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18. La fogata y la sabia decisión

—¿Hoy te quedarás para hacer la guardia?—pregunta Tzuyu a su prometida Jeongyeon por teléfono.

—Lo lamento, pidieron que me quedara, te lo compensaré.

—No te preocupes, pasaré la tarde haciendo dulces. ¡Te amo!—se despide y coloca el teléfono sobre la mesa.

Termina de limpiar el libro, lo abre con delicadeza, pasa las hojas, hasta encontrar el índice. Su expresión se vuelve cada vez más extraña mientras lee.

—Receta para preparar a tu pareja ideal.—lee  ella y ríe.—Absurdo título.—prosigue leyendo—"Jelly Jelly."—lee dos veces el título y se acerca para leer un poco más cerca, en letras pequeñas ella logra leer:

"¿Aún sigues preocupándote?"

—¿Por qué actuó de esta manera?—se pregunta Sana en voz baja.—A Jihyo no le gusta ese chico, bueno por ahora.—observa a Daniel—¡Basta de observarla!—sigue observándolo.—¡Ey! ¡No te atrevas acercarte a ella!

Daniel saca algo de su bolsillo y se intenta acercar a Jihyo quien se encuentra un poco despistada, Sana corre hacia su creadora y la abraza.

—¡Jihyo es de Sana!—exclama mientras se acurruca en su pecho, la coreana se ríe con ella, y le responde el abrazo.

Daniel se da la vuelta y decide no interrumpirlas, sabía perfectamente que Sana no lo dejaría a solas con Jihyo.

—¡Dani!—Momo le grita a la oreja y se intenta trepar por el lóbulo.

—No me gusta que me digan Dani.—responde él.

—Oh, bueno.—encoge sus hombros.—¿Qué es eso que tienes en tus manos?—pregunta ella.

—Es solo una foto de mi creadora.—se la muestra.

—¡Oh vaya! Es parecida a Jihyo.—dice sorprendida.—Obvio, Jihyo tiene más volumen, así que hazle caso a Nayeon, deja de imaginar cosas.—le aconseja ella.

—¿Sabes que te puedo dar de comer a cualquier animal? Como por ejemplo a esa araña.—señala la araña multicolor y azucarada que se encuentra sobre un pastel.

—¿¡Qué!? ¿Me estás amenazando?—Momo muerde una parte del lóbulo de la oreja de Daniel, lo cual provoca que él reaccione con un ligero movimiento de cabeza y Momo caiga e intenta sostenerse de la parte supraclavicular de Daniel, pero resbala un poco más, hasta que logra sostenerse del collar que tiene puesto el muchacho, pero no es cualquier collar, está decorado con un pequeño frasco, que contiene un líquido color azul.—¿Qué es esto?

—Lo que nos está protegiendo a ambos.—ayuda a Momo y la coloca sobre su hombro nuevamente.

—¿Por qué te protege a ti?—pregunta ella.

—Más tarde lo entenderás.—responde él.

—Está llegando a Tuk Tok, isla de confesiones.—Mina lee el cartel.

—Deberíamos darnos un poco más de prisa, no quiero pasar la noche aquí.—habla Nayeon.

—Yo tengo hambre.—la barriga de Mina comienza a grujir y ella la acaricia.

—Deberías probar esto.—Yeri le ofrece un pastel con aspecto color rojo y glaseado blanco, Mina lo recibe y le da un bocado.

—¡Amo el Red Velvet!—exclama y sigue comiendo tranquilamente.

—Nayeon debemos preparar la fogata, no alcanzaremos a llegar.—le dice Yeri.

—¡No quiero pasar la noche aquí!—responde, pero se rinde y tira sus cosas al suelo.

—¡Al fin descansaremos!—Jihyo toma asiento sobre una de las rocas.—¿Quién hará la fogata?—pregunta ella.

—¡Yo puedo!—Daniel se ofrece y la mira.—Traje algunos materiales.—se quita su mochila de viajero y comienza a sacar las cosas.—¿Podrías cuidar de Momo por unos segundos?

—Oh, claro.—responde ella y junta sus manos.

—¡Jihyo! ¡Te extrañé!—Momo le grita mientras la coreana la recibe entre sus manos.

—¿En serio no deseas nada a cambio, por cuidar de Momo?—le pregunta Jihyo.

—Ya no.—responde él y comienza a preparar la fogata.—Yo deje de desear esa receta, cuando te vi a ti.

—¿Qué receta?—Jihyo inquiere curiosamente.

—¿Nayeon no te habló?—continúa.

Jihyo y Momo niegan a la vez.

—Prefiero no seguir hablando de esto.—termina de encender la fogata.—Me quedaré vigilándolas esta noche, la cueva no es segura.—dicho esto se aleja de ellas.

—Es raro.—le dice Jihyo a Momo.—Nayeon, ¿de qué receta habla el chico?—Jihyo se acerca a ella, y Yeri observa a su amiga.

Nayeon agacha la cabeza y suspira.

Todas se comenzaron a reunir, Dahyun recibe a Momo y le da un beso...

—¡Me acabas de babear la cara!—le dice Momo a su novia.—Me vengaré.

Todas rodean la fogata, y Mina comienza a servir los malvaviscos sobre los bastones de menta.

—Es hora de decirles la verdad.—Nayeon las observa y todas fijan su atención en ella.—Cuando Chaeyoung me creó....—comienza a contar sus recuerdos:

—¡Mi chica de jengibre está aquí!—gritó emocionada y comienza a dar vueltas por el lugar.—¡Eres hermosa! ¡Que bonito dientes tienes!—halagó a su chica de jengibre.—Has llegado al mundo de los humanos, no temas yo te cuidaré.—la abrazó.

Nayeon le sonríe a Chaeyoung, sintió en ella una gran paz, no quería fallarle, quería estar con ella.

Sus días juntas eran lo mejor que a Chaeyoung pudo sucederle. Aunque a veces ella sentía el capricho de que Nayeon se quedara. Había preparado la porción Ponytail, pero jamás habló de eso con Nayeon. Algo en el fondo le decía que no era correcto hacerlo.

Hasta que en su última noche juntas, Nayeon se levanta a media noche, pudo apreciar como Chaeyoung dormía plácidamente. Bajo a la cocina y abrió la nevera en busca de su jalea, pero al lado de aquel frasco encontró la porción ponytail y la bebió. No quería irse, aún no, ambas merecían estar juntas. Pero lo que Nayeon no sabía, eran las razones por las cuales Chaeyoung no quería que bebiera la porción.

—Es tu último día, Nayeon, pasémoslas bien.—Chaeyoung intenta estar feliz, el simple hecho de pensar que Nayeon no volvería le dolía, pero tampoco quería que ella sufriera cuando no estuviera. Mientras la chica de jengibre buscaba la manera de decirle que estaría con ella el resto de su vida.

—Chaeyoung yo...—Nayeon le comenzó hablar.

—¿Sabes cómo llegaste aquí, Nayeon?—le preguntó Chae. No era un tema que su creadora quería tocar, pero Nayeon merecía saberlo.—Hace una semana era la persona más infeliz, quería morir luego de recibir aquella noticia. Lloré durante horas hasta que el libro llegó a mis manos y te pude crear.

—¿Cuál noticia?—Nayeon se comienza a preocupar.

—Nayeon, mi chica de jengibre.—la miró a los ojos y sostuvo sus manos.—Solo me quedan meses de vida.—le contó ella, los ojos de Nayeon comienzan a cubrirse del color del arcoíris y comienza a llorar confeti.—Tengo leucemia, he intentado buscar un trasplante de médula ósea, pero aún no llega el donante, y es una larga lista de espera.—explicó.

—¿Yo podría ayudarte Chaeyoung?—sugiere ella.—Bebí la porción, soy humana, puedo entregar mi vida por ti.—dijo desesperadamente.

—¡Espera! ¿Hiciste qué?—preguntó su creadora un confundida y enojada.—No mereces sufrir Nayeon. ¿Por qué creé la porción?—se levantó y comenzó  a llorar.—Solo no quería que sufrieras conmigo.—su chica de jengibre la abrazó.

—¡Te amo! me sentiría culpable si no estoy a tu lado, Chaeyoung.—le susurró Nayeon a su oído.

Nayeon termina de relatar sus recuerdos.

—Chaeyoung murió.—Sana limpia un confeti de su mejillas.

Unas cuantas lagrimas de Dahyun caen sobre la cabeza de Momo.

—Al mes murió.—continúa contando Nayeon.—Su enfermedad empeoró, trabajé mucho para costear su tratamiento, pero no funcionó lo suficiente y el donante nunca llegó.—intenta contener sus lágrimas.

—¿Qué tiene la receta? ¿Por qué es tan importante para ti?—pregunta Jihyo.

—La receta eutanasia.—Nayeon menciona el nombre de la receta, dando saber la respuesta en pocas palabras, se levanta y se aleja del grupo.

—Perderla debió ser muy duro para ella, hasta el punto de tomar esa decisión.—dice Mina y va tras ella.

—Nayeon nunca se fue, pero su creadora sí. Sus días solo fueron gloriosos cuando ella estuvo presente.—Jihyo observa a Sana.—¿Quieres cambiar de opinión?

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