
𝒁𝑶𝑴𝑩𝑰𝑬 𝑻𝑯𝑰𝑹𝑻𝑬𝑬𝑵
𝒁𝑶𝑴𝑩𝑰𝑬 𝑻𝑯𝑰𝑹𝑻𝑬𝑬𝑵: 𝑴𝒀 𝑮𝑰𝑹𝑳
Una chica de ojos saltones miraba fijamente a un chico más bajito y de mejillas regordetas. Estaban en silencio, simplemente mirándose atentamente y analizando al contrario.
La niña llevaba el pelo como si hubiera salido de una pelea, y su mochila tenía un pin de una banda de música de moda. Sin alejarse de su apariencia, el niño también tenía el pelo alborotado, y en lugar de un pin tenía un llaverito colgando de la cremallera. Simplemente habían chocado por accidente al tratar de entrar los dos a la vez corriendo a la nueva clase, y llevaban un buen rato analizandose.
— ¿Te gusta BigBang? — fue ella quién rompió la tensión. El niño asintió lentamente.
— ¿Y a ti?
— También — volvieron a quedar en silencio, hasta que sonrieron a la vez con emoción—. ¡Es el destino!
— ¡Estamos destinados a ser mejores amigos! — apoyó, asintiendo energéticamente mientras se tomaban las manos dando saltitos—. Me llamo Yang Daesu, ¿y tú?
— ¡Son Miyeon! — sacudió sus manos—. ¿También te gustan las pelis de terror? ¿Y los mangas? ¡Somos almas gemelas! — la niña hablaba sin parar, aunque Daesu asentía comprendiendo lo que decía a pesar de la velocidad.
— ¡Y también el pollo frito!
— ¡HERMANOS!
Se abrazó a sí misma, observando desde un lugar un poco alejado a los chicos. La imagen de los padres de JiMin transformados en zombies al tratar de ir a rescatarla no salía de su cabeza, y tan solo podía pensar en sus seres queridos. Su avariciosa madre, su frío padre, su egoísta hermano. Y ella, quién sería capaz de darlo todo por su hermamigo. Para ella, Daesu era su mayor apoyo y lo único que necesitaba para saber que todo tenía aún salvación. Si Daesu estaba ahí, junto a ella, nada podía ir mal, porque eran almas gemelas.
Pensando seriamente, sentía que no podría seguir adelante sin él. Podría ser capaz de decir adiós a cualquiera, menos a Daesu. No concebía un futuro sin él a su lado, y aunque fuera sin ella se encargaría de que pudiera salir de ahí y cumplir sus sueños.
Lo único que podía rescatar de aquella situación era que Cheongsan estaba a salvo en un aula de música. No podía sacarse de la cabeza la idea de que él era el protagonista que los salvaría a todos.
Namra tenía razón. Sin esperanza, ¿qué les quedaba? El exterior estaba completamente podrido, y aunque ya estuviera pensando en ello, ver con sus propios ojos como los cercanos de sus compañeros habían caído ya era aterrorizante. Dejó salir un suspiro, sacando la cabeza de sus brazos cuando sintió a alguien sentarse a su lado. Sus ojos se llenaron de lágrimas de manera inmediata cuando vio a Woojin.
— Tengo mucho miedo, Yeon — susurró. Abrió los brazos apenas, dejándole un hueco para que pudiera abrazarse a ella. Notó como comenzaba a llorar en silencio, aunque sus hombros temblaban—. H-Hari...
— Es fuerte, está bien — apoyó la cabeza sobre la suya, aunque cuando Daesu se sentó a su otro lado tuvo que acomodarse para poder tratar de abrazar a ambos—. P-Por favor, volvamos a casa juntos, ¿sí?
Daesu asintió, rodeando a sus mejores amigos en un abrazo que tuvo que romperse de inmediato cuando JiMin se subió al marco de la ventana, lista para saltar. El corazón de Miyeon se apretó en un puño, y de inmediato entró junto a Onjo a la sala de radio para tratar de alguna manera ayudar. Su síndrome de héroe actuaba de nuevo, suponía.
— Vosotras no me entendéis — siseó, con las lágrimas cayendo por sus mejillas—. ¿Acaso vuestros padres han muerto?
Ambas negaron, mientras Miyeon observaba con atención a JiMin, sintiendo un espantoso deja vú. No podía dejar de verse reflejada en JiMin, algo que la asustaba demasiado.
— No tengo a nadie — musitó, menos a la defensiva—. No tengo donde ir ni nadie que me espere. Nadie que me riña o me felicite. ¿Sabéis lo que es eso? ¿Quién sois vosotras para decirme que viva?
— Porque te entiendo, JiMin — habló por primera vez desde que habían entrado ahí. Ambas posaron sus miradas en ella.
— ¿Tú? — acusó JiMin, con ironía—. Tus padres están vivos, y nunca parece que nada te importe demasiado. Ni si quiera te preocupa estudiar.
Miyeon negó, encogiendose sobre sí misma en la silla.
— Mis padres nunca han sido cariñosos. Soy la hija menor, y aunque eso significa más mimos, a mí nunca me prestaron atención porque no era como mi hermano — su voz apenas era un murmullo—. Cuando se separaron, no querían saber nada de mí. Mi madre no me quiere, mi hermano apenas sabe mi nombre y mi padre nunca está en casa. Estaba completamente sola, y pensé en cuál era el motivo de seguir así — Onjo hizo un gesto de sorpresa. ¿La extrovertida Miyeon? —. Cuando creí que la mejor opción era esta, conocí a Daesu. Él me hizo ver que no estamos solos, porque siempre hay alguien que se preocupará por ti — JiMin lloraba de nuevo, mientras Onjo acariciaba apenas su hombro a modo de acto reconfortante—. Llora, grita y odia al mundo entero, nosotras estaremos aquí para felicitarte por ser valiente, regañarte cuando hagas algo mal y darte un abrazo siempre que lo necesites.
— Miyeon... — susurró Onjo, mientras la chica volvía a sonreír como de costumbre.
— No estás sola, JiMin; nunca lo estarás.
Se levantó, dejó una pequeña caricia sobre su pelo, y salió de la sala de radio limpiando las lágrimas que habían salido inconscientemente. Ver a JiMin así solo la recordó cuando de verdad creyó que no podría ser querida nunca y que merecía desaparecer. Su situación familiar no había cambiado desde entonces, pero al menos ahora sabía que siempre había luz al final del túnel. Debía tener un bajón para volver a crecer, y ahora tenía la determinación necesaria para abrir esa puerta y huir de ahí a un lugar mejor.
—Creo que sé como podemos salir — dijo Namra, tras casi perder los oídos por el chirrido de los altavoces.
Miyeon sonrió, apoyada en el marco de la puerta junto a Suhyeok.
— He estado esperando a que dijeras eso desde que entramos aquí, presidenta.
Namra la envió una escueta sonrisa.
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— Presidenta, te prometo que podría comerte a besos ahora mismo — Miyeon sonrió, apoyada en HyoRyung observando el perfecto plan planteado por su compañera—. Cuando salga de aquí me voy a poner a estudiar para ser como tú.
— Deja de coquetear frente a Woojin, infiel — bromeó Daesu, codeandola ligeramente. Volvió a mirar el dibujo, y pensó unos segundos—. Esperad, ¿cómo ponemos música? Sin Internet, no podemos.
— ¡Los CDs! — exclamó ella repentinamente, corriendo al cristal. Buscó entre ellos, tratando de localizar alguno que pudiera parecer la portada de un CD de rock o bastante ruidoso.
— Si es más viejo que mi madre — musitó Daesu, mientras Miyeon arrancaba el CD nombrado como “Música 3” creyendo que habría música algo movida o ruidosa.
Miyeon fue con el resto al interior, mientras Joon-yeong preparaba el micrófono correctamente para hablar con Cheongsan a distancia. Miyeon se moría de ganas de hablar por unos altavoces, y tal vez alterar a los zombies un poco. Si de verdad se escucharía su voz desde cualquier parte del instituto, también podría mencionar a Woojin para que Hari (si realmente estaba ahí) supiera que estaba bien.
— ¿Quién habla? — preguntó Joon-yeong. Ya estaban en vivo.
— Yo no he hecho esto nunca — negó Daesu. Miyeon le apartó, poniéndose al frente con cierta emoción.
— ¡Hola, hola, soy Son Miyeon! — exclamó, sonriendo en grande. Daesu se encaprichó de hablar también, iniciando un forcejeo—. ¡Tú no querías, déjame a mí! ¡Es mi momento!
— Parecéis dos niños pequeños, dejadme a mí — les apartó Suhyeok. Miyeon dio un codazo a Daesu, mientras él tiró de su pelo antes de volver a quedarse quietos—. Cheongsan, ¿nos oyes?
— Ni que te fuera a responder, listo — se burló Miyeon.
— Cállate, Miyeon, alteras la cobertura de la radio — mandó callar Daesu.
— La radio no tiene cobertura, cabeza de nuez — la morena estalló en carcajadas, mientras de fondo Suhyeok hablaba con Cheongsan a través de los altavoces. Justo antes de que Namra cortase la transmisión, pidió hablar—. Hey, para quien me esté escuchando — cruzó miradas con Woojin—. Si eres mi cuñada, escondete bien antes de que te encontremos, debes darme la mano de Woojin para la boda.
Namra asintió, mientras Miyeon se sentía orgullosa de sí misma.
— Vámonos ya, con tanto olor a mierda voy a potar — se quejó Daesu. Woojin le miró bastante mal.
— La mierda es tuya — acusó.
— No es solo mía — buscó defenderse. Miyeon negó. Sólo sabía de él cagando, nadie más había querido evacuar por detrás ahí.
— No te puedo defender aquí, bro — negó Miyeon, apartándose para que Onjo hablara—. Yo digo que esos dos tienen algo — susurró hacia su mejor amigo y crush. Woojin no dejaba de mirarla, algo que comenzaba a ponerla nerviosa—. ¿Tengo algo en la cara?
Woojin negó con las orejas rojas, saliendo rápido de ahí sin decir nada.
— Es porque es un simp — resumió Daesu. Miyeon le dio una patada antes de salir también para conectar la música. Sus manos temblaban de los nervios, y estaba ya comenzando a sentir su corazón a mil. Aún así, sus deseos de huir de la sala de radio estaban por encima de su miedo al exterior.
— ¿Por qué no funciona? — cuestionó Suhyeok impaciente. Miyeon bufó, maldiciendo a los CDs viejos del instituto.
Es hora de meditar, queridos alumnos
Un día más, comienza una divertida jornada de clase
Cerrad los ojos, respirad hondo, y tratad de relajaros
Un corazón feliz lleva a una vida feliz
Miyeon era incapaz ya de razonar por la risa, mientras el resto se preocupaba de los zombies pegándose a los altavoces. El contenido del CD era tan estúpido para aquella situación que tan sólo pudo descargar sus nervios en risas estúpidas. No tenía que recoger nada para llevarse, así que simplemente se quedó riéndose y generando bromas en su cabeza hasta que Woojin se acercó para irse.
— Vamos, Miyeon — extendió su mano. Miyeon la tomó de inmediato, aunque en lugar de simplemente unirlas entrelazó sus dedos con firmeza. Se acercó a abrir la puerta, aunque de inmediato Daesu, Woojin y ella cayeron al suelo cuando Daesu se deslizó por la pared quejándose asustado—. ¿Qué pasa? Se suponía que estaba despejado.
— Hay uno ahí — se quejó—. ¿Qué cojones le pasa a ese zombie?
— A ti si te pasa algo.
—No me vaciles.
— Perdón.
Miyeon trató de reírse por aquel intercambio, pero estaba demasiado tensa por la idea de que hubiera un zombie extraño que supiera razonar, tipo Zombieland.
— Los demás han seguido el sonido, pero ese sigue ahí — señaló Daesu.
— Igual es sordo — propuso Suhyeok.
— O a lo mejor sabe que estamos aquí — musitó Miyeon.
— ¿Pero cómo va a oír si está muerto? — preguntó Woojin.
— ¿Es que nunca has visto pelis de zombies, Woojinnie? — preguntó Miyeon, casi ofendida—. Los zombies reaccionan a los sonidos, pueden verte y oírte. ¡Incluso olerte! En The Walking Dead...
— Deja de meternos miedo, Mimi —se quejó Daesu.
Miyeon suspiró, apoyada por completo en las piernas de Daesu y Woojin aún sin separar su mano de la del chico. No entendía que estaba ocurriendo con ese zombie quieto en el pasillo, pero no debía ser nada bueno para ellos. Siempre podrían volver a poner la grabación, pero no podían quedarse ahí con miedo a ese bicho eternamente. Casi podía sentir a los zombies correr por los pasillos de arriba, algo que la mantenía en completa tensión.
— Tenemos que irnos — Suhyeok cambió
de idea tras abrir apenas la puerta unos centímetros para verle.
— Tenemos que pasar delante de él con mucho cuidado — dijo Miyeon—. No podemos hacer ruido, nada de nada.
— Yo os cubriré desde atrás — determinó Suhyeok.
Miyeon le lanzó una mala mirada, apoyada apenas en el brazo de Woojin que la mantenía cerca para salir de ahí pitando. Parecía creerse invencible.
— No seas idiota, que sepas dar patadas voladoras no te hace el protagonista inmune — señaló—. Bastante suerte has tenido ya — igualmente, Suhyeok estaba ignorandola por mirar a la delegada—. Vamos, Woojinnie, tenemos una boda que planear lejos de la caca de Daesu.
Tomó aire, preparándose para salir. Apretó sus manos unidas con nervios, mientras veía como salían. Woojin la hizo salir delante de ella, aunque igualmente mantenía sus manos unidas de alguna manera. Tras Woojin, iban Joon-yeong y Suhyeok con más sigilo que nunca. Ella misma no era tan silenciosa ni en los exámenes, ya que terminaba pronto al no saber nada y se balanceaba en su silla jugando con los bolis.
El zombie del que hablaban era uno que no dejaba de mirar la pared, de vez en cuando chocando con ella. Estaba dándoles la espalda, algo que era un golpe de suerte para que pudieran salir de ahí rápido. Ni si quiera se escuchaban sus pisadas o respiraciones, tratando de evitar algo que sacase al zombie raro de su ensimismamiento y los atacara. Todo estaba saliendo genial, hasta que alguien la cagó detrás de ella.
Joon-yeong chocó con Woojin, y de inmediato su cantimplora cayó al suelo creando un molesto ruido metálico y demasiado alto. Woojin fue rápido al soltarla de inmediato y detener el ruido, pero ya era demasiado tarde. Su valentía se esfumó, y de nuevo estaba ya a punto de comenzar a llorar del miedo.
El zombie se giró lentamente, y Miyeon creyó por un momento que iba a mearse encima.
— ¡Corred!
No tenían que decírselo dos veces. La fila se rompió, y ella se puso a la altura del resto de inmediato, centrándose tan sólo en mover las piernas correctamente para no caer por estúpida. Por las escaleras había trozos de cuerpos sin vida y tripas sueltas, y tuvo que tragarse una arcada mientras trataba de no resbalar por la sangre o pisar nada que viniera de un ser humano.
Suhyeok forcejeó más atrás con el zombie raro, viendo ya su muerte. Estaba ya incluso rezando, cuando este cayó muerto a su lado. Frente a él, estaba el Yoon Gwinam más extraño que había visto en su vida. Cubierto de sangre, vistiendo una sudadera de un club y sin un ojo. Era algo que le dio mala espina, pero aún así le había salvado el culo.
— Eres un mierda, ¿te dejas atrapar por eso? — preguntó, con un cuchillo de cocina en mano.
— Muchas gracias — jadeó, incorporándose.
— Ya puedes darlas, te he salvado la vida — no apartaba su mirada, manteniendo un contacto visual incómodo y tenso. Dejó de mirarle por un momento, subiendo ahora la mirada al techo y después alrededor, como si buscara o pensara en algo—. ¿Dónde están Cheongsan y Miyeon?
Suhyeok comprendía que preguntara por Miyeon, ¿pero qué tenía que ver Cheongsan en todo eso?
— ¿Cheongsan? ¿Por?
— Es hombre muerto — cortó, brusco y siniestro—. Lo voy a matar, y después me iré de aquí con mi chica.
— Menuda herida — cambió de tema, retrocediendo—. ¿Estás bien?
Gwinam parecía estar cada vez más molesto, arrugando el ceño con molestia antes de asentir con cierta ironía.
— Claro, estoy de putísima madre — pronunció gravemente—. ¿Dónde están Cheongsan y Miyeon?
— Dejalos ya.
Gwinam cambió su gesto de golpe, mirándole con seriedad. Mierda.
— ¿Estás impidiendo que vea a mi chica? Siempre igual, siempre dándome órdenes... Antes eras más fuerte que yo, pero ya no.
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𝒁𝑶𝑴𝑩𝑰𝑬 𝑻𝑯𝑰𝑹𝑻𝑬𝑬𝑵: 𝑴𝒀 𝑮𝑰𝑹𝑳
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𝗤𝗨𝗔𝗥𝗔𝗡𝗧𝗜𝗡𝗘 𝗭𝗢𝗡𝗘
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No había muerto, estaba de exámenes y sin inspiración😭
Ahora que estoy de vacaciones espero poder actualizar todo, he dejado aparcadas por todas partes historias xd esto me pasa por querer hacer tantas cosas sin ser consciente del tiempo y mis obligaciones JAJAJA
Título alternativo del capitulo: Miyeon triste y un random que la acosa
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