☪ ᴛʜʀᴇᴇ 𖤓
Los tacones resonaban en aquella sala, la rubia caminaba de un lado a otro, su esposo que estaba sentado en uno de los sofás la detuvo.
—Hyemi, dejá de caminar me estoy mareando. —
—Kangin, estoy preocupada por San, salió de casa desde el viernes, hoy ya es domingo, ni siquiera llamó para avisar su se quedaba en algún lado. — la sirena al fin se sentó, cruzando sus largas piernas de modo elegante.
—Debe de estar en la casa de su amigo Wooyoung, siempre se la pasa ahí, en cualquier momento aparecerá. — el hombre suspiró cansado. —Más importante, la futura esposa de San viene a Wave en tres semanas. —
— ¿eh? Es la chica que viene desde la isla Illusion ¿verdad? —su esposo asintió.
—Su madre es mi amiga, hace poco murió el gobernante de esa Isla y no tienen hijos al cual heredarla, así que decidieron comprometer a su hija, con este matrimonio las dos islas se unirán, haciendo crecer el territorio. — la rubia se acercó al pelinegro y lo abrazo.
—Al fin terminara nuestro tiempo de gobernar y descansaremos, viajaremos mucho y disfrutaremos nuestro tiempo libre. —sonrió entusiasmada.
—Se que San lo hará bien, confío en él, es mi orgullo. No como sus hermanos, que son una decepción para esta familia. — su voz salió tosca.
Hyemi mentiría si no extrañaba a sus dos hijos, ella los tuvo en su vientre, los cuido y vio crecer, era su madre era obvio que amaba a Mingi y a Seonghwa, a veces se preguntaba ¿Cómo estaban? ¿Si vivían bien?
Seonghwa tal vez si era feliz ya que había escapado con el chico que amaba.
Pero faltaba Mingi, de él dudaba que fuera feliz, su hijo tomo una decisión y fue expulsado de Wave, desde ese día dejó de ser parte de la familia Choi.
San y Wooyoung caminaban cerca del mar, sus pies descalzos sentían la textura de la arena, Yunho estaba en medio, los mayores tenían tomadas sus manitos, el pequeño quería hacer castillos y jugar con el agua, así que decidieron llevarlo al mar, cumpliendo su deseo.
—Woonie, castillo. —el pequeño rubio extendió sus manitos pidiendo su bolsa, en esta venían las palas y cubetas para armar el castillo.
—Está bien cariño, toma. —se inclinó y entregó los juguetes.
—Yo también quiero hacer un castillo. —San se sentó en la arena. —Yunnie, ¿puedo ayudarte? —
—Si, tío Woonie también. —Yunho le entregó una pala al omega.
Los tres empezaron a jugar con la arena, moldeándola tratando de construir el castillo, los mayores estaban felices de ver al pequeño entusiasmado, corriendo y jugando en el mar buscando pequeñas conchas marinas.
Hongjoong trabajaba como maestro en el mismo establecimiento de Wooyoung y en ese tiempo el pequeño Yunho se quedaba con su abuela, por eso casi no salía de casa.
San sonrió, ver a su hyung jugar con el bebé, le hacía imaginar muchas cosas, él quería tener una familia con Wooyoung en el futuro, cuando ese momento llegará sería el mejor padre y esposo.
Se acercó al pelinegro y beso la sonrojada mejilla, haciendo que Woo se volviera tímido en el instante. El pequeño Yunnie se dio cuenta, frunció su ceño enojado e hizo un puchero.
—Tío San. —el mayor giró su rostro y prestó atención al llamado de Yunho, este tenía sus bracitos levantados.
— ¿Qué pasa Yunnie? — el rubio cargó al niño.
—Woonie bonito, mío, no besar. —Yunho sonrió y San sabía que esa sonrisa no era buena ese pequeño demonio tramaba algo. —Come arena. —cuando el rubio menos lo espero la manito del pequeño están en su boca.
— ¡Yunho! —el Tritón empezó a escupir la arena que tenía en la boca. —Eso no se hace. —
—Esto es tan divertido. —Wooyoung no paraba de reír. —Me arrepiento de no grabarlo. — Yunho imitó la acción del omega y también empezó a reír.
—Ustedes dos son de lo peor, abusan de mi bondad. —San protestó con voz dramática. —Mejor terminemos el castillo. —tomo su cabello y lo amarró con una coleta para que no le hiciera estorbo.
Horas después lograron terminar de hacer el castillo, no era perfecto pero los tres estaban satisfechos con su trabajo.
Al final de día San llevaba cargado a un dormido Yunho en su espalda, junto a él Wooyoung, los dos iban tomados de las manos sintiendo la brisa del mar en sus rostros, los dos había prometido no ser cariñosos en lugares públicos debido al miedo de que su relación fuera descubierta, pero solo por esa vez se lo permitieron.
Faltaba poco para llegar a la casa del omega, cuando vieron a lo lejos a Hongjoong, este estaba esperando frente a la puerta, Wooyoung soltó la mano de San y se adelantó para poder saludar a su amigo.
— ¿Te hicimos esperar mucho? — el pelirrojo negó.
— No, hace poco que regrese, quería ver a mi Yunnie. — San se acerco a Hong y lo saludo.
— Bienvenido hyung, el pequeño tigrecito se quedó dormido. —San entregó a Yunho este aun seguía dormido, el pequeño sonrió en sus sueños al sentir el relajante aroma de su padre.
—Muchas gracias a los dos, espero que no causará molestias. —Wooyoung que venía saliendo de su hogar le entregó la bolsa del bebé a Hong. —Tengo que irme, nuevamente muchas gracias. —
—Ve con cuidado. — la pareja se despidió de Hongjoong para luego adentrarse a la casa.
— Yo también tengo que regresar a casa. —puchereo el rubio. —Quiero quedarme con hyung. —abrazó posesivamente al omega.
—Ve, o tus padres se enojaran. —el menor se separó con pesar.
—Descanse, hyung. —el rubio dejó un pequeño beso en los labios de su Woo.
— Ten una linda noche, Sannie. — la puerta se cerró y la sonrisa de Woo se borro de su rostro.
Ese sentimiento de soledad lo invadía cada vez que su novio se iba, odiaba quedarse solo en esa casa, San siempre alegraba su aburrido hogar.
Wooyoung sabía que no debía acostumbrarse a eso, quería disfrutar su relación todo lo que podía. Algún día el rubio no estaría junto a él, este era el futuro dueño de Wave y a su lado estaría una preciosa chica sirena.
Él solo era un simple lobo, viviendo un amor que en cualquier momento se esfumaría. Claro ejemplo eran Mingi y Seonghwa ellos la pasaron muy mal cuando fueron desterrados y no quería que su bello tritón pasara por lo mismo.
Por ahora disfrutaría de ese precioso sueño del cual no quería despertar.
[ 🌙 ]
San entró cansado a su hogar, ya que corrió en todo el camino, se dio cuenta que ya todos se encontraban durmiendo y respiro profundo, pero sus oídos detectaron unos pasos detrás de él así que rápidamente giro.
— ¡Yongguk hyung! —la voz del rubio resonó en el lugar.
—Bajá la voz, mocoso. — el mayor arrastro al menor a un lugar más alejado, sabía que si su sobrino era descubierto por llegar tarde, los padres de este lo reprenderían.
— ¿Cuándo regresó de su viaje? —preguntó entusiasmado.
— Hace dos horas zarpó el barco, quería viajar nadando por el mar pero mi maleta lo impedía. —el mayor sonrió avergonzado.
—Hace mucho que no nadó libremente en el mar. —
— ¿Quieres ir mañana a nadar? —preguntó, San asintió feliz. —Esta bien, descansa enano. Hasta mañana. —el pelinegro agitó su mano y se adentro a su habitación.
—Descansa hyung . —San continuó su camino, estaba feliz su tío favorito había regresado, él admiraba mucho al pelinegro.
Choi Yongguk era el hermano menor de Kangin, ayudaba a este con la isla, era el segundo al mando, San era muy apegado a él desde pequeño, ya que los padres de este en ese tiempo viajaban mucho y sus hermanos estaban en sus clases privadas, el pequeño San se quedaba solo, pero Yongguk se encargaba de cuidarlo y animarlo. A este no le gustaba que le llamaran tío y por ese motivo San le decía hyung.
San salió de bañarse, vio la ventana, se acerco a esta abriéndola y saliendo al balcón, sus ojos vieron la gran Luna llena y sonrió, cada vez que la veía se recordaba de su lobito hyung.
Desde hace algunos días sentía una opresión en su pecho, algo le decía que era un mal presentimiento.
—Tú eres la diosa luna de hyung. —susurro. —Se que no soy un lobo y tal vez no me escuches, pero lo intentaré. Solo quiero que cuides a mi lobito hyung, que él siempre sea feliz y yo quiero estar a su lado para ver su preciosa sonrisa. —
Por otro lado Wooyoung también se encontraba rogando a la Luna, para que su relación durara mucho tiempo.
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