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I. El Triunfo en el Torneo.

Aqui está!!! Es un poco largo pero vale totalmente la pena créanme. Te enamoras totalmente del Jungkook y del Taehyung de esta historia!! Son muyy tiernos...espero q la disfruten no olviden darle amor a la original y recomendarsela a sus amigos! Bsis y abrazos d las Khaliass😘❤

Érase una vez, en un próspero y mágico reino conocido como Goryeo vivía un valiente caballero llamado Sir Jeon Jungkook. Era el segundo comandante en la afamada orden llamada Los Caballeros del Fénix, una hermandad de hombres jóvenes que protegían al Rey y al castillo principal de Namgyeong. Jungkook era valiente y leal, siguiendo el ejemplo de sus cinco excelentes camaradas, sobrepasaba a cualquiera. Su arrojo y osadía en la batalla le dieron mucha adoración y respeto de la gente de su reino y de más allá de sus límites. Poseía una extraordinaria fuerza física y más allá de eso una excepcional belleza y encantos únicos. La mera vista de su cabello negro azabache, sus ojos castaños y rosados labios estirados en una triunfante sonrisa hacia a sus admiradores suspirar y desmayarse. 

A una edad temprana se convirtió en la envidia de todos los hombres de la Corte, incluyendo al joven Príncipe, Yugyeom, quien era ni más ni menos que su mejor amigo de la infancia. A pesar de que Jungkook tenía una rivalidad con el Príncipe y los otros caballeros, para él toda competición era una cuestión de gloria más que de poder.

El caballero se sentía orgulloso de su sinigual poder y de la admiración sinfín de la gente. Ser laureado como un  campeón invencible, un parangón de virtud y virilidad era su meta final. A pesar de su confianza en su fuerza física y en sus habilidades, Jungkook era un alma caritativa y amable. Trataba a todos con amabilidad y modales, sin importar si fueran humanos o animales.

Sin embargo, había solo una especie que no podía soportar. Las hadas. La razón de su animosidad fue la pérdida de su querida madre. Sucedió cuando era un pequeño niño. Un día la madre de Jungkook junto con su esposo fue al río que manaba a través del erial  con rápido pero silente fluir, y sus aguas eran tan profundas que se veían casi negras. Allí ella vio algo dorado brillando como los rayos del sol. En su esfuerzo por sacarlo fue arrastrada hacia abajo por la corriente. Duri, el padre de Jungkook falló en su intento de alcanzarla, viendo solamente la escalofriante forma de una criatura de agua arrastrándola  en el abismo líquido. No pudo salvarla, como un testigo de su tragedia, le contó a su hijo que las hadas habían ahogado a su madre. Desde los días antiguos, oscuras historias sobre las hadas secuestrando personas circulaban por ahí y las palabras de su padre transformaban las leyendas en realidad. Jungkook comenzó a guardarles entonces rencor a las hadas. Desde ese momento no pudo perdonarlas por llevarse a su madre, la persona más cercana a él. Su padre lo crió, pero no pudo cuidarlo bien porque la pena y el luto lo hicieron silencioso y gravemente enfermo.

Jungkook iba seguido a la ribera del río donde las gigantes Piedras de las Hadas se alzaban y pronunciaba su juramento de tomar venganza en el culpable de su pérdida. A pesar de que no sabe ni el nombre ni la apariencia, porque su padre no pudo ver la cara del asaltante, Jungkook estaba seguro de que un día completaría su venganza.

…….

Cuando llegó la primavera el Rey Nam arreglo un torneo para los caballeros y los nobles. Emitió un decreto real que establecía "El bravo caballero que triunfe en este torneo será proclamado Rey”. El soberano no se apresuró a nombrar heredero a su único hijo. El Rey Nam creía que el trono no debía ser pasado por relación de sangre, solo debía ser entregado al que realmente lo mereciera. Si su hijo se probaba a sí mismo como merecedor de este, sería el rey, pero si otro caballero le ganaba, la corona y el honor serían para él. La decisión del Rey molestó a su esposa la Reina Mirae, que esperaba que su precioso Yugyeom heredar el trono. De todas maneras no puso objeción cuando el pueblo apoyó la decisión de su Rey.

El día del torneo el sol se alzó alto en el cielo color zafiro claro, brillando encima del pacífico reino. Al este del castillo de Namgyeom donde se extendían las verdes colinas, colosales tiendas habían sido construidas. Cuando todo estuvo listo la pareja real con los lores, guardias, sirvientes y otros cortesanos arribaron. Los familiares de los competidores acudieron al importante evento, pero no así el padre de nuestro caballero. Por muchos años Duri estuvo confinado a una cama por su enfermedad. Jungkook trató de resistir esos duros tiempos con resiliencia y estaba seguro que su padre estaría orgulloso de él.

Los nobles guerreros prepararon sus armas y corceles para el combate a caballo, la justa y para otros juegos marciales. Había numerosas arenas y campos, donde todos los mejores caballeros del  reino competían entre ellos con todo su poder, demostrando lo mejor de su maestría y valor. Cinco de los amigos de Jungkook sus hyungs de la Orden, Sir Namjoon, Sir Seokjin, Sir Yoongi, Sir Jimin y Sir Hoseok también habían decidido participar en la competición.  Sin embargo no era con intención de ganar la corona. Ellos solo competían con los otros caballeros para apoyar a su comandante y hermano de armas.

El Torneo acababa de  comenzar y Jungkook ya había tomado el primer lugar en cada concurso. Este caballero de hermoso pelo oscuro había roto fácilmente las lanzas de sus rivales y los había tirado de sus sillas de montar. Jungkook era más rápido, más inteligente, más valiente y ms fuerte que ninguno. Los escudos y las espadas eran inútiles contra el poder de Jeon Jungkook.  Sus triunfos tenían a la multitud boquiabierta y asombrada a pesar de todas las veces que habían presenciado su poder. 

“¡Jeon Jungkook, Jeon Jungkook! ¡Sigue peleando por la victoria! ¡Eres nuestro Caballero Dorado!” sus amigos gritaban emocionados para alentarlo. El ruido que hacían casi les hace creer a la multitud que ya había ganado.

El príncipe Yugyeom, que también estaba participando en el Torneo lo observaba todo con una sonrisa condescendiente en los labios. Sabía que él era el único hombre que podía competir con Jungkook, el poderoso, el valeroso, el mejor para los ojos del pueblo.

Desde su infancia el Príncipe Yugyeom considero a Jungkook como un chico que solo era muy afortunado de convertirse en caballero. Sin embargo Jungkook subió hasta el rango de Gran Caballero cuando ni siquiera era de la nobleza, no tenía sangre noble, porque su padre era un simple jardinero al que le fue concedido el título de nobleza por el Rey. El Príncipe no quería darle la corona a alguien a quien él estimaba como un simple favorecido por el destino.

“¿Así que tú quieres ser un Caballero Dorado?” le habló a Jungkook, acercándose lentamente hacia él.

Al escuchar esto, Jungkook hizo un gesto como quitándole importancia “No escuches a mis hermanos. Están obsesionados con el Caballero Dorado, yo no”

El Príncipe lo observó con ojos penetrantes, “pero él es una mera leyenda, una fábula inventada para los niños pequeños para hacerlos creer en los héroes” sus palabras hubiesen sido despreciativas si no las hubiese dicho sonriendo tan brillantemente.

“Bueno” Jungkook lanzo una divertida mirada a sus amigos, “a veces ellos actúan como niños de 5 años”

“Entonces ¿quieres tú convertirte en él? “Insistió el Príncipe Yugyeom.

“Tal vez desearía ser como él…” Jungkook dejó escapar una pequeña risa “si solo él no hubiese aceptado la espada de personas desconocidas que son hadas” Con el dorso de su mano el caballero rozó su mejilla izquierda, justo donde había una pequeña cicatriz, resultado de una pelea con el Príncipe mucho tiempo atrás en su infancia. Tocar sus mejillas era su característica cuando estaba nervioso. Al principio era solo para quitar el sudor pero se convirtió en un hábito persistente. Lo hacía a menudo antes de la batalla, y sus hyungs la llamaban su rara pero especial mueca.

“Pero, si el rehusaba a tratar con las hadas, él no hubiese ganado” Yugyeom apuntó con su lanza a su amigo, quien obviamente no se intimidó con sus preguntas sondeantes.

“Entonces preferiría perder” Jungkook hizo sin duda esa audaz declaración.

Los dos jóvenes se echaron a reír despreocupadamente. Ninguno de los dos se había ofendido por sus bromas indefensas. Los caballeros y el Príncipe habitualmente se molestaban entre ellos para fortalecer su espíritu de lucha.

El Caballero Dorado mencionado por el Príncipe era una antigua leyenda acerca de un temerario guerrero en una armadura dorada, que recibió una espada mágica de las hadas y derrotó a sus enemigos en una noche. Todo joven ha soñado con poseer esta espada y el valor del caballero Dorado con su coraje sin par. Excepto Jungkook. El odiaba los cuentos de hadas. Juró nunca tener nada que ver con las hadas. No podía comprender porque las personas admiraban a las hadas, esas extrañas criaturas que moraban en los oscuros bosques, escondiéndose de los ojos humanos. Su padre decía que esas etéreas, maliciosas y traviesas criaturas poseen un inmenso poder pero nunca son responsables de sus consecuencias. Lord Duri cree que cualquiera que está fascinado por las hadas ya está bajo su hechizo.

El Rey Nam no había emitido sonido desde el principio del torneo. Observó pensativamente el porte de cada combatiente sin favorecer a ninguno. Los últimos dos ganadores eran Jungkook y Yugyeom. Los dos habían mostrado sus insuperables habilidades combativas. La Reina Mirae se levantó y solemnemente anuncio el último juego. “Los nobles caballeros deberán lanzar sus lanzas desde la Cima del Dragón hacia el Laberinto de las Hadas. El que encuentre su lanza y regrese primero será el ganador”

La Cima del Dragón era la colina más alta en el borde de las colinas del este  y del gran bosque que se extendía a través del vasto territorio. La gente llamaba a ese bosque el Laberinto de las Hadas. Se decía que estaba encantado y muy pocos se atrevían a ir allí. Las historias hablaban sobre árboles y rocas  que se movían de su sitio para engañar al errante merodeador, también de las nubes de niebla que inducían al sueño, y sobre los anillos de hada, tornados que podían levantar cualquier cosa a gran altura y dejarlo caer.

Al escuchar las palabras de la Reina Jungkook dijo rápidamente “¡Yo puedo lanzar mi lanza justo hacia el corazón del bosque encantado, caminar hacia ella y regresar antes de que el sol se ponga!”

Todos los espectadores se quedaron asombrados y espantados por la confianza del caballero. Incluso sus hyungs que lo conocían desde una edad temprana estaban sorprendidos por su audaz sentencia. Nadie salía vivo para presumir de haber entrado al bosque. Jungkook siempre solía decir que no tenía tiempo de visitar el bosque, y sus hyungs siempre habían pensado que era una excusa de su miedo por el lugar, pero ahora probablemente les probara que se equivocaban.

“¡Es el Laberinto de las Hadas! ¡Lleno de malvadas criaturas habitando los oscuros bosques!” Las asustadas voces del público exclamaban “¡Los que se adentran allí nunca regresan!” 

“¡Solo gente común está asustada de la magia, los verdaderos guerreros no le temen!” replicó Jungkook, listo para tomar el desafío con determinación imperturbable.

El Rey asintió con consentimiento. La última competición dio inicio para los dos finalistas. De acuerdo a las reglas dadas por la Reina, los dos tenían que subir hasta lo alto de la colina y arrojar sus lanzas desde lo alto hacia el corazón del bosque del Laberinto de las Hadas. Los camaradas de Jungkook le desearon amigablemente buena suerte mientras este partía con el príncipe Yugyeom.

Los dos jóvenes subieron la Cima del Dragón escoltados por sus escuderos y pajes. Se pararon en el borde del acantilado mirando hacia el bosque. Era la cima de la colina, donde el viento soplaba fieramente a través de sus cabellos y golpeaba en sus espaldas como si tratara de empujarlos por el acantilado.

Los amigos se miraron uno al otro por un momento. “Su Alteza primero” dijo Jungkook irónicamente, dándole lugar al Príncipe. Yugyeom palmeó su hombro con una no poco seria sonrisa maligna. Dio saltos mientras corría para acumular toda la rapidez que pudiera antes de arrojar su lanza. La ráfaga de aire la barrió y llevó como si se tratara de una hoja de árbol. Jungkook saltó después de él y con todo el poder de sus brazos arrojó el arma. Voló como una rápida flecha lejos hacia las profundidades del bosque. Obviamente, la lanza de Jungkook voló más lejos que la de Yugyeom, desapareciendo en algún lugar de la neblina azul.

Antes de adentrarse en el bosque el Príncipe Yugyeom se giró hacia su amigo, “ ¡Buena suerte, sir Jungkook!” dijo benevolentemente, intentando lo mejor que podía de ocultar los celos punzantes de su interior.

Hubo un tiempo en su adolescencia donde estuvieron unidos en el cercano lazo de la amistad, pero mientras crecían, Yugyeom cambió bajo la influencia de su madre, y no pudo seguirlo tratando como un confidente cercano nunca más, más bien lo trataba como rival. Esta vez él estaba seguro de que no perdería frente a Jungkook. Su madre secretamente le había dado una hebra de su blanco cabello con un hechizo que ella misma había colocado en él, convirtiendo en una “aguja mágica” que le serviría como una brújula en los bosques. Ella sabía que los bosques eran encantados y traicioneros, y por ello planeó el último juego sabiamente en favor de su hijo. A la Reina no le importaba que usar magia fuera algo injusto. Nadie sospechaba que bajo esa apariencia angelical y de sus palabras halagadoras, Mirae era una astuta bruja. Ella buscaba ganar poder a cualquier costo y no tenía piedad a nadie que se cruzara en su camino.

Tan pronto como sus caminos se separaron, Jungkook aceleró a su corcel y corrió veloz como el viento. Cuando se encontró en los bosques oscuros, el caballo de repente bajo la velocidad de su trote, hasta que paro y cayó dormido al suelo. “¡Esas malditas hadas!” pensó el caballero.

Algunas historias decían que las hadas podían enviar un velo de niebla mágica y hacer que todo un castillo o una legión cayera dormida. Jungkook nunca estuvo asustado de ellas, las despreciaba tanto que creía que no merecían su miedo. Ahora no podía hacer nada para ayudar a su caballo que había caído en un profundo e inmovible sueño. “Mi pobre animal…”suspirando fuertemente acarició las crines del caballo. Tenía que dejar a su caballo -su leal amigo- porque tenía una urgente misión en sus hombros que no podía esperar. Jungkook era un soldado que fue entrenado para dejar todo sentimiento detrás y seguir adelante con su deber. En vez de llorar alrededor de los camaradas heridos, el guerrero debía pelear por ellos, por su gente, por su Reino. La motivación más poderosa que animaba a Jungkook era que su madre estaría orgullosa de su victoria, incluso si ella no estaba ya presente. Estaba envuelto por su meta, sabiendo que tenía que encontrar su lanza y regresar a pesar de todo. Después de darle a su caballo unas caricias suaves en la cabeza, lo dejó y continúo a pie.

En su camino se encontró con los mismos árboles y rocas que había visto antes. El caballero sabía que estaba yendo en círculos. Estaba preocupado por el Príncipe Yugyeom también. ¿Qué tal si él se perdía también? Una extraña somnolencia se apoderó de él un poco después, como si hubiese bebido una poción para dormir. Jungkook luchó contra la fatiga con toda su fuerza. Llegó al río que pasaba a través del bosque encantado y no pudo caminar más. Donde paró se alzaba un viejo y gigante roble y se sentó a descansar bajo su sombra. Allí, en el suelo crecía abundante pasto, varias setas salían del suelo y las raíces, como serpientes, se arrastraban por todos lados. Lentamente las memorias de su madre brotaron sucesivamente y como una inundación, llenaron de dolor el corazón de Jungkook. Recordó su amable sonrisa y sus cálidas manos. Sus pesados párpados se cerraron. Sin ser consciente de si estaba soñando o pensando, vio a una  mariposa atrapada en una telaraña. Recordó un momento de su infancia, el día en que salvó a una hermosa mariposa de una aterradora araña. Jungkook se sentía como esa mariposa, peleando contra el espantoso sueño que amenazadoramente se cernía sobre el como una araña.

En la plateada bruma que cubría el bosque, Jungkook avistó una alta figura que lentamente caminaba hacia él.  El valiente caballero se puso de pie y empuño su espada. Vio a una persona ataviada en un largo y blanco vestido que llegaba hasta sus tobillos, descalzo con una lanza en sus manos. Era su lanza, Jungkook la reconoció, pero inmediatamente se olvidó de esto, porque todo lo que podía ver era a su portador, un joven de la más deslumbrante belleza que había visto en su vida. Su piel brillaba como perlas, sus labios eran rosados y llenos, y sus cabellos rizados de puro oro. El caballero estaba deslumbrado. No había hombre ni mujer que se le acercara en belleza. Jungkook estaba sumergido en el profundo abismo de sus largos, almendrados y oscuros ojos, verdes como hojas de verano y simultáneamente fieros como si fueran carbón apagándose. “¿Quién eres?” pregunto asombrado.

El joven no respondió. Tendiéndole la lanza, le pregunta “¿Es tuya?” ¡Por Dios!, hasta su voz era cautivadora. Un exquisito, profundo tono aterciopelado.

Jungkook pensaba que estaba perdido en el bosque hasta ahora, pero podía jurar que se había perdido en la simpatía de este chico. Había un encantador lunar en su mejilla izquierda, como una pequeña abeja sacando néctar de una flor. El caballero aceptó su lanza, todavía admirado y preguntándole al joven de nuevo, “No me dijiste tu nombre y tu clase. ¿Quién eres y que estás haciendo aquí?”

El amable extraño guardó silencio por un momento y luego respondió, “Puedes decirme Taehyung. Vine a este bosque para recolectar hierbas para la sanación.”

Taehyung.

Taehyung, ¡que adorable nombre! Sonaba tan divino, danzando en su lengua, respirando…había algo luminoso y ligero en su pronunciación, Jungkook quería repertirlo una y otra vez.

“Taehyung…” murmuró completamente embelesado, “Mi nombre es Jungkook. Soy un caballero de la familia Jeon y sirvo a su Majestad el Rey Nam” Se presentó rápidamente para mantener la conversación.

“Encantado de conocerte, Sir Jungkook. ¿Podría preguntarle que lo trae aquí?” el joven se había convertido en un maestro de la cortesía y los modales.

“Vine a este bosque desde el Torneo organizado en las Colinas del Este” Jungkook respondió, todavía incapaz de alejar su mirada del joven. “Y ahora parece que…estoy perdido”

“Entonces debo haber encontrado tu caballo” dijo el joven de cabellos dorados “ven conmigo, te guiaré fuera de este bosque.” Extendió una delicada mano. Al principio Jungkook no estaba seguro de que pudiera confiar en el extraño del bosque encantado, pero sus brillantes ojos lanzaron otra tímida mirada a los labios curvados en la sonrisa más dulce que alguna vez existió, y Jungkook confió en el completamente. Cuando sus dedos tocaron la palma de la mano del joven la sintieron tan suave y sedosa como un capullo de rosa. La belleza de mejillas sonrosadas apretó gentilmente la mano de Jungkook y lo guió por caminos que solo él conocía.

El caballero se alivió de encontrar a su corcel esperando por él, intacto y despierto. Mientras caminaban, el joven se mantuvo sosteniendo su mano hasta que llegaron al borde del bosque. Jungkook ya pudo ver las almenas del castillo de Namgyeong y ¡que sorpresa, el sol no se había puesto aún!

“Debo dejarte aquí.” El amable joven dirigió su mirada alrededor. Su piel se encendió con la crepuscular luz del sol, coloreándola con sombras de dorado y azafrán.

“¿Cómo te puedo agradecer?” Jungkook suplicó, demasiado contento para darse cuenta que tenía que separarse del atractivo desconocido en ese instante.

“Solo vuelve a casa.” Su salvador insistió.

Jungkook lo miró con sus suplicantes ojos de ciervo. Dejarlo era difícil para él ahora.

“Taehyung, ¿deberíamos vernos de nuevo?”

“Rezo para que las estrellas estén en posición para eso.” Pronunciando esa enigmática respuesta, sus labios se separaron con la promesa de una sonrisa. Un rosa sonrojado floreció en sus mejillas cuando apartó la mirada. Antes que el caballero pudiese decir nada, se giró y comenzó a caminar. Jungkook lo observó desaparecer en la distancia neblinosa. Se fue tan silenciosamente como vino.

Todavía asombrado y perplejo por todo lo que había pasado Jungkook se montó en su corcel y se apresuró a regresar a la arena principal.

En el Torneo, todos, incluyendo a sus hyungs, se quedaron atónitos por verlos llegar con su lanza justo antes del atardecer. Había triunfado como les dijo a todos. Jungkook se aproximó a la tienda real en el mismo momento que el Príncipe regresaba allí, con su lanza también.

El Príncipe Yugyeom estaba más que confundido. “¿Cómo pudo pasar esto? ¿Cómo pudo salir del bosque? ¡Es imposible!” su mente se nubló con pensamientos de furia. La cara de la Reina también se oscureció como si supiera que alguna extraña hechicería trabajó para ayudar al caballero. Todos estaban perplejos por los dos ganadores, incluso el Rey estaba impresionado. Se levantó de su asiento y habló:

“Sir Jungkook peleó brillantemente y el príncipe Yugyeom también. Ambos son iguales por ahora. Como sea, solo el más digno heredara el Reino. En la próxima luna llena será la última batalla y veremos quien se prueba a sí mismo digno.”

En medio del prolongado aplauso del público, los jubilosos Caballeros del Fénix intercambiaron entusiastas abrazos con Jungkook, felicitándolo por la victoria. Estaban sinceramente felices por él y aliviados de que hubiese regresado sano y salvo. A pesar de que en numerosas campañas y batallas ellos habían luchado lado a lado, presenciando en primera fila su valentía y poder, y aún así nunca habían estado más asustados por su vida que hoy.

Los guerreros habían dejado a un lado sus espadas y escudos, porque había llegado la hora de festejar. Las flautas tocaban dulces melodías, resonando en la noche, y, vestidos finamente, jóvenes y doncellas bailaban alrededor. En el castillo real, las mesas estaban llenas de todo tipo de platos y brebajes. Cortesanos e invitados hablaban vivamente, su risa ondeando por cada esquina.

“¡Viste, te desee buena suerte y triunfaste!” Yugyeom elogió a Jungkook poniendo su brazo alrededor de su hombro. Alzó su copa dorada y exclamó para que todos lo oyeran:

“¡Bebo en honor del noble caballero Sir Jeon Jungkook!”

Todos los caballeros gritaron, “¡Por Sir Jeon Jungkook! “Y los otros invitados siguieron, “ ¡Por Sir Jeon Jungkook! “ El tremendo alboroto sacudió el castillo entero.

Jungkook solo asintió para mostrar sus respetos a sus amigos y al hijo del Rey. Acababa de llegar de visitar los aposentos de su padre. Duri elogió su valor y lo animó a seguir luchando, pero extrañamente, Jungkook no se sintió animado en lo absoluto. Ahora, en medio del alegre festín, no habló ni siquiera se sonrió; tampoco comió ni bebió nada. Alejó su mirada de las danzas y de las demás actuaciones, siendo incapaz de obligarse a sí mismo a mirar a nadie. Después de lo que vio en el bosque encantado, cada cara, cada voz y mirada se le hacía desagradable. Su mente vagaba de vuelta al amable joven que conoció allí, en el Laberinto de las Hadas.

“Luces tan pálido ¿Qué te apena?” preguntó Yugyeom, guiando a su amigo hacia el balcón desde donde una asombrosa vista del pueblo y las tierras podía observarse. “Dime ahora ¿no somos amigos acaso?”  Insistió deliberadamente cuando el otro sólo suspiró callado.

A pesar de la rivalidad fraternal entre Jungkook y el Príncipe Yugyeom, cuando se trataba de asuntos serios como este, el caballero no podía mentir u ocultar nada de él. Fueron criados y crecieron juntos, cada secreto que compartían construyó una confianza que se había fortalecido con el paso del tiempo. En cada batalla peleaban juntos lado a lado, sin importar la competencia entre ellos, siempre se cubrían las espaldas uno al otro. Se habían jurado lealtad uno al otro con un juramento hecho de sangre.

El ritual fue dicho para unir los corazones de dos hermanos uniendo su sangre, y funcionaba como una muestra de su fe. Ellos incluso compartían el mismo tatuaje en sus brazos, habían nacido en el mismo año y compartían los mismos intereses, gustos, incluso hábitos. No había manera de que Jungkook pudiera renegar de ello, incluso si la actitud del Príncipe para con él había cambiado, él se mantendría fiel a su voto. Después de un largo silencio que se vio eterno, Jungkook eventualmente se abandonó a su voz interna y decidió decirle todo.

“En el Laberinto de las Hadas vi a un joven de excepcional belleza, ningún hombre puede alardear de haber visto alguno más cautivador y perfecto. Encontró mi caballo y mi lanza, y me guio para salir del bosque” Jungkook dijo. Fue totalmente honesto, porque su honor jamás le hubiese permitido mentir. Sus palabras dejaron al Príncipe con el ceño fruncido.

“Oh mi querido amigo ¿Cuántas copas de vino has tomado ya?”

“No estoy borracho Yugyeom. Te digo la verdad” Jungkook confesó, “Este chico era posiblemente uno de los sanadores de los campesinos. Fue amable conmigo, y no pude negarme a su ayuda. Sin embargo es injusto para ti, que pasaste la prueba sin ninguna ayuda. Verdaderamente tu mereces ganar el concurso, y yo intentaré hablarle al Rey sobre esto.”

De repente Yugyeom lo frenó rápidamente. “¡Espera! no hay necesidad de eso. ¡No es nada! “ deja que sigamos combatiendo como quiere mi padre.”

Jungkook fue persuadido por el Príncipe para olvidarse de aquella conversación y le aconsejo que tampoco lo hablase con los otros caballeros, así que siguió sus órdenes. Pero aun así ¿Cómo podía olvidarse de Taehyung? Se sentía sin descanso. Día y noche los pensamientos acerca del amable joven se mantenían en su mente y giraban como un tornado. En la cama, no podía dormir, entrenando o saliendo no podía mantenerse con buen ánimo. Continuamente se peguntaba que estaba haciendo el misterioso recolector de hierbas, si estaba bien, si se acordaba de él.

Jungkook deseaba regresarle su amabilidad.

Deseaba llegar a conocerlo mejor y verlo al menos una vez más. A cada rato cabalgaba con su caballo hasta el borde del bosque y lo buscaba por donde podía. Taehyung no estaba en ningún lugar, como si se hubiese desvanecido en el aire. Incluso sus hermanos de armas lo nombraron “El Caballero Errante”, por sus frecuentes ausencias en el castillo y su constante vagar por las tierras cercanas. Dondequiera que Jungkook fuera, estaba ocupado pensando en las hermosas facciones de Taehyung. Se convirtió en una obsesión y empezaba a dudar si  se había dormido en el bosque, si en verdad nunca lo había visto, pero si imaginado en algún sueño delirante.

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