1996, Fuerte Apache.

Candela se encuentra en un estado de vulnerabilidad y emoción que nunca antes había experimentado. La atmósfera está cargada de un encanto único, como si el tiempo se detuviera para permitir que estos sentimientos florezcan.

    Candela se sumerge en un mar de sensaciones nuevas y sanas, sintiendo la conexión emocional de una manera que nunca había experimentado antes. La mirada profunda de su compañero la hace sentirse comprendida y aceptada, lo que intensifica aún más su deseo de expresar sus sentimientos de una manera más tangible.

Candela se encuentra en una encrucijada emocional, sintiendo una conexión especial con Danilo pero temiendo enfrentar la desaprobación de su madre.

Aunque disfruta de la compañía de Danilo y experimenta momentos de felicidad, la sombra de la posible reacción materna la lleva a mantener cierta distancia.

La historia se complica aún más cuando, después de momentos de complicidad y la decisión mutua de darse un beso, Candela se aleja repentinamente, temiendo la posible reacción negativa de su madre debido a la droga. La ansiedad de Candela se intensifica, ya que imagina las posibles consecuencias de seguir sus sentimientos y explorar la conexión con Danilo.

Candela, abrumada por la incertidumbre y sus propios pensamientos, se sumerge en una profunda reflexión. La tensión emocional la envuelve mientras pesa las posibles elecciones que tiene por delante.

Se siente atrapada entre sus deseos personales y el temor a las repercusiones familiares.

—Vamo' al cumpleaños de Jorge, si queremo' comer algo—susurró en un intento de alivianar el ambiente, Danilo solamente asintió y ambos comenzaron a caminar dejando atrás al canino nombrado "gol"

—Candela—Danilo interrumpió el silencio que había entre ambos.

—Danilo es mejor no hablar, ya ta' paso algo que no debió pasar, olvida—Candela decide alejarse temporalmente de Danilo. Intenta evitar hablar con él, buscando espacio para procesar sus pensamientos y sentimientos

     La atmósfera entre Candela y Danilo se carga de un silencio incómodo mientras caminan juntos hacia el cumpleaños de Jorge. Cada paso parece resonar con la tensión no dicha entre ellos. Ambos sienten la pesadez de las palabras no expresadas, y la incomodidad se manifiesta en el espacio que se extiende entre sus pasos.

Danilo, a su lado, siente la necesidad de romper el silencio, pero la incertidumbre de cómo abordar la situación lo mantiene cautivo en la quietud del momento.

Ambos se separan, Candela decide acercarse a Anabella la cual la esperaba con una sonrisa, le indicó que tomara asiento a su lado y así lo hizo, Cande apenas tocó el sofá soltó un bufido, estaba agotada.

—¿Que onda vo'? ¿Qué pasa? ¿Comiste?—La Anabella comenzó a bombardearla de preguntas haciéndola sonreír.

—No tengo hambre, toy' bien—mintió, no tenía ganas de comer—che, ¿te puedo hacer una pregunta? e' una pelotudez igual.

Anabella alzó una ceja—uh, ¿que cagadita te mandaste, pendeja?

—Deja, olvida—terminó por agregar Candela evitando la pregunta que iba a hacer, Anabella solamente elevó los hombros.

El hogar que solía ser un refugio ahora parecía distante y extraño. Sin pronunciar palabra, Candela se sumió en sus pensamientos, dejando que las emociones tumultuosas la envolvieran. Se sintió repugnante, fea y tonta, como si cada defecto personal hubiera sido magnificado por el dolor.

La culpa la consumía, haciéndola cuestionar cada interacción pasada, buscando respuestas en sus propias acciones. Se preguntaba qué había hecho mal, cómo había llegado a este punto. La sensación de que todo se venía abajo la dejaba aturdida.

       El temor de arruinar su amistad con Danilo se intensificaba. Valoraba esa conexión única y no quería que el torbellino emocional que estaba experimentando afectara la relación con su amigo

  En la penumbra de su hogar, la confusión se reflejaba en su expresión. Se movía de un lado a otro, perdida en sus pensamientos. La tensión en el aire era palpable, y el anhelo de la cercanía con Danilo competía con la voz interna que le recordaba la importancia de preservar su amistad. En su búsqueda de claridad, Candela se recostó en su sofá, suspirando profundamente. Sabía que enfrentar este torbellino de sentimientos requeriría tiempo y reflexión. Aunque deseaba entender mejor lo que estaba ocurriendo en su corazón, también temía las implicaciones que podría tener en su amistad con Danilo.

   Candela se encontraba en un torbellino emocional que la tenía atrapada en una espiral de confusión y dolor. Las lágrimas, testigos mudos de su angustia, caían libremente por sus mejillas mientras sentía que la ansiedad la abrumaba por completo. Un ataque de pánico la envolvía, haciendo que su respiración se volviera errática y sus manos temblaran.

             Candela luchaba por controlar la avalancha de pensamientos y sentimientos que la invadían. Cerró los ojos, intentando encontrar algún tipo de calma en medio de la tormenta interna que la consumía. Las lágrimas continuaban su curso, pero también sabía que cada gota era un paso hacia la liberación emocional.

     Cada vez más, el deseo de ingerir droga la consumía, presentándose como una vía para despejar su mente y sumirla en un silencio artificial. La tentación de buscar ese alivio momentáneo se volvía cada vez más difícil de resistir, como si las sustancias pudieran ofrecer un escape momentáneo de la complejidad y la intensidad de sus emociones.

Candela, sintiéndose atrapada en un torbellino de conflicto interno, anhelaba un respiro, aunque fuera efímero. Buscaba un instante de calma en medio del caos emocional que la envolvía.

Candela, envuelta en la desesperación y buscando desesperadamente un escape, comenzó a rebuscar entre sus pertenencias en busca de la droga. Un polvo blanco y tentador estaba esparcido en la mesa, llamándola con una seducción peligrosa. La tensión y la urgencia la empujaban hacia una decisión que sabía que podría tener consecuencias graves.

               Candela se encontraba en una encrucijada crítica, consciente de los riesgos pero también luchando con la urgencia de encontrar una salida rápida a su dolor. En ese momento, la droga parecía ofrecer una pausa, un respiro efímero del peso emocional que cargaba. En ese instante crucial, Candela se encontró a sí misma en un punto de quiebre. La seducción del polvo blanco era fuerte, pero una chispa de resistencia se encendió en su interior. Con un suspiro profundo, luchó contra la tentación, buscando una manera más saludable y sostenible de enfrentar sus desafíos emocionales.

𝙖𝙪𝙩𝙝𝙤𝙧'𝙨 𝙣𝙤𝙩𝙚;

hacer sufrir a candela es mi pasión
la amo pero me da penita oki

estoy full trabajo, estoy estresada así que
perdón si es algo corto, prometo más adelante
compensar con capítulos más largos!

besos!!!
sofi.🍒

yo escribiendo el capítulo: