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Capítulo 25: "Puedes llorar para liberarte, pero no para siempre" (Final)

No tuvieron mucho tiempo para decidir, pero se prepararon con lo necesario. Debían actuar de inmediato. No podían esperar un segundo más para ir en el rescate de Noah.

   Con la información que Nathaniel y Marina obtuvieron de los hechos hasta el momento. Si aquel hombre de traje blanco, y aún desconocido para ellos, había enviado brujas, entonces debían evitar que la magia negra pudiera controlar sus mentes o siquiera generarles una distracción, no de nuevo. Una de las maneras principales para evadir todo esto sería usando un collar con un dije de crucifijo. Cada uno llevaba puesto uno.

   Marina usaba unos pantalones negros, ajustados con un cinturón que también servían para guardar dos largas cuchillas en ambos lados. Una camiseta oscura de cuero, sin mangas, que permitían la libre movilidad de sus brazos. Sobre esto, tenía un abrigo del mismo material, pero con menor dureza y grosor. Unos zapatos gruesos que la ayudarían a adaptarse con facilidad a los distintos lugares donde podría iniciarse la pelea. Y su tan querida alabarda. La longitud del arma con aspecto de lanza, era unos centímetros mayores a su propia estatura. Su afilada punta de hierro era atravesada con una cuchilla aguda por un lado y con forma de media luna por el otro.

   Nathaniel llevaba una estructura muy parecida en cuanto al tipo de ropa. Con la diferencia en que, su abrigo de cuero era largo y llegaba hasta sus rodillas. Con su mochila en la espalda, sosteniendo su escopeta en mano, frunciendo el ceño como era usual, iba preparándose mentalmente, reposando en uno de los asientos del primer vagón de pasajeros, en el antiguo tren de Groberville.

   Marina, sentada frente a él, intentó encontrar la mirada de Nathaniel, pero había sido en vano. Parecía estar sumido en su seriedad. No. Solo eso quería aparentar. Ella lo conocía, la estaba ignorando. Lo estaba haciendo a propósito. Y no le gustaba para nada cómo había empezado aquel inesperado reencuentro.

   —Me siento halagada. Sigo siendo tu contacto de emergencia.

   Nathaniel por fin dirigió su mirada hacia ella. Solo asintió con la cabeza sin cambiar su expresión.

   —Si ayuda en algo, tú también eres el mío. No confiaría lo suficiente en nadie más que en ti para cuidar de mi hijo y de mi padre.

   —Creo que Teodor no estaría de acuerdo en que yo lo cuide. —dijo él, formándose en su rostro, una media sonrisa, recordando al hombre que los crio.

   Marina sonrió.

   Era cierto que Nathaniel no estaba contento con la llegada de Marina, o con lo que él podría llamar "intromisión en sus asuntos". Pero, a él no podía no importarle Marina. Simplemente no podía. Ni siquiera estaba cerca de odiarla. Ni siquiera podía dejar sus sentimientos de lado. No como ella lo había hecho. Sin poder evitarlo y hablando con lentitud, ocultando con todas sus fuerzas, su impaciencia, Nathaniel decidió preguntar.

   —¿Eres feliz? Con tu vida normal, con tu trabajo, con David.

   David. David era el esposo de Marina. Nathaniel odiaba reconocer que era un buen tipo, y un buen padre. Y, por último, detestaba que sea cordial hasta con él, aun sabiendo la historia que tenía con Marina. Lo tachaba de iluso.

   —Sí, lo soy —respondió honesta.

   Aunque por fuera no se haya notado, a Nathaniel le había dolido escucharla decir eso. No iba a decirle que saber que ella era feliz, también lo hacía feliz, porque no era cierto. No si no era con él. Tampoco iba a reclamarle o a armar otro escándalo como en la mañana. Se odiaba a sí mismo por ser tan egoísta y desear que su respuesta fuera todo lo opuesto. Solo bajó la mirada hacia el suelo, sin saber cómo terminar con aquel incómodo silencio.

   —Estoy segura que, un día, también serás feliz. Encontrarás tu propia manera. Lo mereces, Nate. Eres un buen hombre. Uno de los mejores que he conocido. Y, si llegas a perderte, o a sentir que nada tiene sentido para ti, puedes visitarme cuando quieras. El hecho de que seamos totalmente distintos, no significa que no te ame, porque lo hice, lo hago, y siempre lo haré. Recuerda eso, por favor.

   Drake admiró por enésima vez la espada con la que tanto había practicado en el verano. ¿Podría actuar de ser necesario? Se odiaría a sí mismo toda su vida si se quedaba paralizado en el momento de la acción. ¿Qué le sucedía? Normalmente su confianza desbordaba. Guardó el arma en la vaina sujeta a su cinturón en el lado derecho, pero entonces decidió quitárselo, quería dejar de observar la espada por un solo segundo, así que la puso a un lado. Vio en los asientos delanteros, el cabello rojizo sujetado en una coleta alta de Peyton. Miró hacia la ventana unos segundos, tamborileó con los dedos sobre sus rodillas, y se puso de pie. Caminó por el pasillo hasta llegar a donde la pelirroja, quien dirigió su mirada hacia él.

   —Está bien, esto va a ser incómodo —empezó Drake. —Siento que debo decirlo, por cómo están las cosas. Horribles, ¿eh? No sabemos a lo que nos enfrentamos, si habrá otro desfile de monstruos, así que, por si morimos o algo... —exhaló tomándose unos segundos más. —Siempre... envidié lo que Noah y tú tenían. Es especial. Me refiero a que, siempre los vi juntos, apoyándose. Incluso hacía mis tareas y las de mi grupo para que no te molestáramos, no físicamente.

   Peyton levantó ambas cejas. 

   —Nunca creí que llegaría a ese punto, pero... ayer, él literalmente dio su vida por ti. Ni siquiera lo dudó. Y ahora, aquí estás tú, yendo a pelear contra quién sabe qué, arriesgándote para salvarlo. Yo... yo creí que me gustabas, pero...

   Peyton abrió más los ojos por la sorpresa.

   —Te admiro, Peyton. En serio lo hago —terminó de decir, y sonrió poniéndose de pie para avanzar por el pasillo.

   Peyton bajó la mirada al suelo.

   —¿Drake? —lo llamó, consiguiendo que se detuviera y volteara a verla. —No importa cómo o por qué cambiaste. Lo único que importa es que lo hiciste, y para bien.

   Peyton esbozó una sonrisa, que reconfortó a Drake, y este imitó su gesto.

   La sonrisa de Drake, fue desvaneciéndose. Su expresión ahora mostraba dolor. Bajó la mirada hacia sí, y posó ambas manos sobre su pecho. Un repentino dolor lo había invadido.

   —¿Estás bien? —preguntó Peyton con preocupación. Al verlo arrodillarse de golpe, soltó su hacha a un lado, se levantó de su sitio, y corrió hacia él. —¿Qué sucede?

   Drake empezó a gritar de dolor sin poder evitarlo, mientras temblaba. Llamó la atención de Nathaniel y Marina, quienes al instante detuvieron su charla, y fueron hasta él.

   Peyton lo ayudó a recostarse en el suelo sin saber qué más podía hacer.

   —¿Qué sucedió? —preguntó Nathaniel poniéndose en cuclillas al lado del muchacho, quien no dejaba de gritar.

   —No... no lo sé. Estaba bien hace un segundo...

   Notaron que el adolescente no dejaba de jalar su propio chaleco de cuero, que según esperaban, lo protegería de algunos ataques.

   Marina lo ayudó quitándole el chaleco y levantó su camiseta.

   —Nate, mira... —dijo Marina notando algo peculiar en el pecho y abdomen del muchacho, manchas oscuras dispersas en su piel, como si fueran punzadas, alineadas en distintas filas aleatorias, pero sin dejar salir una sola gota de sangre. También vieron la silueta de varias ramificaciones aferrándose cada vez más a su cuerpo, las que parecían ocasionarle aquel infernal sufrimiento.

   —No lo entiendo, qué... —dijo la pelirroja.

   —¡No soy yo! —gritó Drake, por fin, después de sus esfuerzos por intentar articular alguna palabra. —¡No soy yo! ¡Es Noah! ¡Es Noah! ¡Él también está sufriendo! ¡Maldita sea!

   —Tío Nate, ¿qué hacemos?

   Nathaniel pensó unos segundos. ¿Qué hacer en una situación como esta? ¿Cómo ayudar a alguien que sufre por el dolor de alguien más? ¿Cómo detenerlo? Negó con la cabeza en silencio, y se sentó en el suelo al lado de Drake, para intentar darle apoyo tomando su mano, dejando que este la apretara con toda su fuerza y desesperación. Al menos quería que supiera que no estaba solo.

   Marina ayudó a que su cabeza reposara sobre sus piernas.

   Solo quedaba consolarlo, hasta que pare.

   Las venas en el cuello de Drake sobresalían con cada uno de sus alaridos de piedad, por dentro implorando que lo que sea que ocurría, que termine de una vez por todas.

   Los ojos de Peyton se pusieron brillosos, llenándose de lágrimas. Retrocedió de espaldas unos cuantos pasos por el pasillo, y fue a tomar asiento en el vagón siguiente. Miró hacia el exterior, hacia el lago, las montañas, los árboles. Intentaba ignorar los gritos de Drake. Era inútil. Ella más que nadie, en aquel lugar, podía oírlos. Su pecho empezó a subir y a bajar con rapidez. Tapó su boca con una mano para reprimir el llanto. Le tomó solo unos segundos para que no consiguiera soportarlo más, y empezara a llorar sin control.

   El cielo se fue oscureciendo con la llegada de inmensas nubes grises. Una intensa y violenta lluvia no se hizo esperar, cubriendo todo a su disposición.

   Una hora después, el dolor de Drake se detuvo, y no quedó rastro o alguna prueba de daño sobre su piel. Dejándolo débil, con sudor en la frente, e intentando recuperarse de aquella traumática experiencia.

   —¿Cómo te sientes? —preguntó Nathaniel a su lado, aún en el suelo, y colocando una mano sobre su hombro para reconfortarlo.

   Drake terminó de beber de la botella con agua, para luego contestar.

   —Sé que luzco como la mierda, y me siento como la mierda.

   —Lo que importa es que sobreviviste.

   —No sabía que esto de ser el sirviente de Noah venía con un paquete de tortura como obsequio. Apesta. Fue como... veneno, o algo peor entrando por mis venas. Y sentía las heridas en mi cuerpo, todo fue demasiado real. Si lo que sufrí yo, lo sufrió Noah... Debemos encontrarlo.

   Marina asintió con lentitud, luego su mirada se centró en la espada tirada en uno de los asientos. Frunció el entrecejo y fue hasta el arma, para luego voltear a ver a Nathaniel.

   —Tiene que ser una broma, Nathaniel.

   —¿Qué? —preguntó él, sin comprender su molestia.

   —Es solo un niño de quince años, ¡no le das una espada a un niño de quince años!

   —Tengo diecesi...    —intentó decir Drake, pero al ver lo enojada que se encontraba Marina, decidió dejarlo así.

   —Está preparado, sé que puede... —dijo Nathaniel, pero Marina lo interrumpió.

   —¿Lo preparaste qué? ¿un mes? ¡Es una espada! Lo único que va a cortar allá afuera, ¡es a él mismo!

   —No quiero cortarme...   —susurró Drake, pensando mejor la situación.

   —Estoy segura que aún tienes el bate de entrenamiento, ¿o me equivoco?

   Nathaniel rodó los ojos y le dio la mochila, en la cual Marina rebuscó unos segundos, metiendo incluso todo su brazo derecho, hasta que, por fin, sacó un bate de béisbol metálico.

   —¿Juegas béisbol, niño? —preguntó Nathaniel.

   —No, en realidad no. —negó Drake, recibiendo el bate. —Pero, sí fútbol...

   —Es similar. Solo imagina que el bate son tus piernas y la pelota, una criatura sobrenatural...

   Drake lo miró todavía procesando aquella analogía de deportes.

   —Lo usamos cuando éramos niños, estarás bien —aseguró Nathaniel.

   Marina caminó hasta el segundo vagón, deteniéndose en el marco de la entrada. Vio que Peyton tenía los ojos rojos de tanto llorar, al igual que sus mejillas y sus labios. Cuando sus miradas se encontraron, la adolescente negó con la cabeza, a lo que Marina respondió yendo hasta ella y tomando asiento a su lado, para abrazarla por los hombros.

   —No sé si pueda dejar de llorar... Simplemente no puedo. ¿Qué pasa si llegamos y es muy tarde? ¿y si el tío Nate tiene razón?

  —La vida está llena de incertidumbres, Toni. Puedes llorar para liberarte, pero no para siempre. Lo que debes hacer ahora es, limpiar esas lágrimas, —dijo sujetando el rostro de la chica, y limpiando sus mejillas con los pulgares. —y pensar en las soluciones. Primero, vamos a bajar de este tren, aún con la esperanza de encontrar a tu mejor amigo. Y vamos a pelear si es necesario, incluso si tenemos que salvarlo de él mismo.

   Peyton asintió.

   El reloj indicaba que apenas era mediodía; sin embargo, a varios kilómetros a la redonda de la iglesia principal, cualquiera habría afirmado que era de noche. El firmamento estaba cubierto por una abrumadora oscuridad. La fuerte lluvia no había dejado de caer, empapando los árboles, el pasto, y demás plantas. Las nubes más grandes y densas se unieron entre sí para formar un inmenso espiral que tenía como inicio y eje, la misma iglesia principal de Groberville.

   El olor a tierra húmeda inundó el olfato de Peyton, quien continuó caminando junto a Drake, detrás de Nathaniel y Marina. Todos alerta a cualquier movimiento, sosteniendo sus respectivas armas, y prestando su completa atención al tétrico y desolado bosque al que estaban obligados a recorrer si querían llegar hasta Noah.

   —¿Qué escuchas? —preguntó Nathaniel.

   Peyton se detuvo unos segundos, pasando un mechón de cabello detrás de su oreja izquierda, concentrándose y agudizando su sentido del oído. La lluvia impedía que escuchara cada detalle por completo, por lo que tuvo que hacer un esfuerzo para diferenciar cada sonido.

   Aves. Brisa. Barro y césped siendo removidos en movimientos lentos y seguidos, similar a lo que ellos hacían mientras avanzaban. Eran pasos. No parecía estar tan lejos de ellos.

   —Definitivamente hay algo...

   —¿Qué es? —preguntó Marina.

   —No estoy segura. Parecen pasos, pero suena más a como si arrastraran los pies. Y... no puedo oír sus latidos, ni su respiración.

   Los truenos se hicieron presentes, impidiendo que Peyton continuara usando con tranquilidad su sentido agudo del oído.

   La neblina apareció, crecía alrededor de los cuatro recién llegados. Subiendo cada vez más, hasta llegar al punto más alto de los árboles, y obstaculizando su visión.

  —Ya saben que estamos aquí... —dijo Nathaniel cuando notó que la neblina los estaba acorralando, y no expandiéndose lo suficiente como para llegar hasta ellos. Solo querían evitar que encontrasen una salida.

   —¿Qué demonios es eso? —preguntó Drake frunciendo el entrecejo, al mismo tiempo que sostenía el bate con más fuerza.

   Ahí lo vieron. Frente a ellos, la oscura silueta de un humano, que siguió avanzando con lentitud, con cada paso dejaba muy claro para Peyton que era de aquel ser, de quien había oído los pasos. Y entonces, se detuvo. La neblina se disipó un poco, ahora solo cubría sus pies y algunas partes superiores del cuerpo, pudieron observarlo con detalle. Parecía ser un hombre, aunque, en realidad, solo eran los restos de lo que alguna vez fue. Estaba vestido con el traje de un militar, aunque ahora solo parecían harapos por lo sucio y descuidado que se veía. Cada parte de su cuerpo y rostro hacían imposible no saber que era un cadáver, el cadáver de alguien que fue enterrado hace demasiado años, pero que alguien había exhumado y dado un nuevo fin a seguir. Giró su cabeza de izquierda a derecha. Pudo percibir la presencia de los cuatro. Su mandíbula cayó unos centímetros, dejando salir un grave alarido hacia ellos.

   La afilada punta de la alabarda de Marina atravesó el simple cráneo del cadáver viviente, forzándolo a callar y a desplomarse en el suelo sin poder evitarlo. De la abertura en el monstruo, brotó un gas oscuro, que luego se evaporó, y desvaneció en el ambiente.

   Marina se acercó a recuperar su arma, jalando de ella con fuerza.

   —Zombi reanimado con magia negra. La bruja que lo controlaba debe estar cerca —dijo ella.

   —Eso significa que no quieren que lleguemos a Noah, porque sigue siendo él mismo, y no Zalein. ¿Cierto? —dijo Peyton con la esperanza brillando en sus ojos.

   —Primero, necesito verificarlo con mis propios ojos —sentenció Nathaniel.

   Peyton bajó la mirada unos segundos, y luego asintió con la cabeza.

A pesar de que terminaran con el monstruo, este había soltado un alarido con un objetivo peculiar. Estaba llamando al resto.

   Otro gruñido, idéntico al recién escuchado, sorprendió a todos.

   A los sensibles oídos de Peyton, los pasos torpes se apresuraron, su velocidad había aumentado. Ya ni siquiera estaban trotando, estaban corriendo. Cuando la adolescente identificó la dirección de origen, abrió más los ojos.

   —¡Tío Nate! —gritó Peyton, al ver otro zombi, con el mismo aspecto que el anterior, lanzarse sobre Nathaniel, logrando que ambos cayeran.

   Peyton intentó acercarse para ayudar a Nathaniel, quien forcejeaba con su escopeta contra los dientes del zombi para evitar que lo mordiera; sin embargo, otra de esas criaturas apareció detrás de ella para atacarla, y tuvo que girarse para usar su hacha y cortar la mitad del cráneo del enemigo, en un solo movimiento.

   Marina y Drake tuvieron que encargarse de dos más que llegaron de manera simultánea al primer ataque. Terminaron con ellos, pero continuaron apareciendo más zombis, los cuales no perdían un solo segundo en atacarlos. Hasta que uno de ellos consiguió arrancarle el collar de crucifijo a Drake, quien de inmediato aprovechó ese lapso para terminar con el ser, cortando su cabeza desde el cuello. El muchacho dio un paso hacia atrás, inhalaba y exhalaba con mayor notoriedad debido a sus intentos de recuperar el aliento.

   —¡Debemos avanzar! —exclamó Drake, girando para ver a los demás. Pero, fue cuando notó un nuevo problema, ninguno de sus acompañantes estaba ahí. Ni siquiera los zombis. Estaba solo, y rodeado por la neblina. ¿Cómo habían logrado correr tan rápido? Y sin que pudiera notarlo. —¿Qué carajos?                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                     

   La torrentosa lluvia volvió a hacerse presente, empapando de pies a cabeza al adolescente. El ambiente continuó igual de oscuro, y la neblina llegó a cubrir la visión de Drake.

   Ni siquiera podía ver a qué dirección avanzaba, todo era neblina. Podía estar alejándose lo más posible de la iglesia, y no lo sabría.

   —¡Nathaniel! ¡Peyton! ¡Marina!

   Marina lanzó su alabarda hacia dos zombis que corrieron en fila hacia ella, y su arma terminó atravesándolos en sus podridos cráneos. Sacó dos cuchillas de su cinturón y continuó luchando contra otros de ellos.

   —¡Nathaniel!, ¿¡dónde están los niños!?

   Nathaniel miró hacia ambos lados, y explotó de un disparo la cabeza de uno de los zombis.

   —Demonios... —maldijo él, sin encontrarlos por ningún lado, mientras recargaba la escopeta. La neblina y la lluvia no servían de mucha ayuda y las criaturas no dejaban de interferir en su camino. —¡Toni! ¡Drake!

   —¡Nate! ¡Por aquí! ¡Creo que puedo ver algo! —exclamó Marina, recuperando su alabarda de entre los cuerpos en el suelo.

   Nathaniel la siguió, y acabando con más zombis en el camino, pudieron visualizar a alguien arrodillado en el suelo.

   Sus ondas castañas y su cerquillo la delataron. Era una de las chicas que se había presentado como Genevieve en la secundaria. Excepto porque ahora sus ojos eran por completo negros, tenía las manos apoyadas en el húmedo césped y parecía susurrar algo demasiado rápido para ser comprendido.

   —¡Es ella! —gritó Marina sin dejar de utilizar su arma como defensa. —¡Ella está controlando a los zombis!

   —No por mucho... —dijo Nathaniel apuntándole con su escopeta, y sin más, disparar. Con eso, se acabaría la espesa neblina, la lluvia y más que nada, los zombis regresarían a la normalidad. Sin embargo, en el último segundo, la bala cambió de dirección y llegó a incrustarse en algún lado del suelo.

   Nathaniel frunció el ceño y con el rostro goteando por la lluvia, vio frente a él, a la muchacha que había usado sus encantos como método de distracción en el restaurante.

   Ella le sonrió complacida, con un hechizo había desviado la bala. Corrió hasta Nathaniel, quien no dudó en dispararle tres veces seguidas, pero las tres veces volvió a recitar el mismo hechizo, llegando ilesa hasta él, quitándole su arma al tocarla y hacer que esta se doblara como si fuera goma. Giró y trató de darle una patada en el rostro, pero Nathaniel bloqueó el golpe con su antebrazo y regresó el ataque haciéndola caer, pero ella al instante logró que el hombre también cayera al empujarlo en un giro con sus pies, desde el suelo.

   Nathaniel volvió a reponerse de un salto hacia adelante y al estar ambos de pie, los ataques de Genevieve no se hicieron esperar.

   La bruja podía no ser más fuerte que él, pero era ágil y rápida. Así que, Nathaniel se dedicaba a bloquear cada uno de sus ataques, hasta que, en uno de ellos, logró hacerla caer de espaldas y amenazarla con un cuchillo en el cuello.

   —¿Quién está cuidando de tu gemela? —preguntó Nathaniel con un tono de burla.

   Marina se deshizo de otro zombi, y aprovechó ese corto tramo de tiempo para lanzar, con toda su fuerza, su alabarda en dirección a la bruja, a quien pudo atravesar del cuello.

   La última Genevieve que quedaba gritó y extendió sus manos hacia Nathaniel, quien fue empujado por una fuerza invisible hacia atrás, liberando a la castaña, que aprovechó esa oportunidad para escapar lo más pronto posible sin mirar atrás.

   —Va a tomar un rato, pero... —dijo Marina y exhaló con cansancio. —la neblina desaparecerá. Al menos dejaron de aparecer esas cosas.

Lo siento por tu arma.

   —Siempre tengo otra de repuesto —dijo Nathaniel, sacando otra escopeta de su mochila.

   Cuando Drake escuchó unos gruñidos cerca, volvió a levantar el bate y a ponerse en posición defensiva. Algo venía. Si bien no tenía la sensibilidad en el oído de un soldado de Dios, hasta un humano podría haber oído esos pasos apresurados.

   —¿¡Drake!? —gritó alguien cerca de él. Volteó de inmediato reconociendo la voz de Peyton, y a quien vio frente a él, igual de empapada que él, y con su brillante hacha en la mano. Se acercaron el uno al otro sin dudarlo. —¡Oh por Dios! ¡no puedo creer lo que voy a decir! ¡me alegra encontrarte!

   —¿¡Qué pasó!? ¿¡dónde están Nathaniel y Marina!?

   —¡No lo sé! ¡algo me empujó lejos de ellos! ¡Intenté encontrarlos, pero...! —se detuvo para negar con la cabeza, al tiempo que luchaba consigo misma para no dejar que su labio inferior temblara. —¡No puedo encontrarlos, porque la lluvia y los rayos no me dejan oírlos! ¡no puedo, no puedo encontrarlos! ¡y, la maldita que está haciendo esto sabe que así no podré hacerlo nunca!

   —¡Entonces, encontraremos a Noah! ¡eso es lo que no quieren que hagamos! ¡podremos detener esto!

   —¿¡Puedes usar tu extraña conexión con él!?

   —¡Difícil de creer o no! ¡cada vez que creo que estamos más cerca de él, me siento triste!

   —No es difícil. ¿¡Hacia dónde vamos!?

   Drake, seguido por Peyton, tuvo que cambiar de dirección varias veces para no perder el rastro de aquel lazo que los llevaría hasta Noah. Tampoco se descuidaron en cuanto a su defensa propia. Estuvieron atentos por si algo aparecía; sin embargo, ni los zombis, ni Nathaniel, ni Marina aparecieron. Entonces, después de unos minutos de búsqueda y desesperación, llegaron hasta la iglesia principal de Groberville, donde la neblina no era suficiente como para ocultar a la gran estructura.

   Al llegar a la entrada, vieron las dos puertas, juntas y cerradas con cadenas gruesas y un candado oxidado en el centro.

   —A un lado —advirtió Peyton, quien cuando vio a Drake apartarse, rompió las cadenas con su hacha y abrió las puertas de un empujón.

   Entre las dos grandes columnas del interior del lugar, pudieron ver a Noah, quien estaba arrodillado y cabizbajo, parecía inconsciente; pero lo único que calmó al menos un poco a Peyton, en el transcurso de correr junto a Drake hacia él, fue oír su respiración.

   Cuando estuvieron cerca de Noah, Drake y Peyton lo observaron con pena, tristeza, y más importante aún, entendieron el por qué Drake había sufrido tanto dolor en el tren.

   Dos cadenas lo sujetaban de las muñecas. Su camisa blanca estaba manchada con su propia sangre. Su abdomen, pecho, hombros y espalda, eran rodeados por la planta de Sacris, cuyas espinas estaban incrustadas a él, hasta el límite en que algunas ramificaciones entraban por algunas partes de su piel, y salían por otras.

   —¿Qué te hicieron, compañero? —preguntó Drake.

   —Vamos a sacarte de aquí, y estarás bien —aseguró Peyton, inclinándose hacia él y jalando de una de las ramificaciones para tratar de liberarlo, pero lo único que consiguió en aquel momento, fue un quejido de dolor de Noah, quien empezó a despertar. La pelirroja se detuvo. Le había hecho daño.

   —¿Toni? —interrogó Noah, levantando a duras penas la cabeza. Los reconoció a ambos. —¿Drake?

   Drake le dio un saludo levantando una mano y mostrándole una media sonrisa un tanto fingida para ocultar su preocupación.

   —Me gustaría, en serio, poder sentir empatía, pero... no puedo —dijo alguien detrás de ellos.

   Al voltear, se dieron cuenta que era aquel hombre de traje blanco, tenía las manos cruzadas en la espalda, y caminaba con lentitud en el pasillo.

   —Ustedes no lo entienden, pero la tristeza, alegría, amor... Literalmente no puedo sentir nada de eso. Ah, claro, algo de ira, y quizás desesperación. Son las que más se aferran a ti hasta el final. Aunque, ya saben, usar un alma que no es tuya, es como usar una batería barata. En cualquier momento se agota.

   —Sí. Bueno, en serio no nos importa —dijo Peyton, y en dirección a la cabeza de Zackary, lanzó su hacha, la cual giró unas cuantas veces en el camino. Aunque, el resultado no fue el esperado. Zackary detuvo el hacha, sosteniéndola del mango.

   —Todo lo que puedo ver en ustedes son dos almas disponibles...

   Las expresiones en los rostros de Drake y Peyton fueron de sorpresa. No esperaban que pudiera hacerlo. Según sabían, Peyton era un soldado de Dios, por lo tanto, su fuerza era mayor a la de un humano común.

   —Solía tener una de estas —dijo Zackary, admirando el hacha durante un par de segundos. —Y, desde luego, también solía brillar.

   —¿Drake? Ayuda a Noah. Voy a matar a este bastardo —sentenció Peyton, y corrió por el pasadizo, con toda la rapidez que pudo. Hizo una voltereta hacia adelante, apoyando sus manos en el suelo y luego tomando impulso de nuevo con las mismas, dio una patada en la mano de Zackary, forzándolo a soltar su arma hacia un lado. Al estar de pie nuevamente, no dudó al darle un puñetazo en el rostro a su contrincante, quien retrocedió unos cuantos pasos.

   Drake, por otro lado, sacó una navaja de su bolsillo derecho y empezó a cortar, con sumo cuidado, cada una de las ramificaciones de la planta que mortificaba a Noah. No solo debía ser cauteloso para no dañar aún más a su amigo, sino que, si se cortaba con alguna de las espinas e ingresaba Sacris a su sistema, se debilitaría en ese mismo instante, y hasta podría desmayarse.

   —Drake... —masculló Noah.

   —¿Sabes? Vamos a restregarle a Nathaniel que sigues siendo tú —dijo Drake, sin detenerse en sus intentos de ayudarlo.

   —Tienen que irse, tienen que salir de aquí...

   —Cuando acabe con esto. Luego, créeme, hasta podrían salirme alas.

   —Peyton. Peyton no va a ganar...

   —¿De qué estás hablando? Está pateando su trasero —dijo Drake con seguridad, y giró unos segundos para ver a Peyton ser lanzada contra las bancas de la iglesia, rompiéndolas en el impacto. Luego, la vio ponerse de pie y continuar a la defensiva con solo sus puños, pero también bloqueando algunos golpes. —Dejémoslo en cincuenta y cincuenta.

   —Lo digo en serio... Su nombre, su nombre es Zackary —contó Noah. Parecía que articular cada palabra le estaba costando demasiado. —Estuve, estuve en los recuerdos de Zalein. Zackary solía ser un soldado de Dios, igual que Peyton. Tiene, tiene siglos de experiencia peleando.

   —Tendremos que correr entonces... —dijo Drake, terminando de quitar la última espina. Se puso de pie y observó otro inconveniente, las cadenas de las columnas. —Mierda...

   Entonces vio que las muñequeras de metal empezaban a derretirse. Sostuvo a Noah antes de que pudiera caerse por completo, y pasó uno de sus brazos por su cuello para ayudarlo a ponerse de pie.

   —Muy bien, bien hecho —dijo Drake sabiendo que había sido el mismo Noah utilizando sus habilidades de piroquinesis.

   Y justo cuando pensaron que el último problema para escapar sería Zackary, vieron a una horda de zombis llegar hasta los alrededores de la iglesia. Se amontaban y empujaban entre ellos. No tardarían mucho en entrar por las ventanas, y algunos ya lo habían logrado por la puerta principal. Al ser unos pocos, Peyton y Zackary ya no luchaban solo entre ellos mismos, sino que, al mismo tiempo, evitaban ser mordidos por estos seres pseudo vivientes.

   Zackary hirió a Peyton en la pierna derecha, debilitándola lo suficiente como para obligarla a arrodillarse de espaldas pegada a él, y forcejeando el filo del hacha contra el cuello de la muchacha, quien luchaba empujando el arma lejos de sí misma.

   Escucharon el disparo de una escopeta.

   Zackary soltó a Peyton, quien al instante cayó hacia adelante, y aún desde el suelo, observó el gran agujero en el pecho de Zackary.

   El disparo había provenido de los exteriores de la iglesia. Había sido Nathaniel, quien estaba corriendo hacia ellos a los lejos, mientras en el camino, y junto a Marina, se deshacían de algunos zombis.

   —Nada que no haya intentado antes... —dijo Zackary con una sonrisa en el rostro. El agujero en su pecho empezó a cerrarse, cada célula de la herida, regenerándose.

   Peyton abrió más los ojos por la impresión.

   —Ahora, ¿en qué estábamos? —interrogó Zackary. Levantó nuevamente el hacha y en el instante en que se disponía a usarla en contra de Peyton, sintió una fuerza invisible interponerse entre ambos. El hacha no lo dejaba avanzar. Aunque continuara empujando, el hacha y sus intentos, parecían estancarse en el aire.

   Incluso Peyton observó el filo del arma, que estaba tan cerca de ella, con total confusión.

   Zackary levantó la mirada hacia Noah, quien tenía una mano con la palma abierta en dirección a él. Le dio una mirada con molestia al chico. Sabía que Noah lo estaba impidiendo, con su mente.

   Todos los zombis que antes intentaban completar su tarea de eliminar a los humanos presentes, se detuvieron. Simplemente dejaron de merodear y correr. Se mantuvieron de pie. Incluso cuando sus mandíbulas se movían de manera frenética, ansiando morder la piel de alguien, y al unísono, gruñían como instinto básico.

   —Drake, sal de aquí. Yo puedo solucionarlo —dijo Noah sin perder la concentración en Zackary, y en los zombis.

   —No voy a... —intentó contradecir Drake, pero Noah volvió a hablar, ahora en un tono más tajante.

   —Te ordeno que salgas, ahora.

   A Drake no le quedó otra opción. Ni siquiera pudo elegir. Su mente le dijo, automáticamente, que quería irse de ese lugar. Y así lo hizo. Se alejó y caminó con calma hacia la puerta principal, por donde, por fin, logró salir.

   La misma fuerza que evitaba que Zackary completara su ataque, lo hizo soltar el hacha, que cayó en las manos de Peyton, y quien, en sincronía a esto, salió empujada, aún en el suelo, hacia afuera de la estructura. Volviendo a mojarse por la fuerte lluvia.

   Los zombis que habían conseguido entrar, y Zackary, se elevaron un par de metros, alejándose del suelo.

   El resto de las criaturas que se habían quedado petrificadas afuera, fueron atraídas con brusquedad hacia el interior, para luego, también flotar junto al resto.

   Un gran dolor de cabeza casi logra que Noah pierda la concentración en todo lo que estaba logrando, pero no se detuvo. Se mantuvo firme. Estaba seguro de lo que estaba haciendo. Y para él, esta era la única forma de acabar con todo de una vez.

   Zackary, aún en el aire, fue obligado a acercarse hasta Noah, quien ahora podía verlo con mayor detalle. El amuleto de Zalein salió flotando de su bolsillo y llegó hasta la mano derecha de Noah.

   —Enviaste a un grupo de adolescentes, —empezó Noah, manteniendo contacto visual con Zackary. —enviaste a las sirenas, luego al wendigo, y al final, a las brujas. Entonces, me pregunté. ¿Por qué no aparecer desde el principio? ¿Por qué esperar hasta quedarte sin ningún otro recurso? Porque estabas escondido. Porque tú... Tú tienes miedo, de mí. Y tienes razón para estarlo.

   Los ojos de Noah se cubrieron, hasta en el más mínimo rincón, de aquella tinta de color negro. Tres gotas de aquel mismo líquido, brotaron y recorrieron sus mejillas. Y sus iris se encendieron en dos aros azules, iluminando como el fuego mismo.

   La primera ola de calor emanó del cuerpo del Noah, y la temperatura incrementó. No era suficiente. Cuando la segunda ola llegó al exterior, las flamas azules invadieron cada centímetro de espacio en la iglesia, junto con Zackary y cada uno de los zombis.

   Zackary contuvo sus alaridos de dolor apretando los dientes y mirándolo con desprecio. No quería darle la satisfacción de verse vulnerable.

   Noah sabía que seguía sin ser suficiente. Volvió a expulsar otra onda de calor, mucho más fuerte que las otras dos juntas. Sus heridas empezaron a abrirse, empezando en sus manos y llegando hasta su cuello. La sangre recorría su piel. Su vista se tornó borrosa por demasiado esfuerzo mental, pero no quería detenerse. La cuarta ola de fuego lo hizo gritar sin poder evitarlo más, logrando que Zackary se carbonizara por completo y desde afuera, parecieron presenciar una explosión.

   Ni Marina, ni Nathaniel, ni Drake, ni Peyton tuvieron la opción de ingresar nuevamente al lugar. No podían. Solo les quedaba observar. Ya sea por mandato a Drake. O por el hecho de que se interpusiera un campo de fuerza invisible, que rodeaba la iglesia, y que no les permitía pasar sin importar cuánto lo intentaran. Pero, ¿Qué podrían haber hecho? En realidad, esta barrera ayudó a que cada una de las olas de fuego, que había desatado Noah, quedaran atrapadas, logrando quemar hasta cierto punto del césped, y sin llegar a lastimarlos.

   Algunos pedazos del deteriorado techo de la iglesia, cayeron, mientras el fuego azul no dejaba de consumir cada espacio de la estructura.

   Peyton había mantenido ambas manos sobre la barrera que le impedía ayudar a su mejor amigo. Se dedicó a buscar algún sonido que indique lo que sucedía allá dentro. Escuchó pasos. Una respiración. ¿Y si era Zackary? Había comprobado en primera fila, que era inmortal. ¿Cómo vencerlo?

   Y entonces, la silueta de alguien caminando hacia la entrada se hizo visible para todos. Cuando llegó a la puerta, notaron los rizos oscuros, la camisa manchada de sangre, las heridas en el cuerpo cerrándose y dejando huellas en sus brazos, torso y una parte de su cuello. Era Noah.

   Aquel campo de fuerza desapareció. Tan pronto como Peyton lo notó, corrió de prisa hasta su mejor amigo, y lo abrazó con toda la fuerza con la que lo había extrañado, ganándose un pequeño quejido de dolor de su parte. Se alejó unos centímetros.

   Noah estaba cabizbajo. Pero, unos segundos después, cuando pareció volver a la realidad, él mismo retomó el abrazo. Y el fuego que consumía la iglesia se desvaneció.

***

   Camino de regreso en el tren, Nathaniel y Marina revisaron la gravedad de las heridas en el cuerpo de Noah, y notaron que, además de las cicatrices que quedaron como prueba del uso de sus habilidades de piroquinesis, las heridas del Sacris en su torso, también empezaban a sanar. Pero, no podían solo confiar en su regeneración como criatura sobrenatural. Ayudaron el proceso colocándole alcohol sobre las heridas, para evitar que estas se infectaran y que no ralenticen su sanación.

   Noah, cubierto con una chaqueta extra de la mochila de Nathaniel, les contó lo que había averiguado sobre Zackary. Que, al dejar de ser un soldado de Dios, y con el alto precio de su alma, recibió habilidades como la inmortalidad y la fuerza sobrenatural. Y eso era lo que estuvo buscando todo este tiempo. Que su alma sea devuelta. Por eso había hipnotizado, con el amuleto de Zalein, a todas las criaturas, al director Rodes y a John, Chuck y Mario, para ir por él. Después de siglos, Zackary se había dado cuenta que el no sentir nada, era como estar muerto. También les dijo que, al ver en los recuerdos de Zalein, e incluso entrar en sus pensamientos, pudo unir nuevos puntos. La energía del alma de Zackary, ayudó a Zalein a fingir su muerte, dejando su cuerpo de lilim y convirtiéndose en un oscuro manzano, del que un niño inocente comió de su fruto, y sin saber, inició la maldición en la sangre de todos sus antepasados.

   No tuvo problemas para contarles todo esto. Solo quería asegurarse que no desconfiaran de él.

   Vio a Nathaniel, de pie frente a él, asentir con la cabeza. No sabía con exactitud qué imaginar de su reacción. Su mirada seria lo confundía.

   —Eso significa que el bastardo de allá está vivo —dijo Nathaniel, señalando el saco de tela, donde habían guardado los restos y cenizas del cuerpo de Zackary. —Iba a llevárselos a Fernán, como usualmente lo hago, pero ya sé dónde estará mejor.

   —¿Fernán? —interrogó Drake.

   —Un viejo amigo. Se encarga de esconder muy bien cualquier rastro de los cuerpos de las criaturas. De hecho, es el mejor.

   Luego de que dejaran a Drake y a Noah en sus hogares. Peyton, Nathaniel y Marina volvieron a la iglesia principal. Donde, con la ayuda de la muchacha, abrieron las puertas de Kósmos. Descendieron varios niveles, hasta llegar al deseado. Donde sabían a quiénes encontrarían. A los tres sacerdotes, quienes continuaban resguardando cualquier brecha anormal. Al ver a sus visitantes, caminaron en sus cuatro extremidades desde los puntos más altos de la cueva, hasta llegar a un lugar cercano a ellos en las paredes de roca.

   —Les trajimos un obsequio —dijo Nathaniel, sintiendo como el saco que llevaba en sus manos empezaba a moverse con impaciencia. Lo lanzó hacia los vampiros y caminó junto a sus dos acompañantes hacia la puerta de salida. —Es una fuente infinita de sangre. Disfruten. 

   Las bocas de los tres vampiros se llenaron de saliva, mientras veían el saco y llegaba a ellos, el olor a sangre y el sonido de un corazón latiendo. Estaban ansiosos de aquel aperitivo.

***

   Luego de librarse de Zackary, y después de un baño, Peyton decidió visitar a Noah. Quería cerciorarse del estado actual de su mejor amigo. Ni siquiera esperó el permiso de Enrique, el mayordomo de la mansión, para subir corriendo por las escaleras y entrar a la habitación de Noah. Lo encontró sentado en su cama, con la espalda pegada a la cabecera de madera, y con un cubo Rubik en sus manos. Aunque, no parecía divertirle. Lo vio girar un lado del rompecabezas con lentitud.

    —Hola... —saludó ella, caminando hasta su cama, y sentándose en el borde.

    —Hola... —respondió Noah, demostrando que su energía no era la mejor en ese momento. —La puerta estaba cerrada con llave.

   —¿Lo estaba? —interrogó Peyton, y desvió su mirada hacia la manija de la puerta, la cual tenía impregnada la huella de su mano y estaba a punto de caerse. —Lo siento...

   Noah hizo una mueca despreocupada.

   —¿Cómo te sientes?

   Él dejó el cubo a un lago y exhaló.

   —Como la peor persona en todo el mundo. Soy un asesino. Soy un asesino, Toni. Quizás todo este tiempo lo que decían sobre mí en la ciudad, era cierto. Todos esos rumores sobre el tenebroso niño vampiro siempre fueron reales —dijo Noah, soltando las últimas palabras casi en un hilo de voz.

   Peyton negó con la cabeza.

   —Zackary no está muerto. Además, se buscó lo que hiciste cuando te asesinó primero. Es un completo milagro tenerte aquí.

   —No hablo de Zackary... —dijo Noah, mirando algún punto fijo en la habitación. —John, Chuck y Mario estaban hipnotizados. Ellos no sabían lo que estaban haciendo esa noche. Y yo, yo estaba tan enojado con ellos, con John...

   Peyton frunció el ceño.

   —John se cayó de la canoa por mi culpa. Yo lo empujé. Lo usé como distracción para que nosotros podamos escapar. Ni siquiera puedo decir que fue Zalein tomando el control, porque sé que no fue así. Sé que lo hice yo.

   Ambos se mantuvieron en silencio por unos segundos.

   —Ninguno de nosotros sabía que ellos estaban hipnotizados. Y, por alguna estúpida razón, siempre nos trataron de lo peor —dijo Peyton.

   Noah se quedó en silencio otros segundos más, y luego volvió a hablar.

   —Lo sé. Lo he pensado demasiadas veces. Y no comprendo por qué no consigo sentirme mejor. No puedo. Cada vez que veo sus carteles de desaparición en la calle, en la escuela, siento que no puedo más. La culpa es demasiada. ¿Cómo voy a decirle a Drake que asesiné a John? Eran amigos. Va a odiarme. O, ¿Nathaniel? Va a matarme cuando se entere de lo que hice. Voy a ser otra de las criaturas que debe exterminar. O lo peor, quizás tú tendrás que hacerlo.

   —No. No voy a dejar que te haga daño. Así como yo no te haré daño. No podría. Eres una excelente persona. Estoy segura de eso.

   Él negó con la cabeza, mientras le daba una mirada apenada.

   —Y eso ni siquiera es todo. Hay más.

   Noah empezó a contarle lo sucedido el primer mes del verano pasado. El momento en que iniciaron las pesadillas. Lo que ocurrió en la casa de los Pendergrass. Cómo conoció a Maddie, y cómo terminó.

   —Me di cuenta que, la única forma de saber por qué no quería contarte, sería solo... dejándote saberlo todo. Y ahora solo me pregunto si tienes miedo de mí, y si aún quieres continuar siendo mi mejor amiga. Entenderé si no...

   Una lagrima rodó por la mejilla derecha de Peyton.

   —La ayudaste. La liberaste. El tío Nate dijo que algunos fantasmas se quedan en este plano, porque tienen asuntos por resolver, o porque están demasiado asustados con algo. Los fantasmas solo pueden lidiar con un solo sentimiento a la vez. Y ella estaba aterrada por su asesino, por eso no podía irse. Maddie está en paz ahora.

   Los ojos de Noah se pusieron llorosos.

   —Y, sobre tu pregunta. No, claro que no tengo miedo de ti. Y, siempre voy a querer ser tu mejor amiga —le aseguró, y tomó su mano. —Además, creo conocer una forma de cómo dejarlo ir. Confía en mí. Esta noche, a las diez, en el lago de Freya.

***

   Las cenas con su padre, Dominic Grimmell, no eran las mejores. No porque la comida no fuera agradable. Aunque su dieta diaria, de acuerdo a las recomendaciones del médico, era seguida con minuciosidad por los cocineros, y los sabores no fueran los mejores debido a ciertas restricciones con los ingredientes, Noah estaba acostumbrado. Su incomodidad tampoco se trataba del comedor. Tenían un elegante candelabro colgante en el centro, que iluminaba todo el salón, dándole vida a cada uno de los adornos alrededor, a los delicados cubiertos y colores de cada alimento servido. Sobre todo, a los manjares que servían cuando de festividades se trataba. Los orígenes del problema de Noah estaban, definitivamente, en la distancia y el silencio. Él y su padre tenían una enorme mesa rectangular, que usaban sentándose lo más lejos posible del otro, uno a cada extremo a lo largo de la misma. ¿Quizás no tenían tema de conversación? No. Noah recordaba con claridad todas las veces en las que intentó charlar con su padre. Sobre rompecabezas, sus excelentes calificaciones, política, economía, finanzas, y muchos más. Dominic solo respondía afirmando o negando y corrigiendo algún dato que se la hubiera escapado, luego simplemente le decía que debía prestar más atención a sus clases. Siempre creyó que solo era cuestión de impresionar a su padre, pero no supo cómo. De hecho, seguía sin saberlo. Así que, cuando se dio por vencido, aprendió a solo terminar su comida, pedir permiso para levantarse, e irse a su habitación. Y de esta forma se encontraba en la cena. Sentado, sin decir una sola palabra, y usando la cuchara para remover las verduras de su sopa.

   El silencio era abrumador. Su padre utilizaba un tenedor para recoger el arroz de su plato, y con la otra mano, enviaba mensajes en su celular.

   —¿Puedo preguntarte algo? —interrogó Noah. La inseguridad fue más que obvia en su tono de voz.

   —Cuando termines tu cena —respondió su padre sin dirigirle una sola mirada.

   —¿Cuándo llegaste de viaje?

   —Noah, termina tu cena —repitió sin detener lo suyo.

   —¿Siquiera notaste que ayer no estuve aquí? ¿Se lo preguntaste a alguien? ¿siquiera te diste cuenta que tengo dos moretones en la cara?

   —No me agradan los adolescentes revoltosos. Creo que esa tal Peyton ha influenciado demasiado en ti. Le diré a Enrique que no tendrá permitido entrar a esta casa.

   —¿Por qué no te oyes a ti mismo por un solo segundo, papá?

   —Continúa con tus estúpidas preguntas y regresarás a la escuela en casa —dijo Dominic, aumentando un poco su tono de voz.

   —Intento decirte algo, pero no quieres escucharme. ¿Por qué? ¿Por qué no te intereso?

   —Sí, regresarás a estudiar en casa. Te lo ganaste. Puedes agradecértelo a ti mismo. Sube a tomar tus pastillas. Estás castigado.

   Noah negó con la cabeza.

   —No —respondió con el semblante serio.

   Dominic dejó de mala gana el tenedor sobre la mesa, y se puso de pie, dispuesto a retirarse.

   —Bien, como quieras. Buenas noches.

   —No voy a tomar esas pastillas, porque no lo he hecho en mucho tiempo.

   —¿Qué dijiste? —preguntó su padre, girando para verlo de nuevo.

   —No voy a tomar esas pastillas —repitió Noah, levantándose para quedar casi a su altura.

   —Noah, obedece.

   —¿O qué? Porque ya se acabaron todas tus formas de castigo.

   —¿Quieres acabar en Heilem igual que tu madre? Obedece.

   —Y con exactitud, ¿sabes lo que tiene mamá? ¿Solo por una orden que le dieron sus padres? Porque yo me siento mejor. Estoy sano. Y hago cosas de las que jamás me creí capaz.

   —Suenas como un lunático. Solo intento evitar que cometas un desastre. Pero si ese es el destino que quieres para ti, entonces voy a llevarte a Heilem ahora mismo.

   —No, no lo harás.

   La mesa empezó a temblar, de la misma forma que lo haría con un sismo. Cada plato, adorno y cubierto se estremeció junto con ella. Las sillas vibraron en sus sitios. El candelabro se balanceó de un lado a otro, tintineando al roce de cada uno de los detalles de cristales.

   Noah no tenía problema en ocasionar un alboroto. Estaba seguro que no había nadie más que ellos dos en la mansión. Ni en la cocina, ni en el salón principal, ni en las habitaciones, ni en el jardín. Porque, había sido él, quien hipnotizó a todos los trabajadores para retirarse apenas la cena estuviera servida.

   Noah sacó de su bolsillo, el amuleto de Zalein, y se lo mostró a su padre, quien había estado petrificado por presenciar tal hecho.

   El instante en que el centro del amuleto se encendió en color rojo, los ojos de Dominic se iluminaron de igual manera.

   —Solo responderás con la verdad —dijo Noah bajando el objeto.

   Dominic asintió.

   —¿Qué es lo que realmente pasará conmigo si no tomo mis pastillas?

   —Enloquecerás, igual que tu madre.

   —¿Qué sabes sobre la esencia de Sacris? Estuvo en mi medicina todo este tiempo.

   —Nunca he escuchado esa palabra en mi vida.

   Noah exhaló e hizo una mueca.

   —¿Qué sabes sobre las criaturas sobrenaturales?

   —No existen.

   —¿Nuestra familia siquiera te importa?

   —Amo a tu madre. Haría lo que sea por ella. —contestó sacándole una media sonrisa a Noah, y consiguiendo que todos los objetos se detuvieran. —Pero, si hablamos de ti, no estoy seguro si podría llamarte hijo con orgullo...

   La sonrisa en el rostro del muchacho se desvaneció.

   —¿Por qué? —preguntó con los ojos llenándose de lágrimas.

   —¿Cómo podría? Si no pudiste hacer bien una sola cosa. Solo tenías un objetivo.

   —¿A qué te refieres?

   —Dijeron que, al nacer el primer hijo, todas sus pesadillas y alucinaciones se irían. Que se irían contigo. Que Susan estaría bien de nuevo. Y que podríamos detenerlo todo con tu nacimiento. Pero fracasaste. No pudiste salvarla.

   Las lágrimas no se hicieron esperar para brotar y empapar el rostro del muchacho.

   Todo alrededor de ambos volvió a estremecerse, ahora con mayor intensidad. Provocándose sonidos más escandalosos. Los platos cayeron al suelo y se rompieron en pedazos. Las luces parpadearon, durando más el tiempo en que estaban apagados y luego volviendo a encenderse. La mesa se elevó unos centímetros del suelo. La temperatura empezaba a aumentar de sobremanera en el lugar.

   Noah apretó los puños con todas sus fuerzas. Cerró los ojos, y exhaló.

   La mesa cayó de golpe a su sitio. Todo dejó de moverse. La luz volvió a alumbrar con normalidad.

   —Vas... —se detuvo para recomponerse a sí mismo y que se oyera con claridad lo que iba a decir. —Vas a olvidar esta discusión.

***

   El lago de Freya se llevó consigo una canastilla con flores en ella, y sobre estas, una fotografía grupal de John, Mario, Chuck y Drake. El viento de la noche y un pequeño empujón ayudaron a que este obsequio se alejara de los tres adolescentes sentados en la orilla.

   —No estoy orgulloso de todo lo que hicimos juntos, porque sé que la mayoría fueron bromas pesadas. Es solo que, conocí a sus padres... no son los mejores. Y, al mismo tiempo, no quiero justificar lo que hicieron, porque ustedes también fueron heridos en el proceso —dijo Drake, y pasó una mano por su cabello con exasperación. Exhaló, y después de tomarse unos segundos, continuó —Si ahora son fantasmas o algo. Si pueden oírme... Lo siento, muchachos. Lo siento mucho.  

   —Lo siento —repitió Peyton.

   —Lo siento. En serio lo siento... —terminó por decir Noah.

   Permanecieron en aquel lugar hasta la media noche, fue cuando Drake recibió una llamada de su madre y dijo que sería mejor que regresaran. Habían llegado en el auto de su padrastro, así que los llevó a ambos a casa de Peyton, donde se despidieron y acordaron reunirse al día siguiente, después de clases.

   —Solo espero que Caledia siga despierta —dijo Peyton mientras le escribía un mensaje de texto en su celular, pidiéndole que le abra la puerta.

   —¿Y Jony? —interrogó Noah.

   —Estoy segura que está despierto, pero cuando está en sus videojuegos, no recuerda que existimos.

   Noah asintió con la cabeza.

   La puerta de la casa de los Witson fue abierta, revelando a Caledia en pijama y con una sonrisa de emoción que se fue desvaneciendo.

   —Ah, qué aburrido. Son solo ustedes —dijo la hermana menor, y rodó los ojos para luego alejarse de la entrada.

   Peyton y Noah ingresaron.

   —Hola, Cali —saludó Noah, a lo que la muchacha respondió haciendo un gesto con la mano.

   —Tus amigas no tienen permiso de salir a esta hora —dijo Peyton quitándose el abrigo. —Oh, espera, ya entiendo. Asco.

   Noah miró a Peyton pidiéndole una explicación a lo que había dicho su hermana. Seguía sin comprender a quién se refería, y debían aprovechar el momento mientras Caledia estaba concentrada tecleando en su celular.

   —Drake... —susurró su amiga.

   —Sí, como si no fuera obvio —dijo Caledia rodando los ojos. Levantó la mirada para ver al muchacho —Eres un poco lento. Claro. No por nada te gané en el concurso del año pasado.

   —Tuve un pequeño calambre al girar el último lado del cubo —se justificó Noah.

   —Claro que sí, manos de princesa.

   Noah solo apretó los labios. Hasta ese momento creyó que ya se había olvidado de ese apodo.

   —Sí sí, como sea —cortó Peyton. —Dime que sí nos guardaron una bolsa de malvaviscos.

   —Jony solo dejó la mitad de una. Y solo porque lo rocié con perfume.

   —Grandioso... —masculló Peyton, apretando los dientes. Si no hubieran pasado por demasiado esa semana, habría despertado a todos de un solo grito.

   —Oh, y el tío Nate no lo admitirá, pero parece emo en su habitación desde que Marina se fue. Así que, querrá estar solo por hoy. Hasta mañana —se despidió Caledia, subiendo las escaleras y volviendo su mirada a su celular.

   —Es cierto —concordó Peyton.

   —Gracias por permitirme pasar la noche aquí —dijo Noah, cuando la hermana menor de Peyton se había ido. —No estaba tan seguro de volver a mi casa ahora.

   —Sabes que siempre serás bienvenido aquí.

   Noah sonrió.

   —Ahora, ¿quieres comer malvaviscos? —invitó ella.

***

   La noche era tranquila y solo corría una suave brisa. El cielo estaba despejado, y quien lo viera no tenía excusa para no apreciar las estrellas.

   El tazón vacío, yacía a un lado de Noab y Peyton, quienes se encontraban echados sobre el césped e intentando relajarse en el patio de los Witson.

   —Toni...

   —¿Hm? —interrogó ella en respuesta.

   —¿Qué pasaría si no logramos detener la maldición?

   —Si alguna vez te veo proponerle matrimonio a alguien, me lanzaré sobre ella y le diré todas las razones por las que no puede decir que sí. Lo tengo cubierto.

   Noah soltó una corta risa.

   —Pero, ¿y si realmente no podemos?

   Peyton frunció el ceño y giró un poco la cabeza, para verlo mejor.

—Me refiero a que, va a ser difícil encontrar una bruja estos días. Sobre todo, una que quiera ayudarnos. Oíste lo que dijo Nathaniel, están casi extintas. Y lo que dijeron los sacerdotes. Incluso usando magia negra es arriesgado. Quizás, hasta imposible. 

   —No lo es. Tú viste el corazón puro con tus propios ojos. Existe. Y, el tío Nate dijo que mañana nos reuniremos para preparar un plan. Ya pensaremos en algo. —dijo Peyton. Se levantó y tomó asiento. Soltó un bufido y negó con la cabeza. —Tenemos que pensar en una solución.

   —Solo, solo no quiero que las cosas se salgan de control —dijo Noah, tomando asiento en el césped, y apoyando ambas manos sobre sus rodillas. —Nunca podría perdonarme hacerle daño a alguien inocente o a alguien cercano a mí... Me destruiría hacerte daño, Toni. ¿Puedes prometerme que, si llego a perder el control y Zalein gana, vas a detenerme?

    Ambos se miraron directamente a los ojos. Noah quería asegurarse que entendiera lo mucho que le dolía el tan solo pensar en el peor de los casos.

   —No perderás el control. Zalein no va a ganar, ¿está bien? No lo hará. Perdón si no puedo ser pesimista, pero... simplemente no puedo. No puedo, y tampoco quiero. Porque eso significaría rendirme contigo. Sería igual que abandonarte. Y no quiero perderte.

   Noah mantuvo su mirada sobre la de ella. Esto logró provocarle un poco de nerviosismo a Peyton, por lo que decidió aligerar la situación con algo de humor.

   —De otro modo, ¿quién más va a despertarme a mitad de la clase?

   Noah volvió a reír.

   —Es cierto —concordó él.

   —Ahora... —empezó Peyton, recordando un tema del que quería hablar. —¿Cómo es eso de que hacías las tareas de Drake?

   —Oh, eso...

   —Sí, eso... —repitió ella.

   —Cuando teníamos ocho, en mi primer año en la escuela, hice un trato con Drake para detener sus bromas hacia ambos. Sobre todo, hacia ti. No más agresión física, a cambio de que yo hiciera sus tareas. No fue difícil en realidad. Aunque, no terminó muy bien... ¿Estás molesta?

   —No, en realidad no lo estoy.

   —¿En serio?

   —Sí.

   —Supuse que todo sería peor...

   Peyton se inclinó hacia Noah, y dejó un beso en su mejilla. Luego recostó su cabeza en el hombro del muchacho, quien después de unos segundos logró reaccionar, formándose una sonrisa tímida en su rostro.





FIN





...

Si llegaste hasta aquí, te agradezco mucho por aceptar a Noah, Peyton y a Drake como parte de tu tiempo. Si te gustó la historia, me encantaría saberlo y espero podamos encontrarnos en próximos libros.

-Abby


𝐆𝐫𝐨𝐛𝐞𝐫𝐯𝐢𝐥𝐥𝐞: 𝐒𝐚𝐧𝐠𝐫𝐞 𝐌𝐚𝐥𝐝𝐢𝐭𝐚 𝐈𝐈 (próximamente)



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