02│Final
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De antemano, les comento que habrá un pequeño epílogo que dejará ciertas cuestiones mucho más claras. ♡
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—Poner un arma y obligar a una persona a que se dispare a sí misma, sigue siendo asesinato.
—¿Desde cuándo es un problema eso?
Por alguna razón, el menor no supo qué responder con exactitud, así que se limitó a guardar silencio y esconder el rostro entre sus manos. Su cabeza estaba doliendo demasiado y ya no creía poder soportar mucho más, no se sentía en condiciones de seguir hablando con YoonGi.
—¿Por qué estás tan desesperado por recuperar a tu hermano?
—Porque él es mi hermano.
—Nunca tuvieron una verdadera relación de hermanos —dijo el contrario—. Él parecía verte como a un enemigo, una persona a la que debía apartar de su camino. —Y sí, YoonGi estaba diciendo la verdad, pero JungKook no planeaba darle la razón.
—Todos cometemos errores, él no merece morir por eso. —El castaño miró molesto a YoonGi—. Sí, puede ser que él no sea un hombre ejemplar y hasta sea una mierda de persona, pero SeokJin no tiene por qué morir —soltó con amargura, pero también sintiéndose levemente un hipócrita.
¿Y por qué sentía que era un hipócrita? Aunque JungKook no lo dijera en voz alta, debía admitir que —una parte de él— no se encontraba molesto por la situación, sino que estaba disfrutando que SeokJin finalmente estuviera pagando por todo lo que había hecho hasta ahora.
—Me parece que el saber que tu hermano está al borde de la muerte, te obliga a querer actuar —dijo el pelinegro—. ¿Por qué estamos dispuestos a hacerlo solamente cuando una vida se encuentra en riesgo?
—No, yo siempre lo he amado, pero es que él...—JungKook negó con la cabeza, haciendo sus pensamientos a un lado—. No importa lo que SeokJin haya hecho o no, siempre lo he amado y nunca ha cambiado el aprecio que le tengo.
—No, te equivocas —le mencionó el contrario—. Ahora ha cambiado, porque el conocimiento de la muerte lo cambia todo. —YoonGi posó su mirada en algún punto de la habitación—. Si te dijera el día y horario exacto de tu muerte, todo tu mundo se sacudiría y cambiaría por completo. Lo sé.
JungKook miró con atención al pelinegro.
—¿Te imaginas lo que se siente que te hagan sentar y te digan que estás muriendo? ¿La gravedad de eso? —YoonGi parecía estar perdido en los recuerdos que inundaban su mente—. ¿Puedes imaginar lo horrible que es tener que escuchar que te aseguren que el tiempo se acaba?
El menor negó con su cabeza y un destello apareció en su rostro, mientras que JungKook sentía que una sensación extraña y molesta comenzaba a instalarse en su pecho.
—En un segundo, tu mundo se parte en dos —continuó el chico—. Comienzas a ver todo diferente, lo hueles de otra manera y saboreas cada cosa, desde un vaso de agua hasta un paseo en el parque.
—El tiempo se acaba, YoonGi.
—La mayoría no sabe cuándo se va a terminar el tiempo —el nombrado se mantuvo dando su discurso, ignorando la desesperación de JungKook—, aunque lo irónico es que justamente esto es lo que no les permite vivir su vida en verdad —dijo con amargura—. Les permite beber un vaso de agua, pero no lo saborean.
—Aún puedes arreglar esto, YoonGi.
—Podemos arreglarte a ti.
—¿A mí? —preguntó el menor bastante consternado.
—A mí no, tengo cáncer.
El castaño soltó una risa irónica.
—¿Usas el cáncer como pretexto de lo que hiciste hasta ahora?
—No, el cáncer no comenzó mi obra. —YoonGi inhaló un poco de oxígeno—. Lo que dio inicio a mi obra y le dio sentido, fue el momento en el que decidí tratar de quitarme la vida.
Al escuchar aquello, JungKook guardó silencio nuevamente y YoonGi cerró sus ojos, manteniéndolos así por unos cuantos segundos.
—Iba decidido a suicidarme, pero fracasé —dijo en voz baja, pero JungKook podía escucharlo a la perfección—. Mi cuerpo no era lo suficientemente fuerte como para resistirse al cáncer, pero sí para resistir la caída a un precipicio. —YoonGi se rió—. Para mi asombro, estaba vivo y me encontraba decidido a pasar el resto de mis días...probando la calidad de la naturaleza humana. —El mayor lo miró—. ¿Entiendes, JungKook?
El nombrado soltó un suspiro cansado.
—Aún puedes hacer algo bien, YoonGi —le dijo—. Siempre fuiste un chico maravilloso, lo sé. Tengo en claro también que, aunque no lo creas o quieras aceptar, aún queda rastro del chico que algunas vez conocí, del chico del que me enamoré. —JungKook sintió que su molestia comenzaba a desaparecer de a poco, pero no iba a bajar la guardia.
—No necesito tu ayuda —afirmó el pelinegro—. Déjame decirte que sigues sin comprender las cosas. —YoonGi sonrió—. Las personas que no aprecian su vida, no merecen vivirla.
—¿Quién eres tú para decidir eso?
—Soy una persona que nunca valoró las pequeñas cosas que tenía, jamás me sentí a gusto y ni siquiera fui capaz de apreciar a las personas que me amaban —mencionó entonces, mientras que JungKook cerraba sus ojos y trataba encontrar algo de tranquilidad—. Para mí, la vida no valía absolutamente nada. Pero pude comprender todo, ahora sé que hay que valorar cada detalle.
—¿Cómo es que terminaste perdiendo la cordura? —JungKook se recostó en la silla, mientras miraba al contrario—. Estás enfermo, YoonGi.
—Sí, lo estoy —dijo a modo de respuesta—. Hay una enfermedad que me recorre por dentro y hace que sufra. —YoonGi soltó una pequeña risa—. Me enferma la gente que no aprecia lo que tiene, personas que se burlan de las desgracias de los demás. —Golpeó la mesa con el puño, haciendo sobresaltar al menor—. ¡Eso me pone enfermo!
JungKook se levantó de su lugar, temiendo que el menor quisiera intentar algo que lo pusiera en riesgo. Pudo escuchar cómo sus compañeros parecían alertarse, por lo que les otorgó una mirada para indicarles que debían tranquilizarse.
—Tu hermano es el ejemplo claro de una persona que no se conforma con lo que tiene y siempre quiere ir por más —YoonGi continuó—. Querer superarse a uno mismo no está mal del todo, pero sí pasa a serlo cuando una persona optar por tirar el esfuerzo del otro a la basura para lograr triunfar —le aseguró entonces—. ¿No te suena esto conocido?
JungKook esquivó la mirada del pelinegro.
—SeokJin siempre fue un hombre demasiado egoísta. ¿Recuerdas todo lo malo que te hizo? —YoonGi apoyó sus manos en la mesa—. Tú solamente querías tener una buena relación de hermanos con él, pero SeokJin nunca le dio importancia a tus deseos —dijo molesto, mientras tomaba impulso para levantarse de la silla de ruedas—. Desde un primer momento, te trató como si fueras un pedazo de basura.
El cuerpo del menor comenzó a temblar, dado a que una serie de dolorosos recuerdos invadieron su mente. No importaban la cantidad de años que transcurrieran, JungKook nunca iba a poder olvidar lo mucho que había sufrido por culpa del egoísmo y orgullo de su hermano mayor.
—Debo admitir que no me sorprendió enterarme que fue él la persona encargada de contarle a tus padres que eras homosexual —continuó hablando—. Cuando viniste a mí aquella vez, llorando desconsoladamente; pude imaginar, desde un principio, que él había tenido algo que ver. —YoonGi parecía recordar a la perfección lo sucedido—. JungKook, él era tu hermano mayor y te apuñaló por la espalda —dijo—. Sabiendo que tus padres eran unos homofóbicos en toda regla, SeokJin no dudó en contarles que tú y yo éramos pareja.
JungKook llevó las manos a su cabello y lo sujetó con fuerza, sintiendo que ya podía más. El recordar todo lo vivido no era una buena idea, ya que solamente podía sentir un gran rechazo y rencor hacia su hermano.
—Arruinó lo que teníamos —dijo YoonGi—. Te obligó a irte de casa a los dieciocho años, provocó que tu padre no quisiera verte a la cara y terminaste sintiendo un profundo dolor —soltó con desaprobación—. Tú y yo teníamos planeado un futuro juntos, pero no pudo ser posible por culpa de SeokJin.
—¿Y decidiste meterlo en aquel lugar por eso?
—Oh, no. —El pelinegro se reincorporó por completo, aunque sin dejar de sujetarse de la mesa en ningún momento—. Tu hermano no está a prueba como consecuencia de eso.
—Entonces, ¿por qué?
—SeokJin es un hombre exitoso, respetado y admirado. —YoonGi se quitó la capucha con dificultad, dejando completamente a la vista su rostro—. Desde que era joven, él ha demostrado que tiene lo necesario para alcanzar y concretar todos sus objetivos; ser adinerado, alabado y envidiado por todos.
—Sí, ¿y qué? —JungKook se aproximó al mayor hasta quedar posado a un lado suyo—. ¿Cuál es el problema que tienes con él? —preguntó irritado—. Puedes intentar engañarme, pero no es la primera vez que lo pones a prueba en una de tus jodidas trampas —le escupió—. ¿Por qué insistes tanto?
—¿No es la primera vez? —YoonGi lo miró de manera confusa por un segundo—. Oh, vaya. No me digas que él no te ha confesado nada. —El castaño no pudo evitar fruncir su ceño—. Aunque, pensándolo bien, no tendría por qué sorprenderme que SeokJin no le haya dicho nada a su hermanito.
—¿Qué es lo que debería confesarme? —le cuestionó entonces, sintiendo una clara confusión y teniendo un mal presentimiento—. YoonGi, estás logrando que mi cordura se termine. Necesito que dejes los jueguitos a un lado y me digas qué es lo que yo no sé.
—Hay muchas cosas que aún desconoces, JungKook —dijo YoonGi—. Supongo que ya sabes que tu hermano adora mentir y lo hace muy bien, ¿verdad? —El nombrado asintió—. Pero espero que sepas también que es alguien capaz de llevar sus mentiras a graves extremos, todo con tal de lograr lo que quiere —le aseguró y JungKook no estaba verdaderamente sorprendido—. No piensa en las consecuencias de sus actos, tampoco le interesa engañar a la gente que confía en él.
—¿A qué te refieres? —JungKook se sintió muy incómodo y confundido al escuchar lo último, dado a que algo le decía que su hermano había ido muy lejos.
—SeokJin nunca antes había sido puesto a prueba.
Al escuchar aquello, el menor sintió cómo su respiración se detenía de repente. Sintiéndose demasiado consternado, posó su mirada en el rostro del contrario, quien estaba temblando y se sostenía con fuerza de la mesa.
—¿Qué? ¿Esto es una broma? —No pudo evitar que su voz saliera con un tono extraño, pero poco le interesó—. No intentes engañarme.
—No me sirve de nada ocultarte la verdad.
—Pero...—JungKook guardó silencio y llevó sus manos hasta su cabeza, sabiendo que YoonGi realmente no estaba mintiéndole—. Joder, SeokJin dijo que había sido secuestrado por Jigsaw y puesto a prueba —dijo sin poder asimilarlo—. Él incluso habló sobre el juego al que tuvo que enfrentarse.
—¿El juego que supuestamente le dejó las cicatrices en sus pectorales? —le preguntó YoonGi y JungKook asintió—. De hecho, ni siquiera había pensado en un juego así, por lo que debo agradecerle a SeokJin por la idea —mencionó con ironía, aunque también se percibía una gran amargura en su voz—. Pero no, dicha trampa no existía todavía.
—No puede ser. Dios, esto es inaudito. —JungKook comenzó a moverse por la habitación, sintiendo que JunMyeon y el resto de sus compañeros lo miraban preocupados—. SeokJin escribió un maldito libro relatando todo lo que sufrió durante y después de la experiencia —dijo consternado—, iba a charlas con sobrevivientes y los aconsejaba acerca de cómo avanzar, se presentaba en la televisión y reuniones para hablar de lo que vivió. —Él detuvo su andar—. ¡Demonios!
—Siendo sincero, cuando empecé con esto, ni siquiera pensé en tu hermano como uno de mis posibles sujetos de rehabilitación —YoonGi seguía hablando con completa tranquilidad—. Él necesitaba evaluar nuevamente el valor de las cosas, pero no me parecía necesario ponerlo a prueba por el momento —aseguró—. Aunque él, de manera particular, se encargó de otorgarme un buen motivo para no seguir ignorándolo.
—Es una mierda. —JungKook se acercó nuevamente al mayor, posándose a su lado—. Todos los malditos que lo ayudaron con esto y él son una escoria. —Negó con la cabeza y sintió muchos deseos de poder ir en busca de SeokJin para golpearlo—. No puedo creerlo.
—Siempre traté de hacerte entender que las personas como SeokJin no valían la pena, pero tú eras un hombre demasiado ingenuo —dijo en un susurro.
—¿Fue por esto que me hiciste venir hasta aquí? —le cuestionó molesto el contrario—. ¿Para recordarme nuevamente que soy un idiota?
—Nunca pensé que fueses un idiota, JungKook. —YoonGi se movió hasta poder quedar frente a frente con el menor—. Eres un hombre fuerte, decidido e inteligente. —Dirigió su mirada al resto de los oficiales—. Lo que yo quería...
—¿Qué? —insistió el castaño, dado a que YoonGi guardó silencio por unos momentos.
—Escucha, para que pueda explicarte esto, necesitamos una completa privacidad —le dijo el menor—. Hay una habitación detrás de esa puerta. —JungKook pudo ver la misma a unos tres metros de distancia—. Te aseguro que no quiero hacerte daño, confía en mí.
A pesar que sabía muy bien que no era conveniente ni correcto ceder ante el pedido de YoonGi, el menor terminó alejándose para buscar a JunMyeon, a quien le aseguró que necesitaba ir hacia aquella habitación con Jigsaw.
JunMyeon se negó a dejarlo ir por cuenta propia hasta allí, ya que no sabían si podía tratarse de una trampa o qué. Pero JungKook tuvo que hacer uso de su poder y dejarle en claro que era una orden, por lo que su amigo no tuvo más opción que asentir y pedirle que sea cuidadoso. Luego de esto, trató de tranquilizarlos a todos, asegurándoles que podía cuidarse por cuenta propia.
No pudo negarse a tomar el radio y arma que otro de los oficiales le ofreció, porque sino todo les resultaría más extraño de lo que ya estaba siendo. Buscando no captar más miradas desconfiadas, dijo que accedió a ir a la habitación porque era la única manera de obtener información muy valiosa. Y luego de haber hecho lo necesario, comenzó a encaminarse nuevamente hacia YoonGi.
Al verlo aproximarse, el mayor no pudo evitar sonreír con algo que parecía cercano al orgullo, causando que JungKook apartara la mirada de su rostro. Luego de esto, notó cómo YoonGi volvía a sentarse en la silla de ruedas.
Sabiendo que el contrario no iba a poder hacer mucho con las manos esposadas, JungKook suspiró y se dispuso a empujar suavemente la silla hacia la habitación anteriormente indicada, notando que —al parecer— YoonGi se había quitado el suero en algún momento.
Cuando ingresaron al lugar, JungKook notó que no había demasiada iluminación. Era una habitación acogedora y había solamente una cama y un escritorio, además de un armario. Las paredes eran de un color oscuro y el menor pudo ver que había una serie de fotos colgadas, en una pizarra que estaba a la vista.
JungKook se quedó mirando atentamente las fotos que adornaban el lugar, mientras sentía que una sensación extraña lo invadía por completo. ¿Por qué YoonGi aún conservaba imágenes que los mostraba a los dos juntos? Joder, todo era demasiado confuso y doloroso.
—No te hice venir hasta aquí por tu hermano —la voz del mayor lo hizo sobresaltarse, así que apartó los recuerdos que invadieron su mente—, solamente decidí aprovecharlo para que tuviéramos una excusa ante el departamento de la policía.
—¿Excusa? —JungKook se dio vuelta al instante, para así poder mirar de manera adecuada al contrario—. ¿Estás diciendo que realmente mi presencia y todo esto no puede ayudar a SeokJin?
—Puedes darle una ventaja en la parte final y definitiva del circuito, si es que así lo deseas —aseguró el pelinegro—. Pero, si decides no hacer nada, no influye —dijo con claro desinterés y demostrando una expresión molesta en su rostro—. Dejaré eso a tu criterio, lo que suceda con SeokJin me es irrelevante.
—Entonces, ¿qué es lo que quieres de mí? —le cuestionó irritado, mientras se acercaba al mayor. Luego de pensarlo por unos momentos, se arrodilló ante él y le quitó las esposas de manera rápida, para después hacerse a un lado.
—A pesar del transcurso de los años y todo lo que ha sucedido, el vínculo que tú y yo teníamos antes no ha cambiado —comenzó a hablar el pelinegro y acarició sus propias muñecas—. Siempre sospeché que sería así, pero lo confirmé al verte ingresar, siendo acompañado por aquellos hombres.—JungKook lo miró confundido—. Sé que puedes entenderme.
—No digas estupideces, YoonGi.
—Desde que éramos niños, siempre fuiste la única persona capaz de entender lo que se ocultaba en mi mente. —YoonGi sonrió melancólico—. Al parecer, nada ha cambiado —dijo y JungKook supo que, a pesar que no quisiera admitirlo, tenía razón—. Sé que, gracias a la pequeña charla que compartimos hoy, pudiste comprenderme —le aseguró— y considerar que mi filosofía no está errada realmente.
—YoonGi...
—Yo era un hombre que tenía una vida ideal, pero de la nada pasé a ser un joven que se encontraba muriendo. —El mayor pareció perderse nuevamente en sus pensamientos, por lo que el mayor se le acercó—. Recuerdo cómo un hombre me dijo esto último y exactamente con el tono que estoy usando —dijo con amargura—: Nada como un médico para encontrar un modo tan frío y clínico de decir que soy un cadáver andante.
JungKook soltó un insulto en voz baja y deseó desaparecer lo antes posible, para después caminar hacia la cama y sentarse allí, mientras escondía el rostro entre sus temblorosas manos.
—Algunas cosas no son secuenciales; el bien no lleva al bien, así como el mal no lleva mal. —YoonGi se le aproximó—. Hay personas que roban con total impunidad y viven como reyes; otros mienten, engañan y la gente los vota —dijo notablemente cansado—. Pero algunos se detienen para ayudar alguien en la carretera y un camión los atropella en un descuido, acabado con su vida.
El mayor lo miró de manera atenta.
—No hay explicación para esto, lo único que importa es cómo juegas tus cartas —dijo YoonGi en voz baja y tomó las manos del menor entre las suyas—. Mírame, JungKook. —El nombrado alzó la vista—. ¿Comprendes lo que te digo?
—Lo entiendo, pero...
—Mis días están contados y no me siento mal por ello, ya que estoy apreciando cada detalle de mi vida —el mayor lo interrumpió, causando que JungKook sintiera que un nudo se formaba en su garganta al saber que su ex-novio moriría—. Pero no puedo permitir que mi filosofía muera conmigo —dijo finalmente YoonGi—, porque siempre existirán personas que necesitarán que alguien los ayude a entender que deben valorar su vida.
El mayor se preguntó por qué motivo alguno YoonGi estaba diciéndole cosas así. De por sí, le resultaba sumamente extraño que el pelinegro confiara en él, a pesar que sabía muy bien que —como miembro del Departamento de Policía— podía usarlo en su contra y arruinar todo lo que había construido en todos los años transcurrido.
—Espera, ¿estás insinuando que yo...? —dijo entonces, logrando terminar de unir las piezas del rompecabezas que atormentaba a su mente.
Miró a YoonGi a los ojos y le exigió una respuesta, aunque esperando que le dijera que estaba equivocado y solamente malinterpretaba todo. Pero no, el mayor no dijo nada y se limitó a transmitirle una clara afirmación.
—No puedo creerlo, es una locura —JungKook lo miró de manera incrédula, pero el mayor no parecía estar bromeando en absoluto—. ¿Cómo puedes llegar a imaginar que yo haré algo como eso? No, nunca.
—Aunque no quieras admitirlo en voz alta, se qué nunca te ha desagradado del todo lo que hago.
—¿Por qué estás diciendo esto?
—¿Por qué? —YoonGi le sonrió—. Porque, al igual que las personas que están allá afuera y me agradecen —señaló a un punto indefinido—; piensas que aquellos asesinos, alcohólicos, abusadores, mentirosos, estafadores merecían pasar por una situación tan traumática —dijo más que seguro, por lo que el menor volvió a esquivar su mirada—. Sabes que no había otra forma de hacerlos entrar en razón y cambiar su manera de percibir las cosas, JungKook.
—Yo no podría con esto —afirmó sin siquiera pensarlo, pero sin atreverse a decir que no apoyaba ni un poco la filosofía de YoonGi, porque eso sería una mentira—. Sé que, hace cinco años atrás, no tuve problema en ser una mierda con las personas y tratarlas como la basuras que eran —dijo desesperado—. Pero tus juegos, lo que haces...—suspiró—. Joder, es demasiado para mí.
—Sé que tienes más que claro el valor de la vida, así como puedo asegurar que comprendes bien lo que hago. —El mayor acortó aún más la distancia que los dividía y le tomó las manos nuevamente—. Ya te fue posible comprobar la diferencia entre asesinar y rehabilitar —dijo con tranquilidad—, y tú sabes que debes ver la muerte para renacer.
JungKook mordió su labio inferior.
—Entiendes que, cuando ha visto a la muerte de cerca, una persona puede saber lo mucho que vale una vida.
—Demonios, YoonGi. —El menor alzó la mirada y la posó en el nombrado, aún sin saber muy bien qué decir o cómo proceder—. Es que yo...
—Supe que tus compañeros sospechan que no estoy solo aquí, no los culpo por imaginar aquello —dijo entonces—. ¿Cómo un hombre tan decaído y enfermo puede secuestrar a cinco personas? —se preguntó a sí mismo—. ¿Es posible que tenga la fuerza y habilidad para cargar con cada uno y preparar los juegos? —YoonGi soltó una pequeña risa—. Y no, no es posible que lo haga por cuenta propia.
Al escuchar aquello, JungKook no pudo evitar mirarlo con curiosidad. No se sentía realmente sorprendido, porque era más que evidente que YoonGi no trabajaba por cuenta propia. A pesar de esto, no esperaba que el menor decidiera hablarle sobre el tema. Joder, estaba confesándole toda la información que las autoridades llevaban años tratando de obtener.
—Tengo aprendices —continuó hablando YoonGi—, personas que sobrevivieron a las pruebas y decidieron quedarse a mi lado, dispuestos a lograr que otros pudieran valorar su vida —dijo en voz baja y acarició las manos del mayor—. Sin embargo, ninguno de ellos parece ser lo suficientemente capaz de ocupar mi lugar.
—¿Y qué te hace creer que yo podría hacerlo?
—Sabes que toda mi obra ha tenido, tiene y seguirá teniendo un gran impacto en la gente, la sociedad en sí. —YoonGi posó una de sus manos en la mejilla del castaño, quien cerró sus ojos por un momento—. Por lo cual, espero que puedas entender que no puedo dejar mi filosofía en manos de cualquiera —dijo en un susurro—. Y tú, JungKook, eres la única persona a la que puedo visualizar continuando con mi trabajo.
JungKook volvió a posar su vista en los ojos de YoonGi, y le fue posible ver en ellos aquel brillo particular que solía estar presente cuando eran unos simples adolescentes que mantenían un bonito romance a escondidas de todo el mundo, temiendo por rechazo que no había tardado en llegar para arruinarlo todo.
Sin ser consciente de lo que hacía en verdad, el castaño también posó su mano en la mejilla contraria, notando y sintiendo lo delgado y débil que ahora era YoonGi como consecuencia de todo lo ocurrido en los últimos años.
Y antes de poder entrar en razón, JungKook se limitó a posar su boca sobre los suaves y delicados labios de YoonGi, quien se mantuvo quieto unos segundos antes de corresponder el cuidadoso beso que el menor había iniciado.
YoonGi sintió cómo JungKook se reincorporaba y lo animaba a hacer lo mismo, sosteniéndolo entre sus brazos para evitar que el mayor cayera ante la falta de fuerza. El mayor se sostuvo de los hombros del detective y suspiró, mientras que el contrario le sujetaba la cintura con firmeza.
—¿Puedo pensar que no me hiciste venir solamente para que siga con tu legado? —susurró JungKook sobre los labios del pelinegro en cuanto se distanciaron, debido a que la falta de oxígeno de YoonGi era grave.
—Te prometí que, sin importar lo que ocurriera en un futuro, yo volvería a ti —le dijo YoonGi con dificultad y completa sinceridad, causando que el menor lo mirase conmovido antes de besarlo en los labios brevemente una vez más.
—¡Oficial Jeon!
Al escuchar la preocupada y alterada voz de su compañero a las afueras, JungKook dejó a YoonGi en su lugar inicial rápidamente y con cuidado. Caminó entonces hacia la entrada, apartándose del pelinegro.
—¿Qué es lo que sucede? —preguntó ansioso y agradeciendo que JiMin fuera precavido siempre, para después abrir la puerta y se encontraba con su amigo, quien lucía agitado y tembloroso.
—Lograron identificar desde dónde se transmitían las imágenes —dijo el chico y miró de reojo al sospechoso, quien seguía tranquilamente sentado en la silla de ruedas—. Pudieron hacerlo hace minutos, mientras que tú hablabas con Jigsaw.
—¿Y entonces? —dijo el castaño—. ¿Qué sucedió? ¿Pudieron dar con el paradero de SeokJin? —le cuestionó realmente interesado, aunque ya no sentía la misma preocupación que había sentido en un primer momento.
—Su hermano no está ahí —respondió JiMin en voz baja y el ceño de JungKook se frunció, mientras que el oficial novato lo miraba con preocupación y un leve temor.
—¿De qué hablas?
—Es extraño. —JiMin se rascó la nuca—. Fue posible dar con el paradero de los amigos de SeokJin y su esposa, todos perdieron la vida —le explicó, por lo que el menor no pudo evitar llevarse la mano a su frente—. No pudimos encontrarlo a él, pero lo más probable es que...—guardó silencio unos segundos, así que JungKook le exigió con la mirada que terminara de hablar—. Lo lamento, pero sabemos que probablemente él tampoco haya sobrevivido.
Ante dichas palabras, JungKook soltó un suspiro y utilizó una de las paredes a modo de apoyo, mientras comenzaba a sentir muchas náuseas y que todo daba vueltas a su alrededor.
—JungKook, ¿te encuentras bien? —le preguntó al castaño a la par que lo examinaba con la mirada—. ¿Qué debemos hacer ahora?
—Quiero que todos sigan inspeccionando el área y no pasen por alto ningún jodido detalle —JungKook habló de manera inexpresiva y sumamente seria, causando que JiMin asistiera sin dudar.
—¿Y qué hacemos con Min?
—Me ocuparé de él —respondió rápidamente y posó su mirada en JiMin, advirtiéndole que no pensara siquiera en cuestionarlo de alguna manera—. Tú encárgate de lo que te ordené, no deben perder más tiempo.
Bastante consternado por la actitud de su jefe, JiMin hizo una pequeña reverencia, abandonó corriendo la habitación y se aproximó hasta el oficial JunMyeon, quien posó su mirada indescifrable en JungKook —por varios segundos— antes de comenzar a moverse hacia la salida.
—JungKook, no tienes por qué seguir atormentándote.
La voz del pelinegro causó que el nombrado negara con la cabeza, tratando de ordenar y controlar el caos que había dentro de su mente.
—Tú sabes lo que debes y quieres hacer realmente, ya no sigas negándote la verdad. —JungKook posó su mirada en YoonGi, quien le sonrió de lado—. Las personas que no son capaces de valorar su vida, no merecen vivirla.
Las personas deben dar por hecho que mi obra continuará. ¿Creen que se ha llegado a su fin porque estoy muerto? No, esto no se ha acabado. El juego acaba de comenzar.
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