Kim Namjoon

Espero con nerviosismo la llegada de Im Youso, mientras bebo del café helado que me pedí hace pocos minutos. Trituro los cubos de hielo intentando no pensar en la locura que voy a cometer. Primero, voy y beso a la chica, luego, le pido que finja ser mi novia frente a mi madre.

Definitivamente algo está mal conmigo.

Pido otro café cuando el primero termina, los minutos pasan y los vasos se van acumulando conforme el tiempo transcurre. Miro la hora en mi reloj de muñeca y descubro que lo que a mi parecer ha sido una eternidad, en realidad sólo han sido diez minutos con cuarenta y tres segundos.

El sonido de la campana de la cafetería en la que me encuentro suena captando mi atención. Alzo la mirada y levanto la mano cuando ella consigue encontrarme entre todas las mesas ocupadas. El nerviosismo vuelve a apoderarse de mí y el temor por lo que vaya a decirme se siente como carcoma en los huesos. Nunca había hecho nada como esto, siempre he sido catalogado como un chico bueno y por mi mente jamás ha cruzado el engañar a nadie. Pero aquí estoy ahora, recordando al mismo tiempo las palabras de aquel día en que decidí ser impulsivo por peimera vez en todo lo que llevo de vida y robar un beso a la amiga y compañera de trabajo de mi mejor amigo.

Si Hoseok se enterara de lo que hice, seguramente haría conmigo como hace con la masa de amasar.

—Lamento la demora, tuve que atender unos asuntos antes de llegar aquí —alega tomando asiento frente a mí.

Echo un vistazo a su persona y encuentro la piel de su rostro más pálida de lo habitual. También hay sudor corriendo por sus sienes y un ligero temblor en sus manos y labios que intenta esconder en vano puesto que yo consigo notarlo a primera vista.

—¿Te encuentras bien? —la pregunta ha salido por sí sola, sus ojos desorbitados enfocan los míos, lo que me hace fruncir el entrecejo—. Te ves... afectada. Como si algo grave te hubiera pasado.

Aclara su garganta intentando restarle importancia.

—No es nada relevante. Mejor centrémonos en lo importante —cruza las manos sobre la mesa y esa mirada de antes es cambiada por una de ojos afilados que trae de nuevo el temor a mi cuerpo—. Antes que nada, quisiera dejar en claro que estoy aceptando esto como un trabajo así que deberás remunerarme por ello.

—Claro, sí, no tengo problema en hacerlo —sobretodo porque era algo que ya veía venir, lo pienso pero no lo digo.

—Qué bueno, porque tampoco te voy a salir barata —bebe del café helado que una de las meseras acaba de dejar sobre la mesa, era para mí pero no tengo problema en cederselo—. Antes que nada, voy a dejar en claro tres cosas —asiento y entonces ella empieza a enumerar con sus dedos—: Mi tiempo es limitado, así que solo podré estar contigo de una a dos horas cuando mucho. Si me niego a algo, no esperes que cambie de parecer, porque no lo haré —tomo nota mental de lo que dice y presto total atención a sus próximas palabras tras el breve silencio que ha dejado—. Y por último, las muestras de afecto como tomarse de las manos o un breve abrazo en público serán bienvenidos, pero nada de besos.

«¿Y en secreto?». Me doy una bofetada mental ante el pensamiento.

Dada la seriedad de sus palabras y la violencia con que salen de su boca, puedo deducir con facilidad que no he sido perdonado en lo absoluto por mi error y solo puedo confirmar que ella ve todo este teatro como un trabajo solamente.

—Como digas —acepto sus condiciones—. Pero quisiera agregar algo más, si no es molestia para ti.

—Adelante —vuelve a beber del vaso. Le echo un rápido vistazo a su cuerpo agradeciendo que haya bajado la mirada.

Quisiera decirle muchas cosas, alertarla de otras cuantas, y aclarar que lo que pueda suceder al final no será intencional. Si algo he descubierto de mí mismo, y que me he empeñado en esconder detrás de esa fachada de niño bueno —porque reconozco que mis defectos son mayores en comparación a mis virtudes—, es que solo sé causar daño. Por eso muchas cosas no salen como deseo y por esa misma razón puedo entender el motivo del que mi padre parezca odiarme y busque controlar todo lo que hago. Al final, yo solo sé lastimar a quienes me rodean, pero no deseo que ella salga afectada por mi causa.

Pero no lo hago. Al final no puedo hacer más que hablar como un idiota y soltar lo primero que se me ocurre.

—Los sentimientos están prohibidos —sus ojos enfocan los míos a profundidad—. Cumpliré con cada una de tus peticiones, así que espero también puedas hacer lo mismo con lo que pido—aclaro—. Sobre el dinero, también puedes tener la confianza de que será una buena remuneración y de qué no habrán inconvenientes al respecto.

—Claro, por supuesto.

El silencio se hace entre nosotros una vez más. Quisiera continuar la charla, cambiar de tema y hablar de cosas vanas y sin sentidos, pero no lo veo adecuado por lo que opto por callar y terminar mi café.

—¿Deseas comer algo? Puedes pedir lo que sea —ofrezco, sin embargo su respuesta es una negación rodunta.

—Gracias, pero no. Ya es hora de que me vaya —siento decepción ante sus palabras, mas acepto que existe una barrera invisible entre nosotros que jamás deberá de ser cruzada—. Puedes enviarme un mensaje sobre el día y la hora en que deseas que nos reunamos con tu mamá.

—Está bien.

—Bien, entonces —se agacha un poco a manera de despedida y abandona la cafetería tal cual llegó.

Dejo escapar un suspiro y regreso a mi asiento, empezando a sentir el peso de las mentiras que seguiré diciendo y del engaño en que he obligado a otra persona participar.

Soy una horrible persona.

*Total de palabras: 1004.

Perdí la cuenta de las veces que me detuve para poder escribir este capítulo -_- pero finalmente está aquí ♡ ahora a ver cuándo puedo volver a actualizar jdjaja :(