Capítulo 23: "El plan de respaldo de Peyton"
Peyton despertó con un pequeño sobresalto, debido al portazo de un maletero. Parpadeó varias veces para quitarse lo adormilada, y se dio cuenta de dónde estaba. Tenía la cabeza recostada sobre una ventanilla, y las piernas sobre el asiento trasero de un auto. No sabía de quién era el vehículo, no lo reconocía. Se quitó la chaqueta gruesa que la cubría, al mismo tiempo en que vio las puertas del piloto y copiloto estaban abiertas, dejando que la caída de la lluvia en el césped sea más ruidosa. Su mente la ubicó recordando el último suceso, los hombres extraños con armas sorprendiéndolos en la entrada de la escuela. A pesar de continuar la noche, pudo ver por la ventanilla trasera, que estaba cerca a la secundaria, también, estaban Nathaniel y Drake, quienes, al verla por fin consciente, caminaron a las puertas delanteras.
—Tío Nate, —dijo ella con algo de alegría. —creí que algo te había pasado, no contestaste mis llama... Espera, ¿eso es un golpe? —señaló el moretón en el rostro de su tío.
—Estoy bien, no es nada. —dijo Nathaniel.
—¿Ya saben quiénes eran esos hombres? ¿los conoces, tío Nate? Y dónde... —miró a ambos lados. —¿dónde está Noah?
Nathaniel y Drake intercambiaron miradas serias.
—¿Qué? ¿ahora es un secreto o algo?
—Después que te desmayaste por el veneno en tu sistema... —empezó Drake con cierto tono de inseguridad que empezaba a asustar a Peyton. —Pero, tranquila, sé que cuando lo encontremos todo estará bien...
—¿Encontrarlo? ¿dónde está Noah?
—Demonios, Drake —maldijo Nathaniel con enojo en su voz. —Te dije que le contaríamos la verdad. Lo que vimos.
—Solo quieres contarle lo que tú viste, pero no sabes sobre lo que yo puedo sentir. Sé que Noah está vivo. Estoy seguro.
—¿De qué están hablando? Quiero saber qué pasó...
—Le cortaron la garganta, y se lo llevaron. Drake también lo vio. Lo siento, Peyton, pero... Noah está muerto.
Drake apretó los labios, aguantando las ganas de levantar la voz. Esa había sido la peor forma de decírselo.
—¿Qué? —interrogó Peyton —No, él no puede estar... Si están tramando algún plan secreto y no quieren decírmelo, no sería justo.
Peyton miró a Drake pidiendo una explicación, pero él solo bajó la mirada.
—Están mintiendo, ¿por qué están mintiendo? Por favor. Por favor, solo díganme que están mintiendo y que solo es un estúpido plan...
Nathaniel negó la cabeza mientras su rostro se relajaba y mostraba algo de pena, y aunque no se notara, culpa.
—Lo siento, Toni... Nos tendieron una trampa, y... no pude salvarlo.
Detrás de sus duras palabras, Nathaniel quería ayudarla para que acepte la verdad, aunque no sea para nada buena.
—¿Drake? —dijo ella mirándolo de nuevo, y esperando una confirmación. Para estar segura si lo que decía su tío, era cierto. Sintió un nudo en su garganta, cuando Drake asintió. —Pero, ¿cómo? ¿por qué? Tío Nate...
—Escucha, sé lo que vimos, pero él no está... —intentó decir Drake, pero fue interrumpido por Nathaniel.
—Ni una palabra más.
—¡Merece saber que hay esperanza! —gritó sin poder evitarlo.
—¿A qué te refieres? —preguntó Peyton.
—No sé qué sea con exactitud. Solo sé que está vivo, puedo sentirlo. Estoy seguro...
—¿Noah o Zalein? —interrogó Nathaniel.
Ambos adolescentes lo miraron confundidos.
—¿Puedes diferenciar si quien está despierto es Noah o Zalein?
—Yo...
—Ahí lo tienes. Ahí está tu esperanza.
—Es Noah —dijo Peyton con firmeza, a pesar de que su voz sonara temblorosa por el llanto reprimido. —Es Noah, y vamos a salvarlo.
—¿En serio, Toni? Porque la forma en la que yo lo veo, es a un grupo de fanáticos del satanismo intentando traer de vuelta a su dios. Escuchaste lo que dijeron los sacerdotes. Si Noah muere, quien despierta es Zalein. ¿Quieres salvar al lilim más poderoso de la tierra? Así que los quiero a los dos en silencio mientras los llevo a casa.
—¿Y qué harás tú? ¿Tratar de matarlo? —preguntó Peyton con enojo.
—Quizás no pueda matarlo, pero puedo usar Sacris y encerrarlo en un calabozo por la eternidad.
—No voy a dejarte hacerle daño.
—¿Antes o después que él intente asesinarte?
—Noah no lo haría —dijo Peyton apretando los dientes.
—Si no le damos el beneficio de la duda, no les diré cómo encontrarlo —sentenció Drake.
—¿Vas a ir por ese camino? —interrogó Nathaniel.
—Si probamos que es Noah, lo salvamos —dijo Drake.
—Si es Zalein, y sé que no lo es, no impediré nada... —apoyó Peyton.
Nathaniel subió al asiento del piloto, y cerró la puerta de golpe.
—Si todo termina mal, la sangre de todos los que Zalein asesine estará en sus manos —advirtió señalándolos con el índice derecho.
En el auto en que había llegado Drake a la secundaria, se dirigieron a la casa del mismo. Según les había dicho, para conocer la ubicación de Noah, él debía hacerlo tal y cómo lo había encontrado aquella noche en la casa de Maddie, a través de sus pinturas.
Al llegar, se estacionaron y guardaron el auto en la cochera. Cuando Drake abrió la puerta de su casa, les pidió que entraran con el mayor sigilo posible para no despertar a su madre y a su padrastro. Sin embargo; en el momento en que empezaron a subir las escaleras, las luces de una habitación en el primer piso, se encendieron.
Se quedaron estáticos.
—¿Drake? ¿eres tú, hijo? —preguntó la voz de una mujer. Se acercó hacia las escaleras, encontrándose con los tres recién llegados. —¿quiénes son ellos?
La madre de Drake, era una mujer de casi cincuenta años; tenía el cabello rubio, recogido en varios ruleros rojos; de contextura regordeta; y los miraba esperando una respuesta mientras ataba un nudo en su bata de noche.
—Son mis amigos...
—¿Estabas bebiendo? ¿es este hombre el que te obliga a beber alcohol?
—No no no... —negó Drake, mientras Nathaniel lo miraba frunciendo las cejas. —Ella es Peyton Witson, de la secundaria. Y él es... mi... maestro de economía...
—¿Y qué harán con exactitud?
—Clases particulares de economía, mamá. ¿No es obvio?
—¿A la media noche?
—Tenemos este examen sorpresa mañana en su clase, —dijo Drake señalando a Nathaniel, quien asintió con una sonrisa fingida. —y, queremos estudiar para que nosotros sorprendamos al examen con la mejor calificación, ¿eh? ¿qué tal? —terminó de decir con una sonrisa.
—Soy tu madre, ¿desde cuándo estudias con anticipación?
—Es parte del programa de preparación —intervino Nathaniel. —Su hijo se inscribió en las clases que le permiten adelantarse con las clases, es totalmente gratis, y resulta con buenas oportunidades para la universidad.
—Ajá —dijo la señora sin quedar convencida.
—Es mi novio y lo estoy obligando a estudiar —dijo Peyton, sorprendiendo a Nathaniel y, sobre todo, a Drake, quien la miró contento.
—Oh, ya, eso sí lo creo —aceptó la mujer. Miró de reojo a la pelirroja, como si la estuviera analizando —Sí, te he visto en la secundaria. Claro, sí. Y también te recuerdo de otro lado... pero, ¿dónde?
—Ya no nos hagas perder el tiempo, mamá. Vámonos...
—Bien, ¡estudien mucho! —se fue exclamando hacia su habitación.
—¿Tan difícil se les hizo decir algo coherente? —preguntó Peyton mientras llegaban al segundo piso.
—Yo lo estaba intentando —se excusó Drake. Caminó hasta llegar a una puerta de vidrio, la que abrió mostrando unas escaleras de madera que ascendían un piso más —. Ahora, ¿mi novia sube primero?
Peyton se cruzó de brazos.
—Drake, sube —ordenó Nathaniel.
—Seguro —aceptó él sin decir más.
Subieron y encendieron la bombilla, a lo que era el ático, y que era utilizado como el estudio de pintura de la mamá de Drake. Las paredes y el techo eran de color blanco. Tenía una ventana triangular con vista hacia el patio, y con un pequeño sillón, que encajaba a la perfección en aquella zona. En un lado, había varios estantes de madera con puertas. También, pinturas en lienzo de la autoría de la señora Rodes, colgados y otros apilados uno sobre otro en el suelo, el cual estaba cubierto con una manta gris para evitar ensuciarlo. En la esquina opuesta, una mesa rectangular ocupaba gran parte del espacio, sosteniendo sobre ella tubos de óleos nuevos, otros a medio usar; pinceles de todos los tamaños; paletas para mezclas; botellas con diluyentes; algunos bocetos con ideas; y otros materiales necesarios para desarrollar su arte.
El lienzo con el soporte de madera que más importaba en ese instante, era el que se encontraba frente a ellos tres, y todavía en blanco.
—¿Cuánto más vas a tardar? —preguntó Nathaniel luego de unos minutos.
—No lo sé... —respondió Drake con el pincel aún limpio en la mano derecha. —Nunca lo había intentado hacer a propósito. Solo... sucede.
—No importa. Vamos a esperar —dijo Peyton, sentada a su lado en otro banco.
—Bien. Mientras ustedes esperan aquí, iré a deshacerme del cuerpo de la bruja que sigue en el maletero del auto antes de que lo encuentren tus padres —avisó Nathaniel mientras bajaba las escaleras.
Oyeron la puerta abrir y cerrarse con sutileza.
Peyton escuchó los pasos de su tío continuar bajando, de seguro ya estaba en el primer piso.
—¿Aún tienes tu celular? —preguntó ella casi al instante.
—Sí, ¿por qué?
—¿Cómo es que todos pueden conservarlo por tanto tiempo y yo no? —interrogó casi como un regaño para sí misma. —Bien, ¿me lo prestas para enviar un mensaje?
Drake sacó su celular del bolsillo, y se lo entregó.
La vio teclear con rapidez.
—Si quieres llamar a Noah, no va a funcionar. También perdió el suyo cuando peleábamos, así que lo guardé —dijo Drake sacando el móvil de su otro bolsillo, para luego dejarlo sobre la mesa.
—Claro que no intento llamar a Noah, eso sería estúpido —contestó sin levantar la mirada. Pareció pensar unos segundos, y luego continuó tecleando. —Conozco al tío Nathaniel, y sé que no va a preguntarle de la mejor manera si es Zalein o no. Así que, estoy contactando a mi plan de respaldo. Y sé que probablemente al tío Nate no le guste para nada, pero... funcionará.
—¿Alguien más sabe sobre todo esto? Creí que éramos los únicos en...
—Solo... confía en mí —dijo ella con una mueca despreocupada y le devolvió su celular. —¿Sigues sin inspiración?
—Tiene que llegar... Solo, no sé cómo...
—¿Puedes saber cómo está él ahora? —preguntó Peyton. —Quizás al menos otra sensación...
—Él está vivo, Peyton. Lo sé.
—Está bien... —aceptó ella mientras asentía con la cabeza. Si continuaba quieta, iba a enloquecer, así que decidió ponerse de pie. Caminó con lentitud alrededor del cuarto, admirando las pinturas. Debía admitir que, a pesar de no saber mucho sobre arte o cómo apreciarlo y entenderlo, eran muy buenas. Llegó hasta uno de los estantes, abrió una de las puertas y vio algo que llamó por completo su atención. Era un lienzo ya terminado, al igual que el resto que estaba amontonado detrás. Lo tomó con ambas manos y lo acercó hacia sí. ¿Era ella? ¡Era ella! Ni siquiera debía dudarlo. Era un retrato suyo de los hombros hacia arriba. Contempló cada detalle. Estaba sonriendo. La similitud con su rostro era... simplemente exacta. Tenía su cabello rojizo y ondulado, adornado con ganchitos dorados y rojos, sujetado en una media coleta, y traía puesto el suéter verde de lana de cuando tenía ocho años. Lo más curioso era que no lucía como una niña, parecía ella en su edad actual —Pero qué...
—¿Eh? —dijo Drake levantando la mirada del lienzo en blanco para prestarle atención.
Peyton giró el lienzo para mostrarle.
—¿Tu mamá pinta el futuro? —preguntó Peyton, siendo lo primero que se le había ocurrido.
A Drake se le cayó el pincel, y lo recogió al instante con torpeza.
—¿Qué? No, eso...
—¿Entonces qué?
—Ah... Eso, eso lo pinté yo —dijo él rascándose la nuca. —Ya me arrepentí de haberlo dicho, ¿podemos volver al punto en el que creías que mi mamá veía el futuro?
—No. Necesito saber por qué lo pintaste.
—¿Estás molesta?
—Yo... —dudó antes de continuar. —Si lo hubiera encontrado el año pasado, sí. Y probablemente lo habría roto en tu cabeza —hizo una mueca de aceptación, al mismo tiempo que Drake la imitaba. Hubiera sido algo de esperarse —Pero, ahora... ¿por qué lo hiciste? ¿fue una visión?
—No. Lo hice en verano, en la clase de pintura creativa —se encogió de hombros. —Iba a formar parte de mis disculpas... —se tomó unos segundos y exhaló. —Sé que no puedo cambiar todo lo que dije en el pasado, pero... de alguna forma quería que vieras que ese día, en Navidad, fui un idiota al hacerte sentir mal. Y que, si volvieras a usar ese suéter, te verías... —se detuvo unos segundos para mirarla. Quería decir demasiado, pero lo único que salió de su boca fue —...bien. Sí, bien. Además, la maestra Lilian me dio una estrella dorada, y dijo que podía obtener los puntos necesarios que quisiera para geometría.
—Oh, está bien —aceptó Peyton yendo de nuevo hasta el banco, y tomando asiento. —Tienes razón. Me veo... bien —continuó mirando el lienzo. —¿Puedo conservarlo?
—Sí, seguro, es tuyo.
—Genial...
—Y... gracias.
—¿Por qué?
—Recuerdo muy bien cuando dijiste que yo era muy, muy, muy atractivo —dijo Drake levantando ambas cejas.
—¿Te das cuenta que tuve que estar envenenada y al borde de la muerte para decirlo? —interrogó con una sonrisa.
—Pero lo dijiste.
—Espera, no dije muy muy muy atractivo —dijo Peyton y le dio un pequeño golpe en hombro con la pintura.
—Oh, Drake, eres un dios griego, eres demasiado hermoso para mí... —canturreó él mismo con voz aguda.
—Ya cierra la boca —dijo Peyton entre risas.
En el transcurrir de la noche, Peyton no tuvo la necesidad de dormir un solo segundo. De hecho, fue quien despertaba a Drake, tronando los dedos sobre su cara, cada vez que este cabeceaba luchando consigo mismo para no cerrar los ojos por el sueño.
Drake no había logrado pintar un solo punto en el lienzo, ni siquiera pudo conseguir escoger un color con el cual empezar. Y para cuando llegaron las cinco de la mañana, fue a tomar un pequeño descanso en el mueble de la ventana, mientras Peyton movía con impaciencia los pies, contando los minutos para que volviera a despertar.
Nathaniel, quien había estado ocupado deshaciéndose de la bruja en el lugar adecuado, se comunicó con ellos con el pasar de las horas, preguntando si tuvieron algún avance. Y para cuando él regresó entrado sin hacer ningún ruido, vio el lienzo en blanco. No compartió muchas palabras con su sobrina, ambos estaban enojados por la discusión, y sabían que solo se terminaría cuando averiguaran si Noah seguía siendo él mismo.
A las seis de la mañana, el hombre canoso que entró al ático, y se presentó como el padrastro de Drake, les llevó el desayuno con una sonrisa amable. No se había creído en absoluto que estuvieran estudiando; sin embargo, ellos no se veían como el anterior grupo de amigos de su hijastro, y hace mucho que Drake no llegaba en malas condiciones a casa. Se despidió, y avisó que iría al trabajo junto a su prometida.
Cinco minutos después que los señores partieran, el timbre resonó en toda la casa, e interrumpió el plácido sueño de Drake, quien a duras penas se acercó un poco más a la ventana para mirar hacia abajo.
—No la conozco —dijo él frunciendo el ceño.
Cuando Nathaniel vio hacia el patio, susurró una grosería y bajó corriendo sin previo aviso.
—¿Es tu respaldo? —preguntó Drake.
—Sí... —afirmó Peyton. —Será mejor que esperes aquí. No va a ser bonito. Avísame si pintas algo —terminó de decir yendo detrás de su tío.
Nathaniel llegó a la entrada del primer piso, y abrió la puerta.
—¿Qué haces aquí?
—También te extrañé, Nate —respondió la morena frente a él. Tenía una media sonrisa en sus labios pintados de rojo mate. Su largo cabello negro estaba acomodado sobre su hombro izquierdo. Tenía puesto un elegante traje gris, que se acomodaba a la perfección en su delgada silueta. Y con la ayuda de unos tacones bajos, lograba tener la misma estatura que Nathaniel.
—¿Cómo supiste que estaba aquí, Marina?
—Yo la llamé —respondió Peyton a mitad de las escaleras. Terminó de bajar, se acercó a la morena, y se dieron un abrazo como saludo.
—¿Ves? No todo es sobre ti —dijo Marina, entrando a la sala y arrastrando su maleta.
Nathaniel exhaló mirando hacia otro lado, y cerró la puerta.
—¿Por qué la llamaste entonces?
—Dijiste que podía hacerlo si estabas muerto, o si teníamos una emergencia —se excusó Peyton.
—Claramente, ¡no estoy muerto!
—¡Pero es una emergencia!
—¡Y lo estamos resolviendo muy bien!
—¿Bien? —interrogó Marina. —¿Cómo está bien decirle a tu sobrina que no hay más esperanza para salvar a su mejor amigo? A veces me sorprendes, Nathaniel.
—Estamos hablando de un lilim. Ni siquiera nosotros fuimos entrenados para luchar contra uno. Y, ¿por qué molestarte en aparecer ahora, Marina? ¿crees que siempre puedes imponer lo que te parezca?
—Creo que tu pregunta va más allá de esta situación, y no voy a discutir sobre eso.
—¿Por qué no? ¿Cómo sé que no vamos a parpadear y vas a irte cuando algo te moleste?
—No fui yo la que se obsesionó con una venganza sin sentido.
—Sí, eso es, Marina. Porque lo que no es importante para ti, no tiene por qué serlo para nadie.
—No voy a disculparme por rechazar la oferta de verte morir. No iba a ser parte de eso. Solo vine para ayudar a Peyton, y luego me iré.
—Sí, haz eso. Como siempre...
—¡Por el amor a Dios, ya dejen de pelear! —exclamó Peyton, sin poder resistirse. —Marina está aquí para evitar que mates a Noah al primer segundo que lo veas, ¡no para recordar sus problemas amorosos! Tío Nate, dijiste que puedo decidir en quién convertirme. Y si fui elegida por Dios para crear un mejor inicio, entonces yo elijo darle una oportunidad a Noah, porque la merece. Y si no estás de acuerdo con eso, diviértete tratando de llegar a él.
Nathaniel y Marina se mantuvieron en silencio.
—¡Peyton! —exclamaron de arriba. Era la voz de Drake.
Nathaniel y Peyton corrieron escaleras arriba, con Marina detrás de ellos. Al llegar al ático, vieron a Drake con las manos manchadas de tinta negra, con la respiración agitada y con varios lienzos en el suelo, todos pintados de negro.
—Creí que, creí que estaba volviéndome loco, pero... —dijo él, y giró el lienzo sobre el soporte de madera para mostrarles.
—Es... —dijo Peyton entrecerrando los ojos y reconociendo el lugar plasmado en la pintura.
—Es la iglesia principal —reconoció Nathaniel.
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