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13. Reglas y el caramelo naranja

—Todo fue plan de Momo, pregúntale a ella.—responde Dahyun.

—Yo las invité.—dice Nayeon, para así ganar un poco de confianza con Dahyun.

—Dahyun se iba hacer cargo de la tienda.—responde Jihyo.

—Oh.—pronuncia Nayeon y agacha la cabeza.

—¡Chicas ya hemos llegado!—habla Jinyoung a través del micrófono.—¡3, 2, 1!

La camioneta se detiene, Momo no espero ni un segundo más y bajo rápidamente. Queda impresionada, todo parecía un sueño para ella, una cuidad de dulce. Comienza a correr sobre las ramas de algodón y recoge algunas flores de caramelos para dárselas a Dahyun.

—Deberíamos quedarnos aquí toda la vida.—dice riendo y vuelve corriendo hacia el grupo.

—Los humanos no pueden quedarse aquí más de 24 horas de su mundo.—la primera cosa que les advierte Nayeon.—¿Yeri tienes el reloj?

—Ni un minuto que perder.—observa el pequeño aparato.

—¡Sana tu hogar es muy hermoso!—le dice Jihyo.—¿Las chicas de jengibre que vuelvan del mundo humano se quedan aquí?—pregunta ella.

—No.—responde Nayeon.—Ellas no vuelven a ninguno de los dos mundos, así hayan cumplido su objetivo o no.—Sana agacha su cabeza un poco triste.—Primero, quiero que me escuchen...—todas la observan.—pueden comer lo que sea, excepto lo que tiene etiquetas color roja.—advierte nuevamente.—Es Candyland, y si comen un dulce prohibido, tendrán reacciones adversas, no me responsabilizo de sus acciones. ¿Entendido?

Todas asintieron, mientras Momo ignoraba cada cosa que se decía y agarra una manzana acaramelada.

—¿Escuchaste lo que dijo Nayeon?—le pregunta Dahyun a su novia.

—¡Sí!—miente.

—¡Señor Jinyoung gracias por traernos!—todas hicieron una reverencia.

—¿A dónde iremos primero?—le pregunta Mina a Nayeon.

—¿Ves aquella torre?—señala la torre de menta que estaba rodeada de distintos dulces y una gran cascada de chocolate, frente a ella se veía un puente de arcoíris. Todas podían apreciar el hermoso paisaje.

—¿Detrás de la cascada de chocolate?—ella asiente.

—Primero atravesaremos la urbanización Happy Happy, es una pequeña civilización de personas de jengibre.—señala el mapa con su dedo índice.—Luego, la gran cueva Candy Bong, después hay que recorrer Tuk Tok, la isla de las confesiones de amor...

—¡Aww!—exclama Mina.—Ojalá una chica de jengibre venga hacia mí y me declare sus sentimientos.

—¡Eww! ¿Cuánto empalagoso y cursi tengo que soportar ver?—Yeri hace una mueca de asco.

—Luego atravesaremos por el puente Rainbow.

—¡Espera! ¡Espera!—levanta su mano—Pregunta seria: ¿Al final del puente hay skittles?—pregunta Momo.

—Sí.—Nayeon voltea sus ojos.—El puente nos ayudará a llegar a la torre, donde está oculto el libro.—avanzaremos si cumplen todas mis reglas y no comen los dulces con la etiqueta roja. Solo tenemos 24 horas ¡Vamos!—todas persiguen a Nayeon.

El viaje va muy tranquilo, todas aprecian el paraíso, excepto Dahyun, quien se sentía un poco incómoda en el viaje. Nayeon se mantiene enfocada en su meta, llegar al libro, aunque sabía perfectamente que para llegar a el, necesitaba de Jihyo y Sana, sin ellas dos, no podrían volver a Candyland. Como todo lugar éste tiene sus reglas, nadie puede ingresar a él si la magia del dulce no está de tu lado.

—¿El libro nos beneficia en otras cosas?—le pregunta Jihyo a Nayeon.

—Sí, pero también tiene sus desventajas.

—Además de hacerte crear a alguien, a quien al poco tiempo apreciaras y lo hará desaparecer, ¿qué otras desventajas tiene?—pregunta ella.

—La infelicidad.—dice en voz baja.

—Lo siento, no te entendí bien.—Jihyo la mira confundida.

—Ya deja de comer, Momo.—regaña Dahyun.

—Disfruta amor, no todo los días estaremos en un lugar como este.—le ofrece una flor de chocolate pero ella la rechaza.

—¡No quiero!

—¿Sigues molesta conmigo?—le pregunta Mina a Dahyun.

—Contigo es difícil enfadarse.—responde ella.

—Prueba un poco de esto.—le da un caramelo color anaranjado, ella lo agarra confiando en Mina y se lo come.—Leí en la etiqueta roja, que te quitará el mal humor.

—¡Está prohibido comer de esos dulces! ¿¡Cómo te atreves perr...!?—iba a insultarla pero su estado de ánimo cambia repentinamente.—Linda, me diste un dulce para que se me vaya el enojo y funciono.—la abraza.—¡Gracias por eso!—se acerca a Jihyo.—Te perdono, tal vez para ti sea un estorbo en este viaje, pero me sabrás manejar, eres la mejor amiga y jefa que he tenido.—la abraza a ella también.

—Discúlpame tu a mí, lo siento tanto.—se disculpa Jihyo avergonzada.— Dahyun, estás un poco rara.—la mira a los ojos, pero ella se separa de Jihyo y se dirige hacia...

—Nayeon, lamento no confiar en ti, pero sé que poco a poco te ganarás esa confianza que llevo aquí...—agarra su mano y la coloca en el lado izquierdo de su pecho.

—Parece como si hubiera comido un dulce de... ¡Oh Dios! Etiqueta roja. Se los advertí a todas.—respira profundamente.—¡Que bueno que el dulce no es tan peligroso!

—Necesitamos una Dubu con buen humor nuevamente, hace horas no la veo así.—Sana se dirige hacia ella y la abraza, a lo que Dahyun le responde.

—¡Eres tan linda y Jihyo tan afortunada!—se acurruca en su hombro.—Suave, esponjosa, dulce...—acaricia el cabello de Sana.

—¡Es suficiente!—Jihyo las separa.

—¿Celosa, Park?—pregunta Mina.

—Celosa yo también.—Momo tira los dulces al suelo y agarra la mano de Dahyun.

—Que raro se comportan estas mujeres.—le susurra Yeri a Nayeon.

—Vigílalas que no coman nada de la etiqueta roja, por favor.—le ordena y ella asiente.

—¿Eso de allá es Happy Happy?—pregunta Sana emocionada mientras señala la pequeña urbanización de casas de galletas.

—Sí, hemos llegado—afirma Nayeon y acelera un poco más sus pasos, lo que provoca que ella tropiece con una goma azucarada con forma de roca y caiga al suelo.

—¿Nayeon estás bien?—pregunta Yeri mientras le ayuda a levantarse. Jihyo la observa de arriba hacia abajo y noto algo extraño, una cicatriz en la parte baja de su cintura. Nayeon acomoda rápido sus prendas y vuelve a continuar  su camino.—

—¡Sí!—afirma.—Debemos ir a una tienda, a comprar lo necesario para el viaje.

—Sé más cuidadosa, Nayeon.—le dice Yeri.

—¡Sana!—grita Jihyo lo que hace llamar la atención de las demás. Ella se acerca a su creadora.—Me puedes mostrar donde está marcada tu fecha.—le trata de decir en voz baja.

—Ahora no puedo Jihyo, llevo vestido y mostraré toda mi pierna.—se sonroja y cubre su cara.

—Veremos luego... es importante.

Luego entraron a una pequeña tienda que se encuentra cerca de la urbanización de jengibre.

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