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Señor, estamos listos para entrar. 

Recuerden estar atentos, no sabemos qué podemos esperar del maldito desquiciado. No se descuiden ni un segundo, miren todo con detalle.

Jeon JungKook, oficial de alto rango del departamento policial de Daegu, descendió del vehículo y caminó hacia la entrada de la fábrica que aparentaba estar abandonada; siendo escoltado por Park JiMin, uno de los policías novatos.

El castaño le indicó rápidamente a sus compañeros que se colocaran en sus respectivas ubicaciones. Una vez que todos estuvieron en sus lugares, JungKook les ordenó que abrieran la pequeña y desalineada puerta de la fábrica.

Los hombres acataron las órdenes y no dudaron en hacer lo pedido por el chico, para después ingresar a mano armada al lugar. Siguiendo la táctica pautada con anterioridad, se separaron en grupos para comenzar a recorrer el edificio de manera eficaz y veloz, buscando impedir que alguien tuviera el tiempo de escapar.

JiMin se mantuvo a un lado JungKook, de la misma manera que otros tres oficiales más. El policía novato se encontraba más que emocionado, pero también nervioso y algo asustado. Era la primera vez que tenía la oportunidad de abandonar la estación para participar de una misión; y vaya, qué misión.

Se dirigieron a las escaleras que se hallaban ubicadas a unos metros de la entrada, examinando todo a su alrededor con cuidado, tratando de identificar cualquier cosa que les indicara que debían encontrarse aún más alertas.

Uno de los oficiales se ofreció a ascender primero y antes que JungKook pudiera decirle algo, el chico había comenzado a subir los escalones. Pero solamente alcanzó a pisar tres de los mismos, para después detenerse abruptamente, en cuanto una luz se encendió y un ruido hizo eco en el lugar, provocando que todos se pusieran alertas.

—¿Qué es eso? —preguntó JiMin de manera extrañada, mirando a la figura que se aproximaba lentamente en lo más alto de las escaleras.

JungKook miró con atención el objeto que llamaba la atención de todos y frunció su ceño. Se trataba de un muñeco que se encontraba vestido con una camisa blanca y un traje negro; tenía el rostro blanco con dos marcas rojas en las mejillas, además del cabello por los hombros y de color negro.

El oficial Jeon ya había visto a ese muñeco en más de una ocasión, sabía perfectamente de qué se trataba y todo lo que implicaba. Por lo cual, un sabor amargo invadió su boca.

De repente, el muñeco empezó a emitir una risa terrorífica. Y antes de que alguien pudiera siquiera reaccionar, el joven —el cual había subido los escalones anteriormente— soltó un fuerte grito de dolor y cayó ante todos los presentes, quienes se pusieron en posición defensiva.

Como era de esperarse, una trampa se encontraba ubicada en las escaleras y se había activado ante la presencia del oficial, hiriéndolo de manera muy repentina y eficaz.

Inmediatamente, se emitieron las alertas correspondientes y JungKook se aproximó al chico. Entonces, el castaño pudo notar que el joven tenía dos pedazos de metal incrustados en la parte baja de las piernas.

JungKook se regañó mentalmente por no haber estado más atento, dado a que era más que evidente y claro que no iban a tener la posibilidad de moverse por el edificio sin ser víctimas de alguna trampa. Tendría que haber tenido más cuidado, pero ahora ya era bastante tarde.

Dos oficiales aparecieron en la escena y se acercaron al herido y lo retiraron del lugar rápidamente, con el objetivo de llevarlo a emergencias lo antes posible. Por su parte, JungKook se dispuso a subir al siguiente piso, mientras era seguido por JiMin y cuatro refuerzos más, los cuales habían acudido ante el alerta emitido con anterioridad.

Una vez que logró llegar al primer piso, JungKook agradeció mentalmente el no haber sido víctima de ninguna trampa hasta el momento.

Miró a su alrededor y notó muchas mesas de diversos tamaños y tipos a lo largo del piso. Sobre las mismas, había una cantidad enorme y hasta incontable de diversos elementos que JungKook no desconocía del todo, ya se había encontrado con alguno de ellos anteriormente.

JungKook se acercó a la mesa más próxima, dejando su arma a un lado, y tomó uno de los artefactos. Lo examinó con la mirada y no tardó mucho en identificarlo: trampa de osos invertida.

Negó con la cabeza y se dispuso a seguir recorriendo el lugar, pero detuvo su andar al instante, ya que pudo escuchar un sonido proveniente de aproximadamente tres metros de distancia.

Alzó su arma y miró al frente.

—¡Quieto!

Al igual que JungKook, el oficial Park y sus compañeros se pusieron en posición defensiva también, apuntando firmemente al hombre que estaba frente a ellos y cubriendo la espalda de Jeon.

—¡Ponga las manos en alto! —ordenó JungKook, mientras se acercaba al hombre—. ¡Quiero que se quede quieto! ¡No piense en escapar!

—No creo que pueda ir muy lejos en mi condición.

En cuanto escuchó aquello, y tras haber quedado solamente a un metro de distancia, JiMin examinó al desconocido con mejor detalle.

Era un hombre que no parecía sobrepasar los cuarenta años de edad, tenía el cabello de color negro y piel demasiado pálida. Se notaba que era bastante delgado, lucía muy débil y agotado.

Se hallaba sentado detrás de una mesa de notable tamaño, específicamente sobre una silla de ruedas. A su lado, se encontraba a lo alto una bolsa de suero, la cual estaba conectada en la mano del sospechoso, vía intravenosa.

JiMin no podía creer lo que veía.

El joven Park recordó entonces que, cuando se encontraba —hace poco más de unos cinco años atrás— a punto de terminar su educación secundaria —la cual tuvo que concretar siendo ya un adulto porque, en la adolescencia, se vio obligado a dejar sus estudios a un lado—, había comenzado a escuchar rumores muy escalofriantes.

En la televisión, periódicos, radios —y todos los medios de comunicación— se hablaba acerca de un asesino serial no identificado; alguien que había secuestrado a más de tres personas y las sometió a pruebas —o también denominadas, por el mismo asesino, juegos— sangrientas y crueles.

Lo que más había llamado la atención de aquel asesino fue la forma en la que se manejaba, el modo en el que operaba. La policía había encontrado unas grabaciones, tanto en pequeñas radios como en televisores antiguos, en las cuales se podía oír la voz del hombre, aunque sumamente distorsionada. En ellas, el hombre le demostraba a sus víctimas que las conocía muy bien y les dejaba en claro que no estaban ahí por algo al azar; y además, les daba instrucciones que debían seguir.

Eso fue algo que llamó muchísimo la atención también a JiMin. El hombre les daba a sus víctimas una serie de pasos que deberían cumplir, si es que deseaban salir vivas de la prueba. Y fue el mismo departamento de la policía que terminó confirmando que realmente, si las víctimas hacían lo que se les indicaba y en el tiempo impuesto por el asesino, podrían salir con vida. Él no mentía cuando les decía que ellos, si se lo proponían, tenían la oportunidad de sobrevivir.

Los juegos requerían de un gran sacrificio para ser superados con éxito. Y cuando las personas no pasaban la prueba —en simples palabras, cuando no sobrevivían—, el hombre recortaba la forma de una pieza de rompecabezas en la piel de las víctimas. Fue por dicho motivo que se lo terminó denominado como Jigsaw, haciendo referencia al significado de dicha palabra en Inglés; rompecabezas.

Los crímenes fueron ascendiendo notablemente y todos eran obra de Jigsaw, por lo que se convirtió en uno de los criminales más buscados. Muchísimas personas querían atraparlo y detenerlo de una vez, pero Jigsaw era muy inteligente. En todos los años que llevaba cumpliendo con su propósito y "rehabilitando" a las personas, muy poco se había podido saber y/o descubrir acerca de él. El hombre sabía muy bien lo que hacía.

JiMin había salido de la escuela y había comenzado a estudiar para convertirse en policía, tal y como siempre soñó. Y durante dichos años, el tema de Jigsaw era una cuestión muy tratada a su alrededor; por lo cual, Park comenzó a desear poder lograr algo con ese caso. Y más que nada, lo llevó a desear incluso conocer al propio Jigsaw, para así tener la posibilidad de averiguar qué era lo que un asesino como él pensaba.

Pero ahora JiMin tenía frente a él a un hombre que, a pesar de no ser muy mayor, lucía demacrado. Se lo veía destruido y parecía tener una salud muy precaria, era un hombre que ni siquiera parecía ser capaz de levantarse de esa silla de ruedas. Esto fue lo que causó que Park se preguntara si realmente una persona con aquella apariencia y un estado de salud tan malo, podría ser en verdad un asesino en serie.

—Quiero que lo revisen y lo esposen —ordenó entonces JunMyeon, uno de los oficiales al mando. Tres hombres lo obedecieron, se acercaron al sospechoso y comenzaron a examinarlo, para después esposarlo.

El oficial Park notó entonces que el hombre tenía una mascarilla en sus manos y había un respirador a su lado también. El sospechoso llevaba una especie de túnica puesta, la capucha de la misma se hallaba cubriendo parte del rostro y la oscuridad no era de ayuda, por lo que JiMin aún no podía ver las facciones del contrario.

—Está limpio —comentó uno de los oficiales.

—Tiene derecho a permanecer en silencio —mencionó JunMyeon con seriedad, mientras seguía apuntando al hombre—. Tiene derecho a un abogado. En caso de no poder contratar uno, el Estado se lo asignará de forma gratuita.

JungKook tocó el hombro de JunMyeon suavemente, indicándole con amabilidad que se apartara. El castaño asintió y bajó su arma, para después hacerse a un lado. Por su parte, JiMin lo imitó también y dejó de estar en una posición defensiva, pero el resto de los oficiales no lo hizo; ellos se mantuvieron en sus lugares, apuntando al hombre.

JiMin notó cómo JungKook se acercaba al sospechoso con tranquilidad. Una vez que se encontró frente al contrario, el oficial Jeon apoyó sus manos en la mesa y leyó el nombre que relucía en uno de los papeles que se hallaban sobre la misma.

YoonGi —leyó el castaño con cuidado y posó su mirada en el pelinegro—. ¿Ese es tu nombre?

—¿No es obvio? —respondió con ironía el otro.

—Dime, YoonGi. —El oficial entrecerró sus ojos y miró con desagrado al hombre mayor—. ¿Esto es lo suficientemente cerca?

Al recordar el mensaje que había dejado sobre una de las paredes de la escena de su último crimen, el pelinegro no pudo evitar sonreír de lado y mirar de reojo al contrario.

Mira de cerca, detective Jeon JungKook.

—No me decepcionaste, nunca lo haces —dijo en voz baja, para después encender una lámpara que se hallaba sobre la mesa antes de alzar su rostro, permitiéndoles a los presentes verlo con mucha más precisión.

En dicho instante, JiMin pudo notar cómo el cuerpo de JungKook parecía tensarse por completo, así que se sintió más que extrañado.

Dado a que no se encontraba muy alejado del castaño, Park vio cómo el color parecía abandonar el rostro de su jefe, quien no dejaba de mirar al sospechoso.

—No puede ser —dijo el detective en un susurro, provocando que sus compañeros lo miraran con una clara confusión.

—Ha pasado un tiempo, JungKook.

JiMin frunció su ceño y miró con incredulidad al castaño, quien parecía notablemente consternado por algún motivo, pero no le fue muy difícil hacerse una idea de lo que estaba sucediendo y de la razón por la que JungKook se hallaba actuando bastante extraño; aquellos dos se conocían, no era la primera vez que se encontraban.

—Sáquenlo de aquí —ordenó JungKook con seriedad, en cuanto pudo ser capaz de ordenar sus pensamientos. Y luego de ver que el resto asentía, el castaño se dio vuelta dispuesto a irse del lugar lo antes posible, pero la voz de YoonGi lo obligó a detenerse.

—Yo debería quedarme aquí, mientras que tú resuelves tu problema, oficial Jeon.

Al escuchar aquello, todos los presentes detuvieron su andar y centraron su atención en el sospechoso. Por su parte, JungKook se dio vuelta y miró nuevamente a YoonGi, mientras que no pudo evitar que la confusión apareciera en su rostro.

—¿Qué problema?

—El que está en la habitación del fondo —respondió YoonGi con desinterés, para después indicar con un movimiento de cabeza un sector que se encontraba a espaldas de JungKook.

El castaño miró con desconfianza a YoonGi, pero finalmente le ordenó al resto del equipo que mantuvieran vigilado al sospechoso, para después comenzar a dirigirse a la habitación que Min le había indicado.

Junto a JiMin y un oficial de apoyo, JungKook llegó a la entrada del lugar. Tras verificar rápidamente si la puerta estaba conectada con alguna trampa o no, pudieron ingresar.

JungKook examinó con atención la zona; era una habitación muy acogedora y había una gran mesa en el centro, sobre la cual podía notarse algo cubierto con unas cuantas sábanas blancas.

Entonces, JiMin se armó de valor y tomó las sábanas con cuidado, para luego quitarlas con nerviosismo. De dicha forma, los tres presentes pudieron notar cómo se revelaban una gran cantidad de monitores que ya estaban encendidos, por lo que el menor frunció su ceño.

Por su parte, JungKook posó su mirada en las imágenes que se mostraban en las pantallas y su sangre se heló al instante, causando que se quedara petrificado en su lugar. El cuerpo del chico comenzó a temblar, mientras que JiMin lo notó rápidamente y se acercó a él con preocupación.

—¿Qué sucede? —le preguntó.

—C-creo que...—JungKook habló con dificultad y sin despegar su vista de la pantalla—. Creo que es mi hermano —dijo en un susurro, señalando a la figura que se mostraba en una de las pantallas. JiMin dirigió su vista a los monitores antes de mirar con nerviosismo el contador que estaba a un lado de una de las pantallas—. Maldito imbécil.

JungKook se dio vuelta de repente y comenzó a caminar rápidamente hacia YoonGi, con el claro objetivo de atacarlo y dejarlo en pésimas condiciones. Pero antes que pudiera siquiera intentar tocarlo, JiMin lo tomó de los brazos con fuerza, obligándolo a detener su paso.

—¿¡Qué demonios significa eso!? —le gritó JungKook a YoonGi, mientras era sostenido firmemente por JiMin y JunMyeon, quien se había aproximado al castaño al notar que estaba muy alterado—. ¿¡Qué rayos hace mi hermano ahí!?

—Me resulta difícil decirte qué está haciendo, dado a que no reviso los monitores desde hace un tiempo —dijo Min en voz baja—. Supongo que aún sigue inconsciente, pero despertará dentro de muy poco. Cuando pueda notar dónde está, seguro se asustará mucho —comentó con diversión—. Tu hermano siempre ha sido muy asustadizo, ¿cierto? Lo recuerdo muy bien —le aseguró irónicamente, logrando así enfurecer al oficial.

—¡Eres un maldito! —JungKook intentó nuevamente atacar al pelinegro, pero sus compañeros se lo impidieron.

—Si yo fuera tú, dejaría de protestar y comenzaría a preocuparme. Tu hermano y tú tienen un problema que resolver —YoonGi llevó la máscara a su rostro y respiró profundamente, para después seguir hablando—; tu hermano tiene que pasar una serie de pruebas para sobrevivir, pero tú también juegas un papel muy importante en esto —dijo de manera tranquila—. Tienen alrededor de una hora antes que defina el futuro de SeokJin. —Él sonrió de lado—. No sé qué pasará, pero habrá sangre. Eso es algo que te puedo asegurar.

El castaño dejó de forcejear con JunMyeon y JiMin antes de mirar fijamente y con odio a YoonGi, quien se mantenía riéndose con amargura.

JungKook, quiero jugar un juego. —El nombrado notó cómo YoonGi ahora lo miraba con atención y seriedad.

Sintiendo una desesperación recorrerlo, JungKook se dio vuelta y comenzó a caminar nuevamente hacia la habitación del fondo, en donde se encontraban las cámaras. Por su parte, JiMin posó su atención en YoonGi, quien no dejaba de admirar al castaño desde la distancia.

Park soltó una maldición y fue en busca del castaño, encontrándolo sentado en una de las sillas y con el rostro escondido entre sus manos.

—Kookie, ¿estás bien? —JiMin se arrodilló ante su amigo y compañero, mirándolo con preocupación.

—Él tiene a mi hermano. ¿Qué voy a hacer?

—Sé que es una situación difícil, JungKook, pero debes mantenerte fuerte y centrado —le dijo y comenzó a brindarle caricias en las rodillas—. Tu hermano necesita tu ayuda, así que tienes que hacer lo que YoonGi te indique por el momento. —JiMin mordió su labio inferior—. Nosotros nos encargaremos de pedir refuerzos y tratar de hallar la ubicación de la transmisión. —El menor intentó tranquilizarlo, por lo que JungKook soltó un suspiro y negó con la cabeza

—¿Tú y él se conocían de antemano? —preguntó JunMyeon, en cuanto puso un pie en la habitación—  No me extraña que YoonGi conozca muy bien a sus víctimas desde antes, por lo que no me sorprendió del todo su reacción al verte —dijo con seriedad—. Pero sí me llamó la atención notar tu repentino cambio de actitud, lucías muy consternado.

—Eso es cierto. —JiMin se reincorporó, aunque sin apartar la mirada del castaño—. JungKook, ¿ya conocías a YoonGi?

—Éramos compañeros de clases y amigos desde niños —respondió JungKook y se mantuvo en silencio por unos segundos—. Y en la adolescencia, nos convertimos en pareja —dijo en un susurro.

—¿Qué demonios? —soltó JunMyeon incrédulo.

—¿Él y tu fueron pareja? —le preguntó el chico.

—Sí, así es. Yo realmente estaba enamorado de él, pero las cosas no resultaron. —JungKook negó con la cabeza—. Se nos presentaron muchos problemas y mi familia no estaba muy a gusto con mi sexualidad, así que decidí romper con él y mantener las distancias —explicó de forma breve y sin querer dar muchos detalles—. Un tiempo después, traté de contactarlo con nuevamente, pero no pude y me limité a continuar con mi vida —dijo—. No es un tema del que me guste hablar.

La mirada de JungKook se perdió en el suelo.

—Llevábamos veintiún años sin encontrarnos hasta ahora. Nunca imaginé que lo volvería a ver después de tanto, mucho menos en una situación así —dijo en voz baja, todavía perdido en sus pensamientos—. Jamás pude haber pensado que terminaría convirtiéndose en un criminal como Jigsaw, él era la última persona que esperaba encontrarme aquí. —El castaño soltó una pequeña risa amargada—. No sé cómo esto pudo pasar.

—Entonces, no es una casualidad que él escribiera tu nombre en aquella escena —mencionó JiMin para sí mismo.

—Nunca es una casualidad con Jigsaw —dijo JunMyeon—. Él nunca hace las cosas por casualidad o al azar, tiene todo más que calculado y preparado con anterioridad. —Comenzó a moverse por la habitación—. Sin embargo, al parecer y por primera vez, nos encontramos con víctimas que tienen algo más que los une a él.

—¿Y qué hay de tu hermano? —JiMin volvió a centrar su atención en el castaño, quien pareció incomodarse ante aquella mención—. Nunca nos hablaste sobre él.

—SeokJin y yo nunca tuvimos una buena relación. —Llevó una de las manos a su rostro—. Él parecía no sentirse a gusto con mi presencia, por lo que siempre trataba hacerme a un lado y herirme emocionalmente —JungKook suspiró—, mientras que yo se lo permitía como un idiota que deseaba ser aceptado por su hyung —dijo de forma irónica y dolida—. A medida que crecíamos, las cosas se tornaban aún peor y terminamos discutiendo antes de perder completo contacto.

JunMyeon y JiMin intercambiaron miradas por unos instantes, para después volver a centrar su atención en el castaño, quien realmente se hallaba perdido en sus pensamientos.

—Cuando me alejé de él por completo, creo que yo tenía casi diecinueve años —JungKook continuó hablando—. Después de aquello, no volvimos encontrarnos hasta hace unos seis años atrás, cuando mi madre falleció y asistimos a su funeral —dijo en voz baja—. Traté de hablarle, pero SeokJin actuó como si no me conociera. Entonces, decidí que no valía la pena seguir humillándome para ser aceptado por él.

—¿Crees que por eso lo habrá capturado? —le cuestionó JunMyeon no muy seguro.

—No lo sé.

—Lo averiguaremos, pero el tiempo corre.

JungKook asintió con la cabeza, dándole así la razón a JiMin. Luego de cerrar sus ojos por un instante, el castaño se levantó de su lugar y comenzó a caminar nuevamente hacia el sector en que se hallaba YoonGi, siendo ahora custodiado por unos siete oficiales.

—¿Qué quieres de mí?

El pelinegro alzó la mirada y la posó en el hombre que estaba posado frente a él, justo detrás de la gran mesa de color oscuro.

—Un poco de tu tiempo.

—No tengo tiempo.

—Me preguntaste qué quiero, ya te lo dije.

—Si te doy mi tiempo, ¿qué sucederá?

—Quiero hablar a solas contigo. Todos los demás deben irse —dijo YoonGi—. No del edificio, solamente del área —aclaró antes que el menor protestara—. Lo suficiente como para hablar con privacidad.

—Si llega a sucederle algo a mi hermano, te juro que te arrancaré la cabeza.

—No pretendo burlarme de ti, pero soy un paciente con cáncer. —Jigsaw sonrió apenado—. ¿Cómo podrías hacerme sufrir más de lo que ya sufro diariamente?

Al escuchar las palabras del contrario, JungKook guardó silencio por un momento, mientras seguía mirando a YoonGi. ¿Paciente con cáncer?

En dicho instante, JiMin se le acercó y lo obligó a hacer sus pensamientos a un lado, por lo que el mayor se lo agradeció de sobremanera.

—El equipo técnico viene en camino —le informó a JungKook en un susurro, así que el mencionado le dio la espalda a YoonGi—. Rastrearán todo en poco más de una hora.

—Quiere hablar conmigo a solas.

—Deberías hacerlo —dijo el rubio, pero JungKook lo miró a los ojos y el contrario pudo percibir la inseguridad y temor en ellos—. Kookie...

—No, no quiero hablar con él.

—Debemos darle lo que quiere, para así poder ganar algo de tiempo —le aseguró JiMin, mientras le sonreía y trataba de transmitirle tranquilidad—. Sé que puedes hacerlo, JungKook.

—¿De qué me sirve hacer esto?

—Puedes ayudar a tu hermano, también nos podría ser posible conseguir más información útil para el caso. —JiMin pudo notar que la atención de YoonGi se hallaba centrada en ellos, por lo que un escalofrío lo recorrió por completo.

El castaño pareció procesarlo y analizar todo por unos cuantos segundos, para finalmente soltar un suspiro exasperado y darse vuelta, posando su vista en YoonGi una vez más.

—Despejen la habitación —dijo el chico en voz alta y con seriedad. Todos los presentes intercambiaron miradas de manera insegura, pero JungKook centró su atención en ellos, indicándoles que debían obedecerlo.

A pesar de no estar muy seguro, JunMyeon fue ahora el encargado de hablar y ordenarles a todos que despejaran la habitación, aunque procurando mantener una distancia prudente para seguir cubriendo a JungKook, quien le había entregado su arma a JiMin.

—Muy bien, hablemos. —El castaño alzó sus manos, enseñándole al contrario que estaba limpio y señalando a los otros oficiales, los cuales se hallaban posados a varios metros de distancia.

—Siéntate, JungKook.

Miró de manera indescifrable al pelinegro, quien señaló una silla que se hallaba frente a la mesa. Se mantuvo unos segundos quieto, tratando de pensar en otra forma de manejar las cosas; pero finalmente, al notar que no tenía más opciones, se sentó en el lugar indicado.

Quiero jugar un juego —dijo YoonGi—. Lo único que debes hacer es conversar conmigo, escucharme —explicó de manera breve y se acomodó en su lugar—. Si lo haces correctamente, le serás de gran ayuda a tu hermano.

JungKook asintió con la cabeza.

—No nos hemos presentado apropiadamente. —El pelinegro lo miró con atención—. Mi nombre es Min YoonGi.

—Sé quién eres, lo sabes. ¿No podemos omitir esto?

—No, JungKook —le afirmó el mayor—. Tú crees que me conoces, pero no es así.

—Puedo ser consciente de eso.

—No lo creo —dijo divertido—. El Min YoonGi que tú conociste ha muerto, he renacido. —JungKook frunció el ceño al escucharlo, mientras que el contrario se mostraba serio—. No queda rastro del muchacho idiota que fui. 

—Lo sé. —El castaño se acomodó en su lugar—. Pero algo me dice que, en lo profundo de ti, aún queda una pequeña parte del antiguo Min YoonGi —le aseguró JungKook—, la cual quieres ignorar por alguna razón.

El pelinegro alzó su ceja divertido antes de volver a inhalar oxígeno, aproximando la máscara a su rostro. Por su parte, JungKook apreció atentamente a YoonGi y lo examinó con la mirada.

La persona que se hallaba ante él, realmente no parecía ser el mismo chico que había sido su novio décadas atrás. Se trataba de una persona diferente en muchos sentidos.

En el pasado, YoonGi era un chico divertido, reservado, agradable y de personalidad cautivante; a pesar que, en un primer momento y al no conocerlo de cerca, podía dar la impresión de ser alguien demasiado tosco y cruel.

Era inteligente, adoraba realizar tocar el piano y componer. Su apariencia era sumamente envidiable; tenía el cabello castaño, un cuerpo pequeño y bien formado, un estilo único y todas las mujeres caían a sus pies.

El menor adoraba estar junto a él. YoonGi lo hacía sentir feliz y amado, además que despertaba en él una constante necesidad de proteger al de menor altura de todos los males del mundo. Era una sensación única y estaba sumamente enamorado del mayor, por lo que le resultó muy doloroso tener que ponerle fin a su relación y dejarlo atrás.

Pero ahora tenía ante él a un hombre más que pálido, gravemente delgado y con algunos moretones perceptibles en las pocas partes de piel que se hallaban a la vista. No estaba bien, él no se encontraba en buenas condiciones. YoonGi lucía decaído, cansado y sin fuerzas.

JungKook no sabía si él podía llegar a caminar o estaba postrado en la silla de ruedas realmente; pero el tanque de oxígeno y el suero que estaban allí, no le daban muy buena señales. El pelinegro se encontraba muy enfermo, por lo que el menor sintió un dolor en su pecho.

Si se hubiesen encontrado en otra situación, JungKook no habrá dudado en brindarle su apoyo al mayor. De hecho, jamás había dejado de apreciarlo y constantemente deseó poder verlo de nuevo. YoonGi había formado un papel muy importante en su vida y —viéndolo tan débil y decaído— el castaño no podía evitar sentir la necesidad de protegerlo, pero no lo haría.

YoonGi estaba enfermo de gravedad y necesitaba ayuda, pero también se había convertido en un asesino en serie, por lo que JungKook solamente podía sentir un gran rechazo y amargura por él.

—¿Te agrada que te digan Jigsaw? —le cuestionó el menor, tratando de evitar que sus pensamientos tomaran un rumbo que no fuera adecuado.

—No —YoonGi soltó una pequeña risa—. La policía y la prensa fueron los encargados de apodarme Jigsaw, pero yo nunca los alenté ni tampoco pedí que me llamaran así.

El pelinegro se recostó en la silla, mirando atentamente a JungKook, quien aún lucía muy incómodo y confundido como consecuencia de la situación.

—La pieza del rompecabezas que le corto a los cuerpos de mis objetivos —comenzó a explicar—, solamente sirve como un símbolo que nos demuestra que al sujeto le falta algo. —Jigsaw sonrió de lado—. Una pieza vital en el rompecabezas humano; el instinto de supervivencia.

—Debo admitir que esto es interesante, YoonGi —dijo el menor y trató de controlarse, para así no terminar estallando y haciendo algo que podría traerle consecuencias—, pero me gustaría que me hablaras de...

—Te estoy hablando, pero no estás escuchándome —lo interrumpió el contrario—. No olvides las reglas.

—Estoy escuchando —le aseguró JungKook—. Solamente estoy oyendo las mismas tonterías que tengo que escuchar, cada dos malditos segundos, siempre que interrogo a uno de los bastardos como tú —le escupió con amargura, mientras presionaba sus puños con fuerza.

—Lo que me estás otorgando es un interesante acercamiento al trabajo policíaco, ¿no? —cuestionó el pelinegro con curiosidad—. Pero...¿no se supone que deberías convencerme de que soy tu amigo? —YoonGi sonrió y JungKook cerró sus ojos por un instante—. Ya sabes, tratando de tranquilizarme, hablando de seguridad y todo lo necesario para que yo confíe en ti.

—Si tienes a mi hermano atrapado, se me dificultará mucho seguir el manual

—¿El manual? ¿Qué querrías hacerme en este momento? —YoonGi parecía divertido por algún motivo—. Y hace cinco años, ¿hubieras seguido el manual? —le preguntó con curiosidad, por lo que JungKook no pudo evitar que su mirada se tornara incrédula—. ¿O me habrías roto la quijada con una linterna?

—Parece que sabes mucho sobre mí.

—Sé que te consideran un policía sin miedo —dijo YoonGi de manera relajada—. ¿Te sientes más seguro ahora que trabajando detrás de un escritorio?

—Siento muchas cosas ahora mismo.

—Pero te sientes vivo. —El pelinegro pareció mirarlo con emoción y un ánimo repentino, provocando que el oficial negara con su cabeza—. De eso se trata, detective.

JungKook miró con incredulidad al contrario. Todavía no podía ser capaz de procesar que realmente se hallaba ante el Min YoonGi que alguna vez fue su mejor amigo, su confidente y posterior pareja. Era inaudito, ¿cómo una persona podía cambiar a tal punto?

—Verá, detective, la teoría de la evolución de Darwin —el mayor habló nuevamente, llamando la atención del contrario—; la supervivencia del más apto, basada en su viaje a las Galápagos, ya no se aplica en el planeta que ahora vivimos —dijo con desaprobación—. La raza humana ya no tiene la capacidad ni la voluntad de sobrevivir.

—¿Qué demonios es lo que quieres? —le cuestionó exasperado. JungKook necesitaba saber qué era lo que sucedería con SeokJin, quería entender qué demonios planeaba YoonGi; pero el mayor únicamente parecía querer hablarle sobre cualquier otro tema, lo cual no le serviría en absoluto.

—Es difícil mantener la calma, ¿verdad? —YoonGi sonrió de lado y el menor trató de no perder la poca cordura que aún conservaba.

—No puedo darte lo que quieres porque no sé qué es.

—Ya te lo dije, solamente necesitas recordar las reglas.

—No, no. Dijiste primero que querías hablar, después dices que deseas jugar —le mencionó el contrario de manera furiosa, sintiendo que iba a perder el control—. Ahora estás hablándome, ¡pero no significa nada!

—¿Conoces la cura para el cáncer?

—¿Qué?

—La cura del cáncer —repitió él—. ¿Cuál es?

—No sé cuál puede ser —JungKook se pasó su mano derecha por el rostro, mientras soltaba un bufido—, pero no te podrás curar por matar y torturar gente por placer.

YoonGi sonrió de lado, mientras negaba suavemente y no apartaba su mirada de JungKook, quien sentía que su cuerpo comenzaba a temblar como consecuencia de la desesperación. 

Jamás he matado a nadie en mi vida, la decisión ha sido de ellos.

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