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01. "La familia perfecta"

Kim Namjoon

Suelto los cubiertos con demasiada fuerza, causando que el sonido de estos chocando contra la porcelana de los platos haga eco en el enorme salón comedor.

—¿Acaso estás demente? —espeta "mi padre", con un tono de evidente reproche en su voz—. ¿Eso es lo que le enseñas a este niño? —se gira hacia mi madre—, ¿a ser un irreverente?

Me enoja la manera en que le habla y ella, en lugar de rebatir o decir algo al respecto para defenderse, solo calla. Esa actitud sumisa la he visto desde que tengo uso de razón.

—Al menos, ella busca enseñarme algo —empujo la silla con violencia, dejando claro mi estado de ánimo actual—, en lugar de ser un padre ausente que lo único que sabe hacer es reprochar algo que ni se ha tomado la molestia de explicar con atención.

Me pongo de pie y le pido perdón a mamá con la mirada, porque sé que será ella quien tendrá que lidiar con ese rinoceronte embravecido una vez yo regrese a mi habitación.

—¿Qué has dicho? Tú, mocoso...

—He terminado de comer. Buenas noches.

No hago una reverencia, no muestro más respeto, no hago nada. Simplemente me alejo de ahí buscando un sitio en esta enorme casa en la cual pueda respirar con tranquilidad.

—Ko Yulmi, ¿es eso lo que le enseñas a tu hijo? —es lo último que escucho antes de volver a mi habitación y encerrarme en esta.

Hace unas semanas atrás estuve en casa de Hoseok y el señor Jung me dio un consejo, motivándome a mantener una charla sincera con mi padre. Pero de verdad es imposible intentar hablar con ese anciano senil. Es cerrado a su opinión, lo que él dice eso es y no hay punto de discusión, sin importar lo equivocado que pueda estar el hombre. Es frustrante tener que convivir con este espécimen durante más tiempo, pero aun no puedo irme sin fijar primero una meta clara o un punto de donde poder iniciar de cero.

Estoy seguro que, una vez salga de esta casa, no podré volver a entrar.

Entro a mi habitación cerrando la puerta con fuerza, a pesar de que es imposible que mis progenitores escuchen debido a la inmensidad de esta vivienda. Cuando era pequeño, me gustaba porque podía jugar a las escondidas con mi nana y tenía varias opciones para esconderme. Pero conforme fui creciendo y después del despido inesperado de la mujer que me cuidó mejor que mi propia madre, empecé a odiar cada espacio de este lugar. Lo único que aún veo como un gran tesoro es el jardín, que siempre está bien cuidado y me hace evocar los momentos de mi infancia en que jugaba con mi nana.

Han pasado años desde la última vez que la vi, a duras penas si consigo recordar su rostro, pero mi memoria aún conserva el eco de su risa y eso es suficiente para mí; sobretodo en momentos como estos en donde quisiera desaparecer de la faz de la tierra.

Cubro mi rostro con la cara interna del brazo derecho y me ordeno no dejarme llevar por las emociones, por ese grito silencioso que suelta mi mente pidiéndome liberar las lágrimas. Estoy cansado de llorar por culpa de quien una vez pude llegar a ver como un héroe. Ahora, cada vez que lo veo, deseo no haber nacido en esta familia; si es que acaso se le puede llamar así.

No presto atención a nada a mi alrededor, ni siquiera al tiempo que transcurre, pero el leve sonido contra mi puerta me obliga a ponerme alerta. Afino los oídos para prestar mejor atención al sonido y descubro que es mamá. Me apresuro a abrir la puerta y dejarla entrar; lo hace en completo silencio, mirando todo en el interior como si estuviese descubriendo un nuevo mundo. Pero es entendible, teniendo en cuenta que hace muchos años que no está aquí.

—¿Puedo ayudarte en algo? —el tono de mi voz es calmado, diferente al de hace un momento atrás.

—¿Me puedo sentar? —pregunta señalando uno de los enormes cojines que hay en una esquina, asiento—. Tu cuarto se ve diferente...

—Porque lo es —no planeaba sonar borde, pero así como se ha escuchado mi respuesta. Me aclaro la garganta para que mi tono vuelva a ser más suave—. ¿Necesitas ayuda con algo? —insisto saber.

—Cariño, ¿podrías tratar de llevarte mejor con tu padre?

Su pregunta no me sorprende, pero sí me genera una leve molestia. Esto no depende de mí, sino de él.

—No lo entiendo —digo en cambio, mi mirada ahora fija en el suelo maderado de mi habitación—. ¿Cómo es posible que...?

Niego con la cabeza, no queriendo continuar.

Mi madre, Ko Yulmi, es una mujer de físico atractivo; pero no todo se resume a eso, por supuesto. Ella es inteligente, demasiado, lo cual me lleva a cuestionarme sobre la razón por la que sigue casada con mi padre cuando está claro que puede valerse por sí misma. Tiene un masterado en Finanzas, además de una licenciatura en Pedagogía que le sirve para ser maestra.

—Mi cielo... —se pone de pie e intenta acercarse, pero lo impido retrocediendo.

—Por favor, déjame solo —pido.

La situación con mis padres es más delicada de lo que en realidad parece. A ojos de los demás, podemos ser catalogados como la familia perfecta, pero no somos más que simples extraños conviviendo en la misma casa.

Mamá no dice nada, solo asiente y se marcha en silencio. Mientras que yo quedo con un nudo en la garganta y mil dudas envolviendo mi mente.

*Total de palabras: 933.

Mi pobre bebé :(

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