La superficie era un lugar más complicado que el subsuelo, sobretodo si hablamos de las castas, antes de romper la barrera los monstruos vivían tan tranquilos sin importar su respectiva casta; lamentablemente la superficie se regia diferente, siendo los omegas quienes tenían más difícil el día a día.

Frisk siempre hacia lo que podía desde su puesto de embajador para que los monstruos pudieran seguir como lo hacían en ese entonces, las ventajas de ser un alfa le ayudaban sobretodo a ser escuchado con más facilidad.

Aunque en la superficie los omegas ya no fueran tan subestimados, los monstruos de esta especie aún lo tenían difícil en cierta parte.
A los monstruos no les importaba la casta de su príncipe, por otro lado, algunos humanos veían mal de cierto modo que el único hijo biológico de la realeza fuera un omega y usando como excusa que sus hijos adoptivos fueran alfas para poder jactarse de que los humanos eran superiores incluso en eso.

Por su parte, Asriel estaba perfectamente bien, no le importaba la opinión de los humanos, su pueblo era el que importaba, y si ellos estaban bien no tiene ningún problema con ser un omega.

Su única preocupación era un gato que le estaba causando demasiados problemas.