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5 • Senderos del Cielo

~La Mënsajera de Guïdian~

"Al emprender el viaje que te corresponde, tendrás que dejar atrás a cualquier ser que pueda impedirte llegar al final. Solo así podrás ser"

Por decretó de Teroz (el Rey fallecido y padre de Gall segundo el ahora Rey), los duques y marqueses debían hospedarse todos en Ascensum; Nunca debajo. Y era por muchos motivos: seguridad, comodidad, proximidad y sobre todo para mantenerlos vigilados.

***

Después de la reunión, el grupo de nobles abandonó el salón de reuniones con una extraña sensación. Como si la energía vital en el aire que respiraban estuviera ligeramente contaminada, era como si el aire fuera más denso; haciéndolo incluso difícil de inhalar. Y podía ser común sentir una sensación así después de que el Rey no dejará en claro cual era ese plan para rescatar a la reina Cinfonï. Sin mencionar la posibilidad de que la naciente unión entre los pueblos hostiles y los piratas, terminara por iniciar una gran guerra.

En realidad, todos no estaban preocupados por el bienestar de la reina Cinfonï, más de lo que si podrían estarlo por la guerra.

De alguna forma, lo que veían con sus ojos, los hacía sentir tranquilos. Y con motivos. Ya que tenían recursos de sobra, armas y un ejercito numeroso para hacerle frente a cualquier ataque proveniente del pantano. Incluso, alguno de ellos llegó a pensar que el ejército de Näbrozia, podría vencer a los piratas una y otra vez, si después de vencerlos a la primera no fuera suficiente.

Se sentían seguros. Además no podían esperar que una unión entre hostiles y piratas fuera a dudar más de una o dos temporadas.

¿Cuanto duraría la unificación de los pueblos hostiles? No mucho.

Pensó más de un duque.

Quizás tenían una cultura semejante y eso podría hacer que se identificaran entre sí, quizás. Pero con todo y eso, se sabía que los voceros de cada pueblo hostil, carecían del entendimiento básico sobre el significado de trabajar unidos. Por lo que ese intento de unificación de las tierras de la antigua Ramakunda, tarde o temprano, pero... mas temprano que tarde... terminaría.

"¿Porque preocuparse por eso?"

Aún sí durará la unión de los pueblos hostiles, y decidieran atacar a Däzur, y hacerse con ese territorio, lo mas probable era que el heredero impulsivo de Teroz ordenará exterminar de la faz de la tierra a los pueblos hostiles y todo lo que habitara en los pantanos. Eso era cuestión de tiempo. Si Teroz Gall y Garmin Corzer, habían tenido misericordia de ellos (si al trato que le dieron se le puede llamar misericordia), Gall Segundo no la tendría.

Y a Cinfonï..., pues, si nunca dieran con su paradero, o peor, si la asesinaran los piratas, sería entonces un mártir para Däzur, un símbolo de la lucha por la libertad, un ejemplo de entrega y valía por amor a su pueblo, a ella le fuera gustado ser recordada como una heroína. Aunque la forma en la que había sido raptada no era precisamente un acto heroico, y ella lo sabía. No era así como le gustaría terminar, eso debía pensar donde sea que estuviese.

Es preciso resaltar, que no todos tenian este sentimiento de tranquilidad, en cuanto a la posibilidad de entrar en una guerra extendida por todo el territorio.

¿Cuando alguno de ellos había participado o había sido testigo de una guerra?

Es decir, una guerra contra una nación real y con un ejército real, masivo. Y aunque hacia más de un siglo que distintos grupos de bandidos nacidos en los pueblos hostiles atacaban y robaban a las aldeas y ciudades de la frontera oriental, una y otra vez. Tambien así, una y otra vez, el rey Garmin los mantuvo a raya, derrotándolos agresivamente, retomando los territorios y conquistado nuevas tierras en dirección al pantano.

Con todo y eso, a esos ataques defensivos y conquistas de pequeños territorios, no se le podía considerar una guerra, o más bien, a esos atacantes no se les podía llamar ejército. Eran solo grupos que atacaban al azar, por avaricia y supervivencia, bandidos que buscaban hacerse ricos robando los ganados termiticos de los pobladores en la frontera oriental, nada más, ellos no constituían un ejército.

Según lo escrito en los libros memoriales por los escribientes: la última guerra contra otra nación había tenido lugar hacia más de ochocientos años. Y esa era solo una estimación aproximada, porque la medición del tiempo habia ido cambiando con el paso de los siglos, por lo que quizás, aquella guerra había tenido lugar en una época aún más remota.

¿Pudo haber sido hace más de un milenio? Talvez o... ¿menos tiempo? Es probable, quizas.

En todo caso, el más viejo de ellos que era el marqués del Oriente: Chagör, contaba solo con sesenta y ocho años. Lo que deja en claro, que ni siquiera él, el noble político más antiguo, había podido ser testigo de aquella guerra de tiempos ya olvidados.

Habían entre ellos quienes si temian a una guerra, y no por el temor de perderla, si no por otras razones. Porque les resultaría en pérdidas materiales, y claro, mucho peor, habia una alta probabilidad de que perdieran sus privilegios, si no mostraban ser útiles durante esa guerra; eso en caso de que sucediera.

***

El grupo de hombres se desplazaba sin afán, todos vestidos con trajes coloridos, acordes con el vivo paisaje verde y azul de la elevada Ascensum. Recorrían juntos y a pies, uno de los senderos que los llevaría a las moradas de reposo y deliberación. Un pequeño castillo con una quincena de habitaciones y un salón central donde la corté del rey debatía las estrategias que luego eran presentadas ante él.

En aquél grupo de nobles y sus criados, algunos de ellos se conocían bien, es decir, los mas veteranos.
Los años y la proximidad de los territorios que gobernaban les habia permitido forjar incluso, amistades.

Los más jóvenes, por su parte, fuera por poner en practica la cautela, se mostraban discretos y reservados.

"Es mejor escuchar que hablar a la ligera y ser mal entendido por expresar una idea de la forma incorrecta".

Les decía siempre Chagör a los duques y marqueses más jóvenes. Aunque estos duques y marqueses neófitos, por falta de sensibilidad auditiva y por la ceguera causada por el ego de la juventud, aplicaban el concejo solo en las reuniones del concejo. Nunca en sus territorios, donde eran considerados injustos y avaros. Alguno podría ser la excepción, pero el grupo de los mas jóvenes estaba estigmatizado, aunque ellos ignoraban esa mala fama.

Fälamo, era el más sobresaliente de los duques jóvenes, encargado de una de las ciudadelas más próximas a Teparsyn. Una de las penta ciudadelas, que servían como cerrojos y vigías del corazón del reino.

Las cinco ciudadelas cumplían también el rol de procesadores de las materias, en ellas se fabricaba la mayor cantidad de enceres domesticos a base de metal, piedra, madera y porcelana; en ellas se encontraban los talleres de tejedores, carpinteros, orfebres y herreros más famosos de todo el mundo.

Gamarsyn, era el nombre de la ciudadela a cargo de Fälamo, estaba situada próxima a Teparsyn, a unos tres o dos arboles de distancia, dependiendo la ruta que se usará para llegar a ella. Podría ser bien un suburbio más, de la ciudadela central, debido a la evidente proximidad, pero contaba con la distinción de ciudadela y también tenía un gobierno de ojo distinto al de Teparsyn. La distinción había sido otorgada por el mismo Teroz; algunas décadas atrás. Y de alguna forma, Gamarsyn y las otras cuatro ciudadelas, merecían la distinción, ya que cumplían con las demandas mercantiles y regulaban de manera efectiva, el tránsito de los habitantes, o eso parecía.

A Fälamo le hubiera resultado ajeno ser de una forma distinta a la que ya era, porque las circunstancias de las que había trascendido su afortunada vida, lo habían llevado a ser el prospecto de noble al que se le creería que es hijo del mismo Infinito, si los escribientes hubieran predicado que lo es.

Fälamo se movía sin fingimiento, con un porte glorioso debido a su recta postura natural que lo hacía parecer mas alto que los otros aunque no fuera así. Caminaba siempre erguido, dando la apariencia de ser muy seguro. Él mismo sabía que nadie más en Näbrozia, ni en el mundo que conocía, podría tener un cabello mejor cuidado que el de él.
Ni aún el mismo rey, Gall Segundo. Su cabello no era largo, algun pequeño rulo podia desbordarse sobre sus orejas medianas, pero no irían más allá de ahí, ni tampoco pasarían más alla de debajo de su nunca. No era un cabello rubio amarillo comun, no. Era más un bronce lustrado, un inusual color metálico radiante, del que solo gozan las mujeres por don de Infinito. Quizás de ahí venía aquella apariencia de dios, herencia genética de su madre, una mujer mayor, pero con la belleza de su juventud intacta y en efecto fortalecida.

Ni hablar de la mirada suave de Fälamo. Sus ojos eran como los cielos pálidos de media mañana, cielos blancos, iluminados por sus soles verdes, sí, verdes, como las hojas de los robles nacientes en la primavera.

Junto a él caminaba Captiän, duque de la penta ciudadela del norte, Oparsyn. Su aspecto era discreto, quizás por el color negro de su vestiduras. Llevaba una camisa negra de mangas largas y por debajo, llevaba el chaleco sin mangas de tela rígida, de un negron más pálido, y con dos quincenas de botones de bronce en fila vertical del lado derecho. Estos botones de bronce le amarraban el pectoral cuadrado y bajaba hasta su cintura. El cinturón de tripas de abejón le ceñía el ajustado pantalon negro, que seguros debía estar hechos con fibra natural teñida en con tinta de brea, que le daba un aspecto cromático. No era raro usar pantalones del tipo brillante. Por el contrario ese esa un brillo considerado mate, modesto. Ya que las vestimentas brillantes eran la moda.

Si alguien llegó a pensar que Fälamo podía ser comparado con el Sol, entonces Captiän sería el Ónice. Porque siempre vestia trajes de cortes oscuros, con broches de bronce o plata, y argollas de acero por el revés de la camisa. Por lo general usaba una capa negra cuando estaba en su fortaleza en Oparsyn, pero no en Ascensum. A nadie le era permitido usar capaz en Ascensum, solo al rey. Captiän caminaba y escuchaba atento lo que Fälamo le decía con voz de aire y entre dientes. Apenas movía los delgados labios de su pequeña boca.

-Ya viste como trató Gall al duque Dogor y la forma en la que alzó la voz al hablarle al General Saturno? ¡Hmm! -Pujó Fälamo -Eso deja poco que pensar sobre como nos puede tratar a nosotros siendo los duques menores.

Captiän, no se volteó a mirarlo. Delante de ellos a unos Ochoa paso de distancia caminaban otros nobles, los marqueses del norte y el occidente junto al marqués Chagör. El marqués del norte volteó a mirarlos, y Captiän entorno los ojos y asintió como un gesto de saludo. El marqués volteó a mirar al frente y continuo la conversación con sus colegas. Estaba demasiado lejos para escuchar algo.

Que volteara a mirar había sido una mera casualidad.

-Coincido contigo en pensar que debemos cuidarnos las espaldas más que nunca. Y más si se desata una guerra -dijo Captiän, midiendo el volumen de su voz -Si hasta ahora no fuimos buenos practicantes de las teorías políticas, pues este es el momento de ponerle seriedad a nuestra labor.

-¡Exageras! -Bufó Fälamo, dando un golpecito con el codo a Captiän en el brazo -...Digo, Sí, pero no es como para tanto. Una guerra no nos afectará como piensas. Por el contrario nos beneficiará -se le dibujo una sonrisa -Cobraremos más impuestos a los comerciantes externos y con suerte venderemos las mercancías al doble del valor. Una guerra nos conviene, no nos afecta.

-No lo sé, no estoy tan seguro de que Gall nos deje vender y cobrar impuestos para hacernos más ricos mientras el libra y paga la guerra -Captiän frunció el ceño -Por el contrario, será él, quien nos cobre el doble para financiar la guerra y mantener a los ejércitos. Sin mencionar que esperará que hagamos aportes voluntarios para dicha causa. Piénsalo bien, una guerra si nos afecta.

-¿Vez? El nos cobrará más. ¿Que impedirá entonces que nosotros hagamos lo mismo con los comerciantes que pasen por nuestras ciudadelas? Esa será nuestra excusa: "el rey ha subido los impuestos". Ya está, eso diríamos, y la gente obedecería.

-Debemos ser cautelosos. Dogor mencionó que estás cosechas no fueron las mejores. Y el invierno está a la puerta. La gente va a preferir comprar comida antes que invertir en materias primas ¿y sabes que significa eso? -hizo una pausa -Que no habrán comerciantes cruzando las ciudadelas, si no que se quedaran vendiendo cachivaches a los aldeanos en las aldeas más alejadas para evadir el cruce por las ciudadelas. Y espera, no digas nada. Porque sí, ya se que dirás que no me preocupe porque ellos no ganarán lo mismo y que se verán obligados a venir a las ciudadelas. Pero no es asi. Lo que esos comerciantes vendan a las aldeas, les bastará para no perder sus gemas de base y ganaran un poco más, aunque no será mucho. Pero eso, les será suficiente para que sobrevivan a duras penas. Pero sobrevivirán. No lo sé Fäla, no me siento tan optimista como tú. Ojalá me esté equivocando -Miró a Fälamo con una expresión seria.

Fälamo volteó a verlo sin bajar su mentón -ya veremos qué pasa si los rumores de guerra se vuelven realidad, lo que también es poco probable. El ejército de Teroz... Digo, de Gall segundo, es lo suficientemente grande para repeler una guerra sin dejar que pase de Arba. Con mucha suerte, quizás sí...y eso, solo si sus ropas estan hechas con fibra de tréboles de cuatro hojas. Sí, solo de esa forma los piratas llegarán hasta Captolia, y nada más. Y al decir Captolia, créeme... ni siquiera puedo creerlo al decirlo. Nada pasará. Esa unión terminará antes de lo que canta un Canario.

Fin del capítulo 5
🌿GEMASHEY:
La Mënsajera de Guïdian

~Litbluem~

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