TW: Uso de juguetes sexuales, ligero voyeurismo por parte de Salem, smell kink¿

[...]

El celo era lo peor en todos los sentidos, no solo estabas extremadamente caliente la mayoría del tiempo, si no que también te impedía hacer mucho además de generarte dolores e incluso un hambre voraz.

Asriel estaba encerrado en su habitación, como solamente una camiseta puesta para cubrirlo.
El cuarto era un desastre lleno del olor a omega en celo y pétalos de flores doradas (las cuales no dejaban de crecer en su cabeza) regados por todas partes.
Podía sentir sus muslos pegajosos y era asqueroso pero no había nada que pudiera hacer; así era su biología.

Recién había terminado de comer un poco y el deseo lo azotó horriblemente; ahora mismo estaba acostado boca abajo para sentir el frío del suelo a través de la manta que lo cubría, y el frío no lo aliviaría por completo.
Tomó el juguete que tenía más cerca y se sentó recargando su espalda contra la pared.

Ya estaba empapado así que eso le ahorraría el trabajo, separó sus pliegues resbaladizos mientras introducía el objeto dentro de su cavidad íntima, haciendole gemir por el alivio que le generaba.
No es que le molestara hacer estas cosas, simplemente prefería no hacerlas por su cuenta.

Solamente había pasado su celo con alguien más una vez y eso había sido hace unos años cuando aún iba a la universidad; y definitivamente era menos doloroso que pasarlo solo.
Y las malditas flores y enredaderas por todo su cuerpo solamente lo molestaban más a la ahora de hacer esto.

Estaba sudando y gimiendo, no era una persona muy vocal en ese aspecto pero no tenía sentido retenerse.
Podía sentir las flores brotar en su cabeza con cada espasmo que tenía, sus labios rojos e hinchados por la agresiva intromisión.

[...]

No era la intención de Salem terminar en esta situación, él solo quería saber si Asriel necesitaba algo, pero apenas se acercó a la habitación el aroma intenso a flores doradas lo golpeó haciendo que se sintiera caliente.
Podía escucharlo gemir y los sonidos húmedos del claro uso de un consolador.

Aunque no fuera su intención hacerlo en un inicio de quedó escuchando de todas formas, probablemente sería lo más cerca que estaría de él en ese estado tan vulnerable.
Y el aroma, ese condenado olor a flores doradas le parecía exquisito y tan adictivo.

¿Por qué era tan abrumador? Probablemente también por las flores en el cuerpo del principe.
Debía alejarse de ahí si no quería entrar a la fuerza por culpa del delicioso aroma.

[...]

Por fin Asriel era libre, en cuanto terminó de limpiar su habitación (la cual estaba repleta de pétalos de flores) limpio el resto de la casa que también era un desastre.

Horas más tarde Salem llegó a la casa; en cuanto vió a Asriel corrió hacia él y tomó sus manos.

──¡Déjame cortejarte! ──

El principe parpadeó, una, dos, cinco veces; atónito.
No esperaba que eso fuera lo primero que le dijeran al salir.