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❁•° Q U I N C E °•❁

Final

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"Cruzarme contigo no solo fue bonito, fue lo mejor que me ha ocurrido en toda la vida"

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¿? A.Q.C.

—¡Han Gil! —Gritó el mayor desde el primer piso. El chico se miró por última vez en el espejo y se asomó por la barandilla, lo cual no tardó en sonreír y saludarlo. —¿Te molestaría ir a la plaza y traerme el pequeño mandado?

—¡Por supuesto! —contestó energético. Bajó rápidamente y se detuvo esperando a que Yori sacara la lista y unas cuantas monedas.

—Dijo la dueña que hoy surtirían, tan solo espero que sus palabras sean ciertas. Si hay materiales que no encuentras no te preocupes, luego las buscaré. Además, no te distraigas en otras cosas.

—Entiendo... —Añadió mientras miraba el dinero. —Ahm... ¿Yori?

—¿Mhm? —dijo con poco interés, mientras iba al pequeño cuarto de baño.

—¿Puedo comprar goma de mascar?

—De que puedes, por supuesto. La cuestión es que si te lo permito.

—Oh. —No había pensado con claridad. —Pero me entiendes, ¿no?

Este rió bajo y negó juguetón. —Anda, compra lo que quieras.

El menor sonrió satisfecho y tomó la bolsa para salir. La primera sonrisa de la mañana, pronto sería arrebatada.

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Dong Sun se encontraba explorando la plaza junto con Jung Hee, se habían dedicado a recorrer los últimos hogares para luego pasarse a lo más visto entre la población. Esta vez el peli-negro se encontraba más confiado y la adrenalina no tenía un fin.

En cambio a su compañero era todo diferente, estaba cansado y sólo quería llegar a su dormitorio. Dong Sun quería mostrarle que esta vez lo encontraría y se encargaría de que él fuera testigo.

Al ingresar a un pequeño local de donas no dudo en ir a la caja principal. Una anciana descansaba en una cómoda silla mientras leía el diario.

Aclaró su garganta sin quitar la vista de ella, la cual sonrió y se puso de pie para atender. Por un momento llegó a recordar a su abuela y la tristeza la inundo.

Jung Hee comenzó a hablar con ella, al parecer se mostraba comprensiva y las señas del joven lo pusieron al tanto; mostrando la única fotografía que tenía de él por el momento.

La anciana se acomodó los anteojos y se acercó a la pantalla. La pequeña ilustración se reflejaba perfectamente en el cristal al igual que en sus ojos.

Fueron unos cuantos segundos en el que permaneció en esa posición, pero cuando la anciana realizó un movimiento, Dong Sun volvió a despertar.

Volvieron a mantener conversación, no podía evitar en mirar a ambas personas con confusión, la expresión de Jung Hee cambió drásticamente.

Sus ojos se abrieron de golpe y se apoyó en el mostrador, sin poder creérselo. El azabache lo tomó de los hombros para que lo mirara, pero al parecer su reacción era todo lo contrario.

—¿Qué sucede? ¿Qué te dijo?

—E-ella... —Tragó duro. —Dice que lo ha visto.

Sus ojos se agrandaron y cubrió sus labios para ahogar un pequeño grito. La felicidad lo consumía y las lágrimas no tardaron en salir, estaba completamente convencido de lo que había visto la otra noche era verdad, y ahora podía mostrárselo.

Su pecho subía y bajaba a gran velocidad, como la primera vez que miró a su amor.

—¿Dónde lo podemos encontrar? ¿Acaso viene seguido? —continuo.

—A veces viene con sus compañeros de clase, un chico castaño y uno rubio.

—¡Dile que si llegan a venir que intente llamarnos, que por nada del mundo los deje escapar!

—Dong Sun, tranquilo. —Respondió luego de recobrarse. —Ahora sabemos que tus palabras son correctas, recuerda que este lugar es pequeño.

—¿Pequeño? Si por cada persona que pregunte nadie conocía de él. Este es el único lugar en el que lo puedo ver, no permitas que esta oportunidad se vaya al carajo.

—¿Acaso piensas vivir aquí?

—¿C-ómo pod....? —Su pregunta quedó al aire al ver lo más esperado, sus piernas comenzaban a fallarle y su boca se había abierto un poco. Ese sentimiento, su corazón perdió la sincronización y quería volver a llorar.

—¿Dong Sun?

—Es él...

—¿Qué? No te entiendo.

—Han Gil, él, ¡Jung Hee, él acaba de pasar!

—¿Qué cosas dices? ¿A dónde fue?

—¡Por allá! —Apuntó nervioso, dónde justamente lo perdió de vista.

—¡¿Qué eres inútil o qué?! —Gritó. —¡Mueve ese maldito trasero y ve por él antes de que lo vuelvas a perder!

Dicho esto, una sonrisa se dibujó en su rostro y obedeció al mayor. Sus pies se movían a gran velocidad al igual que su flequillo.

Aquellos diminutos ojos no lograban detenerse, comenzaba a desesperarse al no encontrarlo. Su mente no podía fallarle, estaba seguro de lo que vio.

Al parecer aportaba el uniforme de alguna preparatoria, una bolsa de mandado y sus mejillas venían moviéndose una y otra vez.

Miró en cada aparador de las tiendas, tomando poca importancia de las miradas extrañas de las demás. Estaba por perder la cabeza, todo le daba vueltas y tenía ganas de vomitar.

Sus manos no paraban de temblar al igual que sus piernas, deseaba gritar con todas sus fuerzas y darse un buen golpe en el cráneo para despertar de ese tormento.

Como siempre lo anheló, despertar y volver a mirar al azabache. Sonriendo como siempre en cada mañana que despertaba a su lado.

¿Qué más debía hacer para que su encuentro se cumpliera? Tan cansado e idiota se sentía. Por dejarlo solo en aquellas calles, siendo que lo más probable es que se encontraran en casa mirando algunas películas. Juntos, dándose caricias y besos.

Tomó su cabello y lo jaló mientras lloraba, su cuerpo ahora estaba en el suelo. Se estaba comportando como un niño pequeño, pero su alma ya no podía aguantar más.

Un par de zapatos se detuvieron enfrente de él, al principio no tomó importancia hasta que aquella voz se escuchó.

Esa voz que podía pertenecer nada más que a él...

Relajó su agarre y levantó la mirada lentamente.

Sus miradas se conectaron.

Y Dong Sun sonrió.

Mientras que Han Gil lo examinaba curioso, recordando al chico que no paraba de gritar su nombre.

Inmediatamente reaccionó y se le acercó para abrazarlo, el cuerpo del pequeño se puso duro. Sus ojos se agrandaron y sus manos empezaban a llenarse de sudor.

No entendía, creía que al acercarse sería bueno para todos (porque quería ayudarlo). Pero esta vez llegó a pensar que el extraño estaba chiflado.

Parpadeó un par de veces y se alejó sorprendido, el chico había limpiado sus lágrimas y la luz caía en su rostro, dándole un aspecto de porcelana.

—Han Gil. —Murmuró.

Por el temor retrocedió, aún sin comprender.

—Han Gil, querido... Soy Dong Sun. No entiendo por qué actúas así. —Intentó tomarlo del brazo, pero rápidamente se alejó. Su sonrisa había desaparecido y esta vez lo miraba serio, también se encontraba confundido.

—¿C-cómo sabe mi nombre?

Dong Sun se quedó quieto por unos segundos, experimentando la mirada asustada del chico. Han Gil, su verdadero amor no era capaz de recordarlo, llegó a pensar que se trataba de una maldita broma. Pero luego entendió que no era así, su manera de comportarse, no era él.

—Han Gil...

Y las imágenes y voces llegaron a su mente de golpe, esa persona, la cual lo llamaba de tal manera era nada más que un extraño. Aquel que tal vez tenía algo en común, pero algo le decía que no debía acercarse.

—¿T-tú e-eres..? —Preguntó con miedo. Manteniendo una distancia considerable.

El mayor limpió el sudor de sus manos con el pantalón y relamió sus labios. Estaba por desmayarse, por lo que tenía vagando en su mente, no quería, aún mantenía ese miedo.

Su mano se sujetó en el brazo del contrario y este volvió a ponerse incómodo. Tan solo quería comprobar que su verdadero amor mentía sobre sus acciones, respiró hondo y abrió la boca con dificultad. Siendo valiente y fuerte.

—¿No me recuerdas?

El chico sujetó la bolsa con todas sus fuerzas y dio unos pequeños pasos hacia atrás, totalmente asustado.

—Lo siento. —Retiró la mano fría el hombre y tragó duro. —Se ha equivocado de persona.

Desde ese momento, Dong Sun entendió que lo había perdido todo, desde el interés sobre sus padres e incluso...

El amor de Han Gil.

Continuara...

HyunJack.

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