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𝒁𝑶𝑴𝑩𝑰𝑬 𝑻𝑾𝑬𝑳𝑽𝑬


𝒁𝑶𝑴𝑩𝑰𝑬 𝑻𝑾𝑬𝑳𝑽𝑬: 𝑰'𝑴 𝑨 𝑲𝑰𝑳𝑳𝑬𝑹!

— Esto no es en absoluto romántico.

Miyeon estaba definitivamente burlándose de sus nervios. Sí, tal vez tenía razón y haberla pedido hablar en el baño improvisado no era algo ideal (sobretodo por el olor), pero era el único sitio con un mínimo de privacidad y, tras el comentario soltado hacia Daesu, la chica no se había acercado a él en ningún momento para darle la mano o abrazarle como estaba acostumbrándose a hacer.

— ¿Estás enfadada conmigo?

— Uhm, ¿debería? — canturreó, apoyándose en la mesa del estudio. Woojin quedó procesando—. Ese comentario ha sido innecesario. Tanto el tuyo como el de Joon-yeong.

— Perdona — musitó, acercándose. Miyeon marcó cierta distancia cruzandose de brazos.

— ¿Por qué me pides disculpas a mí? — jamás había sonado tan intimidante, o al menos con él. Siempre que Miyeon le hablaba era con un tono encantador, y estar recibiendo ahora un tono similar al que usaba con Nayeon era terrorífico—. Como amigo de Daesu deberías saber que esos comentarios le afectan más de lo que aparenta, y no deberías pedir disculpas solo porque yo me haya enfadado. Pide disculpas cuando te des cuenta de que ha estado mal— Asintió bajando la cabeza, sintiéndose culpable. Tras leer su postura, Miyeon volvió a estirar los brazos y sonrió—. No me has dado los buenos días.

Woojin observó a Miyeon con el corazón latiendo a mil, sin oponer ninguna resistencia cuando tiró de sus manos suavemente para acercarle a ella con cierto aire coqueto. Miyeon tenía unos encantos absorbentes, y uno de ellos era definitivamente su sonrisa y confianza. Sabía que era guapa, sabía que era encantadora, y sabía usarlo a su favor para tenerle comiendo de la palma de su mano.

— Buenos días, Miyeon — dijo, dejando un beso sobre su mejilla. Miyeon negó—. ¿No?

— Dirección equivocada — le rodeó los hombros. Woojin no lograba entender como ella se veía tan tranquila cuando él estaba al borde de la taquicardia—. ¿Debo tomar yo entonces las riendas, Woojin-ah?

Woojin tragó saliva.

— No me puedo creer que se estén besando al lado de la mierda de Daesu — negó HyoRyung con un gesto de horror. Daesu se cruzó de brazos aparentando estar ofendido.

La puerta del estudio de abrió de golpe, dejando ver a la parejita del grupo pasar como si nada, con Miyeon tirando suavemente de la mano del chico. Daesu subió y bajó las cejas repetidamente, aunque Miyeon simplemente le sacó la lengua y se sentó de nuevo en la mesa. Era sorprendente ver como a pesar de esa situación Miyeon se mantenía con esa actitud y, además, hasta conseguía animar a otros conquistando de paso a su crush.

Repentinamente, alguien apareció por la ventana. Miyeon se sobresaltó ante eso, pero después descubrió que era Suhyeok y bajó la guardia. Guardia que volvió a subir cuando notó que Cheongsan no iba con él.

— ¡Suhyeokkie!— se levantó, yendo junto a Daesu a asomarse por la ventana con la preocupación y el miedo subiendo por segundos—. Joder, Susu, que aquí no está Cheongsan.

Onjo fue corriendo a la ventana también, ambos amigos dejándola espacio para poder asomarse sin problemas. Si de verdad la cara de pánico de Suhyeok significaba la pérdida de un miembro más del grupo, los ánimos y la esperanza definitivamente caerían.

— ¿Y Cheongsan? — preguntó, asustada.

— Nos separamos en la sala de profesores — Miyeon respiró un poco mejor. Realmente Cheongsan seguía siendo el protagonista de ese apocalipsis—. Estará bien.

— ¿Os habéis separado? — exclamó Daesu, preocupado—. No jodas.

Suhyeok parecía culpable, mirando a Onjo con un gesto completamente serio y decaído. Debía estar sintiéndose horrible por haber vuelto él y no Cheongsan, más cuando había prometido a su mejor amiga que le traería a salvo.

— Siento... haber vuelto sin él.

Miyeon hizo un análisis rápido de la situación. Ella también estaba muerta de preocupación, pero tras ver la agilidad y fluidez de Cheongsan esquivando ataques zombie y como tenía más suerte que el ganador de la lotería, sabía con certeza que estaba bien.

— Es Cheongsan — rodeó en un abrazo a Onjo, cubriendo sus ojos llorosos del resto—, el jodido protagonista de esta mala comedia. Seguro que de camino doma un par de zombies y descubre la cura. Ven, vamos a contar zombies.

Distraer a Onjo tal vez no fuera una buena idea, pero definitivamente ver como al menos relajaba un poco la tensión en sus hombros mientras trataba de contar realmente los zombies del patio era una buena noticia.

— ¿Puedes dejarme sola un momento, Miyeon? — cortó su anécdota. La envió una mirada con algo de culpabilidad por cortarla así, pero Miyeon simplemente acarició su pelo y sonrió, alejándose para dejarla tranquila.

— No te machaques, ¿sí? — se alejó al fin, yendo directamente hacia Daesu y Woojin—. Creo que solo lo he empeorado contándole como me caí de la canasta de baloncesto — susurró, sentándose sobre la mesa con un gesto derrotado—. Susu, ¿qué anécdota era mejor? Estaba dudando entre la del pato o la de la cama elástica.

El chico pensó, recordando aquellas anécdotas de la vida tan movida de la chica. Conocía todas, ya que en las que no había estado Miyeon se las había contado al detalle incluso con fotos y vídeos.

— Creo que la del pato — asintió, Woojin parecía confundido, aunque Joon-yeong ya había dado por perdida la misión de entender de qué hablaban—. Una vez Miyeon y yo nos caímos al río por tratar de ver a un pato de cerca — resumió.

— Realmente sólo él se cayó — acusó—. Pero me arrastró con él.

— Si cae uno cae el otro — recordó. La chica negó, soltando una risa baja—. No te rías, tú misma dijiste eso.

— Solo me escuchas cuando quieres — acusó—. Nunca me haces caso cuando hablo en serio.

— ¿Por qué siempre que discuten Miyeon parece la madre de Daesu? — escuchó de JiMin.

Miyeon ahogó una risa. La habían dicho eso tantas veces que ya había pasado a hacer casi a propósito el mismo gesto de regaño que hacía la señora Yang cada vez que regañaba a Daesu. Su mejor amigo decía que era perturbador, pero era útil porque empezó a hacerla más caso.

— Joon-yeong — llamó Onjo—. ¿No hicisteis drones en el club de ciencias? — preguntó.

— ¿Quieres usarlo para buscar a Cheongsan? — abrió la boca en forma de O, pensando en lo genial que era esa idea—. Se puede, pero están en el laboratorio.

— ¡Pues adelante con ello! — exclamó, poniéndose en pie. A HyoRyung casi la da un infarto cuando gritó de la nada.

— ¿Pero como quieres que lleguemos? — cuestionó Joon-yeong—. Está todo lleno de zombies — Onjo señaló la cuerda, causando una negativa inmediata del de gafas—. ¿Quieres que suba por ahí?

— El laboratorio también estará lleno de zombies — recordó HyoRyung. Los ánimos de Miyeon se redujeron.

— En el almacén no había ninguno, ¿verdad?

— Ya, pero... — trató de excusar Joon-yeong, cuando la habían convencido hasta a ella. Si no había zombies, se apuntaba de inmediato.

— Hay que encontrar a Cheongsan — habló Onjo—. Ahora mismo, sólo nos tenemos los unos a los otros.

Hubo silencio. Miyeon se había vuelto a motivar con el mini-discurso de la chica, que de verdad no hubiera zombies en el almacén y que tuvieran la oportunidad de tener en su poder un dron para buscar a Cheongsan y comprobar como iba la cosa en el exterior. A veces era sorprendente lo fácil que era convencerla de algo.

— Podríamos buscar a Cheongsan y ver cómo va todo fuera — si la señorita positiva estaba de acuerdo, todo estaba genial entonces—. Igual hasta podríamos mandar un mensaje para pedir ayuda.

Miyeon asintió, moviendo los pies impaciente.

— Todo eso está bien, ¿pero quien va a ir?

Miyeon alzó la mano de inmediato, al mismo tiempo que Onjo se presentaba voluntaria.

— Aprendí a trepar en un curso de los bomberos — dijo. Miyeon suponía que copiando un poco los movimientos y motivandose podía subir perfectamente por los huecos de la manguera.

— No, voy yo — se presentó ahora Suhyeok. Sintió como alguien tiraba de su sudadera suavemente, topandose con Woojin.

— ¿Por qué quieres ir? — susurró—. Es muy peligroso, hay zombies cerca y la cuerda puede caerse.

— Te pareces cada vez más a la delegada — burló—. Quiero ayudar, y aquí ya estoy aburrida.

— Entonces cuéntame más cosas, yo te escucho — buscó convencer—. Cuéntame otra vez los experimentos del área 51.

Sonrió enternecida por sus intentos de alejarla del peligro, aunque no la había convencido mucho. Quería de verdad hacer algo y dejar de ser la llorona que solo sabía decir payasadas. No quería ser la inútil del grupo que no movía un dedo por nadie. En respuesta para que dejara de insistir, acarició su pelo como había hecho con Onjo anteriormente.

— Yo la acompañaré — un gran giro de los acontecimientos.

— No — ahora se metió Daesu. Miyeon quiso estamparse la cabeza contra la mesa. ¿Por qué su Susu insistía tanto en ponerse en peligro? Su misión principal era proteger su cuerpo de mordidas de zombies y su corazoncito de pollo del mal del mundo, pero no se lo estaba poniendo nada fácil—. Yo iré por Mimi. Esta vez sí que voy yo.

— ¿Qué dices? — saltaron Woojin y Miyeon a la vez. La chica lanzó una mirada analítica a lo que diría Woojin a continuación. Sintiendo su mirada, el chico se puso nervioso de inmediato—. No hombre, ya van muchos. Además puedes caerte con lo poco ágil que eres.

— Al bajar no ha pasado nada — recordó—, ¿pero si subo sí?

Woojin le miró fijamente.

— Pues sí.

Derrotado de nuevo, Daesu volvió a su sitio. Agradeció en silencio a Woojin por convencerle apoyando una mano sobre su hombro, recibiendo en respuesta un suave apretón en la mano que acababa de apoyar.

— Joon-yeong, Miyeon, acompañadme — con una velocidad digna de Cheongsan, Miyeon se escaqueó lejos de Woojin para correr hacia la ventana.

— ¡Miyeon, no seas boba! — regañó Woojin. Le sacó la lengua—. Es muy peligroso, Miyeonnie.

— No me sirve esa manipulación barata — advirtió. Miró a Joon-yeong fallar estrepitosamente en su intento de trepar—. ¡Rápido, pon algo antes de que Woojin me convenza con sus encantos!

Ayudó a Joon-yeong a colocar una mesa, impulsandole para que comenzase a trepar. Daesu se acercó mirándola fijamente y negando con la cabeza, aunque ella negó de vuelta.

— ¿Vas a dejarme solo tú a mí? — devolvió lo mismo que le había dicho antes. Se quejó ante eso.

— Soy inmortal, Susu, ya verás como cuando salgamos de aquí yo seré ya cura — bromeó, ignorando los ojitos de Daesu—. No me mires así, Yang Daesu.

— No me puedes dejar solo — insistió—. ¿Qué hago si no vuelves?

— Comerte esos tres cubos de pollo en mi honor — dijo. Se subió al marco, esquivando de nuevo a Woojin tratando de retenerla—. Hasta ahora.

A pesar de que temblaba, logró engancharse con fuerza a los huecos de la manguera para subir. Manteniendo algo de estabilidad era más fácil de subir de lo que creía, sobretodo si los primeros agujeros eran estabilizados por el frustrado Woojin de no poder tirar de ella al interior a esas alturas.

— Ten cuidado, Miyeon.

— Esto no es Romeo y Julieta — dijo, mirándole desde arriba—. Ninguno de los dos moriremos — rio, subiendo un poco más—. Cuando vuelva quiero un premio — canturreó con un tono coqueto. Woojin soltó una risa baja, asomado de la ventana hasta que comprobó que realmente Miyeon entraba con ayuda de Joon-yeong en una zona segura.

— El dron y la bolsa están ahí — señaló Joon-yeong nada más Onjo entró también. Miyeon miró alrededor con curiosidad, recordando las veces que había acompañado al profesor Lee en sus extraños experimentos o cuando la explicaba su materia de manera práctica para así poder quedarse bien con ello.

—Uh, ¿son hámsters? — dijo, sorprendida. Rondando entre sus zapatos había pequeños roedores. Se agachó para coger uno, aunque se escapó correteando—. Vaya.

— Démonos prisa, Miyeon — dijo Joon-yeong—. Este sitio me da mala espina.

Asintió acatando la orden, cogiendo piezas que Joon-yeong indicaba y metiéndolas en la bolsa de los brownies para llevarlas mejor. Cada cierto rato saltaba hámsters que buscaban subirse a sus zapatos, entreteniendose de esa manera.

— ¿Puedo llevarme uno? — preguntó a Joon-yeong, jugueteando a balancear a uno que se había subido en su zapatilla—. Son tan redonditos y monos...

— Es una mala idea por muchos motivos, Miyeon — admitió él, metiendo cosas en la bolsa—. Creo que ya tenemos todo.

— Siempre podemos volver y coger un hámster — propuso, aguantando la risa cuando el de su pie cayó al suelo de golpe. Se incorporó rápido, saltando de nuevo hacia su zapato como poseído, y del susto que se dio le pateó con fuerza a un lado. Su cuerpo estampado contra la pared resonó—. Joon-yeonggie, soy una asesina —susurró, boquiabierta por lo que acababa de hacer—. Vámonos antes de que sus amigos descubran el cadáver.

Cerró la bolsa colgandola en un nudo a su hombro, igual a como la llevaba la primera vez que bajaron en la manguera a la sala de radio. Dejó paso a Onjo para que bajase primero, y una vez ella había entrado comenzó a descender también escuchando como aunque Joon-yeong la dijera que fuera despacio estaba deseando salir de la escena del crimen también.

— ¡Miyeon! — exclamó Woojin nada más verla descender. Daesu soltó aire de golpe, metiéndola al interior de nuevo acariciando su cabeza—. ¿Estás bien?

— He cometido un crimen — musitó, con la escena del hámster volando grabada en su cabeza. Daesu hizo un gesto de pánico—. He matado a un hámster, merezco ir al infierno.

— ¿Dónde está el cadáver, Mimi? — Daesu sujetó sus hombros—. ¿Alguien más lo ha visto?

— Joon-yeong lo sabe —señaló al chico que justo entraba—. Debemos comprar su silencio.

— Yo me encargo — asintió Daesu. Estrecharon manos, y el chico fue hacia el miope directamente.

— Ahora entiendo cuando me preguntan si de verdad me gustas — rio Woojin, quitando la bolsa de su hombro y dejándola sobre la mesa—. ¿De verdad has matado un hámster?

Asintió. Woojin quedó un momento procesando.

— ¿Por qué?

— ¡Deberías apoyarme y no cuestionarme! — exclamó, victimizándose—. Acabo de sufrir un trauma.

— Por supuesto, claro — asintió, rodeandola en un abrazo y acariciando su espalda—. ¿Pero de verdad has matado un hámster?

— ¡Soy una asesina! Pobre cosita redonda...

— Pero...

— ¡Deja de cuestionar mis crímenes, Woojin!

— Perdona, perdona.

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— Cuénteme de nuevo lo que ocurrió, señorita Son — Daesu tenía una libreta y un bolígrafo, anotando todo lo que decía al otro lado de la mesa. Woojin estaba a su lado, sin tener la más mínima idea de cómo había acabado participando en ese supuesto simulacro de interrogatorio en caso de que alguien encontrase el mini-cadáver.

— Subí al laboratorio para buscar unas piezas de dron — recitó—. Entonces pude ver a esos monstruos enanos pelear entre ellos. Fue horrible — fingió comenzar a llorar. Daesu fingía anotar, cuando realmente estaba haciendo una mala caricatura de un hámster—. Son unas bestias en miniatura, mataron a uno de ellos y escondieron su cadáver bajo una mesa.

— Debe haber sido horrible — Miyeon asintió dramáticamente—. Si lo dices así, cualquiera podrá creerte.

— Esto es de ver Mentes Criminales — presumió, moviendo a un lado su pelo—. Pero pobre cosita redonda, solo estaba jugando.

—Mejor eso a que te hubiera pegado la rabia — opinó Woojin, girando en la silla. En la sala no-cagada, Joon-yeong montaba el dron siendo observado por el resto—. Creo que ya está listo.

Miyeon se levantó de la mesa de un salto, correteando fuera de la sala para observar de cerca como Joon-yeong escribía en un papel un mensaje de ayuda y lo pegaba al dron.

— ¿Crees que debería haber entrado al club de ciencias? — preguntó hacia Daesu cuando se colocó a su lado—. Es que me daba miedo que me preguntaran algo y responder cualquier estupidez.

— ¿Cómo qué? — preguntó Suhyeok—. ¿Cuáles son las leyes de termodinámica?

— No te pases de listo — señaló, recordando el fatídico examen de Física como si fuera una memoria de guerra.

El dron se elevó de golpe, y ambos se movieron hacia atrás agachandose cuando pasó encima de sus cabezas.

— Si eso se enreda en mi pelo me quedo calva — lloriqueó. Daesu asintió.

— Menudo susto, eso va a toda leche.

Daesu y Miyeon asintieron, acercándose a Joon-yeong para observar cada uno de sus movimientos. Miyeon sentía que analizando a Namra y Joon-yeong tal vez podría hacerse un poquito más lista y crear planes geniales que los ayudaran a salir de ahí.

— Lo sacaré cuando encuentre a Cheongsan — dijo—. Si veo rescatadores, lo pondré delante.

— Guay, guay, guay — animaron Daesu y Miyeon a la vez, pegándose entre sí con emoción.

— ¡Esperad! — cortó Namra. Miyeon sentía que toda palabra que saliera de Namra iba a conseguir que sus ánimos bajasen de golpe de nuevo—. Dicen que cuando uno ya sabe que no tiene salvación, es cuando cae en la desesperación.

Daesu y Miyeon se miraron entre sí con duda.

— Es un dicho genial — dijo su mejor amigo—. ¿Qué significa?

— Daesu tiene la inteligencia de un erizo de mar — canturreó Miyeon.

— Aunque veamos que todo el mundo se ha convertido en zombie, no nos tenemos que venir abajo — determinó Namra. Miyeon hizo una pequeña mueca, cruzandose de brazos. ¿No estaba ya claro que los bichos habían salido fuera? Porque si no era así, debía educarles en más películas de zombies.

— Lo mejor es tener un plan y seguirlo, pero nosotros no somos tan inteligentes como tú — dijo Onjo. Había una extraña tensión entre ambas—. Ser lógico no implica ser humano.

— Pero hay que serlo en momentos de crisis —insistió ella.

— Ahora lo que necesitamos es esperanza, no lógica.

Hubo silencio. Miyeon no sabía que decir, porque de nuevo los ánimos habían caído de golpe. Apreciaba a su delegada, pero no sabía cuando no debía decir ciertas cosas pesimistas. Onjo creía que había perdido a su mejor amigo, y ante la posibilidad de poder encontrarlo correteando entre zombies como Chris Pratt en Jurassic World no era lo más conveniente recordar que tal vez todas sus familias estaban muertas.

— Yo creo... que lo que necesitamos ahora es volar el dron — entonces, usando la neurona que tenían en común, Daesu rompió la tensión—. Venga, Joon-yeong, prueba.

— Vamos allá.

Abrazó por los hombros a su mejor amigo, revolviendo su pelo corto a modo de agradecimiento y felicitación por eso. El dron salió del aula, y casi de inmediato correteó a pegarse a la pantalla que retransmitía la imagen de dron. Apoyó la barbilla sobre el hombro de Suhyeok, y estuvo a punto de darle un manotazo a Woojin cuando apoyó el brazo por delante.

Las aulas estaban absolutamente perdidas. Zombies en las clases de primer curso, zombies en la sala de profesores, zombies en los pasillos. Sintió una fuerte sensación de nostalgia y tristeza, recordando las veces que Daesu y ella habían estado castigados por correr por los pasillos o tratar de crear un nuevo elemento químico en el laboratorio (salió mal). Su infancia estaba en esos cutres pasillos y mesas pintadas, y era algo horrible pensar que jamás volvería a ser lo mismo. Muchos amigos habían muerto, y la dolía pensar que no todos lograrían salir también de ahí.

— En la enfermería no hay nadie — señaló Woojin. Podría ser una buena parada en su intento de huída.

— Joon-yeong, vuela a otro sitio — el dron se adentró por los pasillos. Miyeon frunció el ceño confundida cuando vio un par de zombies pegados a la ventana tratando de agarrar algo, recordandola a cómo el día anterior habían escapado por la ventana también.

— ¡Espera, espera! — exclamó Woojin. Se sobresaltó por eso—. ¿Eso es una flecha?

Abrió los ojos como dos pelotas de ping-pong, sujetando de inmediato el hombro de su chico mientras veía las flechas en los cuerpos de los zombies caídos. No era demasiado inteligente, pero apostaba lo que fuera a que esas flechas y los zombies de la ventana tenían algo en común.

— ¿Por qué preguntas? — Daesu no había pillado aún el motivo de la sorpresa de Woojin.

— Mi hermana — musitó—. Tenía competición hoy.

Miyeon mordió el interior de su mejilla, acariciando despacio los mechones oscuros de Woojin mientras se apoyaba junto a Daesu en la mesa. No podía verle el rostro debido a que estaba dándola la espalda y se ocultaba, pero la manera en la que suspiró con fuerza y se despeinó con nervios la hicieron preocuparse también. Hari era una chica inteligente y fuerte, y en caso de que hubiera sido lo suficientemente estúpida como para adentrarse en el caos en busca de Woojin sabía que estaría bien. ¡Era su cuñada! Nadie más que Hari podía pasar por un instituto plagado de zombies y matarlos con su arco como en Los Juegos del Hambre.

— Woojinnie, Hari puede patearle el culo a cualquier zombie o monstruo — susurró para evitar que escucharan. El chico arrugó las cejas con preocupación. Suspiró con fuerza, rodeándole desde atrás en un abrazo—. Todo estará bien, Woojinnie.

— Hari es una tonta — su voz sonaba algo ahogada—. Tenía competición, no debería estar aquí...

Sumándose a los arrolladores sentimientos negativos de Woojin por la posible presencia de su hermana mayor, el resto comenzó a agobiarse cuando tan sólo podían ver zombies de lo que antes fueron sus compañeros y amigos. No había rastro de él por ningún lado, y en su lugar solo podían ver sangre y más infectados por todas partes. El corazón de Miyeon se apretó cuando pudo reconocer a unas compañeras de la época en la que estuvo en el club de basket, comenzando de nuevo lo que se podría convertir perfectamente en llanto.

Joon-yeong dejó un aula perdida para de nuevo salir por la ventana, aunque lo que se encontraba ahí era lo peor que podrían haber visto en aquel momento. Miyeon ahogó un sollozo abrazada aún a la espalda de Woojin, comenzando a temblar por el miedo, la tristeza y la preocupación. Daesu se escondió en sus brazos cruzados, y Woojin apoyó una de sus manos sobre las suyas unidas alrededor de su cintura. Miyeon podía ver cientos de zombies o manchas de sangre, pero encontrarse con aquella chica colgada de la ventana bajo un nudo realizado a conciencia había hecho que cayera en la realidad del exterior.

Namra tenía razón. Cuando la salvación parece perdida, la desesperación les ahoga por completo.

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𝒁𝑶𝑴𝑩𝑰𝑬 𝑻𝑾𝑬𝑳𝑽𝑬: 𝑰'𝑴 𝑨 𝑲𝑰𝑳𝑳𝑬𝑹!

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𝗤𝗨𝗔𝗥𝗔𝗡𝗧𝗜𝗡𝗘 𝗭𝗢𝗡𝗘











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Volví 😭 en compensación he hecho el capítulo más largo

He estado de evaluaciones y con dos exámenes por día, he esperado hasta estar libre y al fin ya poder continuar con Gaman y Makjang,pero ya estoy de vuelta🎉

Espero que estéis disfrutando Gaman, yo adoro crearla<3

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