

Para el banquete que la reina organizó como bienvenida para las monarcas extranjeras, Jihyo había pedido especialmente que a las invitadas de Hwaa les prepararán la receta más antigua y deliciosa que tenían en el palacio (y en toda Báltica en sí) y que venía desde la época del nacimiento, de la época de la reina Minjeong, el tradicional platillo coreano; Kimchi.
Soojin, junto a Shuhua y T/n hicieron gestos de felicidad al probar la comida, simplemente era deliciosa. Luego Soojin dejó los palillos a un lado, limpió la comisura de sus labios con una servilleta y continúo hablando. Jihyo desde el extremo principal de la mesa -el asiento de la reina- prestó especial atención.

—¿Entonces que deseas saber? -preguntó Soojin, aún internamente saboreando cada bocado que había consumido hasta ese momento- Mi memoria podrá fallar en algunas fechas concretas, pero lo puedo recordar todo.

Luego está hizo una breve pausa para seguir comiendo.

—¿Por qué abandonaron Báltica? -preguntó la reina Jihyo desde su asiento en la cabeza de la mesa, esta meditó bien sus palabras para luego corregirse- Digo, sus hermanos, nuestros ancestros, optaron por quedarsen aquí y continuar con el legado de su madre en Seúl, pero, ¿Por qué ustedes decidieron irsen a otro lugar?

Una serie de gestos y sonidos de impresión se escucharon por todo el lugar, Soojin alzó sus labios en una sonrisa y siguió comiendo con tranquilidad. Jihyo desde la cabeza de la mesa solo pudo pensar en todo lo que había escuchado, algo que solo ellas sabían ya que la historia de la creación de Hwaa nunca fue documentada en los libros de historia, de lo único que tenían documentación fue de la Gran Guerra Mágica, y al parecer esa información estaba incompleta. El tener a las mujeres Seo allí era algo que debían aprovechar muy bien.

—El primer emperador Jeon había escuchado rumores de un poder escondido aquí en Seúl, un arma definitiva para ganar todas las futuras guerras -respondió Soojin- De la familia Seo, tan solo mi madre, Yeeun y yo teníamos ese don, y como sabrás, al ser las únicas personas en el mundo que tenían en ese poder conllevó a muchos peligros -dijo, todos los presentes asintieron- Habían puesto precio a nuestras vidas, una recompensa alta a quien pudiera asesinar a mi madre y capturarnos a mi hermana y a mi, huir de aquí fue la mejor opción -respondió Soojin- Y respondiendo a tu pregunta, reina Jihyo, mis hermanos y hermanas decidieron quedarse en Báltica para no ser participes del peligro que conllevaba ser un Seo, estar cerca de nosotras significaba la muerte. Y la mejor idea que tuvieron fue exiliarnos -dijo- Tiempo después todos ellos contrajeron matrimonio con sus parejas y optaron por usar el apellido de sus parejas, por esa razón la dinastía Seo murió en Báltica.

Jihyo asintió, comprendiendo todo el embrollo.

—¿Y volvieron a hablar con ellos? -preguntó Sana notablemente consternada, ella jamás pensó que sus ancestros fueran así de malos- ¿Alguna vez ellos supieron que sucedió con ustedes?

Soojin suspiró profundamente, luego sonrió y negó casi de inmediato.

—Para cuando nos habíamos dado cuenta ya habían pasado cientos de años desde que los vimos por última vez, nunca pude hablar con ellos o si quiera despedirme -esta dijo con nostalgia, luego miro a las nueve princesas y representantes de los nueve clanes- La última vez que ví a alguien de nuestra familia era la tataratataratatara-nieta del rey Hirai Minamoto, y según entendí, el nombre de mis padres y de mi hermana fue borrado de los registros del reino, Seo Minjeong fue cambiado por Park Minjeong y así sucesivamente...

—Entonces pasaron como quinientos o seiscientos cincuenta años desde que abandonaron este lugar, ¿No? -la descendiente del antiguo rey nombrado, la princesa Hirai Momo, agregó desde su lugar en la mesa- ¿No es así?

Soojin asintió.

—Fueron 710 años, pero eso no quita el hecho de que... Bueno, eso -dijo Soojin- Luego de eso, cómo dos o cuatro meses después fue que inició la Gran Guerra Mágica. Y si mal no recuerdo aquella guerra se prolongó por tres siglos enteros, entonces más bien plantearía el hecho de que fue casi un milenio desde que no habíamos pisado tierras coreanas otra vez.

—Entonces eso es un motivo más para hacer de esta visita algo más especial -Jihyo dijo para alegrar el ambiente, sin más, y logrando el objetivo, la alegria regresó a la mesa- Los temas respecto a lo que ustedes quieren hacer aquí de puede hacer después, con más calma y leyendo detalladamente cada acuerdo, a menos que deseen lo contrario, ¿Que opinan?

Shuhua y Soojin solo necesitaron una mirada para estar de acuerdo. —Estamos completamente de acuerdo -dijo la pelinegra menor mientras la mayor disfrutaba tranquila lo último que le quedaba de comida en el plato- Y recuerde el otro tema que necesitamos hablar Jihyo, es de vital importancia y una de las razones para haber hecho el viaje hasta aquí -agregó Soojin.

—Entiendo, ¿Es sobre la primera visita de T/n? -preguntó Jihyo, la nombrada asintió- Perfecto, ¿Alguien más aparte de mi debe de escuchar eso?

—Solo su círculo de allegados, las personas en las que más confíe -expresó T/n seriamente, está cruzó sus brazos sobre la mesa- Tzuyu y Chaeyoung ya están enteradas de eso, y si es posible es mejor que la reina Sana y las demás princesas de las otras casas lo hagan también. No podemos permitir una fuga de información.

—¿Tan grave es? -preguntó la princesa Mina, la representante de la casa Myoui.

—Lo es -respondió Shuhua.

—¿Y por qué? -nuevamente la princesa Jeongyeon, la representante de la casa Yoo preguntó- Tanto misterio me cansa y me pone nerviosa...

—Depende de lo que se decida hoy puede terminar en algo malo -musitó T/n.

—Puede terminar en una guerra -sentenció Jihyo.