23. Mi corazón te pertenece
La dulce y azulada gelatina es la señal, es quien tiene la respuesta de todo. Al probar un solo bocado, vendrá a ti la persona que te tiene preocupado.
Y así fue como Mina apareció frente a los ojos de Tzuyu. En un estado inconsciente, débil y cansada. Las letras pequeñas indican que la persona podría tener ese tipo de síntomas luego del viaje, algo que Tzuyu omitió y solo se encargó de preparar.
—¡Que locura es esta!—dice Tzuyu sorprendida y observa el libro.—¿Entonces así es como funcionas?—vuelve a mirar a Mina.
—Amor, vuelve a la ca...—Jeongyeon deja de rascar sus ojos cuando observa a Mina en el suelo.—¿Qué rayos haces? ¡Estás loca! ¡Jamás pensé que llegarías a este extremo!
—Puedo explicarlo.—Tzuyu señala la gelatina.
—¿Qué tiene que ver eso con que hayas secuestrado a mi ex, Tzuyu? Nos pueden meter a la cárcel.
—No la secuestre.—se defiende ella.—Fue la gelatina, comí un poco y de la nada ella estaba ahí.—explica y Jeongyeon se ríe.
—Eso es imposible.–se dirige hasta Mina, levanta su cuerpo del suelo y la lleva al sofá.
—Si despierta y se entera de lo que le hiciste, irás a la cárcel.
Tzuyu hace una mueca.
—Ya te dije, la gelatina... fue por ese libro.—se dirige hacia él, lo recoge con ambas manos y se lo muestra a Jeongyeon.
—No es un libro mágico...—dice en un tono burlón, cierra su boca cuando lee el título.—¡Guau! Las estrategias de marketing cada vez avanzan.—dice con sarcasmo.
—Preparé la gelatina de ahí, la comí, y apareció ella.—intenta que su prometida entienda.
—Intentaré hacerlo ¡quiero probar, el caramelo de serpiente!.—dice ella como si nada.
—No experimentaremos nada.—le responde Tzuyu.—El libro es de Jihyo.—se lo quita de las manos.
—¿Y qué haces con las cosas de Jihyo?
Mina en ese instante despierta.
—¡Necesitamos volver!—Nayeon camina de lado a lado sin detenerse, comienza a morder sus uñas.—Lo importante es salvar la vida de Momo y Sana.
—¿La almendra no tiene suficiente efecto?—le pregunta Yeri.
—Apenas puede durar dos o tres horas.—responde.
Observa la escena de Dahyun quien le cantaba una canción a su pequeña novia.
Ir a este mundo, hizo que las cosas salieran mal para el grupo. Todos sus objetivos, no se habían cumplido y eso le frustraba a cada una.
—¡Nayeon!—Yeri la llama.—¿Aún tienes esa idea en mente, una vez volvamos?
—Primero Momo y Sana, luego hablaremos de mí.—responde ella. Y socorre a un lugar donde pueda comunicarse, para poder volver al mundo de los humanos.
Jihyo no deja de abrazar y besar a su chica de jengibre. Esta arrepentida de todo lo que le había dicho y preocupada por si le pasa algo. El verla allí, tan confundida y perdida en sus pensamientos provoca en Jihyo ansiedad.
Cualquier decisión que tomara Sana, ella la va a respetar.
Aquel silencio qué hay entre ambas, hace que Jihyo dirija la palabra primero.
—¿Por qué te perdiste? Nos tenías muy preocupados, Sana.—le dice Jihyo.
—Lamento preocuparlos.—dice apenada y en voz baja.—Solo necesitaba reflexionar.
—Y me hiciste reflexionar.—le responde Jihyo y ríe.—Luego de que esto sucedió, me di cuenta de que te necesito.
—¿Estás segura de eso, cariño?—la mira a los ojos.
—Por supuesto.—toma asiento al lado de ella.
—Lo dices demasiado tarde.
—Lo sé, soy como una tortuga.—le da un beso en la mejilla.
—Y aún así espere a que me lo dijeras, Jihyo.—le sonríe y sus ojos comienzan aguarse.—Y por eso... pasaré los pocos días que me quedan junto a ti.—se mantiene sonriendo, Jihyo observa los ojos de Sana y como las lágrimas color negro rodeaban sus mejillas.
Ahora sabe lo que se siente, sabe como se siente el corazón de su chica de jengibre.
—Fui una estúpida.—dice en voz baja y con un tono ronco.
Se levanta de la roca azucarada y camina lentamente. Observa hacia arriba y ve en el cielo las esponjosas nubes, una en particular tiene la forma de un corazón apunto de romperse. Intenta retener sus lágrimas, baja su cabeza y observa hacia el suelo, luego limpia los rastros de las gotas que empezaban a caer. Voltea a ver a Sana, quien no para de sonreírle, pero aún sus lágrimas seguían deslizándose por sus mejillas, ya no es confeti colorido, ahora es una señal de que su corazón está roto y es demasiado tarde para curarlo.
—Pasemos los mejores días, Sana.—le dice Jihyo e intenta animar la situación con una risa.—Vivamos el cliché de ser felices para siempre, vivamos bajo una mentira que nos hará felices por un corto tiempo.
Jihyo traga y no pudo aguantar más su llanto, cubre su cara con ambas manos.
—Amor...—pronuncia ella, se levanta de la roca y se dirige abrazar a su creadora, saco las manos de su rostro y observa sus ojos enrojecidos. La abraza fuertemente, mientras Jihyo continúa llorando sobre su pecho.
—Por si deseas cambiar de opinión, esperaré, porque mi corazón ya te pertenece, mi hermosa chica de jengibre.
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