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𝟏𝟓, ¡un aventurero y una princesita! extra.
















1990. Fuerte Apache.




Candelaria Romero, con apenas once años (recién cumplidos) corre por la calle, tratando de escapar del acoso de unas niñas mayor. Su corazón late con fuerza, y sus ojos reflejan la inocencia que aún conserva a pesar de la cruel realidad que la rodea. No entiende porque es el blanco de su maltrato, y en su mente infantil, se pregunta qué pudo haber hecho para merecerlo.

Las risas burlonas desaparecen en el aire cuando la niña dobla en una calle. Sin embargo su escape se ve interrumpido cuando tropieza con sus propios pies. El impacto la hace caer de rodillas, y el roce con el suelo raspa su delicada piel infantil.

Un dolor punzante recorre sus rodillas mientras las lágrimas comienzan a emerger en sus ojos. Candela, sintiéndose vulnerable y herida, se aferra a sus rodillas raspadas con las manos, tratando de contener el llanto. Sumida en su llanto se asusta al escuchar un grito infantil, al levantar la mirada se encuentra con un niño casi de su misma edad, que vestía una remera de boca juniors.

Parece que te caite' feo, che. ¿Siempre te cae' así de seguido?—cuestionó con una sonrisa, mostrando una dentadura algo amarillenta—¿so' de acá? ¿So' rubia teñida? ¿Sabe' hablar o no?

El pequeño comenzó a bombardearla de preguntas haciendo que esboce una pequeña sonrisa mientras limpia sus lágrimas.

  —Obvio que se habla', no sé porque me preguntá' eso.—responde limpiando sus rodillas.—e' rubio natural, y muy lindo.

Agregó haciendo énfasis en lo último.

—E' una joda rubiecita—aclaró examinando a la niña—dale pulga levántate, e' para hoy.

¿Pulga? ¿Que era ese apodo? Algo atontada se levantó con un una mueca de dolor, al estar de pie revisó sus rodillas que se encontraban llenas de sangre y polvo.

   —¿Cómo te llama'? Mi mamá dice que no tengo que habla' con desconocidos.—explicó agitando sus manos a la vez que hablaba.

Sánchez, Danilo. Ya no somo' desconocidos, pulga.—estiró su mano y a la vez la rubia se la correspondió algo dudosa.

  Yo me llamo Cande, Candelaria Romero.

Ta' feo tu nombre.

Para una infante no había algo más doloroso que le dijeran que su nombre era feo. O al menos así era para Candelaria, ella amaba su nombre, su mamá siempre hacía bromas con su nombre o rimas y ella amaba eso.

—¡No seas maleducado!—exclamó la niña rodando sus ojos, llevándose una risa ahogada de su nuevo compañero de aventuras.—a mí me gusta.

—¡E' mejor decirte, Candu!—Sánchez en segundos habían inventado al menos diez apodos para su nueva "amiga"—¿donde vivi'?

¡Candela había olvidado por completo el camino devuelta a su edifico! Comenzó a mirar a todos lados buscando alguna forma de guiarse pero todo parecía tan nuevo y desconocido, sobre todo para una niña de once años que jamás salía sola.

—Eh... yo no toy' segura.—suspiro algo agobiada mientras sus ojos volvían a llenarse de lágrimas.

—¡Deja de llorar, nena!—bufó Danilo mientras tomaba la mano de la menor y la arrastraba por el camino—¡yo tengo doce año' y te puedo cuida' cálmate!

  La pequeña se dejaba guiar por su nuevo amigo quien parecía conocer todo y al parecer a todos. Mientras más caminan más se acercan a una cancha de fútbol, donde a Danilo parecía que se le iluminaban los ojos, en cambio su amiga caminaba con una mueca, sus rodillas aún estaban sucias y dolían.

—Tene' que venir a verme juga' fútbol.—Danilo rompió el silencio, ambos quedaron parados frente a la cancha—me lo' bailo a todosss—el niño hizo su mayor esfuerzo en pronunciar la "S"

   —No se de fútbol.—se sinceró la rubia haciendo una mueca que a Danilo le pareció lo más gracioso que había visto en su vida.

—¡No sabe' nada, nena!

—¡No me grite'!

    —¡Uh, so' una nenita!—se burló con una sonrisa mientras a su vez examinaba el rostro de la niña, quedando cautivado en sus ojos.

Ninguno de los dos niños había notado que seguían tomados de las manos.

—¡Vos so' un zarpado!—volvió a exclamar llamando la atención de algunos niños que se encontraban al rededor, dentro de todo aún era bastante temprano.

—No griteeee' y perdóname, llorona.—murmuró arrastrando las palabras, en su diccionario la palabra "perdón" no existía hasta hoy—si quere' te llevo al upa, para que no tenga' que caminar.

    Para ambos niños la idea parecía excelente, aunque ni siquiera habían pensado en cómo ejecutarla. Candela con una sonrisa de oreja a oreja se olvidó de su dolor tanto físico como mental y acepto gustosa la idea de ir en upa, así podría ir observando todo, ella amaba observar. Y se sentiría con todo el poder del mundo, como una princesa.

En su espalda, Candela sintió una mezcla de hambre y curiosidad. Danilo, a pesar de su aparente rudeza al inicio, mostraba una extraña ternura al cargarla o hablar con ella. Juntos, caminaban por las calles del Fuerte Apache, algunas familias los miraban con curiosidad. Cada paso, cada mirada compartida comienza a profundizar en la relación de ambos niños.

  Los cuales terminaron haciéndose amigos en circunstancias bastante extrañas.

—¡E' aquí! ¡Lo encontraste!—Danilo la bajo con cuidado, procurando cuidar de sus rodillas para que Candela no volviera a pasar por un mal momento.—gracia' por traerme.

   —Ehh, te traje noma' porque yo vivo acá.—respondió con desinterés aunque sabía que por dentro los nervios le estaban comiendo vivo.

La niña no pudo evitar soltar una pequeña carcajada, dejando a la vista que le faltaba un diente. Sánchez no dejó pasar eso desapercibido soltando un comentario inofensivo pero a la vez juguetón antes de que se despidieran.

Cande sintiendo más en confianza, estiro sus brazos y rodeó a Danilo en un cálido abrazo. Fue un gesto espontáneo, una muestra de gratitud por haberla acompañado en ese pequeño viaje. Danilo algo atontado dudo si corresponderlo pero dado los segundos paso su brazo por la espalda de la niña, quedándose ahí hasta que la puerta del departamento fue abierta.

—¡Candelaria Romero, cúchame' te mato eh!—exclamó una mujer sosteniendo el brazo de la que parecía ser su hija con firmeza, dejando una que otra marca.—¿Y vo'? Ándate pibe, tómatela de acá.

—¡Chauu, Dani!—elevando el tono de voz y alargando la última letra Candela se despidió de su nuevo amigo quien salió corriendo al instante al ver a la mujer adulta.

Lo que comenzó como un encuentro casual, un gesto amable y una sonrisa, se transformaría en una conexión profunda que enfrentaría desafíos a lo largo de los años. Dos almas perdidas en el vasto mundo, encontrándose en el momento justo, en el lugar preciso.










𝙖𝙪𝙩𝙝𝙤𝙧'𝙨 𝙣𝙤𝙩𝙚

NO PUEDO CON ESTE EXTRA LOS AMO, son tan tiernitos. Me imagino a Cande sin un diente y a Danilo burlándose de ella, soy literalmente lágrimas.

Quisiera ser tan sociable como Danilo (lo manifiesto) en fin, uno de mis extras favoritos es este, a lo largo de la semana iré subiendo los demás.  OTRA COSAA, ¿vieron la nueva portada? es bellísima.

¡las amo mis bellísimas, recuerden comentar y votar!
sofi. ❤️🫶🏻

somos todas con Danilo:

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