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Capítulo 3

Aquella había sido la mañana más lenta de su vida. Después de una noche de sueños eróticos con el joven Jung HoSeok, Jungkook estaba de lo más hosco.

¿Qué ocultaba?

Llevaba preocupándose desde el día anterior. A él no le gustaba preocuparse y normalmente no perdía el tiempo con eso. Pero eso había sido antes de conocer a HoSeok. Ya había considerado todas las cosas que podrían haberle pasado, y todas lo ponían frenético. Alguien le había hecho daño; solo esperaba que el culpable aún siguiera por allí para poder al menos echarle el guante.

El hecho de querer vengarse por él, de querer protegerlo, le resultaba muy extraño. Tan extraño como esa maldita preocupación. Ni dormido ni despierto parecía poder dejar de pensar en HoSeok; en su miedo y en su reserva.

Siete largos años. Increíble.

De madrugada, cuando empezaba a clarear, Jungkook se había despertado y había contemplado la posibilidad de que HoSeok nunca se ablandase con respecto a él.

¿Qué hacer si continuaba rechazándolo, si continuaba con aquella vida solitaria?

No. No quería pensar así. De hecho HoSeok ya sé había ablandado un poco. La noche anterior incluso parecía haberse divertido...

Chasqueó la lengua en señal de fastidio. HoSeok se había relajado lo suficiente como para charlar con él, o permitirle que le gastara bromas. Pero entonces esos dos habían llamado. ¡Qué mal momento!

El restaurante estaba casi vacío cuando llegó. Se asomó para ver si HoSeok había llegado, pero como no lo vio, decidió esperarlo a la puerta.

Aquel día hacía fresco pero también lucía el sol. Era un día glorioso, lleno de promesas, y él pensaba aprovecharlo. Estaba allí ensimismado cuando una suave mano femenina le hizo cosquillas en la parte de atrás del cuello. Jungkook se dio la vuelta y se encontró cara a cara con Lee Joo-Myung, la mujer que lo había llamado la noche anterior.

—¡Jungkook! Me dormí esperando a que me llamaras. ¿Qué estuviste, toda la noche por ahí?

—No, yo...

Ella lo besó en la boca con determinación, pero Jungkook la retiró.

—Myung —la reprendió—. Tranquilízate.

Pero JooMyung se inclinó sobre él, presionándole los pechos contra el suyo, y lo miró con expresión sensual.

—Ven esta noche —le susurró mientras le acariciaba la barbilla con un dedo.

—No puedo.

—No te arrepentirás —su sonrisa le prometió muchas cosas, todas ella fogosas.

Jungkook sonrió. Le encantaban las personas así, su modo de coquetear y de provocar.

—Lo siento, nena, no puedo.

JooMyung hizo un mohín. Y los mohines de JooMyung eran de los que hacían que los hombres se hincaran de rodillas. Pero él se había inmunizado recientemente, gracias a HoSeok.

—¿Pero por qué no?

—Porque ayer... —empezó a explicar, pero alguien lo interrumpió.

—Disculpa.

Jungkook volvió la cabeza y se encontró con que HoSeok estaba justo detrás de él. Iba vestido con un elegante traje de chaqueta gris y zapatos a juego. A pesar de que JooMyung no lo soltaba, Jungkook sonrió al verlo.

—Hoseok.

Sus grandes ojos marrones ardían de rabia. Jungkook intentó quitarse de en medio a JooMyung pero ella se agarró como una lapa.

—Vaya —dijo JooMyung con sonrisa predadora—. Qué cosa más curiosa.

—En absoluto —dijo mientras miraba a la otra—. Todo para ti.

Para sorpresa de Jungkook, HoSeok no se dio la vuelta y se marchó, sino que los rodeó y entró en el restaurante. Segundos después Jungkook empezó a reírse. HoSeok estaba celoso. Muy celoso. Era más de lo que había esperado. La noche antes, había sospechado; pero lo que acababa de ver no le dejó ninguna duda. Miró a JooMyung y le dio un beso en los labios.

—Está celoso —canturreó en tono emocionado, sonriendo como un tonto.

JooMyung lo miró con curiosidad.

—Yo... me daba la impresión de que no te gustaban los celos.

—Hoseok es especial —le dijo.

—¿Lo es?

—Sí —dijo—. Eso era lo que estaba a punto de decirte —añadió en tono suave—. Me retiró oficialmente. Se terminaron las salidas.

Ella se quedó estupefacta.

—Lo dirás en broma, ¿no?

—Lo siento, pero no.

Jungkook llevaba toda la vida de flor en flor. Se había divertido y estaba bien seguro de que quien fuera que había estado con él diría lo mismo. Y no se arrepentía de nada. Pero HoSeok le había afectado de un modo distinto.

Él era distinto.

JooMyung lo miró con el ceño fruncido. El se encogió de hombros como disculpándose.

—Estoy seguro de que comprendes por qué no deberías seguir llamando, y por qué no podemos estar aquí en la calle así.

—No, en realidad no lo entiendo —lo miró a la cara—. Esto no es nada normal en ti, Jungkook. ¿Te encuentras bien?

Jungkook se apartó de ella un poco.

—Creo que tengo la oportunidad de que lo de Hoseok funcione. No quiero estropearlo viendo a alguien más. Como acabas de comprobar, no le gusta que esté con otros.

—¿Y eso te importa? ¿Lo que a él le guste o le deje de gustar?

—Por supuesto que sí.

Jungkook decidió que esa noche haría unas cuantas llamadas de teléfono, para que las personas a las que aún veía supieran que no estaba disponible. Se dedicaría a HoSeok por completo. Tenía que ser suficiente.

Tomada una decisión, asintió.

—Necesito entrar. Cuanto más esté solo, más me querrá hacer sufrir.

JooMyung se quedó algo recelosa de su repentino cambio de parecer.

—Bueno, de acuerdo. Pero si cambias de opinión...

—No lo haré.

—Buena suerte entonces —le dio un abrazo y se marchó.

Cuando entró en el restaurante HoSeok lo miró con frialdad. Estaba sentado en una mesa redonda, y no parecía nada contento. Jungkook estuvo a punto de entrar silbando de lo contento que estaba, pero se contuvo por si acaso.

Cuando llegó a la mesa, HoSeok abrió su menú y se escondió detrás. Jungkook se sentó. Era tan adorable, tan vulnerable, y tan precioso...

—Espero que tengas apetito, porque yo estoy muerto de hambre.

HoSeok resopló.

—Sí —dijo, intentando calcular su humor—. En cuanto a esa mujer con la que estaba fuera...

—No es asunto mío —lo interrumpió en tono frío y brusco, y Jungkook se alegró de su reacción.

—Le dije que ya no estaba disponible.

HoSeok cerró el menú y lo dejó en la mesa.

—¿Cómo?

Jungkook deslizó el pie junto al suyo. Los manteles largos ocultaban sus piernas, dándole la oportunidad de coquetear jugando con los pies por debajo de la mesa.

Le frotó el tobillo contra el suyo; HoSeok pegó un respingo y Jungkook sonrió.

—Te dije que ahora solo estaba con una persona.

HoSeok lo negó sacudiendo la cabeza con fuerza.

—No seré yo.

—Sí, eres tú.

—Jungkook, no —el pulso del cuello se le aceleró, y HoSeok plantó las manos sobre la mesa—. En cuanto terminemos el calendario, no habrá razón para seguir viéndote.

A Jungkook eso no le gustó en absoluto.

—Inaceptable.

En ese momento apareció el camarero, y HoSeok no pudo responderle.

—¿Qué les apetece beber?

—Yo quiero café. ¿Y tú, Hoseok?

Jung apretó los dientes y miró con rabia al desafortunado camarero.

—Agua fría.

—¿Solo agua fría? —le preguntó Jungkook.

Sin mirarlo, se lo repitió al camarero, enfatizando cada sílaba.

—Sí, señor. Ahora mismo se lo traigo.

Cuando se marchó el chico, Jungkook se echó a reír.

—Has aterrorizado a ese pobre chico.

—No es cierto.

—Míralo.

HoSeok miró hacia la cocina y vio al joven camarero susurrándole algo a otro y gesticulando con las manos. Los dos hombres lo miraron y, al ver que HoSeok los miraba, dejaron de hablar inmediatamente y continuaron trabajando. HoSeok gimió.

—Es por culpa tuya.

—¿Me culpas de tu mal genio? —dijo, fingiendo que era una grave ofensa—. No, no, cariño. Eso no es justo.

—No soy tu cariño.

—Aún no. Pero estoy en ello.

—Antes de conocerte nunca me he comportado así.

—Lo he notado —respondió en tono amable—. Parece que nunca cambias de humor. Eres insulso.

—Me controlo —dijo entre dientes—. Soy educado, considerado, respetuoso...

Jungkook se echó a reír. Era tan fácil irritarlo, que apenas podía creer que en algún momento lo hubiera considerado un mojigato.

—¡Vale! Te entiendo. Entonces saco la bestia que llevas dentro, ¿eh?

—Desgraciadamente, si —dijo mientras tamborileaba con las uñas sobre la mesa—. En realidad, he pensado en lo de anoche.

—¿En mí?

—No albergues esperanzas, Jungkook. Pensé en mi horrible comportamiento, y en cómo voy a tener que esforzarme por mantener la estabilidad cuando estoy contigo.

Jungkook se quedó cortado. HoSeok parecía tan serio, tan autodisciplinado.

—Preferiría que no lo hicieras —y antes de que HoSeok pudiera añadir alguna otra explicación fría, continuó hablando—. Anoche yo también pensé mucho en ti. En lo agradable que fue escuchar tu risa y ver tu lado pícaro.

—Tengo mis razones.

—Me gustaría que las compartieras conmigo.

—Dudo que importen mucho a alguien como tú.

Aquel era un insulto que no podía ignorar.

—Alguien como yo, ¿eh? ¿Por qué no me explicas qué es eso?

HoSeok lo miraba con expresión pétrea.

—Me importa el calendario, los menos afortunados que se beneficiarán de las ventas. Me imaginé que siendo bombero, estarías especialmente sensibilizado con esas causas.

Jungkook estaba muy tenso, pero aun así decidió contestarle.

—¿Qué te hace pensar que no? ¿Qué derecho tienes a juzgarme?

La incertidumbre asomó momentáneamente a sus facciones.

—No quisiste tener nada que ver con el calendario.

—Entiendo. ¿Y solo se puede ayudar a través de tu proyecto? ¿Es que el dinero y el tiempo no pueden ser donados directamente? ¿Es que no hay otros proyectos en marcha?

HoSeok se puso pálido.

—¿Haces todas esas cosas?

Jungkook había hablado demasiado. Dios sabía que no había querido molestarlo, ni provocar en HoSeok aquella expresión tan afligida.

HoSeok se giró y colocó un maletín de cuero sobre la mesa, del que sacó una carpeta.

—He traído las fotos que me pediste —dijo en tono de disculpa.

—Hoseok.

—Puedes mirarlas y ver cuáles te gustan.

Jungkook ignoró las brillantes fotografías en color.

—Tienes razón. Mi trabajo me hace ser más sensible a ciertas cosas, sobre todo hacia las víctimas del fuego.

—No tenemos por qué hablar de esto —dijo tras desviar la mirada.

—He visto la realidad de lo que sufre un quemado, cómo afecta a su vida.

—Jungkook por favor —miró a su alrededor, como buscando ayuda.

Jungkook frunció el ceño y lo presionó, a pesar de su evidente disgusto. Tenía que saber lo que le había pasado.

—¿Por qué te preocupa tanto, cariño? Explícamelo.

HoSeok explotó. Plantó las manos sobre la mesa y le dijo en voz baja pero llena de rabia:

—¡No soy tu cariño! ¡Nunca seré tu maldito cariño!

Jungkook le acarició la parte interna de la muñeca hasta el codo.

—Imagino que tus celos son una buena señal. Al menos sé que no estás siendo sincero cuando dices que no te interesa.

HoSeok agarró las fotos y las blandió delante de él.

—Como ves, las fotos están hechas en papel brillante y con fondos naturales...

—Yo entiendo que en cuanto me digas cuáles son tus problemas, podremos intentar superarlos entre los dos.

Ojalá pudiera conseguir ayudarlo a hacerlo. Jungkook tenía ya unas cuantas sospechas, y eso lo hacía estar nervioso y preocupado.

—Estoy dispuesto a ser paciente —añadió con amabilidad—. Sé que me volveré loco, porque te deseo más que a nada en el mundo, pero supongo que merece la pena esperar por ti.

HoSeok hizo trizas una de las fotos y al momento siguiente se quedó mirando lo que había hecho con los ojos muy abiertos, claramente horrorizado.

—¿Tienes otras copias?

Él asintió.

—Sí...

En ese momento se acercó el camarero con cautela.

—Esto... aquí tienen las bebidas, y si están listos para pedir...

Jungkook recogió las fotos. HoSeok parecía un poco atontado y él le frotó la piel delicada de la muñeca para tranquilizarlo.

HoSeok miró al camarero.

—Yo tomaré la sopa y una ensalada.

—Sí, señor —dijo el camarero mientras apuntaba rápidamente en su libreta.

—Yo una hamburguesa con todo, doble de patatas fritas y un batido de chocolate malteado —miró a HoSeok—. ¿Estás seguro de que solo quieres sopa y ensalada?

HoSeok estaba demasiado aturdido para contestar, y Jungkook cerró los menús y le dijo en voz baja al camarero que eso sería todo.

Buscó sus pies y los encerró entre los suyos. HoSeok lo miró.

—Todo está bien, sabes.

—No —sacudió la cabeza—. No está bien.

—¿Por qué?

Jungkook le tomó la mano y, cosa rara, HoSeok no la retiró. Incluso lo agarró con fuerza.

—Me estás confundiendo, Jungkook. No quiero sentirme así.

—Es bueno estar confuso. Quiere decir que tal vez todo esto te afecte al menos un poquito.

—¿Todo esto? —dijo con expresión escéptica.

—Esta química sexual, esta atracción repentina, llámalo como quieras.

HoSeok pareció volver un poco a la realidad.

—¿Acaso tengo cara de tonto, Jungkook, o te parezco tan inocente? ¿O te has olvidado de que ya me has dicho lo que quieres y por qué?

—Eso era lo que quería al principio.

—Ah... ¿Y ahora tus motivos son más altruistas?

—No, ahora te conozco un poco mejor, te he olido y me he reído contigo.

HoSeok se indignó visiblemente.

—¿Que me has olido?

Jungkook le presionó levemente el punto de la muñeca donde el pulso latía alocadamente.

—El olor de tu piel me pone duro. Quiero desnudarte y olerte por todas partes. Quiero frotarme contra tu cuerpo hasta que nuestros olores se mezclen.

HoSeok se quedó helado.

Jungkook se inclinó sobre la mesa y bajó la voz de tal modo que apenas se le oyó.

—¿Sabes a qué hueles, Hoseok?

Él sacudió la cabeza y Jungkook le miró la boca. Maldita sea. Se fijó en su tez sonrosada, en sus hermosos y expresivos ojos marrones; y Jungkook sintió ganas de besarlo, en ese mismo momento, allí mismo. Le dio la sensación de que HoSeok le dejaría.

¿Qué le importaba si estaban en un sitio público y los otros clientes los miraban? A él no le importaba. Ya los habían visto discutir, de modo que pensarían que estaban haciendo las paces. Además, él comía regularmente en Marcos con Jimin y Taehyung. Casi todos lo conocían allí, de modo que lo entenderían.

Jungkook se acercó a él despacio mientras observaba cómo HoSeok entreabría los labios, cómo tras los dientes la lengua se movía levemente, y...

—Eh, Jungkook —una fuerte palmada en la espalda estuvo a punto de tirarlo del asiento.

Jungkook se estiró con expresión ceñuda. Taehyung y Jimin estaban allí, sonriéndole.

—Váyanse.

HoSeok soltó una exclamación entrecortada. Jungkook sacudió la cabeza.

—No te preocupes, no se lo toman a mal.

—Pues claro que sí —dijo Jimin, y sacó una silla de otra mesa para unirse a ellos—. Eh, joven Jung, ¿Cómo está?

—Bien —contestó con un hilo de voz—. ¿Cómo está, señor Park?

Jungkook miró a uno de sus dos mejores amigos.

—¿Conoces a Hoseok?

—Pues claro. Hemos hablado un par de veces.

HoSeok se ruborizó ligeramente.

—Quería que el señor Park posara también para el calendario. Sé que es enfermero, pero como trabaja para el parque de bomberos... con su excelente forma física y siendo también apuesto, habría sido perfecto.

Jimin se echó a reír.

—¿No te encanta cómo dice todo eso sin mirar de un modo lascivo? Qué pena que no pudo ser.

Jungkook sabía que lo decía con ironía, y lo que pensaba Jimin de ese tipo de posados. En ese momento Taehyung se sentó a horcajadas en una de las sillas.

—Hola, me llamo Kim Taehyung. Soy un amigo de ellos.

—Hola —HoSeok miró a Taehyung con interés profesional—. Mmm. No lo había visto en el parque de bomberos. ¿Es bombero o enfermero? De todos modos, podríamos participar también en el calendario.

Jungkook volteó los ojos.

—Hoseok, por favor, deja de decirle a todos mis amigos lo sexy y apuestos que te parecen. Es vergonzoso.

Jimin se echó a reír.

—Tal vez para ti sí.

HoSeok, colorado de vergüenza, le lanzó una cuchara. Jungkook la atrapó y sonrió antes de pasársela.

—Yo trabajo con la policía —interrumpió Taehyung—. Soy policía secreto.

—¡Policía secreto!

Jungkook extendió los brazos.

—¿Vamos, por qué no se quedan con nosotros? —dijo en tono sarcástico, pero nadie le hizo caso.

—Gracias —le contestó Jimin—. ¿Qué pasa con las fotos?

HoSeok se aclaró la voz, pero no dejó de echarles tímidas miradas a sus amigos. Jungkook estaba acostumbrado a eso. Taehyung era moreno y su belleza, resultaba un tanto misteriosa, gustaba mucho. Sorprendentemente, Taehyung se había mostrado indiferente a la mayoría de pretendientes, hasta que SeokJin había aparecido en su vida. Entonces se había enamorado como un tonto.

—El teniente ha accedido por fin a posar para el calendario —le explicó a Jimin—. Pero primero quería ver algunas de las fotos.

Jungkook miró las fotos detenidamente y después se las pasó a Jimin.

—Son ridículas —gruñó Jungkook, que se sentía algo incómodo—. Los bomberos no trabajan sin camisa o sin casco. Eso es una estupidez. ¿Por qué ninguno lleva uniforme?

HoSeok emitió un sonido de impaciencia.

—Queríamos que estuvieran sexys.

—Sí, bueno, pues a nadie le importa lo sexys que estén cuando están apagando un fuego.

—El calendario tiene como fin la diversión, Jungkook —comentó Jimin, que al momento se volvió hacia HoSeok y excusó el temperamento hosco de su amigo—. Como es teniente, se tiene que tomar la responsabilidad hacia su equipo muy en serio.

—¿Sabes? —lo interrumpió Taehyung—. He visto a Jungkook poniéndose el traje especial con solo la ropa interior debajo —le explicó—. Ya sabes —le confió en tono más bajo—, nada de uniforme.

—Sí —continuó Jimin—. Y cuando termina una salida, tiene la costumbre de quitarse la chaqueta y de pasearse por el parque todo sucio y con el pecho desnudo.

—Me quito la chaqueta cuando termino el trabajo porque cuando nos estamos cociendo debajo del traje el calor es infernal.

—Siempre están cuchicheando sobre él, en su mayoría mujeres. Ellas... ¡Ay! —Taehyung se frotó el tobillo por debajo de la mesa—. Oye, me hiciste daño.

Jungkook pensó en volver a darle otra.

—Cállate de una vez, ¿quieres?

—¿Por qué? —preguntó Jimin—. Ya conoce tu reputación. Cualquiera que haya pasado contigo diez minutos se entera de cómo es, y Hoseok ha estado contigo más tiempo.

Casi en el mismo momento, tres mujeres que estaban sentadas en la mesa de al lado se echaron a reír, y cuando Jungkook levantó la vista vio que lo miraban. Una de ellas lo saludó, meneando los dedos de manera coqueta. HoSeok retiró la silla y se puso de pie.

—Creo que tengo que ir al baño.

Jungkook, Taehyung y Jimin se pusieron los tres de pie con educación, y HoSeok se dio la vuelta muy derecho y echó a andar hacia los baños.

Taehyung y Jimin miraron a Jungkook con curiosidad.

—Volverá —dijo Jungkook—. En cuanto se haya calmado.

Taehyung silbó por lo bajo.

—Vaya. Parecía a punto de arrancarte la cabeza de una.

—Nunca lo había visto de mal humor. Cuando ha estado en el parque, se ha mostrado siempre tan tranquilo.

Jungkook sacudió la cabeza.

—Eso solo es una fachada —dijo Jungkook.

—¿En serio?

—Sí. En realidad es alguien muy afectivo, y no le gusta que otros coqueteen conmigo.

—¿Es eso lo que lo ha puesto nervioso? —Jimin arqueó una ceja—. Porque creo que más bien ha sido el discurso que le has echado sobre el calendario. Después de todo, es su proyecto más querido, y tú, amigo mío, acabas de echárselo por tierra.

Jungkook se quedó helado. El estómago se le encogió. Para ser un hombre que se las daba de conocedor, acababa de meter la pata.

—¡Maldición!

Taehyung soltó una risilla.

En cuando HoSeok volviera, intentaría arreglarlo. Le explicaría por qué estaba tan sensibilizado con el tema. Y tal vez, solo tal vez, HoSeok quisiera confiarle sus propios sentimientos.

Vio que Jimin le daba un codazo a Taehyung y que ambos se sonreían divertidos.

—¿Y qué estaban haciendo aquí, por cierto? —les preguntó Jungkook.

—Venimos a almorzar. Hace un mes que no nos juntábamos.

Taehyung sacudió la cabeza.

—Me cuesta creer que soliéramos venir aquí regularmente, ¿eh? Al menos una vez por semana, ¿no?

—Éramos un poco ridículos, la verdad —comentó Jimin.

Como Jimin y Taehyung apenas habían salido con nadie, habían tenido mucho tiempo para juntarse en Marcos. Taehyung era un hombre solitario que confiaba en muy pocas personas, y Jimin tenía una hija de cuatro años que normalmente le ocupaba todo su tiempo. Hasta que habían conocido a las personas correctas, su reunión semanal en Marcos había sido lo más emocionante de la semana.

Jungkook se había juntado con sus amigos cada vez que le había sido posible. En ese momento, hubiera preferido que se largaran.

—¿Qué hace SeokJin?

Taehyung volteó los ojos.

—Está entrevistando a unas prostitutas de la calle Low.

Como Kim SeokJin (remarquemos Kim) escribía relatos policíacos, tenía que hacer ese tipo de cosas para sus historias.

—No pasa nada —le aseguró Jimin al ver la cara que ponía—. Yoon se ha ido con él, y además las mujeres son prostitutas reformadas que Taehyung detuvo hace unos meses. Son unas mujeres muy agradables, y tienen mucho que contar que a SeokJin que le interese.

Estaba convencido de que sus dos amigos habían tenido mucha suerte con sus parejas. Jungkook los miró y sintió envidia. Él quería ser feliz, maldita sea, y quería a HoSeok.

Después de conocer a YoonGi y a SeokJin, pensó que quería alguien como ellos; alguien igual de sexy y tentador, sincero y valiente. En lugar de eso, se había fijado en un chico bastante menudo y remilgado, un chico que tenía sus secretos y una falta notable de interés por el sexo.

¿Por qué diablos tardaba tanto?

—No quiere tener nada que ver conmigo —dijo de pronto sin saber por qué lo decía.

Taehyung y Jimin se miraron.

—¿Quién?

—¡Quién va a ser! ¡Hoseok! —dijo, y sus amigos lo miraron con incredulidad—. Es cierto. Tengo que presionarlo todo el tiempo. Si no fuera por el proyecto, no querría estar ahora aquí conmigo.

—¿No le atraes? —le preguntó Jimin.

—No. Y no me gusta eso.

—A nadie le gustaría.

En ese momento HoSeok volvió corriendo a la mesa.

—¡Acabo de recibir una llamada! —blandió el teléfono hacia Jungkook—. Al fotógrafo le han cancelado un trabajo. Podemos hacer el posado hoy. Así tendrás tiempo de volver al parque a buscar tu uniforme.

—¿Mi uniforme?

—Por supuesto. Para dar ambiente. Podemos quedar en el parque a las cinco y media, junto a la ruta ecológica. Así podremos prepararnos antes de que llegue el fotógrafo.

Parecía tener todo planeado y simplemente asumía que él le seguiría la corriente. Como si él no tuviera vida propia, como si fuera un juguete en sus manos. Y en ese momento, lo era.

—Tengo en mente la imagen perfecta —dijo HoSeok.

—¿La imagen perfecta?

—Sé exactamente lo que quiero.

Jungkook cerró los ojos. Él también sabía lo que quería, y no era lo mismo que HoSeok. Pero le gustaba demasiado verlo sonreír como para no hacer lo que HoSeok le pedía. Además, así podría pasar todo el día con él.

Abrió los ojos, aceptando su destino, en absoluto decepcionado, y sonrió.

—De acuerdo. Lo haré.

—Gracias.

—Con una condición —añadió Jungkook.





































•Kat🐾

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