Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

ii. departamento de policia

capítulo dos: departamento de policía

          LYNETTE ESTABA CAMINANDO POR UNOS CALLEJONES CON DELICADEZA, INTENTANDO PASAR DESAPERCIBIDA DE LOS ZOMBIES QUE SE ENCONTRABA POR AHÍ. Ya había matado a un par, quitando a los tres del principio.

Justo estaba por rodear un camión de reparto pero de repente un estruendo bastante alto se escuchó a unos cuantos metros de ella. Parecía que había estallado un coche en llamas.

Pero... ¿Quién podía haberlo hecho? ¿Un zombie? No lo creía. Pensaba que podía haber sido algún sobreviviente del desastre así que tomando más carrerilla siguió el rastro de fuego y humo que se desprendía por el cielo.

Solo tardó cinco minutos en llegar, pero no vio a nadie. Al parecer un camión había chocado con un coche patrulla de la policía y las dos habían explotado. Todo eso lo estaba viendo desde una esquina, pues si se acercaba más los zombies la descubrirían y entonces la empezarían a perseguir como si de una presa se tratase.

—Mierda, es mejor irse de aquí, hay demasiadas de esas cosas. Primero pasaré por la estación de policía, necesito más armas y munición. No creo que llegue solo con una caja de 24 balas.— dijo en voz baja. Si tenía 24, y repartía 12 para cada pistola, estaba más que segura de que pronto moriría por escasez de balas.

Decidida, salió del rincón y se dirigió a la estación. Recordaba perfectamente dónde estaba y cómo ir. Hace tres años iba todos los días a visitar a su padre adoptivo y a Leon, que siempre lo acompañaba para saber cómo era el trabajo de un verdadero jefe de policía. Por si algún día él llegaba al mismo puesto que John.

De un momento a otro, sintió como uno de los muertos vivientes se le había echado encima. Sintió como sus destrozados dientes se clavaban en su suave piel, destrozándolo por completo. Lyn gritó con agonía y le intentó hacer una llave, pero antes de que eso sucediera, algo más o mejor dicho alguien más, se lo quitó de encima.

—Espero que sigas viva, extraña.— dijo una suave voz. Parecía la de una mujer. La de coleta se giró con dificultad y observó a una chica que parecía más joven que ella. Tenía el pelo largo negro y suelto, llevaba puestas unas gafas de sol, no sabía por que las usaba en un momento así, y una chaqueta vaquera negra, a parte una camisa blanca y un pantalón con tirantes negro.

—Gra-gracias... si no hubiera sido por tí ya me hubiera muerto.— agradeció la fémina. Giró un poco su cabeza y miró con cuidado la herida. Hizo una mueca de disgusto y dolor.

—No hay problema. Pero ten más cuidado la próxima vez. Soy Naella, Naella Wong. — se presentó la pelinegra con una sonrisa. No había notado la herida de Jones.

—Lynette Jones, y de nuevo gracias. Te debo la vida.—

—Da igual. Por cierto, ¿Has visto a esta mujer?— de su bolsillo derecho sacó una foto con una mujer igual a ella pero con pelo corto y vestido rojo.

—No, lo siento. Espero que la encuentres.— se disculpó la castaña.

—Dios, es bastante escurridiza. Se me escapa de todas todas.— suspira Wong.

—¿Podía preguntar algo?— preguntó Lynette, la otra chica asintió.— ¿Quién es si se puede saber?

—Solo te puedo decir que es una persona muy importante para mi. El resto es clasificado, lo siento.— la de ojos marrones le restó importancia.— ¿Ibas a algún sitio en concreto?

—Ha la estación de policía, necesito más munición para mis HK. No creo que me baste con 12 para cada una.—

—Perfecto, pues te acompaño. No tengo nada más importante que hacer a parte de buscar a esa arpía.— "vaya, que importante es esa persona" pensó la castaña con sarcasmo.

Naella iba a empezar a caminar por delante de la fémina, se sabía el recorrido hacia el departamento de policía, pero paró al ver como la sangre escurría por el hombro de Lynette.

—Es mejor que te tapes eso. ¿No querrás que nadie te dispare, verdad?— le aconsejó la pelinegra.

—Claro, no quiero morir todavía.— intentó reírse la castaña, pero solo le salió una mueca. De su mochila sacó una camisa y le arrancó un trozo, seguidamente se lo envolvió en su brazo derecho. Gimió de dolor.— Bien, estoy lista.

Al ya estar listas, partieron hacia el departamento de policía. Las dos estaban sumidas en un completo silencio, no por incomodidad, si no porque los zombies las escucharían y vendrían a por ella. Sus mirada estaba dirigidas a sus enemigos no vivos.

En unos minutos, notaron las grandes letras que ponían al principio de la entrada a la estación, "R.P.D".

Lynette se acercó a las rejas de la puerta y comprobó si estaba cerrada, y en efecto, lo estaba.

—Habrá que buscar otra manera de entrar, está cerrado por aquí.— avisa la militar.

—Puede que haya una puerta por la derecha, parece ser un parking.— Naella se había alejado un poco y tenía su mirada puesta en el parking del departamento.— Y... parece haber alguien.

—¿Alguien? ¿Vivo o muerto?— preguntó con el ceño fruncido.

—Vivo, y parece ser una chica. Parece estar hablando con alguien.—

—Pues vamos, es bueno estar con más sobrevivientes.— pero antes de que se acercara a su nueva compañera, un grupo de zombies se hicieron presentes. Lynette podría con ellos.— Ve, Naella. Puedo con esto.

Con una sonrisa, sacó sus dos pistolas de su cinturón y la cargó con sus últimas balas.

—Fui militar durante dos años, querida. He experimentado cosas peores, ésto no es nada. Vete. Ya te pillaré.— miró a los seres no vivos y los apuntó con sus HK.

—Esta bien. Ten cuidado.— con esta última palabra corrió hacía la chica y la persona con la que estaba hablando.

—Bien, estamos solos chicos. Vosotros contra mí.— las HK empezaron a echar balas, había comenzado a disparar.— Tomar lo que os merecéis, cabrones.

Poco a poco, los zombies se fueron cayendo al suelo, muertos de una vez por todas. Cuando no había ninguno más en pie, Jones bajó las armas y las guardó de nuevo en su cinturón. Para estar segura los remató con su cuchillo y entonces, al ya estar 100% segura se fue con Wong.

—Ya estoy. He acabado con ellos en unos segundos. No eran tan resistentes a decir verdad.— se rió Lynette.

—Me alegro. Jones, te presento a Claire Redfield.— le presentó a la pelirroja.

—Encantada Claire, soy Lynette Jones. Por cierto ¿No había alguien contigo, Claire?—

—Oh, si. Pero se ha tenido que ir. Tenía algo importante que hacer. Después de que se fuera Naella me ayudó con un par de zombies que había por aquí.—

—Vale vale, me alegro.— les sonríe la castaña.— Oye, espero que no os moleste, pero necesito entrar a la comisaría. No me quedan balas.

—Tranquila, podemos esperarte aquí.—

—No, iros. Buscar un refugio. Aquí no estaréis seguras, no hos lo recomiendo.—

—Pero...— Claire no pudo terminar porque Lynette la detuvo.

—He dicho iros. Más zombies pueden venir en cualquier momento. Estaré bien, tranquilas.—

—Bien, tú ganas. Pero ten mucho cuidado.— advierte la pelirroja señalandola con el dedo.

La de pistolas HK sonríe y se encamina hacía la puerta de la reja. Claramente sabía que estaba cerrada, pues si no Claire hubiera entrado. Así que empezó a escalar y antes de saltar hizo un mortal, quedando de pie.

—Desearme suerte, hasta luego chicas. Tener cuidado.—

—Jones.— ésta se dió la vuelta.— Toma mis gafas, por si ves a mi "querida" familiar. Si la ves, dáselas, haber si se acuerda de mí la muy zorra. Y llévatelas puestas, no quiero que se te caigan.— se burla la pelinegra.

—Claro, de cartera personal, perfecto.— las tres se rieron por el comentario de la militar.— Ahora, sin más preámbulos, me despido de ustedes. Chao.

Lynette subió las escaleras y entró a la comisaría, poniendo sus cinco sentidos en alerta. No volvería a cometer el mismo error como cuando ese zombie se abalanzó a ella y le mordió el hombre.

—Joder, aquí hay más zombies que en la calle.— al no tener más munición para sus HK tuvo que arreglárselas con su navaja y el cuchillo que había agarrado de la cocina de Leon.

Se acercó a uno y le clavó el objeto en la yugular, matándolo al instante. Más de esas cosas se acercaron a ella a paso rápido y ella repitió lo mismo. Acuchillándolos en la cara o en el cuello. No caerían al suelo si lo clavaba en otra parte del cuerpo.

Fue haciendo lo mismo durante diez minutos seguidos, sin parar. Al acabar con todos ellos al fin pudo respirar tranquilamente, si que era cansador estar haciendo lo mismo durante un tiempo indefinido.

—Dios, malditas cosas que no mueren. Sí que me habéis cansado más de lo normal.— con su mano se quitó el sudor de su frente.— Será mejor que busque ya la munición. No podré seguir todo el rato con los cuchillos.

Salió del pasillo y entró a una habitación, al estar todo oscuro no se veía nada. Por suerte, en el suelo, al lado de ella, pudo ver con poca claridad que había una linterna. La cogió y la encendió, menos mal que funcionaba.

Cuando iluminó el cuarto se relajó al no ver ningún rastro de esas cosas. Pero si estaba desordenado, todo estaba hecho un desastre. Caminó por alrededor de las mesas buscando munición o algo más para defenderse. Más apartado de éstas, en una de las cajas, ponía "Munición", por lo que intuía que ahí estaba lo que necesitaba.

Se acercó a ésta y la abrió, y en efecto, se encontraban dos cartuchos de balas. 50 balas en cada una. Eran perfectas.

Lynette sonrió y las guardó en los bolsillos de su pantalón, no sabía cuándo las necesitaría así que era mejor tenerlas a mano. Como ya no tenía nada que hacer en esa habitación se fue a investigar por la comisaría.

Era la comisaría donde había sido arrestada por primera vez, y donde conoció a John y a Leon. Bonitos pero dolorosos recuerdos. Dejando sus pensamientos a un lado, siguió con su camino.

Por el camino se encontró a unos cuantos zombies, por lo que los fue matando con el cuchillo. No quería gastar sus balas todavía. No sabía porqué, pero intuía que algo peor se encontraría más adelante, por lo que no gastaría ninguno y seguiría usando sus dos cuchillos. No era el momento.

—¿Por qué hay tantos?— se preguntó a sí misma. De repente, un ruido de una bala se escuchó en todo el edificio. ¿Había alguien más?— Espero que no sea un zombie aprendiendo a disparar. Porque la llevo clara.

Jones apresuró su paso y siguió el ruido del disparo. Salió del pasillo, bajó unas escaleras y se encontró con la gran estatua de la comisaría, estaba en la entrada del departamento.

Por suerte, no había ningún ser no vivo así que dejó de estar alerta. Pero si vio algo, o mejor dicho a alguien, un policía herido al parecer.

—¡Señor! Oh por dios, ¿se encuentra bien?— preguntó con prisa y nerviosismo. Era la primera vez que veía una herida de tal magnitud y profundidad.

—No pasa nada, señorita. Aún así moriré pronto.— le quitó importancia el hombre de tez oscura.

—No, no morirá aquí. Tengo que llevarle a un hospital.—

—Ja, que irónico.— la castaña lo miró con rareza.— Otro chico, hace cinco minutos estuvo aquí, me dijo lo mismo.

—¿Otro chico?—

—Si, uno rubio. Había dicho que era su primer día como policía. Se acaba de ir por el pasadizo de la estatua. Seguro seguirá cerca. Puedes escapar por ahí, los medallones todavía están puestos. Solo tienes que quitar uno y colocarlo de nuevo.—

—Pero no puedo dejarlo aquí, solo y herido.—

—Señorita, pronto me convertiré en una de esas monstruosidades. Antes de llegar a un hospital andaré comiendo personas por ahí. Así que no vale la pena. Váyase.— con una mueca de dolor se sujetó la parte de las costillas, donde le habían mordido.

—Pero...— la detuvo de nuevo.

—Es una orden, señorita.—

—Perdón señor, pero usted no es mi superior.—

—Lo soy. ¿Es militar cierto?— ella asintió.— Pues debe hacerme caso, cabo. Soy jefe de ésta comisaría, y tú estás aquí, por lo que tiene que hacerle caso a sus superiores. ¡Váyase!

—S-si, señor.— con tristeza caminó hacía la estatua y le quitó uno de los medallones, justamente el del medio. Luego lo puso de nuevo y la entrada secreta se fue visualizando. Con una última mirada miró atrás y lo saludo con el mítico saludo militar. Con el cuerpo recto y su brazo derecho en la frente. El policía repitió lo mismo como pudo.

Seguidamente, entró por la entrada y ésta se fue cerrando. Dejando al pobre hombre que servía a la ley solo y moribundo.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro