Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 6

Jungkook lo asustó al abrazarlo. Le parecía tan firme, tan fuerte, tan valiente y heroico...

Él era todo lo que HoSeok jamás sería. Le parecía un crimen estar con él, pero no pudo evitar agarrarse a su sudadera con fuerza mientras Jungkook lo abrazaba. Pasados unos segundos, Jungkook se apartó y lo sentó sobre su regazo de nuevo.

—Cuéntame lo que pasó —le pidió con emoción.

Que él se interesara por los detalles sorprendió a HoSeok. Unas cuantas personas se habían interesado también, específicamente hombres con los que había intentado intimar en la facultad, y al principio de mudarse allí. Pero tan solo una macabra fascinación y un tremendo egoísmo los había guiado; en el fondo solo querían saber la razón por la que HoSeok los rechazaba.

Sin embargo, con Jungkook sintió que su preocupación era genuina. Se lo notó en su modo de mirarlo, en la manera en que le acariciaba la espalda, ofreciéndole consuelo. A HoSeok le entraron ganas de llorar, pero decidió ahogar las lágrimas. Ya había llorado bastante.

—Tenías razón. Mi familia es rica. Papá no solo tiene su empresa y acciones en otras empresas, sino que además heredó una verdadera fortuna de su familia. La familia de mi madre no es tan rica, pero sin duda pertenece a la clase alta. Cuando ellos no estaban, siempre había una institutriz o una tutora que cuidara de mi hermana y de mí.

—Has dicho que tenías diecisiete años. Un poco mayor para tener niñera, ¿no?

—El hecho de tener influencias hace que seas siempre el centro de atención, de modo que teníamos que dar un comportamiento ejemplar.

—Parece duro.

HoSeok fue a levantar la cabeza, pero Jungkook se lo impidió y le dio un beso en la sien.

—No te confundas; mis padres nos querían.

—¿Los querían? ¿Por qué lo dices en pasado?

HoSeok no quería ahondar demasiado en los lazos que había roto con su familia. Le resultaba demasiado doloroso.

—La situación ha sido... tensa, desde aquella horrible noche. Los dejé en ridículo. Provoqué un escándalo enorme que aún no se ha dejado de comentar, aunque ya hayan pasado siete años. Mantenemos el contacto, pero dudo que las cosas puedan volver a ser como antes.

—Cuéntame lo que ocurrió.

—Una noche, salí de casa sin que nadie se diera cuenta para encontrarme con mi novio. Íbamos a hacer el amor en el bosque que había detrás de mi casa. ¿Puedes creértelo? Iba a ser una cita muy arriesgada. Me sentí muy pícaro y muy mayor —bajó la cabeza y se echó a reír—. Volviendo la vista atrás me doy cuenta de lo inmaduro  y lo ridículo que era.

—Eras joven —dijo Jungkook sin censura—, y la mayoría de los jóvenes de esa edad empiezan a buscar la independencia. Tu actitud me parece de lo más normal.

—Apareció a medianoche. Salí por la terraza de mi dormitorio del segundo piso, bajé hasta el jardín por un árbol y nos marchamos —dijo con expresión ausente—. Mientras estuve fuera, haciéndolo sobre una manta que nos habían prestado, mi casa se incendió. Más tarde decidieron que había sido un cortocircuito. Cuando llegaron los coches de bomberos todos habían salido de la casa. Solo que...

Jungkook era bombero, de modo que se imaginó fácilmente el escenario.

—¿Solo que al ver que no estabas pensaron que continuabas dentro?

—Sí —tragó saliva con dificultad, pero no consiguió librarse del profundo sentimiento de pesar—. Mis padres se pusieron histéricos. Mi madre se tiró sobre el césped con mi hermana, gritando las dos. Al ver que no me encontraban, mi padre intentó volver al interior de la casa. Pegó a dos bomberos que intentaron impedírselo, pero finalmente se dio por vencido cuando tres de ellos entraron en la casa —HoSeok suspiró y se estremeció de pena—. Como he dicho, mi dormitorio estaba en el segundo piso. Mientras me estaban buscando, el suelo se vino abajo. Uno de los hombres...

Una mano invisible parecía estrangularlo, ahogándolo. Dios, le costaba tanto revivir esa noche.

Jungkook esperó sin decir nada; solo acariciándolo.

—Oí las sirenas desde el bosque. Parecían estar encima de nosotros. Temí que despertaran a mis padres y que estos se dieran cuenta de que faltaba de la casa. Así que regresé —HoSeok se frotó los ojos—. El bombero cayó bajo la escalera y quedó atrapado. Estaba inconsciente y había tanto humo que les costó mucho trabajo encontrarlo. Cuando por fin dieron con él, había sufrido ya quemaduras muy graves.

Como ya no podía aguantarse las lágrimas, decidió dejar de disimular y rompió a llorar.

—Solo vivió tres días. Tres días entre la consciencia y la inconsciencia, y sin dejar de sufrir unos dolores insoportables a pesar de los calmantes.

HoSeok intentó relajarse, intentó apartarse de los sentimientos que volvían con fuerza, pero no pudo.

—Los otros dos hombres quedaron muy malheridos —HoSeok se apartó de los brazos de Jungkook y se meció hacia delante, cubriéndose la cara con las manos, avergonzado y angustiado—. Me odiaron, por supuesto. Claro que no los culpo. Y la viuda de ese hombre...

Cuando sintió que Jungkook le tocaba el hombro, HoSeok se puso de pie y avanzó hasta la ventana. No era capaz de continuar hablando; claro que, no había nada más que contar. Al momento Jungkook se plantó detrás de él y lo envolvió con su abrazo cálido y afectuoso, de modo que a HoSeok no le quedó otra alternativa que dejarse llevar.

—Ya está —le susurró Jungkook.

—Salió en las noticias —dijo—. Mí padres gritando, los bomberos dejándose la piel, sucios y cansados, pero sin darse por vencidos. Mi padre, un hombre tan educado, aparecía en los vídeos como un loco poseído, pegándose con los bomberos por mí.

—Intentando llegar hasta su hijo querido. Eso es muy típico, Hoseok.

—También mostraron los vídeos de mí, allí de pie, fuera de peligro. Aparecía con el cabello revuelto, y me había abotonado mal la camisa. Tenía la ropa llena de hierbajos... Se enteró todo el mundo. Supieron dónde había estado y lo que había estado haciendo, y mis padres casi se murieron del disgusto —apretó los ojos con fuerza, pero no sirvió de nada—. No solo salió en la prensa local, sino por todo el país.

Jungkook le dio la vuelta. Pero como no podía mirarlo, HoSeok se apartó de él y fue hacia la mesa a por un pañuelo de papel para sonarse la nariz. Cuando finalmente miró a Jungkook, vio su expresión de pena y le entraron ganas de echarse a llorar de nuevo.

—Mi padre me llevó al hospital para que viera a los dos que habían sobrevivido —había noches en las que cerraba los ojos y aún recordaba al detalle cada momento aterrador—. Fue horrible. Había bomberos en los pasillos, esposas llorosas, y todos me miraban como si yo lo hubiera hecho a propósito.

—No —le dijo Jungkook con delicadeza—. No me lo puedo creer.

—Tienes razón —respondió, mientras los recuerdos lo bombardeaban—. Uno de los bomberos que había entrado a por mí, Yoo Joon-Sang, me dijo que tenía una hija de mi edad. Me dijo que los chicos de mi edad cometían errores y que él no me culpaba a mí, de modo que no quería que yo me culpara a mí mismo. También me dijo que era demasiado guapo para continuar llorando.

—Y tenía razón. Nosotros conocemos los riesgos de nuestra profesión. Yoo hizo lo que se suponía que debía hacer.

—Pasó semanas en el hospital, y tendrá cicatrices para el resto de su vida. Ya no es bombero, al igual que ninguno de los que sobrevivió —pestañeó, y dos lagrimones le rodaron por las mejillas.

Jungkook sacó otro pañuelo y le limpió la cara. Era tan tierno y amable que HoSeok estaba sorprendido.

—Lo que ocurrió fue un terrible accidente —murmuró—, no un acto deliberado. Sobre todo no es algo por lo que debas seguir castigándote.

HoSeok no podía creer la reacción de Jungkook.

—¿Cómo te sentirías tú? Si hubieras hecho lo que hice yo, si te hubieras escapado en contra de la voluntad de tus padres para hacer el tonto en el bosque y alguien hubiera muerto por ello, ¿cómo te habrías sentido?

—No puedo contestar a eso, cariño, puesto que no me pasó a mí —le retiró el cabello de la cara y le frotó la sien con suavidad—. Pero puedo decirte que he cometido errores, en mi trabajo y en mi vida privada. Somos humanos; todos tenemos defectos. Lo único que podemos hacer es intentar no volver a cometer los mismos errores, perdonarnos a nosotros mismos y reparar el daño hecho.

—Estoy intentando reparar el daño que hice.

—No. Te estás hundiendo con la culpabilidad. No es lo mismo.

HoSeok se sintió confuso. Las palabras de Jungkook le parecieron razonables, cuando lo que había ocurrido no tenía nada de razonable.

—Escucha una cosa —dijo Jungkook—. ¿Por qué no te das una ducha calentita? Tienes toda la ropa manchada y rota, y la sombra de ojos todo corrido.

—Ay —HoSeok fue a tocarse la cara, pero él le agarró la mano y le besó la frente.

—Pareces un pilluelo adorable. Pero sé que estarás más cómodo si te das una ducha y te cambias. Mientras tú haces eso, yo prepararé un poco de café. ¿Tienes hambre? Tal vez podría prepararte un sandwich.

HoSeok se retiró el pelo de la cara y miró a su alrededor con consternación. Le había desnudado su alma y se había preparado para lo peor. Pero Jungkook no solo no estaba asqueado, sino que se estaba ofreciendo para prepararle algo de comer.

—¿Y vas a saber manejarte en mi cocina?

—Sí.

Lo cierto era que HoSeok no quería que se marchara. Se sentía cansado, debilitado y desanimado, y no quería estar solo. Jungkook no le había echado la culpa de nada, no se había quedado horrorizado ni nada parecido. Lo había escuchado y le había ofrecido su consuelo. Era mucho más de lo que otras veces había recibido, mucho más de lo que merecía.

—De acuerdo, pero no quiero comida. No tengo hambre.

Jungkook sonrió, se inclinó y le dio un beso muy suave en los labios.

—Estaré en la cocina.

HoSeok observó a Jungkook saliendo del salón.

Jungkook, un hombre alto y fuerte que había invadido su casa y su corazón. A pesar de lo que él acababa de confesarle, parecía que Jungkook no tenía intención de retirarse. Sorprendente. Desde un principio, Jungkook había visto su peor parte. Conocía sus mayores defectos y su secreto más oscuro, y sin embargo no lo había dejado. En el fondo de su corazón, algo cálido, feliz y extraño pareció vibrar. Y HoSeok sintió un miedo cerval.

¿Porque qué pasaría cuando él se diera cuenta de que no podrían intimar? ¿Seguiría siendo su amigo? Lo dudaba. Jungkook era un hombre muy físico, muy sexual. Eso significaba que tendría que aprovechar cada segundo que pasara a su lado.

HoSeok corrió a darse la ducha. Jungkook esperó a oír el ruido del agua en las cañerías para dar un puñetazo a la pared, hiriéndose los nudillos para liberar algo de su rabia. No recordaba haber sentido tanta indignación. Todo lo que había ocurrido desde que lo había conocido tenía de pronto un significado nuevo. Y eso le hizo sentir dolor.

Deseó poder volver atrás y cambiar muchos de los momentos que había pasado con HoSeok; momentos en los que se había mostrado demasiado insistente. Momentos en los que había quedado claro que solo quería acostarse con él, cuando en realidad quería mucho más.

Pensando en lo que HoSeok probablemente habría sufrido, en lo que sabía que sentía a juzgar por su reacción mientras se lo contaba, sintió náuseas. Por lo que él le había contado, Jungkook estaba seguro de que el padre de HoSeok lo quería mucho. Pero también era cierto que no debería haberlo llevado al hospital.

Seguramente lo había hecho con su mejor intención; pero obligarlo a pasar por aquella ordalía, a enfrentarse a las acusaciones, solo había conseguido causarle un daño muy grande. Su padre debería haberlo protegido de todo ello, evitando exponerlo a aquella situación tan difícil.

Allí en medio de la cocina, mientras luchaba con sus turbulentos pensamientos, Jungkook oyó el suave tintineo de unas campanillas. Alzó la cabeza y escuchó de nuevo. El sonido volvió, esa vez más fuerte con el soplido del viento, y Jungkook fue a la ventana a mirar. Solo se veía la oscuridad, y Jungkook sintió una preocupación nueva. HoSeok estaba demasiado solo allí, demasiado vulnerable. No tenía a nadie al lado a quien pedir ayuda en caso de necesidad.

Jungkook buscó el interruptor de la luz y finalmente lo encontró junto al fregadero. Un foco iluminó el patio trasero y un increíble conjunto de campanillas, grandes y pequeñas, de bronce y de madera, coloridas y oscuras. Con cada golpe de viento las campanillas emitían sus suaves notas musicales. También se fijó que tenía un montón de pajareras y comederos, docenas de ellos, colocados en los árboles y en postes por todas partes.

Jungkook bajó la vista y apagó la luz. Dios, jamás conocería a nadie como Jung HoSeok. A veces era duro y firme, y otras suave y desconsolado.

De repente HoSeok cerró la ducha, sacando a Jungkook de su ensimismamiento. Corrió a preparar el café. Entonces pensó en lo poco que comía y preparó un sandwich para cada uno. Estaba terminando de cortar los sandwiches en dos cuando apareció HoSeok.

Jungkook levantó la vista y sonrió. HoSeok tenía los ojos hinchados, la nariz roja y los labios ligeramente abultados. Pero el aceite y las manchas de maquillaje bajo sus ojos habían desaparecido. Se había echado el pelo hacia atrás, pero algunos mechones le caían alrededor de la cara y por la nuca.

—Te dije que no tenía hambre.

Jungkook mintió sin vacilar, sin sentirse culpable.

—Pero yo sí, y detesto comer solo. Solo es un sandwich.

Mientras HoSeok estaba en la puerta de la cocina, Jungkook recogió la mesa. Colocó cuidadosamente una montaña de papeles y los trasfirió encima del lavavajillas, la única superficie libre que quedaba en la cocina.

—¿Puedo preguntarte unas cuantas cosas, HoSeok?

HoSeok se preparó como si fuera a caerle encima la Inquisición.

—Sí, por supuesto.

Jungkook notó su expresión. Su sentimiento de culpabilidad era tan grande, que Jungkook pensó que no lo abandonaría tan fácilmente.

—Si no te interesa intimar con nadie, por qué vistes tan sexy.

Incluso hinchados, tenía unos preciosos ojos marrones y unas pestañas largas y suaves.

—No es cierto. Utilizo trajes con chaqueta.

—Tus trajes son mucho más sensuales que muchas minifaldas en cualquier mujer —le dijo—. También usas jeans muy ajustados y te maquillas.

HoSeok retiró una silla donde se sentó; entonces tomó un pedazo de sandwich y empezó a comer, pero no quiso mirarlo a los ojos.

—Nadie nota lo de mis jeans, menos sobre el maquillaje.

Jungkook acercó su silla a la suya.

—Yo sí.

HoSeok lo miró un segundo y después desvió la mirada.

—No habría sido así si las cosas no se hubieran salido de madre.

—De acuerdo, mirémoslo de este modo. Tú sabes lo que llevas. ¿Entonces por qué lo llevas?

HoSeok masticó y tragó antes de contestar. Se ruborizó un poco.

—A veces —susurró, midiendo sus palabras—, no me siento muy bien conmigo mismo. Supongo que por eso lo hago..., para compensar esa sensación. Por mí, no para nadie más.

El corazón le latía tan fuerte que lo sentía en la garganta. Estaba confiando en él, compartiendo con él.

—¿Te sientes así porque eres virgen?

HoSeok sacudió la cabeza.

—No, porque soy frígido.

A Jungkook no le convencía aquello, pero decidió que lo discutiría con él después.

—Supongo que tiene sentido. Pero voy a decirte una cosa: no puedo imaginar a nadie más sensual y erótico que tú. Con o sin experiencia.

HoSeok se ruborizó aún más y bajó la cabeza para dar otro mordisco. Jungkook sonrió. Lo había confundido y pensó que era agradable para variar. Tal vez acabara confundiéndolo tanto que olvidara su ridículo sentido de la culpabilidad.

—¿Y esta casa? —le preguntó—. ¿Si tus padres son ricos, por qué esta casa tan pequeña? ¿Y por qué el Volkswagen?

HoSeok dio otro mordisco antes de contestar.

—Me encanta esta casa, así que no la insultes. Vivo solo y no necesito mucho espacio. Y mi coche funciona de maravilla. Cuando hace frío, siempre arranca y me lleva adonde quiera.

—Eso no es lo que te estoy preguntando, y lo sabes.

—Lo sé —suspiró—. Vivo en una casa pequeña y conduzco un coche económico porque no puedo permitirme otra cosa. Solo tengo lo que gano, y no es mucho. Pero —lo miró significativamente—, habría comprado esta casa de todos modos. Me gusta mucho y ahora, después de llevar aquí un tiempo, no puedo imaginar viviendo en otro sitio.

—¿Y tu familia?

—¿Te refieres al dinero de mi familia? —se encogió de hombros—. Mi padre y yo dejamos de hablarnos. Como no estábamos unidos, decidí que no quería utilizar su dinero para nada. Por ello tomé la determinación de buscarme la vida solo.

—¿Qué dijo tu padre de eso?

—Se enfureció cuando rechacé su dinero. Y todavía más cuando pedí préstamos a la facultad para terminar de pagar mis estudios. No creyó que lo conseguiría, pero yo le demostré lo contrario. Soy totalmente independiente y me gusta así.

Jungkook esperó a que diera otro mordisco para preguntarle:

—¿Por qué se distanciaron?

HoSeok hizo un gesto con la mano como para quitarle importancia, pero Jungkook vio la tristeza reflejada en sus grandes ojos marrones.

—Por lo que hice, por el incendio y el daño que les causé.

—¿Te culpó de ello?

—No, pero sin duda les hice mucho daño. Como mi madre solía decir, una reputación mancillada es imposible de reparar.

Jungkook sintió repugnancia por aquella mujer, hasta que HoSeok se lo aclaró.

—Mi madre dijo eso refiriéndose a sí misma; la habían captado con la cámara en bata y con los rulos puestos.

—¿Y eso la preocupó con todo lo que estaba pasando?

—Mi madre no hubiera permitido que nadie la viera sin maquillar —HoSeok lo miró—. Se quedó avergonzada. Toda mi familia, en realidad. Y todo por culpa mía —HoSeok bajó la vista—. Lo que dijo es cierto, al menos aplicado a mí.

Jungkook frunció el ceño.

—Tu reputación es la de un hombre maravilloso que trabaja mucho para ayudar a otras personas.

—A algunas. A aquellas que no lo saben todo.

—A cualquiera que tenga un poco de sentido común.

HoSeok miró al vacío.

—Nuestras vidas fueron analizadas al detalle. Todo el mundo conoció al chico que había estado copulando en el bosque mientras un hombre moría intentando rescatarlo; y conocían a mí familia, a mi hermana, que es más pequeña que yo, a los padres que habían educado a un hijo tan irresponsable.

—HoSeok, maldita sea...

—Eso es lo que me llamaron los periódicos, Jungkook. Y lo cierto es que no es un insulto tan grave —HoSeok retiró la corteza del sandwich—. Las cosas se tranquilizaron cuando empecé a estudiar en la facultad. El problema fue que, después de más o menos un año, me eché novio. Tremendo error.

—Es totalmente normal, HoSeok —dijo Jungkook, que ya había adivinado lo que habría pasado y tuvo ganas de ponerse a gritar.

—No debería. Tendría que haber aprendido.

—Tonterías. Decidiste continuar con tu vida. Eso es lo que se supone que uno debe hacer.

—Pensé que me gustaba ese chico. Era popular, divertido y sincero. Cuando quiso hacer el amor conmigo, yo no pude. Me entraban náuseas solo de pasar de los besos.

Jungkook recordó cómo se había agarrado a él, lo caliente y abierto que se había mostrado. Se negaba a creer que lo que le había pasado con un chico en la facultad fuera a pasarle con él.

—Rompí con él —le explicó HoSeok—, y el chico se ofendió. Le dijo a todo el mundo que yo era frígido y un provocador. De pronto alguien recordó mi nombre y la historia se removió de nuevo.

—Supongo que hizo correr el comentario para salvaguardar su orgullo.

—Sí. Mi padre estaba horrorizado. Quiso que lo denunciara por acoso sexual y difamación, a pesar de que lo que dijo el chico fue verdad. Yo me negué, y fue entonces cuando empecé a hacerme cargo de mis gastos.

Jungkook estaba tan tenso que pensó que iba a explotar, pero se aguantó por HoSeok.

—¿Se ha vuelto a hablar del tema desde entonces?

—No. Hasta ahora que te lo estoy contando a ti —dejó el resto del sandwich en el plato y se cruzó de brazos—. Cuando conseguí el trabajo en el centro comercial, justo después de terminar la facultad, conocí a otro chico. No era como el primero; era callado y no tan popular. Era el nuevo encargado, tímido y estudioso, ocho años mayor que yo. Salimos durante seis meses y tuvo tanta paciencia conmigo, que de verdad pensé que... Pero tampoco pude.

Hablar de ello, pensar en HoSeok con otros, especialmente con el que le había hecho daño, lo fastidiaba muchísimo. Pero había cosas que debía saber, cosas que debía preguntarle si esperaba entablar una relación con HoSeok.

—¿Te atraía sexualmente?

HoSeok lo miró con perplejidad.

—Me gustaba.

—No es lo mismo.

—Yo quería hacer el amor con él.

—¿Porque lo deseabas a él, o porque querías demostrarte algo a ti mismo?

HoSeok retiró la silla con tanta rapidez que estuvo a punto de caerse. Jungkook estaba junto a él antes de que hubiera dado dos pasos. Jungkook lo agarró de la parte superior de los brazos y lo retuvo. HoSeok era tan miedoso, siempre huyendo de él.

—Dime, cariño. ¿Lo deseabas como me deseas a mí?

—No me acuerdo. Fue hace dos años.

—HoSeok —le agarró la cara con las dos manos y le acarició las mejillas con los pulgares; su piel suave y cálida lo incitó—. No me mientas, cielo.

HoSeok alzó la barbilla.

—De acuerdo, entonces no. No lo deseaba como a ti. Pero eso no importa.

—Creo que sí que importa.

—Entonces estarías equivocado. Jamás podré disfrutar de esa parte de las relaciones. No estoy hecho para ello.

¿Pensaba que no lo merecía? Jungkook sintió ganas de zarandearlo.

—Eso es una idiotez, HoSeok, y lo sabes.

—Después continué intentándolo, Jungkook. Lo intenté un par de veces más. Pero nunca funcionó. Solo podía llegar hasta un límite; después, lo detestaba.

—¿Cómo lo detestabas?

—Lo detestaba todo, de cualquier manera. Detestaba que me acariciaran, que me miraran, que me besaran... Siempre me hacía recordar.

Él lo interrumpió inmediatamente. —Ahora te estoy tocando, y te gusta. Y mis besos no parecieron importarte.

HoSeok lo miró con fastidio y le dio un puñetazo en el pecho.

—¡Basta ya! Estás viendo lo que quieres ver. Lo más probable es que si lo intentamos, acabarás decepcionado también —HoSeok le agarró la camisa con fuerza mientras continuaba—. Igual que me pasa a mí —susurró.

—Y un cuerno —Jungkook lo estrechó contra su cuerpo y lo besó apasionadamente.

HoSeok protestó unos momentos, pero enseguida se enganchó a él. Jungkook apartó sus labios de los de HoSeok y le dijo jadeando:

—Escucha, HoSeok, vamos a hacer una cosa. Vamos a ir muy despacio. Extremadamente despacio. Si en cualquier momento empiezas a sentirte mal, me lo dices, y te juro que pararé. No te meteré prisa, y jamás, nunca jamás, me sentiré decepcionado. Pase lo que pase.

HoSeok fijó en él su mirada llena de esperanza y emoción. Jungkook lo miró y no tuvo ninguna duda. En ese preciso momento se dio cuenta claramente de que lo amaba. Pero se dijo que no se lo diría aún. Lo asustaría, y Jungkook no quería eso.

—¿Puedo quedarme otra hora más? —le preguntó en un tono tan ronco y apasionado que ni él mismo lo reconoció.

HoSeok asintió al tiempo que le preguntaba por qué.

—Porque quiero besarte hasta dejarte inconsciente —le agarró la cara con las dos manos y lo besó en la frente, en la nariz, en la mejilla; y después le pasó la lengua por la oreja—. Quiero tumbarme contigo en tu cama, abrazarte y sentirte junto a mí como hice en el parque, y quiero pasar una hora entera besándote. Y cuando me vaya, quiero que te quedes despierto al menos otra hora, echándome de menos y deseándome —lo miró a los ojos—. Igual que yo te estaré echando de menos y deseándote a ti.

A HoSeok le temblaron los labios.

—No servirá de nada...

—Solo besar. Eso es lo único que quiero.

HoSeok agachó la cabeza y sonrió.

—Mentiroso.

Dios, cuánto lo amaba. Jungkook lo abrazó con fuerza y se echó a reír también.

—Sí, eso ha sido una mentira. Lo que quería decir es que esta noche, tal vez durante toda esta semana, solo nos vamos a besar.

—¿Una semana? ¿Pero por qué?

—Porque quiero que te acostumbres a mí. Quiero que sepas que puedes disfrutar de los besos porque la cosa no va a ir a más. Quiero que aprendas a confiar en mí, a confiar de nuevo en ti mismo.

—Ah —HoSeok lo miró lleno de dudas—. ¿Y cuando pase la semana y nada haya cambiado? ¿Cuánto crees que va a durar este experimento sobrehumano tuyo?

—Lo que haga falta —Jungkook sonrió al ver su sorpresa—. Acostúmbrate, Seokie. No voy a ir a ningún sitio, de modo que tenemos toda la eternidad.

HoSeok abrió mucho los ojos y se apartó de Jungkook. Y le dieron ganas de soltar una palabrota. Su intención no había sido decir eso; no había pretendido meterle prisa. Solo porque él pensara en términos de un compromiso de por vida no significaba que HoSeok sintiera lo mismo.

Pero entonces HoSeok respiró hondo y le echó los brazos al cuello. —Sí, de acuerdo.

—¿Estás dispuesto a intentarlo?

—Sí tú lo estás, sería un tonto si lo rechazara.

Jungkook se sintió ligeramente insultado.

—¿Estás dispuesto porque quieres probar suerte, o porque me deseas a mí, y no a otro?

HoSeok sonrió.

—Cuando estoy contigo, los demás no existen —le contestó.

Jungkook lo levantó en brazos y sé dirigió hacia su dormitorio.
















































•Kat🐾

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro