Nuevamente se encontraba en los pasillos de los casilleros esperando a que Ron termine de hablar con Mery sobre quién sabe qué.

Sentía rabia, tristeza, un conjunto de esas emociones a las cuales no le hallaba nombre.
Sin más sacó un lápiz y papel para matar el tiempo, escribiendo versos sobre cómo se sentía ya que no podía contárselo a nadie. En realidad no tenía nadie que lo escuche y obviamente no se lo podía decir a Ron.

Sin darse cuenta terminó escribiendo una carta de amor más cursi que las declaraciones de la Rosa de Guadalupe y tan dulce que te hubiera dado diabetes. La arrugó y la tiró dentro de su mochila, no era la primera vez que escribía una.

Sintió unos pasos dirigiéndose hacia él de manera tranquila.

-¿Otra vez con ella?- preguntó a su amigo una vez lo cargó sobre su hombro. Llevaba buen tiempo conversando con Mery, quizás Ron no note sus intenciones, pero Little Man sí, y le hacía hervir la sangre.

-¿Por qué, estás celoso?- sonrió juguetón en lo que le tocaba la mejilla una y otra vez. Le gustaba el tacto que ambos tenían. No fue hasta notar como el más pequeño se puso nervioso para seguir jodiendo con el tema como buen amigo que es -Sólo somos amigos - dijo.

-Pfft, me llega lo que hagas con tu vida, ¡por mí ligate a quién quieras¡ a la auxiliar, a la presidenta del colegio.
Pero no a ella, es una simple, egoísta, gritona y acosadora. Eres guapo, podrías andar con quién quieras, incluso con…-

-Me refería a Mery, yo…creí que te gustaba Mery- interrumpió algo avergonzado.

Little Man se dejó de hablar de inmediato, estaba hecho un tomate de lo carmesí que sus mejillas se habían coloreado.

-¡Olvídalo! era una joda- le dijo con las palabras entrecortadas, tartamudeando débilmente a causa de los nervios.

El camino a casa fue incómodo para ambos. Ron seguía asimilando el hecho de que su mejor amigo piense que es guapo, capaz de ligarse a cualquiera. Little Man se estaba golpeando mentalmente por hablar sin pensar.