O6
—Gracias por ofrecerte a traerme, Armin —. Dije mientras jugaba con el cinturón de seguridad.
—No es nada —Respondió el chico, bostezó mirando al frente.
—Oye, no te vayas a dormir —. Bromeé
No habíamos intercambiado más de tres o cuatro palabras en todo el trayecto y esas simplemente fueron para darle la dirección del lugar a donde debía ir.
Cuando era niña solía tener la personalidad más amigable de todo mi entorno, pero con el tiempo y algunos golpes en la adolescencia, mi autoestima y sociabilidad fueron bajando. Extrañaba los años donde podía hablar con quien sea y de lo que sea.
—¡Perdón! —Su ahogada voz hizo que mi boca soltara una descuidada risa.
—¿Cómo conociste a Eren? —Meneé mi cabeza hasta que esta tocó suavemente la ventanilla del vehículo.
—Lo conocí en la universidad —Cambió su rostro a uno de concentración, tratando de recordar situaciones con el otro —, en una prueba me pidió las respuestas.
—¿Y se las diste?
—No tenía otra opción.
Boté aire por la nariz y volví a hacer otra pregunta, no quería que el ambiente estuviera en silencio. Sería maleducado de mi parte ocupar el celular mientras él conduce, así que opté por preguntar cosas triviales.
—¿También estudias ingeniería informática?
—Sí —. Respondió, su mano en el volante se movió ligeramente para girar en una calle. Gracias a eso pude notar que tenía un brazalete con una "A" en medio, seguramente un accesorio de parejas.
¿No habían terminado?
Nunca tuve uno con Porco, cuando lo conocí me agradaba pensar en compartir objetos de novios, pero su fulminante «No, gracias» cuando le ofrecí usar un collar me dejó claro que no le gustaba ese tipo de cosas. Y, con el tiempo, mis gustos se fueron acoplando a los de él.
—¡Buenísimo! —Dije amistosamente —¿Entonces sabes hackear cuentas de instagram?
Armin se rascó nerviosamente la cabeza y asintió; —S-sí.
Abrí los ojos como platos y me moví frenéticamente durante unos segundos.
—¿¡Y alguna vez hackeaste a alguien!?
—No, nunca.
Solté un «Buh» y me acomodé en el duro asiento.
—¡Dios! Si fuera tú tendría a todos bajo mi control, al presid-... —sostuve mis palabras al escuchar la vibración de mi celular —. Espera.
Me disculpé con el chico por la intromisión, este aceptó tranquilamente y prendí la llamada contra mi oreja.
La somnolienta y atractiva voz de Porco chocó con mi canal auditivo.
—¿(Nombre)?
—Dime.
—¿Ya estás llegando? —Rodé los ojos con cansancio.
—¡Uy, qué apurón! —me dirigí hacia el rubio que conducía el auto —Oye, Armin —su vista se fijó en mí —¿Cuánto nos falta?
—Cinco o diez minutos, creo... el mapa no es exac-...
—Ok, te espero —Cortó la llamada.
Después de la llamada de Porco nos quedamos en silencio, hasta llegar al lugar donde marcaba el GPS.
Me sentí un tanto incómoda por el gesto maleducado de Porco al cortar la llamada, esperaba que Armin no se haya dado cuenta.
...
...
El lugar, obviando la hora en la que nos encontrábamos, se adornaba de oscuridad. Un foco mal prendido le daba el toque de película de terror de los noventa.
Me desabroché el cinturón después de sentir como el automóvil dejó de estar en movimiento.
—Muchas gracias, Armin —Agradecí, mis palmas se juntaron en modo de súplica —Nunca podré agradecerte lo que hiciste por mí.
El rubio se incomodó, sus mejillas se sonrojaron por el agradecimiento.
—¡N-no es nada!
Sonreí al chico y prendí mi celular.
—¿Te pago? —negó, moviendo las manos de un lado a otro —Si no lo hago me sentiré incómoda, Armin.
Su sincera sonrisa acompañó sus palabras
—Yo me ofrecí a traerte, no es nada.
—Está bien —. Vi mi celular por última vez, eran casi las cuatro de la mañana. Bajé del auto y me despedí a través del vidrio. Empecé a avanzar por el suelo de tierra, con cada pisada podía ver las partículas de tierra levantarse. Maldije internamente al notar como una ráfaga de viento cubrió mi cuerpo, provocando un escalofrío que trató de ser opacado con mis manos. Probablemente me resfriaría por salir de noche y sin abrigo.
—¿(N-nombre)? —el llamado de Armin hizo que volteara mi cabeza para verlo. Yo había avanzado hacía el lugar, pero no mucho como para que no pudiera escucharlo o verlo.
—¿Sí?
—¿Vas a demorar mucho? —preguntó el chico, fruncí mi ceño. Se dió cuenta de la confusión de mi rostro y se adelantó a explicar —¡E-es que hablé con Eren y quedamos en que te podía esperar para llevarte de vuelta!
—No te preocupes, Armin —. Respondí, negando con mi cabeza ante su invitación —Puedo tomar un uber, cuando vuelva ya no va a estar tan oscuro.
—Espera... —tomó su teléfono entre sus manos y movió sus delgados dedos sobre la pantalla. Escribiéndole a Eren, supongo. Su rostro mostró terror al leer lo que había contestado el castaño.
Suspiré, no me gustaba tener que molestar a las personas con mis cosas y menos a extraños. Vi como el de ojos azules hacia muecas mientras leía su celular, Eren debía de estar obligándolo.
Inhalé profundo y pellizqué el interior de mi palma derecha.
—Vuelvo pronto—. Solté, su cara se relajó y su cuerpo dejó de estar pesado. Me sonrió tímidamente —Si quieres irte no tengo problema.
—No lo haré.
...
—¿Falco? —llamé al adolescente que estaba sentado en una silla de espera con la cabeza gacha. Cuando escuchó su nombre levantó la mirada. Sus ojos estaban rojos, las venas de su cálido mirar dominaban casi todo de estas —¿Cómo estás?
—B-bien —pasó la manga de su azul suéter por su nariz, limpiando algunos mocos que resbalaban por sus labios —perdón... por llamarte. No quería ser una molestia.
—Tranquilo, no lo eres —acaricié su hombro por unos segundos, mi cabeza giró por el pequeño lugar; buscando a Porco. Él me diría en que podía ayudar sin problemas —¿Dónde está Porc-...?
—Pensé que no vendrías —. La conocida voz de mi pareja sonó a mis espaldas. Me giré hasta quedar al frente de él.
—Siempre cumplo con mi palabra -. Respondí, seca. Planeaba no hablar más de lo necesario con él. Soy muy rencorosa, no me olvido de las cosas tan sencillamente. Todo lo contrario a Galliard, parece que no se acuerda o no le importa si me hubiese ido de su departamento enojada y después de haberle gritado; eso me cagaba de él; su forma tan apacible de joder y no inmutarse.
Como si lo nuestro no le importara en lo más mínimo.
—¿Cómo está Milka? —Indagué por el estado de la mascota de Falco, con un cierto temor de que ya no esté entre los nuestros.
—La veterinaria dijo que tenía piometra —. Informó el adulto, sus brazos estaban cruzados, marcando la chaqueta que llevaba.
—¿Ya la operaron? —No sabía qué era Pimetra o lo que había dicho, pero parecía serio.
—Aún no, la muy perra dijo que si no pagábamos no la iba a operar —. Fruncí el ceño al escuchar su insulto hacia la encargada, siempre se refería así de las mujeres que le colmaban la paciencia. Tal vez también me trataba de esa forma cuando no estaba presente. Ese último pensamiento hizo que un cierto enojo se prendiera en mi interior —Se las hacen de animalistas, pero no hacen nada sin plata.
Mis ojos vagaron por la construcción, éramos los únicos que se encontraban en esa fallida sala de espera.
—Yo pagaré la consulta, operación o lo que sea que tengan que hacer —. Afirmé, no tenía problema con ayudar en ese tipo de cosas.
Me gustaba ayudar a las personas. Me gustaba sentirme necesitada.
—Gracias, (Nombre) —Susurró Falco, apreté los labios y sonreí sin mostrar los dientes.
—Hay que llamar a la veterinaria primero porque... —Porco se rascó la cabeza harto, sus ojos miraron el suelo desesperado —Hay que hacer todo un papeleo, firmar, pagar. Puras estupideces por un animal que no aporta en nada.
Quería hacer molestar a Falco y eso logró.
—¡Tú tampoco vales nada y no por eso te dejaríamos morir! —el grito del menor surgió desde lo más profundo de su ser. Parpadeé confusa, nunca había escuchado ni visto al adolescente de esa forma.
Cuando el adulto iba a contraatacar, una mujer vestida de uniforme infantil llegó a nuestro lado.
Preguntó quién iba a pagar la operación y la seguí en silencio con Porco. Se paró a mi lado, cruzado de brazos.
—¿Eren te trajo?
—Umh, no. Armin, un amigo de Eren.
—Ah... —murmuró, metió sus manos a la chaqueta y siguió —Pensé que habías venido en uber.
—Si querías que viniera en uber me lo hubieses pagado.
—¿Y ese ataque gratuito? —se mofó. Lo miré de mala manera y empecé a caminar a donde estaba Falco —¿Ya te enojaste?
No objeté más, tenía razón. Pero no pude evitarlo, estar con él me ponía así. Todo era su culpa.
—Bien, necesito que firmes este acta de responsabilidad... Por si acaso —. La veterinaria me entregó una hoja.
—¿Vas a firmar tú...? —Miré al de pelo oscuro.
—Hazlo tú, iré a tomar aire. Ya vuelvo.
...
...
—¿Aún no vuelve Porco? —le pregunté a Falco.
—No.
Esperamos unos minutos más sin decir palabra alguna. Hasta que el chirrido de la puerta hizo eco.
—¿Ya está todo?
—Sí, Porco. Me tengo que ir.
Había olvidado que Armin seguía esperándome, si es que no había decidido marcharse.
El adulto asintió y salimos del lugar. Suspiré al sentir el frío chocar contra mi piel de gallina.
Porco se dio cuenta de ello y me colocó su abrigo sobre mis hombros. Tuve que sostenerlo para que no se deslizara por mis hombros.
Empezaba a sentir pena por portarme distante con él.
—¿Te llevo? —rebuscó sus llaves entre la chaqueta que ahora llevaba yo.
—No, el amigo de Eren se ofreció a llevarme de vuelta... está estacionado por... —Escaneé los autos que estaban ahí y ninguno era el del rubio. Arrugué mi nariz cómicamente —Se fue.
Una leve chispa se prendió en mi interior.
—Entonces vamos, yo te llevo.
Pq se fue Armin? 👀
Gracias por llegar hasta acá, besos donde ustedes quieran 💋
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro