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11. La Tienda

—Alguien debe hacerse cargo de la tienda.—sugiere Jihyo en la conversación su tres amigas. Luego Jihyo y Mina observan a Dahyun.

—¡¿Están locas?! ¡No me perderé la oportunidad de ir a una isla de dulces!—les grita.

—Dijiste que no confías lo suficiente en Nayeon.—justifica Mina para no ser remplazada.

—Y no confío, por eso quiero ir con ustedes, quiero decir, con Jihyo y Sana.

—¿Y también por no perderte la oportunidad de visitar una isla de dulces?.—le pregunta Jihyo.—Ya lo decidí, Mina será quien me acompañará, tú encárgate de la tienda.

Dahyun le sonríe a Jihyo, pero no una sonrisa cualquiera, es el tipo de sonrisa hipócrita, sonrisa que hacía cada vez que peleaba con novia Momo.

—Mina déjanos a solas, por favor.—le pide la coreana, ella abandona el lugar y se dirige a buscar a Sana.

—¿Por qué ella? Te ayude con Sana, soy tu socia, tu mano derecha. ¿Por qué ella tiene el derecho de ir y yo no?—se queja Dahyun.

—Dubu, por eso la elegí a ella, tú cuidarás perfectamente de la tienda.—aún con la explicación de Jihyo, Dahyun se siente remplazada y enojada.

—¡Haz lo que quieras! Ojalá, que te lleven los Oompa Loompas y te ahoguen en el lago de chocolate.—abandona el local molesta y su amiga corre tras de ella.

—¡Kim, escúchame por favor! ¡No quiero problemas antes de que me vaya!

Tzuyu camina hacia la repostería de Jihyo, no por el simple hecho de buscar una excusa para hablar con ella nuevamente, si no para asegurarse de que ella no haya vuelto.

—Jihyo, ¿qué haces afuera a esta hora?—le pregunta Tzuyu, ella rápidamente se voltea y le sonríe.

—Solo, tuve una pequeña discusión con Dubu, fui tras ella, pero corre demasiado rápido.—explica y la taiwanesa se ríe, ya que es típico que ambas se peleen a cada rato.—¿Quieres pasar?—señala el interior de la tienda.

—No, tengo un poco de prisa.—miente.

—Por favor, solo bebe un poco de café conmigo.—insiste Jihyo.

Tzuyu sin otra opción entra al local junto a Jihyo. En ese momento, se encuentra con Momo, Mina y Sana.

—Jihyo te tengo que contar algo, es acerca de Nayeon.—dice Mina pero se detuvo al observar a Tzuyu.

—¿Y Dahyun?—pregunta
Momo.

—Se acaba de ir, porque se enojó conmigo.—contestó Jihyo y Momo sale de la tienda en busca de su novia.

—¿Ella es tu novia, Mina?—pregunta Tzuyu mientras escanea a Sana con su mirada. 

—No, es la de Jihyo.—contesta y la taiwanesa observa a su ex novia, había sido engañada, necesita una explicación.

—¿En serio? ¿Por qué me mentiste?—le pregunta.

—Tzuyu, sé que esto te parecerá algo extraño, pero sí, esa chica que estás observando y yo tenemos algo...

—¿Por qué no me lo dijiste.—pregunta molesta una vez más—Pensé que yo era tu amiga. Te advierto una cosa, cuídala de ella.—señala a Mina y dicho esto se marcha de la tienda.

—¿Qué les pasa a todos? ¿Hoy el mundo está en mí contra?—se pregunta Jihyo.

Sana no lo piensa dos veces, y corre a los brazos de su creadora, sentía pena por ella, Jihyo no duda en responderle, necesita de ese abrazo.

—Nada es tu culpa, amor.—recuesta su cabeza sobre el hombro de su creadora.

—¿Mina estás bien? ¿Por qué Tzuyu te habló de esa manera?—interroga la coreana.

—Olvídalo.—sale de la tienda dejando a Jihyo y a Sana a solas.

—¿Una isla de dulces?—le pregunta Momo a Dahyun mientras le daba un masaje en la espalda.—¿Cuando nos vamos?

—Olvídalo, Jihyo me ordenó cuidar la tienda.—dice en un tono desanimado.

—Es injusto, no podemos perdernos la oportunidad de visitar una isla de comida. No y no, no me la perderé.

—Momo, olvídalo, no le suplicaré e insistieré que quiero ir a ese viaje.

—¿Quién habló de pedírselo?—la japonesa detiene de masajear la espalda de su novia y gira su cabeza, para hacer contacto visual con ella.

—¡Momori, no!—exclama Dahyun.

—Tú me conoces.

—No lo harás, te conozco, siempre fallas.—le dice Dahyun.

—No, no falló, no fallaré esta vez—le corrige.—Confía en mí.—acaricia la mano de su novia.

Yeri termina la llamada telefónica y coloca el teléfono en su sitio. Luego camina rápidamente hacia Nayeon.

—¿Hablaste con él?—le pregunta Nayeon mientras ojeaba las hojas de un libro común de receta.

—Sí, dijo que pasará mañana.—responde ella.

—Tan rápido...

—Quiere hablar contigo, va a impedir que intentes hacer eso de nuevo.

Nayeon cierra el libro molesta y observa a Yeri.

—¡Él ni tú, sienten mi dolor!—le grita—¡no saben lo que sufro desde que ella se fue! Acaso...—contiene sus ganas de llorar—¿Creen que esto es fácil para mí?

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