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10. Confiar

—¿Cómo llegaremos allá?—pregunta Dahyun.—¿Acaso se está burlando de nosotras?

—No.—contesta Nayeon seriamente.—Sé de alguien que nos pueda ayudar en las próximas cuarenta y ocho horas.

—¿No crees que es demasiado tiempo?—pregunta Mina.

—¡Chicas por favor! Déjenla hablar, ella sabe que hacer, para eso estamos aquí, para que ella nos ayude.—dice Jihyo.

—Es la única opción que tenemos.—dice Nayeon—Pero...—mira a la chica de jengibre—la última palabra la tomará Sana, ¿estás segura de que quieres convertirte en humana?—le pregunta Nayeon y todas dirigieron sus ojos hacia la chica de jengibre.—No te sientas presionada cariño, respetaremos tu decisión.

Sana se pone un poco nerviosa, pero había prometido hacer feliz a Jihyo, no puede desaparecer de la nada, sin cumplir su objetivo.

—Antes de responder...—Nayeon interrumpe su respuesta—me gustaría que me acompañaras a un lugar, tú solamente.—le dice a Sana.

Ambas se dirigen a un cuarto que contiene cientos de libros y muchos frascos con distintos ingredientes. Nayeon se pone a buscar entre ellos y va preparando algo. Lo decora con un aspecto de menta y se lo ofrece a Sana.

—¿Qué es?—le pregunta ella.

—Tú rostro muestra celos, los cuales no son buenos para ti, cariño. Esto te ayudará a curar ese síntoma.

—¿Por qué estaría celosa?

—No lo sé, tú dímelo, cariño.—la observa a los ojos.—¿Hay alguien que te esta estorbando?

Sana agacha su cabeza.

—Sí.—afirma.

—Puedo prepararte un delicioso dulce, para que esa persona desaparezca.—sugiere Nayeon.

—Tampoco iría tan lejos, Jihyo la ama aún.

—Cariño, Jihyo no la ama...—ríe.—Si en realidad la amara, no estarías aquí.

—Puede ser...—mete a su boca el bombón de menta.

—Lo seres humanos son tan dependientes a la hora de amar.

—¿Por qué hablas así de ellos?

—Tal vez, porque soy una de ellos.—se encoge de hombros—¿De verdad quieres ser humana?

—¿Así nada más?—le pregunta Dahyun a su grupo de amigas, un rato después de que Nayeon se fuera con Sana.—Digo, no conocemos nada sobre ella. ¿Cómo podemos confiar?—le pregunta a Jihyo.

—Mina la conoce.—dice la coreana.

—No lo suficiente, ni si quiera la a mirado a la cara para reconocerla.

—¡Oye!—se queja la japonesa en un tono molesto.

—Lo siento.—se disculpa su amiga.

—No quiero nada a cambio...—Nayeon las interrumpe.—será un placer ayudarlas.—les regala una sonrisa.

—Podemos confiar en ella para la búsqueda del libro.—Sana les aclara, para mantenerlas un poco más tranquilas.

—De verdad se te agradece mucho, Nayeon.— Jihyo le sonríe.

—Todo por Sana, es por ella.—responde.

—Bueno, ya es un poco tarde, debemos regresar a casa.—Jihyo se levanta del sofá.—Nos veremos en las próximas 48 horas.—Nayeon acompaña a su visita hasta la puerta junto a su compañera, ambas observan como el grupo de amiga se dirige hacia el auto.

—¿Estás segura de lo que vas a hacer?—le pregunta su compañera a Nayeon.

—¡Sí!—afirma con una sonrisa maliciosamente.—Solo espero que Sana no cambie de opinión, o eso arruinará mis planes.

—Pero, y si descubren la verdad...

—Yeri, yo sé lo que hago.—vuelve a entrar a su casa.—Intenta contactar al señor Jinyoung.—le ordena.

—¿Qué ves?—le pregunta Sana a Momo.

—Una película.—contesta.—¿A qué vienes? ¿Necesitas algo?

Sana niega.

—Me enviaron contigo, dicen que tú puedes cuidarme.—explica y Momo ríe.—¿Qué ves?—pregunta nuevamente.

—Ven, siéntante.—le hace un pequeño espacio en el sofá.

Sana observa la tele, Momo esta viendo una película, el cual un hada comienza a cantar I Need a Hero... Sana parece estar muy emocionada, el solo ver a un príncipe y princesa bailando, le hace muy feliz, luego pasa otra escena que le llama la atención.

—¡Oh, es una galleta de jengibre gigante!—exclama ella emocionada.

—Hay dos, la pequeña se llama jengibre y la grande Mongo.

—Se dirige hacia el castillo, ¡de seguro acabará con todos!—dice emocionada, pero al observar cómo una bola de fuego cae sobre el hombre del jengibre su expresión cambia por completo, y cubre sus ojos.—¡Nooo su botón de gomita!—grita.

—Es la escena más triste.—dice Momo sin apartar su vista de la televisión.

—¡Ah! Le va a caer leche evaporada, no, no, no, no puedo verlo.—comienza a sollozar del susto.—¡Su brazos! Siento su dolor, va a caer, va a caer al agua. ¡Apágalo, apágalo!—dice asustada.

—¿Qué están viendo?—aparece Mina.

—Shrek 2.—responde Momo.

—¿Momo, acaso no te das cuenta de lo asustada que está Sana?—Mina se dirige a abrazarla.—Tranquila cariño, no es real, solo son caricaturas.—le quita el control remoto a Momo y apaga la televisión.—Es como si tú vieras El destino Final.

—Pero el destino final a mí me da risa.—Mina la observa seriamente.—Lo siento, banana.—se disculpa Momo.

—¿Mongo sobrevivirá?—le pregunta ella a Momo.—Perdió ambos brazos, y cayó al agua, pobrecito.

—Se puede hacer otro Mongo, tranquila.—le responde.

—No estás ayudando en nada.—le susurra la pelinegra.

—Entonces, si yo desaparezco... ¿Jihyo creará a alguien mejor que yo?

—No.—Mina la abraza más fuerte. —¿Qué te hace pensar eso?—le acaricia su mejilla.

—Fue Nayeon, dijo que todos los humanos son así.—contesta Sana.

Mina observa a Momo, quien no entiende porque la observa de esa manera, pero supone que es algo malo.

—Tal vez Dahyun tenía razón, no podemos confiar en ella.






¡Hola! Tengo una pregunta para ustedes:
¿De qué país son?
Yo soy de Puerto Rico 🇵🇷

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