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❁•° S I E T E °•❁

—El tuyo es mejor.

—Tú la tienes grande.

—Bueno, eso sí, pero a Han Gil le gusta lo que viene de ti.

—Por favor, el tuyo es más limpio y fácil de utilizar.

El rubio y el castaño peleaban en la entrada de la casa de Han Gil, ambos estaban decidiendo cuál de las dos libretas era más conveniente de entregarle al menor.

Se habían prometido que le darían los apuntes de la clase cuando el chico no estuviera presente, pero ninguno de los dos sabía cuál libreta era la mejor.

Yori pasaba cerca de la entraba, sin embargo, se detuvo cuando escuchó algunos gritos provenientes del jardín. Sonrió y sin pensarlo abrió la puerta para encontrarse con Min Ki a punto de estrellar su puño en el rostro del pálido.

Mientras Chin Hwa mantenía sus ojos cerrados (esperando el golpe), el mayor aclaró la garganta y de inmediato se separaron.

—Buenas tardes pequeños tontuelos.

—Es tan extraño que nos hable de esa manera, pero aun así me hace sentir bien. —Sonrió el castaño.

—Queremos pasar, el sol está insoportable. —El rubio entró al lugar sin recibir el permiso del dueño.

—Que confiado. —Min Ki murmuró y arrugó la nariz.

—Deberías seguirlo. —Lo apuntó con la barbilla.

—Oh, claro, claro. —Cambió sus zapatos por unas cómodas pantuflas y corrió a la habitación de su compañero. —¡Han Gil! —Gritó, y al encontrarlo no dudo en saltar a la cama y darle un fuerte abrazo. —¿Cómo te sientes?

—Estoy muy bien, hyung. —Rió.

—Lo vas a matar.

—No te metas, talquito de bebé. —Le sacó la lengua para después acurrucarse en el pecho del menor. —Hueles bastante bien.

—¡Min Ki, ya para!

—Chin Hwa se enoja porque no quiere que te dé mimos. —Hizo un puchero.

—Sabes que está lastimado; cuando salga de la cama podrás besarlo todo lo que quieras.

—Pero dijo que se encontraba bien. —Abultó su labio.

—Es mejor que le hagas caso a Chin Hwa antes de que explote.

El castaño sólo asintió y se apartó del menor con tristeza. Por otro lado, el rubio no paraba de reirse desde el interior, le fascinaba molestar a su apreciado amigo.

—¿Cómo estuvo el colegio?

—Es bastante aburrido, y mucho más si no estás. —Renegó. —Chin Hwa nunca quiere hablar.

—¡Tú eres el maldito mocoso que no le para la boca!

—No me eches la culpa de todo.

—Y aun así te haces el inocente, que estúpido. —Rió.

—¡Han Gil! —Giró hasta el castaño. Este se encogió los hombros y sonrió divertido.

—Al parecer tu tigrecito no te salvó.

—¡Cállate!

—¿Siguen discutiendo? —Yori entró un tanto confundido, en sus manos sostenía una bandeja con galletas.

El cuarto quedó en silencio y nuevamente, Han Gil sonrió.

—Siempre lo hacen.

—Creo que por castigo, Min Ki irá por tu medicamento.

—¿Por qué yo? —Se apuntó indignado.

—Eres el más ruidoso, en toda la casa se escuchan tus gritos.

—No es mi culpa que Chin Hwa me haga enojar.

—Pero él se lo toma con calma y no pierde la cordura como otras personas. —Sacó del delantal un pedazo de hoja y se lo extendió al chico. —Necesito que vayas a la tienda de plantas medicinales y compres todo lo que viene en la lista.

—Está bien. —Murmuró.

—Buen niño. —Acarició su cabello y sonrió.

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—Vaya mañana —dijo el moreno un poco cansado. —¿En serio estás seguro de esto? Pudimos tomar el paseo en otro momento.

—Lo quería hacer, y si tan solo supiera el camino de regreso saldría sin ti.

—Eso me lastimó —contestó triste.

—¿Sabes que bromeo, no?

—Mhm, ¿sí? —Levantó la ceja derecha.

—Eso ya no importa.

—¿Qué quieres que hagamos los próximos días? —Preguntó entusiasmado.

—No lo sé. —Se encogió los hombros. —Me gustaría ir a una tienda de regalos y comprar algunos recuerdos, ya sabes, eso es lo que hacen las personas cuando salen de viaje.

—Es una buena idea, ¿qué tal un par de fotografías?

—Eso funcionaría. —Asintió. —También quiero salir solo.

—Eso puede ser peligroso, lo que menos quiero es que te pierdas.

—No soy tan idiota como para hacerlo.

—No estés tan seguro. —Rió al ver la cara molesta de su amigo. —Solo bromeo.

—A veces pienso que somos las únicas personas.

—En la plaza es donde la mayoría de la gente va.

—Deberíamos ir, tal vez resulte muy entretenido.

—Claro que sí, pero lo que más me gustan son los festivales.

—¿Habrá uno pronto? —Preguntó esperanzado.

—Mhm, no lo sé.

Dong Sun guardó silencio y siguió caminando junto al alto. Sin ninguna preocupación y disfrutando del clima.

Por otra parte, Min Ki corría por el camino de tierra como si estuviera escapando de algún criminal. Pero algo que no se había dado cuenta era que sus agujetas estaban sueltas y en cualquier momento terminaría en el suelo.

Ambos chicos distinguieron al castaño correr a su dirección con una pequeña capa de sudor en la frente y la respiración agitada.

Solo fueron unos segundos que lo vieron en movimiento porque en un abrir y cerrar los ojos este, ya estaba en el piso.

Dong Sun se le acercó apurado y lo ayudó a ponerse de pie.

—¿Estás bien? —Preguntó Jung Hee.

—Eso creo. —Rió y sacudió su uniforme.

—Hablas coreano —respondió feliz.

—¿Son nuevos?

—Solo traje a mi amigo para que conociera este maravilloso pueblo, ¿no es así? —Movió su brazo, pero este no respondió. —¿Dong Sun?

—Sangre. —Murmuró y el moreno lo miró confundido.

—Cierto, tu brazo sangra. —Lo apuntó.

—Demonios. —Ocultó su herida.

—Y por cierto, tus agujetas están sueltas.

—Sin duda, hoy no es mi día. —Estaba a punto de agacharse cuando Dong Sun se ofreció a realizar su trabajo.

El mayor miró la escena en silencio mientras que el castaño intentaba respirar con normalidad.

El hombre apretó el nudo y volvió a su antigua posición, para después sonreír débil.

El corazón de Min Ki se había acelerado y sus mejillas se tornaron carmesí, estaba sintiendo mucho calor.

—Gracias.

—Esperamos verte de nuevo —habló Jung Hee y el chico asintió.

—También pienso lo mismo —respondió sin dejar de ver a Dong Sun.

HyunJack.

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