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𝒁𝑶𝑴𝑩𝑰𝑬 𝑶𝑵𝑬

𝒁𝑶𝑴𝑩𝑰𝑬 𝑶𝑵𝑬: 𝑬𝑻𝑰𝑸𝑼𝑬𝑻𝑻𝑬


La vida realmente era una mierda.

Naces sin quererlo realmente (por algo lloramos, ¿no?), creces en una sociedad de mierda aprendiendo su cultura de mierda y entonces te encierran en la cárcel en la que estarás trabajando como un burro hasta la mayoría de edad. Te juzgan tu posición al salir de esa cárcel, y con eso puedes meterte a otra a trabajar el triple para finalmente ganar un sueldo de mierda y estar bajo las leyes de unos tíos ricos durante el resto de tu vida. 

O esa era su idea de la vida. Su padre era un imbécil que se fue a pelear guerras que no son ni serán suyas, su madre una cerda capitalista que prefería un fajo de billetes antes que a sus hijos y su hermano un idiota más que ansiaba trabajar como esclavo.

¿Ella? Ella era la futura salvadora del país. Con sus nada impecables notas (siempre que aprobaba, se celebraba con pizza), sus absurdos amigos y aquel chico que desde que ayudó la acosaba. Aunque tampoco importaba tanto, su filosofía de vida se basaba en las pequeñas cosas y en la anarquía total tras un colapso de la sociedad. O eso decían los vídeos conspiranoicos que veía en la madrugada.

— ¿Por qué siempre que miras por la ventana parece que te vas a tirar por ella? 

— Porque lo haré — burló, inclinándose sobre el respaldo lanzando una sonrisa socarrona a su compañera de asiento. Ni si quiera sabía su nombre, vaya—. Cuando muera me despertaré de la simulación en la que estamos, y me reiré en la cara de Dae-su por no creerme — se inclinó aún más, localizando a su inseparable amigo—. ¡Hey, Dae-su! — todos se giraron—. ¡Yo seré la primera en salir de la simulación!

— ¡Eres una friki, Miyeon! — respondió de vuelta tratando de colocar la silla igual que ella, aunque casi cae de espaldas debido a eso. 

Se rió en su cara, aunque debido a eso acabó volcando de su silla. El estruendo de la silla llamó la atención de la profesora Park, la cual entró rápidamente a clase a comprobar si su alumna más chillona y extraña había acabado partiéndose la cabeza y viajando fuera de la simulación como no se cansaba a de repetir. 

— ¡Por el amor de Dios, Miyeon! — exclamó, agachándose para ayudarla a incorporarse. Varios reían, especialmente Daesu y Gyeongsu—. ¿Te has hecho daño? Vamos a la enfermería.

— Estoy perfectamente — se puso en pie, sobando su espalda—. Hey, Cheong-san — llamó al chico que trataba de disimular como se estaba riendo—. ¿He caído con estilo? 

— Sí, mucho — aseguró. Sonrió orgullosa de sí misma, echando a un lado su cabello.

— ¿Ve, profesora? — se señaló al completo, mientras el resto trataban de ocultar su risa—. Hierba mala nunca muere. En un apocalipsis zombie ni se acercarían del miedo que me tendrían.

— No hagas esas cosas peligrosas, Miyeon — aún a pesar de lo caótica que era, la profesora Park la tenía cierto cariño—. Puedes hacerte daño de verdad, y deja ya esas películas sangrientas.

— Pero si ya voy a la mitad del guion para ir con Carl — se quejó, levantando la silla de su sitio y escuchando la campana de fin de clase. Quiso sonreír ampliamente y salir corriendo, pero recordó que la tocaba limpiar el gimnasio—. ¡No quiero limpiar hoy! — lloriqueó, dejándose caer en la silla de nuevo. 

— Quita, quita, que me toca limpiar hoy aquí — echó Daesu. ¿Cuándo se había movido tan rápido y por qué todos estaban ya yéndose como si nada? Limpiar era una tortura, sobretodo si te tocaba con alguien que te caía mal. Ella tenía a veces la mala suerte de limpiar con la repelente Nayeon, o con esa chica tan calladita a la que hacían bullying. ¡Ni si quiera la respondía cuando la saludaba! Tanta amabilidad para nada. 

— Te mataré cuando termine de limpiar el sudor de las víctimas del profesor Kang — amenazó. 

Daesu la incorporó como si no pesara nada, dejándola a un lado casi chocando con Woojin. 

— Perdona, Miyeon — y la rodeó para irse a recoger. Agitó su mano en despedida, aunque cuando salió por la puerta del aula se perdió por completo.

Bufó, cruzándose de brazos y llamando la atención de Daesu, Cheongsan y Suhyeok de manera inmediata. El más alto la dio un suave codazo, mientras Cheongsan alzaba las cejas con picardía.

— Vaya, vaya, con que Woojin y Miyeon — molestó Suhyeok. En respuesta, le dio un fuerte pisotón.

— Ponte calcetines primero, Sincalces — burló, expuesta—. Como si a ti no te gustara Onjo — acusó a Cheongsan para librarse de aquella manera tan brusca en la que había sido expuesta.

— ¡A mí no me metas, es a ti quién te gusta Woojin! — se defendió, aunque jamás negaba nada.

Daesu pasó un brazo por sus hombros, apretándola cariñosamente contra su cuerpo. Se quejó y fingió estar siendo asfixiada por su muestra de cariño, aunque su amistad funcionaba siendo ambos una máquina constante de afecto y burlas. Le adoraba más que a su hermano mayor, jugando a ser un idol por Seúl. 

— Seremos familia entonces — dijo, firme—. Conquistaré a Hari, y tú a Woojin. ¡Cuñados!

— Pero si ya somos hermanos, cara rábano — le dio un codazo, cogiendo su mochila y colgándola sobre su hombro. Daesu fingía haber recibido una puñalada—. Como me entere de que habéis dicho algo os cortaré las orejas y me las comeré — señaló entonces a Suhyeok, aún sosteniendo su pie carente de calcetín—. Especialmente las tuyas, medio-vestido.

— ¡Lo has admitido, Miyeon! — exclamó de vuelta, riendo—. ¡Woojin y Miyeon debajo de un árbol!

— ¡Te mataré a ti también, pies libres!

Los tres chicos comenzaron a reír con fuerza, mientras ella soltaba un par de palabrotas nada bonitas que asustaron a la profesora de Inglés.

— ¡Cuida ese lenguaje!

In english, teacher.

¡Será posible! — se ofendió visiblemente, mientras ella reía por su fechoría. Siempre había querido decirle eso a la profesora Kim después de que la dijera que su inglés era el mismo que el de un bebé de dos años—. ¡Mañana te quiero ver en detención, señorita!

Ignoró a la mujer, saliendo con tranquilidad del edificio principal mientras saludaba a gente que la conocían. Tal vez fuera por esa vez en primer curso que probó a participar en varios deportes, aunque el único que se la daba medianamente bien fue volleyball. Lástima que fuera expulsada después de romperle la nariz al entrenador jugando a ser un personaje de Haikyuu.

— ¡Hasta pronto, Miyeon! — no sabía ni quién era, pero igual saludaba con una sonrisa y las manos en los bolsillos de su sudadera.

Las personas en el instituto Hyosan se dividían en varios grupos. El principal era el motivo por el que estudiaban en un instituto tan glamuroso, separando ya a los alumnos por becados o ricachones. Ella formaba parte de los ricachones, con un teniente como padre y una CEO como madre. 

Después estaba la calificación de gente cool o normalitos. La gente cool eran generalmente los deportistas, delegados o gente como ella que no hacían absolutamente nada pero aún así la gente los conocía y saludaba. Los normalitos eran los que no destacaban realmente, o bien a los que hacían bullying. Solía decir que su deber como persona cool era defender a los acosados, y tal vez por eso el profesor de ciencias la subió las décimas necesarias para aprobar su asignatura. 

Solía bromear con Daesu sobre como ella era la élite y él un plebeyo, y que debía encontrar amigos igual de cools que ella. Complicado, porque definitivamente jamás encontraría a otro Daesu y no necesitaba a nadie más aunque jamás lo fuese a admitir. Tal vez Woojin, pero a él no le quería como amigo.

— ¡Buenas tardes! —siempre que entraba a cualquier sitio, gritaba. No era por nada en especial, simplemente la solía gustar la atención y hacerse notar cada vez que llegaba a algún lado.

— Buenas tardes, Miyeon — saludó el que creía que era el delegado de la clase de abajo.

Agitó la mano, subiendo las mangas de su sudadera para empezar a recoger los balones sueltos. No se fijó en quienes estaban allí hasta que mientras cargaba al menos seis balones de volleyball (dos de ellos tapándola la visión) alguien chocó con ella tirando su cargamento. Maldijo su mala suerte, dando una fuerte patada a uno de ellos y creyendo escuchar la voz del profesor diciendo que no era un balón de fútbol para ser pateado.

— Ten un poquito más de cuidado, ¿no? — se giró a mirar al culpable, topándose con el tipo raro que la seguía en ocasiones—. Ah, hola. 

— ¿Te has cortado el pelo? — dijo, cogiendo un balón y mirándola fijamente. Entrecerró los ojos aceptando el objeto que la extendía. Sus dedos rozaron por accidente.

— Es que me quemé las puntas — asintió, recordando como la tarde anterior casi sale ardiendo al tratar de cocinar por su cuenta algo que no fuera ramen instantáneo o bocadillos—. MasterChef es una basura, es imposible hacer esas cosas tan fácilmente. 

Mientras comenzaba a caminar hacia el almacén mientras recogía balones, escuchó perfectamente como él la estaba siguiendo. No era novedad, teniendo en cuenta que extrañamente siempre acababan limpiando juntos las aulas, y tenían una ruta de vuelta a casa sospechosamente similar. Quería creer que era un chico más que tendría que rechazar por Woojin y su bonitos ojos que no la miraban lo suficiente. Además, era un tipo agresivo que disfrutaba de meterse con la gente y a ella no la gustaba ese rollo de matón.

— Te queda bien —dijo. Agradeció sonriendo sin mostrar los dientes—. ¿Quieres acompañarme después a dar una vuelta por ahí?

Mientras guardaba los balones y aproximaba la caja con petos fluorescentes a una de las compañeras, pensó en una buena excusa.

—Hoy no puedo — primera mentira, al llegar a casa vería una película o serie—. Mi madre quiere que la acompañe a cambiar de nuevo el color de los sofás — su madre ni si quiera vivía en Hyosan—. Tal vez mañana, creo que estoy libre — tenía detención por burlarse de la profesora. 

— Perfecto entonces — sonrió, tocando su mano apoyada sobre el carrito de balones. Su corazón se detuvo por un segundo del susto, comenzando a pensar en como apartar su mano sin verse demasiado grosera. Con la mano que tenía libre sacó algo de su bolsillo y lo extendió en su dirección. Sus neuronas dejaron de transmitir información—. ¿Esta mierda os mola a las tías, no? — agitó la etiqueta de su uniforme, animándola a cogerla. 

— Vaya — tragó saliva, tomando la etiqueta con la mano que no estaba siendo privada de la libertad. Roja, con el nombre tallado en blanco y los hilos de haber sido arrancada colgando—. No sé qué decir — leyó su nombre—, Gwinam.

— Mañana saldremos — dijo. No era una sugerencia—. Y me darás tu etiqueta también o como sea.

Cuando se alejó mirándola desde sus converse verdes (a juego con el uniforme, por supuesto) hasta su pelo oscuro, tomó aire con tranquilidad después de ese momento de tensión mientras le veía salir del almacén chocando hombros con una chica que cargaba con la red ella sola. Cuando estuvo a punto de quejarse por eso agachó la cabeza al ver quién era, adentrándose y mirándola con interés por su posición de maniquí tieso con una etiqueta de uniforme en mano.

— Chica, hay que ser masoquista para gustarse ese — dijo.

Tal vez idiota, pero jamás tanto como para seguir a ese bully.

— Dae-su se caerá de culo cuando se entere — pronunció, guardando la etiqueta en el bolsillo para tener pruebas de lo que acababa de vivir. Sacó su teléfono de su otro bolsillo, buscando el contacto de su mejor amigo.

DAESUARIO

Bro
Si te cuento lo que me acaba de pasar te mueres

Entonces no me lo cuentes

Idiota, ahora te quedas con la curiosidad de quién se me acaba de confesar

NO TE CREO

EL PROFESOR KANG??????

Algo mucho mejor

WOOJIN???

Ojalá

DIME QUIEN MUJER

NO PODRÉ DORMIR POR LA INTRIGA

Yoon Gwinam

NO TE CREOOOO

EL MATÓN???????

Y TE HA DADO UNA PATADA O COMO

Deja de escribir en mayúsculas, parece que me estás gritando

Pero me ha dado su etiqueta

Y dice que mañana salimos para que le de la mía también

Mañana me pillo tuberculosis

Se lo voy a decir a Woojin

para que se ponga celoso 7u7

Si lo haces estás muerto, Daesu

TT solo quiero ayudaaaar

Apagó la pantalla, guardando de nuevo el móvil para dejar salir un pequeño suspiro. Lo último que quería era que Woojin pensara que era amiga de esa gentuza o que le gustaba otro chico, y si Dae-su decía eso estaría jodida. 

— Ya hemos terminado aquí —dijo la chica que ni si quiera sabía que seguía ahí. Asintió haciendo una pose de militar aunque apenas hubiera hecho nada más que recoger un par de pelotas y recibir una incómoda confesión—. ¿Te puedo dar un consejo? — asintió. Esa chica parecía ser de las suyas, tomando confianza de la nada y metiéndose dónde no la llamaban—. No te enrolles con un tío así, quiérete un poco.

Se asomó viendo como Gwinam dejaba el gimnasio, y se cruzó de brazos.

— Claro que no, soy tonta pero no estúpida — la chica soltó una risa, terminando de cerrar algunas cajas—. Mi futuro chico es mil veces mejor, al menos no hace bullying a la gente.

— Tampoco dejes que te pase por encima —caminaron juntas fuera del almacén—. Eso de quedarnos calladitas y cumplir con todo lo que un hombre diga se acabó hace tiempo. Recházale, y que le jodan.

Mientras salía del recinto escolar saludando al fondo a más gente y sentía como Gwinam se colocaba de nuevo a un metro y medio de ella siguiendo su mismo trayecto, se dijo que la etiqueta en su bolsillo no importaba nada si no era la de Woojin, y al día siguiente rechazaría sin ninguna excusa torpe a aquel matón barato.

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𝒁𝑶𝑴𝑩𝑰𝑬 𝑶𝑵𝑬: 𝑬𝑻𝑰𝑸𝑼𝑬𝑻𝑻𝑬

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𝗤𝗨𝗔𝗥𝗔𝗡𝗧𝗜𝗡𝗘 𝗭𝗢𝗡𝗘


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bienvenidos, bienvenidas, bienvenides a GAMAN. Espero que su experiencia sea satisfactoria a lo largo de los capítulos

Para mis lectores usuales: es imposible odiarme más :)

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