𝟏𝟏, fallecimiento de la inocencia de candela.
1996, Fuerte Apache.
Candela, con la mente inundada por una mezcla de emociones y pensamientos turbios, se queda tendida boca arriba, con la mirada perdida en el techo. La habitación se sumerge en un silencio denso, solo interrumpido por el susurro de sus propios pensamientos.El techo se convierte en un lienzo en blanco donde los remolinos de pensamientos se dibujan y desvanecen en un ciclo interminable.
La luz tenue de la habitación arroja sombras que danzan sobre el techo, creando un paisaje surrealista que refleja el caos interno.
La incertidumbre sobre la relación con Danilo se convierte en un nudo en el estómago de Candela. Se debate entre la conexión especial que comparten y las sombras que amenazan con oscurecer esa relación. La dualidad de los momentos felices y los desafíos personales crea una tensión palpable en su interior.
En el umbral de la puerta la presencia de infantil del hermano menor de Candela la hace salir de sus pensamientos. Sin decir una palabra, Edu avanza tímidamente hacia Candela y se detiene al borde de la cama. Su presencia emana una profunda tristeza, y las lágrimas que resbalan por sus mejillas hablan de un dolor que parece insoportable.
—Edu, ¿qué pasa? ¿te sentís bien?—Candela, con la voz suave y cargada de preocupación le pregunta.
—¿Vos... te vas a morir, Cande?—los sollozos no paraban, Candela algo sorprendida no sabe qué decir, le hace un lado a su hermano en la cama dejando que se acomode junto a ella.
—No sé...—la niña responde en un susurró acariciando el cabello de su hermano menor—¿Porque decís eso?
—Mamá... mamá dijo que vos te vas a morir. No quiero que te pase nada. No sé qué hacer para ayudarla y para ayudarte a vos también—Candela, envuelta en su propio sufrimiento, no encuentra las palabras adecuadas para aliviar la desesperación de Edu.
La habitación se llena de un silencio tenso, donde las emociones se entrelazan en una danza compleja. La conexión entre los hermanos se mantiene fuerte, pero el peso de la situación amenaza con romper la armonía que compartían.
Con el peso de aquella noche que marcó tanto en ella Candela, se dirige hacia la conversación pendiente con Danilo. Siente un vacío doloroso que se instala en su corazón, una mezcla de tristeza, culpa y la desesperada necesidad de no perder a alguien más en su vida.
El camino hacia la charla con Danilo se convierte en una travesía interna, donde Candela busca las palabras correctas para explicar sus luchas internas y el impacto de la noche anterior. Mientras se acerca a este momento crucial, una determinación silenciosa la impulsa a abrir su corazón, a pesar de los miedos que la acechan.
Candela se detiene en seco al entrar al departamento, su corazón late con intensidad mientras la escena ante sus ojos la sumerge en un profundo impacto. Danilo, acostado con un plato a su lado, revela rastros inconfundibles de cocaína. La visión de su nariz manchada y los ojos enrojecidos.
En ese momento, el desafío para Candela se vuelve aún más complejo. Además de sus propias luchas internas, ahora se enfrenta a la realidad de las batallas personales de Danilo. La conexión entre ellos, ya sometida a pruebas, se tambalea ante esta nueva revelación. La habitación se sume en un silencio tenso, donde ambos se enfrentan a la cruda realidad de sus propias luchas.
Cada palabra pronunciada lleva consigo el peso de la autenticidad.
—¿Qué hace' vo' acá? ¿No ves que no quiero verte?—Las palabras rudas y directas de Danilo corrompía la poca salud mental de Candela, la cual las recibió con un dolor en el pecho—dejame solo Candela.
—Vos te estás drogando, Danilo—el dolor de pecho aumentaba más, Candela se culpaba a sí misma de todo esto—Hablemos, dale.
—¿Y a vo' qué te importa?—responde en forma agresiva, la calma se había esfumado en segundos—¿qué, eh? vo' también te mete' esto.
—Danilo, por favor... quiero ayudarte ¿entende'?—el corazón de ambos latía con rapidez, quizás el amor no era la cura que ambos necesitaban—sos lo único que tengo, y lo único que quiero.
—No quiero tu ayuda, tomatela de acá—la discusión comenzaba a ser más drástica por ambas partes, el tono de voz de ambos se elevó—no me jodás más, Candela. Andate a la mierda.
—¿Me estás jodiendo?—pronunció Candela con frustración—¡Sos un hijo de puta, Danilo! no me busque' más.—Con el corazón estrujado y los ojos empañados por lágrimas de desesperación, Candela siente que su mundo se desmorona.
En un gesto lleno de pesar, abandona el departamento, dejando atrás el tumulto emocional que llena el aire. Cada paso que da resuena con el eco de su desilusión. Las lágrimas, testigos mudos de su dolor, ruedan por sus mejillas mientras lucha por mantener la compostura.
El pasillo se vuelve un camino de dolor, marcando la distancia entre ella y Danilo, una distancia que parece imposible de superar en ese momento.
Candela, envuelta en una odisea de sentimientos turbulentos, se siente abrumada, harta de la realidad que se desmorona a su alrededor. Camina sin rumbo fijo, con lágrimas que se entrelazan con la tristeza que la consume.Cada paso parece una carga pesada, un recordatorio constante de lo que ha perdido.
Se siente como si estuviera vagando sin un hogar, sin un lugar al que pertenecer, sin un refugio para su alma herida.
ꕥ
Sintiéndose abrumada por la tormenta emocional, dirige sus pasos hacia el refugio de Anabella, quien actuaba como su lugar de escape. Cande se sentía a salvo, cada interacción con Anabella la hacía sentir querida, la mujer era más que una sola "confidente" para Candela, era una mamá.
Cada paso parece cargar con el peso de la desilusión y el dolor, pero la esperanza de encontrar consuelo la impulsa hacia adelante.
Anabella, con una mirada preocupada, hace pasar a Candela a su hogar. Aunque su gesto inicialmente parece dirigido a brindar apoyo a Candela, algo en la expresión de Anabella revela una inquietud que va más allá de las emociones de Candela.
Mientras Cande se adentra en el espacio de Anabella, nota la inquietud en sus ojos y gestos.
—¿Qué hace' acá? Mejor andá a tu casa—Su expresión inquietante hacía sentir incómoda a la niña, quien se debatía si contarle lo sucedido a Anabella—e' en serio, andá a tu casa.
Cande se prepara para hacer su pregunta, pero antes de que pueda abrir la boca, la puerta es golpeada con brusquedad. El sonido repentino hace que se sobresalte, y su corazón salta en su pecho con un ritmo frenético.
—Abrí, dale que puede ser e' Cochi—indicó Anabella, su tono de voz mostrando la incertidumbre y preocupación.
Candela, algo abrumada por el sonido se aleja rápidamente de la puerta. La tensión en el aire se vuelve palpable mientras intenta encontrar un lugar seguro, pero antes de que pueda reaccionar completamente, la puerta es abierta por uno de los chicos que estaban con ella. En un instante, el caos se desata cuando Jorge y la China entran disparando indiscriminadamente.
El sonido ensordecedor de los disparos llena el aire mientras Candela se agacha, tratando de protegerse del peligro que se cierne a su alrededor. El pánico se apodera de ella mientras observa la violencia despiadada que se desata frente a sus ojos. Entre la confusión y el miedo, Candela ve impotente cómo Anabella es golpeada brutalmente, sin poder hacer nada.
Candela siente el agarre fuerte y amenazante del chico que la sostiene, su corazón late con fuerza mientras lucha por liberarse de su agarre. El miedo la paraliza mientras la violencia estalla a su alrededor, su mente luchando por comprender la brutalidad de la situación.
—¡Soltala hijo de puta, manga de forros! ¡Te voy a cagar a tiros! ¿¡eh?!—El corazón de Candela latía sin parar mientras que Anabella trataba de zafarse del agarre, temiendo lo peor para Candela.
—¡¿A quién vas a cagar vo' a tiros?! gila de mierda—Con un gesto brutal y despiadado, El Jorge acuchilla a Anabella con ferocidad. El sonido cortante del arma rasgando el aire se mezcla con la angustiante realidad de la violencia desatada. Candela, testigo impotente de la brutalidad, siente un escalofrío recorrer su espina dorsal mientras la tragedia se despliega frente a sus ojos.
En un intento desesperado por librarse del cruel agarre del chico que la sujetaba, Candela se retuerce, pero su esfuerzo se ve brutalmente interrumpido. Un golpe despiadado y contundente se estrella contra su rostro, rompiendo su labio y desatando una fuente de sangre. El sonido del impacto resuena en el aire, ahogando cualquier otro ruido en la escena. El hombre que la sujetaba, aprovechando su vulnerabilidad, intenta avanzar hacia ella con intenciones nefastas.
Candela, luchando por mantenerse consciente y resistir, se siente paralizada por el miedo y la impotencia. Cada fibra de su ser grita por escapar de esta pesadilla, pero sus fuerzas parecen abandonarla en el momento más crucial.
—¡Te voy a matar a vos y a tu vieja, las voy a matar!—Cande, luchando por mantenerse consciente y resistir, se siente paralizada por el miedo y la impotencia. Cada fibra de su ser grita por escapar de esta pesadilla, pero sus fuerzas parecen abandonarla.
Las fuerzas la abandonan mientras se sumerge en una oscuridad creciente. La vida que conocía se desvanece ante sus ojos, y la lucha por mantenerse consciente se vuelve cada vez más difícil. Sus párpados se cierran gradualmente, llevándola hacia un estado de
inconsciencia donde el dolor y el miedo se desvanecen, al menos por un momento.Su respiración se vuelve más tranquila, sus músculos se relajan y se entrega al sueño, dejando atrás el caos y la violencia que la rodea.
𝙖𝙪𝙩𝙝𝙤𝙧'𝙨 𝙣𝙤𝙩𝙚:
SE FUE TODO AL CARAJO NO DOY MÁS, quede muy mal escribiendo este capituló se los juro.
¿Que pasará con Candela, se murió o no se murió? ¿Qué opinan ustedes? Yo solo les digo ojo al piojo.
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BESOS, SOFI. ❤️
mi sincera reacción ante este capítulo:
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