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18. La primera cita (II)

Kim Namjoon

El parque de diversiones está lleno a reventar, la cantidad de gente que hay en el lugar es masiva y con cada paso que damos vamos chocando con alguien o terminamos rozando el uno con el otro.

—Creo que sería mejor si nos detenemos en un solo sitio —propone la chica a mi lado y yo no podría estar más de acuerdo con eso.

Nos llevo hasta la esquina de una de las atracciones del parque en donde no parece haber mucha gente. Echo un vistazo alrededor y me percato de que en este lado no hay mucha afluencia de personas; de hecho, da la impresión de que nadie viene por aquí.

—¿Quieres intentar? —señalo uno de los puestos, ella encoge los hombros como si le diera igual intentar o no.

Me acerco al sujeto con un estilo hippie que está sentado en un banquillo de plástico a la espera de que algún loco se acerque a su puesto, y sí, yo soy ese loco.

Se pone de pie en un salto y se ajusta las gafas que carga sobre el puente de la nariz cuando estas están por resbalar.

—¿Qué cuesta?

—Diez dólares —su coreano parece ser muy básico, sobretodo por su acento que denota a la perfección que no es de aquí.

Saco cuentas convirtiendo los wones en dólares y le entrego la cantidad justa cuando obtengo el resultado.

—¿En qué consiste?

Por fin.

—Debes disparar y a donde sea que caiga el balin, se sabrá si hay un premio o no.

Frunzo el ceño. Este juego parece una trampa, pero supongo que ese es el objetivo.

—¿Qué dijo? —inclino un poco la cabeza para mirarla—. Mi inglés es muy básico —aclara mi duda no vocalizada.

Le explico en qué consiste el juego y ella, al igual que yo, frunce el entrecejo y comenta en voz alta lo que ya yo pensaba. Rio sin poder evitarlo y asiento a sus palabras. El extranjero nos mira con paciencia mientras espera a que uno de nosotros tome el arma con los balines ya en ella.

Son cinco oportunidades —aclara el hippie extranjero, a lo que asiento.

—Solo hay cinco oportunidades —repito—. ¿Lo haces tú o lo hago yo?

Parece pensarlo por un segundo, pero luego estira la mano y toma el arma de juguete. No me da tiempo a pensar en nada, en menos de tres segundos ha disparado todos los balines y, para mi sorpresa y la del extranjero, ha dado a todos los globos del estante.

¿Qué diablos?

—Eso sí lo entendí —comenta la chica dejando de lado el arma, me mira y luego al extranjero—. ¿Cuál es mi premio?

El hippie aún no sale de su sorpresa, por lo que le toca esperar unos segundos más hasta que este le responda.

—Dice que puedes escoger entre los premios de allá —traduzco para ella, señalando la dirección en que el sujeto indicó—. ¿Cuál vas a llevar? —pregunto cuando se acerca a examinar los peluches que hay disponibles.

—Este —toma un zorro medio feo entre los demás juguetes—. ¿Has visto hidden love? Me sorprende que fabriquen estos peluches en la vida real.

—¿El drama chino? —asiente, luego me mira y sus ojos brillan de una manera que nunca antes me imaginé tener la oportunidad de ver en ella.

—Es uno de mis dramas favorito —confiesa con un leve rubor en las mejillas—. Sonará cursi y un tanto soñador, pero espero algún día encontrar un Duan Jiâxu que esté destinado para mi vida.

—Sí es muy soñador de tu parte, noona.

Infla las mejillas con molestia.

—Te dije que dejes de llamarme así —zapatea cual niña pequeña y se aleja dando pisotones contra el piso de grava.

Ey, amigo —retrocedo cuando el extranjero me llama—, un obsequio especial para tu chica —levanta los pulgares en señal de aprobación y en lugar de discutir por cómo ha hablado de Youso, agradezco y me alejo de su puesto.

Intento alcanzar a la pelinegra, pero entre toda la multitud se me hace una tarea difícil de cumplir.

—Lo siento —me disculpo con la chica a la que he confundido y busco con la mirada entre la multitud. Empiezo a desesperarme cuando no la encuentro por ningún lado por lo que como último recurso saco mi móvil para llamarle, pero no atiende.

Avanzo unos pocos pasos más con el celular aún pegado en mi oreja y justo cuando estoy por darme por vencido, su voz gritando mi nombre hace que el alma me vuelva al cuerpo. Me acerco hasta donde está y es inevitable el abrazarla, la aprieto contra mi pecho con fuerza y suspiro con alivio.

—¿Estás bien? —pregunta intentando soltarse de mi agarre, pero se lo impido.

Involuntariamente escondo mi rostro en el hueco de su cuello mientras agradezco el que se encuentre bien. Lo más probable es que ahora me tome como un desquiciado, pero después del susto de muerte que me dio, soportar mi actitud actual será lo menos que podría hacer por mí.

—No vuelvas a desaparecer así —pido escuchando los latidos todavía acelerados de mi corazón.

No dice nada, tampoco intenta volver a apartarme, y mientras estamos en medio de toda esta gente abrazados el uno al otro, solo puedo pensar en lo doloroso que será al final desprenderme de ella; porque mi problema es más severo que las emociones positivas que pueda llegar a experimentar, y eso será un dolor que no estoy dispuesto a que cargue consigo.

En este tiempo, empezando desde el día en que la conocí, he aprendido que Im Youso se merece todo lo bueno que la vida pueda ofrecerle. Nada menos que eso.

*Total de palabras: 943.

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