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Capítulo 14: "Horror en el lago de Freya"

La notificación de la nueva actividad en la escuela estatal llegó al correo de todos los estudiantes, desde los que cursaban el grado de primero de secundaria hasta los alumnos próximos a graduarse. Se les informaba sobre la asistencia opcional a un campamento, donde pasarían el mes que quedaba del verano, con distintas actividades deportivas y sociales, con las que, si conseguían los suficientes puntos, podrían convertirlas como calificaciones aprobatorias en los cursos del año escolar que se acercaba. Era una oportunidad única para todos aquellos que por diversas razones podrían llegar a estar a punto de repetir las materias.

¿Divertirse todo el verano y aprobar el curso que más detestas en la escuela? De esa manera fue interpretada por Peyton, quien apenas terminó de leer el mensaje, persuadió a Noah para que ambos asistieran. No solo por el hecho de que Peyton odiara matemática, sino porque aún mantenía el presentimiento de que algo no andaba bien con su mejor amigo. A veces lo notaba demasiado sumido en sus pensamientos como para prestar atención a lo que ella le contaba. Ni siquiera se reía, ni se emocionaba viendo sus películas favoritas. Y ella lo sabía. Sabía que el padre de Noah ni siquiera le prestaba la suficiente atención como para apoyarlo, sabía que su madre estaba en Heilem, que no tenía hermanos u otros amigos, y que si no era ella quien lo ayudara, entonces ¿quién más podría? Había decidido que no iba a dejarlo solo en lo que sea que esté sucediéndole.

—¿Sabes qué es más extraño que aprobar matemática con diversión? Que nuestra escuela tenga tanto presupuesto —dijo Peyton bajando del bus y viendo a todos sus compañeros ir de un lado hacia otro con sus maletas. También a los profesores guiar a los de primer año hacia las cabañas en las que fueron asignados y separados por género. A los de grados mayores, como lo eran Noah y Peyton, simplemente les enviaron todo por correo, tal como sus horarios, en los cuales podían escoger en qué participar y en qué no; los dos grupos en los que habían sido separados para mayor orden; sus números de cabaña; un pequeño mapa del campamento y las reglas que debían cumplir. Lo único que sí se les dio al momento de llegar al punto de encuentro en la escuela, fueron sus pulseras que los separaba en grupo "A", de color rojo, y grupo "B", de color blanco. Para mala suerte de ambos, tenían las pulseras de colores distintos, Noah de color rojo y Peyton de blanco. Lo que significaba que, en el momento de participar en algún deporte u otra actividad, serían rivales. Aunque, eso no le preocupaba tanto a Noah, ya que en realidad nunca había sido de las personas más deportistas y Peyton solo lo haría por los puntos.

—Pero, no voy a quejarme esta vez, porque el próximo año podrían quitar los buses y las carpetas. Aquí nunca se sabe.

—Sí... —dijo Noah entrecerrando los ojos por la fuerte luz del sol.

—Olvidé mi otra maleta, ya vengo —avisó la pelirroja para volver a subir al autobús.

—Noah Grimmell —nombró el profesor de geometría llegando hasta él y colocando una mano sobre su hombro.

—Buenos días, profesor Farías —saludó sonriendo sin mostrar los dientes.

—¿Qué haces aquí? Eres el mejor de la clase, no necesitas los puntos...

Cuando el profesor vio a Peyton bajar con su maleta, entendió el por qué y solo asintió mirando a Noah. Les deseó suerte a ambos y luego se retiró.

Al ser aún temprano, enviaron a todos los alumnos, al igual que a los profesores, al comedor para el desayuno.

Como ya estaba claro, Noah tenía órdenes del médico en no consumir ciertos alimentos, entonces al final solo terminó desayunando fruta y jugo de naranja. Peyton sí podía darse un festín con todo lo que habían preparado y solo estaba listo para servirse, pero no podía hacerle eso a su amigo. No es como si Noah quisiera que ella se contenga solo porque él no podía. Pero, ¿qué clase de amiga sería si disfrutara en su cara todo lo que él, por una enfermedad, no podía? Así que terminó sirviéndose lo mismo que él, frutas y jugo.

—¿Solo comerás eso? —preguntó Noah viendo la bandeja de su amiga sobre la mesa.

—Es sano, ¿verdad?

—Sí, pero, hay mucho más —dijo viendo hacia el bufet detrás de Peyton. Extrañamente, había de todo: diversos panes, huevos revueltos, pasteles, gelatina, yogurt, café, chocolate, entre otros. —¿No deberías aprovechar esta, probablemente, única oportunidad? Tú misma lo dijiste. Aquí nunca se sabe.

—Pero, tú... No quiero que solo mires mientras yo...

—Casi cumplo dieciséis años de este modo, Toni. En serio no me molesta. Pero, agradezco tu gesto.

—¿No me convertiría en la peor mejor amiga del mundo?

—Tengo una teoría sobre lo que sucede, —empezó Noah con aires de misterio. —quizás solo nos engañan con el desayuno, para luego solo servirnos tofu. Y seamos sinceros, yo sería el único en no incomodarse. Además, yo correría. Pauline se está llevando el último cup cake de arándanos.

—Maldita glotona —dijo Peyton volteando con rapidez y confirmando lo que había dicho. Le dio una última mirada a Noah, quien la incitó con la mirada a que vaya. Y no esperó otro segundo. Casi saltó con su bandeja y se apresuró hacia el bufet. En ese momento, Noah sonrió después de tantos días sin poder conseguirlo.

Luego de unos minutos, mientras Peyton terminaba de desayunar lo que ahora sí estaba contenta y satisfecha de disfrutar, Noah terminaba de acomodar los horarios de ambos. Era una de las cosas que también le encantaba hacer, tachaba y movía las actividades de una hora a otra teniendo en cuenta lo que a su amiga le gustaba hacer, o al menos lo que podría interesarle un poco, ya que el año pasado estuvo cerca de reprobar educación física por demasiadas excusas para mantenerse sentada en la banca.

—Oh oh —dijo Noah observando la hoja.

—Ahora qué —preguntó dejando su yogurt a un lado.

—Necesitas participar en al menos cinco actividades diarias si quieres conseguir los puntos necesarios para no preocuparte por matemática este año.

—¡Qué! Pero, pero... ¿ya pusiste eso de "pintura creativa"? ¿Qué dice ahí? ¿Canotaje? Se supone que mínimo deben ser tres miembros por equipo. Ni siquiera estamos en el mismo equipo, y... nunca nadie quiere juntarse con nosotros —recostó su cabeza sobre la mesa y cerró los ojos. —¿Es muy tarde para regresar a casa?

—Podrías llamarme tu salvador —dijo Drake sentándose al lado de la pelirroja y quitándose los lentes de sol.

—¿Y tú qué haces aquí? —interrogó Peyton sentándose como antes y mirándolo con molestia.

—Lo mismo que todos, aprobar matemática —respondió con obviedad.

—¿Ahora va a sentarse con nosotros? ¿Acaso no aprobaste tu examen?

Drake entrecerró los ojos sin recordar a qué examen se refería.

Noah lo notó, y antes de que pudiera desmoronar la mentira que habían dicho, decidió intervenir.

—De hecho, sí. Ya aprobó el examen para el que lo estuve apoyando.

—Ah... —dijo Drake recordando —Sí, ya lo aprobé. Fue fácil, pero... Gracias a Noah —lo señaló y le dio una media sonrisa a Peyton, quien solo los miró sintiendo que todo era demasiado raro. —Entonces, ¿qué dicen? ¿somos equipo en canotaje?

—No —negó Peyton.

—En realidad, no podemos, —dijo Noah viendo el brazalete de Drake —serías de mi equipo, no de Peyton.

—¿Esta basura? —señaló Drake con burla —Solo deben intercambiarla con alguien más, y problema resuelto. Todos lo hacen.

—No haremos equipo contigo. ¿Verdad, Noah?

—En realidad... —empezó Noah —Si lo que necesitas es aprobar...

—¿Lo dices en serio? —preguntó incrédula. —¿Tú? ¿El señor siempre respeto las reglas ahora quiere romperlas? ¿Y con Drake? De todo el mundo, ¿con él?

—Me siento un poco ofendido ahora...

—Solo digo que podríamos intentarlo, ¿no es lo que quieres? Además, todos merecemos una segunda oportunidad. Lo que hizo Drake no fue tan grave.

—No fue tan grave mi trasero. Casi mueres por culpa de su maldito grupito de vándalos, eso sin contar que nos torturó por años.

—Y trató de hacer las cosas bien, ¿no crees que eso merece algo de crédito?

—Solo... Solo iré a alistarme para la cosa esa de "pintura creativa" —dijo Peyton poniéndose de pie y llevándose su bandeja.

—Entonces, no le agrado, ¿eh?

—Creo que, si quieres que eso cambie, podrías empezar disculpándote con ella. Y necesita los puntos, así que...

—¿En serio crees que eso funcione?

—Ah... Yo digo que hay un cincuenta por ciento de probabilidad en el que se vuelven amigos, y en el otro, podrías terminar agredido.

—Sé que estás bromeando, pero ahora tengo más ganas de intentarlo.

Noah levantó las cejas. Le impresionaba cuán empeñado estaba Drake en agradarle a Peyton.

Tuvieron su primera clase en "Pintura creativa", en la que Peyton solo dejó las huellas de sus manos con distintos colores hasta llenar el lienzo, y Noah pintó un pato en un lago. En realidad, lo intentó. Y Peyton no dejó pasar la oportunidad para reírse y decirle que parecía que un niño de cinco años lo había hecho. Pero, la maestra de arte, solo por ser la primera clase, terminó colocándoles buenas calificaciones a ambos.

Ahora Peyton se había puesto la ropa deportiva con los colores de la escuela, shorts rojos y camiseta blanca, al igual que todos los que se encontraban en la cancha de fútbol con ella. Mientras tanto, Noah estaba sentado en las bancas con la única intención de observar. Otros de sus compañeros, y alumnos de otros años, gritaban y levantaban sus carteles con emoción para animar a sus amigas.

—Escuchen, muchachas. —empezó diciendo el profesor, viendo a los dos grupos de señoritas ya separadas por grupo —Estamos en un campamento, en verano, y me pagan extra. Pero eso no significa que voy a tolerar desmayos, quejas sobre falsos estiramientos, —dijo esto mirando a Peyton, quien rodó los ojos sabiendo que se refería a ella. —ni peleas porque alguien le robó el novio a alguien —esta vez miró a otras dos muchachas. —Escuché que en el almuerzo servirán costillas, y no quiero llegar tarde. Así que, terminemos con esto rápido. Ya saben que el grupo que gane, se lleva los puntos.

Después de que se tomaran un par de minutos en ponerse en sus posiciones en la cancha, el profesor de educación física sopló el silbato dando inicio al partido de fútbol femenino.

Peyton se encontraba como defensa izquierda en su equipo, aunque sabía que a la única que defendería, sería a sí misma. Sabía que todas eran muy competitivas y a veces podían ponerse algo... demasiado agresivas. Su plan era solo soportar lo suficiente, fingir que "protege" su arco, y que Fátima, a quien ya conocía era de las mejores jugadoras de la escuela y que estaba en su equipo, haga el resto del trabajo. Aunque debía admitir que no se sentía intimidada por ninguna, no ahora que sabía la fuerza sobrehumana que poseía. Sin embargo, recordaba que el tío Nathaniel le había advertido que no llame la atención con sus habilidades, así que debía controlarse.

Como era de esperarse, Pauline, delantera del equipo contrario y "archienemiga" de Peyton, corría llevando la pelota. Pasó cerca de la pelirroja, pero no sin antes darle un golpe con el hombro. En definitiva, no le había molestado el "golpe", ni siquiera la movió un poco de su lugar, mas bien había sido Pauline quien retrocedió un poco y siguió su camino hacia el arco. Lo que sí la enfureció fue el hecho de que siempre la molestaba de ese modo, o incluso en los partidos de voleibol, "accidentalmente" le caían los pelotazos a ella. La detestaba. Se detestaban. Tenía claro lo que le había dicho Nathaniel, pero no podía quedarse sin hacer nada al respecto. No esta vez. Si bien iba a controlarse en no matarla de un golpe, solo quería un pequeño pedazo del pastel llamado "venganza".

Corrió detrás de Pauline, quien ya estaba muy cerca del arco, casi lista para patear. Sin embargo, ocurrió lo que jamás creyó posible. Peyton logró quitarle la pelota con facilidad y luego corrió dirigiéndose al otro arco.

Las otras integrantes del equipo rojo intentaron arrebatarle la pelota a fallidos jalones y vanos intentos de empujarla.

Peyton ni siquiera se inmutó y eso solo la hizo reír complacida.

Pauline fue con toda la intención de al menos hacerla caer y que se termine su momento de gloria. ¿Qué era lo que sucedía? Sabía que Witson era la peor deportista que había conocido en toda su vida, ¿por qué estaba pasándole esto? ¿quizás practicó apenas terminaron las clases? Tampoco podía dejarse humillar por una novata con suerte, o al menos así la llamaba en su mente.

Y ahí estaba Peyton, había logrado llevar la pelota hasta la portería.

Todos estaban boquiabiertos, incluida la audiencia, quienes detuvieron sus gritos expectantes a lo que ocurriría. Noah estaba impresionado, hasta el profesor se había colocado bien la gorra para asegurarse de que no era víctima de ninguna alucinación.

Peyton no esperó más, y pateó la pelota conteniendo la mayor parte de su fuerza. La pelota chocó contra el poste paralelo de la derecha, rebotó y se dirigió con esa misma fuerza hacia la cara de Pauline, a quien tiró al suelo de espaldas.

La pelirroja se tapó la boca, no esperaba eso, pero no podía evitar querer reírse a carcajadas.

Todos se acercaron a la muchacha aún en el césped. Sí, estaba con vida, eso era bueno. Solo tenía una gran marca roja en la mejilla y su nariz sangraba.

El profesor volvió a soplar el silbato.

—¡Witson, quedas fuera!

Peyton levantó los brazos.

—¡No lo hice a propósito!

—¡Fuera!

—¡Bien!

***

―No deberías estar disfrutándolo, la heriste —dijo Noah caminando al lado de Peyton mientras salían de las canchas.

—No lo estoy disfrutando, y ni siquiera lo hice a propósito.

—Toni, no dejas de sonreír.

—¿Ahora es un crimen sonreír? Quizás me acordé de un buen chiste.

—Quiero escucharlo.

—Es uno muy bueno. Y todo termina, cuando le di un pelotazo a Pauline —dijo y soltó una carcajada.

Noah negó con la cabeza.

—Al menos sí me crees cuando te digo que no lo hice a propósito, ¿verdad?

—Claro que sí —dijo con honestidad. —Si hubieras querido hacerlo, nunca le hubieras dado —sonrió con burla.

Peyton rio y le dio un leve empujón en el hombro.

—Oye, ¿no olvidaste tomar tus pastillas o sí? Siempre las tomas en el desayuno, pero hoy no te vi hacerlo.

—Ah, no, no las olvidé. Las tomé apenas te fuiste. Ya sabes, cuando llegó Drake.

—Oh, está bien.

***

Habría sido imposible que Peyton pudiera librarse con tanta facilidad de aquella situación. El profesor López, de deportes, la envió a un castigo no muy usual, pero, según él, apropiado al lugar donde se encontraban. Debía pintar las paredes de las cabañas que le había indicado. Le entregaron algunas latas de pintura y la pusieron a trabajar. Pero, no estaba sola, además de que Noah había decidido ayudarla para que puedan almorzar juntos, también se encontraban otros muchachos con el mismo castigo, pintando sin ganas, y otros jugando a pintarse entre ellos.

Peyton fue al almacén a traer más latas de pintura, aunque no encontró el mismo tono de color, creyó que en la noche nadie lo notaría. Para cuando regresó a continuar con su labor en la pared que aún no terminaba, Noah ya no estaba ahí. Quizás había ido por agua, pensó. Pero lo que realmente ocurrió fue que, Drake le había hecho señas para que se retire por un momento y así poder hablar con ella.

Peyton escuchó el pasto estrujándose bajo los pasos de alguien a sus espaldas. A su olfato llegó el olor a un perfume que ya recordaba, pero no estaba segura de dónde. Giró para encontrarse con Drake, quien se acercaba con lentitud y con un intento de sonrisa amable.

—Noah no está aquí —le dijo abriendo las nuevas latas de pintura.

—Sí, lo sé. No vine a hablar con él...

—No doy clases de matemática. Adiós.

—Sí, eso también lo sé. Solo quería... —miró hacia ambos lados asegurándose de que nadie más pudiera escuchar lo que estaba a punto de decir. Según él, tenía una reputación que mantener —...pedirte perdón por todo lo que te dije. Desde que nos conocimos, hasta lo que sucedió con John.

—¿A qué estás jugando? —preguntó sin confiar en nada de lo que había escuchado. —En realidad, ni siquiera me importa. Solo aléjate de mí.

—Lo digo en serio. Mis disculpas son por completo sinceras. Mira —dijo sacando una rosa que había mantenido escondida detrás. Se sintió un poco mejor cuando Peyton la recibió.

—¿Y quieres que te crea? —interrogó ella riendo. Metió la rosa a una de las latas, empapándola con pintura marrón, para luego empezar a pintar con ella la pared de la cabaña. La rosa se destruyó pétalo por pétalo debido a los movimientos bruscos. Drake quedó boquiabierto por unos segundos. —Tus disculpas no sirven —dijo tirando la rosa a cualquier lado del suelo.

—Peyton, estoy intentando dar lo mejor de mí aquí —respondió con un poco de vergüenza y a la vez impaciencia.

—Oh, claro. Discúlpame por no creerte después de que me molestaras desde el kínder con tu existencia. ¿Quieres que crea que de un día a otro dijiste: "¡Oh! ¡Ya no quiero torturar personas!"?

Cuando Drake vio que los otros ya se iban de ahí por ser la hora del almuerzo, se sintió más libre al hablar.

—¡Mi padre es un idiota! —exclamó sorprendiendo a Peyton. —Mi padre es un idiota, ¿está bien? Siempre ha sido un idiota con mi mamá, conmigo. Y no quiero despertar un día y darme cuenta que repetí la historia. Lo que hice estuvo mal, lo sé. Solo... Ya no quiero que Noah me odie, no quiero que tú me odies...

Era una de esas pocas veces en las que Peyton se había quedado sin qué responder. Solo continuó mirándolo. Podía oír con claridad su respiración agitada. Agudizó más su sentido y pudo escuchar la rapidez de sus latidos. Detestaba admitirlo, pero parecía decir la verdad. Y, jamás esperó aquella declaración sobre su familia. No creyó que todo eso le sucedía. Era claro, ella nunca podría comprender por completo lo que él vivía, pero al menos sentía un poco de empatía.

—No digo que debamos ser los mejores amigos, solo... quería pedirte disculpas. Y prometo, que no volveré a insultarte.

Peyton asintió. Esperaba que cumpliera su palabra.

Drake sonrió.

—Además, se supone que tú, Noah y yo debamos empezar a unirnos en los equipos.

—No presiones.

—Solo digo los hechos, los demás les tienen miedo. Ni siquiera yo los asusto tanto.

—¿Qué?

—Noah era el niño vampiro de Groberville, tú me rompiste la nariz el año pasado, y sospechan de quién fue el encargado del viaje de John y los otros al reformatorio.

Peyton hizo una mueca de aceptación.

***

Llegó la noche, y con ella, también empezó el festejo del grupo blanco, quienes habían ganado en la competencia de canotaje. Encendieron las antorchas, que alumbraban los alrededores del campamento, y llevaron los aplausos hacia el comedor, donde disfrutarían de la cena.

Noah estaba sentado en el pasto, a orillas del extenso y profundo lago de Freya y un poco alejado de la multitud que ya se retiraba.

—Le dije a Pauline que, si dejaba de gritarme, ganaríamos. Así que tiré los remos al agua para ver si se callaba —dijo Drake, sentándose al lado de Noah, y entregándole una lata de cerveza.

—Aún no tenemos edad para beber —le recordó Noah.

—Entonces yo celebro por los dos, estoy más cerca de los 17 que tú...—dijo chocando sus latas y luego quitándosela. Bebió en al menos unos veinte segundos todo el contenido y luego terminó la otra.

Noah solo lo observó con un poco de asombro.

—¿Dijiste celebrar? Nuestro equipo acaba de perder la competencia.

—Sí —afirmó ladeando la cabeza. —Pero, al menos Peyton aceptó mis disculpas.

—¿En serio? Eso explicaría por qué estuvo tan seria en el almuerzo. No es que eso signifique algo malo, —dijo para no dar a malas interpretaciones sobre el avance que había tenido Drake. —quizás solo estaba procesándolo. ¿Qué fue con exactitud lo que le dijiste?

—Solo dejémoslo en que me perdonó —respondió un poco incómodo. —¿Y qué hacías aquí tú solo?

—El profesor López vio que Peyton no había pintado todo lo que asignaron, así que se quedó con ella para asegurarse de que termine. Supongo que ya debió acabar —contó mirando la hora en su reloj. —En unos minutos vendrá.

Noah volvió su mirada al reflejo de la luna en el lago. Continuando con todos aquellos pensamientos y recuerdos que no dejaban de atormentarlo.

—¿Crees que es posible superar lo que hice?

Drake frunció las cejas sin comprender con exactitud a qué se refería.

—¿Crees que, en el algún momento, yo pueda superar el hecho de haberme convertido en un asesino?

—Yo... creo que lo que hiciste no estuvo mal.

Noah lo miró con curiosidad, sorprendido de aquel comentario.

—Si tenemos que empezar a pensar en fantasmas y visiones, creo que le hiciste un favor a tu amiga. Maddie, ¿cierto?

Noah asintió con la cabeza.

—Si hubiera estado en tu lugar, yo hubiera hecho lo mismo. Así que, deja de torturarte. De todas formas, ya intentamos buscar respuestas sobre lo que pasó, y no tenemos otra opción que solo... dejarlo atrás.

Drake tenía razón. ¿De qué otro modo podría averiguar el porqué de lo que vivieron? Hicieron lo que tuvieron a su alcance y no encontraron nada.

—Gracias.

—Para servirte —dijo Drake e intentó beber la última gota de cerveza que quedaba al final de la lata. —Y, ¿no has intentado de nuevo, tú sabes, eso de quemar cosas?

—No es algo que me gustaría repetir. Esa noche, las heridas fueron demasiado dolorosas, y se sintieron demasiado profundas. Y, no estoy seguro de si podría volver a sanar —contestó mirando sus guantes. No quería quitárselos en público y llamar aún más la atención, lo más probable sería que se alejen más de él de lo que ya era costumbre.

Un dardo tranquilizante fue disparado hacia el cuello de Drake, quien a los segundos empezó a sentirse un poco mareado.

—Qué extraño. Normalmente aguanto como seis —dijo refiriéndose a la cerveza.

Noah notó el dardo y en el momento en que estuvo a punto de decírselo, dos dardos fueron disparados hacia su espalda. Sintió los dos pinchazos, su vista se puso borrosa y se sintió anormalmente adormilado.

***

Peyton lo había decidido. Iba a contarle todo a Noah. Sobre el árbol del durazno, sobre sus nuevas habilidades, sobre las criaturas sobrenaturales y sobre su verdadero padre. Sentía que si continuaba guardando el secreto iba a explotar. Claro, después de contarle y esperar alguna solución o algún comentario de apoyo que la hiciera sentir mejor, le daría de tomar Sacris. Sí, quería contarle todo, y le encantaría que se quedara así, sabiendo sobre ese nuevo mundo, pero como había dicho el tío Nathaniel, era peligroso, tanto para ella, como para quien lo supiera. Y no podría hacerle eso. Sobre todo, cuando estaba segura de que algo ya pasaba por la mente de Noah, y agregarle más carga, no sería nada justo.

Salió ya habiendo tomado una refrescante ducha y con ropa limpia por el arduo día que tuvo. Caminó con dirección al lago, encontrándose con varias cabañas con música al máximo volumen, reconoció a algunos de compañeros y a los demás que no, supuso eran de años superiores. Cuando llegó al punto de encuentro, en las orillas del lago de Freya, no vio a nadie.

Encendió su celular y mientras le escribía un mensaje a Noah preguntando por su paradero, caminando en círculos, sintió que pateó algo. Era demasiado ligero para ser una piedra. Miró hacia el suelo. Era un celular. Lo tomó, pero no lo reconoció hasta que lo encendió y en la foto del fondo de pantalla vio a Drake y a su grupo de amigos. Decidió llamar a Noah, pero las tres veces fue enviada al buzón de voz. Ahora sí la invadió la preocupación. ¿Y si Drake le había hecho algo a Noah? ¿Y si sus disculpas solo fueron una distracción para lo que realmente quería conseguir? Sabía que no podía confiar en ese cretino, pensó.

—Está bien. Tú puedes, Toni —se dijo a sí misma pensando en cuál debería ser su próximo movimiento. Volvió a presionar en llamar y cerró los ojos, concentrándose en los sonidos que podía percibir a su alrededor. Hasta que lo oyó, el tono de llamada de Noah, estaba demasiado lejos y era apenas audible. Pero era suficiente para empezar.

***

Noah sentía cómo alguien lo arrastraba de los brazos. Sentía pequeños hincones en el cuerpo por las ramas y piedras en el camino. Su visión por fin empezaba a aclararse y las voces también se hicieron más entendibles. Al girar su cabeza a la derecha, vio a Drake, también siendo arrastrado, pero aún estaba inconsciente.

—No se detengan, ya está despertando.

—¿Crees que es fácil? ¿Por qué no lo intentas tú?

—¿Mario? —interrogó Noah, reconociendo a quien lo llevaba de los brazos. —¿John?

—¿Sorprendido de vernos? —preguntó John a su lado con una media sonrisa en el rostro. —Ya, déjenlos aquí.

Mario y Chuck obedecieron soltando a Noah y a Drake. Habían llegado a las orillas del lago de Freya, desde el lado contrario, cerca al viejo muelle y lo suficientemente lejos de las cabañas para no ser interrumpidos en lo que tanto ansiaban concretar.

—¿Por qué estás haciendo esto? —dijo Noah intentando ponerse de pie, pero no podía ni sentarse, así que solo siguió recostado. Vio a John cargando un arma regularmente grande, con la cual supuso les había disparado los dardos. Al menos no son balas, pensó. Los tres: John, Chuck y Mario, usaban el uniforme ya conocido del reformatorio. ¿Cómo habían logrado salir? Tenía muy claro que la seguridad era muy estricta en aquella institución.

—¿Por qué estoy haciendo esto? —repitió John con burla. —Tú mismo te lo buscaste, con tus caprichos de niño rico.

—Lo que sea que estés planeando, no lo hagas —pidió intentando razonar, y provocando las risas de los tres muchachos. —Aún puedes detenerte.

—Ya cierra la boca —ordenó John usando su arma para darle un fuerte golpe en el abdomen, ocasionando que Noah soltara un quejido de dolor. Con una soga, ató sus muñecas, mientras Chuck también ataba las de Drake, aunque siguiera inconsciente.

El plan era atarlos de las manos y pies, así no podrían nadar o salir del lago.

—¿Qué creen que están haciendo? —preguntó Peyton, viendo cómo arrastraban a Noah y a Drake por el muelle. Todos se detuvieron.

—Toni, no. Solo pide ayuda —dijo Noah preocupado por lo que podrían hacerle si se acercaba más.

—¿Viniste a unirte a la diversión? —interrogó John con una sonrisa y apuntándole con su arma.

Antes de que siquiera pudiera presionar el gatillo, Peyton corrió hacia él y de un manotazo lo obligó a soltar el arma. Le dio una patada en el pecho, logrando que John saliera casi disparado hacia atrás.

Chuck fue tras ella, pero Peyton lo tomó sin mucho esfuerzo de la camiseta y lo lanzó contra Mario. Los tres estaban en el suelo.

—¿Cómo...? —dijo Noah sorprendido por lo que acababa de presenciar —¿Cómo?

—Esta no era la forma en la que esperaba contarte, pero... —dijo Peyton rompiendo con facilidad las ataduras, liberándolo. —Vamos, arriba —lo ayudó a ponerse de pie.

—Tenemos que ayudar a Drake.

—¿Crees que él no es parte de todo esto? Son sus amigos.

—Nos tenían atados a los dos, y sigue inconsciente. No podemos dejarlo aquí.

Peyton rodó los ojos.

—Ugh, bien —aceptó yendo hasta Drake. Al momento de agacharse para ayudarlo, sintió un pinchazo en la pierna. —Auch, ¿qué... —retiró el dardo y vio a John arrodillado con el arma en mano. Le respondió lanzándole el mismo dardo en el cuello, con la suficiente fuerza para que se incrustara en su piel y lograr que se arrodille con dolor —. Hice un gran esfuerzo para no matarlos, no lo hagan más difícil.

Un mareo repentino hizo que Peyton retrocediera un paso. ¿Qué le habían puesto a ese dardo? ¿No se suponía que ninguna sustancia química podría hacerle efecto? Bueno, solo una podría. Pero, sería imposible que John supiera de la existencia del Sacris, ¿o no? ¿Cómo supo que debía usarla en ella para debilitarla?

—¿Estás bien? —preguntó Noah. —Debe ser el tranquilizante.

—Sí, sí, solo salgamos de aquí —respondió Peyton intentando levantar a Drake. Creyó que sería fácil, pero a las justas pudo jalar su brazo. Pesaba demasiado. Es decir, claro, Drake era alto y tenía el peso promedio de un adolescente en desarrollo, pero ella era una soldado de Dios. —No, nonono —negó volviendo a intentarlo, pero fue inútil.

—A la cuenta de tres... —avisó Noah tomando el otro brazo.

—Yo debería poder cargarlo sin problemas, ¡pude con el auto del tío Nate!

—¿Qué? ¿En serio hiciste eso?

—¡Sí! ¿A caso no viste cómo pateé los traseros de esos inútiles? —señaló detrás de ella —Pero, ahora...

El melodioso canto de una mujer logró interrumpir aquella conversación.

Noah y Peyton se miraron frunciendo el ceño. Luego miraron a su alrededor buscando el origen de aquella voz, la cual, además de ser perfectamente entonada, parecía un llamado.

John, Chuck y Mario se pusieron de pie. Con la mirada perdida y una sonrisa en el rostro, caminaron, uno detrás del otro, hacia el muelle. Una vez que estuvieron en el filo, dieron un paso más, sumergiéndose de golpe al lago y sin siquiera intentar nadar.

—¿Qué demonios acaba de pasar? —preguntó Peyton. —¿Por qué hicieron eso?

El canto continuaba, como si aún no estuviera satisfecho de las tres presas que tenía.

—¿No crees que es hermoso? —interrogó Noah mientras una sonrisa se formaba en sus labios.

—Yo diría que aterrador —corrigió ella sin creer lo que decía su amigo. —No sabía que existían los fantasmas que atraen gente, ¿crees que sean fantasmas? Eso solo significa que debí escuchar al tío Nate, aunque dijo que no nos encargamos de los fantasmas. Descuida, luego te expli... —se detuvo al darse cuenta que estaba hablando sola. Noah ya había llegado al muelle, y miraba hacia el lago con admiración. —¡Oye! ¡no te atrevas a saltar!

Noah ni siquiera volteó a verla. Parecía demasiado hipnotizado por aquella voz que ni siquiera se daba cuenta de lo que ocurría.

Apenas Peyton dio un paso hacia delante, del lago, salió de un salto, una mujer con una enorme cola de pez, quien tomó a Noah de la camiseta y lo hundió junto a ella.

Los ojos de Peyton se abrieron más por la sorpresa.

Noah sentía unas filosas garras rodeando y amenazando su cuello. Al mismo tiempo que el agua entraba por su garganta y la conciencia empezaba a tomar las riendas de sus acciones. ¿En qué momento entró al lago? La mujer que lo sujetada con fuerza, lo elevó a la superficie, lo suficiente como para que pudiera escupir el agua y tomar aire con desesperación, y luego volvió a sumergirlo.

A pesar de ser de noche, la luna iluminaba lo suficiente como para que pudieran apreciar sus características físicas. La piel de la extraña mujer era verdosa y tenía algunas escamas que lograban algunos reflejos de la luz en ella; su cabello era lacio y de un negro intenso; pero, lo que más logró estremecer a Noah, además de sus ojos por completo blancos, fue su sonrisa, en la que mostraba cada uno de sus dientes afilados.

El color rojo de sangre humana empezó a difuminarse en el agua. Vio cerca de él, que se trataba de la sangre de Mario, a quien lo sujetaban por los hombros, excepto que la sirena le había dado un gran mordisco en el cuello.

Noah sintió que el poco aire que había retenido, casi fue expulsado de golpe. ¿Le harían lo mismo que a Mario?

La mujer delante de él, lo miró negando con la cabeza.

—¡Noah! —gritó Peyton buscándolo con la mirada. Solo había logrado verlo unos segundos. ¿Qué se suponía que debía hacer ahora? Miró a las canoas a un lado.

Una mano rompió una de las tablas de madera debajo de ella, y la sostuvo del tobillo derecho. Soltó un grito e intentó zafarse, pero ahora las garras se incrustaron en su piel, logrando que soltara otro grito de dolor. ¿Dónde estaba su súper fuerza? ¿Acaso ya no era una soldado? Entre jalones, cayó de pecho contra el muelle.

Las tablas salieron volando una a una, abriéndole paso a la sirena, quien ahora pudo tomarla de los hombros con el objetivo de sumergirla en el lago.

Peyton introdujo los dedos entre los espacios de las tablas para sujetarse con toda la fuerza que la adrenalina podía brindarle en ese momento.

La boca de la sirena se abrió con una extensión mayor a la que aparentaba a simple vista, y el momento exacto en que sus dientes iban a darle un mordisco, un golpe con el arma lanza dardos fue a dar contra su cara. Soltó un gruñido y se alejó soltando a Peyton.

—Por favor dime que solo estoy drogado —dijo Drake, dándole una mano a Peyton y ayudándola a levantarse.

Era la primera vez que se alegraba de verlo.

—Gracias... —dijo ella soltando su mano y a pesar del terrible dolor en su tobillo, cojeó hasta subirse a una de las canoas.

Drake la siguió y subió con ella, por lo que se ganó una mirada que demandaba una explicación de lo que estaba haciendo. El simple hecho de que no haya salido corriendo apenas había terminado de ayudarla, le parecía extraño.

—Quiero ayudar —se excusó él, tomando un par de remos. —Y...Va a sonarte demasiado raro, pero es como si pudiera sentir dónde está... ahora mismo.

Peyton frunció el ceño.

—Demasiado raro. Bájate.

—Prometo que te ayudaré a encontrar a Noah, por- por favor...

—Más te vale que sí.

Ambos remaron lo más rápido que podían, hasta llegar al centro del lago, donde Drake le indicó que debían detenerse, porque había "visto" algo, cuando en realidad solo sentía que Noah estaba cerca al fondo del lago.

—¿Estás seguro? No puedo ver nada —preguntó Peyton, intentando diferenciar cualquier cosa debajo del lago. Todo estaba demasiado oscuro, y ya no tenía su desarrollada visión, le era imposible.

—Prometo que está ahí —respondió con seguridad. —Yo iré —se ofreció mirando el tobillo lastimado de Peyton.

Escucharon golpeteos debajo de la canoa.

Una de las sirenas pasó nadando a tan solo unos centímetros de ellos, llevándose el cuerpo ensangrentado de alguien a quien no pudieron diferenciar. Luego pasaron otras tres sirenas, que se acercaron a la otra para intentar arrebatarle un pedazo.

Peyton sintió cómo se le revolvía el estómago por el asco.

—Espera —detuvo a Drake. Recordó uno de los datos que había aprendido sobre las sirenas. Se alimentaban de cualquier ser vivo, y enloquecían con la sangre. Sobre todo, con la fresca. Rompió contra su rodilla uno de los remos, y usó la parte puntiaguda para hacer un corte en la palma de su mano derecha. La sangre empezó a salir, y la dejó caer al lago, hacia el lado en el que veía a las sirenas.

Las criaturas regresaron hasta donde caían las gotas e intentaron beberlas.

—Eso las distraerá, ve.

Peyton vio a Drake zambullirse en el lago, mientras las gotas de sangre continuaban manteniendo ocupadas a las sirenas.

—¡Ayuda! —gritaron detrás de ella.

La canoa se meció un poco, y Peyton giró para encontrarse con John intentando sujetarse de la embarcación. Lucía desesperado y tenía la ropa algo desgarrada.

No sabía con exactitud si debía ayudarlo o no. Después de todo, si ella no hubiera aparecido, Noah y Drake estarían muertos. Pero tampoco podía negar que su lado más humano le insistía en que no debía dejarlo ahí. Le extendió la mano que no estaba herida y lo ayudó a subirse. Al verlo sentado, notó que tenía varias mordidas en los brazos, rasguños en el cuello y una herida en el abdomen en la que hacía presión para frenar un poco la pérdida de sangre; sin embargo, no parecía ayudar mucho. Se preguntaba cómo había logrado sobrevivir.

Drake nadaba hacia el fondo, hacia donde la luz de la luna se iba perdiendo. Entonces, vio a Noah, aún sujetado del cuello por la sirena.

Noah intentaba soltarse del agarre, mas le era imposible, y la criatura parecía disfrutar de aquel sufrimiento.

Cuando la sirena notó a Drake, mostró más sus dientes, como amenaza para que no se acercara, pero el muchacho omitió aquello y llegó hasta ellos.

Ese fue en el momento en que Drake se dio cuenta que debió pensar bien antes de entrar al lago sin una manera de defenderse. Solo le quedó alejarla con sus propias manos, y aunque sirvió para liberar a Noah, la sirena lo atacó mordiéndolo en el hombro izquierdo.

Peyton notó que la sangre de su mano dejó de gotear hacia el lago, al igual que el dolor de la herida había desaparecido. Revisó su palma viendo que había sanado por completo, y así como en su tobillo, solo quedaban los rastros de la sangre ya seca. A pesar de ser algo bueno, las sirenas empezaron a desanimarse. Sabía que era solo cuestión de segundos para que fueran tras Drake y Noah. Caminó hasta el lado por el que Drake se había sumergido, y logró encender sus ojos en aquel color blanco y luminoso. Ahora podía verlos a ambos, tratando de defenderse de la sirena. Estuvo a punto de sumergirse en el lago, pero entonces vio a Drake golpear repetidas veces a la sirena en el cuello, donde estaban sus branquias, y luego incrustar sus dedos dentro de las mismas con desesperación, hasta que por fin los dejó en paz.

Ambos aprovecharon en nadar hacia la superficie y por fin tomar una gran bocanada de aire.

Con ayuda de Peyton, lograron subir a la canoa.

Noah se arrodilló y empezó a toser toda el agua que había tragado. Ni siquiera él mismo supo cómo había aguantado tanto tiempo. Al levantar la mirada, se encontró con John, luego miró a Peyton, quien solo hizo una mueca dando a entender que también había sido una sorpresa para ella, luego le contaría que no tuvo opción. Ahora debían centrarse en escapar de ahí.

Ahora que Drake tenía el hombro lastimado, Noah y Peyton fueron quienes tomaron los tres remos que quedaban y pusieron en marcha la canoa. A Peyton se le hizo fácil ayudar a avanzar con uno solo, agradecía mentalmente volver a tener su poderosa fuerza.

La sirena logró recuperarse y vio hacia arriba, la canoa. La furia la invadió. Entonces subió a reunirse con sus hermanas.

Todas las sirenas, las cuales eran al menos diez, nadaron alrededor de la canoa. Lograron que se detengan y giraran, al mismo ritmo que ellas, en su propio eje.

Los cuatro miraron con preocupación al lago. Vieron a las sirenas acorralándolos como si fueran tiburones. Intentaron llevarse los remos, pero Peyton logró ganarles, mientras Noah y Drake evitaron que se llevaran los otros dos.

Las sirenas intentaron subirse a la canoa y otras la empujaban con la intención de voltearla, por lo que, los tres adolescentes utilizaron los remos como defensas para detenerlas a golpes, pero parecían nunca darse por vencidas.

John se limitó a verlos. Apenas podía mantenerse despierto por la pérdida de sangre.

Noah estaba asustado. Su mente lo llevó a imaginar la peor de las situaciones en aquel momento. Drake perdiendo las fuerzas debido a su hombro lastimado. Una de las sirenas saltando hacia Peyton y llevándosela consigo, la sangre esparciéndose en el agua. Volvió a la realidad cuando vio las garras de una de las sirenas atravesando la madera. Sabía que debía hacer algo. Debía pensar en algo rápido para sacarlos de ahí. Pero, ¿qué podría hacer? Divagó un segundo mirando a John, su sangre no dejaba de derramarse. Se detuvo ahí cuando una idea para nada ortodoxa cruzó sus pensamientos. No podría hacerlo. No estaba bien. Pero, si no lo hacía, todos morirían. Se contuvo apretando el remo, cuando sus manos quisieron echarlo hacia el agua. Sin embargo, aún tenía en mente lo que John estuvo a punto de hacerle antes de que todo esto empezara. Levantó la quijada y una fuerza invisible empujó de golpe a John hacia atrás, haciéndolo caer al lago. Las sirenas enloquecieron cuando sintieron el olor a sangre, y no dudaron en alimentarse.

Los gritos de John se detuvieron a los pocos segundos.

Peyton y Drake miraban con impresión hacia el lago. ¿Cómo se había caído? Creyeron que estaba sentado y sin moverse.

—Debemos irnos —dijo Noah, siendo el primero en reaccionar. —¡Ahora! —repitió con mayor tono en su voz, esta vez haciéndolos salir de su trance.

Los tres últimos sobrevivientes saltaron hacia el lago, mientras las sirenas eran entretenidas devorando el cuerpo de John. Nadaron presurosos sin ver que detrás de ellos, la canoa empezaba a hundirse. No sabían cuánto tiempo les tomaría notar que habían huido, y por eso, sin importar los dolores musculares y el cansancio, no pararon hasta llegar a tierra firme.

Peyton fue la primera en llegar, y se tranquilizó cuando vio a Noah y a Drake subir detrás de ella.

—Tenemos que llevarte a emergencias —dijo Noah acercándose a Drake. Buscó en sus bolsillos, pero no encontró su celular y recordó que Mario lo había roto cuando lo escucharon recibir una llamada.

Peyton tampoco encontró el suyo. Lo más probable es que se haya caído en el lago.

—Estoy bien, estoy bien... —dijo Drake sentándose en el pasto y luego recostándose. —¿Podemos descansar un segundo?

—No voy a discutir eso —dijo Peyton echándose a un lado.

Noah asintió con la cabeza, y solo se recostó en medio de ellos, porque notó que Drake no estaba perdiendo sangre. La mordida no parecía profunda.

Los tres miraban hacia el oscuro cielo, donde solo resaltaban la luna y las estrellas. Tenían las respiraciones agitadas y sus cuerpos agradecían el reposo.

—¿Alguien más se siente observado? —preguntó Drake. Se apoyó en sus codos levantándose solo un poco para ver que las sirenas los estaban mirando desde el lago. —Para nada aterrador...

Noah y Peyton lo imitaron. También vieron a las sirenas, quienes desaparecieron sumergiéndose de nuevo.


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