̷P̷R̷Ó̷L̷O̷G̷O̷
AZUL PERFECTO

Y AQUÍ ESTABA, el sueño otra vez.

El viento tiraba de su pelo castaño oscuro,
llevándoselo en la brisa para azotarlo contra la piel pálida.
Las olas rompían en la costa y se hacían añicos como el cristal,
brillando a la luz de la luna, una chispa de azul contra la
impenetrable oscuridad de la NOCHE.

No estaba destinada a estar aquí. Lo sabía muy bien,
podía saborear su miedo en la boca, tan amargo en su
lengua. Pero las cosas que no estaban destinadas a pasar
cada segundo de cada minuto de cada día y
ante ella, brillante como un regalo recién envuelto el día de
Navidad, estaba la OPORTUNIDAD.

Se escondió a plena vista, envuelta en el almidón blanco de una
bata de laboratorio. Escaneó su identificación, el trino de aceptación sonó en sus
oídos. Desde arriba, un opresivo ojo digital giraba sobre una montura
y la paranoia le picó, pero la singularidad de su propósito la hizo a un lado.
Por la mañana, ella se habría IDO.

Tubos de plástico. El pitido constante de su propio corazón. Luz
azul, pantallas azules. El mundo en imágenes, hojeado como
un pase de diapositivas. Padecimiento, enfermedad, germen, enfermedad, infección, microbio, microorganismo, patógeno, enfermedad, bacilo. 
LEBENSPHILOSOPHIE.

—Hay cosas ... y hay ... desconocidas y en ... están las puertas de ... — - ... Huxley.
Ella entrecerró los ojos en las palabras hasta que fueron nada
más que líneas de código en una pantalla, el binario puro de 1s y 0s y
todo y NULO.

Deslizándose, arrastrándose, con las manos regordetas de juventud sobre la
suciedad del suelo del garaje. Concreto frío, hielo agarrando las articulaciones.
Ojos jóvenes siguiendo la luz, hasta la forma imponente de
las manos de su hermano, hábiles y rápidas y azules, azules, AZULES.

AZUL PERFECTO.

Y ENTONCES NO había nada.