17. La primera cita (I)
Im Youso
Me siento extraña.
Eso es lo único en lo que puedo pensar mientras me pruebo un nuevo cambio de ropa. Salgo del cambiador y miro mi reflejo en el espejo del mostrador, no sabiendo cómo sentirme.
—Déjame verte —pide mi acompañante con un tono de aburrimiento bailando en sus labios. Hago como me pide y espero a que diga algo, lo que sea, pero en su lugar solo obtengo una mirada cargada de intensidad y su silencio haciendo eco a nuestro alrededor.
Muevo un pie con evidente incomodidad.
—¿Cómo me veo? No luzco bien, ¿cierto? —paso la palma abierta de mi mano por la extensión de mi antebrazo izquierdo cuando sigue sin hablar.
—Esto se puede combinar, ¿verdad? —pregunta a la dependienta que nos ha estado atendiendo desde que llegamos al local—. Porque quiero uno para mí.
—Oh, dice una combinación de parejas —da un aplauso y se gira en busca de lo que el de cabellos ahora grises ha pedido—. Puede intentar probarse en esta talla, tal vez sí le quede bien.
Namjoon hace como la mujer ha aconsejado y no tarda más de dos minutos en salir con el mismo atuendo que llevo yo, pero en su versión masculina. El aire se queda atascado en los pulmones y casi siento que no puedo respirar; no sé si por la ansiedad, la expectación, o simplemente se deba a la vergüenza de que una persona ajena me esté comprando ropa.
—Te ves muy rígida, trata de relajarte —aconseja una vez sale con su atuendo ya puesto.
En realidad, no es que las prendas sean exactamente igual, pero se marca una similitud en ellas que hace que nos veamos armoniosos al momento de lucirlas. Yo llevo un vestido de mangas largas, cuello redondo y escote de corazón en la espalda que me llega a las rodillas; es de un color turquesa bastante agradable a la vista que está cubierta con una malla bordada del mismo tono junto a unos zapatos de tacón fino plateados. Por su parte, Kim Namjoon carga pantalones de vestir, una camisa de tela del mismo color de mi vestido, y unos mocasines que le hacen lucir elegante y con estilo.
—Porque supongo que tú te encuentras más que relajado con todo esto —murmuro con sarcasmo.
Namjoon pasa de mi comentario y me mira con fijeza.
—Si hay algo con lo que no te sientas cómoda, estás en toda la libertad de hacérmelo saber.
Dejo escapar un suspiro de resignación. Siento que cada vez que utiliza esa frase, en realidad me está diciendo «anda, puedes quejarte, pero no acepto nada más allá de eso», lo que genera en mí una molestia innegable.
—Solo hagamos esto rápido. Necesito descansar —doy la vuelta y avanzo con pasos torpes hasta la salida. Odio usar tacones, es incómodo y el sonido que dejan en cada paso que doy me estresa.
Espero a que regrese y mientras veo a la gente pasar, echo un vistazo sobre mi hombro; lo encuentro conversando y riendo a algo que la dependienta dice tras asentir con la cabeza en mi dirección, yo ruedo los ojos.
—Listo. Hora de irnos —me entrega una bolsa pequeña bolsa que yo no dudo en mirar con curiosidad. Enarco una ceja en su dirección a la espera de una respuesta a mi duda implícita—. Tenían una sección de bisutería, no sé si te agrade pero la dependienta aseguró que te quedaría bien con el vestido.
Su explicación me aturde dada la velocidad con que habla, aun así consigo entender a la perfección.
—Ya veo.
Empezamos a caminar por los pasillos del centro comercial pero esto no dura mucho ya que abordamos el ascensor para llegar a la planta baja. Cuando salimos, sorprendentemente, tomamos el autobús en lugar de un taxi. Este niño siempre usa taxi, así que mi sorpresa es muy notoria y él no la pasa por alto.
—¿Pasa algo?
Niego sin decir nada y coloco la cabeza contra el vidrio de la ventana. Toda esta situación me tiene tan fuera de mí misma que no sé de qué manera comportarme o expresar lo que pienso y siento, además, no es como si a Kim Namjoon le interesara cómo me siento ante todo esto; después de todo, no se trata más que de un negocio que yo acepté por puro orgullo.
Aunque no sé cómo terminaré al final de todo esto.
*Total de palabras: 732.
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